Crisis Financiera en Estados Unidos, ¿Qué Pasó?

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Crisis Financiera en Estados Unidos,
¿Qué Pasó?
Por: C.P. Ignacio García Pareras
[email protected]
Siempre se ha dicho que la economía es
cíclica, es decir, que resulta normal pasar por
momentos de fuerte crecimiento y de
holgura, para luego desembocar en crisis más
o menos profundas que reordenen el
mercado y permitan proseguir con el ciclo
económico. Lo preocupante siempre ha sido
el hecho de no ser capaces de anticipar los
momentos de crisis para poder ejercer
medidas que atenúen el impacto de las
mismas.
En las últimas décadas se ha venido creando
ese “monstruo” llamado economía global
que, si bien es extraordinariamente valioso
para generar negocios y bienestar sin
fronteras, también se convierte en implacable
a la hora de convertir contracciones
económicas domésticas de países poderosos
en grandes crisis mundiales, con impacto
evidente en las economías familiares. En este
sentido cabe tener muy presente que la
“macroeconomía” no es más que la suma de
todas y cada una de nuestras economías
familiares.
Recientemente estamos viviendo la crisis
financiera originada por el mercado
inmobiliario y las hipotecas en Estados
Unidos. El presente artículo no pretende ser
un ejercicio técnico de economía, sino más
bien una serie de reflexiones para tratar de
entender el origen y las posibles causas de
dicha crisis.
Resulta evidente que en los últimos años uno
de los mejores negocios (es algo que se
puede escuchar todos los días en la calle) ha
sido el de bienes raíces, es decir el mercado
inmobiliario.
En la ultima década en muchos países
desarrollados se produce una explosión en el
mercado inmobiliario, generado por una
enorme demanda de inversionistas, cuyo
interés consistía básicamente en comprar
“como inversión” para vender en el futuro a
un precio mayor. Dicho aumento en la
demanda tendría básicamente dos efectos:
1. Aumento progresivo en los precios de la
vivienda (el precio real de la vivienda se
multiplicó por dos en 10 años en Estados
Unidos)
2. Necesidad de hipotecas para la compra
de las viviendas
La bonanza económica y el control
inflacionario permitían disminuir las tasas de
interés, es decir el precio del dinero. De esta
forma durante años las tasas de interés
vigentes en los mercados financieros
internacionales fueron excepcionalmente
bajas. Sin embargo, esta situación implicaba,
en condiciones normales, un descenso en el
negocio de los bancos, ya que sus márgenes
(es decir básicamente el diferencial entre las
tasas de interés activas y pasivas) eran más
bajos que en años anteriores.
Los bancos, con el objetivo de no ver
menguados sus beneficios, optaron por el
incremento en el número de operaciones, es
decir, aumentar el número de hipotecas. La
operación matemática es sencilla, menos
margen pero más negocio. Inevitablemente
ese “más negocio” implica ofrecer hipotecas
a personas con menores ingresos y menos
activos para responder a esos créditos y, por
lo tanto, deriva en un incremento en los
niveles de riesgo de impago.
En términos generales, la situación pareció ser
sostenible en un modelo de bonanza y
crecimiento continuo, sin embargo, decíamos
al principio, que las economías son cíclicas y
por tanto un aumento constante en las
inversiones y/o consumo puede generar
tensiones inflacionarias que obliguen a los
bancos centrales a incrementar nuevamente
las tasas de interés.
El impacto es inmediato sobre las economías
familiares: las mensualidades de la hipoteca
de la casa aumentan en caso de tener
pactadas tasas de interés variables (algo muy
de moda en épocas con precio de dinero
bajo) y eso genera que se disponga de menos
dinero para consumir, es decir, compramos
menos ropa, vamos menos al cine y en
general “nos apretamos el cinturón”. Cuando
esto ocurre en forma generalizada
economía se contrae y deja de crecer.
la
Adicionalmente, se producen efectos por el
impago de muchas de las hipotecas que
originalmente se habían concedido a
personas con bajo ingreso con el
consiguiente quebranto para los bancos. El
mercado inmobiliario empieza a perder valor
debido a que la gente deja de tener dinero
para comprar casas y por lo tanto el sector de
la construcción entra en recesión, con el
consiguiente impacto en el mercado laboral,
más
desempleo,
nuevamente
menos
consumo, más crisis.
