1 Título de la ponencia: “ Industria, moneda y deuda externa en la Argentina de principios del siglo XX. El pensamiento de Ernesto Tornquist”. Autor: Angel Cerra.1 Institución: Universidad de Buenos Aires - Ciclo Básico Común. (Argentina). Simposio: Finanzas, Técnicas y Política, en los inicios del siglo XX. Coordinador del Simposio: Geraldo de Beauclair M. de Oliveira ( Universidad Federal Fluminense) Email de Angel Cerra: [email protected] Introducción La presente ponencia se inscribe en la investigación que el autor está realizando dentro del proyecto UBACYT “Industria y Nación en Argentina y Brasil ( 1890 – 1950)”. El interés del mismo se dirige a indagar sobre la presencia del pensamiento industrialista en ambos países y su vinculación con la idea de nación. En la presente comunicación, realizaré un recorte dentro del proyecto, analizando el pensamiento de Ernesto Tornquist en relación con la problemática monetaria y la cuestión industrial en la Argentina. La intención es realizar una discusión sobre sus opiniones y accionar en estos temas dada la centralidad de su figura en la toma de decisiones a nivel del aparato del estado, en la que coincide la mayoría de la historiografía del período denominado como “orden conservador” u “oligárquico.2 El análisis conducirá a la discusión sobre el verdadero carácter de la clase dominante argentina durante el período mencionado; introduciendo matices al esquema gruesamente simplificando que presentan versiones de la historia que aún conservan considerable influencia.3 En este esquema, la clase terrateniente aparecería controlando un aparato del estado excesivamente permeable a sus deseos; el curso de la economía responde a peticiones imperiosas de especuladores, empresarios de tierras poderosos y financistas que colaboran con la dominación ejercida por el capital extranjero, preferentemente de origen británico. El desarrollo industrial argentino sería bloqueado por la acción de esta clase dirigente, que, sometiéndose mansamente a los dictados del librecambio, sólo se preocupa por depreciar la moneda para conseguir un plus-beneficio que asume la forma de renta privilegiada. La depreciación del signo monetario era la 1 El autor es profesor en las asignaturas Introducción al Conocimiento de la Sociedad y el Estado e Historia Económica y Social General en la Universidad de Buenos Aires. Además, es investigador dentro del programa UBACYT (Programación Científica 1998 – 2000) en el proyecto “Industria y Nación en la Argentina y Brasil ( 1890 – 1950 ).” 2 Entre los autores que destacan la influencia de Tornquist sobre los gobiernos conservadores, Cfr. Romero, L.A., Breve historia contemporánea de la Argentina; Madero, F., Ernesto Tornquist; Comisión de Homenaje a Ernesto Tornquist Ernesto Tornquist ( biografía ) 3 Por ejemplo, las versiones de David Rock y José Panettieri, que atribuyen a la clase terrateniente argentina un limitado interés de clase y falta de visión industrialista. La posición de Rock bordea la caricatura por lo ideológica, caracterizando a los terratenientes como propietarios rentistas, absentistas, preocupados únicamente por mantener su nivel de vida. Cfr. Rock, D., El radicalismo argentino y Panettieri, J., Devaluaciones de la moneda 1822 - 1935 2 consecuencia natural de la presión de los grupos terratenientes y especuladores vinculados al aparato estatal. En ese sentido se expresa Ford: “El papel moneda depreciado no era visto por los terratenientes y exportadores, que formaban el grupo político dominante, con el acostumbrado horror europeo. En la Argentina, la estructura económica y política era tal que un papel moneda depreciado ( en términos de oro ) trasladaba la distribución de un ingreso real dado, a favor de esos intereses y en contra de los asalariados, tanto rurales como urbanos. La clase terrateniente, aunque rica en tierras, había incurrido a menudo en deudas hipotecarias fijas en términos de pesos papel”4 José Panettieri coincide con esta evaluación de la política monetaria del período 1880 – 1914, ligándola con el ingreso de los asalariados: “Hay quienes consideran que es errado tener en cuenta el precio del oro para medir el salario real. ( .....) Pero la realidad es que la Argentina era un país importador de casi todo lo que se consumía ( a los ejemplos dados habría que agregar, muchos más, muy importantes, como ser textiles, que debido a la falta de datos sobre cantidad no podemos considerar) y por lo tanto el aumento general de los precios de lo que se importaba debía lógicamente pesar en el presupuesto de quienes tenían entradas fijas (....).5 Resumiendo, las ideas de estos