> JURISPRUDENCIA COMENTE ESTE ARTÍCULO EN www.riesgos-laborales.com FICHA TÉCNICA Autor: TOSCANI GIMÉNEZ, Daniel. Título: ¿Dónde se encuentra el límite de la responsabilidad empresarial? Resumen: El deber empresarial establece que el empresario tiene que proteger eficazmente al trabajador para garantizar la seguridad y salud en todos los aspectos relacionados con el trabajo, así lo recoge el artículo 14 de la LPRL. A estos efectos, esta figura realizará la prevención de los riesgos laborales mediante la integración de la actividad preventiva en la empresa y deberá adoptar las medidas necesarias para garantizar esa protección y establecer la obligación de cumplir con las la normativa que existe referente al tema. De este modo algunas sentencias estiman que habría así un deber genérico de seguridad en el artículo anteriormente citado, y que no bastaría solo con cumplir lo puramente legal, sino que el empresario estaría obligado a adoptar cuantas medidas fuesen necesarias, se encuentren o no contempladas en una norma concreta. Descriptores: • Jurisprudencia • Gestión de la prevención • Seguridad en el trabajo ¿Dónde se encuentra el límite de la responsabilidad empresarial? Resulta complejo definir hasta dónde llega límite de la responsabilidad del empresario respeto a la seguridad y salud de los trabajadores. La ley establece la obligación de cumplir la normativa sobre prevención de riesgos laborales. Sin embargo, varias sentencias declaran que el deber por parte de esta figura se encuentra más allá de lo puramente legal, interpretación la cual deja en el aire numerosos interrogantes. Autor: Daniel Toscani Giménez, Profesor TU Universidad de Valencia LOCALIZADOR EN EL BUSCADOR DE LA WEB: DT0000180431 38 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales Nº 92 • Abril de 2012 E l art 14 de la LPRL, establece el deber empresarial de dar protección eficaz al trabajador para garantizar la seguridad y salud en todos los aspectos relacionados con el trabajo. A estos efectos el empresario realizará la prevención de los riesgos laborales mediante la integración de la actividad preventiva en la empresa y adopción de cuantas medidas sean necesarias para la protección de la seguridad y salud de los trabajadores. Por su parte, el apartado tercero del mismo artículo, establece, asimismo, la obligación empresarial de cumplir las obligaciones establecidas en la normativa sobre prevención de riesgos laborales. De este modo algunas sentencias estiman que habría así un deber genérico de seguridad en este artículo y luego una prescripción, por separado, del deber de cumplir la normativa de prevención. Nº 92 • Abril de 2012 De esta forma, no bastaría sólo con cumplir dicha normativa, sino que el empresario estaría obligado a adoptar cuantas medidas sean necesarias, estén o no contempladas en una norma concreta. En consecuencia, si eso es así, a continuación nos debemos pregunta cuáles son los límites de ese deber. Esto es, si no están en el cumplimiento escrupuloso de la normativa, ¿cuál sería exactamente el comportamiento que se le exigiría a la empresa para eximirse de responsabilidad ante al acontecimiento de un accidente en sus instalaciones? Al respecto, podemos encontrar sentencias que declaran, con base a ese deber genérico de protección, que el legislador lo estructura como una obligación incondicionada e ilimitada. De tal forma que siempre se le podría haber exigido algo más a la empresa, un plus de protección que no habría llevado a cabo y por lo tanto, la http://riesgoslaborales.wke.es/b626962 responsabilidad empresarial, en dichos términos se convierte en objetiva o de resultados. Esto es, por el mero hecho de producirse un accidente, incumple esa obligación la empresa y entra en juego su responsabilidad Así, en supuesto de dos trabajadores de la construcción que se encuentran habilitando o reformando una fachada. Han recibido toda la información y formación preceptiva. Se encuentran trabajando sobre un andamio que cumple todos los requisitos reglamentarios. Disponen de todos los medios de protección individual, cascos, arneses, etc. y colectivos, redes de seguridad, etc. Sin embargo, en