¿Dónde se encuentra el límitede la responsabilidad empresarial?

Anuncio
> JURISPRUDENCIA
COMENTE ESTE
ARTÍCULO EN
www.riesgos-laborales.com
FICHA TÉCNICA
Autor: TOSCANI GIMÉNEZ, Daniel.
Título: ¿Dónde se encuentra el límite
de la responsabilidad empresarial?
Resumen: El deber empresarial establece que el empresario tiene que proteger
eficazmente al trabajador para garantizar
la seguridad y salud en todos los aspectos relacionados con el trabajo, así lo
recoge el artículo 14 de la LPRL. A estos
efectos, esta figura realizará la prevención de los riesgos laborales mediante
la integración de la actividad preventiva
en la empresa y deberá adoptar las medidas necesarias para garantizar esa
protección y establecer la obligación de
cumplir con las la normativa que existe
referente al tema. De este modo algunas sentencias estiman que habría así
un deber genérico de seguridad en el
artículo anteriormente citado, y que no
bastaría solo con cumplir lo puramente
legal, sino que el empresario estaría
obligado a adoptar cuantas medidas
fuesen necesarias, se encuentren o no
contempladas en una norma concreta.
Descriptores:
• Jurisprudencia
• Gestión de la prevención
• Seguridad en el trabajo
¿Dónde se encuentra el
límite de la responsabilidad
empresarial?
Resulta complejo definir hasta dónde llega límite de la responsabilidad
del empresario respeto a la seguridad y salud de los trabajadores. La ley
establece la obligación de cumplir la normativa sobre prevención de riesgos laborales. Sin embargo, varias sentencias declaran que el deber por
parte de esta figura se encuentra más allá de lo puramente legal, interpretación la cual deja en el aire numerosos interrogantes.
Autor: Daniel Toscani Giménez, Profesor TU Universidad de Valencia
LOCALIZADOR EN EL BUSCADOR DE LA
WEB: DT0000180431
38 •
Gestión Práctica de
Riesgos Laborales
Nº 92 • Abril de 2012
E
l art 14 de la LPRL, establece el deber
empresarial de dar protección eficaz al
trabajador para garantizar la seguridad y
salud en todos los aspectos relacionados con el trabajo. A estos efectos el empresario
realizará la prevención de los riesgos laborales mediante la integración de la actividad preventiva en
la empresa y adopción de cuantas medidas sean
necesarias para la protección de la seguridad y
salud de los trabajadores. Por su parte, el apartado
tercero del mismo artículo, establece, asimismo, la
obligación empresarial de cumplir las obligaciones
establecidas en la normativa sobre prevención de
riesgos laborales.
De este modo algunas sentencias estiman que
habría así un deber genérico de seguridad en este
artículo y luego una prescripción, por separado,
del deber de cumplir la normativa de prevención.
Nº 92 • Abril de 2012
De esta forma, no bastaría sólo con cumplir dicha
normativa, sino que el empresario estaría obligado
a adoptar cuantas medidas sean necesarias, estén o
no contempladas en una norma concreta. En consecuencia, si eso es así, a continuación nos debemos
pregunta cuáles son los límites de ese deber. Esto
es, si no están en el cumplimiento escrupuloso de
la normativa, ¿cuál sería exactamente el comportamiento que se le exigiría a la empresa para eximirse
de responsabilidad ante al acontecimiento de un
accidente en sus instalaciones?
Al respecto, podemos encontrar sentencias
que declaran, con base a ese deber genérico de
protección, que el legislador lo estructura como
una obligación incondicionada e ilimitada. De tal
forma que siempre se le podría haber exigido
algo más a la empresa, un plus de protección
que no habría llevado a cabo y por lo tanto, la
http://riesgoslaborales.wke.es/b626962
responsabilidad empresarial, en dichos términos
se convierte en objetiva o de resultados. Esto es,
por el mero hecho de producirse un accidente,
incumple esa obligación la empresa y entra en
juego su responsabilidad
Así, en supuesto de dos trabajadores de la
construcción que se encuentran habilitando o
reformando una fachada. Han recibido toda la
información y formación preceptiva. Se encuentran trabajando sobre un andamio que cumple
todos los requisitos reglamentarios. Disponen de
todos los medios de protección individual, cascos,
arneses, etc. y colectivos, redes de seguridad, etc.
