La propiedad intelectual de las tesis doctorales

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AUTORES CIENTÍFICO-TÉCNICOS Y ACADÉMICOS
La propiedad
intelectual de
las tesis doctorales
Pascual Barberán Molina
Abogado. Socio de ACTA
à
1. Introducción
L
a tesis doctoral es con toda probabilidad una de las obras más desconocidas de la creación intelectual. Al máximo prestigio desde un
punto de vista académico se le une un escaso interés fuera del reducido ámbito universitario o de investigación. Buena muestra de ello es
el mínimo porcentaje de tesis que se publican con fines comerciales,
por lo que el destino de la mayor parte será ser depositadas en la
biblioteca de la Universidad o, con mucha suerte, su puesta a disposición por vía electrónica a través de Internet.
Varias son las causas de ello. En primer lugar el carácter excesivamente teórico de estas obras, sobre todo cuando hablamos de materias relacionadas con las humanidades o ciencias sociales, que las
hace poco atractivas para el lector en general.
En segundo lugar su carácter extenso. Parece que una tesis no lo
es si tiene menos de 350 páginas, lo que redunda en unos costes elevados de publicación.
Pero quizás el extremo más triste es la poca conciencia que los propios autores tienen de su obra como algo sujeto a los derechos de propiedad intelectual, extremo este que puede obedecer al carácter meramente instrumental que en algunas ocasiones tiene la tesis para su autor,
más preocupado en acceder a la docencia como último y real objetivo.
Aun así, según el documento “Datos y Cifras del Sistema Universitario Español 2008-2009”1, existen en nuestro país 77.654 estudiantes de doctorado, leyéndose en el curso 2006-2007 la nada despreciable cantidad de 7.235 tesis doctorales.
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http://www.educacion.es/educacion/universidades/estadisticas-informes/datoscifras.html
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Por su parte, la tesis, como vamos a analizar en
este artículo, es una obra con unas específicas características respecto del resto de las obras científicas. Su
sistema completamente reglado de creación, que
requiere una fase previa de estudios de doctorado, la
necesidad de contar con alguien que dirija el proceso
creativo de la obra (el “director de tesis”), la divulgación de la misma antes de que se haya finalizado para
que sea examinada por cualquier doctor y, finalmente, su exposición y evaluación por parte de un tribunal que, además, la puntuará, sin que pueda ser el
público en general quien decida sobre su éxito o fracaso, como sucede con el resto de las obras.
En este artículo vamos a analizar someramente los
derechos de propiedad intelectual sobre las tesis doctorales, su explotación habitual y la vulneración de los
derechos de autor.
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2. La propiedad intelectual
y el derecho de autor
Podemos considerar a la propiedad intelectual
como aquella propiedad de carácter especial que
recae sobre obras de carácter literario, artístico o científico y que confiere a su autor una serie de derechos
exclusivos de carácter personal y patrimonial sin más
limitaciones que las establecidas en la ley.
El carácter especial se debe a la naturaleza de su
objeto, la obra, que si bien en algunas ocasiones
recae sobre un cuerpo determinado (por ejemplo
una pintura o una escultura), en la mayor parte de
las veces lo hace sobre algo inmaterial que no coincide con el soporte en el que se materializa; así, por
ejemplo, una obra literaria no es el libro en el que se
imprime.
La propiedad intelectual es algo relativamente
moderno, con un origen remoto en la invención de la
imprenta y una regulación que se comienza a generalizar tras las revoluciones americana y francesa. La
primera ley española es la Ley de Propiedad Literaria
de 1847 y en el ámbito internacional, desde finales
del siglo XIX se ha establecido una regulación mediante tratados bilaterales e internacionales que intenta
poner un poco de orden en una propiedad que transciende las fronteras con más facilidad que cualquier
otra.
2
3
En España el derecho fundamental a la producción y creación literaria, artística, científica y técnica
está contemplado en el artículo 20.1.b) de la Constitución, aunque por parte de nuestros tribunales se señale que no existe un derecho fundamental de propiedad intelectual. En cualquier caso el cuerpo específico
que en la actualidad regula esta materia (además de
los tratados y convenios internacionales) es la Ley de
Propiedad Intelectual, aprobada por Real Decreto
Legislativo 1/1996, de 12 de abril, y, con carácter subsidiario, las normas del Código Civil, el Real Decreto
de 3 de septiembre de 1880 que contiene el Reglamento de la Ley de Propiedad Intelectual2, la Ley
2/2008, de 23 de diciembre, relativa al derecho de
participación en beneficio del autor de una obra de
arte original y distinta regulación complementaria3.
Un primer punto, que siempre hay que tener en
cuenta, es que el nacimiento de la obra, que se produce según la ley por su mera creación, sin necesidad
de registro, depósito o autorización alguna, genera
desde ese mismo momento a favor del autor (o autores) una serie de derechos que tienen la particularidad de dividirse en dos facetas distintas de cualquier
otro tipo de propiedad, una de carácter moral y otra
de carácter patrimonial.
Estos derechos acompañarán a la obra incluso
muchos años después de la muerte del autor, aunque,
a diferencia de la propiedad ordinaria, la intelectual
tiene una fecha de caducidad transcurrida la cual la
mayor parte de los derechos caerán en el llamado
“dominio público” y cualquiera podrá utilizar la obra.
Los derechos de carácter moral son aquellos de
carácter intransmisible, irrenunciable e inalienable,
que ligan de una manera íntima y personal al autor
con su obra, y son los siguientes:
n Derecho a decidir si la obra va a ser divulgada;
es decir, si va a salir de su esfera personal y ser
conocida por terceros y en qué forma, lo que
permite al autor, por ejemplo, mantener la obra
únicamente para sí de una manera provisional
o definitiva.
n Derecho a determinar si la divulgación ha de
hacerse con el propio nombre del autor o si prefiere que lo sea bajo seudónimo o signo o de
modo anónimo.
n Derecho de paternidad sobre la obra; es decir, a
exigir el reconocimiento de la condición de
Reglamento increíblemente en vigor pues desarrolla la Ley de Propiedad Intelectual de 1879, que fue derogada en el año 1987.
Entre ellas hemos de destacar el Real Decreto 281/2003, de 7 de marzo, por el que se aprueba el Reglamento del Registro General
de la Propiedad Intelectual y la Ley 10/2007, de 22 de junio, de la Lectura, del Libro y las Bibliotecas.
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autor sobre la misma sin que el nombre sea
omitido o la autoría usurpada por otro.
n Derecho a exigir el respeto a la integridad de la
obra e impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que
suponga perjuicio a sus legítimos intereses o
menoscabo a su reputación.
n Derecho a modificar la obra respetando los
derechos adquiridos por terceros y las exigencias de protección de bienes de interés cultural.
n Derecho a retirar la obra del comercio, por cam-
bio de sus convicciones intelectuales o morales.
n Derecho a acceder al ejemplar único o raro de
la obra, cuando se halle en poder de otro, a fin
de ejercitar el derecho de divulgación o cualquier otro que le corresponda.
Los derechos a exigir la paternidad e integridad de
la obra tienen una duración ilimitada, correspondiendo su ejercicio cuando fallezca el autor a la persona
natural o jurídica a la que éste se lo haya confiado
expresamente por disposición de última voluntad. En
su defecto, el ejercicio de estos derechos corresponderá a los herederos.
El derecho a decidir si la obra es o no divulgada
corresponderá al autor durante toda su vida y a las
mismas personas señaladas anteriormente y durante
un plazo de 70 años desde su muerte o declaración
de fallecimiento.
El derecho a modificar la obra o a retirarla del
comercio le corresponde únicamente al autor en vida.
En cuanto al derecho a acceso a ejemplar único su
ejercicio podrá ser ejercitado por el autor en vida y las
otras personas mencionadas anteriormente dependiendo del fin para el que se ejercite tal derecho.
En cualquier caso, siempre que no existan dichas
personas o se ignore su paradero, el Estado, las Comunidades Autónomas, las Corporaciones locales y las instituciones públicas de carácter cultural estarán legitimados para ejercer los derechos anteriormente señalados.
Aunque los derechos morales no tienen un contenido económico intrínseco, quien dispone de ellos
tiene un gran poder sobre la obra y, además, la vulneración de los mismos da lugar a indemnización
económica.
