Contexto histórico, cultural y filosófico de Locke

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Contexto histórico, cultural y filosófico de Locke
John Locke está considerado como el padre del empirismo, a la vez que una de las figuras más
representativas del pensamiento político liberal, siendo unos de los fundadores de la filosofía
política que fundamento teóricamente las revoluciones democráticas liberales. Nació en 1632,
una época marcada por las constantes guerras que se desarrollaron en el continente europeo,
tanto por motivos religiosos como comerciales. Uno de los ejemplos más violentos y largos de
estas guerras es la de los Treinta Años, formando parte de ella las grandes potencias de la
época. El siglo XVII es un siglo de crisis en Europa, cuyos Estados estaban gobernados por
monarquías absolutas.
Las relaciones económicas de las naciones europeas estaban basadas en el mercantilismo,
teoría económica que mantenía que la riqueza de un país dependía de la cantidad de oro y
plata que posea. Por lo tanto, los estados se centrarán en las exportaciones, así como en la
importación de los metales preciosos mencionados. Hay que destacar el notable descenso
demográfico debido a las hambrunas, las guerras y las epidemias de peste que asolaron el
continente durante este siglo. Todo ello repercute en un descenso de la producción agrícola
(más hambrunas y enfermedades). Holanda y, después, Inglaterra se convierten en las potencias
hegemónicas del comercio mundial, algo que queda plasmado en la creación de grandes
empresas marítimas que comercian con gran variedad de productos: té, café, seda, algodón…
La vida intelectual de Locke transcurrió en Inglaterra, país donde nació, salvo algunas estancias
en Holanda, en la segunda mitad del siglo XVII. La vida política inglesa venía marcada por los
continuos y muchas veces violentos enfrentamientos entre los tories, conservadores, profesaban
el anglicanismo y eran firmes partidarios del poder absoluto del rey. Frente a ellos se
posicionaban los whigs, puritanos, firmes partidarios de la supremacía legal y política del
parlamento sobre el rey, quien tendrá que subordinarse a las decisiones del parlamento. Tras un
periodo de guerra civil y del gobierno dictatorial de Cromwell, triunfo la Gloriosa Revolución de
1688. Guillermo de Orange llega al poder, haciendo una declaración de derechos en la que el
rey acepta someterse al Parlamento, y se compromete a garantizar las libertades individuales, la
tolerancia religiosa, la división de poderes, la libertad de prensa y las elecciones libres.
Inglaterra se convierte en el primer país que instaura una monarquía democrática, aunque
dicha democracia incipiente era todavía bastante limitada. La clase social más favorecida en
estas luchas va a ser la burguesía, motor fundamental de la revolución industrial que empieza a
atisbarse y que culminará en el siglo siguiente, convirtiéndose Inglaterra en la primera potencia
mundial.
En el plano cultural, durante el siglo XVII el fenómeno mas relevante y de más importantes
consecuencias es la consolidación y progreso de las ciencias, que van adquiriendo cada vez
mayor prestigio con figuras tan sobresalientes como Galileo, Descartes, Newton o Pascal. Las
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universidades europeas (controladas en su mayoría aún por la Iglesia), viven una fuerte crisis y se
encuentran muy desprestigiadas. La extensión de la imprenta está haciendo posible que la
difusión de las distintas manifestaciones culturales, literarias, científicas, artísticas,… sea mucho
más rápida y eficaz. Igualmente fomenta un aumenta de las gentes que saben ya leer y escribir.
En el terreno del arte estamos en el siglo del Barroco.
El marco filosófico con el que se relaciona Locke viene determinado por la crisis definitiva de la
Escolástica, refugiada en los conventos y en las universidades. En oposición a esta filosofía,
Descartes, algo mayor que nuestro filósofo, ha inaugurado el Racionalismo que, junto al
empirismo de Locke, con el precedente de Bacon, van a constituir los dos pilares de la Filosofía
Moderna. Esta nueva filosofía comienza a usar las lenguas vernáculas (francés, inglés…) para
escribir en lugar del latín. Se considera que la filosofía debe de centrarse en despejar los
problemas que acucian al hombre y para ello solo contamos con los poderes de nuestro
capacidad cognoscitiva. Por ello la filosofía debe evitar presupuestos teológicos en sus distintas
áreas: ética, política, epistemología,…
Dada la crisis de la filosofía tradicional, la nueva filosofía va a tener como espejo para su
quehacer a la ciencia y su metodología. Surge la convicción de solo será posible una filosofía
verdaderamente nueva y aportadora de nuevos conocimientos si ésta investiga como lo hacen
las ciencias. Y aquí surge la primera gran diferencia entre el racionalismo y empirismo: el
racionalismo acudirá el método deductivo, empleado por las matemáticas, el empirismo, por el
contrario, que sólo el método que utilizan los físicos, el inductivo, es el que puede proporcionar al
filósofo un conocimiento cierto del hombre y del mundo. El racionalismo sostiene que el hombre
tiene una serie de ideas innatas que él descubre con el uso exclusivo de la razón y que son
absolutamente ciertas y constituyen los fundamentos de las distintas áreas: la idea de “yo”,
sustancia extensa, Dios, los principios matemáticos,… serían verdades de este tipo. El empirismo
va a rechazar rotundamente esto: todo conocimiento procede de la experiencia, al nacer
nuestro conocimiento es como un folio en blanco sobre el que vamos escribiendo conforme
vamos experimentando. Es la oposición al innatismo de las ideas una de las razones
fundamentales por las que Locke desarrolla su teoría del conocimiento.
