Los distintos niveles del ser y la auto-observación

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Tema 7
Los distintos Niveles del
Ser y la Auto-Observación
Psicológica
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LOS DISTINTOS NIVELES DEL SER Y
LA AUTO-OBSERVACIÓN PSICOLÓGICA
Introducción
n la lección anterior estudiamos que la Esencia sólo puede
E
crecer, por sí misma y sin ayuda, en pequeñísimo grado.
El crecimiento espontáneo y natural de la Esencia sólo es posible
durante los primeros tres, cuatro y cinco años de edad; es decir, en
la primera etapa de la vida...
A partir de esas edades, se inicia la segunda etapa, que
corresponde al crecimiento de la Personalidad. Lo que sucede
entonces, es que debido a la equivocada forma de vivir que tiene la
humanidad, se crea un desajuste en el equilibrio que debería existir
en el entre la Esencia y la Personalidad: la formación de la
Personalidad se produce a expensas de la Esencia. De manera que
ésta última queda inactiva y estancada en su desarrollo.
Por lo general, el hombre pasa el resto de su vida en esta segunda etapa, donde la Personalidad y el Yo pluralizado continúan robusteciéndose, quedando la Esencia sin recibir apenas ningún tratamiento…
Pero cuando un hombre llega a conocer el Trabajo interior, puede iniciar una tercera etapa en la vida: retomar el crecimiento
de la Esencia, en este caso a expensas de la Personalidad y el Yo
pluralizado. Esta tercera etapa es para los “pocos” que trabajan
sobre sí mismo.
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El Ser y el Saber
El crecimiento interior de la Esencia de un hombre, sigue dos líneas
de desarrollo que son la Línea del Saber y la Línea del Ser.
Lo que un hombre sabe pertenece a la línea del saber. Lo que un
hombre es, pertenece a la línea del ser.
En el crecimiento correcto, la línea del saber y la línea del ser se
deberían desarrollar simultáneamente, de forma paralela y ayudándose mutuamente; de otro modo se produce un desequilibrio perjudicial
para el hombre. Por ejemplo, si la línea del saber va muy por delante
de la línea del ser, o viceversa, el desarrollo de la Esencia del hombre
es incorrecto y tarde o temprano acaba estancándose.
Debemos comprender que ser y saber son diferentes. Las personas saben lo que significa “saber”, y entienden la posibilidad de que
existan diferentes niveles de saber en un hombre. Pero no lo entienden
en relación al ser. El ser, para muchos, significa simplemente la “existencia”, a lo que se opone, la “no-existencia”. No entienden que el ser
o la no-existencia puedan ser de niveles y categorías muy diferentes.
Tomemos, por caso, el ser de un mineral y el de una planta. Son seres
diferentes. El ser de una planta y el de un animal vuelven a ser de nuevo seres diferentes. El ser de un animal y el de un hombre son distintos.
Pero también el ser de dos personas puede variar de una a la otra,
incluso más de lo que varía el ser de un mineral y el de un animal, y sin
embargo esto cuesta más comprender.
El ser y el saber en el hombre pueden tener diferentes niveles, y
sucede generalmente que el ser del hombre está muy por debajo del
saber. Ejemplo: alguien puede saber mucho de mecánica, o puede
conocer mucho sobre medicina o sobre arquitectura, o puede haber
estudiado en diversas escuelas de tipo pseudo-esotérico y pseudoocultista y poseer una gran erudición filosófica, pero podría suceder
que esa persona tuviese una moral muy baja.
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En la cultura occidental sobre todo se considera normal que un
hombre pueda poseer un gran saber, que pueda ser un científico competente, realizar descubrimientos importantes, hacer que la ciencia
progrese y, al mismo tiempo, puede ser un hombre mezquino, egoísta,
criticón, cruel, tacaño, envidioso, engreído, ingenuo y distraído, etc., y
sin embargo, tal es su ser... La realidad de ese hombre, por más eminente que sea en el campo del saber, es lo que él es.
Hoy en día se otorga un gran valor al
nivel de conocimiento de un hombre,
pero no se valora del mismo modo
el nivel del ser de un hombre, y no
se avergüenzan del bajo nivel de su
propio ser. Ni siquiera comprenden
lo que esto significa. De modo que
las gentes no saben que el grado del
saber de un hombre depende del grado
de su ser.
El concepto del valor y de la
importancia del nivel del ser está
completamente olvidado. Y se olvida que el nivel del saber está
determinado por el nivel del ser.
En realidad, en un nivel dado
del se r las p osi b i l i dades
de conocimiento son f initas y limitadas. Dentro
de l os l ím i tes de u n
ser deter m i nado, la
cual i dad y cal i dad
del saber no p uede c am b iar s e. U n
cambio en la naturaleza del saber, sólo es
posible con un cambio
en la naturaleza del ser.
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El saber y la “comprensión”
Por otra parte, lo que es importante entender en todo esto es la relación del saber y del ser con la “comprensión”: “El saber es una cosa,
la comprensión es otra”.
Las gentes suelen confundir estos dos conceptos y no entienden
con claridad cuál es la diferencia que existe entre ellos. El saber, por
sí solo, no proporciona comprensión. Ni aumenta la comprensión al
aumentar el saber solo. La comprensión depende de la relación del
saber con el ser. La comprensión es lo que resulta del saber y del ser.