Sin embargo, en un momento dado se derrumba
la propia fachada, cayendo los trabajadores en
las redes de seguridad, pero falleciendo porque
los escombros de la fachada les caen encima.
Gestión Práctica de
Riesgos Laborales • 39
> JURISPRUDENCIA
En primer lugar, para determinar dicho interrogante
y no inducir a confusiones, a mi juicio, es necesario
diferenciar entre la responsabilidad por accidente de
trabajo del sistema de Seguridad Social, cuyo origen
está, evidente, en el riesgo profesional y no en ningún
principio de responsabilidad culposa del empresario.
Esto es, aun cuando el empresario hubiera cumplido
escrupulosamente todas las obligaciones que establece
la normativa de prevención de riesgos laborales y siempre que no exista una imprudencia temeraria por parte
del trabajador, el accidente se calificará como laboral
o profesional. Cabe recordar que, incluso existiendo
imprudencia temeraria, no deja de abonarle una prestación al trabajador la Seguridad Social, sino que, siempre
que reúna los requisitos de tiempo mínimo cotizado,
también tendrá derecho a una prestación, sólo que será
por contingencias comunes y así de inferior cuantía. De
este modo, se puede hablar de una responsabilidad
objetiva, pero únicamente para el sistema público de
la Seguridad Social, que siempre deberá abonar una
prestación al trabajador si éste reúne los requisitos de
la misma, por el sólo hecho de ser trabajador y haber
sufrido un accidente; pero no para el empresario.
A mi juicio, al empresario no se le puede exigir
responsabilidad por el sólo hecho de que efectivamente se materialice un accidente en su empresa.
Para poder articularse otro tipo de responsabilidades, por parte del empresario, como recargos de las
prestaciones de la seguridad social, indemnizaciones,
civil, penal, etc; es necesario que concurra la culpa
del empresario en la causa del accidente.
A) DEBER DE MEDIOS NO DE RESULTADO:
CONDUCTA DILIGENTE
De este modo, es fácilmente constatable, que el
deber de protección del empresario se transforma en
una obligación de medios, no de resultado, no objetiva.
Esto es, aun cuando se produzca una lesión de un
trabajador se puede haber actuado de forma diligente
si se hubieran adoptado todas las medidas posibles de
prevención. Por ello mismo, pero en sentido contrario,
al ser una obligación de medios y no de resultado, se
puede incumplir dicha conducta diligente cuando el
empresario no haya habilitado los medios de protección
necesarios y se crea un peligro para la seguridad y salud
de los trabajadores, aun cuando no haya un resultado
lesivo concreto, esto es, aun cuando no se haya producido un accidente o enfermedad. Existiendo incluso, en
tal supuesto, como se sabe, de ser el incumplimiento lo
suficientemente grave y culpable, un delito por riesgo
para la salud y seguridad de los trabajadores, aun cuando
estos no hayan sufrido una lesión en su integridad física.
40 •
Gestión Práctica de
Riesgos Laborales
Sin embargo, tal conclusión nos lleva inexorablemente a plantearnos otro interrogante a continuación.
Esto es, ¿desde qué parámetros debe valorarse esa
conducta diligente?
A estos efectos, cabe recordar ahora que la propia
Ley distingue entre riesgos que se pueden evitar y
riesgos inevitables (art. 15). En cuanto a los primeros
únicamente cabe la detección y eliminación en origen
o en raíz del riesgo laboral presente en el puesto de
trabajo. La viabilidad de los medios para evitar los
riesgos laborales se debe medir siempre desde la
perspectiva del estado de la tecnología. Esto es la
adopción de las medidas más seguras desde el punto
de vista técnico en cada momento. No se puede medir
desde la óptica financiera. Es decir, no se pueden
subordinar o condicionar la adopción de medidas
preventivas a razones puramente económicas.
En cuanto a los segundos, los riesgos inevitables.
El empresario debe entrar a evaluarlos y en función
de los resultados planificar las actuaciones preventivas
correspondientes que garanticen el mayor nivel de
protección posible. De nuevo subordinado al estado
de la tecnología en cada momento no condicionado
a decisiones económicas. De tal forma que no existan
alternativas más seguras. De lo contrario, aun cuando
supongan una inversión financiera mayor o superior,
existirá el deber de adoptarlas.