estudiosos del período insisten sobre los siguientes tópicos: El estado argentino, en el período 1880 – 1914, depreciaba permanentemente su moneda, en función de los estrechos intereses de clase de los grupos terratenientes. La depreciación tenía como objetivo aumentar la ganancia de estos sectores, disminuyendo en términos reales el valor de las deudas hipotecarias que habían contraído. Los sectores asalariados veían disminuido su ingreso, ya que el encarecimiento de las importaciones, repercutía directamente sobre su capacidad de compra. En las páginas siguientes discutiré esta y otras aseveraciones canónicas que siguen informando buena parte del debate. A tales efectos, analizaré, la cuestión monetaria del período 1880 a 1900 vinculándola con las actividades empresarias de Ernesto Tornquist. Para la realización del trabajo se han analizado los periódicos de la época – La Nación y El Diario - , estadísticas censales, además de las fuentes secundarias que se ocupan del tema. Ernesto Tornquist y la emisión monetaria Hasta 1881, convivían en la Argentina distintas monedas y organismo de emisión. Coexistían billetes en papel del Banco Nacional, de los bancos provinciales, de la Oficina de Cambio, con metálico de monedas oro y plata de origen extranjero. 4 5 Ford, A.G., El patrón oro, 1880 – 1914, Inglaterra y Argentina., p. 157 Panettieri, J., op. cit. p. 52 3 Esta anarquía condujo a la adopción - el 5 de noviembre de 1881 - de la ley 1130. La ley seguía las disposiciones de la Unión Monetaria Latina, un área monetaria que adhería al patrón plata e incluía a Francia, Bélgica, Suiza, Italia, España, Rumania, Serbia y Grecia. En consecuencia se adoptó el bimetalismo, emitiéndose monedas de oro – peso oro - y plata – peso plata -. 6 La ley era poco ambiciosa; si bien utilizaba la expresión “curso forzoso” para referirse a las nuevas monedas emitidas, condicionaba esta situación a la provisión suficiente de las mismas, situación que en los hechos no se llevó a cabo. Por ese motivo, continuaron coexistiendo signos monetarios extranjeros. En su artículo 13, la ley postulaba la unificación de la emisión y la convertibilidad. En dos años, todos los bancos debían renovar sus billetes anteriores a moneda nacional. En esta situación, encontramos a Ernesto Tornquist en el Directorio del Banco de la Provincia de Buenos Aires, la institución financiera más importante del país. Describiremos brevemente su trayectoria anterior. Tonrquist nació en la ciudad de Buenos Aires en 1842. Realizó estudios secundarios en Alemania, de dónde regresó a la edad de 16 años. De inmediato comienza a trabajar como despachante de Aduana en la firma de su cuñado: Albegt, Ferber y Cía. En 1873, Ernesto se convierte en propietario de la empresa – que llevará el nombre de Ernesto Tornquist y Cía - y extiende sus contactos a Amberes, actuando como representante de la industria belga, y vendiendo en el exterior, granos, carnes y cueros. Anexa a estas actividades las transacciones financieras y en moneda metálica extranjera. ¿ Cuál es la posición que asume el empresario argentino ante la nueva ley de 1881? Recordemos que la ley obligaba a los bancos de emisión – el Banco de la Provincia de Buenos Aires era uno de ellos – a cambiar sus billetes por metálico ante la presentación de sus tenedores. Esta situación motivó una discusión interna en el directorio del Banco. Tornquist es partidario de afrontar de inmediato tal obligación dada la solidez de las reservas del banco. La otra posición, más cautelosa, opinaba que era necesario realizar un acopio más importante de metálico antes de comenzar las operaciones. Finalmente, la tesis de Tornquist no triunfó y los directivos del Banco de la Provincia decidieron esperar. Sin embargo, el episodio es representativo de su pensamiento, en el que insistirá posteriormente: el desarrollo de las actividades económicas - de todas, sin excepción – precisa de reglas claras. Una moneda convertible constituye un punto de partida. El momento político era propicio; - y esta también constituye su preocupación permanente-7 recientemente la capitalización de la ciudad de Buenos Aires y la asunción del General Roca iniciaron una etapa de estabilidad. 6 Obsérvese que la adopción del bimetalismo era tardía. Para esa época, el fracaso de la Unión Monetaria Latina era evidente. Las causas del mismo se encuentran en la abundancia de plata que inundó los mercados financieros, impidiendo la regulación de la emisión. La derrota francesa en su guerra contra Prusia, la adopción por parte del Imperio Alemán del patrón oro, medida a la que se sumaron Bélgica y los Estados Unidos. El bimetalismo no duró mucho en la Argentina: una ley lo deroga en 1883. 