La planificación central detiene el progreso humano

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From the SelectedWorks of Guillermo Arosemena
April, 2008
La planificación central detiene el progreso
humano
Guillermo Arosemena
Available at: http://works.bepress.com/guillermo_arosemena/151/
La planificación central detiene el progreso humano
Por Guillermo Arosemena
La idea de la planificación central se difundió por
todo el mundo y llegó a nuestro país, convenciendo
a gente muy capaz de que era el camino a seguir.
Cuando cayó la dinastía Romanoff en Rusia y subió
Lenín al poder, sus asesores lo convencieron de que la
planificación centralizada era la herramienta más
idónea para sacar al pueblo de la pobreza: grupos de
economistas reunidos dentro de cuatro paredes,
decidían las actividades de cuáles sectores el Estado
debía impulsar. El Kremlin creó un super ministerio de
planificación con enorme estructura burocrática, en la
que existían especialistas para las áreas que el
Politburo quería priorizar, bajo el control del Comité de
Planificación. La mayoría de quienes llegaron a dirigir la
Unión Soviética, pasaron por ese ministerio, incluyendo
Gorbachov. Los “kikuyos”, optaron por desarrollar la
industria pesada y especialmente la militar, áreas donde
invirtieron miles de millones de dólares. Al hacerlo, se
olvidaron de satisfacer las necesidades reales y latentes
del pueblo, a través de la creación de bienes y servicios
de consumo masivo. Las enormes empresas estatales
se manejaban con autoritarismo, por lo que no existía
iniciativa para mejorar los métodos y técnicas de
producción. La estructura rígida de planificación era
incapaz de adaptarse al permanente cambio en que se
desempeña la economía mundial. Por la ineficiencia e
inoperancia del sistema económico, la economía soviética debía estallar en algún momento, como
efectivamente sucedió.
La idea de la planificación central se difundió por todo el mundo y llegó a nuestro país, convenciendo
a gente muy capaz de que era el camino a seguir. Víctor Emilio Estrada, en la primera administración
de José María Velasco Ibarra, propuso en 1934 el primer plan de desarrollo de Ecuador. Todos
conocemos que ninguno de los planes elaborados en Ecuador durante 50 años cumplieron lo
ofrecido, cada uno de ellos fue total fracaso.
¿Por qué han fallado las economías de planificación central? Sencillamente porque el progreso surge
del interés individual, de la ambición de las personas de querer hacer dinero. Esta actitud fue
claramente definida por Adam Smith, quien en su magna obra, La Riqueza de las Naciones escribió:
“No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento, sino
la consideración de su propio interés”.
El egoísmo del que escribió Smith, no solamente ha ayudado a los inventores, todos se han
beneficiado. Es tan cierta la afirmación, que el hombre más rico el mundo, Mayer Amschel Rothscild
murió en 1812 por un absceso, que actualmente, el más pobre de los pobres se salva con un
antibiótico. Son los inventos en la medicina, como la penicilina descubierta por el inglés Dr. Alexander
Fleming que han permitido que la esperanza de vida aumente significativamente en todos los
continentes, no solamente en el Primer Mundo.
Viendo las 7 grandes revoluciones que generaron enorme riqueza en nuestra humanidad, notamos
que ocurrieron por la participación exclusiva de emprendedores, personas tomadoras de riesgo con
gran iniciativa: Agrícola I, (período Neolítico 8.000 A.C., cuando nuestros antecesores dejaron la caza
para formar comunidades para sembrar la tierra), Comercial I (Siglo XII), Comercial II (siglos XVXVII), Agrícola II (siglos XVI-XVIII), Industrial I (1750-1850), Industrial II (1880-1920) y
Comunicaciones e Información (1980 hasta la actualidad). Ninguna de esas transformaciones fue
producto de la planificación, tuvieron lugar por la actitud de personas de hacer dinero en un entorno
favorable a la creación de actividades productivas.
Por ejemplo, en la Revolución Industrial I, nacida en Inglaterra, este país tenía la ley de patentes más
avanzada del mundo, mercado de capital dinámico, gran institucionalidad y leyes favorables al sector
privado. El entorno favoreció la liberación de la innovación lo que permitió inventos como el motor a
vapor, ferrocarril, máquinas para el sector textil y una variedad de maquinaria industrial que fue
exhibida en un palacio de cristal construido para mostrar al mundo la creatividad inglesa durante la
primera feria mundial similar a las actuales, en Londres. Todos los inventores, como James Watts,
Edmund Cartwright y otros, no fueron instruidos por el gobierno inglés respecto a cómo invertir el
dinero de ellos y sus socios capitalistas, ni en qué actividades debían incursionar, fue decisión propia.
Lo mismo ocurrió en la Revolución Industrial II, con inventores como King Gillete con su máquina de
afeitar, George Eastman con la cámara fotográfica, Thomas Edison, descubridor de la luz eléctrica,
Cyrus McCormick, creador del primer tractor o Henry Ford, con su automóvil para las masas. Entre
1860 y 1930, la Oficina de Patentes registró 1,470,000 patentes en Estados Unidos. Finalmente, en la
revolución que vivimos actualmente, hay inventores como Jack Kilby y Rober Noyce, creadores del
microchip; Douglass Engelbart, con el ratón para computadoras; Bradford Parkinson, con el sistema
de posicionamiento global (GPS); Martin Cooper, con el teléfono celular o Konrad Zuse, con la
primera computadora programable.
Todos los inventores y sus financiadores a través de la historia han sido buscadores de
oportunidades, han tenido extraordinario olfato para identificar necesidades latentes, han estado
llenos de tenacidad, no se dejaron vencer por el infortunio y han generado confianza entre los
capitalistas. Pero ellos también han roto paradigmas, sin necesidad de crear bienes o servicios,
también existen personas que crean nuevas formas de trabajar, nuevos métodos y técnicas
gerenciales. Han sido extraordinarios observadores se han fijado en el detalle, para proponer
soluciones y hacer a las empresas más eficientes y productoras de bienes de mayor calidad.
Frederick Taylor fue quien creó la ingeniería industrial, cuando con cronómetro en mano, comenzó
a realizar estudios de tiempos y movimientos. Douglas McGregor fue el primero en analizar la
relación entre motivación y rendimiento en los trabajadores y así hay más de un centenar de
estudiosos, como Fayol, Ansoff, Porter, Barnard, Deming, etc. que han hecho aportes significativos
a la gerencia de las empresas.
Todo el aporte intelectual de aquellos que se mencionan más miles de individuos que han contribuido
al progreso de las ciencias y nivel de vida, no fue logrado en economías planificadas, ocurrió donde
se practica la libertad económica, sistema que tiene diferencias abismales como se observa en el
cuadro comparando las características de este tipo de economía con las de planificación centralizada.
La primera tiene algunos siglos de vida, mientras que la segunda no llegó a 80 años y los
neoplanificadores quieren revivirla, pretendiendo maquillarla con tintes democráticos, cuando en el
fondo es la misma que la antigua soviética.
Fraser Institute, tiene más de 20 años publicando el Índice de Libertad Económica. Entre sus conclusiones,
existe una relación directa entre la libertad económica de los países y su nivel de vida.
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