La comprensión es el resultado de la conjunción matemática entre el
nivel del saber con el nivel del ser. La “llamarada de la comprensión”
brota cuando algo que estudiamos y aprendemos teóricamente está al
nivel de nuestro ser (es decir, cuando se vivencia o experimenta conscientemente ese saber).
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Al mismo tiempo, la relación del saber con el ser no
cambia con un simple aumento
del saber. Sólo cambia cuando
el ser crece simultáneamente
con el saber. En otras palabras,
la comp rens i ón sólo su rge y
crece en el hombre, con el desarrollo del ser.
*****
En todo caso, ser y saber
son distintos, completamente
diferentes, y esto es algo que
nosotros deb emos tratar de
comprender cabalmente. Si el
saber aventaja mucho al ser,
este se vuelve teórico y abstracto e inaplicable a la vida, y si es aplicable, resulta verdaderamente
perjudicial; porque en vez de servir a la vida y ayudar a las personas a luchar mejor contra las dificultades que encuentran, empieza a
complicar la vida del hombre, le acarrea nuevas dificultades, nuevos
problemas y calamidades que no existían antes. La razón de ello es
que ese saber, que no está en concordancia con el ser, no puede ser lo
bastante grande ni adaptarse lo suficiente a las verdaderas necesidades
del hombre.
El ser y el saber son también distintos en la forma de definirlos en el
hombre. De alguien que tiene un conocimiento, por ejemplo, en cosmografía, podríamos decir que lo que conoce es verdadero o es falso.
De alguien que tiene un conocimiento grande en geografía, diríamos
que su conocimiento es exacto o equivocado; pero en cuestiones del
ser no cabe eso de “verdadero” o “falso”, “equivocado” o “exacto”,
sino “bueno” o “malo”: “fulano de tal es un buen hombre”, “mengano
es un mal hombre”… Así pues, los términos para designar los grados
del ser o del conocimiento, no demuestran que ser y saber son muy
diferentes.
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Incuestionablemente, lo más importante para nosotros, los gnósticos, es el SER. ¿De qué serviría poseer una gran erudición y saber de
muchas cosas, si no tenemos desarrollado el ser interno, si poseemos
defectos horripilantes? De nada serviría eso. Alguien que haya estudiado muchas obras espirituales y sin embargo es capaz de robar, es
capaz de fornicar, de adulterar, etc., obviamente puede saber mucho
de Yoga o puede haber leído mucho de Teosofía, pero, ¿de qué sirve
eso? ¡Lo importante es el SER!
Es por eso necesario comprender la labor que estamos realizando
sobre nosotros mismos en la Gnosis. Por ejemplo, si tomamos a una
persona común y corriente, a una persona ignorante para hacer de ella
algo mejor, ¿por dónde habríamos de empezar? En primer punto de vista hallaríamos que esa persona en realidad no sabe nada; en segundo,
descubriríamos que el Ser de esa persona no tiene ningún desarrollo
íntimo. Necesitamos ver ese doble aspecto en la Esencia del hombre...
Si se quiere hacer una buena labor en el desarrollo de la Esencia, hemos de comenzar por el Ser.
Debemos comprender, también, que en el caso del saber lo que
importa es el saber verdadero. Téngase en cuenta que el saber que
por lo general el hombre posee en la vida es adquirido, pertenece a la
Personalidad: no le es propio. Es un saber pasajero que se perderá con
la muerte; no se funde con su ser; no llega a la Esencia, y por tanto no
se torna propio)…
El verdadero saber pertenece a la Esencia, al Ser: ¿Quiénes somos?
¿De dónde venimos? ¿Para dónde vamos? ¿Para qué vivimos? ¿Por qué
vivimos?...
Lamentablemente, como ya hemos dicho en otras lecciones, el
hombre no sólo no sabe, sino además ni siquiera sabe que no sabe...
Lo peor de todo es la situación tan difícil y tan extraña en que nos encontramos, ignoramos el secreto de todos nuestros sufrimientos y sin
embargo estamos convencidos de que lo sabemos todo...
Por lo común nos imaginamos que el hombre puede crecer y desarrollarse en una forma a la que podríamos llamar naturalmente normal,
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simplemente por la educación, el ejemplo, el estudio, la cultura, etc. El
hombre piensa que puede desenvolverse maravillosamente en la vida
mediante los manuales de urbanidad, estudios primarios, secundarios,
bachillerato, universidad, el buen “prestigio del papá”, etc., etc., etc.
Desafortunadamente, tras de tantas letras y buenos modales, títulos y
dinero, bien sabemos que cualquier dolor de estómago nos entristece y
que en el fondo continuamos siendo infelices e ignorantes.
El hombre piensa de sí mismo lo mejor; pero basta leer la Historia
Universal para saber que somos los mismos bárbaros de antaño y que
en muchos aspectos, en vez de mejorar, nos hemos vuelto peores... El
pasado siglo XX con toda su espectacularidad, guerras, prostitución,
sodomía mundial, degeneración sexual, drogas, alcohol, crueldad exorbitante, perversidad extrema, monstruosidad, etc., es el espejo donde
debemos mirar el Nivel del Ser de esta humani dad; no existe pues
razón de peso como para jactarnos de haber llegado a una “etapa
superior de desarrollo”.