un momento dado se derrumba la propia fachada, cayendo los trabajadores en las redes de seguridad, pero falleciendo porque los escombros de la fachada les caen encima. Gestión Práctica de Riesgos Laborales • 39 > JURISPRUDENCIA En primer lugar, para determinar dicho interrogante y no inducir a confusiones, a mi juicio, es necesario diferenciar entre la responsabilidad por accidente de trabajo del sistema de Seguridad Social, cuyo origen está, evidente, en el riesgo profesional y no en ningún principio de responsabilidad culposa del empresario. Esto es, aun cuando el empresario hubiera cumplido escrupulosamente todas las obligaciones que establece la normativa de prevención de riesgos laborales y siempre que no exista una imprudencia temeraria por parte del trabajador, el accidente se calificará como laboral o profesional. Cabe recordar que, incluso existiendo imprudencia temeraria, no deja de abonarle una prestación al trabajador la Seguridad Social, sino que, siempre que reúna los requisitos de tiempo mínimo cotizado, también tendrá derecho a una prestación, sólo que será por contingencias comunes y así de inferior cuantía. De este modo, se puede hablar de una responsabilidad objetiva, pero únicamente para el sistema público de la Seguridad Social, que siempre deberá abonar una prestación al trabajador si éste reúne los requisitos de la misma, por el sólo hecho de ser trabajador y haber sufrido un accidente; pero no para el empresario. A mi juicio, al empresario no se le puede exigir responsabilidad por el sólo hecho de que efectivamente se materialice un accidente en su empresa. Para poder articularse otro tipo de responsabilidades, por parte del empresario, como recargos de las prestaciones de la seguridad social, indemnizaciones, civil, penal, etc; es necesario que concurra la culpa del empresario en la causa del accidente. A) DEBER DE MEDIOS NO DE RESULTADO: CONDUCTA DILIGENTE De este modo, es fácilmente constatable, que el deber de protección del empresario se transforma en una obligación de medios, no de resultado, no objetiva. Esto es, aun cuando se produzca una lesión de un trabajador se puede haber actuado de forma diligente si se hubieran adoptado todas las medidas posibles de prevención. Por ello mismo, pero en sentido contrario, al ser una obligación de medios y no de resultado, se puede incumplir dicha conducta diligente cuando el empresario no haya habilitado los medios de protección necesarios y se crea un peligro para la seguridad y salud de los trabajadores, aun cuando no haya un resultado lesivo concreto, esto es, aun cuando no se haya producido un accidente o enfermedad. Existiendo incluso, en tal supuesto, como se sabe, de ser el incumplimiento lo suficientemente grave y culpable, un delito por riesgo para la salud y seguridad de los trabajadores, aun cuando estos no hayan sufrido una lesión en su integridad física. 40 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales Sin embargo, tal conclusión nos lleva inexorablemente a plantearnos otro interrogante a continuación. Esto es, ¿desde qué parámetros debe valorarse esa conducta diligente? A estos efectos, cabe recordar ahora que la propia Ley distingue entre riesgos que se pueden evitar y riesgos inevitables (art. 15). En cuanto a los primeros únicamente cabe la detección y eliminación en origen o en raíz del riesgo laboral presente en el puesto de trabajo. La viabilidad de los medios para evitar los riesgos laborales se debe medir siempre desde la perspectiva del estado de la tecnología. Esto es la adopción de las medidas más seguras desde el punto de vista técnico en cada momento. No se puede medir desde la óptica financiera. Es decir, no se pueden subordinar o condicionar la adopción de medidas preventivas a razones puramente económicas. En cuanto a los segundos, los riesgos inevitables. El empresario debe entrar a evaluarlos y en función de los resultados planificar las actuaciones preventivas correspondientes que garanticen el mayor nivel de protección posible. De nuevo subordinado al estado de la tecnología en cada momento no condicionado a decisiones económicas. De tal forma que no existan