La necesidad de ser coherentes

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Documento de debate de Oxfam
La necesidad de ser
coherentes
Reforma de la PAC y
países en desarrollo
Junio de 2002
Resumen
Cuando los políticos europeos crearon la Política Agraria Común (PAC) en 1962 con el objeto de
incrementar la producción de alimentos en Europa, difícilmente podían imaginar que ésta iba a llevar
a agravar la inseguridad alimentaria y el empobrecimiento de pequeños agricultores en los países
más pobres del mundo. El consenso acerca de una PAC fuerte que garantice la cohesión entre
Estados miembro y el sostenimiento del medio rural, está amenazado por las incoherencias externas
e internas del actual modelo.
Las políticas agrarias de los miembros del Quad (EE.UU., UE , Canadá y Japón) –incluyendo, como
es lógico, a la PAC- atrapan a los países en desarrollo en un círculo vicioso del que resulta
extremadamente difícil escapar: al cerrar sus mercados e inundar los ajenos con excedentes directa o
indirectamente subvencionados, se produce un fenómeno de expansión de la oferta y reducción de la
demanda que fuerza a la baja los precios mundiales y pone en riesgo los medios de vida de cientos
de millones de personas en todo el mundo.
Para reducir el hambre y la pobreza mundiales, así como para promover un desarrollo sostenible, es
esencial garantizar medios de vida seguros para la población rural de los países más pobres. Dos
terceras partes de los pobres de los países en desarrollo viven y trabajan en el sector de la
agricultura, que constituye la principal fuente de ingreso en divisas para un importante grupo de
países, y una fuente de empleo para millones de personas en todo el mundo, especialmente mujeres.
El modelo actual de PAC está en contradicción con sus propias políticas de desarrollo rural en los
países pobres, y con su obligación legal ante la Declaración Universal de Derechos Humanos de
contribuir a garantizar el cumplimiento de los derechos económicos y sociales. Esta flagrante falta de
coherencia es el resultado indirecto de un modelo que nació con objetivos legítimos, pero que se ha
pervertido en beneficio de los intereses comerciales de un pequeño grupo de agricultores y
compañías agroalimentarias. Es responsabilidad de los mandatarios europeos poner fin a esta
situación, en la que entran en juego cuestiones tan fundamentales como la seguridad alimentaria de
muchos países pobres.
Más aún, la PAC se encuentra sujeta a una seria crisis de legitimidad interna. Su presupuesto se ha
vuelto insostenible, sobrepasando los 40.000 millones de euros anuales, lo que supone la mitad del
presupuesto de la UE. Objetivos como la equidad social, la sostenibilidad ambiental o la calidad de
los alimentos están seriamente comprometidos. La PAC ha llevado a una mezquina concentración de
los beneficios en los grandes productores y las compañías agroalimentarias, a costa de los pequeños
productores vulnerables. Ha contribuido también a promover prácticas de producción intensivas que
han generado importantes costes ambientales. Finalmente, la PAC enfrenta importantes retos
externos, como la ampliación de la UE al Este y el proceso de negociaciones comerciales en el
ámbito de la OMC.
Como resultado, la UE se encuentra hoy ante una encrucijada: debe elegir entre mantener a toda
costa el status quo o apostar por un modelo de protección que beneficie el medio rural y garantice a
los países pobres su derecho a la alimentación y su derecho a competir en mercados de exportación
donde resultan altamente eficientes.
Este documento de debate hace algunas recomendaciones políticas que, de ser asumidas, ayudarían
a la UE a caminar hacia un modelo más coherente con el desarrollo rural mundial. Éstas incluyen:
§
Una evaluación del proceso de liberalización del sector agrario en los países pobres, analizando
el impacto que éstos han tenido en los niveles de pobreza y en la seguridad alimentaria.
§
Debe introducirse una ‘Caja del Desarrollo’ (que incluye una serie de medidas que los países en
desarrollo podrían adoptar para proteger y promover sus sectores agrarios nacionales, y que
contemplan tanto ayudas nacionales como aranceles a la importación) en el Acuerdo sobre
Agricultura de la OMC.
§
Antes del fin de la V Conferencia Ministerial de la OMC en México debe haberse establecido un
calendario obligatorio para la completa eliminación de todas las formas de subsidios a la
exportación.
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
1
§
Las ayudas deben estar completamente desvinculadas de la producción. Asimismo, deben
reforzarse las medidas complementarias necesarias para evitar el riesgo de una producción
excesiva (techos de producción, abandono productivo de tierras, prácticas extensivas, etc.).
§
Modulación obligatoria y progresiva de las ayudas, con el objeto de asegurar el acceso equitativo
a los recursos e introducir mecanismos redistributivos en su asignación.
§
La UE debe conceder antes de fin de 2004 acceso libre arancel cero y cuota cero a todos los
productos de los países menos adelantados y de los países de ingreso bajo.
§
Mejorar el acceso a mercados para otros países pobres, analizando previamente el impacto
social y ambiental de estas medidas en el sector agrario europeo.
1.
Introducción
En 1804 el Parlamento británico aprobó las llamadas Corn Laws (Leyes del Maíz), una
legislación que protegía los intereses de los grandes terratenientes imponiendo aranceles a
la entrada de maíz procedente de otros países europeos. Con la excusa de las Guerras
Napoleónicas las medidas se extendieron a otros productos como el trigo, disparando con
ello los precios del pan en sus ciudades.
Las Corn Laws dieron lugar al movimiento de protesta civil más importante de la primera
mitad del XIX. En 1815 el ejército tuvo que proteger el edificio del Parlamento frente a una
masa enfurecida de ciudadanos que protestaban contra la leyes. Un grupo de activistas,
entre los que se encontraba el economista David Ricardo, creó una liga contra las Corn
Laws que logró convencer a las sociedades británica e irlandesa de la necesidad de
rechazar una ley que condenaba a miles de personas al hambre a cambio de mantener los
privilegios de un pequeño grupo de productores terratenientes. En 1846 las Corn Laws
fueron sustituidas por una nueva legislación que reducía considerablemente los aranceles,
dando así acceso a miles de personas a alimentos más baratos.
Dos siglos después, el juego parece habernos devuelto a la casilla uno. El modelo agrario
europeo beneficia de forma desproporcionada a los grandes propietarios frente a los
intereses de los consumidores, el medioambiente y los pequeños productores de todo el
mundo. La Política Agraria Común deja en meros aprendices a los interesados legisladores
de principios del XIX.
Sólo cinco de cada cien trabajadores europeos están empleados en el sector agrario. De
hecho, su aportación a la riqueza regional fue en 2000 de tan sólo un 2,2 por ciento del PIB.
