LA CONTINUIDAD DE LOS ÓRGANOS SOCIALES EN LA LIQUIDACIÓN OBLIGATORIA DE LA LEY 222 DE 1995 FRANCISCO JAVIER PRADA RAMÍREZ PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y ECONÓMICAS DEPARTAMENTO DE DERECHO PRIVADO SANTAFÉ DE BOGOTÁ, D.C. 1999 LA CONTINUIDAD DE LOS ÓRGANOS SOCIALES EN LA LIQUIDACIÓN OBLIGATORIA DE LA LEY 222 DE 1995 FRANCISCO JAVIER PRADA RAMÍREZ Tesis para optar al título de Abogado Director JORGE ALJURÍ MARTÍNEZ Abogado PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y ECONÓMICAS DEPARTAMENTO DE DERECHO PRIVADO SANTAFÉ DE BOGOTÁ, D.C. 1999 Nota de Aceptación __________________________ __________________________ __________________________ __________________________ Presidente del Jurado ____________________________ Jurado ____________________________ Jurado Santa Fe de Bogotá,____________________________ A las víctimas de la guerra sucia A los que han perdido su libertad… ... A Francisco López CONTENIDO pág INTRODUCCION 1. ANTECEDENTES DE LA LIQUIDACIÓN OBLIGATORIA ESTABLECIDA EN LA LEY 222 DE 1995 1 1.1. ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA QUIEBRA 1 1.1.1. En el Derecho Romano 2 1.1.2. En la Edad Media 3 1.1.3. Epoca Contemporánea 4 1.2. ANTECEDENTES DE LA QUIEBRA EN LA LEGISLACION COLOMBIANA 5 1.2.1. En la Conquista y Colonia 5 1.2.2. En la Independencia 5 1.3. ANTECEDENTES HISTORICOS DEL PROCESO LIQUIDATORIO 10 2. DE LA NATURALEZA DE LA LIQUIDACION OBLIGATORIA ESTABLECIDA EN LA LEY 222 DE 1995 14 2.1. FUNDAMENTOS Y PRINCIPIOS DE LA LEY 222 DE 1995 14 2.1.1. Fundamentos 14 2.1.2. Principios 16 2.1.2.1 Unificación del régimen 16 2.1.2.2. Desjudicialización de los procesos concursales 17 2.1.2.3. Profesionalización 18 2.1.2.4. Unificación del trámite concursal 18 2.1.2.5. Igualdad entre el acreedor estatal y el privado 18 2.2. DEFINICION GENERAL DE LIQUIDACION 19 2.3. DEFINICION, OBJETO Y TRÁMITE DE LA LIQUIDACIÓN OBLIGATORIA 20 2.3.1. Definición 20 2.3.2. Objeto 20 2.3.3. Trámite de la liquidación obligatoria 21 Cuadro del trámite de la liquidación Obligatoria 21 2.4. DIFERENCIAS ENTRE LA QUIEBRA Y LA LIQUIDACION OBLIGATORIA 2.5. PARALELO ENTRE LA LIQUIDACION OBLIGATORIA 23 Y LA LIQUIDACION PRIVADA 27 2.6. NATURALEZA DE LA LIQUIDACIÓN OBLIGATORIA 29 3. DE LOS ORGANOS SOCIALES 33 3.1. BREVE DESCRIPCION 33 3.1.1. Concepto de órgano 33 3.1.2. Características generales 36 3.2. ORGANOS DE DIRECCION, DE ADMINISTRACION Y DE FISCALIZACION 38 3.2.1. Organo de dirección 39 3.2.1.1. Asamblea general y junta de socios 39 3.2.1.2. Características 40 3.2.1.3. Funciones 45 3.2.2. Organos de administración 49 3.2.2.1. Junta directiva 50 3.2.2.1.1. Características 50 3.2.2.1.2. Funciones 53 3.2.2.2. Organo de representación 53 3.2.2.2.1. Representante legal 55 3.2.3. Organo de fiscalización 57 3.2.3.1. Características 57 3.2.3.2. Funciones 59 3.3. CONTINUIDAD DE LOS ORGANOS SOCIALES EN LA LIQUIDACION OBLIGATORIA 3.3.1. Continuidad del órgano de dirección 63 68 3.3.2. Continuidad de los órganos de administración y representación en la liquidación obligatoria 88 3.3.2.1. En cuanto a la naturaleza de la separación establecida en el numeral primero del artículo 151 de la ley 222 de 1995 89 3.3.2.2. En cuanto al alcance de la separación establecida en el numeral primero del artículo 151 de la ley 222 de 1995 94 3.3.2.3. Soluciones propuestas frente a la separación establecida en el numeral primero del artículo 151 de la ley 222 de 1995 109 3.3.2.3.1. Propuesta de solución en el sistema financiero para un fenómeno similar 109 3.3.2.3.2. Solución adoptada en el derecho concursal argentino 110 3.2.3.3.3. Nuestra propuesta de solución 113 3.2.3.3.3.1. Aspectos preliminares 113 3.2.3.3.3.2. Primera propuesta 118 3.2.3.3.3.3. Segunda propuesta 119 3.2.3.3.3.4. Propuesta final de decreto reglamentario 120 3.3.3. Continuidad del órgano de fiscalización 123 4. CONCLUSIONES 134 BIBLIOGRAFIA 139 INTRODUCCION Los cambios introducidos en la legislación comercial por la Ley 222 de 1995 hacen evidente la necesidad de un examen de las disposiciones que regulan los procesos concursales, los cuales poseen en su desarrollo distintos vacíos que se han suplido por la autoridad encargada de aplicarlos; es así como se han planteado diversas doctrinas, que son tan numerosas como los doctrinantes. Por esto, nos proponemos plantear algunos cuestionamientos sobre el tema específico de la continuidad de los órganos sociales en la liquidación obligatoria, con el fin de realizar un verdadero aporte al derecho comercial societario. Una lectura de los textos legales, en especial de la Ley 222 de 1995, nos permitió encontrar tan sólo una disposición de carácter expreso sobre la continuidad de los órganos sociales, la cual se encuentra ubicada en las normas concordatarias. Sin embargo, nada dice la ley sobre la continuidad de estos órganos en el proceso liquidatorio, salvo la alusión del parágrafo del artículo 1541 en el que se establece que en la eventual remoción de los administradores, la Superintendencia convocará al órgano social encargado de efectuar la designación para que proceda a nombrar a quien haya de reemplazar al removido. Algunos órganos sociales tienen facultades reconocidas en la ley que no se traducen claramente en la práctica cuando se trata de la liquidación obligatoria, así, por ejemplo, el artículo 225 del Código de Comercio2 al regular la liquidación privada establece el derecho de la junta de socios o la asamblea de accionistas de reunirse en las fechas indicadas en los estatutos para sus sesiones ordinarias durante el periodo liquidatorio, e inclusive no sólo en las fechas establecidas en los estatutos, sino también en las oportunidades en que sean convocadas por liquidadores, el revisor fiscal o la Superintendencia. En este punto central surge un interrogante: ¿La 1 Art. 154. COMPETENCIA. La Superintendencia de Sociedades en cualquier etapa del trámite liquidatorio, de oficio o a solicitud de cualquier acreedor, o del liquidador, decretará la remoción y la inhabilidad, cuando encuentre demostradas cualquiera de las causales previstas en esta ley. Ejecutoriada la providencia, se inscribirá en el registro mercantil o cualquier otro que corresponda. La entidad que inscriba la inhabilidad deberá hacerla conocer de las demás oficinas de igual naturaleza, existentes en el país. Parágrafo. Sin perjuicio de las funciones que le corresponden al liquidador, y en la providencia que ordene la remoción, la Superintendencia convocará al órgano social encargado de efectuar la designación, para que proceda a nombrar a quien haya de reemplazar al removido y se aplicarán las disposiciones que al efecto se establece en el trámite del concordato. 2 Art. 225.- Durante el período de la liquidación la junta de socios o la asamblea se reunirá en las fechas indicadas en los estatutos para sus sesiones ordinarias. Asimismo, cuando sea convocada por los liquidadores, el revisor fiscal o la Superintendencia, conforme a las reglas generales. ley 222 de 1995 ha derogado esta norma y se extinguieron por lo tanto estos derechos de los miembros de la junta o asamblea durante el trámite de la liquidación obligatoria? ¿Acaso dicha función radica ahora en los denominados órganos de la liquidación? De otro lado, el artículo 226 del Código de Comercio3 establece la obligación del liquidador de presentar en las reuniones ordinarias de la asamblea o de la Junta de socios los estados de la liquidación, con un informe razonado sobre su desarrollo, un balance general y un inventario detallado. La nueva regulación establece la obligación de informar del estado de la liquidación de manera general en el numeral 10 del artículo 166 de la Ley 222 de 19954, pero la especifica en el artículo 168 de la mencionada Ley, determinando que debe informar a la Superintendencia, la cual dará traslado de esas cuentas a los acreedores y a los socios por 10 días, como lo establece el artículo 169 de la misma Ley5. ¿Esto quiere decir que los socios 3 Art. 226.- Los liquidadores presentarán en las reuniones ordinarias de la asamblea o de la junta de socios estados de liquidación, con un informe razonado sobre su desarrollo, un balance general y un inventario detallado. Estos documentos estarán a disposición de los asociados durante el término de la convocatoria. 4 Art. 166. FUNCIONES DEL LIQUIDADOR. El liquidador tendrá la representación legal de la entidad deudora y como tal desempeñará las funciones que adelante se le asignan, y en ejercicio de ellas deberá concluir las operaciones sociales pendientes al tiempo de la apertura del trámite y en especial las siguientes: (...) 10. Rendir cuentas comprobadas de su gestión, en las oportunidades y términos previstos en esta ley. 5 Art. 168. RENDICION DE CUENTAS. El liquidador, al término de su gestión y anualmente, a más tardar el 31 de marzo de cada año deberá rendir cuentas comprobadas de su gestión. Para tal efecto presentará perdieron la facultad de recibir esos informes en las reuniones ordinarias, existiendo únicamente la oportunidad impuesta por la Ley 222 de 1995? Es claro que el Legislador unificó los procesos concursales centrando la legitimación para solicitar la apertura del trámite liquidatorio en el deudor, pero, ¿podría afirmarse que con esa nueva óptica el Legislador quiso reemplazar a los órganos sociales por la junta asesora, el liquidador y la Superintendencia de Sociedades, los cuales alcanzan un papel más activo en la liquidación?, o ¿simplemente al referirse al deudor quiere decir que cuando este se constituye en una sociedad, ésta tiene todavía las atribuciones propias de sus órganos sociales con la limitación del artículo 223 del Código de Comercio6? 1. Estados de liquidación, junto con sus notas. 2. Estados financieros básicos, junto con sus notas. 3. Memoria detallada de las actividades realizadas durante el período. Los estados mencionados en este artículo serán certificados por el liquidador, un contador público y el revisor fiscal, si lo hubiere, y se prepararán y presentarán de acuerdo con las normas reglamentarias. Art. 169. TRASLADO DE LAS CUENTAS. Las cuentas rendidas por el liquidador en la forma prevista en la presente ley, junto con los documentos y comprobantes que permitan la verificación de las mismas, se pondrán a disposición de los acreedores y socios por el término de diez días, a fin de que puedan objetarlas por falsedad, inexactitud, error grave o por cualquier otra causa. Dichas objeciones se tramitarán y decidirán por la Superintendencia de Sociedades mediante el trámite incidental, el cual no suspende el curso de la liquidación. Sin perjuicio de la facultad oficiosa de improbarlas, la Superintendencia mediante providencia que no tiene recurso, aprobará las cuentas si no fueren objetadas, cuando advierta falsedad, inexactitud o error grave. 6 Art. 223.