EL ALMA EN LA TEORÍA FREUDIANA

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El alma y el cuerpo en la teoría freudiana
Carlos Piñeros
EL ALMA Y EL CUERPO EN LA TEORÍA FREUDIANA
Carlos Piñeros
«Psique» es una palabra griega que en alemán se traduce «seele» {«alma»}.
Según esto, «tratamiento psíquico» es lo mismo que «tratamiento del alma».
Freud, S. 1890
DESCARTES
La psicología es un proyecto ligado a la modernidad, es algo que nos recuerda Jacques
Lacan en sus seminarios, ello implica que para poder conocer algo de aquella es necesario
analizar los aspectos fundamentales de la modernidad como forma actual del pensamiento
humano.
Dentro de estos aspectos importantes de la modernidad, se ha planteado, desde la filosofía,
que existe una forma particular de entender lo humano en esta época en particular, dicha
forma se sostiene en la idea de un sujeto que ante todo es racional, es decir un sujeto que
piensa, algo de ello podemos encontrarlo en la propuesta de Kant en su texto Respuesta a la
pregunta: ¿qué es la Ilustración?, allí encontramos que se concibe al hombre en tanto
posee la capacidad de pensar y que ligado a ella, está la comprensión de su función tanto
social como vivencial frente al mundo; es decir, allí encontramos que el hombre debe
desplegar su capacidad de pensar, que ello le permite una autonomía frente a las demás
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Carlos Piñeros
personas, y que por ende lo transforma en un ser de alguna manera libre del influjo de los
otros. Esta propuesta no es inicialmente de Kant, sino que pertenecía ya a una intención
propia de la época moderna: “En la historia de la filosofía se denominó Edad Moderna
aquella que se origina en el renacimiento, continúa con Descartes y encuentra su máxima
expresión en Kant” (Martínez, 1996. Pág. 382). Para la filosofía, la modernidad adquiere un
estatus especial en lo referente a la concepción de hombre a partir de la obra de Descartes,
allí se funda la idea moderna del hombre, un hombre que ante todo es pensante un ser
pensante que sabe que piensa.
Esta idea es importante ya que Descartes nos enseña que sólo existe algo que es indubitable
y es que somos ante todo una cosa pensante, que esta cosa pensante, es una cosa que piensa
en la medida en que sabe que piensa y ello es irrefutable, de allí que para este autor el
pensamiento sea ante todo un pensamiento consciente: “Yo soy, yo existo; es cierto. Pero,
¿Por cuánto tiempo? Por cierto, mientras pienso; pues quizá podría acontecer que, si dejase
de pensar totalmente, dejaría de ser al instante” (Descartes. Pág. 16). Pero, para los fines de
este ensayo, es necesario preguntarnos si éste pensamiento puede ser equiparado al alma.
Descartes nos ofrece la respuesta de la siguiente manera: “soy tan solo una cosa pensante,
es decir, una mente, o un alma, o un entendimiento, o una razón, palabras cuyo significado
no conocía yo antes”, pareciera que Descartes relacionara en un mismo continuo el pensar,
la mente, el alma y la razón, que para los fines investigativos del momento podían ser
consideradas como similares.
El alma y el cuerpo en la teoría freudiana
Carlos Piñeros
Este hombre del pensamiento, de la ciencia, del conocimiento, esta alma pensante se
relacionaba de formas muy particulares con el cuerpo, Descartes concebía al alma y el
cuerpo como elementos diferentes que se encontraban en un punto específico del cuerpo (el
cerebro y específicamente la glándula pineal), aunque se relacionaban en ese punto
específico, seguían siendo lugares diferentes, alma y cuerpo como espacios diferenciados,
de allí que desde Descartes se piensa en el dualismo alma-cuerpo.
Ahora bien, de esta idea inicial, del hombre moderno como ser pensante, se intentará
plasmar la relación que existe entre el dualismo pensante de Descartes y la forma como
Freud concebía al hombre a partir de sus investigaciones científicas.