Pese a ello, la protección de la agricultura se lleva cada año más de 40.000 millones de
euros, casi uno de cada dos euros del presupuesto comunitario. Es, con diferencia, el sector
productivo más protegido de la UE. No cabe duda que en esta situación tiene mucho que ver
con la inercia histórica y el poder de ciertos lobbies de grandes agricultores y compañías,
empeñados en conservar sus privilegios aún a costa de otros productores europeos más
pequeños y de países terceros.
Salvo un grupo de liberales fundamentalistas, nadie cuestiona la necesidad de proteger este
sector como proveedor de valores sociales y medioambientales que están íntimamente
ligados a la producción agraria. El territorio rural juega un papel esencial en la provisión de
ciertos bienes (fundamentalmente alimenticios), pero tiene también la responsabilidad de
garantizar demandas sociales como la calidad alimentaria, la sostenibilidad medioambiental,
el paisaje y, en último término, la pervivencia misma de muchas zonas rurales (ETEA /
INTERMÓN Oxfam 2002). Sin embargo, no toda protección vale, y menos aquella que
impone costes inaceptables a los países pobres a cambio de perpetuar los privilegios de un
grupo reducido de productores y terratenientes.
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
2
La PAC nació a principios de los sesenta con el objetivo estratégico de garantizar la
autosuficiencia alimentaria europea tras la guerra. Aunque sus políticas han jugado una
papel fundamental en la construcción de la UE y en la cohesión entre sus Estados miembro
(elementos que la hacen radicalmente diferente del modelo norteamericano), no se pueden
ignorar las dificultades que ha generado. Durante los diez últimos años se han producido
diferentes reformas para enfrentar problemas como el de los excedentes o la
insostenibilidad financiera, con escaso éxito. Hoy la PAC enfrenta nuevos retos, como la
ampliación al Este, las negociaciones comerciales multilaterales y la crisis de legitimidad
interna debida a los recientes escándalos alimentarios.
La UE se encuentra hoy ante una encrucijada: debe elegir entre mantener a toda costa el
status quo –incluyendo la búsqueda de competitividad en los mercados exteriores- o apostar
por un modelo de protección que beneficia el medio rural y garantice a los países pobres su
derecho a la alimentación y su derecho a competir en mercados de exportación donde
resultan altamente eficientes.
Este documento de debate se enmarca en la campaña de Oxfam COMERCIO CON
JUSTICIA. Con él pretendemos aportar elementos a la discusión sobre las políticas agrarias
y, en concreto, sobre la reforma de la PAC. El trabajo tiene tres secciones que abordan los
siguientes asuntos:
u
El negativo impacto de la PAC sobre los países en desarrollo, que incluye el dúmping en
las exportaciones agrarias, la restricción de acceso a los mercados europeos y la escasa
coherencia entre las políticas agrarias y las de desarrollo.
u
La crisis de legitimidad interna provocada por los altos costes de la PAC, la iniquidad en
el reparto de las ayudas, el impacto ambiental y la preocupación acerca de la calidad de
los alimentos.
u
2.
Propuestas de Oxfam para la reforma.
Impacto de la PAC en los países en desarrollo
Hasta principios de los años noventa los trabajadores del sector lácteo en Jamaica estaban
razonablemente bien protegidos contra las importaciones, y la producción del sector
aumentaba rápido. Pero cuando el gobierno jamaicano liberalizó el mercado lácteo como
parte de las políticas de ajuste del Banco Mundial, el país fue progresivamente inundado por
leche en polvo importada. Las importaciones provenían principalmente de la UE, que gastó
unos 4 millones de euros anuales en subsidiar sus exportaciones a este país. (Black 2001,
citado en Oxfam 2002)
Jamaica es sólo un ejemplo entre otros muchos. Cuando los fundadores del entonces
Mercado Común Europeo concibieron en 1962 la PAC, difícilmente podían haber imaginado
las consecuencias que ésta tendría para el desarrollo de los países pobres. Las políticas
agrarias de los miembros del Quad (EE.UU., UE , Canadá y Japón) –incluyendo, como es
lógico, a la PAC- atrapan a los países en desarrollo en un círculo vicioso del que resulta
extremadamente difícil escapar: al cerrar sus mercados e inundar los ajenos con excedentes
directa o indirectamente subvencionados, se produce un fenómeno de expansión de la
oferta y reducción de la demanda que fuerza a la baja los precios mundiales y pone en
riesgo los medios de vida de cientos de millones de personas en todo el mundo.
La perversidad de este sistema es consecuencia indirecta de un modelo que nació con
objetivos legítimos, pero que se ha pervertido en beneficio de los intereses comerciales de
un pequeño grupo de agricultores y compañías agroalimentarias. Es responsabilidad de los
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
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mandatarios europeos poner fin a esta situación, en la que entran en juego cuestiones tan
fundamentales como la seguridad alimentaria de muchos países pobres.
Esta sección analiza tres áreas en las que Oxfam considera que la Política Agraria Común
perjudica los intereses de los países pobres:
a) El dúmping en las exportaciones agrarias.
b) La restricción del acceso a los mercados europeos
c) La incoherencia de la posición europea respecto al desarrollo rural en los países
pobres
a)
Dúmping en las exportaciones agrarias
En gran medida, la búsqueda de competitividad en los mercados internacionales y la
defensa de los valores sociales y ambientales ligados a la agricultura son dos objetivos
mutuamente excluyentes. Desde el nacimiento de la PAC hasta el día de hoy, la UE ha
optado en la práctica por el primero, y para ello ha utilizado todos los recursos a su alcance,
incluso aquellos que contradecían la retórica de sus dirigentes acerca de las bondades
intrínsecas del libre comercio.
La estrategia comercial de la Unión Europea se basa en un complejo abanico de ayudas que
afectan de forma diversa a los productores y a la producción. De acuerdo a la OCDE, un 37
por ciento del ingreso bruto obtenido por las explotaciones europeas en 2000 fueron ayudas
al productor, y una gran mayoría de éstas (72 por ciento) consistían en medidas de
sostenimiento de precios. Pese a que las reformas aplicadas en los últimos años han
reducido considerablemente la vinculación de las ayudas con la producción, este tipo de
instrumentos son aún los más utilizados tanto en la UE como en muchos otros países de la
OCDE.