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Lo exterior es el reflejo de lo interior
La masa es la suma de los individuos; lo que es el individuo, es la
masa. La masa es pues la extensión del individuo; no es posible la
transformación de las masas, de los pueblos, de la humanidad, si el individuo, si cada persona, no se transforma.
Ciertamente lo que importa es el modo de ser de cada persona;
algunos sujetos serán borrachos, otros abstemios, aquellos honrados
y estos otros sinvergüenzas; de todo hay en la vida. Así como nadie
puede negar que existen distintos niveles sociales: hay gentes de iglesia y de prostíbulo; de comercio y de campo, ricos y pobres, etc. Así
también existen distintos Niveles del Ser. Lo que internamente somos,
espléndidos o mezquinos, generosos o tacaños, violentos o apacibles,
castos o lujuriosos, atrae las diversas circunstancias de la vida...
Un lujurioso atraerá siempre escenas, dramas y hasta tragedias de
lascivia en las que se verá metido. Un borracho atraerá a borrachos y
se verá metido siempre en bares y cantinas, eso es obvio. ¿Qué atraerá
el usurero, el egoísta? ¿Cuántos problemas, cárceles, desgracias?
Sin embargo la gente amargada, cansada de sufrir, tiene ganas de
cambiar, voltear la página de su historia. ¡Pobres gentes! Quieren cam-
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biar y no saben cómo; no conocen el procedimiento; están metidas
en un callejón sin salida. Lo que les sucedió ayer les sucede hoy y les
sucederá mañana; repiten siempre los mismos errores y no aprenden
las lecciones de la vida ni a cañonazos. Todas las cosas se repiten en
su propia vida: dicen las mismas cosas, hacen las mismas cosas, lamentan las mismas cosas. Esta repetición aburridora de dramas, comedias
y tragedias continuará mientras carguemos en nuestro interior los elementos indeseables de la Ira, Codicia, Lujuria, Envidia, Orgullo, Pereza,
Gula, etc., que marcan nuestro nivel del ser…
¿Cuál es nuestro nivel moral? O mejor dijéramos: ¿Cuál es nuestro
nivel del ser? Mientras el nivel del ser no cambie radicalmente, continuará la repetición de todas nuestras miserias, desgracias e infortunios.
Todas las cosas, todas las circunstancias que se suceden fuera de nosotros, en el escenario de este mundo, son exclusivamente el reflejo de
lo que interiormente llevamos.
Con justa razón podemos aseverar solemnemente, que lo “exterior es el reflejo de lo interior ”. Cuando uno cambia interiormente y
tal cambio es radical, lo exterior, las circunstancias, la vida, cambian
también.
La Escalera del Ser
Tenemos que anhelar un cambio verdadero, salir de esta rutina aburridora, de esta vida meramente mecanicista, cansona... Para ello, lo
que primero debemos comprender con entera claridad es que cada
uno de nosotros, ya sea burgués o proletario, acomodado o de la clase
media, rico o miserable, se encuentra realmente en tal o cual nivel del
ser, y si queremos desarrollar nuestra Esencia, debemos elevarnos en
los niveles del ser.
Imaginamos una escalera que se extiende de abajo hacia arriba,
verticalmente y con muchísimos escalones. Incuestionablemente, en
algún escalón de estos nos encontramos nosotros; escalones abajo habrá gentes peores que nosotros; escalones arriba se encontrarán personas mejores que nosotros.
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En esta ver tical extraordinaria,
en esta escalera maravillosa, es claro que podemos encontrar todos
los niveles de ser. Cada persona es
diferente y esto nadie puede refutarlo... No estamos ahora hablando
de caras feas o bonitas, ni tampoco
se trata de cuestión de edades. En
esta “escalera del ser” hay gentes
jóvenes y viejas, ancianos que ya
están para morir y niños recién nacidos. La cuestión del tiempo y de
los años; eso de nacer, crecer, desarrollarse, casarse, reproducirse, envejecerse y morir, es exclusivo de la
línea horizontal. En la “escalera maravillosa”, en la vertical el concepto
tiempo no cabe. En los escalones
de tal escala sólo podemos encontrar “niveles de ser”.
La esperanza mecánica de la gente no sirve para nada en todo
esto; creen las gentes que con el tiempo las cosas serán mejores; así
pensaban nuestros abuelos y bisabuelos; los hechos precisamente han
venido a demostrar lo contrario. El “nivel de ser” es lo que cuenta y
esto es vertical: nos hallamos en un escalón pero podemos subir a otro
escalón…
La “escalera maravillosa” de la que estamos hablando y que se refiere a los distintos “niveles de ser”, ciertamente nada tiene que ver con
el tiempo lineal. Un “nivel de ser” más alto está inmediatamente por
encima de nosotros de instante en instante. No está en ningún remoto
futuro horizontal, sino aquí y ahora, dentro de nosotros mismos: en la
vertical.
Es ostensible y cualquiera lo puede comprender que estas dos líneas de las que estamos hablando —horizontal y vertical— se encuentran de momento en momento en nuestro interior psicológico y
forman cruz.
