LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA DE 1940 A 1970 En el terreno económico, la agricultura, que había permanecido prácticamente estancada desde finales del porfiriato, cobra un impulso importante. La superficie cultivada creció de 15 a 24 millones de hectáreas entre 1930 y 1960. Producto de esta expansión y de las mejoras tecnológicas, México fue autosuficiente en granos básicos hasta mediados de los sesentas. En este mismo periodo la industria reporta también un avance significativo. A partir de 1936, el valor de las manufacturas subió a un ritmo anual del 8%. La industria de la construcción y la electricidad también incrementó su valor. Estos factores hicieron posible que la economía mexicana creciera a una tasa superior al 6% anual, crecimiento por arriba del promedio de los países latinoamericanos, entre ellos Brasil, Argentina y Venezuela. Pero los beneficios de esta riqueza no se distribuyeron de manera equitativa entre la población. En los sesentas, según nos recuerda don Daniel Cosío Villegas, el 10% de la familias más privilegiadas se apropiaba de casi la mitad del ingreso nacional, mientras que el 40% de las familias más pobres apenas tenía acceso al 14% del mismo. Este desequilibrio también se presentaba entre las distintas regiones del país. Había estados de la República que progresaban económicamente (Nuevo León, Puebla y Jalisco, por ejemplo), mientras otros permanecían estancados (Oaxaca, Chiapas, Guerrero, por ejemplo). Al interior de estos estados también existían zonas más depauperadas que otras. El caso más claro del desequilibrio regional era el del Distrito Federal, que con el territorio más pequeño del país estaba habitado por más del doble del estado más poblado y el presupuesto de egresos del Departamento del Distrito Federal era dieciocho veces mayor que el de Nuevo León, el estado más rico. A continuación señalaremos de manera más detallada algunos de los cambios registrados en el país. Dividimos este periodo en tres momentos, el primero, de 1940 a 1952, comprende los regímenes de los presidentes Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán. El segundo, de 1952 a 1964, comprende el ejercicio presidencial de Adolfo Ruiz Cortinez y Adolfo López Mateos. El tercero y último de 1964 a 1970, corresponde al periodo presidencial de Gustavo Díaz Ordaz. Unidad Nacional En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, México se enfrentó a problemas de condicionamiento externo; en estas circunstancias, el presidente Manuel Ávila Camacho aprovechó esta situación internacional para presentar una política que bus370 CIENCIAS SOCIALES caba la Unidad Nacional; pretendió redefinir las bases del sistema político mexicano. Ávila Camacho recibió un país dividido, tanto por el apoyo como por las reacciones en contra de las políticas aplicadas por el presidente Cárdenas. Parte de la derecha simpatizaba con el candidato perdedor de la presidencia, Juan Andreu Almazán y pensaba que los males provenían de los sectores de extrema izquierda: socialistas y comunistas. A causa de la presión externa de los sectores se modeló lo que sería la política mexicana de los siguientes sexenios: la búsqueda del equilibrio y la armonía. Debido a ello no hubo enfrentamientos entre los sectores obrero y capitalista como los ocurridos en gobiernos anteriores. Gran parte de este sexenio coincide con el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial; durante ella, México logró aumentar el ahorro interno debido a los capitales europeos que se refugiaron en nuestro país y el aprovechamiento de los mercados abandonados por los norteamericanos, que se orientaron a la guerra. Cambios en el sistema político Entre 1946 y 1947 el partido en el poder: partido de la Revolución Mexicana (PRM) cambia de nombre y se transforma en el actual Partido Revolucionario Institucional (PRI). La vieja generación de militares políticos decayó en este periodo, dando paso a una nueva: la de los políticos con una visión nueva de la problemática de la nación. El gobierno de Miguel Alemán se caracterizó por un elevado incremento del capitalismo en la economía nacional; el ahorro que hubo en el periodo avilacamachista fue orientado a fortalecer el proceso de industrialización y a la formación de una infraestructura básica (electrificación, carreteras, etc.). El proceso de industrialización fue fortalecido con una serie de estímulos a los empresarios: créditos con bajas tasas de interés, exensión de impuestos y, de manera significativa, la reducción del salario real de los obreros. Estas políticas hicieron que, a la mitad de la década de 1940, la fisonomía mexicana se iba transformando de una nación con carácter puramente agrícola a un país en franco crecimiento industrial. 371