FREUD
Freud tenia una concepción propia sobre el concepto de “alma” en su teoría, lo evidencia el
hecho de que hubiera dedicado específicamente uno de sus escritos a abordar dicho tema:
Tratamiento psíquico (tratamiento del alma), esto es de resaltar, ya que normalmente los
sicólogos no hacen referencia a ello dentro de sus teorías, sino simplemente lo acometen
como un concepto previo al desarrollo de la ciencia psicológica, un concepto filosófico, y
por ende superado dentro de las investigaciones científicas.
Sin embargo, Freud tenia una posición diferente, el texto antes citado, nos indica que estaba
dispuesto a contemplar a dicho concepto dentro de su investigación psicológica, ello nos
muestra como Freud estaba involucrado dentro de una tradición filosófica que contenía una
concepción clara acerca del alma, como lo era la de Kant, Schopenhauer y Hegel, para
Freud el concepto no le era extraño y le era valioso para la reflexión científica.
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Iniciemos entonces con la forma como Freud aborda el problema del alma en dicho escrito:
Lo primero que resalta Freud es que el concepto de Psykhē griego, se puede relacionar con
el término alemán seele, el cual se lo traduce como alma en castellano: “«Psique» es una
palabra griega que en alemán se traduce «seele» {«alma»}. Según esto, «tratamiento psíquico» es lo
mismo que «tratamiento del alma»” (Freud, 1890. Pág. 115). Entonces, Freud inicia mostrando que
dentro de su teoría esta dispuesto a contemplar la idea de la Psykhē griega pero traducida como
sinónima del término alma (seele), ahora bien, esta toma de decisión de Freud es importante, ya que
reconoce entonces el valor de la tradición tanto mitológica como filosófica occidentales y la integra
en su investigación científica.
Luego, Freud va a continuar su reflexión, señalando que existe un camino especial que nos permite
acceder al alma ya que le es constitutiva, ese camino especial es la palabra. La palabra ha perdido –
señala Freud- su valor dentro de los instrumentos posibles en la indagación de los padecimientos
psíquicos, nos advierte también que debemos reencontrar dicho valor tal y como lo sabían las
antiguas civilizaciones: “las palabras de nuestro hablar cotidiano no son otra cosa que unos
ensalmos desvaídos. Pero será preciso emprender un largo rodeo para hacer comprensible
el modo en que la ciencia consigue devolver a la palabra tina parte, siquiera, de su prístino
poder ensalmador.” (Freud. 1890. Pág. 115).
Las palabras que son el medio para el influjo terapéutico en el alma, han perdido su valor
debido a la concepción errónea por parte de la medicina, de que los síntomas psíquicos
tienen causas puramente físicas, es decir, corporales; la medicina de la época freudiana
creía en una posición que podríamos llamar cartesiana, en dónde permanece la distinción
alma-cuerpo. Dicha medicina prioriza el cuerpo sobre el alma, encuentra las causas de los
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padecimientos psíquicos en alteraciones corporales, dichas alteraciones no tenían
comprobación clínica, ya que al analizar la estructura cerebral no se veían daños evidentes,
por ello se suponía que la alteración era funcional del cerebro, más no estructural. Freud
toma como base éste elemento para suponer que el daño no se debería presentar en la esfera
corporal sino en un Otro lugar, el cual sería el alma o lo psíquico.
Frente a esta propuesta, se puede argumentar que actualmente existen elementos
diagnósticos que nos permiten ver el funcionamiento cerebral durante situaciones psíquicas,
es decir, con un electroencefalograma podemos analizar las ondas cerebrales durante el
sueño. Junto a lo anterior, el uso actual de sustancias químicas que alteran y supuestamente
curan las patologías psíquicas, le han permitido de nuevo a la medicina suponer que el
cuerpo (cerebro) es el determinante de los elementos psíquicos, situación ya contemplada
por Freud:
Todos estos progresos y descubrimientos concernían a lo corporal del hombre; y
así, a raíz de una incorrecta (pero comprensible) orientación del juicio, los
médicos restringieron su interés a lo corporal y dejaron que los filósofos, a
quienes despreciaban, se ocuparan de lo anímico. (Freud, 1890)
Con lo anterior, podemos darnos cuenta que Freud ya había previsto la tendencia de la
medicina a la biologización de lo humano. Esta situación, la podríamos interrogar a través
de una metáfora: si comparamos el cuerpo (al igual que lo hacía Descartes) con una
máquina y más específicamente con el hardware de un computador y pensamos el alma
como el software, entonces: si estudiamos a profundidad el funcionamiento del disco duro,
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la forma como se despliega en su recorrido al guardar información, con ello ¿podemos
entender la estructura interna del software? Lo mismo ocurriría con las investigaciones
neurológicas, como por ejemplo en el caso del sueño y del uso de instrumentos como el
electroencefalograma, la resonancia magnética y otros por el estilo, lo que podemos
analizar de estas investigaciones son varias cosas: por un lado existe una alteración del
ritmo de las ondas cerebrales de una persona al dormir, ello acompañado de movimientos
oculares rápidos y por otra parte, al despertarlo, el durmiente relata que estuvo soñando.