- Disuelta la sociedad, las determinaciones de la junta de socios o de la asamblea deberán tener relación directa con la liquidación. Tales decisiones se adoptarán por mayoría absoluta de votos presentes, salvo que en los estatutos o en la ley se disponga expresamente otra cosa. Se puede observar un papel más activo de los órganos sociales en la liquidación privada regulada por el Código de Comercio, frente a la liquidación obligatoria consagrada en la Ley 222 de 1995, por lo tanto se hace la pregunta principal: ¿Acaso en el nuevo proceso liquidatorio desaparecieron las razones de hecho que fundamentaban ese papel activo de los órganos sociales? Siendo así, ¿cambiaron los intereses o la naturaleza del proceso liquidatorio de tal manera que la unificación de los procedimientos mercantiles está obviando aspectos particulares del funcionamiento de las sociedades, suprimiendo la actividad de sus órganos esenciales? La nueva legislación concursal establecida en la Ley 222 de 1995, ha hecho evidente en el numeral primero del artículo 151, que los administradores de la sociedad en concurso liquidatorio obligatorio son separados de su gestión a partir del momento en que se encuentre ejecutoriada la providencia que convoca a dicho trámite, lo cual plantea un importante vacío legal sobre la naturaleza y las consecuencias de dicha separación sugerida por el legislador. Este particular aspecto hace necesaria la elaboración de una propuesta de solución, que le permita a los profesionales del derecho y a los partícipes de este trámite concursal, establecer con certeza en el ámbito práctico las consecuencias de la disposición anteriormente anotada. Nuestra investigación busca resolver estos interrogantes, partiendo de los antecedentes del actual concurso liquidatorio obligatorio, examinado su similitud con otras instituciones jurídicas, para así desentrañar su naturaleza. Una vez hecho esto se definirán los objetos de estudio, es decir, los órganos sociales, esclareciendo sus características, enunciando cada una de sus propiedades y funciones en una sociedad comercial, para finalmente, por medio del trabajo del jurista, dilucidar su continuidad a la luz de la regulación establecida por la Ley 222 de 1995. 1. ANTECEDENTES DE LA LIQUIDACION OBLIGATORIA ESTABLECIDA EN LA LEY 222 DE 1995 Para efectos de la exposición de antecedentes de la liquidación obligatoria debe destacarse que es una institución nueva para el derecho societario colombiano que tiene sus raíces en otras figura jurídicas, como son la quiebra, que fue regulada por el Código de Comercio, y la liquidación. Por esta razón, queremos mencionar los antecedentes históricos de estas instituciones, los cuales pueden realizar un valioso aporte sobre el origen de esta Institución. 1.1 ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA QUIEBRA El tratadista Jesús María Sanguino Sánchez7 considera los procesos concursales como procesos de ejecución, ámbito dentro del cual realiza su reseña histórica sobre la quiebra, en los siguientes términos: 1.1.1. En el Derecho Romano. La Ley de las XII tablas establecía que quien debía responder por el deudor incumplido era la misma persona del deudor, siendo esta la razón por la cual su vida y su libertad eran tomadas por el acreedor. A través de la manus injectio se llevaba a cabo la ejecución del deudor, puesto que al ser desprovisto de su personalidad era el acreedor quien entraba en posesión de sus bienes, pero a pesar de que tenía esa posesión, finalmente quien adquiría la propiedad de la persona (deudor) era quien adquiría la propiedad de los bienes del deudor. Posteriormente, los cambios sociales iniciados por los plebeyos originaron transformaciones en las estructuras jurídicas de Roma, modificándose así las disposiciones de las XII tablas, buscándose ya no la persecución de la persona del deudor sino la persecución de sus bienes. Fue así como los pretores iniciaron la 7 SANGUINO SÁNCHEZ, Jesús María. Cesación de pagos en los procedimientos concursales. Bogotá: Librería del profesional. 1982. p. 33-34 -35. tarea de humanizar esas ejecuciones a través de la poetelia papitaria, en la cual se enuncia vagamente la persecución sobre los bienes. En el siglo VII, la Ley Aebutia consagra en forma definitiva el procedimiento de bonorum venditio en el cual se buscaba la persecución de los bienes del deudor fundamentándose en que éstos constituían una emanación de su personalidad, y con la cual se dio inicio a la acción por parte del acreedor que beneficiaba a todos los que se presentaran con posterioridad. Procedimientos como la misio in possesionen y la bonorum cessio perfilaron el procedimiento universal de ejecución. En el año 737, la “lex julia”admitió la figura de la “cesio bonorum”que consistía en la cesión voluntaria de todos los bienes del deudor insolvente en beneficio de todos los acreedores, éste procedimiento era bastante similar a la derogada figura del concurso de acreedores que consagraba nuestro Código de Procedimiento Civil en el Título XXVIII. 1.1.2. En la Edad Media. Como lo manifiesta el tratadista Sanguino Sánchez,8 fue en la Edad Media cuando surgió la quiebra como un instrumento jurídico contra la insolvencia, apareciendo en el derecho estatutario de las Repúblicas Italianas, en las cuales se produce la división de concursos para los comerciantes y para los no comerciantes, siendo consagrada la quiebra para los comerciantes. 8 Ibid., p. 35-36. Con el surgimiento del crédito y el desarrollo del comercio y de las ferias se origina la necesidad de proteger las acreencias con normas legales que permitieran un proceso de ejecución estructurado. Es así como en el año de 1262 en la La Constitución de Siena aparece la palabra "cesante”para designar al comerciante que se encontraba en estado de quiebra. Los estatutos de Venecia de 1244 y 1488, de Milán de 1341, de Florencia de 1393, y de Génova de 1414, 1418 y 1589, tienen como características comunes las siguientes: - Al deudor se le considera como defraudador y se le aplican sanciones penales, pierde la facultad de disposición y administración de sus bienes. - Los acreedores forman una masa que se expresa por medio de una Asamblea de acreedores, la cual verifica y gradúa los créditos. Estos principios pasaron al derecho francés, el cual consagró por primera vez en una ordenanza de 1673 que “la quiebra o bancarrota será reputada abierta desde el día en que el deudor se haya retirado, o que se le haya impuesto sello sobre sus bienes”. El 22 de septiembre de 1807, la primera codificación francesa reguló íntegramente en el Libro III toda la materia de la quiebra. 1.1.3 Epoca contemporánea. Nuestro ordenamiento positivo retomó muchas características de los planteamientos dejados por la Revolución Francesa, pero en el derecho concursal se adoptó la ideología liberal capitalista, que fundamentó la quiebra con carácter sancionatorio. 1.2 ANTECEDENTES DE LA QUIEBRA EN LA LEGISLACION COLOMBIANA 1.2.1 En la Conquista y la Colonia. Durante esta etapa, la legislación que regía era la misma que se aplicaba en España, en especial las ordenanzas de Bilbao, las cuales en su capítulo XVII trataban de “Los atrasos, fallidos quebrados o alzados; sus clases y modo de procederse en sus quiebras”. De acuerdo con estas disposiciones, los comerciantes que entraban en quiebra debían comunicarles ese hecho al Prior y a los Cónsules, quienes tomaban posesión de los bienes del fallido y se los entregaban a depositarios interinos. En estos eventos los acreedores se constituían en junta, tenían facultades para nombrar síndicos, comisarios y remover los depositarios. 1.2.2. En la Independencia. estableció que: En esta época, por disposición constitucional, se “... se declaraba en su fuerza y vigor las leyes que hasta aquí han regido en todas las materias y puntos que directa o indirectamente no se opongan a esta Constitución ni a los decretos y leyes que expidiere el Congreso”9. En 1853 se expidió el primer Código de Comercio en nuestro país, el cual se tomó textualmente del Código Español de 1829, que, a su vez, tenía las influencias del Código Francés Napoleónico sobre el criterio objetivo de la calidad de comerciante. 1.2.3. República Unitaria. En esta etapa, con la reconstrucción de la República y la Constitución de 1886, se vuelve al sistema centralista, que originó como consecuencia una legislación unificada. La Ley 57 de 1887 dispuso que: “... regirán en la República, noventa días después de la publicación de la Ley, con las adiciones y reformas de que ella trata, los Códigos siguientes: (....) el de Comercio del extinguido Estado de Panamá, sancionado el 12 de octubre de 1869; y el nacional sobre la misma 9 PINZÓN, Gabino. Introducción al Derecho comercial. Bogotá: Temis. 1966. p. 31. materia, edición de 1874, que versa únicamente sobre el comercio marítimo...”10. En los términos anteriores, la mencionada Ley adoptó el Código de Comercio, el cual dispuso, en el Libro Primero del Titulo 5º, lo relacionado con los procesos de quiebra. La Ley 54 de 1939 le concedió facultades extraordinarias al presidente de la República para que dictara decretos extraordinarios sobre materia industrial y económica, a fin de contrarrestar los efectos de la grave situación que afloraba en el país como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, por lo que se expidió el Decreto 750 del 16 de abril de 1940, por medio del cual se derogaron los artículos 121 a 181 del Código de Comercio de 1887 sobre la quiebra, y se implantaron nuevas normas para dicha institución. El 29 de mayo de 1969 mediante fallo de la Corte Suprema de Justicia, se declaró inconstitucional el Decreto 750 de 1940 al encontrar que el Ejecutivo se había excedido en el ejercicio de las facultades que se le habían conferido en la ley 54 de 1939, de manera que durante 29 años el Decreto 750 había regido la quiebra, y al declararse inconstitucional se produjo parálisis en los procesos de quiebra en curso, lo cual sumió al país en una inseguridad jurídica que exigía una nueva legislación. 10 Ibid. p. 37 Previendo lo anterior, la Ley 16 de 1968 otorgó de nuevo facultades extraordinarias al ejecutivo para regular los procesos concursales, y se expidió en uso de esas facultades el Decreto 2264 del 31 de diciembre de 1969. Decreto que incorporó los procedimientos de los "concordatos preventivos y obligatorios", y "la liquidación administrativa forzosa", los cuales fueron tomados de la legislación italiana. Con las facultades extraordinarias conferidas por la Ley 16 de 1968, el 27 de marzo de 1971 se expide el Decreto 410, que crea el Código de Comercio vigente, derogando así el Decreto 2264 de diciembre de 1969. El Código de Comercio de 1971 en el Libro VI regulaba los procedimientos concursales con figuras como el concordato, la quiebra y la liquidación administrativa forzosa. Acerca de estas figuras reguladas en el Decreto 410 de 1971, el profesor Rodríguez11 menciona algunas importantes ideas que a continuación sintetizamos: El concordato era aplicable únicamente al empresario, con el cual buscaba la conservación y la recuperación de la empresa como unidad de explotación económica con dos modalidades: el concordato preventivo potestativo y el preventivo obligatorio. El preventivo potestativo se adelantaba ante los jueces civiles especializados o los civiles del circuito y sólo podía ser iniciado por petición exclusiva del deudor, entendido como aquellas sociedades mercantiles no sujetas a un concordato preventivo obligatorio. El concordato preventivo obligatorio se tramitaba con carácter imperativo, y su sujeto eran las sociedades comerciales vigiladas por la Superintendencia de Sociedades, cuyos pasivos superaran la tercera parte del valor de sus activos o tuvieran más de cien trabajadores permanentes a su servicio, sociedades mixtas con aportes estatales superiores al cincuenta por ciento y las empresas industriales y comerciales del Estado. Podía ser iniciado a petición del deudor, de cualquier acreedor o de oficio por la Superintendencia de Sociedades. Estos dos últimos suponían una convocatoria posterior a la práctica de inspección de libros y papeles de la sociedad. En cuanto al proceso de quiebra, éste tenía un carácter sancionatorio obedeciendo a un criterio relativo a la ausencia de cumplimiento de dos obligaciones mercantiles, prescindiéndose por completo del estado financiero del deudor. El procedimiento se llevaba a cabo ante el juez civil especializado o juez civil del circuito del domicilio del deudor, y el sujeto era el comerciante deudor. 