www.empirica.do 29 de septiembre de 2014 Teoria de Juegos y Bateadores Glopeados (I de II) Por: Julio G. Andújar Sheker, Ph.D. Director Ejecutivo de Empírica y de la Maestría en Economía de UNIBE [email protected] Datos del Beisbol de Grandes Ligas (MLB) muestran un aumento sin precedentes, durante las últimas tres décadas, en el número de bateadores golpeados por lanzadores rivales. A principios de los años ochenta, el equipo típico de Grandes Ligas era víctima del temido “deadball” una vez cada diez partidos jugados, indudablemente un evento de frecuencia baja. No obstante, las inesperadas consecuencias para el desafortunado bateador de ser golpeado por una bola rápida a más de 90 millas y el impacto que esta acción a menudo tenía en las oportunidades de su equipo, llevó a la MLB a introducir un esquema de multas, suspensiones y expulsiones que permitiría sancionar a los lanzadores agresores. Con esta medida, se esperaba una menor agresividad de los lanzadores y por tanto, una disminución en la frecuencia con que los bateadores rivales eran golpeados. Pero, como dice el conocido profesor de la Universidad de Chicago, Thomas Sowell, al tomar medidas es necesario ver más allá del primer efecto, es preciso pensar “en el segundo nivel”. A lo que el Profesor Sowell se refiere es a la estructura de incentivos y penalidades que se derivan de la medida tomada. Muchas veces esa estructura es tal que los afectados por la medida se comportan de forma opuesta a lo inicialmente esperado. En el caso de las nuevas sanciones impuestas a los lanzadores a principios de los ochenta, inesperadamente inició con esta decisión un aumento sostenido del número de bateadores golpeados. Hoy en día, el equipo típico de Grandes Ligas es víctima del inefable “deadball” una vez casi cada dos partidos jugados, una frecuencia alarmante. Desde la óptica del beisbol, la tendencia alcista en el número de bateadores golpeados ha sido explicada con numerosos argumentos. Desde factores que protegen al bateador, como el casco protector y los cobertores de codos y de barbilla, hasta elementos que reducen la efectividad del picheo, como la ampliación del número de equipos que participan en la MLB o la masificación en el uso de los esteroides, los argumentos para explicar el inesperado “boom” del “deadball” han sido variados. Ninguna de estas explicaciones, sin embargo, toma en cuenta las particularidades estratégicas del “deadball” como un resultado en el juego suma-cero entre lanzador y bateador. Adoptar este punto de vista implicaría que, en ciertas situaciones, es beneficioso para el lanzador golpear al bateador, aun cuando es consciente del daño que podría tener esta acción para el juego, la temporada y porque no, la carrera de la víctima. Evadir esta línea de pensamiento es natural en el ser humano, pues seguirla nos coloca en el dilema ético de señalar una actitud egoísta, inhumana y desprovista de altruismo de alguno de nuestros ídolos. Sin embargo, una vez comenzamos a explorar esta línea de pensamiento, vemos que la decisión del lanzador o de su dirigente de golpear a un bateador contrario es un episodio más del famoso Dilema del Prisionero del matemático canadiense, Al Tucker. La historia es como sigue. Atrapados por la policía y acusados de robar un banco, dos cómplices son interrogados en cuartos separados. Están incomunicados y su futuro depende de que cedan o no a las presiones de sus interrogadores. La sentencia por el robo del banco es de unos 10 años de cárcel. No obstante, se le ofrece al acusado la posibilidad de confesar, en cuyo caso su sentencia de cárcel puede ser reducida a 2 años si su compañero calla o a 5 años, si su compañero también confiesa. Si nadie confiesa, ambos salen libres por falta de pruebas. El Dilema del Prisionero es Confesar o No Confesar. El resultado común, si el juego se juega una sola vez, es que ambos confiesan. Por no poder comunicarse, los cómplices terminan traicionándose y pagando una pena mayor que si hubiesen callado. Pero, ¿Qué tiene que ver esto con el “deadball” y el juego lanzador-bateador? La respuesta es que el “deadball” es el resultado de un Dilema del Prisionero repetido varias veces. Desde que la MLB adoptó políticas más agresivas de sanciones contra los lanzadores que golpean a los bateadores rivales, los equipos generalizaron una de las famosas reglas no escritas del beisbol. Si golpeas a mi compañero, buscaré venganza golpeando al tuyo. En economía, esta es la estrategia más escogida por los jugadores de un Dilema del Prisionero repetido, la famosa “ojo por ojo” o estrategia de gatillo. La estrategia se resume de la siguiente forma: “cooperar si mi rival ha cooperado en su última jugada, o traicionar si mi rival ha traicionado en su anterior movimiento”. Drinen y Bradbury (2006), estudiando una muestra de 130,000 juegos de Grandes Ligas, muestran que un “deadball” trae una retaliación del equipo contrario en un 15% de los casos. Llama más la atención que el fenómeno de la venganza es más pronunciado en la Liga Americana que en la Liga Nacional. Las razones por las que esto ocurre, desde un prisma económico, serán el tema de la segunda parte de este artículo. Referencias Bradbury, John Charles, and Douglas Drinen. "Research Notes: The Designated Hitter, Moral Hazard, and Hit Batters New Evidence From Game-Level Data." Journal of Sports Economics 7.3 (2006): 319-329. Bradbury, John Charles; Drinen, Douglas J. (2007). Crime and Punishment in Major League Baseball: The Case of the Designated Hitter and Hit Batters Economic Inquiry. Princeton University Press. Dixit, A., & Nalebuff, B. (2008). The Art of Strategy. New York: WW. Thomas Sowell (2004). Applied Economics: Thinking Beyond Stage One. Basic Books. Library of Congress. www.empirica.do