Los neurólogos y especialmente los sicólogos construyen la hipótesis de que el
funcionamiento cerebral es la causa del sueño, y de allí llegan incluso a suponer que
animales como los perros también sueñan… Ante ello uno podría preguntarse por qué se
presupone por parte de estos “científicos” que la base de toda la situación es el cerebro, ¿no
es posible pensar que el soñante produce alteraciones en su sistema nervioso? Es decir, que
el “software” altera el funcionamiento del hardware y no necesariamente al contrario. Esta
alternativa, es considerada por Freud, el juzga que no debe hacerse una separación tajante
entre alma y cuerpo, sino que los dos se relacionan mutuamente:
La relación entre lo corporal y lo anímico (en el animal tanto como en el
hombre) es de acción recíproca; pero en el pasado el otro costado de esta
relación, la acción de lo anímico sobre el cuerpo, halló poco favor a los ojos de
los médicos. Parecieron temer que si concedían cierta autonomía a la vida
anímica, dejarían de pisar el seguro terreno de la ciencia. (Freud, 1890)
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Las dos alternativas (alma-cuerpo) se relacionan mutuamente, es posible entonces que no
debamos separarlas, sino abordarlas como una unidad indivisible en donde una es
determinante de la otra1. Podríamos suponer que el dualismo cartesiano no es propio de
Freud, sino que él estaría más de acuerdo con un monismo almacuerpo.
Dentro de los fenómenos que llamaron la atención de Freud para el desarrollo de su idea
sobre la relación entre alma y cuerpo, están los síntomas histéricos, los cuales son y siguen
siendo resistentes a la intervención médica. Dichos síntomas afectan la esfera del cuerpo,
un cuerpo que expresa los estados de ánimo, que se ve afectado cuando el sujeto esta triste
o alegre; no es que el estado de ánimo este determinado por la reacción corporal, sino lo
contrario, es la ira la que produce una alteración del cuerpo, ello iría en contra de las
actuales investigaciones sobre las emociones, las cuales enseñan a los sicólogos a conocer
el funcionamiento del sistema nervioso y a partir de ello suponer un conocimiento de las
raíces de las emociones.2 Freud trata en el texto de proponernos la idea de la existencia de
un mundo anímico, no de negar la existencia del mundo físico, ni mucho menos pretender
una superioridad del alma sobre lo orgánico, sino el de recordarnos que dicho mundo existe
y que interviene en los fenómenos humanos.
Ahora bien, Freud, al igual que Descartes, encuentran una relación entre lo anímico y lo
corporal, pero existen varias y profundas diferencias entre los dos autores. Una de ellas, tal
vez la más importante, es que Descartes coloca al pensamiento y a la conciencia como
1
Tomando en cuenta la distinción que realiza Lacan entre organismo y cuerpo, es posible sostener la idea de
que el cuerpo solo es existente cuando lo psíquico esta presente y de forma inversa también.
2
Como por ejemplo el texto de Denys de Catanzaro: Motivación y emoción, editorial Pearson
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elementos constitutivos del alma, es decir, el alma es principalmente pensante y consciente.
Ante ello Freud nos muestra otra situación, la conciencia, es sólo el producto de un
interjuego de fuerzas psíquicas tales como el Inconsciente versus el sistema preconcienteconciente.
