aportaciones recientes a la relacion capital humano

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COMUNICACIONES
APORTACIONES RECIENTES A LA RELACION CAPITAL HUMANOCRECIMIENTO ECONOMICO
Carmen Selva Sevilla
Jesús Cantero Galiano
Universidad de Castilla-La Mancha
Tradicionalmente los modelos de crecimiento económico no incluían el capital humano entre sus
variables, y sólo se preocupaban de la evolución del ahorro, la inversión, la demografía,..., variables sobre
las que disponían de más información, y que, por tanto, son de más fácil medición e incluso modelización
con el objeto de alcanzar tasas de crecimiento más elevadas.
El problema se planteó, por primera vez, cuando los economistas se percataron de que las aportaciones
neoclásicas no explicaban la dificultad que encuentran las naciones en vías de desarrollo para salir de esa
situación, ni las que encuentran algunas naciones desarrolladas para alcanzar los elevados niveles de renta
de otras más avanzadas.
Esta circunstancia, unida al desarrollo de las teorías del capital humano, fue la que llevó a la necesidad de
incluir el capital humano en los modelos de crecimiento económico.
En la literatura relativa a la teoría del crecimiento, el capital humano aparece como un factor de
producción reproducible, parecido, en principio, al capital físico tanto en su concepto como en los
determinantes del ritmo de acumulación de ambos factores, que no son otra cosa que los determinantes de
un proceso de inversión. Esto es, se parte de la hipótesis de que los individuos consideran la educación
como una inversión más y deciden llevarla o no a cabo en función de los costes (directos e indirectos) que
les supone, y de los presuntos beneficios futuros y de consumo directo que les reporta la escolarización.
Una forma sencilla de incorporar este efecto de la inversión en capital humano sobre el crecimiento
económico es considerar el nivel de formación de la mano de obra como un argumento más de la función
de producción agregada, igual que se hace con el stock de capital físico y la cantidad del factor trabajo.
La teoría económica encuentra, a juicio de DE LA FUENTE (1994), dos posibles conexiones entre la
acumulación de capital humano y el crecimiento de la renta per capita.
Primera: El capital humano tiene una influencia directo sobre la productividad. De esta forma lo que se
mide es el llamado “efecto de nivel”.
Segunda: La contribución del capital humano sobre la productividad se canaliza a través de su
contribución a la difusión y adopción de nuevas tecnologías, Así se mide el denominado “efecto de tasa”.
Antes de repasar algunos trabajos que han intentado contrastar estas dos hipótesis, es conveniente
detenerse, aunque sea brevemente, en los indicadores de capital humano que se pueden utilizar en el
momento de incluir éste como factor productivo de la función de producción. SERRANO (1995) propone
la utilización de un indicador alternativo al más convencional número medio de años de escolarización.
Se trata de la distribución por estudios de la población ocupada.
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Independientemente del indicador de capital humano que se utilice, se trataría de especificar una función
que represente el proceso productivo, en concreto, una función de producción Cobb- Douglas de la forma:
< = $. α + β /(1−α − β )
(1)
donde Y es la producción,
K: stock de capital físico,
H: stock de capital humano,
L: cantidad del factor trabajo, y
A: productividad total de los factores.
Tomando las variables por ocupado en logaritmos la ecuación (1) quedaría:
ln \ = D + α ln N + β ln K (2)
donde lny es el logaritmo del producto por ocupado, lnk es el logaritmo del capital físico por ocupado,
lnh es el logaritmo del capital humano medio por ocupado y a es el logaritmo de la productividad total de
los factores.
Respecto a los años medios de escolarización, en la expresión (2) lnh se aproxima a través del logaritmo
del número medio de años de escolarización.
En relación al otro tipo de aproximación, SERRANO, partiendo de una función de producción CobbDouglas igual a la expresión (1), divide la población ocupada en dos grupos: uno de individuos
cualificados, que han terminado un determinado nivel educativo, y otro de individuos no cualificados, que
no han completado ese nivel educativo. De este modo, el nivel medio de capital humano de la población
ocupada (h) puede expresarse como una media ponderada de los niveles medios de capital humano de los
cualificados y los no cualificados:
K = KFϑ F + KQ (1 − ϑ F )
(3)
donde hc es el nivel de capital humano medio de los cualificados,
hn : nivel de capital humano medio de los no cualificados, y
ϑc : proporción de cualificados dentro de la población ocupada.