11 RODRIGUEZ ESPITIA, Juan José. La reforma a la legislación concursal y concordataria. En: QUICENO ALVAREZ, Eduardo. Reforma al Código de Comercio y otros temas. s. l: Dike, 1996. p. 374-375-376. Finalmente, el 4 de julio de 1991, nuestro país adopta una nueva Constitución Política, en la cual, conforme a las tendencias internacionales del derecho concursal y por las graves deficiencias que presentaba el Código de Comercio en esta materia, se expide el 20 de diciembre de 1995 la Ley 222, en la que se establece un nuevo régimen de procesos concursales. 1.3. ANTECEDENTES HISTORICOS DEL PROCESO LIQUIDATORIO El tratadista Vásquez del Mercado realiza una interesante reseña, a la cual queremos hacer expresa referencia: 1. Derecho romano. "En el derecho romano no existió una concepción de la liquidación como institución jurídica. No hay huella de este vínculo productor de efectos posteriores a la disolución. No existiendo un patrimonio autónomo, las relaciones que el socio tenía con los terceros se consideraban como propias; había tantos créditos, como acreedores asociados y, recíprocamente, tantas deudas cuantos socios promitentes. La liquidación del pasivo tenía una importancia limitada a las relaciones entre socios: a determinar la cuota de deuda que gravitaba sobre cada uno, si todos intervinieron en o para crear el vínculo obligatorio; o los derechos y las obligaciones recíprocas entre el socio que había operado con el tercero y los consocios; pero no tenía y no podía tener importancia en las relaciones con terceros acreedores, los cuales, durante la liquidación y después de ésta, no tenían derechos ni obligaciones frente a la sociedad, sino respecto de los socios. Los socios podían dejar en el arca communis su cuota hasta la completa liquidación de los negocios; pero como consideraban tal fondo como una copropiedad, cada uno podía exigir inmediatamente la entrega de lo que le correspondía, a raíz de la rendición de cuentas, sin preocuparse del pago de las deudas. Pero si no surgió nunca el problema de la definición de la pasividad social antes de dividir el fondo del arca, sí, en su lugar, se presentó el problema de la tutela recíproca de los intereses de los socios, para evitar que aquel que había contratado con los terceros fuese dañado en provecho de los otros. La actio pro socio permitía pedir a los otros socios su cuota, antes de ejercitar la actio communi dividundo. 2. Edad Media. En la Edad Media, ya no como en el Derecho romano, en que el socio contrae, en interés de la sociedad, frente a los terceros, derechos únicamente para sí y obligaciones por sí solo, la existencia de un capital social, que está para responder de las obligaciones sociales, excluye aquella idea, tal y como ocurre en el derecho estatutario, en el que la obligación asumida por uno de los socios es obligatoria para todos, presumiéndose que se ha hecho uso de la razón social y que la obligación ha tenido por fin el interés común. En opinión de Ansaldo, que fue comúnmente aceptada, el socio podía demandar solamente la rendición de cuentas, apenas disuelta la sociedad, y no ya la inmediata división entre socios, del capital social. Esta regla se encuentra casi simultáneamente en los contratos, en la jurisprudencia y en los estatutos, sin que se pueda afirmar la época precisa de su aparición. La liquidación fue confiada por primera vez al socio gerente; pero por la pérdida de la confianza o por su muerte, y necesitando gran autoridad frente a los socios que no se hallasen de acuerdo en la elección. Primeramente, la liquidación consistió en purgar de deudas el patrimonio social y exigir los créditos; no hallándose incluida en tal objeto la conversión del activo en dinero. La división se hacía en natura. En el derecho holandés del siglo XVII es cuando se estableció como deber el convertir en metálico el activo. Pasó al Derecho alemán y después al italiano. 3. Epoca contemporánea. Fue en 1829, en el Código Español de Sáinz de Andino, cuando la liquidación fue codificada, pasando en lo fundamental las normas de este Código al portugués, al holandés de 1839, al alemán de 1862 y al italiano de 1865. Se puede afirmar que, en esta materia, una gran uniformidad de ordenamientos ha coronado una colaboración internacional que tuvo sus orígenes en Italia". 12 De la anterior reseña se vislumbra la importancia de la evolución en derecho societario del concepto de ente moral distinto de los socios, que exige por lo tanto un procedimiento especial para su extinción, en el que se protejan los intereses de terceros que se encuentran vinculados con él. Igualmente se concluye de la evolución histórica de esta institución que la práctica de un trámite liquidatorio se iba implementando en la medida en que el patrimonio del ente social respondía frente a los acreedores, de manera que no eran los socios los obligados, quedando sus aportes afectos a la suerte del pago de las acreencias sociales. 12 VÁSQUEZ DEL MERCADO, Oscar. Asambleas, fusión y liquidación de sociedades mercantiles. Tercera edición. México: Porrúa . 1987. p. 353-354 -355. 2. DE LA NATURALEZA DE LA LIQUIDACION OBLIGATORIA ESTABLECIDA EN LA LEY 222 DE 1995 Consideramos que para elucidar la verdadera naturaleza de esta nueva institución jurídica se hace necesario no solo tener en cuenta la evolución histórica de la quiebra y la liquidación, sino que se debe realizar un análisis de las disposiciones normativas que le dieron origen a la liquidación obligatoria, motivo por el cual el primer paso de estudio en este capítulo versará sobre los fundamentos y principios que acompañan el nuevo régimen concursal implantado en el Ley 222 de 1995. 2.1. FUNDAMENTOS Y PRINCIPIOS DE LA LEY 222 DE 1995 2.1.1 Fundamentos. Esta Ley, en el aspecto concursal se fundamenta principalmente en el artículo 333 de la Constitución Política, ya que en éste se establece: ARTICULO 333. La actividad económica y la iniciativa privada son libres, dentro de los límites del bien común. Para su ejercicio, nadie podrá exigir permisos previos o requisitos, sin autorización de la ley. La libre competencia económica es un derecho de todos que supone responsabilidades. La empresa, como base del desarrollo, tiene una función social que implica obligaciones. El Estado fortalecerá las organizaciones solidarias y estimulará el desarrollo empresarial. El Estado, por mandato de la ley, impedirá que se obstruya o se restrinja la libertad económica y evitará o controlará cualquier abuso que personas o empresas hagan de su posición dominante en el mercado nacional. La ley delimitará el alcance de la libertad económica cuando así lo exijan el interés social, el ambiente y el patrimonio cultural de la Nación". Este principio constitucional establece la consagración de la empresa como fuente generadora de empleo y riqueza, y por lo tanto importante actor en el desarrollo económico. También establece la función social de la empresa, que exige que se preserve como fuente de empleo, de riqueza y desarrollo: por ello, el trámite concursal debe orientarse a protegerla con medios eficaces y ágiles que a su vez mantengan seguro el pago de las obligaciones del deudor. El artículo 228 de la Constitución Política contiene otro importante fundamento de la Ley 222 de 1995: "ARTICULO 228. La administración de Justicia es función pública. Sus decisiones son independientes. Las actuaciones serán públicas y permanentes con las excepciones que establezca la ley y en ellas prevalecerá el derecho sustancial. Los términos procesales se observarán con diligencia y su incumplimiento será sancionado. Su funcionamiento será desconcentrado y autónomo". Este artículo proporciona las bases para que los procesos concursales avancen con la celeridad necesaria para que el empresario liquidado pueda disponer en forma rápida de todos sus activos en favorecimiento de sus acreedores; ya que establece la primacía de la sustancia sobre la forma, aspecto éste cuya ausencia hacía más engorrosos los procesos concursales. 2.1.2. Principios 2.1.2.1. Unificación del régimen. Con el anterior decreto 410 de 1971 se hacía difícil determinar cuándo una actividad era de naturaleza civil o mercantil, por lo cual los regímenes jurídicos aplicables se confundían en su aplicación afectando la seguridad jurídica del comercio, por esto se crea un régimen único de concursos cuyo sujeto de aplicación puede tener cualquier calidad. La legislación comercial es más moderna, ágil y completa que la civil, por lo que al establecerse un régimen unificado permite que se pueda iniciar un proceso concursal que en primera instancia examine la situación económica de la empresa para aplicarle un procedimiento que la recupere, o, si existen razones que evitan definitivamente su recuperación, se adelante un proceso liquidatorio, existiendo también la posibilidad de que el empresario, independientemente de la rentabilidad de su empresa, decida no continuar con ella y se encauce por una liquidación, bien sea, privada u obligatoria. 2.1.2.2 Desjudicialización de los procesos concursales. Debido a la la experiencia que por más de 30 años ha acomulado la Superintendencia de sociedades en el trámite de los procesos concursales, por tener dentro de su organización todo tipo de profesionales (abogados, economistas, contadores, administradores de empresas, ingenieros industriales etc,) el legislador consideró que era el organismo idóneo para la tarea de tramitar los concordatos y las liquidaciones obligatorias. Se reconoce la experiencia que esa entidad tiene en ese campo, y se le permite, en ejercicio de su función de control, ordenar las medidas correctivas necesarias para las situaciones de crisis. Además, en ejercicio de dicha función, puede convocar de oficio al concurso cuando no se adopten esas medidas, o como consecuencia de un estudio económico, financiero, administrativo y jurídico de diagnóstico concursal, que permita adecuar el trámite concursal a la viabilidad económica o financiera de la sociedad, para así admitirla en un proceso concordatario o liquidatorio. 2.1.2.3. Profesionalización. Se pretende especializar a quienes cumplen algunas funciones dentro de los procesos concursales. Se profesionaliza al liquidador, que reemplaza la desafortunada figura del síndico de la quiebra, pues se busca que la persona jurídica o natural designada tenga experiencia acreditada en el manejo de empresas cuya actividad sea similar o afín con el objeto social de la entidad sometida a liquidación. 2.1.2.4. Unificación del trámite concursal. Busca eliminar las diferencias en el tratamiento de los distintos tipos de deudores, lo que permite corregir las inequidades que se presentaban con la dualidad de regímenes. Por ello desaparece el concordato potestativo y el concordato preventivo obligatorio, así como el proceso de quiebra y el concurso de acreedores. 2.1.2.5. Igualdad entre el acreedor estatal y el privado. Predomina el principio de las mayorías en el acuerdo concordatario, afectando al Estado, que debe estar dispuesto a lo establecido por las mayorías respecto a plazos, tasas de interés y demás condiciones. Un importante cambio planteado por este principio consiste, como lo dice Rodríguez13, en que los créditos fiscales y parafiscales tienen igual tratamiento, por lo que deberán hacerse parte en el trámite concursal como los demás acreedores, fortaleciendo el principio de igualdad de los acreedores. 