Por otro lado nos encontramos con los derechos
patrimoniales o de explotación, de contenido eminen4
5
temente económico y dirigidos al aprovechamiento
del autor sobre su obra bien directamente o a través
de terceros y que son los siguientes:
n Derecho de reproducción, entendido como la
fijación directa o indirecta, provisional o permanente, por cualquier medio y en cualquier
forma, de toda la obra o de parte de ella, que
permita su comunicación o la obtención de
copias (sería en caso de la materialización de la
obra en un libro ya sea en formato papel o electrónico).
n Derecho de distribución, entendida ésta como
la puesta a disposición del público del original o
de las copias de la obra, en un soporte tangible,
mediante su venta, alquiler, préstamo o de cualquier otra forma.
n Derecho de comunicación pública, que incluye
todo acto por el cual una pluralidad de personas
pueda tener acceso a la obra sin previa distribución de ejemplares a cada una de ellas exceptuado un ámbito estrictamente doméstico. Aquí
se incluirían las representaciones en directo,
como las recitaciones ante un público, emisión
de cualesquiera obras por radiodifusión o la
puesta a disposición del público de obras a través de su reproducción en lugares de libre acceso al público (como por ejemplo obras fraccionadas en el metro) o directamente en Internet.
n Derecho a la transformación de la obra, com-
prendiendo su traducción, adaptación y cualquier otra modificación en su forma de la que se
derive una obra diferente.
n Derecho de colección, que implica la facultad del
autor de publicar sus obras reunidas en colección
escogida o completa aunque los derechos particulares de las mismas estén cedidos a terceros.
Además el autor tiene el derecho de compensación equitativa por copia privada, el derecho de participación en el precio de reventas de obras plásticas
y el derecho de remuneración por préstamos en
bibliotecas.
Los derechos de explotación de la obra durarán
toda la vida del autor y 70 años4 después de su muerte o declaración de fallecimiento5. Después se extinguirán los derechos de explotación y la obra entrará
en dominio público, pudiendo ser utilizadas por cualquiera, siempre que se respete la autoría y la integridad de la obra.
80 años para los autores fallecidos con anterioridad al 7 de diciembre de 1987 por aplicación de la Ley de 1879.
Sin perjuicio de las reglas especiales en materia de obras anónimas, seudónimas y casos de coautoría y obras colectivas.
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Además de estos derechos el lector ha de conocer
que dentro de la propiedad intelectual también se
encuentran los llamados derechos vecinos o conexos,
recogidos en nuestra ley como “otros derechos”, de
más reciente creación y que se otorga a los productores, artistas, intérpretes, ejecutantes, entidades de
radiodifusión, autores de meras fotografías y determinadas producciones editoriales… y que tienen un
carácter similar a los derechos de autor, aunque de
hecho no lo sean.
argumento de que no todas las tesis doctorales son
obras originales y que para que se pudiera considerar
como obra original se necesitaría “acudir a la opinión
de los colectivos sociales a los que va dirigida la obra,
así como de los especialistas”. La consecuencia de
todo ello, a opinión de este tribunal, es que si el autor
no prueba la originalidad de su tesis ésta no puede ser
acreedora de la protección dispensada por el derecho
de autor y por lo tanto no se puede acusar a nadie de
haberla copiado.
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He de manifestar mi total disconformidad con esa
opinión de la Audiencia de Salamanca. Trasladar el
peso de la carga de la prueba de la originalidad al
autor de la tesis y, además, manifestar que hay que
acudir a “la opinión de los colectivos sociales a los
que va dirigida la obra, así como de los especialistas”
para respaldar la originalidad es desconfiar por completo de la Universidad y de todos aquellos que intervienen y fiscalizan este tipo de obras.
3. La tesis doctoral como
obra científica
La Ley de Propiedad Intelectual señala que el
objeto de la propiedad intelectual son las obras literarias, artísticas o científicas, una clasificación un tanto
superada que sigue las definiciones de la antigua Ley
de 1879.
Científica es toda obra que no sea literaria o artística y por eso incluimos a toda clase se ensayos y por
supuesto a las tesis doctorales.
La ley, en su artículo 10, hace una enumeración
no cerrada de las obras sujetas a la misma. Aunque
no constan expresamente las tesis doctorales, éstas se
podrían incluir dentro de la genérica expresión de
“los libros” (Art. 10.1 a).
En cualquier caso, son dos los requisitos necesarios para poder entrar dentro de la esfera de protección de la propiedad intelectual. El primero de ellos es
la originalidad. El segundo la expresión en cualquier
medio o soporte, con lo que se excluirían las meras
ideas.
En principio estos dos requisitos son cumplidos
sobradamente por una tesis doctoral. La originalidad
es tradicionalmente uno de los elementos esenciales
de dichas obras, hasta el punto de que el Real Decreto 1393/2007 (y también la legislación anterior) señalan que “la tesis doctoral consistirá en un trabajo original de investigación…”, y además esa originalidad
va a ser examinada no solo por un director de tesis,
sino también por un tribunal y, en principio, por cualquier doctor como paso previo a su calificación.
Pese a ello nos encontramos con interpretaciones
por parte de determinados órganos judiciales que
ponen en tela de juicio la originalidad automática de
las tesis doctorales. Así, por ejemplo, la sentencia de
la Audiencia Provincial de Salamanca de fecha 16 de
mayo de 2000 estudia un supuesto plagio de tesis
doctoral, absolviendo al “presunto” plagiador con el
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No obstante, tendremos que tener en cuenta que
la originalidad de las obras científicas siempre será
más compleja de probar que la de las obras literarias,
ya que las obras científicas (no confundir con los
inventos) siempre se nutren de aportaciones anteriores en mayor o menor medida y las tesis doctorales
no son ajenas a este hecho.
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4. Regulación de las tesis
doctorales
Las tesis doctorales tienen una doble regulación,
por un lado están las líneas generales fijadas por el
Ministerio de Educación y Ciencia y en segundo lugar
las específicas de cada Universidad.
En cuanto a las normas estatales la regulación
básica se contiene en el Real Decreto 1393/2007, de
29 de octubre, por el que se establece la ordenación
de las enseñanzas universitarias oficiales. En cualquier caso, hay que tener en consideración que una
tesis doctoral es el resultado de un largo proceso que
generalmente dura varios años, por lo que, en la
actualidad, a los estudiantes que hubiesen iniciado
estudios de doctorado con anterioridad a la fecha de
entrada en vigor del Real Decreto de 2007 les serán
de aplicación las disposiciones reguladoras del doctorado por las que hubieran iniciado dichos estudios,
que normalmente será el Real Decreto 56/2005 o
incluso el RD 778/1998 (que según las estadísticas del
Ministerio de Educación engloba al mayor número de
estudiantes matriculados en doctorado). En todo
caso, desde noviembre de 2008 se le aplicará la legis-
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lación vigente en lo referido a la elaboración, tribunal,
defensa y evaluación de la tesis.
En cuanto a la normativa de desarrollo de las universidades, habrá de acudirse a la Universidad específica, aunque lo cierto es que hay una cierta uniformidad.
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5. El ciclo vital de la tesis
La lectura y calificación de la tesis por el tribunal
será el punto culminante en un proceso que necesariamente se prolongará durante un tiempo más o
menos largo y que comprenderá una serie de fases
tasadas legalmente.
Para obtener el título de doctor será necesario
haber superado (como señala el RD 1393/2007) el
llamado “programa de doctorado”. Éste consistirá en
primer lugar en un período de formación con la realización de un master universitario y su correspondiente trabajo final. Después vendrá otro período de
investigación que culminará con la tesis doctoral propiamente dicha.
En principio el doctorando habrá de elegir personalmente un tema para su tesis dentro de su disciplina siempre y cuando sea original y se encuentre dentro de las líneas de investigación establecidas en los
programas de doctorado disponibles, para lo que elaborará el llamado “proyecto de tesis doctoral”, que
será presentado en el departamento correspondiente,
que lo aprobará o no. Ello implica una primera especialidad en este tipo de obras con el resto de las obras
“del espíritu” y es el hecho de que el autor de la obra
ha de escribirla dentro de unos temas y normas de
obligado cumplimiento.
Si el proyecto de tesis doctoral se admite es cuando entra en escena la figura del “director de tesis”, un
doctor con suficiencia investigadora incluido en la
relación de directores de tesis de los programas
correspondientes y cuya elección lo será a propuesta
del doctorando. Su misión será tutelar el proceso y
ayudar al autor de la tesis y, en definitiva, dar el “visto
bueno” al tema elegido.
Llegados a esta fase el lector habrá podido comprobar que el conocimiento de la existencia de la
obra y sus características esenciales se extiende a
varias personas aunque aquélla todavía se encuentre
en una fase embrionaria. A ello se le suma que una
vez elegido el tema se habrá de inscribir el proyecto
de tesis en la Universidad correspondiente, con lo que
6
al restringido círculo de conocedores del tema de la
futura tesis se le suman un número indeterminado de
personas que saben el título de la obra y sus líneas
generales6. Por ello el natural carácter reservado de
las obras científicas se ve en estos casos muy diluido.
Desde entonces se abre un período de tiempo de
estrecha colaboración más o menos fluida entre el
director de la tesis y el doctorando. En algunas ocasiones el director se encargará de seguir el proceso de
cerca, sugiriendo lecturas, corrigiendo textos, etc. En
otras ocasiones el director demostrará un interés
menor hacia el doctorando para desesperación de
este último.