La UE reclama que las restituciones (subsidios) a la exportación cayeron del 31 al 14 por
ciento del gasto total de la PAC entre 1990 y 1999. Sin embargo, olvida mencionar que el
incremento global del gasto durante esos mismos años dejó la caída real en menos de un
tercio. Más aun, las investigaciones realizadas por Oxfam prueban que el modelo de ayudas
sigue estando orientado a la promoción artificial de la competitividad europea en los
mercados agrarios internacionales. Europa posee un 18 por ciento de la cuota mundial de
exportaciones de azúcar, una cifra que se incrementa en el caso de otros productos, como
la carne de bovino (19 por ciento), los lácteos (28 por ciento) o la carne de cerdo (51 por
ciento). (Página web de la OMC)
¿Cómo consigue dominar estos mercados si sus costes de producción son, salvo contadas
excepciones, considerablemente más altos que los de muchos otros países del mundo? La
realidad es que las ayudas siguen apoyando la producción y generando excedentes en
varios productos, como el trigo, el azúcar y la carne de porcino. Estos excedentes son
exportados a los mercados internacionales a precios por debajo de su coste de producción.
Por ejemplo, los precios de venta de trigo, leche en polvo y azúcar se venden fuera a un 46,
50 y 26 por ciento de sus costes de producción, respectivamente (Oxfam 2002).
Oxfam considera, sin embargo, que la mera reducción de los subsidios a la exportación no
implica necesariamente una reducción proporcional en la distorsión de los mercados
internacionales. Todo tipo de ayudas ligadas a la producción o al productor suponen un
apoyo a su competitividad, ya que reducen o eliminan el riesgo de entrar en el mercado.
Igualmente, las inyecciones de renta al productor suponen de hecho una ventaja a la hora
de fijar los precios de sus productos, lo que les permite competir en el exterior y ganar
contratos que, en justicia, debieran estar en manos de productores del Tercer Mundo más
eficientes (European Research Office). En palabras de Paul Goodison, los países pobres
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
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han pasado de ser ‘atracados a cara descubierta’ a ‘perder’ la cartera en los atestados
mercados agrarios internacionales. El efecto es similar e igualmente desconsolador para
quien ve sus derechos negados de forma tan injusta.
Cuadro 1. Cuando los dulces amargan
El sector de la confitería en Suráfrica es un buen ejemplo de las nuevas formas de dúmping. A pesar
de que el precio del azúcar local es más bajo, los fabricantes europeos de confitería han sido
capaces de conseguir azúcar para su producción a precios alrededor de un tercio más baratos que
sus colegas surafricanos. Según la Asociación de Fabricantes de Chocolates y Dulces de Suráfrica,
el aumento de las importaciones de repostería de azúcar y chocolate de la UE ha contribuido a un
descenso del 21 por ciento en el consumo de dulces y chocolates producidos localmente entre 1997 y
2000. Esto ha afectado a la producción y el empleo en la industria local de chocolates y dulces. El
mayor fabricante surafricano de este sector, Beacon Sweets, despidió a 1.000 empleados entre 1997
y 1999. También redujo la compra de azúcar local de 40.000 toneladas en 1995 a 35.000 en 1999,
con consecuencias adversas para los salarios rurales y el empleo
(Oxfam 2002).
b)
Restricción del acceso a los mercados europeos
Resulta difícil evaluar en detalle el impacto de las barreras comerciales, ya que éstas se
presentan de formas muy diferentes. Sin embargo, está claro que las barreras que los
países ricos imponen a los países pobres tienen un coste real para las poblaciones del
Tercer Mundo. Dos terceras partes de los pobres de los países en desarrollo viven y
trabajan en el sector de la agricultura, que constituye la principal fuente de ingreso en
divisas para un importante grupo de países, y una fuente de empleo para millones de
personas en todo el mundo, especialmente mujeres. De acuerdo al Banco Mundial, las
políticas de los países industrializados (incluyendo aranceles y subsidios) causan a los
países en desarrollo unas pérdidas de 20.000 millones de dólares anuales, el 40 por ciento
del valor de la ayuda que reciben (Banco Mundial 2000, citado en Oxfam 2002).
Esto no quiere decir que el acceso a los mercados del Norte sea la panacea del desarrollo,
ni que los países pobres deban orientar necesariamente sus economías a la producción
para la exportación. Un énfasis excesivo en la exportación, sin haber garantizado
previamente el impacto social y ambiental de la producción, así como el fortalecimiento de
los mercados locales y regionales, puede ser perjudicial para el desarrollo. Pero si un país
en desarrollo quiere exportar, nada justifica las barreras arbitrarias e injustas impuestas por
los países ricos, y eso es precisamente lo que interesa enfatizar aquí.
Junto con las medidas arancelarias, la UE impone a los productos agrarios de países
terceros un intrincado sistema de protección basado en barreras no arancelarias (como los
estándares sanitarios y fitosanitarios 1) y en acciones antidúmping que bloquean de hecho la
iniciativa exportadora del país amenazado. En un intento por evaluar su impacto, Oxfam ha
elaborado un Índice de Dobles Raseros en el que compara el nivel de proteccionismo de las
políticas comerciales que aplican las naciones más ricas y más poderosas en el terreno
comercial, en contra de las exportaciones de los países en desarrollo. El indicador –que
señala a la UE como campeona de la hipocresía, seguida muy de cerca por EE.UU. 21
Son buenos ejemplo de ello los casos de la leche (y el queso) de camello en Mauritania y los cítricos
en Suráfrica.
2
El IDR fue elaborado con anterioridad a las nuevas medidas proteccionistas de EE.UU. en el ámbito
del acero, la madera y los textiles, y también antes de la aprobación de la nueva Farm Bill. En este
momento sería difícil negar la medalla de oro a alguno de los dos bloques.
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muestra, por ejemplo, que el arancel agrario medio consolidado de la UE es del 20 por
ciento; y que los aranceles agrarios escalonados (aquellos que se incrementan a medida
que se incrementa el grado de manufacturación del producto) son como media 2,75 veces
superiores a los que la UE impone a los productos sin elaborar.
Pese a que la UE ha mejorado notablemente el acceso de los productos de Países Menos
Adelantados (PMA) a través de la iniciativa Todo Menos Armas, la mayor parte del coste
recae sobre exportadores agrarios altamente eficientes, que ven cómo sus ventajas
comparativas se hacen inútiles frente a los mecanismos proteccionistas de la UE. Argentina,
por ejemplo, padece más de 16.007 barreras no arancelarias en sus exportaciones
agropecuarias a la UE (CNCE de Argentina). Sólo la eliminación de algunas de estas
medidas les proporcionaría ingresos anuales de más de 200 millones de dólares. Es muy
probable que los argentinos afectados por la crisis prefieran este dinero a la batería de
discursos bienintencionados que reciben desde Europa.