2.2. DEFINICION GENERAL DE LIQUIDACION El profesor Pinzón al respecto realiza una descripción del proceso liquidatorio privado que destaca los elementos esenciales de cualquier trámite de esta naturaleza: "Se trata, pues, de un proceso privado, ciertamente, pero de un proceso en parte regulado imperativamente por el Legislador, que 13 RODRIGUEZ, Op. cit., p. 384. no se ha limitado a conferir determinadas facultades al liquidador, sino que le ha impuesto una serie de verdaderas obligaciones de las que los socios no pueden exonerarlo, porque están enderezadas no sólo a la protección de los asociados mismos, sino también a la protección de los terceros que hayan contratado con la sociedad o tengan, por cualquier otra causa, situaciones jurídicas creadas con ella".14 Así las cosas, de la anterior descripción se infiere que el trámite de la liquidación tiene un carácter imperativo por la relevancia que tiene frente a la comunidad buscando la protección de terceros que pueden verse afectados con la terminación del comerciante persona jurídica. 2.3. DEFINICION, OBJETO Y TRAMITE DE LA LIQUIDACIÓN OBLIGATORIA 2.3.1. Definición La liquidación obligatoria es un trámite jurisdiccional de naturaleza preferente y especial que busca la extinción de los negocios deudor mediante la realización de sus activos para efectuar el pago de sus acreencia de conformidad con la prelación consagrada en la Ley. 14 PINZON, José Gabino. Sociedades comerciales. 5ª Edición. Bogotá: Temis. 1988. p. 273. 2.3.2. Objeto. El legislador ha definido el objeto de este trámite en el artículo 95 de la Ley 222 de 199515, estableciendo que mediante la liquidación obligatoria se realizarán los bienes del deudor, para atender en forma ordenada el pago de las obligaciones a su cargo. 2.3.3 Trámite de la liquidación obligatoria. Con el fin de lograr una ilustración mas didáctica de este tema hemos realizado en este estudio un cuadro del procedimiento instaurado en la Ley 222 de 1995. (Ver página siguiente) 15 Art. 95. OBJETO DE LA LIQUIDACION OBLIGATORIA. Mediante la liquidación obligatoria se realizarán los bienes del deudor, para atender en forma ordenada el pago de las obligaciones a su cargo. TRÁMITE DE LA LIQUIDACIÓN OBLIGATORIA ACTUACIÓN DEL ACTUACIÓN JUEZ DE LA LIQUIDADOR LIQUIDACION OBLIGATORIA NOMBRAMIENTO LIQUIDADOR Art. 157 num. 6 - PETICIÓN DEL DEUDOR - DE OFICIO - FRACASO O INCUMPLIMIENTO DEL CONCORDATO ACEPTACIÓN DEL CARGO Arts. 162 y 165 AUTO APERTURA Art. 149, 150, 151, 208, 99 y 100 APREHENSIÓN DE LIBROS Art. 152 num.1 NOMBRAMIENTO JUNTA ASESORA Art. 173 10 DÍAS EDICTO EMPLAZATORIO Art. 157 num. 7 30 15 DÍAS 20 DÍAS PRESENTACIÓN CRÉDITOS Art. 158 VERIFICACIÓN DEL INVENTARIO POR LA JUNTA ASESORA Art. 180 JUNTA ORDENA AVALÚO Art. 181 5 DÍAS TRASLADO PARA OBJETAR CRÉDITOS Art. 208 Y 125 TRASLADO AVALÚO Art. 182 15 DÍAS AUTO DE CALIFICACIÓN Y GRADUACIÓN Art. 208 Y 133 - SE PUEDE PRESENTAR PETICIÓN PARA AUDIENCIA CONCORDATARIA Art. 200 AUTO DE TERMINACIÓN E INSCRIPCIÓN EN EL REGISTRO MERCANTIL Art. 199 DÍAS CONFECCION Y PRESENTACION DEL INVENTARIO Arts. 180 y 166 num. 3 SE PUEDE CELEBRAR ACUERDO CONCORDATARIO POR FUERA DE AUDIENCIA Art. 205 10 DÍAS APROBACIÓN DE LA SUPERINTENDENCIA 10 Art. 182 DÍAS ENAJENACIÓN DE ACTIVOS Art. 194 PLAN DE PAGOS Art. 166 NUMERAL 16 CANCELACIÓN DE PASIVOS Art. 198 RENDICION FINAL DE CUENTAS Art. 168 Y 169 2.4. DIFERENCIAS ENTRE LA QUIEBRA Y LA LIQUIDACION OBLIGATORIA El tratadista Isaza Upegui al referirse a la liquidación obligatoria como sustituto del proceso de quiebra realiza una clara exposición de las diferencias entre estos dos procesos, las cuales por su claridad y coincidencia con nuestro criterio procedemos a transcribir a continuación, de manera que contribuyan a dilucidar la naturaleza del concurso liquidatorio obligatorio. “1) En cuanto a su naturaleza. La quiebra es un proceso ejecutivo, universal liquidatorio, pues constituye un procedimiento para exigir el cumplimiento compulsivo de las obligaciones a cargo del deudor, al cual deben concurrir todos sus acreedores para ser satisfechos mediante la liquidación de la denominada masa de bienes, que no es otra cosa distinta que el patrimonio embargable del quebrado. La liquidación obligatoria, como su nombre lo indica, es un trámite liquidatorio con fuero de atracción pues a él deberán remitirse e incorporarse para su pago todos los procesos de ejecución que se sigan contra el deudor, que igualmente tienen carácter universal por cuanto a él deben concurrir todos los acreedores para ser satisfechos con la enajenación de los activos del deudor. 2) En relación con los sujetos legitimados. La quiebra no puede ser decretada de oficio por el juez. Siempre requiere que medie una acción cuyos legitimados son el mismo deudor, o cualquier acreedor de obligación civil o comercial. El trámite liquidatorio puede ser decretado de oficio por la Superintendencia de Sociedades, en el caso de personas jurídicas, o por el juez cuando se trate de personas naturales. 3) En cuanto a la competencia. El funcionario competente para conocer el proceso de quiebra, en forma privativa, es el juez civil del circuito especializado, o juez civil del circuito del domicilio del deudor. La liquidación obligatoria de personas jurídicas será de competencia privativa de la Superintendencia de Sociedades, y cuando se trate de personas naturales, el juez civil del circuito del domicilio del deudor. 4) En cuanto a los efectos de su declaratoria. La quiebra constituye por sí sola una causal de disolución y liquidación irreversible de la persona jurídica. En la liquidación obligatoria, aunque la apertura del trámite implica por sí misma la disolución de la persona jurídica, cuando se celebre acuerdo concordatario, en esta etapa del trámite, se podrá prever que la disolución originada en la apertura del mismo quede sin efectos, con lo cual se entenderá que no hubo solución de continuidad. 5) En relación con la separación de los administradores. El primer efecto patrimonial que se produce en cabeza del quebrado, por la declaratoria del estado de quiebra, es el desapoderamiento∗, o sea, la pérdida de la tenencia y la administración de sus bienes, ya sea que éste es sustituido por el síndico en dicha función. En el trámite liquidatorio “a juicio del funcionario competente, podrá ser designado ∗ Sobre este particular aspecto consideramos que durante el trámite de la liquidación obligatoria también opera el desapoderamiento, por cuanto éste se ejerce respecto de los socios y no respecto de los administradores, lo cual constituye la razón por la que el juez del concurso designa al liquidador, aunque se trate del antiguo representante legal. liquidador cualquiera de los administradores o el representante legal de la entidad deudora, que figure inscrito en el momento de la apertura del trámite”. Se elimina la presunción de que toda persona que fracasa en sus negocios es inepta o de mala fe. Esto es concordante con lo establecido en el artículo 835 del Código de Comercio, que establece la presunción de buena fe, aun la exenta de culpa. Así mismo, la remoción de los administradores no opera ipso facto y ésta será decretada sólo como consecuencia de la conducta de éstos cuando se enmarquen en las causales determinadas en el artículo 117. 6) En relación con la inhabilidad de los administradores para ejercer el comercio. En el proceso de quiebra opera ipso jura para el quebrado esta sanción como efecto de la declaratoria de quiebra. En el trámite liquidatorio la inhabilidad para ejercer el comercio se determina cuando los administradores han incurrido en uno o varios de los siguientes eventos o conductas: 1) se compruebe que constituyeron o utilizaron la empresa con el fin de defraudar a los acreedores; 2) llevar la empresa mediante fraude al estado de crisis económica; 3) La destrucción total o parcial de los bienes que conforman el patrimonio a liquidar; 4) La malversación o dilapidación de bienes, que conduzca a la apertura del trámite liquidatorio; 5) El incumplimiento sin justa causa del acuerdo de recuperación suscrito con sus acreedores; 6) Cuando antes o después de la apertura del trámite especule con las obligaciones a su cargo, adquiriéndolas a menor precio; 7) La distracción, disminución u ocultamiento total o parcial de bienes; 8) La realización de actos simulados o cuando simule gastos, deudas o pérdidas; 9) Cuando sin justa causa y en detrimento de los acreedores, hubieren desistido, renunciado o transigido una pretensión patrimonial cierta; 10) La ejecución de cualquier acto similar, con el cual se cause perjuicio a la entidad deudora, sus asociados o en general a terceros. 7) En relación con la rehabilitación del deudor. En la liquidación el falente sólo se puede rehabilitar cuando en el proceso penal que se abre como consecuencia de la apertura del proceso se haya proferido sentencia y, además, haya pagado o asegurado el pago pasivo que se le cobra. Si por la sentencia penal fue sobreseído definitivamente, podrá ocuparse de operaciones de comercio por cuenta ajena bajo la responsabilidad de su mandante. Si la calificación de los delitos fue dolosa, solo podrá ser rehabilitado después de transcurridos 10 años desde la fecha de la sentencia siempre y cuando haya pagado o extinguido por cualquier causa todas sus obligaciones y cumplido las condenas penales; en el trámite de liquidación obligatoria los administradores “a quienes se les haya aplicado la prohibición de ejercer el comercio, podrán solicitar su rehabilitación cuando la entidad deudora haya cumplido con el acuerdo celebrado en el trámite de liquidación obligatoria, o cuando se hayan cancelado la totalidad de las obligaciones reconocidas en la providencia de calificación y graduación de créditos. Igualmente, habrá lugar a la rehabilitación cuando hubieren transcurrido 10 años de haber sido decretada”16. Las anteriores diferencias nos permiten concluir que la liquidación obligatoria se erige como una institución flexible y concordante con la realidad de los negocios del empresario, el cual puede verse abocado a una cesación de pagos por motivos distintos de su gestión, razón por la cual la consecuencia de la liquidación obligatoria 16 ISAZA UPEGUI, Alvaro. La liquidación obligatoria como sustituto del proceso. En: QUICENO ALVAREZ, Eduardo. Reforma al Código de Comercio y otros temas. Medellín: DiKe. 1996. p. 146-147-148 -149. no es necesariamente la terminación de la empresa con la respectiva sanción al deudor, sino que puede permitir que la misma tenga una reactivación durante el trámite concursal. 2.5. PARALELO ENTRE LA LIQUIDACION OBLIGATORIA Y LA LIQUIDACION PRIVADA Consideramos pertinente realizar el mismo ejercicio del punto anterior respecto de la liquidación privada, puesto que las diferencias que plantearemos en este acápite de nuestra investigación, prestan importantes elementos para la determinación de la naturaleza del concurso liquidatorio obligatorio. Liquidación Privada Liquidación Obligatoria 1. Es consecuencia del acaecimiento de 1. Es el resultado del estado de crisis una causal de disolución establecida en económica en que se encuentra el la ley, o pactada por los asociados. deudor. 2. La disolución debe ser decretada por 2. La disolución de la sociedad es los asociados o por ministerio de la ley; consecuencia de la apertura del trámite como consecuencia de esta viene la liquidatorio. liquidación. 3. El liquidador lo designan los socios. 3. El liquidador lo designa la Superintendencia de Sociedades, razón por la cual los socios no pueden pedir su remoción, sino en los eventos en que son miembros de la junta asesora y de conformidad con las causales y procedimiento establecido en el artículo 171 de la Ley 222 de 1995. 4. El inventario es aprobado por los 4. asociados. El inventario es verificado previamente por la junta asesora del liquidador y se aprueba por la Superintendencia de Sociedades. 