Tumores óseos

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Tumores óseos
Los tumores óseos son producidos por el crecimiento de células anormales en los huesos.
Pueden ser no cancerosos (benignos) o cancerosos (malignos). Los tumores óseos no
cancerosos son relativamente frecuentes, mientras que los cancerosos son poco frecuentes.
Además, los tumores óseos pueden ser primarios (tumores cancerosos o no cancerosos que se
originan en el mismo hueso) o metastásicos, es decir, cánceres originados en otro lugar del
organismo (por ejemplo, en las mamas o la próstata) y que luego se propagan al hueso. En los
niños, la mayor parte de los tumores óseos cancerosos son primarios; en los adultos, la mayoría
son metastásicos. El dolor de los huesos es el síntoma más frecuente de tumores óseos.
Además, es posible notar una masa o tumefacción. En ocasiones, el tumor (especialmente si es
canceroso) debilita el hueso, por lo que éste se fractura con poca o ninguna sobrecarga (fractura
patológica). Se deben hacer radiografías de las articulaciones o de cualquier miembro que cause
dolor persistente.
Sin embargo, los rayos X sólo muestran una zona anormal, pero no indican de qué clase de
tumor se trata. La tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) son útiles para
determinar la localización exacta y el tamaño del tumor. Sin embargo, no suelen aportar un
diagnóstico específico.
La extracción de una muestra del tumor para su examen al microscopio (biopsia) es necesaria
para establecer el diagnóstico en la mayoría de los casos. En algunos tumores, se puede obtener
la muestra extrayendo algunas células con una aguja (biopsia por aspiración). No obstante,
puede ser necesario un procedimiento quirúrgico (biopsia abierta) para obtener una muestra
adecuada para el diagnóstico. El tratamiento inmediato (que consiste en una combinación de
fármacos, cirugía y radioterapia) es de gran importancia en caso de tumores cancerosos.
Tumores óseos no cancerosos
Los osteocondromas (exostosis osteocartilaginosas) son el tipo más frecuente de tumor óseo no
canceroso y suelen aparecer en personas de 10 a 20 años de edad. Estos tumores son masas
que crecen en la superficie del hueso y sobresalen como protuberancias duras. Una persona
puede tener uno o varios tumores. La predisposición a desarrollar varios tumores puede ser de
carácter hereditario. Alrededor del 10 por ciento de las personas que tienen más de un
osteocondroma desarrolla un tumor canceroso del hueso, denominado condrosarcoma, en algún
momento de su vida.
Sin embargo, es improbable que las personas con un solo osteocondroma desarrollen un
condrosarcoma. Los condromas benignos que se desarrollan en la parte central del hueso
aparecen generalmente en individuos de 10 a 30 años de edad. Estos tumores se descubren con
frecuencia cuando se hacen radiografías por otros motivos y pueden diagnosticarse por su
aspecto característico. Algunos condromas causan dolor, pero en caso de que no sea así, no se
deben extirpar ni tratar. Sin embargo, se puede hacer un seguimiento radiológico para supervisar
su tamaño. Si el tumor produce dolor o no se puede diagnosticar con precisión a través de las
radiografías, puede ser necesario practicar una biopsia para determinar si se trata de un tumor
canceroso o no canceroso.
Los condroblastomas son tumores poco frecuentes que crecen en los extremos de los huesos.
Pueden presentarse en personas entre 10 y 20 años de edad, pudiendo causar dolor, lo que
permite su detección. El tratamiento consiste en una intervención quirúrgica, aunque, en
ocasiones, los tumores reaparecen después de la cirugía.
Los fibromas condromixoides son tumores muy poco frecuentes que se presentan en menores de
30 años, siendo el dolor el síntoma más común. Tienen un aspecto característico en las
radiografías y su tratamiento consiste en la extirpación quirúrgica.
Los osteomas osteoides son tumores muy pequeños que con frecuencia se desarrollan en los
brazos y las piernas aunque pueden aparecer en cualquier hueso.
Generalmente causan un dolor que empeora durante la noche y se alivia con una dosis baja de
aspirina. En ocasiones, los músculos que rodean el tumor se atrofian, pero este proceso puede
corregirse tras la extirpación del tumor.
La localización exacta del tumor puede determinarse mediante una gammagrafía que utiliza
indicadores radiactivos. A veces el tumor es difícil de localizar, por lo que puede ser necesario
practicar pruebas adicionales como TC y técnicas radiológicas especiales. La única solución para
eliminar el dolor de modo definitivo es la extirpación quirúrgica. Algunos pacientes prefieren sin
embargo tomar aspirina indefinidamente antes que someterse a una operación quirúrgica.
Los tumores de células gigantes suelen aparecer en personas de 20 a 30 años de edad. Se
originan de forma habitual en los extremos de los huesos y pueden extenderse a los tejidos
adyacentes causando dolor. El tratamiento depende del tamaño del tumor. Éste se puede extirpar
quirúrgicamente, rellenando el vacío con un injerto óseo o con cemento sintético para preservar
la estructura del hueso. En ocasiones, los tumores muy extensos pueden requerir la extracción
del segmento de hueso afectado. Alrededor del 10 por ciento de los tumores reaparece después
de la operación; sin embargo, es poco frecuente que se transformen en cancerosos.