Existen preocupaciones legítimas de los productores europeos acerca del impacto que un
mayor acceso a mercados para los países pobres pueda tener en la sostenibilidad de la
producción europea y, por tanto, en los objetivos de desarrollo social y ambiental asociados
a la agricultura. Sin embargo, es un hecho que no existen datos fiables acerca del efecto
que tendría una mayor apertura de los mercados a las exportaciones agrarias del Sur. Es
responsabilidad de las instituciones y productores europeos justificar las barreras al
comercio probando el daño que estas medidas pueden tener. En opinión de Oxfam, es muy
posible que un análisis sincero de la realidad muestre que los privilegios de un grupo
pequeño de empresas y productores son el principal obstáculo a una política de protección
agraria que sostenga el medio rural europeo reduciendo al mínimo los perjuicios para países
pobres.
c)
La UE y el desarrollo rural en el Sur: “Hagan lo que digo, no lo que yo
hago”
Yo creo que los mensajes que quieren volver a lanzar elementos de viejos
proteccionismos, de viejos aislacionismos o que van en contra de la libertad
comercial son un grandísimo error. Todos los datos en todas partes indican que los
países más abiertos al exterior y los países que más apertura comercial tienen y
más liberalizados son los países con mayores posibilidades de prosperidad. Y los
países menos liberalizados y con menos apertura al exterior son los países con
menos posibilidades de prosperar.
José María Aznar. Pdte. del Gobierno español. Lima, noviembre de 2001
Las palabras del Pdte. Aznar en la rueda de prensa posterior a la Cumbre Iberoamericana
que tuvo lugar en Lima (Perú) a finales del año pasado confirman que la UE es maestra en
el arte de predicar una cosa y practicar la contraria. Los países e instituciones europeas se
han unido con entusiasmo al coro de voces que abogan por la liberalización comercial como
vía rápida y segura para el desarrollo. Pero cuando se trata de aplicarse a sí misma estas
recetas –por ejemplo en el ámbito de las políticas agrarias- Europa mira hacia otro lado.
Pese a la optimista visión del Sr. Aznar y de sus homólogos europeos, las políticas de
liberalización urgentes impuestas por las instituciones financieras internacionales a muchos
países en desarrollo han tenido a menudo resultados dramáticos. Perú, el país anfitrión de la
Cumbre Iberoamericana, se vio sometido durante los primeros años de la década de los
noventa a un proceso de ajuste del FMI que redujo la media de los aranceles agrarios del 56
al 15 por ciento. Ello provocó un fuerte incremento de las importaciones y el fin de los
medios de vida de miles de pequeños productores en todo el país. En sólo cinco años la
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pobreza rural creció un 20 por ciento, hasta alcanzar a dos de cada tres campesinos
peruanos. (Crabtree 2001, citado en Oxfam 2002)
Lo ocurrido en Perú no es un caso aislado. Muchos otros países de América Latina, África y
Asia han pasado por experiencias similares, viendo cómo la capacidad productiva de su
medio rural se hundía frente a la competencia de productos extranjeros (entrasen o no en
condiciones de dúmping). A finales de la década de los noventa había más de 15 países de
África subsahariana importadores netos de alimentos que no lo eran cuando el ajuste
comenzó a mediados de los ochenta.
Paradójicamente, todo esto viene a probar la tesis que la UE ha defendido durante años: el
sector agrario no puede quedar sujeto a las fuerzas del mercado, porque sus implicaciones
sociales y ambientales van mucho más allá de lo estrictamente productivo. El problema es
que Europa no ha sido capaz de mantener la coherencia de su discurso cuando se trataba
del desarrollo rural de otros. Tanto su participación en los órganos de dirección de las
instituciones financieras internacionales, como su estrategia negociadora en el ámbito de la
OMC han ido orientadas a promover la liberalización de otros y a mantener la protección
propia.
La última escenificación pública de este doble discurso tuvo lugar en Doha, durante la
Conferencia Ministerial de la OMC. En aquel momento, la UE mantuvo una posición
numantina en defensa de los ‘aspectos no comerciales’ de la agricultura, pero en el camino
olvidó reconocer el derecho de los países pobres a establecer protecciones semejantes3.
Muchos de ellos habían planteado introducir en el Acuerdo sobre Agricultura un nuevo
paquete de medidas conocido como la Caja del Desarrollo, bajo el cual los países pobres
podrían aplicar políticas de protección agraria por razones de seguridad alimentaria y
sostenimiento del medio rural. La contestación del Comisario Fischler, entonces y ahora, ha
sido, en el mejor de los casos, tibia.
Las grandes empresas agroalimentarias y los poderosos lobbies de los grandes agricultores
europeos han venido influyendo con éxito la orientación y el contenido de la PAC desde sus
inicios. Los representantes de estas organizaciones son consejeros técnicos permanentes
de algunos gobiernos en las negociaciones sobre las políticas agrarias, donde defienden
encendidamente mantener el status quo (lo cual no sorprende a nadie, si tenemos en cuenta
las enormes ventajas que les reporta) a base de cambios menores.
Sin llegar al extremo norteamericano –donde éstas son las principales beneficiarias del
modelo de ayudas- las ETN copan hoy una quinta parte de la cuota de producción y
procesamiento alimentario de la UE en cuatro grandes sectores: Lácteos, carne, bebidas y
compuestos 4. Treinta y nueve compañías europeas están hoy en la lista de las 100 ETN
alimentarias más grandes del mundo, muchas de ellas con intereses en las cuatro fases de
la cadena de comercialización: producción, compra, transformación y exportación. Esto
ayuda a entender las razones de muchas propuestas políticas, como las que promueven la
liberalización para generar la caída de los precios de las materias primas y concentrar el
poder de compra; y las que perpetúan sistemas de apoyo como las restituciones a la
exportación, de los que las grandes empresas obtienen jugosos beneficios.
3
No fue éste su único lapsus: la negativa de algunos países europeos a realizar compromisos claros
en el tema de subsidios a la exportación también debilitó la posición europea.
4
Productos de panadería y bollería, azúcar, chocolate, té y café, condimentos, comida preparada y
otros.
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
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3.
La crisis de legitimidad interna
Decimos sí al recorte de las ayudas nacionales. Pero sólo decimos “sí” a condición de
que podamos mantener las ayudas a los servicios no alimentarios provistos por la
agricultura que tan queridos son por nuestros ciudadanos, tales como la protección
medioambiental, el mantenimiento de los paisajes y la contribución de la agricultura a un
medio rural dinámico. Esto no tiene nada que ver con proteccionismo. Tiene que ver con
las legítimas preocupaciones de nuestra sociedad.
Franz FISCHLER. Comisario de Agricultura, desarrollo rural y pesca. Salzburgo, 19
de octubre de 2001.