De este modo, lo que busca la Ley es un comportamiento diligente por parte del empresario que, en
primer lugar, debe suprimir todos los riesgos que sean
susceptibles de eliminación y, en segundo lugar, debe
emplear todos los medios existentes según el estado
actual de la tecnología para mitigar los riesgos que no
se hayan podido eliminar de raíz. Con lo cual dicha
conducta diligente consiste en alcanzar el máximo
nivel de seguridad posible de forma permanente, no
el mínimo reglamentariamente exigible.
Así, sería también un deber de contenido dinámico y variable, teniendo en cuenta los cambios
en la técnica, las condiciones de trabajo y de las
circunstancias en que se ejecutan el trabajo,
B) NECESARIO NEXO CAUSAL ENTRE LA
OMISIÓN DE MEDIDAS PREVENTIVAS Y EL
ACCIDENTE
Ahora bien, en la práctica, la jurisprudencia acota
o limita ese deber genérico de seguridad, estableciendo que a de valorarse de conformidad a criterios de
razonabilidad, según máximas de diligencia ordinaria,
exigibles a un empresario normal. Así, de producirse el
resultado lesivo para la salud del trabajador, esa misma
jurisprudencia exige que exista necesariamente un
nexo de causalidad entre la omisión de medidas de
prevención y el accidente. De lo contrario, se podrá
sancionar, de forma independiente el incumplimiento
de las medidas de prevención, pero dicha omisión
no conllevará la correspondiente responsabilidad
empresarial por el acaecimiento del accidente.
Así, por ejemplo:
No haber facilitado arnés para trabajo en alturas
y se cae del andamio el trabajador.
No haber facilitado casco y se golpea en la cabeza
el trabajador, etc.
No en cambio:
El hecho de no haber realizado el preceptivo
reconocimiento médico y que el trabajador se
caiga de un andamio, etc.
De nuevo, sin embargo, la exigencia de este
nexo causal entre omisión y accidente, nos lleva a
preguntarnos si ese necesaria causa-efecto debe
ser directo o puede, por el contrario, ser indirecto
o remoto.
A tales efectos, hay sentencias que exigen que
la omisión de medidas de prevención debe consistir
en el incumplimiento de una norma específica o
una medida concreta de prevención, encaminada
precisamente a evitar el riesgo que se actualiza y
produce finalmente el accidente.
a) Omisión del plan de prevención
No obstante, a efectos de la aplicación de esta
exigencia, es especialmente significativo el tratamiento
que deba recibir el hecho de no haber llevado a
cabo la detección y evaluación inicial de los riesgos,
así como el plan de prevención correspondiente en
aplicación de tal evaluación. A mi modo de ver, es
evidente que si no se realiza la evaluación de riesgos
inicial o las sucesivas o no se hace de forma correcta,
como se ha visto, detectando los riesgos existentes
que no se pueden eliminar; cualquier accidente
que acaezca en lo sucesivo traerá su causa de ese
incumplimiento empresarial, existiendo entonces el
necesario nexo causal para que entre en juego la
responsabilidad del empresario respecto del accidente
de trabajo. Es cierto que en tales caos no se ha incumplido una norma específica o una medida concreta
de prevención encaminada a evitar el riesgo, sino un
Nº 92 • Abril de 2012
El empresario responderá ante la conducta del trabajador pese a que éste haya cometido distracciones o imprudencias, debidos a excesos de confianza. Únicamente le eximirá de responsabilidad respecto del accidente las conductas dolosas o aquellas otras en las cuales concurra una imprudencia temeraria del trabajador.
deber general de prevención y evaluación de daños.
Sin embargo, a mi entender, no es menos cierto que
precisamente por la falta de llevar a cabo dicho deber
general de evaluación, no se ha detectado el riesgo,
lo que comporta que no se hubiera concretado que
medida debió ser adoptada para evitar el accidente. En
contra, sin embargo, podemos encontrar sentencias
que mantienen la no responsabilidad de la empresa
en tales supuestos.
