CABE REMEDIO Á NUESTROS MALES?

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SEMANARIO FARMACÉUTICO.
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CABE R E M E D I O Á N U E S T R O S M A L E S ? - .
Conocidos por demás son los grandes inconvenientes con que á
cada instante se tropieza en el ejercicio de la profesión farmacéutica. Ciaras é inequívocas aparecen á la vista las causas fundamentales de todos ó la mayor parte de aquéllos. Sabidos y hasta la saciedad aconsejados están los medios prudentes y á la par fáciles
que, los que pueden, deben poner en juego para extirpar esos defectos en extremo perjudiciales que se oponen á nuestro desarrollo
intelectual, material y aun moral, que motivan la postergación de
grandes intereses y la inactividad de valiosos elementos. No sólo
pública sino que vulgar se ha hecho la completa ineficacia de
la legislación farmacéutica que hoy nos rige. La ignorancia y el
intrusismo revestidos de la farsa se nos echan encima cometiendo
todo género de atropellos y pisando cuantas leyes divinas y humanas existen, sin que las autoridades intenten siquiera ponerles la
más débil traba. En vano se protesta, inútiles son las denuncias legales; nuestras quejas no producen eco en los recintos del poder:
siempre el silencio es el encargado de contestarnos; el abandono,
de ampararnos, y el desengaño, de ayudarnos á bien morir; y á fe
que todos cumplen la misión con creces, correspondiendo así á sus
dignísimos emuladores.
—Señor, que los reglamentos son defectuosos y necesitan reformas radicales en su espíritu y letra; que la salud pública se halla
á merced de bastardos sentimientos; que se nos engaña y roba á
sabiendas, sin que en tal estado de cosas podamos evitarlo; que no
gozamos de los derechos á que nos hacen acreedores nuestros títulos; que éstos, en una palabra, resultan papeles mojados después
de costamos inmensos sacrificios de toda especie—¿Si?—exclamará el ministro á quien se dirigen las precedentes indicaciones—pues
ahí me las dén todas. Estos individuos deben quejarse de vicio,
pues ya piden gollerías. Creerán sin duda que á mí me sobra tiempo para distraerlo en pequeñeces, cuando apenas cuento con el necesario para fabricar y sostener una mayoría en las cámaras ; y en
pedir cédulas de ayuno á unos cuanios felices que dejarán á otros
cuantos desgraciados sus puestos en el gran comedero nacional.
—¡Hay abusos!—me gritan.—¿Y á mí qué? Yo no soy ninguna
sombra chinesca susceptible de seguir á cada ciudadano.
—¡La salud y la vida de vuestros gobernados peligran! ¡Se embauca y estafa vil y descaradamente á los particulares!
—Bueno; vamos por partes. E n cuanto á lo primero, supongo
que no será por falta de médicos, pues á más de los que cursaron,
hay una infinidad de legos aficionados á curar, que hacen delicias
y dan el opio (contra el somnolismo) y el solimán (¡!) (contra la
calvicie); y que á saber latín, hasta cantarían el Credo. Acerca de
lo segundo tampoco podrán ustedes formular quejas en contra mía,
en razón á que yo, con el laudable propósito de favorecer los intereses de los particulares, tolero la competencia entre las farmacias
MAYO 18 DK 1884.—AÑO X I I , NÚM. 33.
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SlíMA.NAtllÜ li'AllMACÉUTICO.
autorizadas y las droguerías y cuantos quieran dedicarse á la confección de jaropes y otras menudencias y alimañas por el estilo, en
bien de la humanidad.
Tales españoles son ing-obernables y unos descontentadizos.
Claman por la seguridad de la salud pública, y hoy debiera modificarse aquello de «Nadie se muere hasta que Dios quiere», diciendo: «El español que se va al otro mundo es por que le da la gana».
Ahí están si no la Francia, la Inglaterra y el Norte-América que
diariamente inundan nuestras calles, plazas y establecimientos or dinarios con anuncios y específicos empíricos sí, pero que en un
abrir y cerrar de ojos alivian los bolsillos, qué digo, las enfermedades habidas y por haber, y las borran, á manera que de las p i zarras se borran los guarismos trazados con tiza.