7 Agudamente, Tornquist comprendía que era necesaria la estabilidad política como precondición del crecimiento económico. Y actuará en consecuencia. Ante la crisis por la Capitalización de Buenos Aires en 1880, integra el Comité de Paz que buscaba obtener las renuncias de Roca y Tejedor para evitar la guerra civil. En 1890, actúa como mediador para encauzar la Revolución del Parque; en 1902, gracias a su intervención solicitando la mediación de la banca Baring y Rostchild, evita el estallido de la guerra entre Argentina y Chile. En los últimos años de su vida, se preocupó por impedir la carrera armamentista entre nuestro país y Brasil, a pesar de ser el representante comercial de la firma alemana Krupp. Coincidía esta posición con los deseos de la banca internacional, preocupada en asegurar la paz entre las naciones sudamericanas, circunstancia fundamental a la hora de asegurarse el cobro de sus préstamos. Sobre el papel 4 El intento de conversión fracasó debido a la emisión descontrolada por parte del Banco Nacional y el desequilibrio en el balance de pagos. La experiencia había durado poco más de un año. A partir de enero de 1885, comienza nuevamente un período de inconvertibilidad del papel moneda, que se prolonga hasta el año 1899. La diversificación de las actividades de Tornquist En las últimas décadas del siglo XIX, Ernesto Tornquist extiende su radio de acción sobre otras áreas de la economía. Se convierte en gran terrateniente, al adquirir campos en el hoy denominado Partido de Tornquist ( provincia de Buenos Aires). Los subdivide y radica en ellos a colonos suizos y alemanes. Compra el saladero “Santa Elena” en la provincia de Entre Ríos, que crece al calor de la introducción de las técnicas de refrigeración, introducción en la que el empresario porteño interviene activamente. En 1886, gracias una ley de fomento industrial, funda la Refinería – de azúcar – de Rosario. En ese tiempo las fábricas de Tucumán producían solamente unas 25.000 toneladas y no refinaban el producto, sino que solamente lo blanqueaban. En el litoral, se consumía azúcar de Cuba, Brasil y los pancitos Say. El gobierno se comprometió a garantizar durante 15 años el 7 % del capital empleado que se fijó en 800.000 pesos oro.8 Ante la crisis del año 90’, Tornquist decide ampliar sus actividades, adquiriendo ingenios en la provincia de Tucumán. Gracias a los contactos que mantiene con Europa, introduce maquinaria moderna en sus establecimientos. La industria azucarera tucumana creció de manera acelerada, gracias al aumento de la demanda interna y de la protección arancelaria, que la amparaba de la competencia extranjera. En 1891, rehabilita la firma Sansinena con su frigorífico “La Negra” a orillas del Riachuelo ( cercano a la ciudad de Buenos Aires )e instala la planta “Los Cuatreros” en Bahía Blanca. Continúa con su rol de intermediación entre el mercado financiero mundial y local. Es el representante de la Banca Baring en la Argentina, a la que recurre en situaciones de crisis política y que lo considera un interlocutor privilegiado.. A sus múltiples actividades, debemos sumar: inversiones en la empresa metalúrgica “Rezzonico, Otonello y Cía” que se transformará en la firma “Tamet”, creación de la empresa “Ferrum”, que fabrica artículos enlozados y galvanizados, la pesca de la ballena en las islas Georgias y exploración petrolera en la provincia de Mendoza. De la exposición inmediata anterior observamos el carácter múltiple de las acciones empresarias de Tornquist: banquero, terrateniente, agente de firmas industriales extranjeras e industrial él mismo. Dada su influencia sobre las decisiones económicas gubernativas 9, y su importancia en los distintos ramos de la economía, considero que el estudio de sus iniciativas nos ayudará en la comprensión de las políticas económicas del estado argentino y de las vinculaciones y el carácter de la clase dominante argentina hacia principios del siglo XX. estabilizador de Inglaterra en estas tierras confrontar el clásico libro de Halperín Donghi, T., Historia contemporánea de América Latina 8 Sorpresivamente – dada la estrecha relación entre Tornquist y el poder politico, la Refinería recurrió a la garantía legal tan sólo en el primer año, devolviendo luego lo percibido como subvención. 9 En ese sentido se expresa Estanislao Zeballos en 1893 “Desde 1880 van corridos veintitrés años de una estabilidad política excesiva. Dos influencias has predominados casi absolutamente en la dirección suprema del país. La del General Roca en política; la del señor Tornquist en finanzas”. 