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El Camino Horizontal y el Camino Vertical
Hay dos caminos o líneas en la vida, la una podríamos llamarla “horizontal”, la otra “vertical”, y forman cruz dentro de nosotros mismos,
aquí y ahora; ni un segundo más adelante, ni un segundo más atrás.
Necesitamos objetivar un poco estas dos líneas.
La horizontal comienza con el nacimiento y termina con la muerte.
Ante cada cuna existe la perspectiva de un sepulcro; todo lo que nace
debe morir. En la horizontal están todos los procesos del nacer, crecer,
reproducirse, envejecer y luego morir; en la horizontal están los vanos
placeres de la vida, licores, fornicaciones, adulterios, etc.; en la horizontal está la lucha por el pan de cada día, la lucha por no morir, por
existir bajo la luz del Sol; en la horizontal están todos esos sufrimientos
ín t i m o s d e la vida práctica, del hogar, de la calle, de la oficina, etc.
Nada
maravilloso puede ofrecernos la línea horizontal.
La Personalidad se desarrolla y desenvuelve en
la línea horizontal de la vida. Nace y muere dentro de su tiempo lineal; es perecedera, no existe
ningún mañana para la Personalidad del muerto;
no es el Ser...
La vertical es diferente. En la
vertical están los distintos n iveles del ser, están las facultades trascendentales y trascendentes de la conciencia,
los p o deres esoté r icos, las
virtudes que divinizan. En esta
línea está la Revo luc i ón de la
Conciencia. Con las fuerzas de la
vertical podemos nosotros influir positivamente
sobre los aspectos horizontales de la vida práctica; podemos cambiar totalmente nuestro destino,
hacer de nuestra vida algo totalmente diferente a
lo que hemos sido, a lo que somos, a lo que hemos conocido en nuestra amarga existencia.
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Los niveles del ser, el Ser mismo no es del tiempo, nada tiene que
ver con la línea horizontal; se encuentra dentro de nosotros mismos,
ahora, en la vertical... Resultaría manifiestamente absurdo buscar a
nuestro propio Ser fuera de sí mismos.
Por tanto, existe un punto matemático dentro de nosotros mismos.
Incuestionablemente tal punto jamás se encuentra en el pasado, ni
tampoco en el futuro. Quien quiera descubrir ese punto misterioso
debe buscarlo aquí y ahora, dentro de sí mismo, exactamente en este
instante, ni un segundo adelante, ni un segundo atrás.
Los dos palos, vertical y horizontal de la cruz, se encuentran en este
punto. Nos hallamos pues de instante en instante ante dos caminos: el
horizontal y el vertical.
Es ostensible que el horizontal es muy “cursi”; por él
andan “Vicente y toda la gente”, “Villegas y todo el que
llega”, “Don Raimundo y todo el mundo”. Es evidente
que el vertical es diferente; es el camino los rebeldes
inteligentes, el de los revolucionarios.
Cuando uno se acuerda de sí
mismo, cuando trabaja sobre sí
mismo, cuando no se identif ica con todos los problemas y penas de la vida, de
hecho va por la senda vertical. Ciertamente, jamás
resulta tarea fácil eliminar
las emociones negativas,
perder toda i denti f icac i ón
con nuestro propio tren
de vida: problemas de
toda índole, negocios,
deudas, pago de letras, hipotecas, teléfono, agua, luz, etc.,
etc., etc.
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Los desocupados, aquellos que por tal o cual motivo han perdido el
empleo, el trabajo, evidentemente sufren por falta de dinero y olvidar
su caso, no preocuparse ni identificarse con su propio problema, resulta de hecho espantosamente difícil. Quienes sufren, quienes lloran,
aquellos que han sido víctimas de alguna traición, de un mal pago en la
vida, de una ingratitud, de una calumnia o de algún fraude, realmente
se olvidan de sí mismos, de su real Ser íntimo, se identifican completamente con su tragedia moral.
El Trabajo sobre sí mismo es la característica fundamental del camino vertical. Nadie podría hollar la Senda de la Gran Rebeldía, si jamás
trabajase sobre sí mismo. El Trabajo al que nos estamos refiriendo es
de tipo psicológico: se ocupa de cierta transformación del momento
presente en que nos encontramos. Necesitamos aprender a vivir de
instante en instante...
Por ejemplo, una persona que se encuentra desesperada por algún problema sentimental, económico o político, obviamente se ha
olvidado de sí misma. Tal persona, si se detiene un instante, si observa
la situación y trata de recordarse a sí mismo y luego se esfuerza en
comprender el sentido de su actitud. Si reflexiona un poco, si piensa
en que “todo pasa”; en que la vida es ilusoria, fugaz y que la muerte
reduce a cenizas todas las vanidades del mundo. Si comprende que
su problema en el fondo no es más que una “llamarada de petate”, un
fuego fatuo que pronto se apaga, verá de pronto con sorpresa que
todo ha cambiado…
Transformar reacciones mecánicas es posible mediante la confrontación lógica y la auto-reflexión íntima del Ser. Es evidente que las gentes reaccionan mecánicamente ante las diversas circunstancias de la
vida. ¡Pobres gentes!, Suelen siempre convertirse en víctimas: cuando
alguien les adula sonríen; cuando les humillan, sufren. Insultan si se les
insulta; hieren si se les hiere; nunca son libres; sus semejantes tienen
poder para llevarles de la alegría a la tristeza, de la esperanza a la desesperación. Cada persona de esas que van por el camino horizontal, se
parece a un instrumento musical donde cada uno de sus semejantes
toca lo que le viene en gana...