alternativas más seguras. De lo contrario, aun cuando supongan una inversión financiera mayor o superior, existirá el deber de adoptarlas. De este modo, lo que busca la Ley es un comportamiento diligente por parte del empresario que, en primer lugar, debe suprimir todos los riesgos que sean susceptibles de eliminación y, en segundo lugar, debe emplear todos los medios existentes según el estado actual de la tecnología para mitigar los riesgos que no se hayan podido eliminar de raíz. Con lo cual dicha conducta diligente consiste en alcanzar el máximo nivel de seguridad posible de forma permanente, no el mínimo reglamentariamente exigible. Así, sería también un deber de contenido dinámico y variable, teniendo en cuenta los cambios en la técnica, las condiciones de trabajo y de las circunstancias en que se ejecutan el trabajo, B) NECESARIO NEXO CAUSAL ENTRE LA OMISIÓN DE MEDIDAS PREVENTIVAS Y EL ACCIDENTE Ahora bien, en la práctica, la jurisprudencia acota o limita ese deber genérico de seguridad, estableciendo que a de valorarse de conformidad a criterios de razonabilidad, según máximas de diligencia ordinaria, exigibles a un empresario normal. Así, de producirse el resultado lesivo para la salud del trabajador, esa misma jurisprudencia exige que exista necesariamente un nexo de causalidad entre la omisión de medidas de prevención y el accidente. De lo contrario, se podrá sancionar, de forma independiente el incumplimiento de las medidas de prevención, pero dicha omisión no conllevará la correspondiente responsabilidad empresarial por el acaecimiento del accidente. Así, por ejemplo: No haber facilitado arnés para trabajo en alturas y se cae del andamio el trabajador. No haber facilitado casco y se golpea en la cabeza el trabajador, etc. No en cambio: El hecho de no haber realizado el preceptivo reconocimiento médico y que el trabajador se caiga de un andamio, etc. De nuevo, sin embargo, la exigencia de este nexo causal entre omisión y accidente, nos lleva a preguntarnos si ese necesaria causa-efecto debe ser directo o puede, por el contrario, ser indirecto o remoto. A tales efectos, hay sentencias que exigen que la omisión de medidas de prevención debe consistir en el incumplimiento de una norma específica o una medida concreta de prevención, encaminada precisamente a evitar el riesgo que se actualiza y produce finalmente el accidente. a) Omisión del plan de prevención No obstante, a efectos de la aplicación de esta exigencia, es especialmente significativo el tratamiento que deba recibir el hecho de no haber llevado a cabo la detección y evaluación inicial de los riesgos, así como el plan de prevención correspondiente en aplicación de tal evaluación. A mi modo de ver, es evidente que si no se realiza la evaluación de riesgos inicial o las sucesivas o no se hace de forma correcta, como se ha visto, detectando los riesgos existentes que no se pueden eliminar; cualquier accidente que acaezca en lo sucesivo traerá su causa de ese incumplimiento empresarial, existiendo entonces el necesario nexo causal para que entre en juego la responsabilidad del empresario respecto del accidente de trabajo. Es cierto que en tales caos no se ha incumplido una norma específica o una medida concreta de prevención encaminada a evitar el riesgo, sino un Nº 92 • Abril de 2012 El empresario responderá ante la conducta del trabajador pese a que éste haya cometido distracciones o imprudencias, debidos a excesos de confianza. Únicamente le eximirá de responsabilidad respecto del accidente las conductas dolosas o aquellas otras en las cuales concurra una imprudencia temeraria del trabajador. deber general de prevención y evaluación de daños. Sin embargo, a mi entender, no es menos cierto que precisamente por la falta de llevar a cabo dicho deber general de evaluación, no se ha detectado el riesgo, lo que comporta que no se hubiera concretado que medida debió ser adoptada para evitar el accidente. En contra, sin embargo, podemos encontrar sentencias que mantienen la no responsabilidad de la empresa en tales supuestos. Así, por ejemplo: cuando la empresa hubiera incumplido la obligación de evaluar los riesgos del puesto