5 La evolución monetaria hasta 1899 Los últimos años de la década de 1880, se encuentran signados por la ley de Bancos Nacionales Garantidos. Inspirada en el sistema estadounidense, que autorizaba la emisión de los greenbacks, la Ley No 2216 establecía : a) Toda corporación o toda sociedad constituida para hacer operaciones bancarias estaba facultada para emitir billetes garantidos con fondos públicos nacionales. ( Art 1º ) b) Su capital debía ser de 25.000 pesos fuertes o más y la emisión no podía pasar del 90 % del capital realizado ( Art. 2º ). c) Los bancos no podían poner en circulación los billetes que recibiesen sin constituir previamente un fondo de reserva en oro del 10 % de los billetes recibidos para circular y debían destinar anualmente el 8% de sus utilidades líquidas a incrementar ese fondo de reserva ( Art 3º ) d) La Nación depositaría a la orden del Banco Nacional una garantía igual a su emisión en fondos públicos creados por esta ley ( Art 4º ) La metodología de la emisión era la siguiente: las Corporaciones o Sociedades mencionadas en el artículo 1º podían fundar bancos de emisión y depósito, comprando al Gobierno Nacional fondos públicos. El gobierno recibía oro y entregaba los fondos que el banco emisor depositaba en la Oficina de Bancos Garantidos. A cambio de este depósito, el gobierno entregaba a la nueva sociedad los billetes necesarios para la emisión. El resultado de la iniciativa fue desastroso. Proliferaron los bancos y la emisión de billetes se dispara sin control, propiciando una ola de especulación bursátil, que terminará abruptamente con la crisis internacional de 1890. La explicación a este desenfreno se debe al hecho de que, si bien la ley preveía la constitución de un encaje en oro, como mecanismo previo a la emisión, los bancos Nacional y de Provincia, fueron exceptuados del cumplimiento de ese requisito. Observemos en el gráfico siguiente, la evolución del circulante, comparándolo con el premio del oro sobre el papel moneda ( tomando el año 1887 como año inicial ) Evolución del circulante y del premio del oro sobre el papel moneda ( en números indice: 1887 = 100) 800 600 400 Circulante 200 Premio 0 1887 1889 1891 1895 1897 1899 6 A partir de la crisis internacional de 1890, el gobierno argentino es obligado a abandonar la política emisionista, al no poder cumplir sus compromisos con la banca internacional perjudicando gravemente la solvencia financiera de la casa Baring. El banco Nacional y el de la Provincia de Buenos Aires entran en cesación de pagos y deben abandonar sus operaciones. Conforme a los acuerdos concertados con Baring y el Comité encabezado por la firma Rostchild, el gobierno debía restringir la circulación un 15 % en el período 1894 – 1896. Si bien no se cumple con el pacto, la cantidad de dinero continúa estable, comenzando una disminución en el premio del oro, provocada por un aumento de las exportaciones y el restablecimiento de las inversiones extranjeras. La ley 3871 de Conversión de 1899 Para 1898, la tendencia a la valorización del papel moneda, inquieta a vastos sectores de la opinión pública. Una vez más, Ernesto Tornquist, lanza una iniciativa polémica. En el diario “La Nación” del 4 de Octubre de 1898, se le atribuye la iniciativa de crear una Caja de Conversión que cambie 250 pesos de papel moneda por 100 pesos oro. La propuesta produce una inmediata reacción. La rueda de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, retrasó un cuarto de hora las operaciones, en medio de una protesta enérgica contra el proyecto. Los comisionistas, corredores y especuladores se dirigen al domicilio de Tornquist con el propósito de agredirlo. Identificándolo con una de sus múltiples actividades, le gritan ¡ Abajo el azúcar!. La prensa lo ataca duramente y el empresario responde desde las páginas de “El Diario”. “Considero que el estado de inconversión de nuestra moneda es un inmenso mal y ha sido la principal causa que este país – tan rico como los Estados Unidos del Norte – se halle en realidad medio siglo atrás. En un país donde la moneda está expuesta a fluctuaciones continuas, falta la base fija para el desarrollo sólido del progreso material. Tenemos que pagar por alquiler del capital extranjero el doble de lo que lo pagan otras naciones menos favorecidas por la naturaleza que nosotros.10 Mas adelante explica porque la oportunidad es propicia para practicar la conversión: “ Habrá pues, quizás por primera vez por muchos años, un excedente verdadero, no en el papel, sino en oro efectivo, que tendrá que venir del exterior; este el ahorro del país debido al desarrollo de sus industrias naturales, la