Fonética y Fonología. Práctica de transcripción fonológica. NOMBRE Y APELLIDOS: Transcribe fonológicamente según el AFI los siguientes textos. Nota: cada fallo se penalizará con 0,20 puntos. Texto 1(10 puntos) Yo en cambio creo que la gramática es una vía de acceso a la belleza. Cuando hablas, lees o escribes, sabes muy bien si has hecho una frase bonita, o si estás leyendo una. Eres capaz de reconocer una expresión elegante o un buen estilo. Pero cuando se estudia gramática, se accede a otra dimensión de la belleza de la lengua. Hacer gramática es observar las entrañas de la lengua, ver cómo está hecha por dentro, verla desnuda, por así decirlo. Y eso es lo maravilloso, porque te dices: “Pero ¡qué bonita es por dentro, qué bien formada!”, “¡Qué solida, qué ingeniosa, qué rica, qué sutil!”. Para mí, sólo saber que hay varias naturalezas de palabras y que hay que conocerlas para poder utilizarlas y para estar al tanto de sus posibles compatibilidades, hace que me sienta como en éxtasis. Me parece, por ejemplo, que no hay nada más bello que la idea básica de la lengua, a saber: que hay nombres y verbos. Sabiendo esto, es como si ya te hubieran enunciado la esencia de todo. Es maravilloso, ¿no? Hay nombre, verbos… Para acceder a toda esa belleza de la lengua que la gramática desvela, ¿quizá también haya que ponerse en un estado de consciencia especial? A mí me da la sensación de que puedo hacerlo sin esfuerzo. Creo que fue cuando tenía dos años, al oír hablar a los adultos, cuando comprendí, esa vez y para siempre, cómo está hecha la lengua. (Muriel Barbery, La elegancia del erizo, 2007) Texto 2 (10 puntos) Lunes Había dejado de tomar alcohol y tenía pequeñas perturbaciones que me producían efectos extraños. No lograba dormir y en las noches de insomnio salía a caminar por las calles vacías. El pueblo parecía deshabitado y yo me internaba en los barrios oscuros, como un espectro. Veía las casas en la claridad de la noche, los jardines iguales; oía el rumor del viento entre los árboles. Martes Salgo de esos estados medio encandilado como quien ha pasado demasiado tiempo mirando la luz de una lámpara. Me despierto con una rara sensación de lucidez, recuerdo vívidamente algunos detalles aislados -una cadena rota en la vereda, un pájaro congelado en la nieve, la frase de un libro-. Es lo contrario de la amnesia: las imágenes están fijas con la claridad de una fotografía. Sólo mi médico en Buenos Aires sabe lo que está pasando y, de hecho, en diciembre, me prohibió viajar. Imposible, voy a dar clase. Si me seguían los síntomas tenía que hacerme ver. Es un gran clínico y un hombre afable; siempre está sereno. Según él, yo padecía una rara dolencia llamada Cristalización arborescente. El cansancio acumulado y un leve disturbio neurológico me producían pequeñas alucinaciones. (Ricargo Piglia, “El consejo de Tolstói”, El País.com. Babelia, 12-03-2011. URL: http://www.elpais.com/articulo/portada/consejo/Tolstoi/elpepuculbab/20110312elpbabpor_43/Tes)