Tumores cancerosos primarios del hueso
El mieloma múltiple es el tumor canceroso primario más frecuente, se origina en unas células de
la médula ósea, productoras de anticuerpos, y se presenta con mayor frecuencia en personas de
edad avanzada. Puede afectar a uno o más huesos, de ahí que pueda aparecer el dolor en uno o
varios puntos.
El tratamiento es complejo y puede consistir en quimioterapia, radioterapia y cirugía.
El osteosarcoma (sarcoma osteogénico) es el segundo tipo de tumor canceroso primario del
hueso más frecuente. Aunque su incidencia es mayor en individuos de entre 10 y 20 años de
edad, los osteosarcomas pueden aparecer a cualquier edad. En ocasiones, desarrollan este tipo
de tumor las personas de edad avanzada que padecen la enfermedad de Paget. El 50 por ciento
de estos tumores crece en la rodilla o alrededor de ella, pero pueden tener su origen en
cualquier hueso y tienden a propagarse a los pulmones. Habitualmente, estos tumores causan
dolor e inflamación y se necesita efectuar una biopsia para establecer el diagnóstico.
El tratamiento de los osteosarcomas suele consistir en una combinación de quimioterapia y
cirugía. La quimioterapia se administra primero, lo que provoca una reducción del dolor durante
esta fase del tratamiento. A continuación, se procede a la extirpación quirúrgica del tumor.
Alrededor del 75 por ciento de los individuos que presentan este tipo de tumor sobrevive al
menos 5 años después del diagnóstico. Gracias a los adelantos en los procedimientos
quirúrgicos, hoy en día es posible salvar la pierna o el brazo afectados, a diferencia del pasado,
cuando era frecuente amputarlos.
Los fibrosarcomas y los histiocitomas fibrosos malignos presentan el mismo aspecto, la misma
localización y los mismos síntomas que los osteosarcomas. Las bases del tratamiento son las
mismas.
Los condrosarcomas son tumores formados por células cartilaginosas cancerosas. Muchos
condrosarcomas son tumores de bajo grado o de crecimiento lento, y con frecuencia pueden
curarse mediante una cirugía.
Sin embargo, algunos tumores de alto grado tienden a propagarse. La biopsia es necesaria para
el diagnóstico. Un condrosarcoma debe extirparse quirúrgicamente en su totalidad, ya que no
responde a la quimioterapia ni a la radioterapia. La amputación del brazo o de la pierna no suele
ser necesaria. Más del 75 por ciento de las personas que tienen un condrosarcoma sobrevive si
éste se extirpa por completo.
El tumor de Ewing (sarcoma de Ewing) afecta con más frecuencia a los varones que a las
mujeres y su incidencia es mayor en las personas de entre 10 y 20 años de edad. La mayoría de
estos tumores se desarrolla en los brazos o las piernas, pero pueden hacerlo en cualquier hueso.
Los síntomas más frecuentes son el dolor y la hinchazón. Los tumores pueden llegar a ser
bastante grandes, e incluso afectar a toda la longitud del hueso. Aunque las pruebas de TC y RM
pueden ayudar a determinar el tamaño exacto del tumor, la biopsia es necesaria para el
diagnóstico. El tratamiento consiste en una combinación de cirugía, quimioterapia y radioterapia
que puede ser eficaz en más del 60 por ciento de los individuos que padecen el sarcoma de
Ewing.
El linfoma maligno del hueso (sarcoma de células reticulares) afecta por lo general a personas
de entre 40 y 60 años de edad. Puede originarse en cualquier hueso o en cualquier parte del
cuerpo y extenderse al hueso, causando dolor e hinchazón y una propensión a sufrir fracturas.
Su tratamiento consiste en una combinación de quimioterapia y radioterapia, que es tan eficaz
como la extracción quirúrgica del tumor. La amputación está indicada en muy pocos casos.
Tumores óseos metastásicos
Los tumores óseos metastásicos son formas de cáncer que se han extendido al hueso desde su
lugar de origen, en cualquier parte del organismo.
Los cánceres de mama, pulmón, próstata, riñón y tiroides son los más propensos a propagarse al
hueso. El cáncer puede extenderse a cualquier hueso, pero no suele propagarse más allá del
codo y la rodilla. Un individuo que tiene o ha tenido cáncer y manifiesta dolor o inflamación de
los huesos, debe ser examinado para descartar posibles tumores óseos metastásicos. Las
radiografías y las gammagrafías pueden ayudar a localizar estos tumores.
En ocasiones, un tumor metastásico en el hueso provoca síntomas, incluso antes de la detección
del cáncer original. Los síntomas consisten en dolor o en una fractura en el punto en que el
tumor ha debilitado el hueso. En esos casos, una biopsia es generalmente útil para determinar la
localización del cáncer original.
El tratamiento depende del tipo de cáncer; algunos responden a la quimioterapia, algunos a la
radioterapia, otros a ambas y otros a ninguna de las dos. Las fracturas pueden prevenirse
mediante una intervención quirúrgica para estabilizar el hueso.
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