ganadería, la agricultura, y, en segunda línea, la producción de azúcar, vinos y miles de artículos del consumo diario, que hoy producimos nosotros mismos y no estamos obligados a importarlos del extranjero. Pues sépase que la disminución de la importación no proviene de la disminución de nuestro consumo, sino del hecho indiscutible que nuestra industria casera – tan injustamente atacada por los que no se dan bien cuenta de sus adelantos, empieza a independizarnos en muchos ramos del exterior”.11 En 1899, a iniciativa del gobierno del presidente Roca y con el respaldo de Pellegrini, se sanciona la Ley 3871 que recoge la propuesta de Tornquist: a) La emisión total de papel moneda sería convertible en oro a razón de 0,44 pesos oro por cada peso papel, o la recíproca 2,2727 pesos papel por cada peso oro. 10 11 El Diario, 5 de Octubre de 1898. El Diario, 5 de Octubre de 1898. 7 b) Se preveía la existencia de un “Fondo de Conversión” destinado exclusivamente a garantizar la emisión de pesos papel. c) Los recursos de este fondo se obtendrían de un porcentaje del impuesto a la importación, las utilidades del Banco de la Nación, el producido por la venta de los ferrocarriles Andino y La Toma y la reserva de cédulas hipotecarias en pesos oro que poseía el estado argentino. También las partidas presupuestarias votadas cada año por el Parlamento. d) El oro que recibía la Caja a cambio de billetes no podía ser destinado en ningún caso a otro objeto que no fuera el de convertir billetes al tipo fijado. e) No se respaldaría la emisión anterior de 293 millones, que carecían de garantía. Después de años difíciles ( 1901 – 1902 ) por la posibilidad del conflicto armado con Chile, la Caja funcionó muy satisfactoriamente, aumentando la proporción del circulante respaldada por oro, diluyendo la precariedad que provocaba la emisión anterior a 1899 que no estaba respaldada. Obsérvese el siguiente cuadro:12 Año 1902 1903 1904 1905 1906 1907 1908 1909 1910 1911 1912 1913 1914 Circulación en millones Oro en la Caja, en de pesos papel ( a ) millones de pesos oro ( b) 296 0,003 380,1 38,2 407,6 50,3 498,1 90,1 526,7 102,7 532,1 105,1 581,2 126,7 685,3 172,5 715,9 185,9 722,9 189, 799,5 222,8 823, 233,1 831,5 221,7 Fondo de Conversión % de respaldo de Oro. millones de pesos oro ( c b + c* 100 / a / 0.44 ) 0,142 1,1 0,489 23,2 5,2 31 11,7 46,5 16,8 51,6 19,7 53,3 25 59,3 28,5 66,7 30 68,6 30 68,9 30 71,9 30 72,7 30 68,8 El éxito puede explicarse por la mejora de la situación económica. Aumentan los volúmenes exportados, a la vez que los precios de los productos argentinos suben en los mercados internacionales. Estas exportaciones producen la entrada de oro, permitiendo la expansión monetaria, sin abandonar la paridad. Pero no todo el oro ingresado por el crecimiento de las exportaciones llegó a la Caja de Conversión y provocó nueva emisión de papel moneda. En muchas ocasiones, los bancos privados y estatales, conservaban el oro como reserva, aumentando sus encajes metálicos de manera considerable. El Banco Nación, por ejemplo, mantenía grandes cantidades de oro con los cuales realizaba respecto a los movimientos de oro. Según Ford13, cuando la oferta de oro disminuía, volcaba oro en el mercado, cuando aumentaba, rehacía sus reservas comprando. Se trataban de evitar las fluctuaciones estacionales ligadas a los ingresos derivados de las cosechas y a los movimientos financieros internacionales ligados a situaciones coyunturales. A la luz de la exposición precedente, examinaremos entonces aquéllos tópicos planteados en la introducción, examinando la política monetaria argentina en el período 1880 – 1914 y su relación con las “clases propietarias”. La depreciación de la moneda 12 Adaptado de Vazquez Presedo, El caso argentino ,p. 22 13 Ford, A, op. cit. página 176 8 Hemos dicho con anterioridad que buena parte de la historiografía del período destaca la permanente depreciación de la moneda como el mecanismo utilizado para aumentar la renta de los sectores terratenientes. Si se analiza más de cerca la situación, la política de depreciación tenía límites bastante rígidos y de ninguna manera fue sistemática. Dentro de los grupos exportadores de productos primarios, la devaluación de la moneda constituía una ventaja indudable, pues sus ingresos eran en moneda fuerte y se beneficiaban frente a la disminución del papel moneda. En este punto, sin embargo, es necesario introducir algunas precisiones. Desde el trabajo de Sábato de 1979 14 , - corroborado en esta ponencia con la descripción de las numerosas actividades de Tornquist- ha quedado claro que el sector hegemónico de la sociedad argentina no