Casi estoy convencido que cuanto dicen acerca del asunto es
ilusorio, ó sofístico de intención. Investiguemos estableciendo un
paralelo. Aunque la caridad bien entendida empieza por uno mismo, me colocaré en el peor lugar. Si yo enfermase, lo que el Altísimo no permita, entonces.., ¡ah! entonces... se me ocurre una idea:
detrás de la cruz dicen que siempre está el demonio, y en medio
de tantos médicos y expendedores de pócimas como tenemos, seguro
es que debe andar muy cerca la muerte. Pues... ya d i con el quid,
y punto en boca: pediría médicos y medicinas al extranjero; porque mirándolo bien, allí se estudia con fundamento y se dispone de
cuantos medios son necesarios para hacer que la práctica secunde
á la teoría.
Lo dicho: mis compatriotas son unos imbéciles de tomo y lomo;
un grupo de ignorantes que no saben lo que se pescan; tipos antiguos estacionados que casi no conocen el progreso, ni sostienen
completos centros de instrucción, ni laboratorios municipales, ni
remuneran cual se debe á los maestros y profesores; y sobre todo,
que no inician nuevas industrias, á las que por otro lado, el ministerio compacto favorecería recargándoles fuertes impuestos para
que los emprendedores se acostumbrasen á ser ricos siquiera en
apariencia.
Algunos envidiosos, que nunca faltan y sobran siempre, me
propinan dicterios tales como retrógrado, reorganizador del oscurantismo y otras lindezas de igual calibre; pero á los que eso se
traguen repetiré, en descargo de la culpa, que son unos sandios que
no entienden pizca de filosofía.
Razonamiento al canto. Todo cuanto nos rodea se mueve constantemente, alejándose del punto que ocupa y en dirección á otro
que ocupó ó está destinado á ocupar. De aquí sacamos en limpio
que «los extremos se tocan». Y si como algunos dicen y yo opino
también, la sociedad llegó á la plenitud de la perfección, al continuar su marcha aparentemente pega un salto de retroceso. Si no
sucediese, lógico es admitir que nos quedaríamos paralizados y
aburridos de puro no tener que hacer ni que inventar. Esto sentado; y como quiera que yo no construí el mundo ni tampoco me
está permitido arreglar su mecánica, eryo la culpa endílguensela á
quien de sabido lo omito.
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Conque ya lo ven ustedes; les falta la razón y no les asiste el
derecho de molestarme con tantos lamentos. ¡Habrase visto! ¡Ingratos! Olvidan las torturas que sufro con estarme aquí á pié quieto,
cuando me viene bien dar á menudo conciertos musicales en los
órganos del Gobierno; escribir y ejecutar melodías á bombo solo;
crear y dotar plazas fuertes en el presupuesto á fin de destruir
conspiradores; encender cigarros y gastar saliva, si me place; firmar mi nómina de activo, etc. etc. etc.
Estas consideraciones se hará S. E., al propio tiempo que
aspire i l dolce farniente de los salones ministeriales; y cambiando de tono dirá luego para su
flamante
: Soy todo un
político al día y un filósofo acabado: no se me resiste la solución
del más arduo problema.
Esa turba de desagradecidos que á cada instante atruenan el
espacio con sus pretensiones, no alcanzan lo que vale un prohombre en estos tiempos de Dios; y eso que al fin y al cabo han de
ayudar á satisfacer mis treinta m i l de marras anuales; y si yo dejo
la silla otro la ocupará para lo mismito, de modo y de manera que
esto proseguirá así hasta que no haya mas cifras que malversar,
en cuyo caso el cociente será igual á la división del contribuyente
por el espinazo. Y aquí paz y después gloria.
Mas ocupémonos en otros asuntos de superior cuantía. La crisis
se acerca, y francamente, lo siento. En el próximo verano pensaba
viajar como ministro y dejar sendos dineros en Biarritz, San Juan
de Luz, Santa Agueda, Baden-Baden y . . . ¡¡Basta!! Soy la conciencia, de quien t ú te olvidaste, y he de empañar tus recuerdos
con indelebles y pardos nubarrones.