de trabajo, los trabajadores, por su antigüedad y/o profesionalidad debían conocer el funcionamiento y los riesgos inherentes al desempeño de sus concretas funciones. De tal forma que el deber genérico de no llevar a cabo la evaluación puede ser sancionado de forma independiente, pero no puede ser considerado como la causa del accidente, entrando en juego la institución de recargo de prestaciones y las responsabilidades civiles y penales. En un centro de educación especial, donde el empresario no había llevado a cabo la evaluación de riesgos, una profesora sufre una agresión por un alumno oligofrénico. En este caso, se trataba de un trabajador que levantaba con una frecuencia elevadísima, a lo largo de su jornada laboral, objetos muy pesados y finalmente, sufre una hernia discal. La sentencia argumenta que lo esencial para que entre en juego la responsabilidad de la empresa es en todo caso la omisión de medidas preventivas específicas de las que se deriven el accidente. No el simple hecho de haber incumplido un deber general de prevención de evaluación, máxime cuando no se ha concretado qué medida debió ser adoptada para evitar la agresión. Otras sentencias que mantienen la misma solución, la basan en el hecho de que, aun Sin embargo, a mi modo de ver, es evidente que, en ambos casos resultaba previsible la posibilidad del daño, por las condiciones de trabajo y, por lo tanto, que tales circunstancias previsibles hubieran podido ser constatadas y contrarrestadas con una eficaz evaluación de los riesgos. Nº 92 • Abril de 2012 En consecuencia, la doctrina descrita sólo puede ser objeto de una durísima crítica, pues, en última instancia, http://riesgoslaborales.wke.es/b626962 dejaría el cumplimiento de todas las obligaciones que para el empresario surgen de la normativa de prevención de riesgos laborales en sus propias manos. A nadie se le puede escapar que la obligación de evaluar los riesgos que no se puedan evitar, no es una medida preventiva específica independiente de cualquier otra cuyo incumplimiento únicamente generará riesgos puntuales y específicos. De tal modo que sólo se pudiera hablar de responsabilidad cuando esos riesgos puntuales o específicos hayan sido la causa de un accidente. Como puede ser no llevar un calzado protector reglamentario, porque existe un riesgo de caída de objetos pesados sobre los pies. No obstante, si el trabajador no lleva el calzado y se corta un dedo con una sierra, a pesar de poder sancionar a la empresa, de forma independiente, por no asegurar que los trabajadores lleven el calzado reglamentario, no se podrá decir que tal incumplimiento haya sido la causa de la amputación del dedo. Sólo si el trabajador sufre una fractura de pie porque se le cae un objeto pesado sobre el mismo y no llevaba el calzado, existirá el correspondiente nexo causal y se le podrá reclamar responsabilidades por el accidente al empresario. No obstante, esto no ocurre con la obligación de evaluar que no es un deber que se agota en sí mismo, sino sobre todo y principalmente la vía o la herramienta imprescindible para poder aplicar las Gestión Práctica de Riesgos Laborales • 41 > JURISPRUDENCIA demás obligaciones que se establecen en la LPRL. De lo contrario, siempre que no se llevará a cabo la obligación genérica de evaluar, no se pondrían de manifiesto los riesgos existentes en el puesto de trabajo y así no se sabría que medidas preventivas específicas habría que tomar y, evidentemente nunca se incumpliría una normativa específica y nunca habría responsabilidad empresarial por los accidentes. Sólo sanciones mucho más leves por el incumplimiento del deber de evaluar. Pero como hemos dicho, esto equivaldría a dejar en manos de los propios empresarios el cumplimiento de las obligaciones que emanan de la normativa de prevención de riesgos laborales. apreciar en una razonable inspección de la zona que el primer tubo estuviera enganchado al otro. De tal forma que concluye que el método o la técnica de trabajo no era inadecuada, sino lógica y razonable y no es previsible que se hubiera seguido otra de haberse llevada a cabo la evaluación y el plan correspondiente. Algunas