Sullà Impresionismo, expresionismo, expresionismo urbano, arte figurativo, arte abstracto, todo esto es una especie de literatura creada por críticos, tratadistas, algunos profesores de historia del arte, a fin de encuadrar a los pintores actuales, aunque a la postre no venga a decirnos demasiado, sobre todo a quienes lo que nos gusta es ver un cuadro en la pared, que destaque por su dibujo y por su color, que nos diga alguna cosa, en suma que no nos deje indiferentes. Y eso es lo que pasa con la obra de Sullá, un joven pintor ilerdense que desde hace unos años se ha abierto camino despejado en cuanto al arte. Sullà es un artista triunfado desde poco después de salir de la Escuela del Círculo de Bellas Artes de su ciudad natal, un pintor que podría ser enmarcado, junto a sus obras, en la tendencia última y vigente del impresionismo, el denominado vitalismo impresionista, aunque en realidad es para nosotros un paisajista de los verdaderos, tanto en el paisaje rural como en el urbano, aunque él prefiere o se encuentra más a gusto en calles y plazas que en plena naturaleza. Dicen quienes le conocen bien, prácticamente desde sus principios, que es un hombre de mirada hacia su interior primero, y una vez hechos sus raciocinios, vuelta hacia lo exterior, para interpretar su visión de lo que ve su ojo y le dicta su vitalidad, su arte y su paleta. Esta vitalidad de que hablamos queda patente en esos pequeños pueblos y en esos campos abiertos, en los que sus contundentes pinceles, sus trazos largos y sus colores fuertes y definidos nos hacen comprender hasta donde puede llegar su maestría y su técnica, algo necesario, y el artista domina. Pero esto no es lo esencial en sus obras, ya que existen otras muchas razones que se imponen: el ya citado vitalismo, su intuición, el vivo cromatismo, como en esas vibrantes puestas de sol o en esos cielos azules muy marcados. La luz es fundamental en los paisajes urbanos de Tarragona y del puerto, o en los de los pueblos del interior de Lleida, en las murallas de Montblanc o en las furiosas puestas de sol. Hay quien ha dicho de Sullà que sus paisajes están captados desde el interior del propio artista, que primero se sumerge en ellos, elimina luego lo superfluo, se que-da en la esencia y, entonces, solo en ese momento, decide pincelada y color. Colores verdaderos, dibujo esbozado, figuración sin exageraciones, personalidad y apertura al exterior, pudieran ser notas de un joven que lleva un camino abonado para el éxito. PEDRO J. ORTEGA Lleida - Óleo (100x81) Reflexes - Óleo (22x 22) Puerto en ocres - Óleo (27x22) Fruita - Óleo (60x 30) Horizontes en grises II - Óleo (100x 100)