Ya lo saben por lo tanto mis carísimos compañeros: nuestras
eminencias políticas son al tenor de los aerolitos, no dan chispas
hasta el momento en que la atmósfera de un planeta les tuerce la
marcha errante y los obliga á caerse. A pesar de que de los pecadores nacen los arrepentidos, éstos llegarán siempre tarde para atender á lo que justamente reclamamos.
Todo cuanto sea gastar tiempo en demandar justicia, equivaldrá á discutir con la luna, y á la postre sacaremos lo que el negro
del sermón. Así como un notable literato dice: Un cadáver más, ¿qué
importa al mundo? otro dirá: Que el género humano sucumba,
¿qué le va ni le viene á un ministro en candelero? A quien San
Juan se la dé, San Pedro se la bendiga.
¡Y es muy claro! No puede pedírsele peras al olmo ni uvas al
alcornoque sin infringir lo usual y corriente; y si me apuran,
diré lo... natural.
¡Hable el tan antiguo como ilustre Colegio de Farmacéuticos de
Madrid; argumente en apoyo el respetable cuerpo de Farmacia;
discuta la prensa profesional y aconseje lo que de ponerse en práctica sería sensato! Todo resultará infructuoso. Los mandarines no
oyen: la algazara de continuo festín ahoga todo clamoreo que no
sea el propio. No ven; el infecto ambiente que respiran cierra el
paso á la luz exterior. No piensan; su atención hállase embargada
por asuntos de mayor trascendencia.
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Ahora me ocurre á mí una pregunta.
¿Gabe remedio á nuestros males, prescindiendo del apoyo que
los Gobiernos están obligados á prestarnos?
Creo afirmativamente.
Hoy cada farmacéutico es un ser aislado, sia más horizontes
que los límites de su oficina, sin recursos materiales, sin otros medios científicos que los que su sola inventiva pueda adaptar á las
necesidades, mediante el auxilio de algunas obras científicas.
Frecuentemente se ve en la imposibilidad de cumplir con certeza
y á su satisfacción las prescripciones facultativas.
Esto último es forzoso y consecuente que suceda. Si el farmacéuco tiene por precisión que recibir las drogas y primeros productos
de manos de los drogueros y otros, gentes que si bien entienden
mucho de calcular dividendos, les falta todo para conocer lo que
traen entre manos, es obvio que aun cuando se suponga buena fe
(y dicho sea de paso pocas veces se patentiza), la ignorancia, que
maneja los materiales desde el acto de elegirles hasta que llegan
á nosotros, imprime constantemente su sello funesto en las virtudes de las preparaciones obtenidas con dichos materiales, y en vez
de devolver la salud á un enfermo, ocurren nuevos y extraños accidentes; y entonces, y sin razón, el médico pasa por un tonto de capirote y el farmacéutico por un asno autorizado, según muchos
creen, para hacer lo que quiere y cobrar cuanto se le antoja.
Pues bien. Siendo el país español de los que más g'racias deben
al Eterno por haberlo dotado del conjunto de circunstancias naturales debidas en primer lugar á una fértil y variadísima vegetación, ¿por qué no aprovechamos tan importante coyuntura? ¿Por
qué los farmacéuticos españoles no recolectamos directamente un
sin número de plantas y productos medicinales que nuestro suelo
natal nos ofrece pródigo y en modo espontáneo? ¿Por qué, en fin,
no se multiplican los ensayos de aclimatacióa de especies exóticas,
útiles bajo algún concepto á la medicina?
El por qué queda ya dicho. «Hoy cada farmaceútico es un sér
aislado»; ó lo que es igual: no tiene á su alcance otras fuerzas
disponibles que las exclusivamente individuales; y éstas jamás serán suficientes para emprender, ni menos dar cima, á una obra
que necesita el concurso de muchos, ó mejor de todos.
Salvado ese inconveniente, el problema queda resuelto.