Dado que el capital humano promedio y la proporción de la población ocupada que ha terminado los
niveles educativos más altos deben estar relacionados positivamente, se puede utilizar como ‘proxy’ la
proporción de ocupados considerados cualificados. Sin embargo, antes de utilizarla, SERRANO estudia la
relación entre la elasticidad producto de la proporción de cualificados (γc) y la elasticidad-producto del
capital humano (β), llegando a la expresión (4) en la que se puede apreciar el sesgo que existe entre
ambos parámetros
γ F = β − β(
1
K
1 + ( F − 1)ϑ F
KQ
)
(4)
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Este sesgo será mayor cuanto menor sea la proporción de cualificados dentro de la población ocupada, δc ,
y cuanto menor sea la diferencia entre el capital humano medio de los cualificados, hc , respecto a los no
cualificados, hn . Esto implica que la elasticidad-producto será diferente dependiendo del nivel educativo a
partir del cual se defina la situación de cualificación. Por lo tanto, según SERRANO, “cabe esperar que al
utilizar como ‘proxy’ los grupos más cualificados pero menos representativos, la probabilidad de estimar
parámetros asociados significativos sea más reducida, con independencia de que el capital humano
contribuya de modo relevante a la producción”.
Así, SERRANO procede a estimar, utilizando ambas proxies, la Función de Producción que
especificamos al principio, llegando a la conclusión de que, al utilizar como indicador de capital humano
el número medio de años de escolarización, el capital humano no contribuye a aumentar la productividad.
Sin embargo, cuando se utiliza el porcentaje de ocupados considerados cualificados porque tienen, al
menos, estudios medios, la contribución del capital humano a la productividad, que de esa estimación se
deriva, es positiva y más elevada que cuando se identifica la cualificación con los estudios superiores.
Por otro lado, KYRIACOU (1991) y BENHABIB y SPIEGEL (1992), con el fin de verificar las hipótesis
que plantean la existencia de “efectos de nivel” y “efectos de tasa”, investigan la relación entre capital
humano y crecimiento económico a partir de una función de producción Cobb-Douglas similar a la
utilizada por SERRANO,
Estos autores estiman esa ecuación obteniendo resultados bastantes desalentadores, ya que los
coeficientes asociados al trabajo y al capital humano no son significativamente distintos de cero, e
incluso, KYRIACOU obtiene que el capital humano tiene un efecto negativo sobre la productividad.
Con el fin de mejorar estos resultados, estos autores introducen algunas especificaciones en la ecuación
de contabilidad del crecimiento, tales como:
- Si el stock de capital humano influye sobre el ritmo del progreso técnico (efecto de tasa), entonces A,
término que recoge la eficiencia técnica, que aparece en la ecuación (1), debería ser una función del nivel
medio de educación.
- Introducen, en la ecuación de contabilidad del crecimiento, la hipótesis de que la tasa de progreso
técnico depende, por un lado, de la diferencia inicial de niveles tecnológicos (medida por la renta inicial)
y, por otro, del logaritmo del stock medio de capital humano, que lógicamente contribuye a la generación
de innovaciones propias y a la adopción de otras generadas en el exterior.
Los resultados de estos estudios sugieren que el capital humano contribuye al crecimiento a través de su
efecto positivo sobre el ritmo del progreso técnico. En la mayor parte de los casos, sin embargo, no se
encuentra evidencia alguna de efectos de nivel, si bien distintos autores observan que este resultado
negativo puede explicarse por la existencia de problemas econométricos, o por la mala calidad de los
datos de stocks educativos utilizados.
LA DUALIDAD DEL CAPITAL HUMANO
Una vez presentadas lo que constituyen las recientes aportaciones acerca de la presunta conexión capital
humano-crecimiento económico, introducimos un tercer apartado donde pretendemos reflexionar, al
menos en un plano teórico, sobre dicha hipótesis, aportando, en la medida de lo posible, nuevas líneas de
investigación que sirvan, de una parte, de complemento y ampliación a las primeras y, de otra, a una
mejor compresión de la importancia que la educación y la formación tienen de cara a conseguir aumentos
en el crecimiento económico.