5. Una vez inscrita la disolución en el 5. La causal de disolución originada en registro mercantil es irreversible, y ella la apertura del trámite liquidatorio puede debe concluir con la extinción de la quedar sin efecto, si así se dispone en personalidad jurídica, salvo que se un produzca sociedad. la reconstitución de acuerdo concordatario que se la celebre con los acreedores durante el trámite de la liquidación obligatoria. 6. Las cuentas del liquidador las 6. Los socios tienen facultad de objetar aprueban o imprueban directamente los las cuentas. La aprobación o no de las socios. mismas corresponde a la Superintendencia de Sociedades. 7. Si se designa como liquidador a la 7. Cuando el superintendente designe persona que venía desempeñándose como liquidador como gerente o representante legal, desempeñándose a como quien viene gerente o para que pueda desempeñar el cargo representante legal, éste está relevado debe aprobársele, previamente, por la de presentar previamente sus cuentas, junta de socios o asamblea de ya que la ley guarda silencio al accionistas las cuentas de su gestión. respecto. 2.6. NATURALEZA DE LA LIQUIDACION OBLIGATORIA En los eventos en que un comerciante se encuentre o tema que pueda incurrir en una cesación de pagos, el estado interviene para resguardar el orden público económico garantizando los intereses colectivos y los de todos aquellos que han celebrado negocios con el deudor, motivo por el cual la liquidación obligatoria, constituye una organización legal y procesal dentro de un ámbito de justicia y efectividad que permita que se genere una comunidad de pérdidas y un trato igual para todos los acreedores. Es así como, para la protección del orden público y de la seguridad de la actividad comercial, la liquidación obligatoria tiene un carácter eminentemente procesal, por tanto esta institución sólo puede surgir a partir del momento en que se profiere la providencia de apertura del trámite, razón por la cual, se entiende que se origina independientemente de los aspectos sustanciales que llevan a los interesados a convocar al deudor al concurso. Es por esto que, a la luz del artículo 90 de la Ley 222 de 199517, la liquidación obligatoria constituye un proceso jurisdiccional, como quiera que el estado interviene mediante entidades expresamente investidas con facultades jurisdiccionales. La liquidación obligatoria como todo orden jurídico procesal tiene normas de carácter imperativo, puesto que su concepción se produce a partir de los intereses públicos defendidos por el estado, con el fin de lograr una concurrencia de todos los acreedores en condiciones de equidad e igualdad de oportunidades, motivo por el cual, no tiene carácter privatístico, que le permitirían a los particulares disponer sobre su ordenamiento jurídico. 17 Art. 90. COMPETENCIA. La Superintendencia de Sociedades asume la función jurisdiccional en uso de la facultad concebida en el artículo 116 inciso 3o. de la Constitución Política. Será competente de manera privativa para tramitar los procesos concursales de todas las personas jurídicas, llámense sociedades, cooperativas, corporaciones, fundaciones, sucursales extranjeras, siempre que no estén sujetas a un régimen especial de intervención o liquidación. Los jueces civiles especializados, o en su defecto, los jueces civiles del circuito, tramitarán los procedimientos concursales de las personas naturales. La liquidación obligatoria es un proceso ejecutivo, por cuanto en esta no se busca la declaración de un derecho, sino que se parte de la base de un derecho cierto exigible, contenido en un título ejecutivo, como es el que deben exhibir los acreedores para hacerse parte en el concurso con el fin de obtener el pago de sus acreencias. Ahora bien, al igual que la ejecución singular consagrada en nuestro ordenamiento civil, es un proceso ejecutivo mixto, por cuanto prevé la posibilidad de controvertir el título sobre el cual se basa la ejecución mediante la interposición de objeciones. Así mismo constituye un trámite concursal universal, por cuanto el concurso procede afectando todo el patrimonio del deudor en beneficio de todos sus creedores, de manera que estos participan en la misma medida en la distribución del producto de la enajenación del activo, formando una comunidad de pérdidas. A su ves, el trámite de liquidación obligatoria es preferente, debido que como lo establece el artículo 99 de la Ley 222 de 199518, en concordancia con el artículo 208 18 Art. 208. REMISIONES. Al trámite liquidatorio, en lo referente a la preferencia de la liquidación, la continuación de los procesos ejecutivos donde existen otros demandados, el trámite de objeciones, la decisión de las mismas, la calificación y graduación de créditos y medidas cautelares se aplicarán las reglas previstas en el concordato para tales eventos. Art. 99. PREFERENCIA DEL CONCORDATO. A partir de la providencia de apertura y durante la ejecución del acuerdo, no podrá admitirse petición en igual sentido, ni proceso de ejecución singular o de restitución del inmueble donde desarrolle sus actividades la empresa deudora. de la misma Ley, los acreedores no pueden realizar petición en igual sentido. Adicionalmente, de conformidad con el numeral primero del artículo 157 de la mencionada Ley19 las medidas cautelares decretadas por los jueces en otros procesos quedan a disposición del Juez del concurso con el fin de evitar que se presente un pago a un acreedor en condiciones más ventajosas que las de los demás, lo cual muestra su preferencia frente otros procesos de ejecución. La Superintendencia de Sociedades librará oficio a los Jueces y funcionarios administrativos competentes para conocer de procesos judiciales o de cualquier procedimiento o actuación administrativa de carácter patrimonial contra el deudor, para que le informen la naturaleza y estado de la actuación, en la forma y con el detalle que ella indique. Tratándose de procesos ejecutivos o de ejecución coactiva, dentro de los tres días siguientes al recibo del oficio, el Juez o funcionario ordenará remitir el expediente a la Superintendencia de Sociedades. Una vez ordenada la remisión, se procederá a efectuarla dentro de los tres días siguientes a la ejecutoria del auto que la ordene. El Juez o funcionario declarará de plano la nulidad de las actuaciones que se surtan en contravención a lo prescrito en el inciso anterior, por auto que no tendrá recurso alguno. El Juez o funcionario que incumpla lo dispuesto en los incisos anteriores incurrirá en causal de mala conducta, salvo que pruebe causa justificativa. Los procesos, demandas ejecutivas y los de ejecución coactiva, se tendrán por incorporados al concordato y estarán sujetos a la suerte de aquél. Los créditos que en ellos se cobren se tendrán por presentados oportunamente, siempre y cuando tal incorporación se surta antes del traslado de créditos. Cuando se remita un proceso ejecutivo en el que no se hubieren decidido de manera definitiva las excepciones de mérito propuestas, éstas se considerarán objeciones, y serán decididas como tales. Las pruebas recaudadas en el proceso remitido serán apreciadas en el trámite de la objeción. Si en los referidos procesos se hubieren propuesto como excepciones de mérito las de nulidad relativa, simulación o lesión enorme, el Juez remitirá copia del expediente, conservando el original para resolver las referidas excepciones y cualquiera otra que se hubiere propuesto junto con éstas. 19 Art. 157. CONTENIDO. En la providencia de apertura del trámite de liquidación obligatoria se ordenará: 1. El embargo, secuestro y avalúo de todos los bienes embargables del deudor. Estas medidas prevalecerán sobre los embargos y secuestros que se hayan decretado y practicado en otros procesos en que se persigan bienes del deudor. Finalmente, la liquidación obligatoria tiene el carácter de especialidad, por cuanto el Legislador al regularlo ha establecido disposiciones de gran particularidad que no le permiten gozar de notas comunes a otros procesos con la misma finalidad. Una ves delimitado el primer objeto de nuestro estudio, procederemos a concentrar nuestro análisis sobre los órganos sociales, los cuales constituyen el segundo objeto por definir en esta investigación. 3. DE LOS ORGANOS SOCIALES Los órganos sociales comprenden distintas actividades tendientes a cristalizar de forma efectiva la consecución del objeto social de la compañía, cometido que se traduce en distintos aspectos para cada uno de ellos, por este motivo, queremos comenzar nuestra descripción con unas precisiones que pueden aportar mayor claridad terminológica a nuestro estudio acerca de su naturaleza, para después detallar sus características generales y así proceder a realizar una descripción particular de cada uno de los órganos sociales, anotando sus características y funciones de conformidad con los criterios aportados por el estatuto mercantil y por la doctrina. 3.1 BREVE DESCRIPCION 3.1.1. Concepto de órgano: el tratadista Vásquez del Mercado transcribe la opinión de Santi Romano, que explica el concepto de órgano en las personas jurídicas públicas, lo cual no riñe con la teoría del órgano en el derecho privado, puesto que, como lo expresa en su libro, dicha teoría “sólo se ha concretado a aprovechar los principios que son comunes al derecho público”20. Teniendo en cuenta que la teoría del órgano de derecho privado comparte y emplea principios de dicha teoría en el derecho público, consideramos pertinente transcribir la exposición que al respecto realiza el mencionado tratadista: “(...) Las personas jurídicas públicas e igualmente las privadas, pueden asumir dos aspectos diversos que corresponden a dos diversos estadios del desarrollo de su ordenamiento. En una primera fase, las personas se han considerado como entes incapaces de tener una voluntad y acción propia, es decir, han adquirido la capacidad de derecho, pero no la de obrar, de donde resulta como consecuencia que quienes querían y obraban por ellas y en su interés, eran sus representantes. Posteriormente, el ordenamiento jurídico da a las personas jurídicas públicas (no queremos ocuparnos de las privadas, que presentan problemas especiales) una estructura mediante la cual se encuentran en condiciones de querer y actuar directamente, y este 20 Vásquez del Mercado, Op. cit., p. 18. resultado se ha obtenido ligando a las personas encargadas de manifestar la voluntad del ente, no con la relación externa de la representación, sino con una relación interna que convierte a las personas en elementos integrantes de su organización; es decir, en una parte de su estructura, que precisamente tiene como fin formar una voluntad y ejecutar un acto que jurídicamente se imputa a la persona jurídica. En otros términos, por lo menos en cuanto respecta a la mayor parte de sus manifestaciones, sus representantes han sido sustituidos por los ‘órganos’. (...) Las consecuencias que de este concepto se derivan son las siguientes: 1. El órgano, en el sentido de institución, no es persona jurídica, no tiene poderes, derechos, ni obligaciones propios que no sean de la persona jurídica de la cual es un elemento, y mucho menos representa a ésta (la relación de representación implica dos sujetos distintos), sino que es la persona misma. 