MUJERES RESPONSABLES DE FAMILIAS MONOPARENTALES MUJERES MONOPARENTALES: FORMACIÓN Y EMPLEO El problema fundamental que tienen que afrontar las mujeres responsables de familias monoparentales en estos ámbitos es la dificultad para compatibilizar la maternidad con la formación profesional y el empleo. Esto radica sobre todo en la falta de ayudas y recursos públicos que hagan posible la conciliación de la maternidad con otros ámbitos de la vida. El rol de género tradicional asignado a las mujeres las sitúa como las cuidadoras naturales de las personas dependientes, en este caso hijos e hijas. Y se asume que, ante la maternidad, son ellas quienes deben hacerse cargo de las criaturas a todos los niveles. Mientras en otros países de la Comunidad Europea ha habido un mayor debate en torno a esta cuestión y se han generado medidas de apoyo para la atención a niños y niñas, en el estado español carecemos prácticamente de ellas. La sociedad sigue funcionando a partir del modelo de familia tradicional (familia nuclear compuesta por una pareja heterosexual con sus hijas e hijos) y con el reparto de tareas en base al género. Si bien la falta de apoyos y recursos genera enormes dificultades a todas las mujeres para poder hacer compatible su maternidad con la vida laboral o con otros ámbitos de la vida, la situación es mucho más compleja para aquellas mujeres cuyas familias no responden al modelo tradicional, y especialmente para las que son responsables de sus criaturas en solitario. Ni el mercado laboral, ni las acciones formativas, son sensibles a las necesidades específicas de estas mujeres. Para poder tener y conservar un empleo, las mujeres a cargo de familias monoparentales deben adaptarse a las condiciones de horario, tipo de jornada, etc. imperantes, sin contar prácticamente con ningún apoyo público para el cuidado de su hijos/as durante ese tiempo. En consecuencia, estas mujeres se enfrentan a enormes dificultades para participar en cursos de formación ocupacional y tienen grandes limitaciones laborales. Conseguir y mantener un empleo es mucho más complicado en estas condiciones, por lo que muchas de ellas terminan en el paro y sufriendo condiciones de gran precariedad económica. Esto les lleva en muchas ocasiones a depender de otras personas, generalmente de sus padres u otros familiares. A la hora de tener un empleo, y dado que el cuidado y atención de sus hijas e hijos depende únicamente de ellas, las mujeres a cargo de familias monoparentales a menudo priorizan aquellos trabajos que les proporcionan los mejores sueldos posibles ajustados a sus necesidades horarias, esto es, en función del horario de las guarderías. Muy frecuentemente, esto se traduce en una pérdida de cualificación profesional. Este panorama provoca estrés y malestar a las mujeres, que a menudo tienen una sensación de fracaso y falta de autoestima que a veces termina derivando en situaciones de depresión. MUJERES MONOPARENTALES: SOCIALES PARTICIPACIÓN, OCIO Y RELACIONES En el ámbito de la participación, así como en el de las relaciones sociales y el ocio, el problema para este colectivo vuelve a ser el mismo: la dificultad para compatibilizar estos ámbitos con la maternidad. Y de nuevo nos encontramos con la falta de ayudas y recursos públicos que faciliten a las mujeres que viven su maternidad en solitario la posibilidad de conciliar este con otros aspectos de sus vidas. A nivel individual, tiempo y dinero son dos recursos escasos y de gran valor para estas mujeres. El tiempo de que disponen para dedicarse a ellas mismas fuera del empleo, del cuidado de las criaturas y del mantenimiento de la casa, es mínimo, a veces prácticamente nulo. Apenas tienen tiempo para dedicar a ocio, salvo cuando este puede llevarse a cabo con sus hijos e hijas, lo cual limita considerablemente las actividades y horarios posibles. Y a menudo se sienten culpables si dedican parte de su tiempo a hacer algo sin incorporar a sus criaturas. Lo mismo pasa con las relaciones sociales, ya que el volumen de trabajo y las limitaciones – horarias, de movimientos, etc.- hace que se dispongan de pocos momentos para estar con personas amigas. Así, suelen priorizar las relaciones con otras madres, personas con criaturas a su cargo con quienes compartir los mismos ritmos y buscar alternativas. Todo esto se ve dificultado por el hecho de que generalmente disponen de pocos recursos económicos para gastar en ocio, lo cual reduce aún más sus posibilidades. Muchas mujeres a cargo de familias monoparentales acaban reduciendo mucho su círculo social y ante las dificultades que hemos planteado, pueden llegar a terminar recluidas en el ámbito doméstico. El teléfono se convierte entonces en un instrumento fundamental de conexión con otra gente. Un gran número de mujeres sufre de soledad y puede padecer fuertes depresiones por este motivo. A nivel colectivo, las mujeres responsables de familias monoparentales en el estado español tienen poca tradición de demanda a las instituciones ante las dificultades que experimentan. La interiorización del rol tradicional como “cuidadoras naturales, y en cierto modo responsables de su situación”, hace que se asuman circunstancias que deberían estar apoyadas a través de recursos y servicios públicos. En consecuencia, existen pocas asociaciones y poca participación de las