Una primera idea que creemos conveniente resaltar es la relevancia que variables no estrictamente
económicas (psicológicas, sociales, culturales,...) tienen en los análisis relativos a la economía de la
educación y, más concretamente, en los estudios sobre capital humano. Sin embargo, el tratamiento de
dichas variables, pese a que su inclusión contribuiría a una mejor comprensión de los fenómenos que nos
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ocupan, derivan en una dificultad añadida, que no es otra que su compleja modelización en términos
económicos. Quizás sea este el motivo principal por el que es frecuente su ausencia en la mayor parte de
los trabajos de esta índole. No obstante, pese a los inconvenientes metodológicos mencionados, pensamos
que resultaría interesante complementar los análisis tradicionales acerca del capital humano con dichas
consideraciones cualitativas.
En definitiva, trataremos a continuación de analizar con mayor profundidad la importancia que el capital
humano ejerce sobre el crecimiento económico y de qué manera y en qué circunstancias se produce tal
conexión. En este sentido, plantearemos inicialmente un análisis teórico general para posteriormente
descender a su posible aplicación práctica, aunque reconocemos que no es este el lugar adecuado ni es, en
modo alguno, nuestra pretensión el realizar aquí una amplia revisión de la estructura productiva, de los
mercados de trabajo ni tan siquiera de las relaciones de producción. Simplemente, pretendemos mostrar
siquiera algunas pinceladas que, en alguna medida, delimiten el marco que nos servirá de ayuda para el
análisis que nos ocupa.
En este sentido, partiendo de la aceptación de la ya extendida hipótesis acerca de la supuesta repercusión
positiva de la formación y de la inversión en capital humano sobre la productividad, y por ende, sobre el
crecimiento económico, quizás encontremos, en un análisis que introduzca cierta desagregación tanto por
ramas productivas como por mercados de trabajo, algunas evidencias que puedan o no refutar la hipótesis
inicial. En última instancia, la idea que pretendemos transmitir es que la relación capital humanocrecimiento económico es en sí demasiado compleja como para generalizarla en un análisis agregado
donde ni siquiera se tengan presentes las características de diferentes actividades productivas o de los
mercados de trabajo relacionados con las primeras.
Así, parece razonable pensar, a priori, que la influencia del capital humano y de la formación de los
trabajadores se va a transmitir de diferente modo hacia incrementos en la productividad en función de la
actividad productiva a que nos estemos refiriendo.
La formación, el capital humano adquirido por un individuo previamente a su incorporación al mercado
de trabajo no contribuirá positivamente a un aumento considerable de su productividad per se, sino que
para ello son además necesarias una serie de condiciones y factores, en numerosas ocasiones, exógenos a
la propia formación, tales como la posibilidad de encontrar un puesto de trabajo en el que desarrolle
plenamente su especialización o formación, el que las condiciones de trabajo y la remuneración obtenida
satisfagan las expectativas y el coste de la inversión en formación o simplemente motivaciones
psicológicas y sociales.
En cierto sentido, lo que acabamos de indicar hace referencia más bien a las condiciones necesarias para
que la formación y el capital humano adquiridos se transmitan hacia aumentos en productividad en
términos de óptimo. Es de general aceptación, sin embargo, que la posesión de cierto nivel educativo o de
capital humano contribuye, al menos parcialmente, a aumentar la capacidad productiva y de
especialización en el trabajo. No obstante, es entonces cuando la relación capital humano-productividadcrecimiento económico parece estar más mediatizada por las condiciones del mercado de trabajo y por las
relaciones de producción en la medida en que contribuyan o no a desarrollar esa potencial capacidad
productiva que concede la adquisición por parte del individuo de cierto nivel de capital humano.
En definitiva, tanto si pensamos en términos de óptimo como de subóptimo, observamos cómo de una u
otra manera, cierto tipo de variables exógenas a la formación condicionan considerablemente la relación
de ésta con los esperados aumentos en productividad.
Hasta aquí nos hemos aproximado a la problemática capital humano-crecimiento tomando como ‘proxy’
de capital humano la formación adquirida en el que podemos denominar sistema educativo "formal".
Al hilo de lo anterior, podríamos denominar sistema educativo "informal" a aquel que proporciona
conocimientos y formación a los individuos una vez que entran a formar parte del mercado de trabajo,
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desarrollando o no alguna actividad. Tal formación, al igual que la que procede del sistema educativo
formal, contribuye a aumentar el capital humano del individuo o trabajador hasta el punto que podemos
establecer, si bien con cierta precaución, una sencilla disgregación del contenido del término capital
humano en dos grupos: uno primero que englobaría la educación y conocimientos adquiridos a través del
sistema formal y otro, que podemos denominar especialización, que recogería la formación adquirida
fundamentalmente en el ejercicio de cierta actividad productiva y que puede ser o no el desarrollo y
continuación de la previa educación formal.