2. Las relaciones que hay entre los órganos son relaciones jurídicas, en cuanto se encuentran reguladas por el derecho, pero no son relaciones entre varias personas, son relaciones internas (o reflexivas) del ente, el cual, en cuanto se concreta en un órgano y ejercita una función, se contrapone a sí mismo toda vez que se concreta en otro órgano y ejercita una función diversa. En efecto, frecuentemente sucede que la voluntad del ente, antes que sea perfecta y definitiva, debe pasar por varios estadios, que implican la intervención de diversos órganos, su cooperación, su acuerdo, y si hay disensión, la eliminación de ésta mediante una serie de procedimientos, 21 frecuentemente largos y complicados ”. Se observa en la exposición anterior que los órganos sociales constituyen la persona jurídica misma, de manera tal que su actividad corresponde a actos verdaderamente internos y que en ningún evento constituyen representación de la misma. La teoría del órgano constituye un aspecto que debe ser tenido en cuenta en nuestro estudio, como quiera que los órganos sociales al constituir la persona jurídica misma, en principio sólo podrían desaparecer cuando se produzca la terminación de ésta, lo cual estriba en un primordial argumento de la continuidad de estos durante el trámite de la liquidación obligatoria. 3.1.2. Características generales. Asimilando la organización societaria a una república en cuya Carta Fundamental se consagra la separación de poderes, Narváez22 afirma que cada órgano cumple con unas funciones específicas con absoluta independencia, por lo cual las características generales más descollantes de los órganos sociales son: 21 22 Ibíd., p. 18. NARVAEZ, José Ignacio. Teoría general de las Sociedades. Séptima edición. Bogotá: Doctrina u Ley. 1996. p. 238- 241. Jerarquización. Distinguiendo tres funciones, como son: a) la formación de la voluntad social; b) la ejecución o manifestación de esa voluntad y; c) la representación del ente colectivo. De lo anterior, se deduce que algunos órganos tienen funciones decisorias y otros ejecutivas de esas decisiones, lo que implica una jerarquía. Sin embargo, aunque no existe en todos los tipos sociales de igual modo, la jerarquía se evidencia en los poderes de designación, de revocación, de control, de supervigilancia y de delimitación relativa de funciones. Separación de poderes. Cada órgano posee autonomía dentro de su ámbito de competencia, lo cual no implica una especialización sino que, por la asignación que legalmente se establece, las funciones son de carácter exclusivo, y por tanto no son transferibles los poderes de un órgano a otro. Es así como cada órgano tiene la misión de cumplir determinadas funciones que sólo él puede cumplir, sin que sean admisibles las delegaciones generales de poderes. Investidura temporal de administradores y revisor fiscal. Los órganos de administración y fiscalización son permanentes, pero las personas que se designen para desempeñar sus funciones reciben una investidura temporal; por esto se consagran los artículos 198 y 199 del Código de comercio23 que establecen que los 23 Art. 198.- Cuando las funciones indicadas en el artículo 196 no correspondan por ley a determinada clase de socios, los encargados de las mismas serán elegidos por la asamblea o por la junta de socios, con sujeción a lo prescrito en las leyes y en el contrato social. La elección podrá delegarse por disposición expresa de los estatutos en juntas directivas elegidas por la asamblea general. Las elecciones se harán para los períodos determinados en los estatutos, sin perjuicio de que los miembros de la junta directiva, el representante legal, el revisor fiscal y los demás funcionarios elegidos por la asamblea o la junta pueden ser removidos en cualquier tiempo. Es más, el artículo 198 del mismo código dispone que se tendrán por no escritas las cláusulas que contraríen ese principio y las que exijan mayorías especiales distintas de las comunes para la remoción. 3.2 ORGANOS DE DIRECCIÓN, DE ADMINISTRACION Y, DE FISCALIZACION. Para iniciar nuestra descripción de cada órgano social, consideramos de suma utilidad la manera como el tratadista Narváez enmarca los órganos societarios: “(...) la junta o asamblea general de asociados es el órgano de dirección por excelencia, mediante deliberaciones y acuerdos; la junta directiva, el órgano de administración; el gerente o representante legal, el órgano de ejecución y gestión externa; y el revisor fiscal, el órgano de fiscalización. Y como en las sociedades en que la administración y nombramientos sean revocados libremente en cualquier tiempo. Se tendrán por no escritas las cláusulas del contrato que tiendan a establecer la inamovilidad de los administradores elegidos por la asamblea general, junta de socios o por juntas directivas, o que exijan para la remoción mayorías especiales distintas de las comunes. Art. 199.- Lo previsto en los incisos segundo y tercero del artículo 198 se aplicará respecto de los miembros de las juntas directivas, revisores fiscales y demás funcionarios elegidos por la asamblea, o por la junta de socios. representación se confunden en uno solo, entonces se habla de órganos de gestión social24”. Partiremos de la anterior delimitación para alcanzar los objetivos planteados en este aparte de nuestro estudio, pues tal y como ha quedado anotado, la asamblea o junta de socios es el órgano de dirección de la vida social, y el revisor fiscal es el órgano de fiscalización. No obstante lo anterior, frente a la delimitación hecha por Narváez se hace imperioso aclarar que el artículo 22 de la ley 222 de 199525 define quiénes poseen la calidad de administradores, incluyendo al representante legal y a los miembros de juntas o consejos directivos dentro de la misma categoría como administradores, por esto la distinción realizada entre órganos de administración y órgano de ejecución y gestión externa, en la actualidad tiene fundamento pedagógico, pero no legal. 3.2.1. Organo de Dirección. La dirección de la vida social incumbe a los socios mediante actos de deliberación y de decisión que se llevan a cabo en la junta de socios o en la asamblea de accionistas, y es en ellas donde radica la máxima 24 NARVAEZ, José Ignacio. Teoría general de las sociedades. Séptima edición. Bogotá: Doctrina u Ley. 1996. p. 227. 25 Art. 22. ADMINISTRADORES. Son administradores, el representante legal, el liquidador, el factor, los miembros de juntas o consejos directivos y quienes de acuerdo con los estatutos ejerzan o detenten esas funciones. facultad directiva y de inspección, siendo soberanas en sus determinaciones que se limitan en la ley y en los estatutos. 3.2.1.1 Asamblea general y junta de socios. Encarna la voluntad de la persona jurídica, siendo por lo tanto el órgano fundamental ante el cual se establecen las directivas de administración, no sólo designando a los ejecutores de la administración, sino definiendo los parámetros de su actuación. Ante ella se rinden los informes de la actividad societaria, para que tomen las determinaciones que definan los aspectos más relevantes de la vida societaria, de manera que al ser per se la voluntad de la persona jurídica tiene únicamente limitaciones en la ley y en los estatutos. De lo anterior se entiende su carácter de órgano supremo, el cual en nuestro ordenamiento tiene distintas denominaciones de acuerdo con el tipo societario, tal y como lo expresan los doctrinantes José Ignacio Narváez y Olga Stella Narváez al referirse al artículo 181 del Código de Comercio26: “1ª La expresión ‘junta de socios’ designa el órgano supremo de la colectiva (arts. 302 y 318) así como el de la compañía de responsabilidad limitada (arts. 358 y 359). 26 Art. 181.- Los socios de toda compañía se reunirán en junta de socios o asamblea general ordinaria una vez al año, por lo menos, en la época fijada en los estatutos. Se reunirán también en forma extraordinaria cuando sean convocados por los administradores, por el revisor fiscal o por la entidad oficial que ejerza control permanente sobre la sociedad, en su caso. 2ª En las sociedades por acciones (anónima y comanditaria por acciones) dicho órgano tiene el nombre de asamblea general de accionistas27”. 3.2.1.2 Características. Expondremos sucintamente las características que Narváez28establece como las de este órgano; Implica una reunión. Por esto dispone el art. 181 del Código de Comercio que “los socios de toda compañía se reunirán en junta de socios o asamblea general...”; y el 419 del mismo código29 reitera que “la asamblea general la constituirán los accionistas reunidos...”. Frente a esta característica, al igual que lo hace Narváez, se debe precisar que la ley 222 de 1995 la ha desvirtuado por completo, puesto que los artículos 19 y 2030 27 NARVAEZ, José Ignacio y NARVAEZ BONNET, Olga Stella, Régimen legal de las sociedades. Bogotá: Legis, s.f. p. 79. 28 NARVAEZ. Op. cit., p. 243-249. Art. 419.- La asamblea general la constituirán los accionistas reunidos con el quórum y en las condiciones previstas en los estatutos. 29 30 Art. 19. REUNIONES NO PRESENCIALES. Siempre que ello se pueda probar, habrá reunión de la junta de socios, de asamblea general de accionistas o de junta directiva cuando por cualquier medio todos los socios o miembros puedan deliberar y decidir por comunicación simultánea o sucesiva. En este último caso, la sucesión de comunicaciones deberá ocurrir de manera inmediata de acuerdo con el medio empleado. permiten la deliberación y el voto sin la asistencia de los socios en un lugar en común, sino por medio de comunicación simultánea o sucesiva siempre que la sucesión ocurra de manera inmediata y que el medio empleado permita dejar prueba de lo ocurrido, se podrán realizar deliberaciones y ejercer el voto. Ahora bien, y si no se da esta hipótesis, puede el miembro del órgano expresar el sentido de su voto por escrito al representante legal conforme a lo establecido en el artículo 20 de la Ley 222 de 1995. Ha de ser debidamente convocada. Se debe dar de acuerdo a lo establecido en la Ley o en los estatutos, un aviso anticipado y oportuno al asociado de la fecha, hora, lugar y temas que se tratarán en la junta o asamblea, para permitir que ejerza el derecho de concurrir a ella, salvo dos excepciones: cuando se halle representada la Parágrafo: Para evitar que se vean atropelladas las mayorías accionarias en las asambleas y juntas directivas donde se va a utilizar este nuevo mecanismo, será obligatorio tener la presencia de un delegado de la Superintendencia de Sociedades, que deberá ser solicitado con ocho días de anticipación. Este proceso se aplicará para las sociedades vigiladas por dicha Superintendencia. Para las demás sociedades, deberá quedar prueba tales como fax, donde aparezca la hora, girador, mensaje, o grabación magnetofónica donde queden los mismos registros. Art. 20. OTRO MECANISMO PARA LA TOMA DE DECISIONES. Serán válidas las decisiones del máximo órgano social o de la junta directiva cuando por escrito, todos los socios o miembros expresen el sentido de su voto. En este evento la mayoría respectiva se computará sobre el total de las partes de interés, cuotas o acciones en circulación o de los miembros de la junta directiva, según el caso. Si los socios o miembros hubieren expresado su voto en documentos separados, estos deberán recibirse en un término máximo de un mes, contado a partir de la primera comunicación recibida. El representante legal informará a los socios o miembros de junta el sentido de la decisión, dentro de los cinco días siguientes a la recepción de los documentos en los que se exprese el voto. totalidad de los asociados y éstos decidan unánimemente celebrarla, y cuando se reúna por derecho propio. Es un cuerpo colegiado. Significa que únicamente cuando exista el número plural de socios que exige la ley en las normas de quorum para deliberar y para decidir puede surgir la voluntad del ente moral, razón por la cual un asociado no puede generar la voluntad social, sino que al contrario deben ser varios de éstos los que integren dicha voluntad. Ahora bien, respecto de la pluralidad de socios que debe presentarse en el seno del máximo órgano social, existe una interpretación doctrinaria secundada por la Superintendencia de Sociedades según la cual la pluralidad que exige el legislador es la pluralidad jurídica y no la física, lo que permite