Una vez que la tesis esté lista, a juicio del director,
comenzarán los trámites para su defensa, incluyendo
la presentación del original de la tesis en el departamento correspondiente de la Universidad, que resolverá sobre su admisión a trámite en base a elementos
como la documentación acompañada relativa a los
procedimientos que garantizan la calidad de las tesis,
un informe razonado y favorable emitido por otro
doctor especialista en la materia que no esté incluido
en el programa de doctorado y otro informe de las
mismas características por un doctor especialista en la
materia incluido en el programa de doctorado. Por
ello vamos viendo que el número de personas que
han tenido acceso a la obra se incrementa, aunque
no creo que en esta fase podamos hablar de una
“divulgación” en el sentido que da la LPI de la obra.
Cuando el departamento correspondiente da la
conformidad el doctorando ha de dar una propuesta
de miembros para el futuro tribunal y remitirá una
serie de ejemplares de la tesis que se depositarán en
distintos lugares determinados por la Universidad y,
sobre todo, se garantizará la publicidad de la tesis
doctoral finalizada de forma que cualquier otro doctor pueda remitir observaciones sobre su contenido.
Aquí, ya sin límites, vemos que hay una pluralidad de
personas que conocen la tesis al completo antes de
que ésta se haya defendido ante el tribunal. Este
momento sí que lo podemos considerar como una
“divulgación” en toda regla, ya que, como señala la
ley, la obra, con el consentimiento del autor, se hace
accesible por primera vez al público.
Sería, en todo caso, una divulgación de la obra
antes de su nacimiento formal; sin embargo, no veo
esto totalmente inadmisible, pues, para que una obra
sea considerada objeto de la propiedad intelectual,
no es estrictamente necesario que se haya terminado.
De hecho son escasas las ocasiones en las que una
El título de la obra también puede ser objeto de protección.
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obra publicada coincide exactamente con la remitida
por el autor a la editorial y, a su vez, son muchos los
casos en los que el autor, por ejemplo, para cubrir sus
espaldas ante posibles plagios, inscribe la obra en el
Registro de la Propiedad Intelectual o hace un depósito notarial de la misma antes de ponerla a disposición de terceros.
Una vez nombrado el tribunal se le enviará la tesis
y normalmente se emitirá un informe de viabilidad y
calidad de la misma.
Finalmente, la tesis se defenderá en una sesión
pública y será puntuada por el tribunal con cualquiera de las calificaciones permitidas por la ley, aunque
no es infrecuente que lo sea con un sobresaliente
“cum laude”, pues, en el fondo, se puntúa también el
prestigio del director de tesis.
Otro asunto es fijar exactamente la fecha de
nacimiento de la obra, asunto este de extrema
importancia. En el caso la tesis hemos dicho que el
conocimiento por parte de terceros se produce
incluso antes de que la obra se haya terminado; por
ello nos planteamos cuál es exactamente el momento en el que podemos dar por nacida la obra. Aunque no hay una opinión unánime, desde mi punto
de vista la fecha de nacimiento coincidirá con la lectura de la tesis y el acto de defensa de la misma. Es
ese el momento en el que la obra, tal y como ha sido
redactada, ya no tiene vuelta atrás7. Además no hay
que olvidar que la tesis es un instrumento necesario
para la obtención del título de doctor, por lo que la
vinculación de una cosa y otra está clara. Otorgar
una fecha de nacimiento en cualquier momento
anterior sería arriesgado y llevaría a una indeterminación temporal absurda.
Tan solo podríamos hablar de un nacimiento previo
en el caso de que el doctorando decidiera, por cualquier motivo, retirarse del proceso de elaboración de la
tesis doctoral para la obtención del doctorado y terminar la obra que ha comenzado por su cuenta como
obra independiente, renunciando a cualquier tipo de
evaluación. En este caso las reglas sobre el momento
de terminación de la obra seguirían las reglas generales de las obras comunes y corrientes aunque la obra
en concreto perdiera el carácter de tesis doctoral.
No hay un tiempo prefijado de duración de los
estudios de doctorado, pero un elemento a tener en
cuenta es la duración de las becas de doctorado, que
normalmente duran 4 años. Si el futuro doctor se da
prisa y hace la tesis en dos años se quedaría sin dos
7
8
26
años de financiación mediante beca, por ello en el
caso de estudiantes becados se exprimirá al máximo
ese plazo de 4 años.
Aprobada la tesis doctoral la Universidad se ocupará de su archivo en la biblioteca, remitiendo un
ejemplar a determinadas instituciones públicas, entre
las que se encuentra el Ministerio de Educación y
Ciencia para el Proyecto Teseo8.
El ciclo vital de la tesis termina con su paso a
dominio público. Esto significa que la obra podrá ser
utilizada por cualquiera, siempre que se respeten los
derechos morales de paternidad e integridad de la
obra, que duran para siempre.
Actualmente en España, bajo la Ley de 1996, los
derechos de explotación de la obra durarán toda la
vida del autor y 70 años después de su muerte o
declaración de fallecimiento, computándose desde el
día 1 enero del año siguiente al de la muerte o declaración de fallecimiento del autor. Sin embargo no hay
que olvidar que los derechos de explotación de las
obras creadas por autores fallecidos antes del 7
diciembre 1987 tendrán la duración prevista en la Ley
de Propiedad Intelectual de 1879, que otorgaba un
plazo de protección de 80 años desde el fallecimiento
del autor, por lo que será esta última fecha la que
habrá de tener en cuenta a la hora de proceder a la
publicación o utilización de tesis doctorales antiguas.
à
6. Publicación de la tesis
Hemos señalado que hay que diferenciar los conceptos de divulgación y publicación. Divulgación hace
referencia al momento en el que la obra se hace accesible al público por primera vez con el consentimiento
del autor. Publicación se refiere a la divulgación que se
realice mediante la puesta a disposición del público de
un número de ejemplares de la obra que satisfaga
razonablemente sus necesidades estimadas de acuerdo con la naturaleza y finalidad de la misma (Artículo
4 de la Ley de la LPI) y generalmente supone la cesión
por parte del autor a una editorial del ejercicio del
derecho exclusivo de reproducción.
Dicho esto nos planteamos si la impresión del
número de copias de la tesis obligadas por la Ley
puede considerarse publicación de la obra o no. La
respuesta en mi opinión ha de ser positiva máxime
cuando en la actualidad puede considerarse como
publicadas las obras que se insertan en Internet sin
Aunque la tesis no se cambie desde el depósito anterior.
Teseo (https://www.micinn.es/teseo/login.jspes) es una base de datos con la información de las tesis doctorales desde 1976.
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de las tesis doctorales
ningún requisito de tipo legal. Sin embargo, ello no
tiene que significar necesariamente una cesión del
derecho de reproducción a nadie, ya que la publicación de la tesis es un elemento derivado del procedimiento administrativo que regula este tipo de obras,
de ahí que no medie contrato alguno y que la publicación no se efectúe por ningún departamento de
publicaciones o editorial universitaria. Por ello, una
vez leída la tesis, el autor dispone, quizás por primera
vez, del control total sobre su obra y de todos y cada
uno de los derechos de propiedad intelectual para ser
ejercitados libremente. La lógica señala que, una vez
terminada una obra, el siguiente paso será su publicación y distribución para el comercio, aunque en el
caso de las tesis doctorales, una vez más, vamos a
encontrar ciertas particularidades.
Hasta hace pocos años el escaso interés en el mercado y el alto coste de publicación de un libro, generalmente extenso, coartaba la publicación de la
mayor parte de las tesis doctorales. Sin embargo, en
los últimos tiempos se han implantado de manera
generalizada dos sistemas que permiten la publicación de estas obras sin altos costes.
En primer lugar se encuentra la llamada “impresión digital”, que permite reducir el coste de la publicación a los ejemplares efectivamente impresos, sin la
necesidad de un número mínimo de ejemplares9 para
cubrir los costes de impresión. Esto permite que cualquier editorial pueda aventurarse a editar la obra sin
tener que pensar necesariamente en unas ventas que
compensen los gastos desembolsados.
En segundo lugar nos encontramos con el llamado libro digital, bien sea a través de un soporte físico,
como un CD, o los llamados lectores de e-book (tales
como el Sony Reader, Kindle, Inves book...) o bien
directamente a través de la puesta a disposición por
Internet, que reduce aún más los costes de los libros.
No hay que olvidar que según la Ley 10/2007, de 22
de junio, de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas,
se entienden incluidos en la definición de libro los
libros electrónicos y los libros que se publiquen o se
difundan por Internet o en otro soporte que pueda
aparecer en el futuro.
Sea cual sea el sistema de publicación el autor de
la tesis ha de saber que dispone de la obra y de sus
derechos y que cualquier cesión de los mismos habrá
de hacerse mediante el oportuno contrato de edición,
ya que, en la mayor parte de las ocasiones, el doctorando no ha firmado ningún acuerdo previo con su
Universidad que le vincule en estas materias.