Nuestro filósofo nació, como ya hemos señalado, en Inglaterra en 1632, y murió en 1704. Fue
estudiante de la Universidad de Oxford, llegando a ser profesor de Griego y Retórica, y más
tarde estudió Medicina. Fue un hombre polifacético, pues además de filósofo fue diplomático,
teólogo y economista. Su interés por la política y sus ideas sobre ésta le llevaron a ser perseguido
en su país, por lo que tuvo que huir, para regresar con el triunfo de la Gloriosa Revolución, en
cuya base ideológica, así como en la posterior declaración de derechos, influyó su
pensamiento. Sus obras más influyentes fueron Ensayo sobre el entendimiento humano y Dos
tratados sobre el gobierno civil (sobre el conocimiento y sobre la política, respectivamente), con
las que sienta las bases del empirismo y la teoría del estado liberal y democrático, una de las
aportaciones más brillantes de su filosofía. También defendió la tolerancia religiosa, pero siempre
negándosela a ateos y católicos. En esta línea, Locke propuso la separación entre Iglesia y
Estado, es decir, ninguno debía entrometerse en los asuntos del otro.
Con el primero de estos libros, Ensayo sobre entendimiento humano, Locke inaugurará la
corriente filosófica del empirismo, tendencia filosófica que se prolonga hasta nuestros días, sobre
todo en los países de cultura inglesa. Frente al racionalismo cartesiano defensor de las ideas
innatas, Locke, sostendrá que nuestra mente al nacer es como un folio en blanco sobre el que
vamos escribiendo lo que vamos aprendiendo a lo largo de nuestra experiencia vital. Todas las
ideas que tiene nuestra mente proceden de la experiencia, tienen su punto de partida en ella.
Si el hombre tuviera ideas innatas significaría que la tendrían todos los hombres y siempre y esto,
tal y como podemos comprobar experimentalmente, no ocurre. Siguiendo el procedimiento de
las ciencias experimentales, el conocimiento filosófico no puede traspasar los límites de la
experiencia. No obstante, Locke no fue totalmente consecuente con estos principios, al sostener
que los hombres podemos conocer al alma por medio de la intuición y a Dios, mediante la
demostración racional. El empirismo posterior de Hume y el criticismo de Kant, terminarán
sacando las últimas consecuencias de los principios empiristas, al negar la posibilidad de que el
hombre pueda conocer tales realidades.
El otro capítulo de su filosofía, y que es el objeto de nuestro comentario, viene dado por su
filosofía política. Sus ideas en este campo quedan plasmadas en su obra Dos tratados sobre el
gobierno civil. En el primero de ellos rebate el origen divino del poder monárquico para
defender el estado democrático pues, como dice en el segundo tratado, la sociedad se origina
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por un acuerdo voluntario y revocable entre todos los hombres que se encontraban en estado
de naturaleza, a fin de ganar en seguridad y garantizar sus tres derechos fundamentales: vida,
libertad y propiedad privada. Locke, contractualista como hemos visto, nos dice por ello que la
soberanía debe recaer en los ciudadanos y no en un monarca. También defiende, para ello, la
separación de poderes para tratar en la medida de lo posible garantizar las condiciones
aceptadas en el contrato. Esta división se lleva a cabo en tres poderes: legislativo (el más
importante: crear las leyes que regulan la sociedad), ejecutivo (encargado de llevar a cabo el
cumplimiento de las leyes) y federativo, (que se encargará las relaciones internacionales del
Estado), teniendo todos ellos sus límites. El poder judicial está incluido dentro del poder ejecutivo.
Algo más tarde Montesquieu, partiendo del planteamiento lockiano, establece la teoría
definitiva de los tres poderes independientes del Estado democrático: legislativo, ejecutivo y
judicial.
La obra objeto de nuestro comentario, Dos tratados sobre el gobierno civil, fue publicada
después de producida la Gloriosa Revolución, en el año 1690, y en el libro refleja su experiencia
en primera fila de la revolución al ser secretario de uno de los líderes whigs. Como ya hemos
mencionado en el primer tratado Locke hace una crítica radical a la teoría del origen divino de
la monarquía. En el segundo de los tratados escrito con gran claridad desarrolla su teoría sobre
el origen y constitución del Estado liberal.
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