En una reciente encuesta elaborada por el Eurobarómetro, los ciudadanos europeos
mostraban un apoyo firme (más del 70 por ciento) a los elementos de la PAC que tenían que
ver con la calidad de los alimentos, la protección del medioambiente o la mejora de vida en
las zonas rurales (eso que se conoce como la multifuncionalidad de la agricultura). Sin
embargo, cuando la pregunta era si creían que la PAC actual cumplía eficazmente esas
funciones, sólo tres de cada diez encuestados respondía afirmativamente.
A pesar de los cambios introducidos en los últimos años, la política agraria europea se
enfrenta a una profunda crisis de legitimidad. Una parte importante de la población europea
comienza a cuestionarse acerca de la pertinencia y la eficacia de una protección agraria que
se lleva la mitad del presupuesto comunitario, acaba en manos de grandes terratenientes y
exportadores, y lleva sus mesas productos de una calidad dudosa por los que pagan precios
muy por encima de los que ofrece el mercado mundial. El modelo actual es para muchos
europeos el de las vacas locas y los ‘cazaprimas’ antes que el de la multifuncionalidad, y un
análisis detallado confirma esta sensación.
En esta sección analizaremos brevemente los aspectos fundamentales de la crítica interna
de la PAC y de su crisis de legitimidad:
a) Gastos elevados (y, por tanto, coste de oportunidad).
b) Iniquidad social
c) Coste medioambiental
d) Calidad cuestionable
a)
El insostenible coste económico de la PAC
En una época en la que el déficit cero se ha convertido en objetivo sacrosanto, y en
contraste rotundo con los demás sectores productivos, el monto total de protección a la
agricultura por parte de los países del Norte se ha venido incrementando de forma
sistemática en los últimos años. Las ayudas a la agricultura en la OCDE alcanzaron en 1999
la cantidad récord de 356.000 millones de dólares. Las cifras para 2000 indican una ligera
reducción (327.000 millones), en parte debida a las diferencias en los tipos de cambio, pero
el gasto total en este ámbito no ha dejado de crecer desde 1986-88 (OCDE 2001).
u
En 2001 la UE destinó a la PAC más de 43.000 millones de euros, es decir, uno de cada
dos euros pagados por el contribuyente a los presupuestos comunitarios. La PAC es,
con gran diferencia, el desembolso sectorial más importante de la UE.
u
En 2000, cada agricultor europeo (equivalencia a agricultores de tiempo completo)
recibió, como media, 14.000 dólares en concepto de ayudas. Los subsidios alcanzaron
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
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un 62 por ciento del ingreso bruto por explotación, lo cual da idea de la verdadera
‘competitividad’ de la agricultura en la UE 5.
u
En 2000, cada ciudadano europeo destinó como media 276 dólares anuales de su
bolsillo a la protección de la agricultura, frente a los 100 destinados a la ayuda al
desarrollo.
Las especificidades propias del modelo de protección agraria elegido por la UE han llevado
a un incremento del permanente gasto desde su constitución, hasta el punto de hacerlo casi
injustificable en estos días. Esto hace que muchos vivan como una pesadilla la inminente
ampliación de la UE hacia el este, ya que incorporará a importantes productores agrarios
como Polonia, lo que obliga a revisar un modelo de ayudas que con ellos sería
económicamente insostenible. La UE es consciente de esta realidad, pese a que la situación
haya llevado a algunos de sus Estados miembro a plantear soluciones tan mezquinas como
establecer una PAC de ‘dos velocidades’ en la que los miembros más antiguos mantuviesen
sus privilegios mientras que los últimos estados en incorporarse se adaptaran a un modelo
reducido de ayudas.
Si se trata de justificar el modelo existente de PAC, resulta peligroso cruzar sus ‘logros’
actuales con lo que significa en términos de coste de oportunidad. La ampliación de la
protección agraria se ha producido a costa de otros sectores de la economía en donde
existe una pérdida permanente de competitividad y, por ende, de puestos de trabajo.
Stoeckel ha estimado que la PAC era responsable de la pérdida de un millón de puestos de
trabajo sólo en el sector europeo de manufacturas (Stoeckel 2001). Si a eso añadimos las
fugas permanentes de recursos fruto del fraude –que suponen unos €2.500 millones
anuales, según el Tribunal de Cuentas Europeo (ETEA /INTERMÓN Oxfam 2002)- el
panorama resulta, cuando menos, inquietante.
Pese a todo, los costes pueden ser aceptables siempre y cuando no vayan en detrimento de
otros y la sociedad europea decida legítimamente seguir apoyándolos. En su análisis de los
costes de la PAC, muchos autores no consideran la monetización de servicios ‘subjetivos’
como la sostenibilidad social y ambiental del medio rural. También estas externalidades
positivas deben ser valoradas y puestas sobre la mesa. Desgraciadamente, las secciones
siguientes cuestionan la eficacia de la PAC a la hora de promoverlas.
b)
Un sistema socialmente regresivo
Si tuviésemos que señalar en un mapa el destino de las ayudas europeas a la agricultura de
acuerdo con el domicilio habitual de sus perceptores, casi con toda seguridad
descubriríamos que la UE se gasta una parte considerable de ellas en la promoción rural de
los barrios más ricos de las capitales europeas, allí donde no existe un brote de trigo o una
vaca en 30 Km. a la redonda. El barrio de Salamanca en Madrid, el XVI Arrondissement de
París o el Palacio de Buckingham en Londres gozan de elevadas subvenciones, porque es
allí donde residen los principales terratenientes y productores.
La retórica oficialista enfatiza a menudo la vulnerabilidad de los pequeños productores como
argumento para mantener las medidas de apoyo. En ausencia de estas redes e seguridad,
5
En el caso japonés, las ayudas ascendieron a 28.000 dólares (un incremento del 178 por ciento en
sus ingresos) y en el norteamericano a 20.000 (un incremento del 28 por ciento en sus ingresos).
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
9
arguyen, el mercado acabaría con aquellos que dan vida al medio rural, y eso es algo que la
sociedad europea no quiere.
Una vez más, el discurso encaja mal con los hechos. Pese a que a menudo son los
pequeños y medianos productores quienes actúan como ‘peones’ de la multifuncionalidad 6,
la mayor parte de las ayudas públicas se destinan a la protección de los menos vulnerables,
que son los grandes productores: aquellos que desarrollan prácticas productivas intensivas
en tierra, capital y tecnología, y que más distorsiones producen en el comercio y en el
medioambiente.