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La Ley de Propiedad Intelectual establece una
serie de requisitos que han de cumplirse obligatoriamente en la cesión genérica de derechos y más en
concreto en el contrato de edición en forma de libro.
En el primero de los casos no hay que olvidar las
siguientes normas:
n Los derechos de explotación de la obra que
podrá utilizar el editor quedarán limitados al
derecho o derechos cedidos, a las modalidades
de explotación expresamente previstas y al tiempo y ámbito territorial que se determinen. Es el
llamado principio de interpretación mínima en la
cesión de derechos y supone que aquello que no
se haya cedido expresamente en el contrato no
puede ser utilizado por el cesionario.
n La cesión ha de hacerse por un tiempo determi-
nado y como no cabe la cesión indefinida, la
falta de mención del tiempo limita la transmisión a 5 años. Los contratos de edición suelen
tener un tiempo de vigencia entre 10 y 15 años.
n En el caso de no señalar el ámbito territorial
(por ejemplo: países de habla hispana) éste se
verá limitado al del país en el que se realice la
cesión; es decir, España, aunque hemos de
tener en cuenta que si se va a efectuar una
explotación de la obra a través de Internet el
ámbito habrá de ser mundial.
n Si no se expresan específicamente y de modo
concreto las modalidades de explotación de la
obra, la cesión quedará limitada a aquella que
se deduzca necesariamente del propio contrato
y sea indispensable para cumplir la finalidad del
mismo.
n Será nula la cesión de derechos de explotación
respecto del conjunto de las obras que pueda
crear el autor en el futuro, aunque esta cláusula
no se suele incluir en ninguna cesión de derechos sobre tesis.
n Serán nulas las estipulaciones por las que el
autor se comprometa a no crear alguna obra en
el futuro (también rara en nuestro tipo de obras).
n La transmisión de los derechos de explotación
no alcanza a las modalidades de utilización o
medios de difusión inexistentes o desconocidos
al tiempo de la cesión, lo cual tiene extraordinaria importancia en la actualidad con los continuos avances tecnológicos (por ejemplo, en los
últimos 15 años Internet, los e-books...).
Entre 1.500 y 1.800 la impresión en offset.
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La propiedad intelectual de las tesis doctorales
n La cesión otorgada por el autor a título oneroso
le confiere una participación proporcional en los
ingresos de la explotación en la cuantía convenida con el cesionario, aunque podrá estipularse una remuneración a tanto alzado para el
autor en el caso de primera o única divulgación
de obras científicas.
n La cesión se presume otorgada no exclusiva.
El contrato de edición en forma de libro deberá
formalizarse por escrito y expresar en todo caso:
n Si la cesión del autor al editor tiene carácter de
exclusiva.
n Su ámbito territorial.
n La lengua o lenguas en que ha de publicarse la
obra. La falta de expresión de la lengua o lenguas en que haya de publicarse la obra sólo
dará derecho al editor a publicarla en el idioma
original de la misma.
Cuando el contrato establezca la edición de una
obra en varias lenguas españolas oficiales, la publicación en una de ellas no exime al editor de la obligación de su publicación en las demás y si transcurridos 5 años desde que el autor entregue la obra,
el editor no la hubiese publicado en todas las lenguas previstas en el contrato, el autor podrá resolverlo respecto de las lenguas en las que no se haya
publicado.
n El anticipo a conceder, en su caso, por el editor
al autor a cuenta de sus derechos (extremo que
nunca he llegado a contemplar en el caso de
una tesis doctoral).
n La modalidad o modalidades de edición y, en
su caso, la colección de la que formarán parte.
n El número máximo y mínimo de ejemplares que
alcanzará la edición o cada una de las que se
convengan. Este extremo trae actualmente problemas en la explotación de las obras por
medios electrónicos ya que no hay una previa
impresión de un número de ejemplares sino
más bien a medida que se solicitan se produce
la misma ahorrando de este modo costes de
ejemplares no vendidos, devoluciones, etc.
n La forma de distribución de los ejemplares y los
que se reserven al autor, a la crítica y a la promoción de la obra.
n La remuneración del autor, que salvo pacto en
contrario habrá de ser proporcional a los ingresos de la explotación, en la cuantía convenida
con el cesionario (por ejemplo, un 10%).
28
n El plazo para la puesta en circulación de los ejem-
plares de la única o primera edición, que no podrá
exceder de 2 años contados desde que el autor
entregue al editor la obra en condiciones adecuadas para realizar la reproducción de la misma.
n El plazo en que el autor deberá entregar el ori-
ginal de su obra al editor.
Aunque las universidades tienen una importante
labor de tipo editorial (realmente mitigada por la crisis actual) no es frecuente que publiquen tesis doctorales. No obstante, en los últimos tiempos es habitual
por parte de algunas universidades el ofrecimiento de
publicación electrónica de las tesis, que en la mayor
parte de las ocasiones no consisten en la creación de
un libro electrónico realmente, sino, simplemente, en
la reproducción en formato PDF de la obra a través
de Internet (en algunas ocasiones de manera bastante tosca), lo cual no supone realmente ninguna labor
editorial habida cuenta de que las tesis se entregan ya
en soporte electrónico por el autor.
La mayor parte de los contratos que ligan a la
Universidad no suelen ser redactados por los servicios
de publicaciones de la Universidad o por las editoriales universitarias, sino que son elaborados por los
propios departamentos, que realmente no son editores y no están muy versados en la cesión de derechos
de propiedad intelectual. Por ello nos encontramos
con contratos de muy diversa calidad.
Normalmente estos acuerdos limitan la cesión
únicamente a la publicación electrónica y la cesión se
hace de manera no exclusiva (por ejemplo, Universidad Complutense de Madrid), de modo que el autor
puede publicarla por su cuenta. En otras ocasiones se
hace bajo un régimen de exclusividad (por ejemplo,
la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria).
La posibilidad de que la Universidad ceda los
derechos a terceros es admitida de manera habitual
incluso en los casos de cesión no exclusiva, lo cual
contraría el artículo 50 de la Ley de Propiedad Intelectual, que señala que en las cesiones no exclusivas,
el cesionario no podrá a su vez ceder el derecho.
He podido comprobar que algunas universidades
se “reservan” el mismo derecho a publicar la tesis o
no a su entera voluntad, con términos como “la Universidad adquiere el derecho, pero no la obligación,
de incorporar la tesis a la biblioteca digital de la Universidad”, aunque dicha cláusula me parece ilegal
pues si la cesión es en exclusiva podría darse el caso
de un bloqueo en la explotación de la obra si la Universidad decide no publicarla y, a su vez, el autor no
puede hacerlo por su cuenta o a través de terceros
por el carácter exclusivo de la cesión.
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La propiedad intelectual
de las tesis doctorales
La duración de la cesión en ocasiones se fija por
un número determinado de años, aunque no son
extrañas cláusulas tales como “indefinida, mientras
no sea denunciado por una de las partes firmantes
del contrato”, dejando entonces el contrato al arbitrio
de una parte sin contar con la otra.
En cuanto al ámbito territorial, como es lógico en
explotaciones por Internet, suele incluir a todos los
países del mundo.
Por lo que se refiere a la contraprestación al autor
ésta es normalmente inexistente, es decir que el autor
cede de manera gratuita el derecho de reproducción y
comunicación pública de la obra. En otras ocasiones
se señala que los rendimientos económicos obtenidos
serán destinados a “los fondos universitarios de investigación”, lo cual considero que es contrario a la ley.
En el caso de autores que hayan recibido alguna
beca hemos de tener presente el Real Decreto 63/2006,
de 27 de enero, por el que se aprueba el Estatuto del
personal investigador en formación que regula la situación administrativa de aquellos graduados universitarios beneficiarios de programas de ayuda dirigidos al
desarrollo de actividades de formación y especialización
científica y técnica a través, como mínimo, de los correspondientes estudios oficiales de doctorado.
En estas ocasiones el personal investigador en formación tendrá derecho, con carácter general, a ejercer
los derechos de propiedad intelectual derivados de su
propia actividad formativa en la investigación y de
acuerdo con su contribución, conforme a la Ley de Propiedad Intelectual. No obstante, los citados derechos
serán independientes, compatibles y acumulables con
otros derechos que pudieran derivarse de la investigación realizada, sin perjuicio de los condicionantes derivados de la obra colectiva cuando el personal investigador
en formación participe o esté vinculado a un proyecto
colectivo de investigación, cosa que sucede de manera
frecuente en las facultades de ciencias en los que, además, se pueden derivar derechos de propiedad industrial, aplicándosele entonces la regulación sobre patentes
y, en determinados casos, el Real Decreto 55/2002, de
18 de enero, sobre explotación y cesión de invenciones
realizadas en los entes públicos de investigación.
à
7. La consulta de las
tesis en bibliotecas
Hemos señalado que una de las características de
las tesis es que sólo un número mínimo de ellas tiene
una publicación con fines comerciales; sin embargo,
hay una obligatoriedad legal de depósito de la misma
en determinadas bibliotecas.