sentencias, adoptan una postura ecléctica, es decir, una solución intermedia o a medio camino, entre los dos extremos anteriores. Así, establecen que aun cuando no se hubiera llevado a cabo la evaluación de riesgos o el plan de prevención y acaece un accidente, la empresa no incurrirá en responsabilidad directa por el mismo si el método de trabajo seguido era el adecuado. Esto es, sólo si de haberse realizado la evaluación y el plan correspondiente, se podría haber previsto los riesgos concretos y haber llevado a cabo otro método de trabajo que hubiera evitado el accidente entrará en juego la responsabilidad empresarial por el mismo. De lo contrario, de nuevo, sólo se podrá sancionar el incumplimiento del deber general de evaluar, pero no achacar al mismo la consecuencia del accidente. Trabajador de medio ambiente que trabaja limpiando los bosques y sufre un accidente al resbalar sobre unas heces animales En este sentido, la sentencia contempla un supuesto en el cual un trabajador debe cortar dos tubos de vapor que sobresalían del techo de un pabellón de la empresa y retirarlos. Para ello sube a una pasarela con barandillas que unía dicho pabellón con otro, también de la empresa y una vez cortado el primer tubo procede a retirarlo, estirando de él. Sin embargo, al desprenderse el primero, se desprendió también el segundo, al resultar que el primero estaba enganchado con el segundo por su parte superior, entre el revestimiento de calorifugado. En consecuencia, el segundo cayó encima del trabajado dándole un fuerte golpe sobre la pasarela. El Tribunal argumenta que, aun cuando una evaluación y un plan pudieran haber previsto la utilización de grúas articuladas o tijeras o la exigencia de haber estibado el tubo por su parte superior antes de cortarlo. En cualquier caso el trabajador tendría que haber subido a las mismas para cortar el tubo y no parece razonable que un plan de evaluación hubiera previsto la opción de trabajar desde grúas, existiendo ya una pasarela fija y estable con barandillas desde la cual se podía realizar la operación. También hace difícil pensar que se pudiera 42 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales C) LOS SUCESOS FORTUITOS Además queda excluido la responsabilidad empresarial cuando la producción del evento acontece de manera fortuita o imprevisible. Así, por ejemplo: No en cambio: Trabajador que resbala sobre un líquido que accidentalmente otro trabajador había vertido en el suelo de la empresa. Ni trabajador que se quema por la manipulación de sustancias peligrosas, concretamente, sosa cáustica, pese haber recibido la información y formación preceptiva, así como equipos de protección individual, guantes, gafas, mascarilla, etc., puesto que uno de los sacos de sosa estaba roto. Sí el técnico encargado de reparar una línea telefónica, para lo cual era necesario subirse a un poste a una altura de seis metros. A tales efectos, apoyó una escalera de mano que llevaba en el poste y se subió hasta una altura aproximada de seis metros, procediendo a fijar en el poste un cinturón de seguridad, tras lo cual comenzó el cambio de acometida. Cuando se encontraba tensando la acometida, el poste se partió por su base y cayó con él, atrapándole el poste, en su caída, la pierna derecha que quedó fracturada. No, en cambio, en otro supuesto similar, porque queda comprobado que el poste se rompe porque se encontraba en mal estado de mantenimiento. D) LA CONDUCTA DEL TRABAJADOR Sin embargo, pese a no ser un deber objetivo en cuanto a resultados, como hemos visto, sí lo es, al menos en parte, en cuanto a conducta del trabajador. Puesto que el empresario responderá pese a que el trabajador haya cometido distracciones o imprudencias simples. Esto es, el empresario tiene que contar con los descuidos ocasionales o puntuales de sus trabajadores, debidos a excesos de confianza. Únicamente le eximirá de responsabilidad respecto del accidente las conductas dolosas o aquellas otras en las cuales concurra una imprudencia temeraria del trabajador. El dolo implica que el trabajador con su conducta en el trabajo busca deliberadamente el resultado, esto es la lesión corporal. Evidentemente