bajos instintos li t e r a t u r a provocadora. del público de la época por estas narraciones permitió a Poe entrar en diversas revistas publicando sus creaciones y otorgándole al abanico interno de características del cuento el elemento maravilloso, siendo éste a día de hoy soporte fundamental del cuento. TEORÍA ARTÍSTICA. A su vez, el autor (como se rastrea en los textos que nos presenta la editorial Galaxia) se interesa por las motivaciones de los personajes más que por el propio suceso que se narra. Esta revolución narrativa del XIX permitió a Poe redefinir el relato con su teoría artística que se basa en la economía del lenguaje: excluye todo aquello que sea material secundario dentro de la historia. Para no perder la perspectiva, asume un control estricto del punto de vista y presenta los hechos a través de una elaborada estructuración textual. Se permite todo tipo de licencias (manipulando al escenario, los personajes y los diálogos) para crear inexorablemente en el lector el estado de ánimo propicio: el miedo. La obra de Edgar Allan Poe resume diversas y contradictorias tenden- cias, destacando como leitmotiv habitual el del terror y misterio. Diría Freud tiempo después de la muerte de Poe que lo siniestro «es aquella suerte de sensación de espanto que se adhiere a las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás». Esto nos devuelve a una de las constantes que el lector reconocerá en cuentos como por ejemplo en «O gato negro». Pero el análisis del psicoanalista a lo que nos produce sensación de miedo y desasosiego continúa e, inexorablemente, remite al grueso de la obra narrativa breve de Poe, destacando como elementos de terror las imágenes de descuartizamientos, los entierros prematuros, la reanimación de muertos («A caída da casa Usher»), la venganza, la propia culpa («William Wilson»), la influencia de los psicotrópicos («A caída da casa Usher»), y sobre todos ellos tanto el tema de la sombra como el del desdoblamiento (o doppelgänger como se conoce en psiquiatría), que tienen que ver con el miedo a la disolución del yo. De manera más o menos consciente, Poe refirió este tema repetidamente (otros autores como Hoffman, Dostoyevski, Maupassant, Wilde o Andersen también plasmaron esta angustia en sus cuentos y narraciones), donde la identidad en peligro viene representada por el enfrentamiento al doble o a la pérdida de la sombra. En «William Wilson» se plantea además el punto crítico de esta temática del doppelgänger: ¿Y si fuéramos nosotros la réplica sin voluntad? El miedo se da cuando desaparece la frontera entre lo real y lo fantástico, cuando nos enfrentamos a lo desconocido. Cuando el horror tiene nombre es más fácil de digerir, en cambio si se desconoce el motivo, el lector se encuentra indefenso, absorbido por el infinito terrorífico. Esta es la tecla que tocó Poe y que creó escuela dentro del género, siendo imitado posteriormente por una nómina de autores entre los que se encuentran H. P. Lovecraft, Horacio Quiroga, Roberto Arlt o Cortázar. Este último señala como otra de las grandes características del estilo literario del autor su sátira, considerándolo precursor del absurdo. En cuentos como «Bon-Bon» o «Os anteollos» se destila una fina sátira que deriva en desprecio hacia la humanidad, volviendo a su gusto por lo macabro. lo grotesco. n A&L 9 desde el mismo título hasta la última página, el texto de ameixeira s e n g a n c h a por su cuidada actitud rupturista dime algo sucio diego ameixeiras xerais, vigo, 2009 223 páginas, 15,80 euros versión digital, 11 euros a. m. pedrosa Es un solomillo, es decir, literatura. En Dime algo sucio, ficción de intriga que pretende descubrir el enigma que une las vidas cruzadas de personas muy diferentes, la trama no se antoja lenta, como un río de infinitos meandros de ese vecindario de Oregón, identificado con Ourense. Diego Ameixeiras (Lausanne, 1976) -aún contando todo lo que está pasando-es diligente y directo cuando escribe; es su manera de concebir este arte, un modus operandi que recuerda vagamente la intencionalidad de la escritura automática vanguardista y el fluír libre de las ideas. Su novela se lee en dos sentadas. La recomendación más común con este libro es no ofrecer demasiadas pistas sobre su argumento. Trata de personajes resentidos e insatisfechos que, en realidad, no soportan su propia existencia. Por eso, esperan encontrar a alguien que, desde fuera, traiga la tan codiciada solución para su abrumador desespero. Las quinceañeras se manifiestan como ninfas neumáticas y resueltas. Vacilan al personal que es un primor. ¿Encuentran veleidad del heterosaurio?, ¿angustia? Eduardo sueña con cinturas breves y estilizadas sobre la lisura del abdomen, y pechos esféricos. Vive con su pareja, Miriam, pero se hace ocasionalmente con las llaves de un pisito. -Ten quince anos e creo que está tola por min –Está disposta a deitarse contigo? –Teño indicios para pensalo. Peca además de esa necesidad de sentirse adorado. Laura es uno de los personajes adolescentes; también Cady, clave en esta historia. No hay moralina del autor para los jóvenes. No se reserva un papel editorializante. En el relato, están quienes recurren al sexo con un componente de ofensa y humillación, pero también hay espacio para la ternura, con la iniciación de dos muchachos. Es un «canto de anunciación» cuando la lengua de Nelson, el grafitero, transita entre las piernas de su novia, que practica tres horas semanales de kung-fu. Ella deja en las sábanas un cerco del tamaño de un donuts. A él le conforta la visión. Ángela quiere matar todos los recuerdos de Jaime. Se lo cuenta a Marga. Un taxista lee un texto que dos hombres sin techo escribieron en su cartón: «el rumor de la melancolía es el sonido de una orquesta a lo lejos». El hombre negro coloca las últimas novedades musicales y cinematográficas en la manta. Un médico pasa revista…Todos podemos cruzarnos con un asesino o un violador en serie, y no enterarnos. Quizás vaya a la cárcel, o siga prestándonos sus servicios a diario. n