El problema se plantea a la hora de delimitar
quién puede tener acceso a esas obras y en qué condiciones, ya que partimos de la base de que no se
trata de libros adquiridos por las bibliotecas dentro de
sus funciones, sino más bien de obras allí depositadas
por mandato legal. Por supuesto habrá de tenerse en
cuenta la voluntad del autor, aunque considero que la
consulta de la obra bajo determinadas condiciones se
ha de considerar cedido habida cuenta del carácter
especial de la misma.
La mayor parte de las universidades depositan las
tesis doctorales en lugares sin libre acceso de consulta y, caso de ser requeridas por alguien, es necesario
rellenar unos impresos normalizados que permiten
conocer quién y cuándo accedió a la obra.
Lo que sucede es que, en cualquier caso, la ley
establece unas limitaciones a los derechos soberanos
de los autores respecto a las obras de su propiedad
que se encuentren en una biblioteca. Así, por ejemplo, los titulares de los derechos de autor no podrán
oponerse a las reproducciones de las obras (es decir,
su fotocopiado o escaneado), cuando aquéllas se realicen sin finalidad lucrativa por bibliotecas o archivos
de titularidad pública o integradas en instituciones de
carácter cultural o científico y la reproducción se realice exclusivamente para fines de investigación o conservación.
A su vez, las bibliotecas de titularidad pública o
que pertenezcan a entidades de interés general de
carácter cultural, científico o educativo sin ánimo de
lucro, o a instituciones docentes integradas en el sistema educativo español, no precisarán autorización
de los titulares de derechos por los préstamos que realicen.
Tampoco necesitará autorización del autor la
comunicación de obras o su puesta a disposición de
personas concretas del público a efectos de investigación cuando se realice mediante red cerrada e interna
a través de terminales especializados instalados a tal
efecto en los locales de los establecimientos citados
en el anterior apartado y siempre que tales obras figuren en las colecciones del propio establecimiento y no
sean objeto de condiciones de adquisición o de licencia. Todo ello sin perjuicio del derecho del autor a
percibir una remuneración equitativa.
El problema se complica en la actualidad, pues la
mayor parte de las bibliotecas están en un proceso de
transformación del tradicional espacio físico donde el
lector acude a consultar un documento, convirtiéndo-
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ACTA
La propiedad intelectual de las tesis doctorales
se en un lugar on line donde cualquiera puede acceder a una obra en el momento que desee a través de
su ordenador. Esto no deja de plantear serios problemas legales aún no resueltos, pues si cualquiera
puede consultar una obra de una biblioteca digital
de una manera gratuita (o mediante un pequeño
precio) se produciría una puesta a disposición generalizada de obras cuyo límite pensado para las
bibliotecas tradicionales se extendería de manera
inaceptable para los titulares de derechos (autores y,
sobre todo, editores).
En ciertas ocasiones (por ejemplo, la biblioteca
virtual Miguel de Cervantes) existe la posibilidad de
que el autor ceda los derechos de reproducción y
comunicación pública sobre la tesis a los fines de su
digitalización y difusión en el marco del proyecto,
aunque la cesión se haga “en régimen de exclusividad”, lo cual, en principio sería incompatible con
cualquier otra comunicación pública incluyendo la
cesión a un editor. La cesión también puede ser efectuada por la Universidad en la cual se haya realizado
la tesis10. En cualquiera de los casos hemos comprobado que se puede acceder a la obra sin restricción ni
identificación alguna11.
Desde mi punto de vista no es admisible la puesta a disposición on line de una tesis doctoral de
manera gratuita sin la conformidad del autor.
à
8. Trabajos derivados
de la tesis doctoral
Las tesis doctorales desarrolladas en las facultades
de ciencias se incardinan, en muchas ocasiones, dentro de proyectos de investigación en los que intervienen personas ajenas de una manera directa a la
redacción de la tesis. Con posterioridad a la lectura de
la misma es habitual que el trabajo de investigación
no se detenga (como suele ocurrir con las tesis que
podemos denominar “de letras”), sino que se produce una continuidad en la que, por supuesto, se verán
afectados los derechos de propiedad intelectual.
Hemos de partir de la base indubitada de que el
doctor será el único titular de los derechos sobre la
tesis propiamente dicha; pero todos los trabajos posteriores en los que intervengan otros autores generarán a favor de los mismos sus propios derechos. Se
trataría de una obra derivada que, en principio, ha de
tener la autorización del autor de la obra originaria,
10
11
30
Suponemos que el autor les ha concedido esa facultad.
http://www.cervantesvirtual.com/tesis/
aunque este extremo se ve muy atenuado por el
hecho de que la mayor parte de los trabajos de investigación se ven subvencionados y los investigadores
suelen ser titulares de becas con las consecuencias
jurídicas ya estudiadas.
Además, la intervención de varios autores en la
creación de una obra tiene importantes consecuencias sobre la misma, principalmente en cuanto al
carácter legal de la misma y en la atribución de derechos y obligaciones a los distintos autores.
En primer lugar se ha de discernir si la obra tiene
el carácter de coautoría, o como dice la ley obra en
colaboración, o, por el contrario, nos encontramos
ante una obra colectiva. La diferencia es sustancial.
Se entiende que hay coautoría cuando todos los
autores se encuentran en un plano de igualdad, lo
cual no significa necesariamente que todos aporten a
la obra una misma proporción sino simplemente que
no haya un coordinador o alguien que dirija o financie la obra. En estos casos los derechos corresponden
a todos ellos en la proporción pactada y en ausencia
de pacto se distribuirán por igual.
En estos casos para divulgar y modificar la obra se
requiere el consentimiento de todos los coautores y,
una vez divulgada la obra, ningún coautor puede
rehusar injustificadamente su consentimiento para su
explotación en la forma en que se divulgó.
Los coautores, si no se pacta nada en contra,
podrán explotar separadamente sus aportaciones,
salvo que causen perjuicio a la explotación común.
Los derechos de explotación de las obras en colaboración durarán toda la vida de los coautores y 70
años desde la muerte o declaración de fallecimiento
del último coautor superviviente.
Por el contrario, una obra se considera como
colectiva cuando es creada por la iniciativa y bajo la
coordinación de una persona natural o jurídica que
la edita y divulga bajo su nombre y está constituida
por la reunión de aportaciones de diferentes autores
cuya contribución personal se funde en una creación
única y autónoma, para la cual haya sido concebida
sin que sea posible atribuir separadamente a cualquiera de ellos un derecho sobre el conjunto de la
obra realizada.
A diferencia de las obras en colaboración, en las
colectivas (y salvo pacto en contrario) los derechos
corresponderán a la persona que la edite y divulgue
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La propiedad intelectual
de las tesis doctorales
bajo su nombre, que perfectamente puede ser una
Universidad o cualquier institución o empresa pública
o privada.
La duración de los derechos de la obra colectiva
será de 70 años desde su divulgación lícita, aunque a
los derechos de los autores identificados cuyas aportaciones contenidas en dichas obras sean a su vez
identificables se les aplicará el plazo de 70 años desde
su fallecimiento.
à
9. Vulneración de derechos de
autor en las tesis doctorales
El autor de una tesis doctoral, como cualquier otro
autor, puede ver vulnerados sus derechos de propiedad intelectual de muy distintas maneras. Lo que
sucede es que la tesis no sigue el camino habitual de
las obras que comienza por la creación, luego le sigue
la divulgación y finalmente la reproducción y/o comunicación pública. Las tesis comienzan con una divulgación anticipada, luego son terminadas y casi nunca
se publicarán.
El asunto es importante porque el perfil del vulnerador de derechos no coincidirá con el habitual a que
estamos acostumbrados a encontrarnos los abogados
especializados en propiedad intelectual. Por ello la
vulneración de los derechos sobre tesis tiene tres factores que la hacen más expuesta:
n En primer lugar el mayor rango intelectual de
quien conculca nuestros derechos. No nos
encontramos con un top manta.
n En segundo lugar el hecho de que, como la tesis
no ha sido publicada, no existe una editorial
vigilante que es quien normalmente se da cuenta de estas circunstancias antes que el autor.
n En tercer lugar el desconocimiento general de la
existencia de la tesis, que impide en muchas
ocasiones que terceros nos pongan sobre aviso.
Aunque todo el mundo ha mencionado alguna
vez la palabra “plagio” no hay ninguna disposición
legal que efectúe una definición de la misma, por lo
que habremos de acudir a los tribunales. En una
reciente sentencia el Tribunal Supremo lo delimita
evitando así ampliaciones inaceptables y señala que
el plagio se centra en la copia sustancial, como actividad material mecanizada y poco intelectual y menos
creativa, carente de toda originalidad sin que llegue a
constituir plagio cuando son dos obras distintas y
diferenciables aunque tengan puntos comunes de
exposición y no se da un pleno calco y copia aunque
tengan “múltiples e innegables coincidencias” que se
refieran, no a coincidencias estructurales básicas y
fundamentales, sino “accesorias, añadidas, superpuestas o modificaciones no trascendentales”.