era sólo terrateniente. Por el contrario, se adopta un temperamento que lo impulsa a extender sus negocios a las finanzas, la construcción, y la industria. La política monetaria del estado conservador respondería a esta influencia del grupo más diversificado y flexible. Es partidario de la depreciación del papel moneda, pero dentro de ciertos límites. La emisión descontrolada trajo consigo la especulación exagerada en los últimos años de la década del 80’; su corolario, la quiebra de los bancos más importantes y el no pago de los compromisos internacionales hizo peligrar la hegemonía de los terratenientes-financistas-industriales. A partir de ahí, la conversión será una meta deseable para aquéllos individuos más lúcidos – entre los que indudablemente se encuentra Tornquist -. Es tarea del estado, disciplinar a la propia clase dominante en sus ambiciones de renta inmediata; se necesitaba cumplir con los inversores extranjeros. Por ese motivo, la conversión resultaba adecuada: evitaba la especulación exagerada sobre el mercado de tierras e inmobiliario, que había demostrado conducir al colapso del sistema. Por otra parte, permitía el pago de las obligaciones con los acreedores internacionales; si la moneda se devaluaba demasiado la devolución de los préstamos -y aún la carga de los intereses- se transformarían en obstáculos de imposible resolución. De esa manera, se entiende la prudencia que caracteriza al período posterior a la crisis de 1890 y especialmente el que sucede a la Ley de Conversión de 1899. La lógica desde la conducción del estado se vincula con asegurar un esquema económico que permitiera la perpetuación del dominio de esa clase. El establecer una moneda sana no parecería coincidir con la caracterización de “emisionista” o “devaluacionista a ultranza” que le adjudican los investigadores citados en la introducción. Obsérvese la actuación de la Caja de Conversión y el sistema bancario en el corriente siglo: podría haberse aprovechado el auge exportador para realizar más emisiones de papel moneda y acelerar el ritmo de la expansión mediante mecanismos inflacionarios. Por el contrario, predominó la cautela, esterilizándose como encaje bancario el oro excedente. Los efectos de la devaluación Habiendo establecido que la política monetaria no fue devaluacionista en forma sistemática y que – por el contrario – el sector más influyente de la élite comprendía agudamente la necesidad del equilibrio, es interesante analizar los efectos que tenía sobre la economía la eventual depreciación – o no valorización - del papel moneda. Como dijimos anteriormente, esta situación beneficiaba a los terratenientes, exportadores de lana, carnes y cereales. Pero no solo a ellos: los industriales ligados al mercado interno se veían favorecidos por un tipo de cambio alto; de ese modo se dificultaban las importaciones y mejoraban las posibilidades de vender en el propio país. 14 Cfr. Sábato J., La clase dominante en la Argentina moderna. Formación y características. 9 Aún más, evitar la valorización de la moneda nacional en una economía abierta, con aranceles aduaneros y aforos relativamente bajos y con actividades volcadas al mercado externo es la única alternativa para evitar la crisis en caso de baja de los precios de los bienes primarios. En tales circunstancias, la depreciación de la moneda tiende a contrarrestar la deflación interna resultante de la contracción de los valores de exportación y a mantener el valor del ingreso estable en términos de moneda nacional, aún cuando la demanda de productos agropecuarios es por lo general inelástica. Es cierto que el servicio de la deuda externa se torna más costoso en términos de la moneda nacional; pero la deflación severa, que sería la única alternativa, podría tornar la recaudación de los servicios aún mucho más dificultosa. Quiere decir que la política de devaluación moderada puede contar con la aceptación de la banca internacional, de la que Ernesto Tornquist es representante y nos permite explicar, a la luz de sus múltiples ramificaciones en diferentes sectores de la economía, la coherencia de su posición, que reflejaría la del “establishment”: Su postura podría sintetizarse de la siguiente manera: no al descontrol presupuestario, ni a la emisión desbocada; la tasa de cambio debe evitar la valorización, pero también la devaluación extrema. El tipo de cambio debe ser moderadamente inflacionista, a pesar de los deseos y reclamos de los sectores dominantes . Por la propia supervivencia de la hegemonía de estos grupos el estado debe recurrir a la convertibilidad como un instrumento apto para el funcionamiento del modelo, pues