Consigan los farmaceúticos peninsulares establecer entre si íntimas relaciones; comuniqúense mutuamente los estudios y datos
que cada uno tenga y pueda recoger acerca de la región en que
habita; organícense y apóyense con esa mira los más antiguos;
únanse á su vez esas fracciones y constituirán un grupo compacto, vigoroso, independiente y apto para continuar los hechos gloriosísimos de la historia de la Farmacia.
Así y solo así será fácil por hoy sacudir el letargo y desterrar
la penuria en que yace nuestra carrera. Podrá llevarse á cabo un
pensamiento que cimentaron algunos genios intrépidos, y cuya
realización reclama imperiosa la necesidad: el estudio y publicación de una Flora nacional completa, estudio que indudablemente
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ha de ofrecer vasto terreno á las ciencias j nuevos recursos á la
industria y á las artes. Se efectuarán trabajos concienzudos en
todo lo que abarca el campo de la Farmacia. Nos eximiremos de
ser tributarios del extranjero en lo que atañe á productos químicos
y otros. Y resumiendo: utilizaremos en nuestro provecho los dones
que el Creador derramó á manos llenas sobre la privilegiada España.
He aquí, en sencillísimo bosquejo, la marcha que debe seguirse
para demostrar ante el orbe que la Farmacia, aunque siempre modesta (acaso demasiado) en ostentar sus méritos, fué y es el más
seguro apoyo de la civilización. E l arsenal de armas poderosas
contra la muerte. La heroina, hercúlea vencedora de los antes
inescrutables secretos de la naturaleza. La madre de la Química;
de esa ciencia que todo lo abarca, lo mismo en el orden filosófico
que en el moral, que en el especulativo; de ese cúmulo de maravillas, base, remo, faro y barómetro simultáneamente del progreso y
bienestar sociales.
Colocados en este camino, el porvenir nos sonríe: al marasmo
sucede la actividad, al sueño el pleno goce de una vida rozagante
y hermosa. La práctica de la profesión se verá libre de los escollos
llamados falsificaciones, adulteraciones y sofisticaciones, porque
el denigrante y nocivo modo de ser de las droguerías no tendrá
medio de continuar desde que los Farmacéuticos establezcan unos
con otros el cambio de sustancias y productos, sean éstos naturales
ó del artificio. Ya no tendremos que tomar recelosos lo que nos
den, so pena si no de carecer de ello, como dice muy acertadamente
un ilustrado compañero, el Sr. Vergara, en uno de los anteriores
números de esta Revista.
No es dudoso que antes de sacar á flote la idea, han de surgir
muchos obstáculos; mas ¿no se muestran robustas otras Sociedades
que en su origen contaban con menos é inferiores elementos? Sí.
¿Hemos de permanecer impasibles ante el espíritu de asociación,
que por ende luce sus ventajas? ¿Consentiremos que nuestras fuerzas se aniquilen á manos de la incuria y poco ó ningún alcance de
los poderes gubernamentales?
¡Nunca!
Animo pues: el éxito es seguro mediante un poco de voluntad
y algo de constancia; y que á los Farmacéuticos adornan esas dos
cualidades es indiscutible; de lo contrario ninguno sobreviviría hoy
como tal.
Si estamos tocando los preciosos resultados de la última Exposición Farmacéutica celebrada en Madrid, ¿quién duda de la i m portancia de esta otra, que será un perenne foco de luz para el entendimiento, para la razón y para la práctica?
Yo, que por únicos títulos tengo el honrosísimo de Farmacéutico
y por méritos los antes dichos, esto es, voluntad y constancia nada
más, quisiera que mis comprofesores deliberasen algo á lo menos
sobre este punto realmente importante; en el convencimiento de
que, previa una buena inteligencia, se conseguirían días bonancibles para nuestra huérfana profesión.
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Huérfana dije y no me equivoco, por cuanto no puede esperar
ya amparo de los únicos que les era fácil prestárselo y se lo deben
según sacratísimos compromisos; pagándole en cambio con enseñarle la espalda, como suele decirse.