No se trata por lo tanto de copiar o desarrollar
una idea, sino como señala la sentencia de la Audiencia Provincial de Almería de 10 de junio de 200612 en
una exposición idéntica al trabajo anterior copiando
el “propio y personal sentido expositivo del autor, sin
aportación original alguna”; es decir, con coincidencia en la organización de títulos, epígrafes, por lo que
no entrarían dentro de este concepto las meras ideas,
los aspectos accesorios no sustanciales ni los propios
del acervo común del conocimiento.
El plagio es un delito regulado en el artículo 270.1
del Código Penal y el plagiador puede recibir penas
de cárcel, independientemente de sus responsabilidades civiles. No obstante, el requisito penal de que
exista ánimo de lucro y perjuicio de tercero unido al
llamado “principio de intervención mínima del derecho penal” supone que la mayor parte de los casos de
plagio se sigan ante la jurisdicción civil.
La primera hipótesis con la que nos hemos de
encontrar es la posibilidad de un plagio por parte del
autor de la tesis doctoral de otras obras para conformar su tesis. Aunque pueda parecer algo difícil, habida cuenta de los controles propios de este tipo de
obras, el asunto sucede con cierta habitualidad.
En cualquier caso, los principales ilícitos penales y
civiles que pueden atentar contra la tesis son los
siguientes:
Probado el plagio de la tesis la obligatoria pregunta inmediata será: ¿Qué sucedería con el título de doctor que se le ha otorgado por una creación que debería ser original y se ha probado fruto de un plagio?
El plagio.- Supone el más grave de los atentados
contra una obra e implica la apropiación de la autoría de la misma por otra persona, con lo que se ve
afectado el derecho moral a la paternidad de la obra
del autor.
En este sentido es reseñable un asunto sucedido
en la Universidad de Cantabria en el que un doctorando presentó una tesis doctoral que fue aprobada,
con lo que obtuvo el título de doctor. Con posterioridad de descubrió que una buena parte de la
12
En un caso de plagio a un proyecto docente.
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misma no sólo era plagiada, sino que además el plagio existía sobre otros trabajos efectuados en el seno
de la misma Universidad. Los tribunales señalaron
que ese era un ejemplo paradigmático de plagio
parcial de una obra al haber copiado capítulos enteros y párrafos completos de un texto a otro, llevando a efecto lo que en términos doctrinales se ha
denominado “apropiación de la expresión formal de
ideas ajenas”.
Una vez firme la sentencia civil se planteó en la
Universidad de Cantabria qué hacer con el título de
doctor, llegando a la conclusión de que dicha Universidad no podía avalar una tesis que se había elaborado gracias a dos plagios de investigaciones defendidas con éxito precisamente en la misma Universidad
y que por lo tanto concurrían los suficientes motivos
para declarar la nulidad de pleno derecho de la concesión del título, de modo que el Rector de la Universidad revisó de oficio la concesión del título de doctor
por exigencias del principio de legalidad, ya que se
concedió ese título a quien no reunía los requisitos
esenciales para su adquisición. El modo de actuar de
la Universidad y sus consecuencias prácticas fueron
avaladas por el dictamen del Consejo de Estado de
fecha 13 de junio de 200213.
Más común será el plagio de la propia tesis por
terceros, bien sea por personas que han tenido algún
tipo de relación con el autor en el proceso de elaboración de la tesis o directamente por personas totalmente ajenas al mismo.
En el presente año 2009 tuvo cierta repercusión
en la prensa una sentencia dictada por la Audiencia
Provincial de Valencia14 en la que se juzgaba el presunto plagio de una tesis doctoral por parte del propio director de la tesis. El demandado, un catedrático
de la Universidad de Murcia, había dirigido la tesis
doctoral de la demandante durante cinco años, ilustrando a la doctoranda con distintos materiales alguno de los cuales eran autoría del catedrático. En la
tesis doctoral, no obstante, se citaban los textos escritos por el demandado siendo alguno de los cuales
conferencias no publicadas y sin una fecha concreta
de redacción.
La doctoranda leyó la tesis y tiempo después su
antiguo director de tesis escribió un libro en el cual se
reproducían 33 páginas de la tesis doctoral, aunque
en este caso no mencionaba el origen de los textos; es
decir, no se acogía ni siquiera al límite legal del derecho de cita.
13
14
32
El demandado alegó en su defensa que no se
podía llamar plagio a su actuación pues precisamente la tesis había sido nutrida de diversas obras y estudios suyos y que realmente la tesis en su conjunto era
fruto de sus sugerencias y comentarios como director
de la tesis.
La sentencia considera probado el plagio, señalando que la labor del director de tesis es facilitar o
ilustrar al futuro doctor sobre aquellos textos, estudios y materiales que pudieran ser de interés a los
fines de investigación llevada a cabo; pero el autor
de la tesis es únicamente el doctor que la lee. El
catedrático fue condenado a indemnizar a la autora
de la tesis con la cantidad de 5.000 euros por daños
morales.
Tanto en la vía civil como en la penal los procedimientos por plagio habrán de ser acompañados de la
conveniente prueba pericial de expertos que corrobore nuestra acusación, prueba que puede resultar
costosa.
Para finalizar con el asunto del plagio hay que
advertir que a veces se utiliza esta palabra de una
manera frecuente, cuando se trata de una grave acusación que, de ser infundada, tiene por el solo hecho
de formularse unas consecuencias tremendamente
negativas para el acusado, máxime teniendo en
cuenta el círculo restringido de la docencia universitaria, afectando (como señaló la sentencia del Tribunal Supremo de 4 de abril de 2001) a la reputación
y buena fama en el marco de su profesión, y provocando el descrédito entre sus colegas, acarreando,
caso de ser falsa o no enteramente probada la acusación, una responsabilidad para el denunciante por
daño moral.
Vulneración del derecho de cita.- La cita obedece
a la conveniencia de armonizar los intereses del autor
con los públicos de acceso a la cultura creando un
límite específico al derecho exclusivo de reproducción
de la obra en determinadas circunstancias y con una
interpretación restrictiva. Así, la Ley de Propiedad
Intelectual en su artículo 32.1 señala que es lícita la
inclusión en una obra propia de fragmentos de otras
ajenas de naturaleza escrita, sonora o audiovisual, así
como la de obras aisladas de carácter plástico o fotográfico figurativo, siempre que se trate de obras ya
divulgadas y su inclusión se realice a título de cita o
para su análisis, comentario o juicio crítico. Tal utilización sólo podrá realizarse con fines docentes o de
investigación, en la medida justificada por el fin de
http://www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos_ce/doc.php?coleccion=ce&id=2002-647
Sentencia de 21 de enero de 2009 que confirmaba una sentencia de instancia.
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La propiedad intelectual
de las tesis doctorales
esa incorporación e indicando la fuente y el nombre
del autor de la obra utilizada.
de una biblioteca que una tesis cuya consulta es más
restringida.
Cuando hablamos de fragmentos nos referimos a
fragmentos literales, no a la idea expresada con otras
palabras, y aunque la ley no señala expresamente
cómo ha de realizarse la cita, hay que señalar que
ésta ha de hacerse mediante notas al pie de página (o
de una foto) o al fin del capítulo o de la misma obra,
pero siempre con remisión expresa desde la propia
cita; es decir, no es válida la mera inclusión de la obra
de origen en el capítulo de bibliografía de un modo
genérico.
Vulneración del derecho de transformación de la
obra, que se produce cuando ésta es traducida,
adaptada o sujeta a cualquier otra modificación sin
permiso del autor de modo que se derive una obra
diferente.
El ejercicio de este límite a los derechos exclusivos
no requiere permiso del autor ni implica remuneración al mismo siempre y cuando se observen los
requisitos legales.
Las vulneraciones habituales al derecho de cita
surgen al efectuarse en obras que no tienen fines
docentes o de investigación, por lo que es difícil que
se produzca dentro una tesis doctoral, pero sí es factible que se produzca en cualquier otro tipo de obra
que reproduzca parte de una tesis.
La línea fronteriza entre una reproducción sin citar
y un plagio es muy delgada, ya que en muchas ocasiones se produce el plagio precisamente por extralimitación en el derecho de cita (por ejemplo, haciendo mención a la obra plagiada una sola vez de varias), por lo
que es un recurso habitual en los plagiadores para
librarse de sus responsabilidades penales y derivarlo a
las civiles más leves señalar que lo que sucede es que
se ha “olvidado” citar el fragmento reproducido.
Vulneración del derecho de comunicación pública.Es decir, todo acto sin permiso del autor por el cual una
pluralidad de personas pueda tener acceso a la obra
sin previa distribución de ejemplares a cada una de
ellas, entre lo que se incluye la puesta a disposición del
público de obras de tal forma que cualquier persona
pueda acceder a ellas desde el lugar y en el momento
que elija; es decir, “colgar” la obra en Internet.