Así, por ejemplo:
cuando la empresa hubiera incumplido la obligación
de evaluar los riesgos del puesto de trabajo, los trabajadores, por su antigüedad y/o profesionalidad debían
conocer el funcionamiento y los riesgos inherentes
al desempeño de sus concretas funciones. De tal
forma que el deber genérico de no llevar a cabo la
evaluación puede ser sancionado de forma independiente, pero no puede ser considerado como la
causa del accidente, entrando en juego la institución
de recargo de prestaciones y las responsabilidades
civiles y penales.
En un centro de educación especial, donde el
empresario no había llevado a cabo la evaluación
de riesgos, una profesora sufre una agresión por
un alumno oligofrénico.
En este caso, se trataba de un trabajador que
levantaba con una frecuencia elevadísima, a lo
largo de su jornada laboral, objetos muy pesados
y finalmente, sufre una hernia discal.
La sentencia argumenta que lo esencial para
que entre en juego la responsabilidad de la empresa
es en todo caso la omisión de medidas preventivas
específicas de las que se deriven el accidente. No el
simple hecho de haber incumplido un deber general
de prevención de evaluación, máxime cuando no se
ha concretado qué medida debió ser adoptada para
evitar la agresión. Otras sentencias que mantienen la
misma solución, la basan en el hecho de que, aun
Sin embargo, a mi modo de ver, es evidente que,
en ambos casos resultaba previsible la posibilidad
del daño, por las condiciones de trabajo y, por lo
tanto, que tales circunstancias previsibles hubieran
podido ser constatadas y contrarrestadas con una
eficaz evaluación de los riesgos.
Nº 92 • Abril de 2012
En consecuencia, la doctrina descrita sólo puede ser
objeto de una durísima crítica, pues, en última instancia,
http://riesgoslaborales.wke.es/b626962
dejaría el cumplimiento de todas las obligaciones que
para el empresario surgen de la normativa de prevención
de riesgos laborales en sus propias manos. A nadie se le
puede escapar que la obligación de evaluar los riesgos
que no se puedan evitar, no es una medida preventiva específica independiente de cualquier otra cuyo
incumplimiento únicamente generará riesgos puntuales
y específicos. De tal modo que sólo se pudiera hablar
de responsabilidad cuando esos riesgos puntuales o
específicos hayan sido la causa de un accidente. Como
puede ser no llevar un calzado protector reglamentario,
porque existe un riesgo de caída de objetos pesados
sobre los pies. No obstante, si el trabajador no lleva el
calzado y se corta un dedo con una sierra, a pesar de
poder sancionar a la empresa, de forma independiente,
por no asegurar que los trabajadores lleven el calzado
reglamentario, no se podrá decir que tal incumplimiento
haya sido la causa de la amputación del dedo. Sólo
si el trabajador sufre una fractura de pie porque se le
cae un objeto pesado sobre el mismo y no llevaba el
calzado, existirá el correspondiente nexo causal y se le
podrá reclamar responsabilidades por el accidente al
empresario. No obstante, esto no ocurre con la obligación de evaluar que no es un deber que se agota
en sí mismo, sino sobre todo y principalmente la vía
o la herramienta imprescindible para poder aplicar las
Gestión Práctica de
Riesgos Laborales • 41
> JURISPRUDENCIA
demás obligaciones que se establecen en la LPRL. De
lo contrario, siempre que no se llevará a cabo la obligación genérica de evaluar, no se pondrían de manifiesto
los riesgos existentes en el puesto de trabajo y así no
se sabría que medidas preventivas específicas habría
que tomar y, evidentemente nunca se incumpliría una
normativa específica y nunca habría responsabilidad
empresarial por los accidentes. Sólo sanciones mucho
más leves por el incumplimiento del deber de evaluar.
Pero como hemos dicho, esto equivaldría a dejar en
manos de los propios empresarios el cumplimiento
de las obligaciones que emanan de la normativa de
prevención de riesgos laborales.
apreciar en una razonable inspección de la zona que el
primer tubo estuviera enganchado al otro. De tal forma
que concluye que el método o la técnica de trabajo no
era inadecuada, sino lógica y razonable y no es previsible
que se hubiera seguido otra de haberse llevada a cabo
la evaluación y el plan correspondiente.