que un solo socio represente debidamente a todos los asociados y pueda expresar la voluntad social. Es por esencia un órgano decisorio. Las deliberaciones producen determinaciones que encarnan la facultad de decidir, las cuales manifiestan la voluntad social, ya que ese poder no se deriva de ningún otro órgano. Estas determinaciones se rigen por el principio mayoritario, según el cual se presume que la voluntad de la mayoría es una garantía del interés general de la sociedad, por eso se le atribuye el carácter de voluntad social. Es soberano dentro de la órbita de su competencia. A pesar de manifestar la voluntad social, no está revestido de poderes omnímodos que le permitan decidir sobre toda clase de asuntos y negocios. Por esto, conforme a la teoría de la impugnación, que busca proteger la estabilidad respecto de las decisiones de la asamblea que no se encuentren sujetas al ámbito de su competencia, de conformidad con el artículo 137 de la ley 446 de 199831, pueden ser impugnadas ante la Superintendencia de Sociedades si se trata de una sociedad vigilada, o ante la jurisdicción ordinaria si no se trata de una sociedad vigilada por dicha Superintendencia, dentro de los dos meses siguientes a la reunión en que se adoptaron o de la inscripción en el registro mercantil, por los asociados ausentes o disidentes, por los administradores o por el revisor fiscal, como lo establece el artículo 191 del Código de Comercio32. Pero cuando sus decisiones son adoptadas conforme a la ley y a los estatutos, todos los asociados y los demás órganos han de acatarlas y velar por su cumplimiento, salvo los casos en los que dicha decisión implique una transformación, fusión o escisión en la que se imponga a los socios 31 Art. 137 ley 446 de 1998- Competencia. La impugnación de actos o decisiones de Asamblea de accionistas o Junta de Socios y de Junta Directiva de Sociedades vigiladas por la Superintendencia de Sociedades, podrán tramitarse mediante el proceso verbal sumario ante dicha Superintendencia. Con todo, la acción indemnizatoria a que haya lugar por los posibles perjuicios que se deriven del acto o decisión que se declaren nulos será competencia exclusiva del juez. 32 Art. 191.- Los administradores, los revisores fiscales y los socios ausentes o disidentes podrán impugnar las decisiones de la asamblea o de la junta de socios cuando no se ajusten a las prescripciones legales o a los estatutos. La impugnación sólo podrá ser intentada dentro de los dos meses siguientes a la fecha de la reunión en la cual sean adoptadas las decisiones, a menos que se trate de acuerdos o actos de la asamblea que deban ser inscritos en el registro mercantil, caso en el cual los dos meses se contarán a partir de la fecha de la inscripción. ausentes o disidentes una mayor responsabilidad o se desmejoren sus derechos patrimoniales, evento en el cual se podrá realizar pleno ejercicio del derecho de retiro consagrado en el artículo 12 de la ley 222 de 199533. Sus atribuciones son indelegables. Los estatutos no pueden deferir a otro órgano las funciones que la ley asigna al órgano máximo, y tampoco puede delegar en la junta directiva o en el gerente cualquier resolución que sea de su competencia. Debe entonces tenerse en cuenta que éste es el principio general y que aquellas funciones que atribuye la ley como de exclusiva competencia del máximo órgano, en las cuales se protegen directamente los intereses de todos los socios y terceros que negocien con la sociedad, no podrían delegarse debido a su naturaleza misma. Sin embargo, aquellas funciones que constituyen decisiones de celeridad en la actividad administrativa, podrían ser delegadas, como en el caso de la función de designación establecida en el artículo 420, numeral cuarto del Código de Comercio.34 33 Art. 12°. EJERCICIO DEL DERECHO DE RETIRO. Cuando la transformación, fusión o escisión impongan a los socios una mayor responsabilidad o impliquen una desmejora de sus derechos patrimoniales, los socios ausentes o disidentes tendrán derecho a retirarse de la sociedad. En las sociedades por acciones también procederá el ejercicio de este derecho en los casos de cancelación voluntaria de la inscripción en el Registro Nacional de Valores o en bolsa de valores. Parágrafo. Para efectos de lo dispuesto en el presente artículo se entenderá que existe desmejora de los derechos patrimoniales de los socios, entre otros, en los siguientes casos: 1. Cuando se disminuya el porcentaje de participación del socio en el capital de la sociedad. 2. Cuando se disminuya el valor patrimonial de la acción, cuota o parte de interés o se reduzca el valor nominal de la acción o cuota, siempre que en este caso se produzca una disminución de capital. 3. Cuando se limite o disminuya la negociabilidad de la acción. 34 Art. 420.- La asamblea general de accionistas ejercerá las funciones siguientes: 1. Disponer qué reservas deben hacerse además de las legales; Sus decisiones son actos jurídicamente simples. Si se adoptan dentro de su competencia, se consideran expresión de la voluntad social, la cual no puede ser dividida, por esto sus acuerdos son actos que no necesitan de ningún otro. 3.2.1.3. Funciones. Las funciones de la asamblea o de la junta de socios se establecen en el artículo 187 del Código de Comercio35, lo mismo que en los artículos 358 y 420 del mismo Código36, las cuales se encuentran resumidas brevemente en sus aspectos sustanciales por Pinzón37 de la siguiente manera: 2. Fijar el monto del dividendo, así como la forma y plazos en que se pagará; 3. Ordenar las acciones que correspondan contra los administradores, funcionarios directivos o el revisor fiscal; 4. Elegir y remover libremente a los funcionarios cuya designación le corresponda; 5. Disponer que determinada emisión de acciones ordinarias sea colocada sin sujeción al derecho de preferencia, para lo cual se requerirá el voto favorable de no menos del setenta por ciento de las acciones presentes en la reunión. 6. Adoptar las medidas que exigiere el interés de la sociedad, y 7. Las demás que le señalen la ley o los estatutos, y las que no correspondan a otro órgano. 35 Art. 187.- La junta o asamblea ejercerá las siguientes funciones generales, sin perjuicio de las especiales propias de cada tipo de sociedad: 1. Estudiar y aprobar las reformas de los estatutos; 2. Examinar, aprobar o improbar los balances de fin de ejercicio y las cuentas que deban rendir los administradores; 3. Disponer de las utilidades sociales conforme al contrato y a las leyes; 4. Hacer las elecciones que corresponda, según los estatutos o las leyes, fijar las asignaciones de las personas así elegidas y removerlas libremente; 5. Considerar los informes de los administradores o del representante legal sobre el estado de los negocios sociales, y el informe del revisor fiscal, en su caso; 6. Adoptar, en general, todas las medidas que reclamen el cumplimiento de los estatutos y el interés común de los asociados; 7. Constituir las reservas ocasionales, y 8. Las demás que les señalen los estatutos o las leyes. Parágrafo.- Las funciones anteriores podrán cumplirse lo mismo en las reuniones ordinarias que en las extraordinarias, si en el contrato social o en las leyes no se previene otra cosa. 36 Art. 358.- La representación de la sociedad y la administración de los negocios sociales corresponde a todos y a cada uno de los socios; éstos tendrán además de las atribuciones que señala el artículo 187, las siguientes: "a) (..) adoptar las reformas del contrato social que sean necesarias para facilitar su cumplimiento o adaptarlo a las circunstancias, teniendo siempre en cuenta las conveniencias o el interés común de los asociados. b) (..) examinar y aprobar los balances de fin de ejercicio, con sus correspondientes anexos, como son el detalle completo de la cuenta de pérdidas y ganancias, los informes de los administradores y del revisor fiscal, etc. Por este medio es como los socios pueden conocer la situación económica y financiera de la sociedad, el resultado de la actividad social en sus distintos renglones, la política de gastos de los administradores y demás ángulos de la empresa social, para tomar las medidas que resulten aconsejables en relación con los negocios sociales y con la administración. c) (..) disponer de las utilidades sociales justificadas por medio de los balances aprobados por la asamblea. Porque las utilidades son de los socios y son estos los únicos que pueden decidir sobre su reparto y su pago, conforme a lo previsto en el Código sobre el particular. Hechas 1. Resolver sobre todo lo relativo a la cesión de cuotas, así como a la admisión de nuevos socios; 2. Decidir sobre el retiro y exclusión de socios; 3. Exigir de los socios las prestaciones complementarias o accesorias, si hubiere lugar; 4. Ordenar las acciones que correspondan contra los administradores, el representante legal, el revisor fiscal o cualquiera otra persona que hubiere incumplido sus obligaciones u ocasionado daños o perjuicios a la sociedad, y 5. Elegir y remover libremente a los funcionarios cuya designación le corresponda. La junta de socios podrá delegar la representación y la administración de la sociedad en un gerente, estableciendo de manera clara y precisa sus atribuciones. Art. 420. Op. Cit. 37 PINZON, Gabino. Sociedades comerciales: teoría general. 1982. Bogotá: Temis. Vol. I. p. 158-161. las reservas de orden legal y las estatutarias, en su caso, que son obligatorias para la sociedad, cualquiera otra reserva o apropiación con cargo a las utilidades corresponde exclusivamente a la asamblea general y para eso es precisamente para lo que ponen a su disposición en forma de proyectos de distribución presentados por los administradores, que pueden ser acogidos o modificados a su arbitrio por la asamblea general. ch) Cuando la administración de los negocios sociales no corresponde por ley a algunos socios no más, como en las comanditarias, o a administradores nombrados como condición del contrato social, incumbe a la asamblea nombrar y remover libremente a las personas encargadas de la gestión de los negocios, lo mismo que a los revisores fiscales que tenga o deba tener la sociedad por ley, o por el contrato social (… ). d) (… ) Puede cumplir otras funciones menos generales y más de tipo administrativo, bien porque se le encomiendan en las leyes, bien porque se le atribuyan en los estatutos. De las primeras son ejemplos las funciones establecidas en el artículo 295 del Código de comercio38, que exige autorización unánime de la asamblea para que una sociedad mercantil forme parte de una sociedad colectiva;- que ya fue comentada en otro lugar (núm. 19)-, la del artículo 396 del mismo Código39, según el cual la adquisición de sus propias acciones por 38 Art. 295.- Cualquier sociedad mercantil podrá formar parte de sociedades colectivas, cuando lo decida la asamblea o la junta de socios con el voto unánime de los asociados. Será nulo el ingreso a la sociedad cuando se infrinja esta disposición 39 Art. 396.- La sociedad anónima no podrá adquirir sus propias acciones, sino por decisión de la asamblea con voto favorable de (no menos del setenta por ciento)* de las acciones suscritas. Para realizar esa operación empleará fondos tomados de las utilidades líquidas, requiriéndose, además, que dichas acciones se hallen totalmente liberadas. Mientras estas acciones pertenezcan a parte de una sociedad anónima debe ser autorizada por la asamblea general, etc; y de las segundas constituyen ejemplos todas esas facultades que suelen reservarse en los estatutos para casos que tienen importancia especial, como ciertas enajenaciones o adquisiciones, etc. e) (… ) 'adoptar todas las medidas que reclamen el cumplimiento de los estatutos y el interés común de los asociados', (… ) la asamblea puede resolver sobre todo cuanto ataña a ese interés común de los socios, siempre de acuerdo con los estatutos, mientras éstos no sean reformados por la asamblea misma, y solamente sobre lo que corresponda a ese interés común (… ). En nuestro criterio, constituyen funciones que sustancialmente se pueden agregar a las anteriores: la constitución de reservas ocasionales, la decisión de ordenar las acciones contra los administradores, y la disposición relativa a que las emisiones de acciones ordinarias sean colocadas sin sujeción al derecho de preferencia. 