Centrándonos a continuación en la denominada especialización en el trabajo, si bien, como quedó patente
en los primeros apartados de este trabajo, son muchas y muy numerosas las dificultades que comporta la
medición del nivel educativo o de capital humano adquirido en el sistema formal, no menos problemático
resulta encontrar alguna variable proxy que de un modo generalizado nos permita estandarizar el nivel de
especialización de un individuo.
Estas dificultades comportan una serie de problemas analíticos y metodológicos en los estudios sobre
capital humano y productividad a nivel agregado, ya que la escabrosa medición y comparación entre
distintas actividades de la especialización deriva en su no inclusión en los modelos al respecto, lo que
probablemente repercuta en sesgar significativamente a la baja las estimaciones de la contribución del
capital humano sobre la productividad y el crecimiento económico. El no considerar la especialización de
un modo explícito conlleva a tomar únicamente en cuenta la contribución, no de todo el capital humano,
sino sólo de una parte -la educación formal- sobre la productividad.
Llegados a este punto, resultaría interesante y necesario contrastar cuál de los dos componentes en que
hemos dividido el concepto de capital humano contribuye en mayor medida a aumentar la productividad,
esto es, si alguno o los dos, como es de esperar, se encuentran en relación positiva con ella o, lo que
quizás parece más relevante, y esta es la idea fundamental que pretendemos reflejar en el presente trabajo,
si la magnitud de la contribución de la formación a la productividad se encuentra altamente condicionada
por numerosas variables exógenas.
En este sentido, trataremos a continuación de modelizar la tercera de las opciones mencionadas
anteriormente. Para ello utilizaremos, como marco o contexto de la relación capital humanoproductividad, el mercado de trabajo y sus diferentes niveles de segmentación, siendo conscientes al
tiempo de las limitaciones que tal simplificación conlleva. No obstante, consideramos que la elección de
dicho marco presenta la ventaja de poder agregar actividades productivas teóricamente diferentes pero
con relaciones de producción comunes, aspecto este último realmente interesante para nuestro análisis.
Presentamos la segmentación del mercado de trabajo ofrecida por RECIO (1991) y que, pese a las
limitaciones que él mismo reconoce, resulta de general aceptación y aplicación.
CUADRO 1
Segmentación del Mercado de Trabajo
SEGMENTO SUPERIOR ALTO
Es un mercado específico de los empleos profesionales muy cualificados y caracterizado por una enorme
movilidad laboral como mecanismo de promoción individual
SEGMENTO SUPERIOR BAJO ó SEGMENTO MEDIO
Característico de los empleos estables de la industria y los servicios, de cualificación media, donde la
mayoría de los puestos de trabajo se cubren por promoción interna en las empresas, accediéndose a ellas
por un nº limitado de puntos
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SEGMENTO INFERIOR
Caracterizado por empleos inestables, mal considerados y de baja remuneración; la enorme movilidad
entre empresas no constituye aquí motivo de promoción, sino la forma habitual de estar en el mercado
No vamos a profundizar aquí en la problemática laboral inherente a la hipótesis de la segmentación del
mercado de trabajo, tal como la movilidad entre segmentos o las barreras y filtros de entrada.
Simplemente nos quedaremos con la percepción de que a cada segmento corresponde, a priori y al menos
teóricamente, un determinado nivel de cualificación o de capital humano, y que quedaría reflejado en el
siguiente cuadro:
CUADRO 2
Relación entre cualificación y Segmentos del Mercado de Trabajo
SEGMENTO SUPERIOR
Alta cualificación formal
SEGMENTO MEDIO
Cualificación
especialización
SEGMENTO INFERIOR
Baja cualificación formal, baja especialización
formal
media,
alta
Esta última clasificación quizás sea la que resulta más interesante de cara al análisis que estamos llevando
a cabo. En este sentido, y retomando ideas mencionadas anteriormente, ampliemos algo más las
relaciones del cuadro 2.