Algunas sentencias, adoptan una postura ecléctica,
es decir, una solución intermedia o a medio camino,
entre los dos extremos anteriores. Así, establecen que
aun cuando no se hubiera llevado a cabo la evaluación de riesgos o el plan de prevención y acaece un
accidente, la empresa no incurrirá en responsabilidad
directa por el mismo si el método de trabajo seguido
era el adecuado. Esto es, sólo si de haberse realizado
la evaluación y el plan correspondiente, se podría haber
previsto los riesgos concretos y haber llevado a cabo
otro método de trabajo que hubiera evitado el accidente
entrará en juego la responsabilidad empresarial por el
mismo. De lo contrario, de nuevo, sólo se podrá sancionar el incumplimiento del deber general de evaluar,
pero no achacar al mismo la consecuencia del accidente.
Trabajador de medio ambiente que trabaja limpiando los bosques y sufre un accidente al resbalar
sobre unas heces animales
En este sentido, la sentencia contempla un supuesto en el cual un trabajador debe cortar dos
tubos de vapor que sobresalían del techo de un
pabellón de la empresa y retirarlos. Para ello sube
a una pasarela con barandillas que unía dicho
pabellón con otro, también de la empresa y una
vez cortado el primer tubo procede a retirarlo,
estirando de él. Sin embargo, al desprenderse
el primero, se desprendió también el segundo,
al resultar que el primero estaba enganchado
con el segundo por su parte superior, entre el
revestimiento de calorifugado. En consecuencia,
el segundo cayó encima del trabajado dándole
un fuerte golpe sobre la pasarela.
El Tribunal argumenta que, aun cuando una evaluación y un plan pudieran haber previsto la utilización
de grúas articuladas o tijeras o la exigencia de haber
estibado el tubo por su parte superior antes de cortarlo.
En cualquier caso el trabajador tendría que haber subido
a las mismas para cortar el tubo y no parece razonable
que un plan de evaluación hubiera previsto la opción
de trabajar desde grúas, existiendo ya una pasarela fija
y estable con barandillas desde la cual se podía realizar
la operación. También hace difícil pensar que se pudiera
42 •
Gestión Práctica de
Riesgos Laborales
C) LOS SUCESOS FORTUITOS
Además queda excluido la responsabilidad empresarial cuando la producción del evento acontece
de manera fortuita o imprevisible.
Así, por ejemplo:
No en cambio:
Trabajador que resbala sobre un líquido que accidentalmente otro trabajador había vertido en
el suelo de la empresa.
Ni trabajador que se quema por la manipulación
de sustancias peligrosas, concretamente, sosa
cáustica, pese haber recibido la información y
formación preceptiva, así como equipos de protección individual, guantes, gafas, mascarilla, etc.,
puesto que uno de los sacos de sosa estaba roto.
Sí el técnico encargado de reparar una línea telefónica, para lo cual era necesario subirse a un
poste a una altura de seis metros. A tales efectos,
apoyó una escalera de mano que llevaba en el
poste y se subió hasta una altura aproximada
de seis metros, procediendo a fijar en el poste
un cinturón de seguridad, tras lo cual comenzó
el cambio de acometida. Cuando se encontraba
tensando la acometida, el poste se partió por su
base y cayó con él, atrapándole el poste, en su
caída, la pierna derecha que quedó fracturada.
No, en cambio, en otro supuesto similar, porque
queda comprobado que el poste se rompe porque
se encontraba en mal estado de mantenimiento.
D) LA CONDUCTA DEL TRABAJADOR
Sin embargo, pese a no ser un deber objetivo
en cuanto a resultados, como hemos visto, sí lo es, al
menos en parte, en cuanto a conducta del trabajador.
Puesto que el empresario responderá pese a que el
trabajador haya cometido distracciones o imprudencias
simples. Esto es, el empresario tiene que contar con
los descuidos ocasionales o puntuales de sus trabajadores, debidos a excesos de confianza. Únicamente
le eximirá de responsabilidad respecto del accidente
las conductas dolosas o aquellas otras en las cuales
concurra una imprudencia temeraria del trabajador.