se trataría de supuestos más bien extremos de autolesiones llevadas a cabo por el trabajador, con la finalidad de conseguir una prestación económica de la Seguridad Social. Dentro de este contexto, el supuesto más conflictivo, sin duda, es el del suicidio del trabajador. Obviamente, en última instancia es la auto-lesión por excelencia, causándose el trabajador su propia muerte, en principio, de forma voluntaria. Ahora bien, los Tribunales admiten la calificación de accidente de trabajo de la muerte por suicidio, siempre y cuando no se cause de manera consciente y voluntaria, sino como consecuencia de trastornos mentales causados o que tengan conexión con el desempeño del trabajo. Así, por ejemplo, una grave depresión causada por un supuesto de acoso psicológico o sexual en el trabajo, que aboca en el suicidio del trabajador, etc. En la imprudencia temeraria, por el contrario, el trabajador no busca directamente con su conducta el resultado, esto es el accidente, como ocurre en el supuesto de dolo. Sin embargo, asume y es consciente que con su comportamiento hay una muy alta probabilidad de que ocurra o se produzca un accidente. Así, por ejemplo, trabajar con grados de alcoholemia muy elevados que afectan visiblemente la capacidad del trabajador, saltarse un semáforo en una avenida principal de una ciudad en hora punta y a una velocidad muy elevada, etc. En este sentido, se estima imprudencia temeraria: Una empresa dedicada a la fabricación de tableros de madera para lo cual se emplea una máquina decortezadora, que dispone de una pasarela protegida a lo largo de todo su recorrido para evitar el acceso. Al ser frecuentes los atranques y atascos de troncos en la máquina, se habilita una plataforma segura en la parte superior de la máquina, desde donde se debían emplear pértigas para desplazar los atascos producidos por los troncos. El trabajador, tras haberse producido un atasco y haber permanecido durante dos horas intentando desatrancar el mismo con una pértiga, perdió la paciencia y decidió saltar por encima de las barandillas que delimitaban la maquinaria y trepar por la estructura mecánica hasta situarse por debajo de una de las cintas transportadoras, donde se había producido el atasco. Sin embargo, queda atrapado en los rodillos de la cinta, produciéndose en el instante la muerte. Nº 92 • Abril de 2012 Podemos encontrar sentencias que mantienen la no responsabilidad de la empresa, como, por ejemplo, en el caso de un centro de educación especial, donde el empresario no había llevado a cabo la evaluación de riesgos, y una profesora sufrió una agresión por un alumno oligofrénico. También en el supuesto de trabajador que conduciendo una carretilla elevadora y mientras descendía una rampa, en un momento dado, las ruedas laterales izquierdas se salieron de la rampa en su lado izquierdo, que era abierto, produciéndose el vuelco de la carretilla, sufriendo la fractura de su pie izquierdo que quedó atrapado entre la carretilla y el suelo. La carretilla que conducía el actor en la fecha del accidente, disponía de cinturón de seguridad en el asiento, no llevándolo puesto el trabajador en ese momento. Además, pocos días antes del incidente el responsable de seguridad de la empresa le había llamado la atención, tanto por el hecho de no llevar puesto el cinturón, como por su forma de conducir agresiva y a excesiva velocidad. El mismo día, del accidente y pocos segundos antes de su acontecimiento, también le advirtió de que iba excesivamente rápido. Asimismo, trabajador que en el trayecto de vuelta a su casa, se detiene para sacar dinero de un cajero, pero para ello cruza por una autovía arrollándole un camión y causándole la muerte. Por su parte, la imprudencia profesional o simple, puede conllevar la infracción de reglamentos o normativa de seguridad y salud. Así, por ejemplo, no llevar los medios de protección individual Nº 92 • Abril de 2012 obligatorios, cascos, botas, guantes, gafas, etc. En caso de accidentes de circulación, la simple infracción de la normativa del código de circulación, en principio, no deja de ser una imprudencia simple o profesional y no temeraria, incluso