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Quien aprende a transformar las reacciones mecánicas, de hecho
se mete por el camino vertical. Esto representa un cambio fundamental
en el nivel de ser, resultado extraordinario de la “rebeldía psicológica”.
Así pues, la vertical es maravillosa, es revolucionaria por naturaleza,
y para transitar por ella se necesita poseer inquietudes espirituales o
“ansias de ser”. En la senda vertical nos proponemos, ante todo, conocernos a sí mismos, porque sólo auto-conociéndonos podemos conocer el Universo y sus maravillas­.
En este Trabajo tenemos que hacer un inventario psicológico de
nosotros mismos, para saber cuánto tenemos, cuánto nos falta, para
conocer quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Hay
muchas cosas en nosotros que debemos eliminar y mucho que aún nos
falta por conquistar.
La gente trabaja diariamente, lucha por sobrevivir, quiere existir de
alguna manera, mas no es feliz. Eso de la felicidad está escrito en chino
(como se dice por ahí). Lo más grave es que la gente lo sabe, pero en
medio de tantas amarguras parece que no pierden las esperanzas de
lograr la dicha algún día, sin saber ni cómo ni de qué manera. ¡Cuánto
se sufre!, y sin embargo se quiere seguir viviendo, se teme perder la
vida. Si entendiéramos algo sobre Psicología Revolucionaria, posiblemente hasta se pensaría distinto; mas en verdad, nada se sabe, queremos sobrevivir en medio de esta desgracia y eso es todo.
Existen momentos placenteros y muy agradables en la vida, pero
eso no es felicidad; las gentes confundimos placer con felicidad.
“Pachanga”, “parranda”, borrachera, orgía, etc., es placer, mas no es
felicidad verdadera. También hay fiestecitas sanas, sin borracheras, sin
bestialidades, sin alcohol, etc., pero eso tampoco es felicidad... Todo
esto pertenece a la línea horizontal. Uno se pasa la vida buscando la
felicidad por todas partes y muere sin haberla encontrado. La línea horizontal nunca nos traerá la felicidad…
Son muchos los que tienen esperanzas en sacar algún día el premio
gordo de la lotería, creen que así van a lograr la felicidad; algunos consiguen ganar el premio, mas no por ello logran la tan ansiada felicidad.
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Cuando uno es joven sueña con la mujer ideal, alguna princesa de las
“mil y una noches”, algo extraordinario; viene después la cruda realidad
de los hechos: mujer, muchachitos pequeños que mante­n er, difíciles
problemas económicos que crecen y hasta se tornan imposibles. Total,
en este mundo cruel en que vivimos no existe gente verdaderamente
feliz; todos los pobres seres humanos son infelices en tal o cual grado.
En la vida hemos conocido muchas personas con dinero llenas de
problemas, pleitos de toda especie, sobrecargadas de dificultades, etc.
No son felices. ¿De qué sirve ser rico si no se tiene buena salud? A
veces son más desgraciados que cualquier mendigo.
Todo en esta vida es pasajero: pasan las cosas, las personas, las
ideas… Los que tienen dinero pasan, los que no lo tienen también, y
nadie conoce la auténtica felicidad. Muchos quieren escapar de sí mismos por medio de las drogas o el alcohol, mas no sólo no consiguen
escaparse, sino, lo que es peor, quedan atrapados entre el infierno de
la dependencia y la esclavitud.
Huyendo del “Mí mismo”, del “Yo mismo”, no se logra la felicidad.
Interesante sería saber caminar por la senda de la línea vertical.
En la senda vertical está la Revolución de la Conciencia. Cuando
uno admite que tiene una psicología propia, indubitablemente, comienza a Trabajar sobre sí mismo; entonces es obvio que entra por la senda
vertical.
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Somos un verdadero enigma para nosotros
m i sm os, u n e n igma q u e
hay que descifrar, un enigma que hay que resolver,
u n en igma q ue h ay q ue
quebrantar. No nos conocemos, lamentablemente,
au n q u e cre e m os q u e sí
nos conocemos; necesitamos ser sinceros consigo mismos, necesitamos
hacerle la disección al Mí
mismo, al Sí mismo, al Yo
mismo.
Fáci lmente se adm ite
que tenemos un cuerp o
físico provisto de órganos,
un organismo, más pocos
comprenden de verdad que tenemos una psicología particular. Cuando
uno entiende que tiene una psicología, comienza a trabajar sobre sí
mismo, aquí y ahora; cuando uno comprende que tiene una psicología,
empieza con el proceso de la auto-observación psicológica. Quien
empieza a observarse a sí mismo se convierte de hecho en un individuo diferente, distinto a todos, completamente distinto.
Más las gentes tienen tendencia a admitir solamente la cuestión
física, lo tridimensional, el cuerpo denso porque lo pueden ver, oír, tocar y palpar; pocos en verdad son aquéllos que sinceramente aceptan
tener una psicología de tipo bien particular. Cuando alguien lo acepta,
de hecho comienza a observarse y esto lo vuelve algo diferente a sus
prójimos.