Sin embargo la parte más devastadora de una
crisis es muy difícil de controlar porque se
trata del impacto psicológico en la economía.
Si todo el mundo nos dice que estamos en
crisis y las previsiones son de recesión y de
dificultades
en
años
venideros,
automáticamente
disminuimos
nuestro
consumo y nuestras inversiones “por si
acaso” y eso tiene un impacto directo en el
mercado, de forma que la crisis resultante es
aún mayor a la causada por motivos
estrictamente tangibles.
¿Cómo es posible que una crisis doméstica
acabe afectando a la economía mundial?
En primer lugar resulta evidente que el
impacto de la economía norteamericana es
muy significativo en el ámbito global. Se trata
de un país con fuerte inversión en el exterior
y por tanto cualquier desaceleración en su
economía se “contagia” al resto de los
mercados.
Sin embargo, uno de los principales
causantes de esta globalización de la crisis es
la relación de los bancos a nivel mundial.
Anteriormente se mencionó que los bancos
de Estados Unidos habían concedido
hipotecas a personas con menores recursos y
por tanto con mayor riesgo de impago. La
cuestión es que estas hipotecas a su vez son
vendidas como títulos hipotecarios en los
mercados financieros internacionales, y estos
títulos hipotecarios son comprados por
bancos de todo el mundo. Es decir, cuando el
banco concede una hipoteca obtiene un
activo (representado por el importe que el
consumidor le debe), lo que hacen los bancos
es negociar con esos activos ya sea
vendiéndolos o asegurándolos.
De esta forma, cuando se producen los
impagos en las hipotecas concedidas a gente
de bajos recursos por el alza en los tipos de
interés, la crisis se esparce por todo el sector
financiero internacional, ya que muchas de
esas hipotecas ya no eran “propiedad” de
bancos de Estados Unidos sino de bancos
alrededor del mundo. Estos últimos ven
afectada la seguridad y rentabilidad de sus
fondos de inversión, por lo que se tiende a
retirar fondos del mercado y esto implica
problemas de liquidez.
Los problemas de liquidez y la falta de
confianza hacen que los bancos dejen de
prestarse dinero tan fácilmente y si lo hacen
será a un precio más caro, lo cual presiona las
tasas al alza y empeora la situación.
Adicionalmente y como medida de
precaución, también son más estrictos a la
hora de conceder nuevos préstamos (no sólo
los hipotecarios) con lo cual las empresas que
requieren de financiación para sus inversiones
se ven perjudicadas, ya que en caso de poder
efectuar dichas inversiones, acabarán siendo
más caras.
Ante esta situación los bancos centrales tratan
de inyectar dinero en el mercado para paliar
los problemas de liquidez, pero también
deben tratar de atraer capitales a sus
respectivos países, y eso sólo se consigue
retribuyendo en mayor medida esos capitales,
es decir, incrementando las tasas de interés.
¿Hay algún culpable de esta situación?
Yo creo que no se puede culpar a los bancos
por adaptar su negocio al mercado y por
tratar de obtener más beneficios en función a
la situación del entorno económico en el que
se encuentran (todos tratamos de hacer lo
mismo). Tampoco se puede culpar a las
familias que, a pesar de no tener excesivos
recursos, asumen hipotecas a sabiendas de las
dificultades para pagarlas (todos tenemos
derecho a la vivienda). Mucho menos se
puede culpar a los bancos centrales por
reaccionar tarde y no anticipar medidas para
paliar el impacto, al fin y al cabo las crisis son
difíciles de predecir (si fueran fáciles no habría
crisis).
Desarrollamos nuestras actividades en
economías capitalistas basadas en ingresos,
rentabilidad, productividad y eficiencia y eso
implica ganadores, pero también perdedores.
En
una
economía
global
no
hay
“compartimientos estanco”, todo nos afecta
a todos. Las economías de mercado se
ajustan solas y en las crisis son más los
perdedores que los ganadores, pero eso es
debido a que la economía es cíclica, y nada
más.
Les dejo mis reflexiones.
El C.P. Ignacio García Pareras es Gerente de
Auditoría de Horwath Castillo Miranda
Guadalajara.
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