Quizá en no lejana época, esos mismos que ahora nos niegan
favor, encarezcan el nuestro. Interrogúese sobre el particular á las
grandes potencias europeas, y seguramente contestarán enorgullecidas invocando los nombres de un puñado de oscuros pero
ilustradísimos Farmacéuticos, conquistadores de lo más grande y
en donde quiera útil que se conoce.
A los Profesores de la Corte y demás centros principales corresponde en primer término el desarrollo de esta idea que no pretendo hacer mía. Mas a ú n : creo que no es de ninguno, supuesto
que es innata en todos; y que no se llevó antes al terreno práctico,
debido, entre otras causas, á ese sic especial y propio del carácter
español. Ciertamente aquí, imprescindible se presenta el que (permítaseme la frase) nos desespañolicemos un poquito, no arreglándolo todo con el sempiterno dejemos que hagan. La iniciativa y
trabajo propios superan en valor á la suma de las influencias exteriores. Es muy bueno reclamar lo reclamable; mas no nos forjemos
tampoco ilusiones esperando por lo que nos den, pues en eso de
dar todo el mundo es parco; y el que espera desespera y en resultado no hace nada.
Toda vez que las puertas de la protección no se nos franquean,
hora es ya de que nos lancemos en busca de nuevos senderos por
donde sea factible continuar acarreando materiales para el grandioso edificio del siglo x i x , gloria de lo presente, asiento y admiración de lo futuro.
D A V I D L E D O Y MACÍA.
Cruz del Incio (Lugo) 12 de Marzo de 1884.
Asuntos científicos.
FOSFATO DE C A L GELATINOSO EXTEMPORINEO
por M . C. Tanret.
Sabido es que para preparar el fosfato de cal tribásico de las
oficinas de farmacia se tratan los huesos calcinados por el ácido
clorhídrico y que sobre la disolución así obtenida se vierte un exceso de álcali. El precipitado que se forma es de tal modo gelatinoso que en tal estado es extremadamente difícil lavarlo, por lo
que se hace hervir el líquido algunos instantes antes de recogerlo,
se le lava de seguida con agua caliente, se deja escurrir y se le
deseca.
Pero adquiriendo cohesión el fosfato se torna menos fácilmente
atacable por el jugo digestivo, lo que se podrá prever desde luego.
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es cierto, y lo cual ha sido puesto fuera de duda por las investigaciones de M . Lebaigne, Añadiré, por mi parte, que cuando la acción del fosfato se ha de limitar á tapizar, por decirlo así, el intestno, el gelatinoso parece debe ser, como tópico, incomparablemente
superior al fosfato desecado.
Estas cualidades particulares del fosfato gelatinoso han hecho
sea propuesto, desde hace ya mucho tiempo, para reemplazar el
fosfato pulverulento; pero las dificultades que se eucuentran para
obtenerlo bieu puro y sobre todo para conservarle son tales, que
este producto no se halla en la práctica usual
Impresionado por esta superioridad del fosfato gelatinoso y para
restablecer su crédito, he investigado el medio de facilitar su preparación. E l procedimiento que propongo es de los menos complejos: consiste, en efecto, en transformar estemporáneamente el fosfato monocálcico en fosfato gelatinoso, poniéndole en contacto y
al estado de disolución los dos equivalentes de cal necesarios para
hacerle tribásico, según la fórmula:
Ph05 CaO, 2HO + 2CaO = PhO, 3CaO + 2HO.
E l modo de operar es el siguiente: por una parte se disuelve el
fosfato ácido, y por otra, con el auxilio del azúcar ó del jarabe que
debe edulcorar la preparación, se disuelve igualmente la cal, y
después se mezclan las dos disoluciones. Obtiénese entonces un
precipitado tan gelatinoso, que un gramo de este fosfato puesto de
esta manera en suspensión en 100 de gramos de agua, apenas
si sobrenada una ligera capa de líquido claro á las veinticuatro
horas de reposo.