El dolo implica que el trabajador con su conducta
en el trabajo busca deliberadamente el resultado,
esto es la lesión corporal. Evidentemente se trataría
de supuestos más bien extremos de autolesiones
llevadas a cabo por el trabajador, con la finalidad de
conseguir una prestación económica de la Seguridad
Social. Dentro de este contexto, el supuesto más
conflictivo, sin duda, es el del suicidio del trabajador.
Obviamente, en última instancia es la auto-lesión
por excelencia, causándose el trabajador su propia
muerte, en principio, de forma voluntaria. Ahora bien,
los Tribunales admiten la calificación de accidente de
trabajo de la muerte por suicidio, siempre y cuando
no se cause de manera consciente y voluntaria, sino
como consecuencia de trastornos mentales causados
o que tengan conexión con el desempeño del trabajo.
Así, por ejemplo, una grave depresión causada por
un supuesto de acoso psicológico o sexual en el
trabajo, que aboca en el suicidio del trabajador, etc.
En la imprudencia temeraria, por el contrario, el
trabajador no busca directamente con su conducta
el resultado, esto es el accidente, como ocurre en
el supuesto de dolo. Sin embargo, asume y es consciente que con su comportamiento hay una muy
alta probabilidad de que ocurra o se produzca un
accidente. Así, por ejemplo, trabajar con grados de
alcoholemia muy elevados que afectan visiblemente
la capacidad del trabajador, saltarse un semáforo en
una avenida principal de una ciudad en hora punta
y a una velocidad muy elevada, etc.
En este sentido, se estima imprudencia temeraria:
Una empresa dedicada a la fabricación de tableros
de madera para lo cual se emplea una máquina
decortezadora, que dispone de una pasarela
protegida a lo largo de todo su recorrido para
evitar el acceso. Al ser frecuentes los atranques
y atascos de troncos en la máquina, se habilita
una plataforma segura en la parte superior de la
máquina, desde donde se debían emplear pértigas
para desplazar los atascos producidos por los
troncos. El trabajador, tras haberse producido un
atasco y haber permanecido durante dos horas
intentando desatrancar el mismo con una pértiga,
perdió la paciencia y decidió saltar por encima de
las barandillas que delimitaban la maquinaria y
trepar por la estructura mecánica hasta situarse
por debajo de una de las cintas transportadoras,
donde se había producido el atasco. Sin embargo, queda atrapado en los rodillos de la cinta,
produciéndose en el instante la muerte.
Nº 92 • Abril de 2012
Podemos encontrar sentencias que mantienen la no responsabilidad de la empresa, como, por ejemplo, en el caso de un centro de educación especial, donde
el empresario no había llevado a cabo la evaluación de riesgos, y una profesora sufrió una agresión por un alumno oligofrénico.
También en el supuesto de trabajador que conduciendo una carretilla elevadora y mientras descendía una rampa, en un momento dado, las ruedas
laterales izquierdas se salieron de la rampa en su
lado izquierdo, que era abierto, produciéndose el
vuelco de la carretilla, sufriendo la fractura de su
pie izquierdo que quedó atrapado entre la carretilla
y el suelo. La carretilla que conducía el actor en
la fecha del accidente, disponía de cinturón de
seguridad en el asiento, no llevándolo puesto el
trabajador en ese momento. Además, pocos días
antes del incidente el responsable de seguridad
de la empresa le había llamado la atención, tanto
por el hecho de no llevar puesto el cinturón, como
por su forma de conducir agresiva y a excesiva
velocidad. El mismo día, del accidente y pocos
segundos antes de su acontecimiento, también le
advirtió de que iba excesivamente rápido.
Asimismo, trabajador que en el trayecto de vuelta a
su casa, se detiene para sacar dinero de un cajero,
pero para ello cruza por una autovía arrollándole
un camión y causándole la muerte.
Por su parte, la imprudencia profesional o simple, puede conllevar la infracción de reglamentos
o normativa de seguridad y salud. Así, por ejemplo, no llevar los medios de protección individual
Nº 92 • Abril de 2012
obligatorios, cascos, botas, guantes, gafas, etc. En
caso de accidentes de circulación, la simple infracción de la normativa del código de circulación, en
principio, no deja de ser una imprudencia simple
o profesional y no temeraria, incluso el conducir
sin el permiso de conducir correspondiente o sin
el seguro obligatorio.