Observarse para conocerse, es lo mejor de lo mejor…
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La Auto-Observación Psicológica
Así como existe el sentido de la vista, que nos permite ver y observar cuanto sucede a nuestro alrededor, también existe un sentido psicológico que nos permite ver y observarnos a sí mismos. En nuestros
estudios lo llamamos: el Sentido de la Auto-Observación Psicológica.
Observar y auto-observar son diferentes:
Observar y observarse a sí mismo son dos cosas completamente
diferentes, sin embargo, ambas exigen ATENCIÓN:
-En la observación la ATENCIÓN es orientada hacia afuera,
hacia el mundo exterior, a través de las ventanas de los sentidos.
-En la observaci ón de sí mismo la ATENCIÓN es orientada
hacia dentro y para ello los sentidos de percepción externa no sirven,
motivo éste más que suficiente como para que sea difícil al neófito la
observación de sus procesos psicológicos íntimos.
El punto de partida de la ciencia oficial en su lado práctico, es lo
observable. El punto de partida del Trabajo sobre sí mismo, es la autoobservación, lo auto-observable.
Incuestionablemente estos dos puntos de partida renglones arriba
citados, nos llevan a direcciones completamente diferentes. Podría alguien envejecer enfrascado entre los dogmas intransigentes de la ciencia oficial, estudiando fenómenos externos, observando células, átomos, moléculas, soles, estrellas, cometas, etc., sin experimentar dentro
de sí mismo ningún cambio radical.
La clase de conocimiento que transforma interiormente a alguien,
jamás podría lograrse mediante la observación externa. El conocimiento que realmente puede originar en nosotros un cambio interior,
tiene por basamento la auto-observación directa de sí mismo.
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Conocer y Observar también son diferentes
Conocer y observar son diferentes. Muchos confunden la observación de sí, con el conocer. Se conoce que estamos sentados en una
silla en una sala, más esto no significa que estemos observando la silla.
Conocemos que en un instante dado nos encontramos en un estado
negativo, tal vez con algún problema o preocupados por este o aquel
asunto o en estado de desasosiego o incertidumbre, etc., pero esto no
significa que lo estemos observando.
Por ejemplo, ¿siente usted antipatía por alguien? ¿Le cae mal cierta
persona? La pregunta clave es, ¿por qué? Usted dirá que conoce a esa
persona... ¡Por favor!, obsérvela; conocer nunca es observar; no confunda el conocer con el observar...
La observación de sí, que es un ciento por ciento activa, es un
medio de cambio de sí, mientras el conocer, que es pasivo, no lo es.
Ciertamente conocer no es un acto de atención. La atención dirigida
hacia dentro de uno mismo, hacia lo que está sucediendo en nuestro
interior, sí es algo positivo, activo...
En el caso de una persona a quien se tiene antipatía así porque sí,
porque nos viene en gana y muchas veces sin motivo alguno, cuando uno se auto-observa, advierte la multitud de pensamientos que se
acumulan en la mente, el grupo de voces que hablan y gritan desordenadamente dentro de uno mismo, lo que están diciendo, las emociones
desagradables que surgen en nuestro interior, el sabor desagradable
que todo esto deja en nuestra psiquis, etc., etc., etc.
Obviamente en tal estado nos damos cuenta también de que interiormente estamos tratando muy mal a la persona a quien tenemos
antipatía. Mas para ver todo esto se necesita incuestionablemente de
una atención dirigida intencionalmente hacia adentro de sí mismo; no
de una atención pasiva.
La atención dinámica proviene realmente del lado observante,
mientras los pensamientos y las emociones pertenecen al lado observado. Todo esto nos hace comprender que el conocer es algo comple-
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tamente pasivo y mecánico, en contraste evidente con la observación
de sí que es un acto consciente.
No queremos con esto decir que no exista la observación mecánica
de sí, mas tal tipo de observación nada tiene que ver con la autoobservación psicológica a que nos estamos refiriendo.
Pensar tampoco es observar
Pensar y observar resultan también muy diferentes. Cualquier sujeto
puede darse el lujo de pensar sobre sí mismo todo lo que quiera, pero
esto no quiere decir que se esté observando realmente.
Pensar sobre sí mismo es una forma de auto-observación mecánica
que no produce ningún resultado. Para auto-observarnos necesitamos
recordarnos a sí mismos, solo así la auto-observación se torna consciente.
Es necesario recordar ahora una frase del maestro Samael, incluida
en la lección número 2: “Aún cuando parezca increíble, cuando el estudiante se observa a sí mismo no se recuerda a sí mismo. Los aspirantes, fuera de toda duda, realmente
no se sienten a sí mismos, no son
conscientes de sí mismos. Parece
algo inverosímil que cuando el asp irante gn óstico auto-observa su
forma de reír, hablar, caminar, etc.,
se olvi da de sí mismo, esto es increíble, pero cierto. Sin embargo es
indispensable tratar de recordarse
a sí mismo mientras uno se autoobserva; esto es fundamental para
lograr el Despertar de la Conciencia.
Auto-observarse sin olvidarse de sí
mismo es terriblemente difícil, pero
urgente para lograr el Despertar de
la Conciencia”.