permite a la vez asegurarles ganancias por exportaciones; a los industriales – en el caso de que se trate de diferentes individuos – les ofrece una fuerte protección cuando los aranceles aduaneros no la proporcionaban; por último, los acreedores externos podrían cobrar sus préstamos y continuar sus inversiones. Algunos autores del período analizado, describen la actividad industrial ligada al mercado interno como permanentemente discriminada por la élite conservadora gobernante. Para aseverarlo, hacen hincapié en la política aduanera del estado argentino, describiéndola como únicamente favorable a los sectores exportadores. La afirmación sobre la supuesta discriminación tiene las siguientes debilidades: Se debe relativizar la desprotección arancelaria de la industria y colocarla en la comparación con las tarifas aduaneras de otros estados contemporáneos. Además, existían industrias que gozaban de preferencia arancelaria. Por mencionar algunos casos, citemos la ya mencionada industria azucarera, el curtido de cueros que gozaba de una protección con derechos entre 40 y 60 % ad valorem, los fabricantes locales de clavos, que podían importar el alambre con un específico de 0,25 pesos oro cada cien kilos, mientras el clavo importado pagaba 3 pesos oro cada cien kilos. Una protección similar se aplicaba a la fabricación a diversos artículos elaborados con hierro, favoreciendo la importación de insumos y desalentando la introducción del producto terminado.15 Los sectores industriales fueron efectivamente beneficiados con el tipo de cambio; intervienen activamente apoyando la ley de conversión de 1899, para evitar la valorización del peso.16 15 Vazquez Presedo, op. cit. ps 220 a 224 Por ejemplo, obsérvese la posición del centro Vitivinicolo. “En relación con el proyecto de la ley 3871 de 1899, expresan: Las industrias de esta provincia ( Mendoza ) honorable señor, que han tenido su iniciación en épocas en que el oro se cotizaba a un precio siempre superior a 250, han sufrido perjuicios incalculables; y estos perjuicios pasarían a ser indiscutiblemente, ruinosos si, por causa de valorizarlo aún más, resultara que las deudas contraídas en su mayor parte aún sin amortizar, deberían ser saldadas con billetes de valormucho más alto que el que tenía cuando ellas se contrajeron.” Citado por Panettieri, J., op. cit. p. 124. 16 10 En ese contexto, la expansión de la actividad exportadora permitía a la vez – y no de manera contradictoria, como lo prueba la superposición de roles entre individuos que son a la vez grandes terratenientes e industriales – el crecimiento del sector industrial.17 ¿ Quiénes resultarían perjudicados por la política económica conservadora? El grupo de los importadores y especuladores bursátiles era – obviamente – el más interesado en la sobrevaluación del peso. Sin embargo su oposición a la Ley de Conversión de 1899 se vio limitada por la íntima relación que tenían con los sectores exportadores. Según algunas visiones relativamente influyentes de nuestra historia, la política monetaria del período 1880 – 1914, perjudicaba sensiblemente el ingreso de los asalariados. Por ejemplo, José Panettieri, evidentemente muy influenciado por el discurso del Partido Socialista18, remarca los efectos que la política de devaluación permanente – que, como ya hemos analizado, no era tal – tendría sobre la situación de los sectores de ingresos fijos. La consecuencia sería la permanente baja del salario real, ya que buena parte de los productos consumidos por los obreros eran – según el autor – importados. Roberto Cortés Conde19 ha criticado acertadamente el intento de medir el poder de compra de los salarios, utilizando su valor en pesos – oro; propone en cambio ponderar la capacidad adquisitiva del salario comparando los salarios nominales con la evolución de los precios de la canasta familiar. Por otra parte, la mayor parte del consumo obrero no se ligaría con los productos importados. Los alimentos eran de origen nacional en su gran mayoría de origen nacional; las bebidas también. En el rubro textil, existían fábricas que producían medias, camisas, toallas, mantas, casimires ordinarios, capas, sombreros y zapatillas. Las importaciones estaban fuertemente concentradas en los grupos de ingresos altos y medios y no en los asalariados.20 Finalmente, si la situación salarial era tan desfavorable¿ Cómo se explicaría el ingreso de millones de inmigrantes en el período?¿ De dónde surgió la clase media argentina, prácticamente inexistente hasta 1880? 