Discóbolo de Mirón 1.-Identificación de la obra: Obra realizada por Mirón, escultor griego nacido en Eleutera que trabajó principalmente el bronce. Se trata de una escultura exenta, que representa el discóbolo, un atleta en el momento justo antes de lanzar un disco. 2.-Análisis formal de la obra: El material usado en la escultura es el mármol. Originariamente era de bronce. Esta copia romana en mármol en tiempos estaba policromada. Tiene una altura de 153 centímetros. Mirón representa el cuerpo en el momento de su máxima tensión; ese esfuerzo no se refleja sin embargo en el rostro, que muestra solo una tenue concentración. La torsión del cuerpo, es vigorosa, pero al mismo tiempo armoniosa y delicada. Todo el cuerpo está echado hacia delante, para producir con el balanceo posterior el impulso necesario para poder lanzar el disco. Como casi todas las esculturas griegas, actualmente no subsiste el ejemplar original, seguramente realizado en bronce, y la obra se conoce por múltiples copias en mármol talladas en época romana. De entre estas copias que han sobrevivido una de las más famosas es la primera en ser descubierta en la época moderna, en la Villa Palombara propiedad de la familia Massimo, en 1781. Esta copia es conocida como Lancelotti. Actualmente se encuentra en el Museo Nazionale Romano de Roma. Otra copia notable fue descubierta en 1790, y procede de la Villa Adriana de Tívoli. Esta escultura es propiedad del Museo británico desde 1805, en donde se encuentra a la vista del público. 3.-Tratamiento de la figura. No se trata de una obra realista. Intenta sobre todo expresar la sensación de movimiento, más que l aposición rea que adoptan los lanzadores de disco. Escoge el momento de máxima tensión cuando el disco está a punto de ser lanzado En la composición predomina la diagonal. Hay dos curvas formadas una por los brazos y otra de la cabeza a los pies; una línea en zig-zag parte del disco y acaba en el pie izquierdo. Rompe así con la armonía estática y la rigidez arcaica. 4.-Análisis iconográfico y sociológico: En la segunda mitad del siglo V a. C. bajo el mandato de Pericles, Atenas se hallaba en el apogeo de su gloria. Es el momento de reconstrucción de la Acrópolis, el mayor proyecto en que se embarcó el arte griego, y el panorama artístico está e plena ebullición. Allí tres escultores fundamentales ponen la base de toda la estatuaria clásica: Mirón, Fidias y Policleto. El broncista Mirón tiene muchas obras atribuidas por la historiografía pero, sin duda, entre todas ellas destaca El Discóbolo, un atleta lanzador de disco representado en el mismo momento de lanzamiento. La obra pertenece al Clasicismo severo griego. Como ya hemos indicado representa a un joven en su máxima plenitud física. La escultura estaba colocada en la vía pública para que el pueblo pudiera observar su belleza. Es una escultura donde se pierde en gran medida el frontalismo, de las esculturas anteriores. Esta forma de representar al hombre, es absolutamente nueva, puesto que la figura se puede admirar desde diferentes puntos de vista. La anatomía se trata con bastante acierto, pero la musculatura es aún excesivamente plana. Las facciones son poco expresivas Asombró a sus contemporáneos por la postura atrevida de un cuerpo en torsión. Los críticos antiguos dicen de Mirón que, aunque tuvo un éxito admirable al dar vida y movimiento a sus figuras, no logró presentar las emociones de la mente. Esto concuerda con la evidencia existente, hasta cierto punto, aunque no perfectamente. Los cuerpos de sus hombres son de mucha mayor excelencia que sus cabezas. La cara de Marsias es casi una máscara; pero de la actitud conseguimos una impresión vívida de las pasiones que le dominan. La cara del Discóbolo está calmada y tranquila; pero todos los músculos de su cuerpo se concentran en el esfuerzo. Sin renunciar a algunas de las características esenciales de la escultura del periodo arcaico, su Discóbolo es una obra plenamente clásica. Y aunque supuso un avance decisivo en el estudio del movimiento, de la tensión muscular y de la integración de la figura en el espacio no captó el aspecto emocional y los detalles de un rostro expresivo. Por ello la cabeza conserva reminiscencias de la movilidad del estilo anterior, la sonrisa se parece todavía a la expresión arcaica. Un número considerable de otras obras existentes se adscribieron a la escuela o la influencia de Mirón, por Adolf Furtwängler. Estas atribuciones no han superado la prueba del tiempo.