el conducir sin el permiso de conducir correspondiente o sin el seguro obligatorio. En este sentido, supuesto en que el trabajador, camarero de un restaurante, era además el encargado de abrir el centro de trabajo por las mañanas. A tales efectos tenía las llaves del local. Iba al trabajo con un vespino de poca cilindrada. Un día al llegar, se percata que se ha olvidado las llaves en casa y para tardar menos, coge, por vez primera, la moto de un compañero de 500 cc, para la cual no tenía el permiso correspondiente ni experiencia y sufre un accidente. En el caso de trabajar bajo los efectos del alcohol u otras sustancias psicotrópicas no se puede fijar una cantidad con carácter general o en abstracto que determine la ruptura del nexo causal con el trabajo y deje de ser una mera imprudencia simple. Ni siquiera cuando se conduzca con grados http://riesgoslaborales.wke.es/b626962 de alcoholemia superiores a las establecidas. En definitiva, hay que estar a las circunstancias de cada caso en concreto para apreciar el dolo y, especialmente, la diferencia entre imprudencia temeraria y meramente profesional o simple, que es la verdadera frontera entre accidente de trabajo y accidente común. Así, por ejemplo, como hemos destacado antes, si el trabajador se salta un semáforo en una avenida principal de una ciudad en hora punta y a una velocidad muy elevada y sufre un accidente, no se puede decir que haya buscado deliberadamente las lesiones que haya sufrido, pero sí que asumiera que pudiera pasar y, pese a ello, realizó la conducta imprudente. Sin embargo, si ese mismo trabajador se salta un “Stop” en una carretera comarcal a las cuatro de la mañana, con poco tránsito, sin peatones y con una visibilidad buena en ambos sentidos, aun cuando infringe la normativa del código de circulación, precisamente es porque piensa que en esas condiciones no hay ninguna probabilidad de que ocurra un accidente. Además, en estos casos, si concurren incumplimientos graves de la empresa en materia de prevención, subsistirá al responsabilidad de esta Gestión Práctica de Riesgos Laborales • 43 > JURISPRUDENCIA Es evidente que si no se realiza la evaluación de riesgo inicial o las sucesivas de forma correcta cualquier accidente que acaezca en los sucesivo traerá su causa de ese incumplimiento empresarial, existiendo entonces el necesario nexo causal para que entre en juego la responsabilidad del empresario respecto del accidente de trabajo. última pese a la imprudencia del trabajador. Sin que se pueda hablar de compensación de culpas para eliminar la responsabilidad de la empresa. Sí en cambio para modular la fijación de la indemnización civil por daños y perjuicios: Trabajador empleado como peón para el ayuntamiento de una pequeña localidad. Se encuentra, junto con otros compañeros de trabajo, limpiando la maleza de los márgenes del río Segura en la estación de aforos de Ojós. Por encontrarse en campaña de riego el río registraba un caudal de unos 18,800 m 3/seg; siendo el caudal medio en esa zona de unos 3 m 3/seg. En un determinado momento el trabajador, que se encontraba sobre una plataforma de cemento con plantas acuáticas y maleza en sus proximidades, sin disponer de elementos de seguridad de anclaje alguno a punto firme, resbaló y cayó al río, siendo arrastrado por la fuerte corriente. Recuperado el cadáver y según el informe del Instituto Nacional de Toxicología, en las muestras de sangre del fallecido se encontró una tasa de alcohol de 3,34 g/litro 44 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales E) LA OBLIGACIÓN DE VIGILAR AL TRABAJADOR Además, a estos efectos, cabe recordar que el empresario deberá tener en cuenta las capacidades profesionales de los trabajadores a la hora de asignar trabajos (formación, experiencia, capacidad) (art. 15.2) y deberá asegurarse de que hayan recibido la información suficiente y adecuada antes de acceder a zonas de riesgo, así como haber proporcionado todos los medios de protección necesarios. De lo contrario, podría incurrir en culpa “in eligendo”. En este sentido, en un supuesto de un trabajador joven que se le contrata por primera vez, con contrato temporal, para