En este sentido, supuesto en que el trabajador, camarero de un restaurante, era además el
encargado de abrir el centro de trabajo por las
mañanas. A tales efectos tenía las llaves del local.
Iba al trabajo con un vespino de poca cilindrada.
Un día al llegar, se percata que se ha olvidado las
llaves en casa y para tardar menos, coge, por vez
primera, la moto de un compañero de 500 cc,
para la cual no tenía el permiso correspondiente
ni experiencia y sufre un accidente.
En el caso de trabajar bajo los efectos del
alcohol u otras sustancias psicotrópicas no se
puede fijar una cantidad con carácter general o en
abstracto que determine la ruptura del nexo causal
con el trabajo y deje de ser una mera imprudencia
simple. Ni siquiera cuando se conduzca con grados
http://riesgoslaborales.wke.es/b626962
de alcoholemia superiores a las establecidas. En
definitiva, hay que estar a las circunstancias de
cada caso en concreto para apreciar el dolo y,
especialmente, la diferencia entre imprudencia
temeraria y meramente profesional o simple, que
es la verdadera frontera entre accidente de trabajo
y accidente común. Así, por ejemplo, como hemos destacado antes, si el trabajador se salta un
semáforo en una avenida principal de una ciudad
en hora punta y a una velocidad muy elevada y
sufre un accidente, no se puede decir que haya
buscado deliberadamente las lesiones que haya
sufrido, pero sí que asumiera que pudiera pasar
y, pese a ello, realizó la conducta imprudente.
Sin embargo, si ese mismo trabajador se salta
un “Stop” en una carretera comarcal a las cuatro
de la mañana, con poco tránsito, sin peatones
y con una visibilidad buena en ambos sentidos,
aun cuando infringe la normativa del código de
circulación, precisamente es porque piensa que
en esas condiciones no hay ninguna probabilidad
de que ocurra un accidente.
Además, en estos casos, si concurren incumplimientos graves de la empresa en materia de
prevención, subsistirá al responsabilidad de esta
Gestión Práctica de
Riesgos Laborales • 43
> JURISPRUDENCIA
Es evidente que si no se realiza la evaluación de riesgo inicial o las sucesivas de forma correcta cualquier accidente que acaezca en los sucesivo traerá su causa de
ese incumplimiento empresarial, existiendo entonces el necesario nexo causal para que entre en juego la responsabilidad del empresario respecto del accidente
de trabajo.
última pese a la imprudencia del trabajador. Sin que
se pueda hablar de compensación de culpas para
eliminar la responsabilidad de la empresa. Sí en
cambio para modular la fijación de la indemnización
civil por daños y perjuicios:
Trabajador empleado como peón para el ayuntamiento de una pequeña localidad. Se encuentra,
junto con otros compañeros de trabajo, limpiando
la maleza de los márgenes del río Segura en la
estación de aforos de Ojós. Por encontrarse en
campaña de riego el río registraba un caudal de
unos 18,800 m 3/seg; siendo el caudal medio en
esa zona de unos 3 m 3/seg. En un determinado
momento el trabajador, que se encontraba sobre
una plataforma de cemento con plantas acuáticas
y maleza en sus proximidades, sin disponer de
elementos de seguridad de anclaje alguno a punto
firme, resbaló y cayó al río, siendo arrastrado por
la fuerte corriente. Recuperado el cadáver y según
el informe del Instituto Nacional de Toxicología, en
las muestras de sangre del fallecido se encontró
una tasa de alcohol de 3,34 g/litro
44 •
Gestión Práctica de
Riesgos Laborales
E) LA OBLIGACIÓN DE VIGILAR AL
TRABAJADOR
Además, a estos efectos, cabe recordar que el
empresario deberá tener en cuenta las capacidades
profesionales de los trabajadores a la hora de asignar
trabajos (formación, experiencia, capacidad) (art.
15.2) y deberá asegurarse de que hayan recibido la
información suficiente y adecuada antes de acceder a
zonas de riesgo, así como haber proporcionado todos
los medios de protección necesarios. De lo contrario,
podría incurrir en culpa “in eligendo”.
En este sentido, en un supuesto de un trabajador
joven que se le contrata por primera vez, con
contrato temporal, para trabajar en el manejo
de una máquina peligrosa, concretamente una
plegadora y el trabajador se atrapa un dedo en
la maquinaria el primer día.