mujeres a cargo de familias monoparentales como grupo. Por otro lado, en los casos en que sí se han organizado entidades o asociaciones, estas han tenido grandes dificultades para mantenerse, por varios motivos: por la falta de tiempo de las mujeres implicadas, por la falta de recursos económicos que las instituciones dedican a estas entidades, etc. En consecuencia, existe poca presencia de sus necesidades y reivindicaciones en el debate público, donde solo aparecen de vez en cuando algunos de los casos que despiertan más interés mediático –como las madres adolescentes, por ejemplo- que no son ni mucho menos la realidad mayoritaria en el estado español. Existe una gran invisibilidad del colectivo y de los procesos de exclusión que experimentan muchas de estas mujeres, a pesar de que la mayoría de los estudios recientes las presentan como uno de los perfiles más afectados por la pobreza y la exclusión. MUJERES MONOPARENTALES: VIVIENDA En relación a la vivienda, las mujeres responsables de familias monoparentales se enfrentan al problema de la dificultad de acceso a una vivienda digna. La falta de recursos económicos plantea muchos problemas para poder adquirir, tanto de compra como de alquiler, una casa que esté en condiciones adecuadas. Como no existen ayudas públicas en este ámbito, el mercado inmobiliario es quien pone las reglas, dejando a muchas personas fuera de las posibilidades de tener un hogar. Las mujeres a cargo de familias monoparentales sufren esta situación de manera particular. Además de la falta de recursos, se enfrentan a otros problemas a la hora de acceder a una vivienda. Al no pertenecer al modelo de familia estándar, suele ocurrir que inmobiliarias y propietarios actúen en base a prejuicios y desconfíen de ellas, pensando que no ofrecen las garantías de seguridad que, según su opinión, ofrece el modelo tradicional (padre, madre e hijos/as) y poniéndoles más difícil las condiciones de los alquileres. En consecuencia, muchas de estas mujeres viven en casas que están en malas condiciones o que son muy viejas, con los problemas de tensión y salud que eso ocasiona. También es relativamente frecuente el caso de mujeres que viven en casas cedidas (por algún familiar, etc.) Pero muy a menudo, les resulta imposible mantener una vivienda autónoma, y en ese caso lo más usual es que vuelvan a vivir a casa de sus padres. Esto supone a veces un enorme apoyo, pero otras veces también da lugar a roces, chantajes, y situaciones de convivencia complicadas. Otra de las alternativas de vivienda para estas mujeres son las residencias de madres solteras, donde el acceso suele ir condicionado a una denuncia por malos tratos o por abandono. Y a la dificultad de acceso hay que sumar el hecho de que, efectivamente, existen muy pocos recursos para afrontar esta necesidad. MUJERES MONOPARENTALES: SALUD En este ámbito, hemos podido observar que la salud de las mujeres a cargo de familias monoparentales no recibe una atención adecuada. Este problema presenta dos facetas: por un lado, las mujeres no hacen uso de la medicina preventiva, que no se ajusta a sus necesidades específicas. Por otro lado, el rol tradicional de género que define a las mujeres como “cuidadoras de los otros/as”, también afecta a cómo ellas mismas afrontan su propia salud. No existe una atención sanitaria específica para las mujeres, que de respuesta a las necesidades con las que ellas acuden a los servicios sanitarios. Y por otro lado, muchas mujeres a cargo de familias monoparentales han manifestado sus dificultades de comunicación con el personal médico: por la falta de dedicación en tiempo, por el trato distante, por el lenguaje utilizado, etc. Esto genera situaciones de desconfianza por parte de las mujeres hacia los servicios sanitarios. Las consecuencias que esto provoca se ven agravadas por el hecho de que las propias mujeres acuden muy poco a los servicios de salud, y apenas mantienen visitas o llevan a cabo acciones preventivas. Generalmente, estas mujeres dan mucha importancia a la prevención y al cuidado de la salud cuando es la salud de otros/as, y muy especialmente la de sus criaturas, que están perfecta y puntualmente atendidas. Pero no ocurre lo mismo cuando se trata de ellas: su salud no es algo prioritario, y apenas dedican tiempo a cuidarse en ese sentido (visitas preventivas al médico, hacer deporte, etc) Las mujeres responsables de familias monoparentales presentan así a menudo una salud personal desatendida. Como no utilizan los servicios de prevención existentes, hacen un uso excesivo de los servicios de urgencias. Pero en cualquier caso, solo acuden al médico en situaciones muy extremas, cuando ya no queda más remedio porque hay dolor o porque no pueden mantener el ritmo de vida habitual. Lo más característico en lo que se refiere a la salud de este colectivo son las somatizaciones y la precaria salud a nivel emocional y psíquico ya que, como hemos venido diciendo, las difíciles condiciones de vida, la soledad, el sentimiento de culpa, etc. provocan muy a menudo cuadros de baja autoestima, estrés y depresiones. Situaciones que desde los servicios médicos generalmente se atienden medicando a las mujeres, pero no prestando la atención y ofreciendo los apoyos que serían necesarios para tratar de mejorar esas condiciones de salud tan precarias.