Freud en los tres textos donde expone públicamente al Inconsciente3 nos
muestra que los contenidos de la conciencia no son del todo verdaderos, en el sentido de ser
considerados seguros como pretendía Descartes, sino que ellos dependen tanto los estratos
tópicos del psiquismo, como de las fuerzas en contradicción y de una economía energética
muy particular, un ejemplo magistral de ello es el estudio de los olvidos de los nombres
propios y específicamente el caso de Signorelli:
No hay nada más que decir, etc.
Muerte y Sexualidad
(Pensamientos reprimidos)
Freud se encontraba en un tren de viaje, hablaba animosamente con un desconocido sobre
temas diversos, en uno de esos temas Freud quiere (concientemente) hacer referencia a un
conocido artista (para Freud) como es Signorelli, pero al tratar de decirlo, aparece que no
recuerda el nombre y frente a ello surgen dos nombres sustitutivos Botticelli y Boltraffio,
los cuales Freud descarta inmediatamente como los que busca nombrar. Luego del viaje
3
La interpretación de los sueños, Psicopatología de la vida cotidiana, El chiste y su relación con lo
inconsciente.
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Freud se dedica a analizar el por qué tuvo ese olvido. Lo primero que Freud atina es a
recordar que viajaba en tren a Herzegovina, la conversación que tuvo Freud con su
acompañante en dicho viaje era de las costumbres que tenían los turcos que habitaban las
regiones de Bosnia y de Herzegovina, a Freud le llamó poderosamente la atención la actitud
que toman los turcos cuando se les diagnostica una enfermedad mortal ya sea a ellos o a
algún pariente, los éstos dicen: “«Herr {señor}, no hay nada más que decir. ¡Yo sé que si se
lo pudiera salvar, lo habrías salvado!»” (Freud, 1901). Ante esta actitud de resignación ante
lo inevitable pero también de confianza en la labor médica, surge en la conciencia de Freud
una segunda idea, la cual es que los mismos turcos, cuando se les presenta dificultades para
su actividad sexual, entonces la vida misma pierde valor: “«Sabes tú, Herr, cuando eso ya
no ande, la vida perderá todo valor»” (Freud, 1901).
Este segundo pensamiento fue
reprimido, ya que lo consideró impropio para una charla con un desconocido, pero el
recuerdo de éste segundo pensamiento -en el análisis-, le permitió a Freud recordar un caso
doloroso en donde la sexualidad y la muerte están conjugadas, y fue lo acontecido por un
paciente del mismo Freud, el cual tenía una enfermedad sexual, lo que lo condujo a
suicidarse, dicho paciente vivía en la ciudad de Trafoi. Freud es muy claro en reconocer
que este último pensamiento nunca surgió en su conciencia, pero que es innegable la
participación en la construcción tanto del olvido, como sobretodo de la aparición de los
nombres sustitutos (Trafoi-Boltraffio). Los nombres que aparecen en la conciencia
freudiana son el producto de la partición significante de elementos reprimidos
concientemente y de elementos que nunca fueron conscientes, es decir, que el alma
cartesiana, el alma conciente, el alma del pensamiento está determinada por el alma
freudiana.
El alma y el cuerpo en la teoría freudiana
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Como una forma de conclusión, podemos situar a Freud dentro de los investigadores
psicológicos ya que lejos de analizar el comportamiento, tiene la posibilidad tanto teórica
como clínica de estudiar el alma humana, dicha alma esta inicialmente delimitada por la
propuesta cartesiana, pero lejos de afiliarse a ella, Freud establece a través de su
investigación clínica una propuesta diversa que subvierte al alma moderna y nos demuestra
lo que se denominó la tercera herida narcisística humana, que el pensamiento y la
conciencia (lo que se supone que somos nosotros como humanos) es simplemente una
pequeña región de todo el campo de la posibilidad psíquica humana y que no somos amos
de nuestra propia existencia.
BIBLIOGRAFÍA
FREUD, Sigmund. Obras completas. Tomo I. Tratamiento psíquico (tratamiento del alma)
1890. Buenos Aires: Amorrortu.
FREUD, Sigmund. Obras completas. Tomo VI. Psicopatología de la vida cotidiana 1901.
Buenos Aires: Amorrortu.
DESCARTES, René. Meditaciones metafísicas. Bogotá: Panamericana.
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