De este modo, el Tribunal concluye que, aun
cuando conste formalmente la información y forma-
ción, (escrito firmado por el trabajador en tal sentido),
es evidente que, por sus características personales
y por el hecho de haber sufrido el accidente el primer día de trabajo, el cumplimiento formal no viene
corroborado por la realidad práctica, que pone de
manifiesto que el trabajador no era el adecuado para
el manejo de dicha maquinaria.
Asimismo, deberá vigilar que los trabajadores
cumplan las medidas de protección, adoptando
las medidas necesarias para hacer efectivas las
órdenes empresariales, de lo contrario, incurriría en
culpa in vigilando. A este respecto, la jurisprudencia
matiza, no obstante, que el deber de vigilancia del
empleador no puede concebirse como una fiscalización constante o permanente, minuto a minuto,
de todas las operaciones llevadas a cabo en su
empresa, para obligar al empleo de las medidas
preventivas indicadas en cada caso, incluso a los
trabajadores rebeldes a sus indicaciones. Ya que
eso supondría un poder cuasi policial, permanente
y exhaustivo e iría en contra de la propia dignidad
y profesionalidad del trabajador, presumiendo en
Nº 92 • Abril de 2012
ellos la falta de sentido común. De tal forma que
no habrá responsabilidad por parte del empresario
si éste a articulado un procedimiento de trabajo
seguro, pero surge un incumplimiento puntual del
mismo por parte del trabajador.
Encofrador, que la empresa le ha proporcionado
la formación preceptiva en materia de prevención
y todos los equipos de protección individual necesarios, entre los cuales se encuentra las gafas
reglamentarias. La empresa ya había sancionado a varios encofradores de la empresa por no
llevar las gafas, pero nunca a este trabajador en
concreto que siempre las llevaba. Sin embargo,
en un ocasión, se le rompen las gafas y en lugar
de informar de ello y pedir otras, decide seguir
trabajando sin gafas, encontrándose cortando
un tablero en la máquina tronzadora, le saltó
un diente de la sierra que se le clavó en el ojo
derecho, provocándole la pérdida completa de
la visión en ese ojo.
Nº 92 • Abril de 2012
Ahora bien, el empresario sí incurrirá en responsabilidad si se constata un incumplimiento sistemático o frecuente de las obligaciones a cargo de
los trabajadores y se muestra permisivo o pasivo
con las mismas.
Empresas contratista de una obra, que envía su
trabajador a la obra habiéndole proporcionado
la preceptiva formación en prevención de riesgos laborales, así como equipos de protección
individual, casco, ropa de seguridad y arnés de
sujeción a elementos fijos. Sin embargo, no le
acompaña ningún encargado de la empresa
para vigilarlo y aquél se cae de un andamio
por no llevar puesto el arnés de seguridad.
Sin embargo, no se estima responsabilidad en
supuesto similar, donde el trabajador también se
cae, pero en este caso porque resbala descendiendo la escalera que llevaba hasta el andamio.
Estimando el Tribunal que no queda demostrada
que se resbala y cae por medidas omitidas por
la empresa.
http://riesgoslaborales.wke.es/b626962
Finalmente, es un deber personal del empresario, no trasladable a los trabajadores o terceros
encargados de la actividad preventiva. Esto es, aun
cuando el empresario dispone de varios modelos
de organización para llevar a cabo las concretas
funciones preventivas, pudiendo designar trabajadores, crear un servicio de prevención propio o
incluso acudir a servicios externos de prevención,
tales servicios son meramente instrumentales y
en ningún caso le eximen de sus deberes y, en
consecuencia, de sus responsabilidades.
BIBLIOGRAFÍA
Francisco Javier CALVO GALLEGO, "Responsabilidad civil y orden jurisdiccional competente: ¿el
final de una prolongada discusión?(Comentario a la
STTS de 11 de febrero, 6 y 26 de mayo de 2000)",
Aranzadi Social 13/2000.
Susana CASAD0 DÍAZ, "Accidentes de trabajo:
cúmulo de responsabilidades y competencia jurisdiccional", Aranzadi Civil 2/2000.¾
Gestión Práctica de
Riesgos Laborales • 45
Descargar