trabajar en el manejo de una máquina peligrosa, concretamente una plegadora y el trabajador se atrapa un dedo en la maquinaria el primer día. De este modo, el Tribunal concluye que, aun cuando conste formalmente la información y forma- ción, (escrito firmado por el trabajador en tal sentido), es evidente que, por sus características personales y por el hecho de haber sufrido el accidente el primer día de trabajo, el cumplimiento formal no viene corroborado por la realidad práctica, que pone de manifiesto que el trabajador no era el adecuado para el manejo de dicha maquinaria. Asimismo, deberá vigilar que los trabajadores cumplan las medidas de protección, adoptando las medidas necesarias para hacer efectivas las órdenes empresariales, de lo contrario, incurriría en culpa in vigilando. A este respecto, la jurisprudencia matiza, no obstante, que el deber de vigilancia del empleador no puede concebirse como una fiscalización constante o permanente, minuto a minuto, de todas las operaciones llevadas a cabo en su empresa, para obligar al empleo de las medidas preventivas indicadas en cada caso, incluso a los trabajadores rebeldes a sus indicaciones. Ya que eso supondría un poder cuasi policial, permanente y exhaustivo e iría en contra de la propia dignidad y profesionalidad del trabajador, presumiendo en Nº 92 • Abril de 2012 ellos la falta de sentido común. De tal forma que no habrá responsabilidad por parte del empresario si éste a articulado un procedimiento de trabajo seguro, pero surge un incumplimiento puntual del mismo por parte del trabajador. Encofrador, que la empresa le ha proporcionado la formación preceptiva en materia de prevención y todos los equipos de protección individual necesarios, entre los cuales se encuentra las gafas reglamentarias. La empresa ya había sancionado a varios encofradores de la empresa por no llevar las gafas, pero nunca a este trabajador en concreto que siempre las llevaba. Sin embargo, en un ocasión, se le rompen las gafas y en lugar de informar de ello y pedir otras, decide seguir trabajando sin gafas, encontrándose cortando un tablero en la máquina tronzadora, le saltó un diente de la sierra que se le clavó en el ojo derecho, provocándole la pérdida completa de la visión en ese ojo. Nº 92 • Abril de 2012 Ahora bien, el empresario sí incurrirá en responsabilidad si se constata un incumplimiento sistemático o frecuente de las obligaciones a cargo de los trabajadores y se muestra permisivo o pasivo con las mismas. Empresas contratista de una obra, que envía su trabajador a la obra habiéndole proporcionado la preceptiva formación en prevención de riesgos laborales, así como equipos de protección individual, casco, ropa de seguridad y arnés de sujeción a elementos fijos. Sin embargo, no le acompaña ningún encargado de la empresa para vigilarlo y aquél se cae de un andamio por no llevar puesto el arnés de seguridad. Sin embargo, no se estima responsabilidad en supuesto similar, donde el trabajador también se cae, pero en este caso porque resbala descendiendo la escalera que llevaba hasta el andamio. Estimando el Tribunal que no queda demostrada que se resbala y cae por medidas omitidas por la empresa. http://riesgoslaborales.wke.es/b626962 Finalmente, es un deber personal del empresario, no trasladable a los trabajadores o terceros encargados de la actividad preventiva. Esto es, aun cuando el empresario dispone de varios modelos de organización para llevar a cabo las concretas funciones preventivas, pudiendo designar trabajadores, crear un servicio de prevención propio o incluso acudir a servicios externos de prevención, tales servicios son meramente instrumentales y en ningún caso le eximen de sus deberes y, en consecuencia, de sus responsabilidades. BIBLIOGRAFÍA Francisco Javier CALVO GALLEGO, "Responsabilidad civil y orden jurisdiccional competente: ¿el final de una prolongada discusión?(Comentario a la STTS de 11 de febrero, 6 y 26 de mayo de 2000)", Aranzadi Social 13/2000. Susana CASAD0 DÍAZ, "Accidentes de trabajo: cúmulo de responsabilidades y competencia jurisdiccional", Aranzadi Civil 2/2000.¾ Gestión Práctica de Riesgos Laborales • 45