21 Conclusiones 17 ¿Como se puede explicar, entonces la persistencia del mito de la élite conservadora anti-industrial? Los motivos se relacionan con diferentes tipos de factores. Por un lado, la historiografía intenta descalificar la tarea de conducción económica de esta élite, para acompañar la crítica sobre los mecanismos fraudulentos de dominio político. De esta manera se completaría la caricatura : el grupo dirigente entre 1880 y 1916 era antidemocrático. Por lo tanto, la política económica por ellos implementada debía ser necesariamente perjudicial y exclusivista, favoreciendo únicamente a los sectores ganaderos. Nadie puede negar el carácter fraudulento del dominio conservador ; tampoco la preferencia sin embargo resulta absurdo hacer más execrable su carácter, violentando estadísticas, ignorando indicadores y atribuyéndole una conducción de la economía del país desacertada. Como un ejemplo de una posición dogmática y simplificadora de la élite dominante en la Argentina a partir de 1880 Cfr. Rock, D., El Radicalismo Argentino y Argentina 1516 – 1987, Desde la Colonización española hasta Alfonsín. 18 El partido socialista argentino era partidario extremo del librecambio y la valorización del peso. Su objetivo era conseguir que los productos importados fueran más económicos para los asalariados. Lo erróneo de su postura, se evidencia en la crítica de la posición de Panettieri. 19 Cfr. Cortés Conde, R., El progreso argentino. 20 Cfr. Vazquez Presedo, op. cit. 21 Cfr. Di Tella, T.S. Sociología de los Procesos Politicos, ps. 340 a 353. 11 La exposición precedente nos ha servido para introducir algunos elementos que nos permiten, a través del análisis de las actividades de uno de los integrantes más relevantes de la élite – Ernesto Tornquist – sugerir cuál fue el sentido de la política monetaria argentina en el período 1880 – 1914. Se estableció la múltiple inserción de esta élite en los diferentes ramos de la actividad económica y la congruencia de esta pluralidad de negocios con la actitud asumida por el estado nacional en relación con el tipo de cambio y la circulación de papel moneda. Observamos que se adoptó el temperamento de la adopción de un tipo de cambio que favorecía evidentemente a los sectores terratenientes, pero no en la medida en que ellos lo solicitaban. El estado actúa de manera relativamente autónoma frente a las demandas de su principal sostén político y asegura su hegemonía social articulándola con los intereses del capital extranjero y la industria ligada al mercado interno. Los efectos negativos que la política monetaria conservadora tendría sobre los sectores de ingresos fijos deben ser ubicados en su justo término, evitando la descalificación automática de las decisiones económicas de la oligarquía como una derivación de su carácter fraudulento. Finalmente, es posible sugerir que, si a partir de la década de 1910, se hubieran realizado las adaptaciones necesarias – actualizando los aforos aduaneros y empleando una protección selectiva como la sugerida por Alejandro Bunge – la Argentina podría haber empleado un desarrollo industrial más temprano y profundo, evitando la “Gran Demora” que Di Tella y Zymelman ubican entre 1914 y 1933. Bibliografía Comisión de Homenaje a Ernesto Tornquist Ernesto Tornquist ( biografía ), Buenos Aires, Compañía Impresora Argentina, 1942. Cortés Conde, R., El progreso argentino, Buenos Aires, Sudamericana, 1979 Di Tella G., y Zymelman, M., Etapas del desarrollo económico, en Di Tella T.S. y otros: Argentina, Sociedad de Masas, Buenos Aires, Eudeba, 1965 Di Tella, T.S. Sociología de los Procesos Politicos,Buenos Aires, Eudeba, 1989. Ford, A.G., El patrón oro, 1880 – 1914, Inglaterra y Argentina., 12 Halperín Donghi,T Historia contemporánea de América Latina, Madrid, Alianza, 1970. Lucchini, C., Blanco T. y Cerra, A., Industria y Nación en la Argentina y el Brasil (1890/1950). La integración regional en el pensamiento del nacionalismo económico argentino. XVI Jornadas de Historia Económica, Universidad Nacional de Quilmes, Quilmes, Argentina, setiembre de 1998. Madero, F., Ernesto Tornquist; en Ferrari, G., y Gallo, E., ( comp ) La Argentina del Ochenta al Centenario, Buenos Aires, Sudamericana, 1980. Panettieri, J., Devaluaciones de la moneda 1822 – 1935, Buenos Aires, CEAL, 1985. Rock, D., Argentina 1516 – 1987, Desde la Colonización española hasta Alfonsín., Buenos Aires, Alianza, 1985. Rock, D., El radicalismo argentino , Buenos Aires, Amorrortu, 1975 Romero, L.A., Breve historia contemporánea de la Argentina; Buenos Aires, FCE, 1996. Sábato J., La clase dominante en la Argentina moderna. Formación y características, Buenos Aires, CISEA, 1979 ( mimeo ) Vazquez Presedo, El caso argentino, Buenos Aires, Eudeba, 1971.