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Por qué debemos auto-observarnos
La observación es un medio para modificar las condiciones mecánicas del mundo. La auto-observación interior es un medio para cambiar
íntimamente.
Debemos comprender que existen dos clases de conocimiento: el
externo y el interno, y que a menos que tengamos en sí mismos el
centro magnético que pueda diferenciar las calidades del conocimiento, esta mezcla de los dos planos u órdenes de ideas podrían llevarnos
a la confusión. Por ejemplo, sublimes doctrinas pseudo-esotéricas con
marcado cientificismo de fondo, pertenecen al terreno de lo observable, sin embargo son aceptadas por muchos aspirantes como conocimiento interno; esto es estar confundidos…
Estos dos tipos de conocimiento pertenecen a los dos mundos en
los que permanentemente nos encontramos: el exterior y el interior. El
primero de estos es percibido por los sentidos de percepción externa;
el segundo sólo puede ser perceptible mediante el sentido de autoobservación interna.
Pensamientos, ideas, emociones, anhelos, esperanzas, desengaños,
etc., son interiores, invisibles para los sentidos ordinarios, comunes y
corrientes y sin embargo son para nosotros más reales que la mesa del
comedor o los sillones de la sala. Ciertamente nosotros vivimos más en
nuestro mundo interior que en el exterior; esto es irrefutable, irrebatible. En nuestro mundo interno, en nuestro mundo secreto, amamos, deseamos, sospechamos, bendecimos, maldecimos, anhelamos, sufrimos,
gozamos, somos defraudados, premiados, etc., etc., etc.
Incuestionablemente los dos mundos, interno y externo, son verificables experimentalmente. El mundo exterior es lo observable. El mundo interior es lo auto-observable en sí mismo y dentro de sí mismo,
aquí y ahora.
Quien de verdad quiera conocer los “mundos internos” del planeta
Tierra o del Sistema Solar o de la Galaxia en que vivimos, debe cono-
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cer previamente su mundo íntimo, su vida interior particular, sus propios “mundos internos”. “Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al
Universo y a los Dioses”.
Cuanto más se explore este mun do int e r i o r l l a m a d o “u n o
m ismo”, tanto más se
com p ren de rá q ue se
vive s imu ltáneamente
en dos mundos, en dos
realidades: la exterior y
la interior. Y del mismo
modo que a uno le es
i n d i sp ensab le ap re n der a caminar en el
“mundo exterior” para
no caer en un precipicio, no extraviarse en
las calles de la ciudad,
seleccionar sus amistades, no asociarse
con perversos, no comer veneno, etc., así
tamb i én, me diante el
Trabajo psicológico sobre sí mismo, aprendemos a caminar en el “mundo interior” el cual es
explorable mediante la auto-observación de sí.
Realmente, el sentido de auto-observación de sí mismo se encuentra atrofiado en la raza humana de esta época decadente en que vivimos. A medida que nosotros perseveramos en la auto-observación de
sí mismos, el sentido de auto-observación íntima se irá desarrollando
progresivamente.
Conclusión: La auto-observación íntima es el medio práctico para
lograr el conocimiento de sí mismos y conseguir el desarrollo de nuestra Esencia.
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Cómo debemos auto-observarnos
Si uno de verdad y muy sinceramente comienza a observarse internamente, resulta dividiéndose en dos: Observador y Observado.
Si tal división no se produjera,
es evidente que nunca daríamos
un paso adelante en la vía maravillosa del auto-conocimiento.
¿Cómo podríamos observarnos a
sí mismos si cometemos el error
de no q u e re r d iv i d i rnos e n tre
Observador y Observado? Si tal
división no se produjera, es obvio que nunca daríamos un paso
adelante en el camino del conocimiento de sí mismos.
I n d u b i t a b l e m e n te, c u a n d o
esta división no se sucede continuamos identificados con todos
los procesos del Yo Pluralizado. Y quien se identifica con los diversos
procesos del Yo Pluralizado, es siempre víctima de las circunstancias.
¿Cómo podría modificar circunstancias y dejar de ser víctima de la circunstancias aquel que no se conoce a sí mismo? ¿Cómo podría conocerse a sí mismo quien nunca se ha observado internamente? ¿De qué
manera podría alguien auto-observarse si no se divide previamente en
Observador y Observado?
La separación interior
Quien siempre se cree “uno”, nunca será capaz de separarse de
sus propios elementos indeseables; considerará a cada pensamiento,
sentimiento, deseo, emoción, pasión, afecto, etc., etc., etc., como funcionalismos diferentes, inmodificables, de su propia naturaleza y hasta
se justificará ante los demás diciendo que tales o cuales defectos personales son de carácter hereditario...
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Es muy claro y no resulta difícil comprender que cuando alguien
empieza a observarse a sí mismo seriamente desde el punto de vista
de que no es “uno” sino “muchos”, comienza realmente a trabajar sobre todo eso que carga dentro. Cuando se continúa con la convicción
absurda que se es “uno”, de que se posee un Yo permanente, resulta
algo más que imposible el trabajo serio sobre sí mismo.
Quien acepta la “doctrina de los muchos Yoes”, comprende a base
de observación que cada deseo, pensamiento, acción, pasión, etc., corresponde a este u otro Yo distinto, diferente... Cualquier atleta de la
auto-observación íntima trabaja muy seriamente dentro de sí mismo y
se esfuerza por apartar de su psiquis los diversos elementos indeseables que carga dentro, mediante la separación interior...