Las reformas impulsadas por el Comisario MacSharry a partir de 1992 incluían entre sus
objetivos una mayor equidad en el reparto de las ayudas, pero no parece que la UE haya
tenido mucho éxito en este punto. Pese a que una mayoría aplastante de los agricultores
europeos pueden ser considerados pequeños o medianos, las grandes explotaciones copan
todavía la mayor parte de las ayudas 7:
u
Un 17 por ciento de las explotaciones (de tamaño ‘grande’ o ‘muy grande’) se lleva un 50
por ciento del total de los recursos. Por el contrario, un 39 por ciento de las
explotaciones (‘pequeñas’ o ‘muy pequeñas’) deben conformarse con tan sólo un 8 por
ciento del total de los recursos (ABARE, sobre datos de Eurostat).
u
El ingreso medio de una explotación ‘muy grande’ era en 1996 de más de 150.000
euros, frente a los 8.000 de una ‘pequeña’ o los 16.000 de una ‘mediana’
u
Una familia propietaria de una explotación de tamaño ‘muy grande’ tiene ingresos
individuales un 25 por ciento superiores a los de la media de los trabajadores europeos,
mientras que las explotaciones ‘muy pequeñas’ están un 15 por ciento por debajo.
Las reformas pasadas han sido incapaces de corregir esta tendencia. Las ayudas se
reparten de acuerdo a la producción histórica, el número de animales y la reducción en las
ayudas a los precios, por lo que los agricultores y ganaderos con un mayor número de
ha/cabezas, ventas e ingresos son quienes se llevan todavía una parte mayor de las
ayudas. Ha habido algunos intentos de introducir medidas correctivas, como la modulación
de las ayudas contemplada en la Agenda 2000, pero no han resultado muy eficaces debido
a la falta de voluntad de los Estados miembro.
La llamada ‘modulación’ de las ayudas podría ser una vía eficaz para introducir mecanismos
progresivos correctores en la actual distribución de las mismas, así como para lograr
recursos adicionales para el desarrollo rural. Sin embargo, el modelo nació
extraordinariamente débil al dejarlo a la voluntad de cada estado miembro y sujeto a la
cofinanciación de éstos. Hasta ahora sólo un grupo pequeño de países la han aplicado o
han considerado su aplicación, y el resultado ha sido bastante modesto en términos de
explotaciones afectadas y recursos recuperados. Sólo una modulación obligatoria y
realmente progresiva podría resolver este problema.
Cuadro 2. MODULACIÓN: Tan simple como parece
La modulación de las ayudas es un mecanismo correctivo que busca redistribuir los recursos y limitar
la cantidad total de ayudas percibidas por los productores. Los recursos recuperados son utilizados
para desarrollo rural en base a criterios de cofinanciación. Los Estados miembro pueden aplicar la
6
No queremos decir con esto que las grandes explotaciones no tengan valor alguno. Sin embargo,
consideramos que son los pequeños y medianos productores quienes deben tener una atención
prioritaria si lo que se quiere es anteponer a la producción agraria la sostenibilidad del medio rural.
7
Esta circunstancia está directamente ligada con un modelo de ayudas que sigue estando vinculado
a la producción y a la extensión de la tierra. Según datos de Eurostat, en 1997 había en la UE
6.989.100 explotaciones agrarias, de las cuáles sólo un 3 por ciento eran iguales o mayores de 100
ha. Esta pequeña proporción era responsable de entre un 50 y un 70 por ciento del total de la
producción.
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
10
modulación de las ayudas en base a tres criterios: fuerza laboral, rentabilidad de la explotación y total
de ayudas directas percibidas.
Los Estados miembro pueden adoptar los tres criterios, una combinación de ellos o sólo uno. Sin
embargo, la reducción de las ayudas a un productor como consecuencia de la modulación no puede
exceder el 20 por ciento del total de las ayudas percibidas como pagos directos (...).
Sólo dos miembros de la UE (Francia y el Reino Unido) han puesto en marcha medidas de
modulación, y Alemania y Portugal se encuentran a punto de hacerlo. Lamentablemente, los recientes
cambios electorales en Francia y Portugal han llevado a la cancelación de estos programas por parte
de los nuevos gobiernos.
Fuente: Parlamento Europeo, 2001.
c)
Los excesos medioambientales de la PAC
Aunque no es objetivo prioritario de este estudio 8, no se puede dejar de mencionar en esta
sección un nuevo elemento preocupante del actual modelo de PAC: los costes
medioambientales de ciertos modelos de producción y, por tanto, de las ayudas que los
protegen. A la hora de defender el proteccionismo agrario, muchos países desarrollados –
entre ellos la UE- justifican la protección de la agricultura como vía para garantizar la
sostenibilidad ambiental del medio rural.
¿Es la UE coherente con su discurso en este ámbito? La respuesta es “no”. La mayor parte
de ellos coinciden al promover modelos intensivos de producción agraria, orientados a la
competencia en los mercados externos antes que a la defensa de la agricultura como sostén
ambiental. Los subsidios otorgados bajo el criterio de la extensión de las tierras o el volumen
de producción ha llevado a los agricultores a fomentar prácticas de explotación intensivas en
capital y energía. Este modelo ha fomentado también la importación de piensos que han
generado importantes excedentes minerales. En conjunto, los principales efectos negativos
de estas políticas van desde la contaminación de tierras y acuíferos hasta la desaparición de
paisajes, pasando por la erosión de la tierra o la disminución de la biodiversidad.
Es justo reconocer, sin embargo, que la protección que la PAC ha otorgado a la agricultura
durante los últimos cuarenta años ha permitido algo tan básico como mantener vivo el medio
rural, que hubiese sido muy complicado en una situación de competencia abierta. De este
modo, la vertiente ambiental de la PAC constituye un interesante conjunto de contrastes y
paradojas del que podemos extraer conclusiones muy diversas.
La Comisión Europea defiende que el proceso de reformas está haciendo a la PAC cada vez
más ecológica. Si bien es cierto que el segundo pilar (el que está directamente ligado con el
carácter social y medioambiental de las ayudas) ha jugado un importante papel en los
debates sobre la nueva protección de la agricultura en Europa, no conviene olvidar que
estas medidas siguen teniendo un peso económico ínfimo (alrededor del 10 por ciento del
presupuesto total) respecto de las orientadas a la producción.
Sólo cinco Estados miembro (Dinamarca, Finlandia, Austria, los Países Bajos y Grecia) han
puesta en marcha medidas horizontales para ligar las ayudas al cumplimiento de criterios
medioambientales en la producción. El mismo Parlamento Europeo reconoce que en los tres
primeros casos estas medidas no son más que una extensión de los programas
agroambientales aplicados por sus gobiernos con anterioridad a la Agenda 2000.
No basta con señalar que las ayudas europeas respetan más el medioambiente que las
norteamericanas. Si la UE no es capaz de dar un impulso definitivo a una PAC respetuosa
8
Hay una cantidad considerable de estudios relacionados con este tema, elaborados por
organizaciones e instituciones muy competentes en al ámbito medioambiental (ver Friends of the
Earth International, SOLAGRAL, Comisión Europea, etc.).