En el segmento más alto del mercado de trabajo, se cumple, en principio, la adecuación que denominamos
óptima entre la cualificación adquirida y el trabajo efectivamente realizado. Nos encontramos, por tanto,
con actividades donde la cualificación formal previa a la incorporación a dicho segmento es fundamental,
suponiendo incluso, en numerosas ocasiones, un condicionante de entrada a dicho segmento. Es decir, en
el segmento superior alto, el filtro educativo se encuentra en un nivel elevado. Una vez dentro, es de
esperar que el trabajador continúe con su formación, es decir, se especialice. Sin embargo, lo más
probable es que la adecuación de la cualificación formal poseída al trabajo efectivamente desarrollado
con posterioridad sea bastante elevada, de modo que la especialización supondrá en cierto sentido una
ampliación o, en todo caso, la aplicación práctica de los conocimientos formales que ya poseía.
Si bien es precipitado afirmar que dicha especialización no va a contribuir en demasía al aumento de
productividad, sino más bien lo contrario, parece evidente que el papel que juega la cualificación formal
es relevante, cuando no fundamental. En este sentido, en principio, podemos apuntar la hipótesis de que
es en el segmento más alto del mercado de trabajo, donde las cualificaciones medias formales son, de
partida, la mayor parte de la contribución del capital humano a la productividad.
Analizando, en parecidos términos, el segmento superior-inferior del mercado de trabajo, nos
encontramos con actividades donde el filtro educativo de entrada no es tan elevado como en el segmento
superior, obviamente, por las propias características de las actividades que se incluyen en este segmento.
Sin embargo, aquí, la especialización adquirida una vez incorporado al puesto de trabajo no tiene por qué
coincidir y así ocurre en numerosas ocasiones, con la previa cualificación formal, entre otros motivos,
porque dicho nivel educativo de carácter medio, como indicamos anteriormente, se corresponde más con
una educación general que especializada. En este sentido y, sobre todo, de cara a la influencia final de la
formación y del capital humano sobre la productividad, parece más evidente en este segmento que la
especialización adquirida en el puesto de trabajo influye decisivamente en el resultado final de dicha
formación sobre la productividad.
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El papel de la formación previa al puesto de trabajo se relega, a priori, a potenciar la capacidad de la
posterior especialización, y a aumentar la adaptación al puesto de trabajo. En consecuencia, es de suponer
una relación más fuerte entre educación “informal” y productividad en este segmento del mercado de
trabajo.
Con respecto al que hemos denominado Mercado Inferior o segmento más bajo del mercado de trabajo,
ya indicamos que en el mismo se enmarcan las más bajas cualificaciones formales de entrada. También la
especialización en las actividades de dicho segmento se caracteriza por resultar bastante sencilla, basada
básicamente en tecnologías intensivas en mano de obra, donde las tareas a realizar suelen ser mecánicas y
repetitivas, no requiriéndose especial capacidad ni formación importantes. En este sentido, cabe esperar
que la traslación de capital humano, en particular, de la cualificación formal, hacia la productividad final,
sea muy baja. Tampoco la experiencia laboral constituye una gran contribución a la especialización del
trabajador y, en consecuencia, sobre la productividad.
En este segmento, los potenciales aumentos de productividad se deben más bien a la introducción de
algún tipo de innovación tecnológica o simplemente a la renovación del capital existente que a la
especialización de los trabajadores o a su formación previa. Esta última apreciación es posible que
también se produzca en las actividades englobadas por el segmento "medio" del mercado de trabajo, si
bien, habría que matizar que, en este segmento, la relación inicial K/L (capital/tabajo) es, a priori,
superior a la del segmento inferior.
Detallando algo más, es probable que la tecnología del segmento medio sea mucho más reciente y
compleja que la del segmento inferior, lo que implicaría, en principio, una mayor capacidad de adaptación
del trabajador al capital físico y una mejor potencial adaptación también a la introducción de
innovaciones tecnológicas y a las no menos importantes innovaciones en el proceso productivo y de la
organización del trabajo.
Basten en principio las pocas ideas y características de los distintos segmentos del mercado de trabajo
reflejadas arriba para presentar la formulación del modelo que nos ocupa.
Tal formulación continúa con la forma estructural utilizada por SERRANO en sus investigaciones. Es
decir, suponemos que el proceso productivo se asemeja a la especificación de una función Cobb-Douglas
del tipo (1).
Siguiendo por tanto esta estructura, introducimos el marco de la segmentación del mercado de trabajo en
el análisis, simplemente mediante la especificación de una función de producción del tipo arriba descrito
para cada segmento en particular, utilizando, por tanto, datos desagregados a nivel de cada segmento.