Según el cálculo por equivalentes para la transformación del
fosfato monocálcico en tribásico, vese que para obtener un gramo
del segundo es necesario agregar 0gr-,47 de cal apagada á 0gr-,86
del primero. Pero siendo los cristalesdel fosfato ácido higrométricos
y muy difíciles de desecar, retienen generalmente más agua que
la indicada por la fórmula Ph05 CaO, - h 2HO, ó sea según algunos ensayos, de 7 á 12 por 100 en exceso. Por otra parte, la cal ordinaria apagada no es las más veces exactamente pura, CaO,HO
en cerca de centésimas. A parte de estas diversas consideraciones,
resulta que tomando para un gramo de fosfato ácido cristalizado
del comercio, 50 centigramos de cal apagada, se obtendrá sensiblemente un gramo de fosfato tricálcico.
De esta suerte, la relación que debe recordarse en la práctica
será de las más sencillas, á saber: que para obtener un peso dado
de fosfato gelatinoso, se deberá tomar el mismo peso de fosfato ácido y la mitad menos de cal.
[Jowrn. de Pharm. et Chim.)
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Noticias varias.
SESIÓN S O L E M N E . — L a Sociedad Farmaco-cientifica ha tenido el
feliz pen?amieuto de celebrar una solemne sesión en honor del
Dr. D, Rafael Sáez Palacios, Decano y Catedrático que fué de la
Universidad central. Proponíase en ella honrar al ilustre químico
y cariñosísimo Profesor que tantos merecimientos reunía para ser
digno de este singular homenaje. Debía haberse llevado á feliz
término esta sesión el día 9 de Junio próximo, en cuya fecha falleció el año anterior nuestro nunca olvidado y siempre sentido
amigo; pero coincidiendo dicho día con los destinados a exámenes,
la Sociedad tuvo el buen acuerdo de anticipar ésta un mes, designando al efecto el viernes 9 del actual y el salón de actos de la
Facultad de Farmacia. F u é presidida por el Decano D. Fausto
Garagarza, que tenía á la derecha al respetable Catedrático de
Análisis química, ex-Rector de la Universidad Dr. D . Manuel Rioz,
acompañándole otros Profesores de la Facultad y de la de Ciencias,
contándose entre los mismos al disting-uido artista Sr. Contreras,
hermano político del finado.
Empezó el acto con la lectura de unas Noticias biográficas
por el Dr. Olmedilla , escritas con el acierto y elegancia que
resaltan en sus trabajos literarios. Leyéronse después dos muy
buenas composiciones poéticas del Sr. Carbonell, por el Sr. Palau
y el Sr. Zamanillo; Un recuerdo, en prosa, por el Sr. Cafranga; una
poesía del Sr. Rico, leída por el mismo; un trabajo en prosa por el
Sr. Palau, y por último, Un sueño, poesía del Sr. Cafranga; leídos
todos de modo notable y aplaudidos por la numerosa concurrencia,
tanto de señoras como de personas distinguidas y alumnos de la
Facultad que ocupaban el salón. Terminó el acto el Presidente
con palabras de atención dedicadas al finado, á la Sociedad y á los
asistentes.
No hay para qué ensalzar este acto llevado á cabo por los antiguos discípulos del Dr. Sáez Palacios, pues el hecho sólo de proyectarle ensalza á sus autores; su realización de manera tan notable
mereció los plácemes de todos y á los que unimos con mucho
gusto el nuestro, por poco valioso que sea, pero sincera muestra
de la inmensa satisfacción que sentimos al concurrir invitados
galantemente por la Junta directiva, como Presidente del ilustre
Colegio de Farmacéuticos de Madrid y en representación de nuestra Revista.
E L DIPUTADO POR ACUMULACIÓN. — E l candidato del Diario
Médico, como dice nuestro ilustrado colega La Revista de Medicina
y Cirugía prácticas, ha obtenido 5.515 votos, insuficientes para
ser proclamado Diputado. No obstante esto, el Sr. Esquerdo puede
haber quedado satisfecho, pues gracias al prestigio de su nombre
ha conseguido una votación que le honra y á la vez deja en buen
lugar á las clases médicas, que han salido de la aventura mejor l i bradas de lo que podía esperarse, gracias á dicho prestigio.
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