En la actualidad es la vulneración más habitual de
la propiedad intelectual y provoca la consiguiente
contrariedad del autor, que ve cómo su obra, o lo que
es peor, fragmentos de la misma, son incluidos en
páginas web que en muchos casos son de distintos
continentes. Lo que sucede es que en el caso de las
tesis que no hayan sido publicadas con carácter
comercial es más dificultoso el acceso a las mismas y
su escaneado para luego ponerlas a disposición del
público e implica una actitud especialmente vulneradora por parte del autor. No es lo mismo hacerlo con
un libro comprado en una librería o tomado prestado
Aunque no suele ser habitual este tipo de vulneración, sí que es frecuente que la tesis sea aportada a
publicaciones especializadas de manera fraccionada
o mediante resúmenes de la misma. Es en estos casos
cuando, dependiendo de la naturaleza de la modificación, podríamos hablar de que nace una obra nueva;
por ejemplo, si ésta ha sido traducida o actualizada,
por lo que el autor tendrá que tener muy en cuenta el
alcance de la cesión de derechos a la publicación y la
autorización de que sea un tercero quien transforme
la obra, pues este tercero se convertiría, a su vez, en
el autor de una obra nueva fruto de la transformación
de la tesis.
à
10. Acciones legales derivadas
de la propiedad intelectual
de las tesis
En la mayor parte de los casos la vulneración puntual de derechos de propiedad intelectual sobre obras
científicas no tiene una especial trascendencia económica e incluso pasan desapercibidas para los titulares de
derechos; sin embargo, desde un punto de vista afectivo, la violación de sus derechos tiene el máximo alcance para los autores, ya que, en definitiva, una obra es
como un hijo para su creador, que ha empleado grandes cantidades de tiempo y dedicación en aportar algo
original al conocimiento humano.
Por todo ello muchos autores insisten, con toda
razón y de manera enérgica, en defender los derechos
sobre su obra vulnerada, siendo secundario la reparación a obtener, pues su objetivo es reafirmar su condición de autor y no permitir que le sea pisoteada su
propiedad intelectual.
Dicho esto hay que recordar que los derechos de
propiedad intelectual tienen una doble vertiente, moral
y patrimonial; cada una detiene a su vez distintos derechos independientes entre sí, por lo que en unas ocasiones la vulneración sólo afectará a un derecho moral;
en otras a varios; en otras únicamente a uno o varios
derechos patrimoniales; y en otras se sumarán las vulneraciones de derechos patrimoniales y morales, como
si de un problema de combinatoria se tratara.
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La propiedad intelectual de las tesis doctorales
A su vez hay que señalar que existen dos vías para
responder ante una violación de nuestros derechos.
Por un lado se encuentra la vía penal recogida en
el Código Penal, que señala en su artículo 270 que
será castigado con la pena de prisión de seis meses a
dos años y multa de 12 a 24 meses quien, con ánimo
de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie,
distribuya o comunique públicamente, en todo o en
parte, una obra literaria, artística o científica, o su
transformación, interpretación o ejecución artística
fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a
través de cualquier medio, sin la autorización de los
titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios.
La pena de prisión puede aumentar de uno a cuatro años, multa de 12 a 24 meses e inhabilitación
especial para el ejercicio de la profesión relacionada
con el delito cometido, por un período de dos a cinco
años, cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias:
a) Que el beneficio obtenido posea especial trascendencia económica.
b) Que los hechos revistan especial gravedad,
atendiendo al valor de los objetos producidos
ilícitamente o a la especial importancia de los
perjuicios ocasionados.
c) Que el culpable perteneciere a una organización o asociación, incluso de carácter transitorio, que tuviese como finalidad la realización de
actividades infractoras de derechos de propiedad intelectual.
d) Que se utilice a menores de 18 años para
cometer estos delitos.
La vía penal incluye las responsabilidades civiles,
que se regirán por las disposiciones de la Ley de Propiedad Intelectual.
La menor seguridad del ejercicio de acciones
penales respecto a las civiles15 implica que normalmente se acuda a la vía civil, siendo competentes para
conocer de estos asuntos los Juzgados de lo Mercantil,
actualmente colapsados como consecuencia de los
concursos de acreedores por la crisis económica.
No obstante, antes de interponer cualquier acción
legal es aconsejable una investigación de los hechos
con todo detenimiento, incluso siendo necesario en
determinadas ocasiones ayudarse de informes periciales que con posterioridad puedan avalar nuestras
tesis o actas notariales que prueben la comunicación
pública de una obra de manera inconsentida, pues, a
veces, sobre todo en materia de Internet, cuando se
interpone una acción se cesa en la infracción, con lo
que cuando se llega al período de prueba ya no hay
nada que pueda ser visto por el Juez.
Si tras las investigaciones confirmamos la vulneración de nuestros derechos es habitual efectuar los
oportunos requerimientos a la parte que los está vulnerando para que cesen en su actitud (por ejemplo,
requerir a una editorial para que deje de distribuir
una obra sobre la que tenemos los derechos exclusivos, o al titular de una web de que no comunique
públicamente la obra).
Decididos a entablar la acción legal son varios los
pedimentos que podemos efectuar:
En primer lugar existe la llamada “acción de
cesación”, que como su propio nombre indica tiene
como objetivo la suspensión de la explotación o actividad infractora, pudiéndose solicitar, además, las
siguientes expresamente contenidas en la ley:
n La prohibición al infractor de reanudar la explo-
tación o actividad infractora.
n La retirada del comercio de los ejemplares ilíci-
tos y su destrucción, incluyendo aquellos en los
que haya sido suprimida o alterada sin autorización la información para la gestión electrónica
de derechos o cuya protección tecnológica haya
sido eludida. Esta medida se ejecutará a expensas del infractor, salvo que se aleguen razones
fundadas para que no sea así.
n La retirada de los circuitos comerciales, la inuti-
lización, y, en caso necesario, la destrucción de
los moldes, planchas, matrices, negativos y
demás elementos materiales, equipos o instrumentos destinados principalmente a la reproducción, a la creación o fabricación de ejemplares ilícitos. Esta medida se ejecutará a expensas
del infractor, salvo que se aleguen razones fundadas para que no sea así.
n La remoción o el precinto de los aparatos utili-
zados en la comunicación pública no autorizada
de obras o prestaciones, así como de aquellas
en las que se haya suprimido o alterado sin
autorización la información para la gestión electrónica de derechos.
n El comiso, la inutilización y, en caso necesario,
la destrucción de los instrumentos, con cargo al
infractor, cuyo único uso sea facilitar la supre-
15 En la vía penal o se es culpable o inocente, y para ser culpable se tiene que subsumir enteramente el hecho realizado en el tipo penal.
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La propiedad intelectual
de las tesis doctorales
sión o neutralización no autorizadas de cualquier dispositivo técnico utilizado para proteger
un programa de ordenador. Las mismas medidas podrán adoptarse en relación con los dispositivos, productos o componentes para la elusión de medidas tecnológicas.
n La remoción o el precinto de los instrumentos
utilizados para facilitar la supresión o la neutralización no autorizadas de cualquier dispositivo
técnico utilizado para proteger obras o prestaciones aunque aquélla no fuera su único uso.
n La suspensión de los servicios prestados por
intermediarios a terceros que se valgan de ellos
para infringir derechos de propiedad intelectual,
sin perjuicio de lo dispuesto en la Ley 34/2002,
de 11 de julio, de Servicios de la sociedad de la
información y de comercio electrónico.
Además el titular del derecho infringido podrá
pedir la entrega de los ejemplares publicados sin
autorización y material a precio de coste y a cuenta
de su correspondiente indemnización de daños y perjuicios.
La lentitud de la Administración de Justicia puede
dar lugar a una espera de años para la efectividad de
nuestra acción, por lo que la ley permite acudir a las
llamadas medidas cautelares, dirigidas a facilitar una
protección urgente de los derechos. Éstas pueden
consistir, entre otras, en la suspensión de la actividad
de reproducción, distribución y comunicación pública, según proceda, o de cualquier otra actividad que
constituya una infracción de la ley, así como la prohibición de estas actividades si todavía no se han puesto en práctica. También se puede solicitar el secuestro
de los ejemplares producidos o utilizados y el del
material empleado principalmente para la reproducción o comunicación pública y la suspensión de los
servicios prestados por intermediarios a terceros en el
caso de comunicación pública por Internet.
El problema es que la solicitud de estas medidas
cautelares requiere unos indicios para aportar al Juez
y, sobre todo, la prestación de una caución, por lo
que en materia de propiedad intelectual suele verse
limitada a infracciones de derechos musicales o
audiovisuales.