Quedaría:
< L = $ . Lα L + Lβ L / (L 1 − α L − β L )
(3)
donde i representa a cada mercado de trabajo, en concreto i=1,...,3.
< 1 = $ . 1α 1 +
β1
1
/ 1( 1 − α 1 − β 1 )
<2 = $ .
α 2
2
+
β 2
2
/ (21 − α
2− β 2)
<3 = $ .
α 3
3
+
β 3
3
/ (31 − α
3− β 3)
(4)
Transformadas y estimadas las ecuaciones, utilizando como proxy de capital humano el nivel medio de
titulación o cualificación de la mano de obra, han de contrastarse los resultados con las hipótesis de
partida y de este modo refutarlas o no.
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En concreto, cabría esperar para i=1, un β 1 relativamente elevado, un β 2 más bien bajo y un β 3 cercano a 0.
La argumentación, en términos resumidos, es sencilla:
Partimos de la descomposición del capital humano de un individuo j en dos partes:
CHj=CHFj+εj
donde:
CHj=Capital Humano Total del individuo j.
CHFj=Capital Humano de j debido al sistema educativo formal.
εj=Especialización de j debida al puesto de trabajo.
Los datos para Hi, sólo utilizan una ‘proxy’ de CHFij, es decir, en la medición del Capital Humano (Hi),
se desprecia la influencia de εij. No obstante, se tiene en cuenta su influencia por “diferencia”.
Partiendo de las hipótesis iniciales acerca de las características de cada segmento del mercado de trabajo,
se deduce, por tanto, el nivel de los estimadores βi. Así:
β1 alto significa alta influencia de la educación formal sobre la productividad y una relativamente baja
aportación de la especialización (ε1 bajo).
β2 bajo significa baja influencia de la educación formal y una relativamente alta contribución sobre la
productividad de la especialización (ε2 alto).
β3 cercano a 0 significa que ni la educación formal ni la especialización contribuyen a la productividad (ε3
≈0).
CONCLUSIONES
La intención última del presente trabajo consistía en profundizar en la actual y extendida hipótesis capital
humano-creciemiento económico.
Se partió de las recientes aportaciones al respecto sobre las que se introdujo la matización de la posible
descomposición del concepto de capital humano y se utilizó el marco de la segmentación del mercado de
trabajo para dilucidar en última instancia qué componente del capital humano es el que realmente
contribuye a los aumentos de productividad y bajo qué contexto determinado por variables exógenas se
produce tal relación.
Planteadas por tanto las hipótesis y el modelo teórico, cabe apuntar las siguientes conclusiones:
- Del análisis de los dos indicadores de capital humano propuestos para ser incluídos en la función de
producción agregada, se deduce que la contribución del capital humano a la productividad es más elevada
cuando se utiliza el procentaje de ocupados considerados cualificados porque tienen estudios medios.
- Los estudios que tratan de analizar la contribución del capital humano al crecimiento económico aportan
evidencia del impacto de la acumulación del primero sobre el segundo. Los resultados son, en general,
favorables a la hipótesis de que este efecto se canaliza, en gran parte, a través de su contribución a la
difusión y adopción de nuevas tecnologías (efecto de tasa), aunque también hay evidencia, en algunos
estudios, de un efecto directo del capital humano sobre la productividad (efecto de nivel).
- Complejidad del concepto de capital humano. Si bien podemos hablar de la formación de un individuo
como un todo, encontramos habitualmente distintos tipos de cualificaciones claramente diferenciadas,
cada una con particulares problemas de medición y especificación y, algunas incluso, tales como las
capacidades innatas o la educación en la familia, de difícil definición y clasificación.
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- La generalmente aceptada relación capital humano-creciemiento económico, está sujeta necesariamente
a análisis desagregados que tengan en cuenta variables específicas, en numerosas ocasiones exógenas, al
propio proceso de formación.
- Por último, resulta necesaria una mejor comprensión del fenómeno de la educación y el aprendizaje en
las personas así como del contexto donde tal formación o especialización se producen (sistema educativo,
puesto de trabajo, familia, círculo sociocultural, ...), de cara a lograr más y mejores modelos al respecto
que sirvan eficazmente a la posterior aplicación práctica mediante políticas educativas y de formación con
el objetivo final de potenciar el crecimiento.
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