Si a todo lo que sucede en nosotros le damos el sentimiento de
“Yo”, si decimos “Yo” a todo lo que pensamos, sentimos, decimos o
imaginamos, nada puede cambiar. Si practicamos la auto-observación
sobre esta base, todo cuanto observemos será “Yo”, cuando en realidad todo en nosotros, hablando prácticamente, es “ajeno”. En vez
de “Yo”, sería más propio decir “ello”. En lugar de decir “Yo p ienso”,
debemos comprender que estaríamos mucho más cerca de la verdad
si dijéramos “ello piensa”. Y en lugar de decir “Yo siento”, estaríamos
mucho más en lo cierto diciendo “ello siente”.
Si cada vez que tenemos una emoción negativa decimos: “yo me
siento mal”; “yo me siento defraudado con fulano de tal”; “yo me he
enfadado por esto o por aquello”… Si decimos “Yo” a todo esto, significa que estamos tan identificados consigo mismos que es imposible
separarnos internamente del falso sentimiento del “Yo”.
Se pueden evitar los pensamientos y los sentimientos negativos, si
no se los toma como uno mismo, como “Yo”… Existen estados internos
muy destructivos en nosotros que no deberíamos identificarnos con
ellos y que es preciso evitarlos, de otro modo pueden arruinar nuestra
vida. No los debemos asumir como “Yo”. Tengamos presente que los
pensamientos y las imágenes más extrañas pueden surgir en nuestra
mente en cualquier momento, y al decir “surgir”, nos referimos a que
“aparecen” involuntariamente, de una forma mecánica. La pregunta es
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la siguiente: ¿si nosotros no los hemos “creado”, si no los hemos pensado voluntariamente, por qué decimos “Yo”, a todos ellos? Si creemos
que nosotros los pensamos, entonces nos los atribuimos y por tanto
tienen pleno poder sobre nosotros. Entonces, ¿cómo vamos a eliminar
los diferentes Yoes que en nuestro interior cargamos, para que quede
solamente nuestra Realidad?
Por ejemplo, supongamos que estamos de pie sobre una tabla y
tratamos de levantarla y nos empeñamos para lograrlo con toda nuestra fuerza. ¿Tendremos éxito? No, porque estamos tratando de levantarnos a sí mismos y esto es imposible. Será necesario separarnos de la
tabla, y una vez separados entonces sí podremos levantarla o moverla.
Lo mismo sucede en la auto-observación psicológica. Si estamos
identificados con todo lo que sucede en nuestro interior, no podremos
observarlo. Necesitamos separarnos internamente en Observador (la
parte que se recuerda a sí mismo y se auto-observa) y Observado (los
pensamientos, sentimiento y acciones que surgen en nosotros mecánicamente)…
Nadie puede empezar a cambiar radicalmente en tanto no sea capaz de decir: “Este deseo es un Yo animal que debo eliminar”; “este
pensamiento egoísta es otro Yo que me atormenta y que necesito desintegrar”; “este sentimiento que hiere mi corazón es un Yo intruso que
necesito reducir a polvareda cósmica”; etc., etc., etc.
Cuando nos dividamos entre Observador y Observado, entonces
exclamaremos. “¿Pero qué está haciendo este Yo?”, “¿qué está diciendo?”, “¿qué es lo que quiere?”, “¿por qué me atormenta con su lujuria?”,
“¿con su ira?”, etc., etc., etc.
Naturalmente, esto es imposible para quien nunca se ha dividido entre Observador y Observado. Quien toma todos sus procesos psicológicos como funcionalismos de un Yo único, individual y permanente, se
encuentra tan identificado con todos sus errores, los tiene tan unidos a
sí mismo, que ha perdido por tal motivo la capacidad para separarlos
de su psiquis. Obviamente, personas así jamás pueden cambiar radicalmente, son gentes condenadas al más rotundo fracaso.
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PRÁCTICA RECOMENDADA:
Le aconsejamos que trate de auto-observarse psicológicamente
según las indicaciones que le hemos dado en esta lección. Estudie y
comprenda por qué y cómo se debe auto-observar; así irá aprendiendo como hacerlo.
Obsérvese a sí mismo durante las actividades de su vida cotidiana.
La vida de cada día es un “gimnasio psicológico” maravilloso donde
podemos conocernos interiormente. Es en relación con nuestros semejantes, en el hogar, en el trabajo, en la escuela, etc., que los defectos
que llevamos escondidos afloran espontáneamente, y si estamos alertas y vigilantes a través de la auto-observación psicológica, entonces
los descubrimos.
La auto-observación es el medio para conocernos a sí mismos.
Le seguimos recomendando el estud i o d e l l i b r o T R ATA D O D E P S I CO LO G ÍA
REVOLUCIONARIA; en él encontrará las orientaciones precisas entregadas por el maestro
Samael, para que usted pueda guiarse en el
Trabajo Interior.
En la lecci ón de la
semana que viene enseñaremos hacia dónde debemos orientar la obser vación
interior; realizaremos
un estudio pormenorizado de los Centros y
Funciones Psíquicas de
la Máquina Humana.
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