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
11
con el medioambiente difícilmente podrá justificar su discurso de la multifuncionalidad y
recuperar con ello la legitimidad perdida.
d)
Consumidores: precios elevados y una calidad dudosa
Los graves escándalos públicos sobre la calidad de los alimentos, junto con una mayor
sensibilidad respecto de los precios, han incorporado a las asociaciones de consumidores al
debate sobre las políticas agrarias. Pese a ello, resulta complicado encontrar trabajos que
analicen el impacto que ésta tiene sobre ellos. La Unión Nacional de Consumidores
Británicos hizo en 1998 un primer intento de identificar los aspectos relevantes en este
sentido:
u
u
u
Sobreprecios de los alimentos
Efectos adversos en la calidad de los alimentos
Perjuicios indirectos al consumidor a través el deterioro medioambiental
Limitación de las opciones entre las que el consumidor puede elegir
u
Impacto en las pautas de nutrición
No cabe duda que los tres primeros puntos de esta lista son los que más importancia tienen
para la mayoría de los consumidores. La baja calidad de los alimentos y el deterioro del
medioambiente están íntimamente ligados al modelo de producción intensiva al que nos
hemos referido anteriormente. En algunos casos, los problemas se han convertido en crisis
nacionales que han propiciado el cambio urgente de ciertas políticas (por ejemplo las crisis
ganaderas relacionadas con la fiebre aftosa o el denominado ‘mal de las vacas locas’).
u
En lo que se refiere al problema de los sobreprecios –y, en último término, a la pregunta de
quién paga realmente las ayudas a la agricultura - la OCDE ha hecho algunos intentos por
calcular el impacto económico que el modelo tiene en los consumidores, analizando cuál es
el sobreprecio que los consumidores de diferentes países deben pagar como consecuencia
de los diferentes sistemas de protección agraria. El abanico varía desde el 70 por ciento que
pagan los surcoreanos al sobreprecio prácticamente nulo de los norteamericanos. En el
caso de la UE, cada ciudadano debe pagar por sus alimentos una media de un 30 por ciento
más de lo que pagaría en condiciones de mercado abierto 9.
9
En este punto conviene matizar que en ausencia de un sistema de protección las consecuencias
para los precios que pagan los consumidores no serían tan positivas, ya que, por un lado, la
disminución de la oferta incrementaría y los precios mundiales; por otro, las principales beneficiarias
de la caída de precios serían las grandes empresas procesadoras y manufactureras, que se
aprovecharían la caída de los precios para incrementar sus margen de beneficio. La experiencia de
otros sectores (como el de las empresas farmacéuticas) muestra que la codicia de los accionistas
puede ser ilimitada, lo que no asegura que la caída en los precios de las materias primas se traslade
de forma automática al consumidor (IEEP).
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
12
4. Conclusiones y propuestas
Los argumentos de este documento prueban la necesidad de buscar un modelo de
protección que reconcilie las necesidades de un medio rural en el que la agricultura juega un
papel esencial, con el derecho de los países pobres a defender su seguridad alimentaria y
su desarrollo, así como a competir, cuando así lo decidan, en mercados internacionales
libres de distorsiones.
Europa ya ha abierto el debate acerca de la futura PAC. Las reformas iniciadas por el
Comisario MacSharry en 1992 continuaron con la aprobación de la Agenda 2000 en la
Cumbre Berlín de 1999, que reducía la velocidad pero mantenía el rumbo hacia una política
agraria más sostenible hacia los de dentro y hacia los de fuera. Desgraciadamente, las
circunstancias no permiten más retrasos. Las presiones internas y externas se han
recrudecido, y los países europeos enfrentan hoy el reto de impulsar una reforma en
profundidad que cambie sustancialmente la PAC que hemos conocido hasta ahora.
A principios de julio de 2002 la Comisión Europea presentará a los Estados miembro su
propuesta de revisión a medio plazo de la Agenda 2000. Previsiblemente, el documento
contendrá elementos que van mucho más allá de una revisión técnica de las medidas
aprobadas, y contemplará propuestas de reforma a largo plazo detallando cada uno de los
sectores productivos. Estas propuestas deberán ser entonces discutidas por el Consejo de
la UE durante los meses posteriores, con fechas límite que están poco claras aún, pero que
sin duda vendrán determinadas por las negociaciones en el ámbito de la OMC y el proceso
de ampliación al Este de la UE.
Ya hay signos inquietantes del camino que puede tomar la reforma. A los escasos
compromisos realizados por los países ricos en la Conferencia de Doha ha seguido la
aprobación por parte de EE.UU. de la legislación agraria más regresiva de la última década.
Por otro lado, el previsible cambio de mapa político en la UE, con la victoria de partidos
conservadores en varios países clave en el debate sobre la PAC, hace temer una vuelta a
posiciones más reaccionarias. Algunos representantes de las organizaciones agrarias más
poderosas ya han pedido públicamente a la Comisión que defienda a Europa de la
agresividad comercial estadounidense en este campo.
Oxfam considera que la UE cometería un grave error si cae en la tentación de frenar o
revertir la tendencia actual de las reformas y optar así por un modelo productivista de
competencia en los mercados internacionales. Los países europeos se encuentran ante una
encrucijada: deben elegir entre los valores de la multifuncionalidad que han sido parte
esencial de su discurso en los últimos tiempos, y un modelo de producción intensiva que no
haría sino profundizar los problemas históricos que ha enfrentado la PAC. En el primer caso
ganarían los productores pobres de los países en desarrollo, pero también aquellos
agricultores y ciudadanos de la UE que han hecho una apuesta por mantener vivo el medio
rural y lo que éste representa. En el segundo caso perderían todos salvo el pequeño grupo
de grandes productores y empresas transnacionales que superasen el inevitable proceso de
concentración que exigirá la competencia entre grandes bloques comerciales. Esta opción –
que es la que parece haber tomado EE.UU.- rompería el proceso de negociaciones
multilaterales de la OMC y condenaría a todos a una guerra comercial de trincheras en la
que productores vulnerables de todo el mundo tienen mucho que perder.
Propuestas políticas
1. Fundamentos de las políticas agrarias
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
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La UE (y el resto de países del Grupo de Amigos de la Multifuncionalidad) deben ser
coherentes con su discurso acerca del desarrollo rural y la reducción de la pobreza, y
reconocer el derecho de los países pobres a proteger su sector agrario por razones de
seguridad alimentaria y/o desarrollo rural. Esto implica los siguientes cambios políticos:
u
Debe haber una evaluación del proceso de liberalización del sector agrario en los países
pobres, analizando el impacto que éstas han tenido en los niveles de pobreza y en la
seguridad alimentaria.