Además de las medidas cautelares la ley permite
la adopción por parte del tribunal de las llamadas diligencias preliminares, configuradas como un medio de
investigación previo a presentar la demanda con el
objetivo de delimitar determinados aspectos del proceso (por ejemplo, quién es realmente la persona que
está efectuando la explotación ilícita). Al igual que
con las medidas cautelares, son poco utilizadas en
obras del tipo que analizamos en este artículo.
El otro gran objetivo de la acción civil en materia
de propiedad intelectual es la indemnización de
daños y perjuicios.
La ley señala que la vulneración de los derechos
morales (es decir, paternidad, divulgación, integridad...) dará lugar de un modo automático a indemnización, aun no probada la existencia de perjuicio económico.
El problema está en que el “quantum” indemnizatorio no resulta fácil. ¿Cuánto se compensa la vulneración de la paternidad de un autor? La Ley de Propiedad Intelectual señala que para su valoración se
atenderá a las circunstancias de la infracción, gravedad de la lesión y grado de difusión ilícita de la obra.
En cualquier caso, la jurisprudencia ha señalado que
tales daños no tienen una apreciación tangible y su
valoración no puede obtenerse con una prueba objetiva. Por ello su determinación corresponde discrecionalmente el Juez, quien estudiará las circunstancias
concretas de cada caso. Ello no significa que dejemos
enteramente a su criterio esa determinación. Cuestiones de índole práctico, como la necesaria cuantificación de la demanda, nos obligarán a señalar una
cuantía a reclamar que será siempre lo más ajustada
a los perjuicios causados.
En el caso de vulneración de derechos de tipo
patrimonial o de explotación la indemnización por
daños y perjuicios debida al titular del derecho infringido comprenderá no sólo el valor de la pérdida que
haya sufrido (el llamado daño emergente), sino también el de la ganancia que haya dejado de obtener a
causa de la violación de su derecho (el lucro cesante).
La cuantía indemnizatoria podrá incluir, en su caso,
los gastos de investigación en los que se haya incurrido para obtener pruebas razonables de la comisión
de la infracción objeto del procedimiento judicial.
La indemnización por daños y perjuicios se fijará,
a elección del perjudicado, conforme a alguno de los
criterios siguientes:
a) Las consecuencias económicas negativas, entre
ellas la pérdida de beneficios que haya sufrido
la parte perjudicada y los beneficios que el
infractor haya obtenido por la utilización ilícita.
b) La cantidad que, como remuneración, hubiera
percibido el perjudicado, si el infractor hubiera
pedido autorización para utilizar el derecho de
propiedad intelectual en cuestión.
A menos que la cuantificación económica del
daño esté perfectamente probada (cosa extraña) nor-
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propiedad intelectual tesis doctorales.qxp
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ACTA
La propiedad intelectual de las tesis doctorales
malmente se sigue la opción b), aunque tampoco sea
enteramente satisfactoria en materia de vulneración
de derechos sobre tesis doctorales, habida cuenta de
la escasa difusión comercial de las mismas que dificulta fijar parámetros habituales relativos a cesión de
derechos.
La acción para reclamar los daños y perjuicios a
que se refiere este artículo prescribirá a los cinco años
desde que el legitimado pudo ejercitarla.
à
11. Medios preventivos
de defensa de la obra
La tesis doctoral es un tipo de obra que dispone
de una defensa reforzada respecto a otras obras científicas, por lo que el dilatado proceso de creación y el
conocimiento que diversas personas tienen respecto
de la obra no sólo tiene desventajas.
Todo ello no implica que el autor de la tesis no
pueda tomar otro tipo de medidas para reforzar su
titularidad y el aprovechamiento de sus derechos
exclusivos sobre la obra.
El tradicional sistema de acreditación ante terceros de la autoría y contenido de una obra es su inscripción en el Registro de la Propiedad Intelectual.
Aunque fue obligatorio bajo la Ley de 1879, desde
1987 es enteramente voluntario y, pese a que por
ciertos autores se ha abogado por su desaparición,
personalmente creo que aún es un instrumento válido y eficaz por los siguientes motivos:
1º) Está gestionado por la Administración. Esto es
importante, ya que en la actualidad existen
varios registros “paralelos” de carácter privado
dirigidos sobre todo a gestionar el depósito de
obras divulgadas en Internet. Con todos los
respetos a estas iniciativas empresariales hay
que señalar que una obra cuyos derechos
duran 70 años a contar desde el fallecimiento
del autor requieren de un organismo que, al
menos, subsista ese período.
2º) El registro dura para siempre, sin necesidad de
actualizaciones, pagos por renovación, etc.
3º) Es barato. Actualmente, el registro de una obra
científica en el Registro de la Propiedad Intelectual de Madrid cuesta poco más de diez euros.
Algunos autores algo suspicaces optan por hacer
el depósito notarial de la obra, mediante un acta en
la cual el notario da fe de que se le ha entregado un
manuscrito (el cual ni siquiera lee); simplemente certifica que tal día se le ha entregado y lo une a su protocolo. Ni que decir tiene que sale bastante más caro
que la inscripción en el Registro de la Propiedad Intelectual.
Otros autores, más suspicaces todavía y que están
faltos de recursos, optan por enviarse la obra a sí mismos en un sobre lacrado y por correo certificado,
para conservarlo sin abrirlo. A pesar de que pueda
sonar a leyenda urbana en materia de propiedad
intelectual, conozco varios de estos casos, aunque
ninguno referido a tesis doctorales.
Un sistema sencillo, barato y efectivo es simplemente hacer constar el símbolo © en la obra, normalmente justo a la izquierda del nombre del autor. Este
símbolo es la representación de la palabra copyright y
aunque el sistema del copyright se aplica a los países
anglosajones, sobre todo a Estados Unidos, nuestra
Ley de Propiedad Intelectual señala que el titular o el
cesionario en exclusiva de un derecho de explotación
sobre una obra o producción protegidas por esa ley
podrá anteponer a su nombre el mencionado símbolo, con precisión del lugar y año de la divulgación de
la obra.
Realmente copyright significa “tengo los derechos
exclusivos” y que nadie deje de darse por enterado
de la necesidad de pedir permiso para utilizar la obra.
Además puede servir para que terceros que quieran
adquirir los derechos sepan con quién tienen que
contactar16.
Por su parte es clásico el aviso legal insertado en
la página de créditos de toda obra en la cual se informa a los lectores de la prohibición de reproducir, distribuir, comunicar públicamente la obra, etc.
Desde hace varios años, con un origen en el software y en la divulgación de obras por Internet, pero
con una rápida implantación en otros ámbitos, se
habla mucho de las licencias Copyleft y Creative
Commons.
El Copyleft17 constituye un grupo de licencias
cuyo objetivo es garantizar que cada persona que
recibe una copia de una obra pueda, a su vez, usar,
modificar y redistribuir el propio trabajo y las versiones derivadas del mismo. Unas veces se permite el
16 Por eso en muchas ocasiones los autores y editoriales consignan su dirección postal o el correo electrónico o página web para facilitar ese contacto.
17 http://fundacioncopyleft.org/es/9/que-es-copyleft
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propiedad intelectual tesis doctorales.qxp
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La propiedad intelectual
de las tesis doctorales
uso comercial de dichos trabajos y en otras ocasiones no, dependiendo qué derechos quiera ceder el
autor.
Entre las licencias del entorno del Copyleft se
encuentra la GPL18 (General Public License o licencia pública general), que es una licencia creada por la
Free Software Foundation de Richard Stallman a
mediados de los 80, y está orientada principalmente
a proteger la libre distribución, modificación y uso de
software. Su propósito es declarar que el software
cubierto por esta licencia es software libre y protegerlo de intentos de apropiación que restrinjan esas libertades a los usuarios.
El Copyleft ha tenido en España un acogimiento
negativo por parte de los tribunales. Se argumenta
que puede vulnerar los derechos de paternidad,
integridad y modificación de las obras, que son
derechos morales intransmisibles, por lo que la aplicación del Copyleft, que tiene su origen en Estados
Unidos, donde sí que se pueden ceder los derechos
morales, no sería plenamente compatible con nuestra legislación.
Otra cosa distinta son las llamadas licencias Creative Commons, mediante las que el autor escoge qué
grado de protección va a tener su obra y los permisos
que otorga a aquellos que quieran utilizarla, de modo
que del símbolo ©, que significa “tengo los derechos
exclusivos” se pasa a una combinación de símbolos
que otorgan una información más detallada de los
derechos realmente protegibles.
Por último el sistema llamado Coloriuris informa
de la política de derechos de autor que ha establecido el propietario del mismo de un sitio web y de las
obras allí contenidas.
Un último consejo para el autor de la tesis es solicitar el alta en CEDRO a los efectos de una eficaz gestión colectiva de sus derechos e incluso para la gestión voluntaria de los mismos, y como autor de una
obra científica, en ACTA recordándole la necesidad
de, al menos, disponer del Depósito Legal y el ISBN.
18 http://fundacioncopyleft.org/es/10/licencias
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