Debe introducirse una ‘Caja del Desarrollo’ (que incluye una serie de medidas que los
países en desarrollo podrían adoptar para proteger y promover sus sectores agrarios
nacionales, y que contemplan tanto ayudas nacionales como aranceles a la importación)
en el Acuerdo sobre Agricultura de la OMC.
Debe hacerse una revisión profunda de los fundamentos políticos de las políticas agrarias
del Norte, que deberían ser diseñadas y aplicadas sin perjuicio para los países pobres. Las
ayudas no deben tener como objetivo la producción y la competencia en el mercado, sino
estar orientadas a promover modelos sostenibles de desarrollo rural.
u
2. Subsidios a la exportación
Los subsidios (o restituciones a la exportación) distorsionan de forma inaceptable los
mercados internacionales. Permiten a los países ricos perpetuar prácticas comerciales que
tienen un impacto muy negativo en muchos países en desarrollo. Las reformas deben incluir:
u
u
Antes del fin de la V Conferencia Ministerial de la OMC en México debe haberse
establecido un calendario obligatorio para la completa eliminación de todas las formas de
subsidios a la exportación.
Deben adoptarse las medidas transitorias de apoyo necesarias para compensar a los
productores vulnerables de los países del Norte y a los consumidores pobres del Sur que
se vayan a ver afectados por la eliminación de estos subsidios.
3. Ayudas nacionales
Considerando el carácter productivo de la agricultura, el reto es reducir las distorsiones que
ello genera al mínimo, sin olvidar que el nuevo modelo no debería impedir la dinámica de
este sector. Cualquier solución sensata debe incorporar la perspectiva productiva junto con
la provisión de una serie de servicios.
Por otro lado, resulta temerario hacer generalizaciones acerca de las ayudas nacionales.
Cualquier solución global debe considerar un análisis de la situación producto por producto,
que además tenga en cuenta las especificidades regionales. Sin embargo, Oxfam cree que
hay ciertos principios básicos generales que deben estar presentes en la base de cualquier
futura reforma:
u
Con el objeto de reducir al mínimo las distorsiones sobre el comercio, las ayudas deben
estar completamente desvinculadas de la producción. El principio ‘ayuda al productor, no
a la producción’ debe ser taxativo en este sentido. Asimismo, deben reforzarse las
medidas complementarias necesarias para evitar el riesgo de una producción excesiva
(techos de producción, abandono productivo de tierras, prácticas extensivas, etc.).
u
Modulación obligatoria y progresiva de las ayudas, con el objeto de asegurar el acceso
equitativo a los recursos e introducir mecanismos redistributivos en su asignación.
u
Cumplimiento obligatorio de medidas sociales y medioambientales en la producción, con
el fin de impulsar externalidades positivas de la agricultura como el empleo rural y la
sostenibilidad medioambiental.
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
14
u
El grueso de los recursos debe ir orientado a actividades de desarrollo rural. Para evitar
restricciones, la financiación debe venir del presupuesto común de la UE y no estar
sujeta a la cofinanciación de los Estados miembro.
4. Acceso a mercados
Como en el caso anterior, las generalizaciones son peligrosas. Es difícil determinar hasta
qué punto se puede incrementar el acceso de los países pobres al mercado de la UE sin
poner en riesgo los diferentes sectores productivos agrarios de ésta. Hay algunos países
que han sentado precedentes interesantes –como Nueva Zelanda o Australia donde el
acceso es casi ilimitado- pero la estructura productiva de estos países y su capacidad para
competir hacen difícil compararlos con el caso europeo.
Considerando estas precauciones, Oxfam propone:
u
La UE debe conceder antes de fin de 2004 acceso libre arancel cero y cuota cero a
todos los productos de los países menos adelantados y de los países de ingreso bajo.
En el caso de la propuesta Todo Menos Armas deben eliminarse de forma inmediata las
restricciones temporales al azúcar, plátano y arroz.
u
En el caso de las exportaciones procedentes de países que no sean menos adelantados
o de ingreso bajo, la UE debe hacer un compromiso explícito por incrementar su acceso
a mercados de forma gradual a través de los siguientes mecanismos:
§
Eliminación antes de 2005 de todos los aranceles escalonados y aranceles pico
impuestos a los países en desarrollo.
§
Simplificación de los requerimientos sanitarios y fitosanitarios, así como mayor
asistencia técnica en su cumplimiento.
§
Flexibilización de las reglas de origen con el objeto de minimizar restricciones de
oferta e impulsar procesos de integración regional.
El ritmo y orientación de estas reformas debería tener en cuenta el impacto que un mayor
acceso a mercados tendría en la producción europea, especialmente en la agricultura
familiar. Sólo se debe restringir el acceso en aquellos casos/productos en los que la UE
pueda probar empíricamente el riesgo que un mayor acceso supondría para la supervivencia
de la producción propia en ese sector, demostrando asimismo que no existen alternativas
productivas o no productivas.
Asimismo, los responsables políticos europeos deben explorar la posibilidad de establecer
criterios de discriminación positiva que garanticen un acceso más rápido a aquellos países
que acrediten esfuerzos en el buen gobierno y la lucha contra la pobreza. Estas medidas
deben evitar en cualquiera de los casos el riesgo de ser utilizadas como herramienta
proteccionista, lo que sin duda provocaría el rechazo de los países en desarrollo.
Mientras la UE mantenga los mecanismos directos o indirectos de sostenimiento de precios,
los productos de los países pobres deben acceder al mercados en condiciones
remunerativas. En este sentido, nuevas aperturas no deben mermar los mecanismos de
acceso preferencial aprobados con anterioridad.
Finalmente, la reforma de la PAC debe considerar medidas para solucionar los problemas
de los pequeños productores que se ven atrapados en cadenas de producción de materias
primas dominadas por las grandes empresas agroalimentarias y distribuidoras, asegurando
que reciben una parte justa del precio final al consumidor.
La necesidad de ser coherentes. Reforma de la PAC y países en desarrollo
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Fuentes
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Black, F. Black, F. (2001) ‘Update: Dumping in Jamaica, a Report on the Dairy Industry’, The Hague:
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Análisis crítico y alternativas. Desclé, Córdoba.
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Institute for European Environmental Policy (IEEP) (2001). Impact of the CAP in the Context of EU
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World Bank (2001) World Bank (2001d) ‘World Development Report 2000/2001: Attacking Poverty’,
Washington: World Bank
Oxfam Internacional 2002
Este documento de debate ha sido elaborado por Gonzalo Fanjul con la
contribución de Celine Charveriat. Es parte de la campaña de Oxfam
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