3.2.2. Organos de administración. Como lo establece Narváez40, administrar es gobernar, manejar y dirigir los bienes y negocios de otro, ordenar los medios económicos disponibles y usarlos en la forma conveniente. Cuando la ley menciona a los administradores, se refiere a todas aquellas personas que en la sociedad la sociedad, quedarán en suspenso los derechos inherentes a las mismas. La enajenación de las acciones readquiridas se hará en la forma indicada para la colocación de acciones en reserva. * Modificado. Ley 222 de 1995, Art. 68. cumplen funciones específicas relacionadas con el patrimonio y los intereses sociales. La naturaleza jurídica de la administración es sui generis ya que su especialidad radica en conferir poderes más amplios y responsabilidades más severas que las inherentes a cualquier figura contractual específica. La denominación que se acoja, presidente, vicepresidente, gerente, director, factor, funcionario, junta directiva, etc., carecen de significación, pues lo fundamental es que desempeñen tareas o realicen servicios propios de la función administrativa. Como anteriormente se dijo, el artículo 22 de la Ley 222 de 1995 define quiénes ostentan la calidad de administradores mencionando al representante legal y a los miembros de juntas o consejos directivos, dejando claramente enmarcada la composición del órgano de administración. Por esta razón hacemos la salvedad de que la distinción que realizaremos al referirnos al representante legal como órgano de representación, es con finalidades pedagógicas, por lo tanto, de acuerdo con la ley, el representante legal al igual que las juntas y consejos directivos componen el órgano de administración quedando sujeto a las mismas responsabilidad y sanciones. 3.2.2.1. Junta directiva. Como lo expresa el tratadista anteriormente citado, se trata de un cuerpo intermedio entre los asociados y los ejecutivos de la compañía o entre la junta de socios o asamblea de accionistas y el representante legal. La junta directiva es un órgano que representa seguridad para los asociados y para terceros, ya que son personas informadas en las actividades empresariales a las que se les encomienda la formulación de iniciativas, el análisis de determinadas operaciones o la abstención a ciertos negocios arriesgados. Su uso es cada vez más frecuente debido a que la asamblea o la junta de socios se reúne tardíamente y no pueden recaer sobre un solo administrador todos los problemas del empresario. 3.2.2.1.1. Características La junta directiva no representa a la sociedad. Pues aunque expresa la voluntad del ente colectivo en el ámbito de órgano de administración, no declara esa voluntad con eficacia vinculatoria frente a terceros, por esto sus miembros tienen deberes y responsabilidades delimitadas en los estatutos y en la ley. La junta directiva es autónoma e independiente. Ya que la junta de socios o la asamblea de accionistas a pesar de tener poderes de designación y revocación de los miembros de aquella, no puede eliminar o usurpar a su antojo las atribuciones de 40 NARVAEZ, Op. cit., p. 230 la junta directiva, ni dispensar a quienes la integran del cumplimiento de sus obligaciones establecidas en la ley. Es un órgano facultativo en las colectivas, comanditarias y de responsabilidad limitada. En compañías distintas de la anónima, el órgano administrativo puede ser unipersonal o plural, y como en los estatutos de toda sociedad se debe expresar la forma de administrar los negocios sociales conforme al régimen de cada forma societaria, existe la posibilidad de que los estatutos puedan instituir un cuerpo plural con funciones administrativas. Es un órgano obligatorio en la anónima. En fallo del Consejo de Estado del 12 de septiembre de 1973, se establece claramente la obligatoriedad de este órgano en las sociedades anónimas: "De otra parte, la argumentación del apoderado de la sociedad demandante tendría asidero si el Código de Comercio únicamente previera como atribuciones de la junta directiva las señaladas como supletivas por el artículo 438. Pero es claro que esta norma, como lo entienden el agente del ministerio público y la Superintendencia de Sociedades, sólo consagra una presunción, operante salvo disposición estatutaria en contrario. Así se previene, por cierto, la posibilidad de que la junta directiva quede sin atribuciones, porque las tendrá siempre, bien sea restringida o más ampliadas o para ordenar que se ejecute o celebre un acto o contrato comprendido dentro del objeto social y tomar las determinaciones necesarias en orden a que la sociedad cumpla sus fines41. En el anterior extracto de providencia se establece que el Legislador impone su existencia en el mencionado tipo societario, puesto que el artículo 438 del Código de Comercio42 hace imposible que la junta directiva se quede sin facultad alguna, lo que sugiere que aun en el caso de que los socios no asignen atribuciones a dicho órgano debe producirse la existencia de éste para lograr los cometidos arrogados por el Legislador. Carácter colegiado. Tiene una pluralidad de miembros que se manifiesta en el art. 434 del Código de Comercio que exige: “Dicha junta se integrará con no menos de tres miembros, y cada uno de ellos tendrá un suplente”. La elección de sus miembros principales y suplentes corresponde privativamente a la junta de socios o asamblea de accionistas con aplicación del cociente electoral; y según el art. 437 del Código de Comercio: “la junta directiva deliberará y decidirá válidamente con la presencia y los votos de la mayoría de sus miembros, salvo que se estipulare un quórum superior. 41 SUPERINTENDENCIA DE SOCIEDADES, Compilación de jurisprudencia sobre sociedades. 19001980. T II. p. 482-483. 42 Art. 438.- Salvo disposición estatutaria en contrario, se presumirá que la junta directiva tendrá atribuciones suficientes para ordenar que se ejecute o celebre cualquier acto o contrato comprendido dentro del objeto social y para tomar las determinaciones necesarias en orden a que la sociedad cumpla sus fines. La junta podrá ser convocada por ella misma, por el representante legal, por el revisor fiscal o por dos de sus miembros que actúen como principales”. 3.2.2.1.2. Funciones. La función más importante consiste en la planeación y dirección de la política económica de la sociedad y, para lograr ese objetivo, sus facultades pueden ser ampliadas o restringidas mediante los estatutos. Y si omite fijarlas, como anteriormente se mencionó, el art. 438 del Código de Comercio suple la deficiencia con la presunción de que la junta podrá ordenar que se ejecute o celebre cualquier acto o contrato comprendido dentro del objeto social y tomar todas las determinaciones que considere necesarias para que la sociedad cumpla sus finalidades. 3.2.2.2. Organo de representación Con el fin de lograr una descripción clara del órgano de representación consideramos oportuno transcribir la mención realizada por Narváez sobre este órgano, la cual, en nuestro concepto, contiene los elementos de mayor relevancia: "A partir de la vigencia del Código de Comercio, la representación de la sociedad incumbe al órgano de gestión externa con base en la declaración unilateral de voluntad plasmada en la cláusula del objeto social y en las facultades y atribuciones de dicho órgano contenidas en los estatutos de la compañía, o supletivamente en la ley (Arts. 99 y 196). Conforme a tal declaración y a esas disposiciones, la sociedad hará suyos los efectos activos y pasivos de los actos llevados a cabo por su representante legal, dentro de los límites de sus poderes estatutarios y legales. Y tal declaración adquiere eficacia frente a terceros desde cuando se inscribe en el registro mercantil. Por último, el órgano encargado de representar permanentemente a la sociedad suele recibir denominaciones diversas, como las de presidente, gerente general o gerente. La ley lo distingue con la expresión representante legal. Y cuando sobreviene la disolución de la compañía, se llama liquidador43". El órgano de representación goza de una atribución inconfundible consistente en su capacidad para vincular a la compañía con el mundo externo, de tal manera que, conforme a las limitaciones impuestas por el máximo órgano social, encarne frente a terceros la vida activa de la sociedad y produzca las relaciones de mayor implicación en el desarrollo de la actividad de la compañía. El órgano de representación ha sido denominado por el legislador mercantil colombiano como representante legal, razón por la cual en nuestra descripción realizaremos una alusión a esta denominación en particular. 43 NARVAEZ, Op. cit., p.236. 3.2.2.2.1 Representante legal Como lo expresa Narváez,44 es el órgano de relación con aptitud para actuar a nombre de la sociedad frente a terceros, y está sometido a la supremacía del órgano que lo designa, el cual puede removerlo en cualquier tiempo, carece de individualidad propia, distinta e independiente de la persona a la cual representa, pues como forma un todo con ella, los contratos que celebre y los actos que realice dentro de los poderes y facultades legales o estatutarias afectan al ente jurídico como propios. Acerca de las características y las funciones de este órgano podemos transcribir algunas ideas del tratadista anteriormente citado: La esencia de la función representativa de la persona jurídica es la de poner en juego su voluntad frente a terceros. Por ello su naturaleza se explica en que el representante está dotado de poderes que emanan en primer lugar de la ley, y en segundo de los estatutos (ley suprema de los miembros o asociados y carta fundamental del ente asociativo), y no de fuente distinta. Esto no es óbice para que la persona jurídica eventualmente se valga de los servicios de apoderados a quienes confiere, de conformidad con sus estatutos y dentro del ámbito permitido en la ley, poderes representativos. Administración y representación son funciones claramente diferenciadas en la ley; y a pesar de que se acumulen en un solo 44 Ibid., p. 293-294. órgano, se desarrollan por separado, aunque a veces de modo simultáneo. (...) incumbe al representante la gestión interna y externa. Apersonar a la sociedad, activa y pasivamente; ejecutar las decisiones de los órganos de dirección y de administración; designar o proponer a la junta directiva el nombramiento del personal necesario, las remuneraciones y las cauciones que han de otorgar; elaborar el plan de organización técnico-administrativa; vigilar todas las dependencias, en general, realizar las tareas de primer ejecutivo de la compañía. Pero su función principal en el orden externo es servir de órgano de comunicación del ente colectivo ante todo el mundo45". Ahora bien, aunque coincidimos con las ideas expresadas por Narváez, consideramos que al referirse a la función de ejecutar las decisiones del órgano de dirección y administración, debe referirse a la decisión de la asamblea o junta de socios y a las decisiones de la junta directiva, puesto que, como anteriormente se ha dicho, el representante legal es un órgano de administración. 3.2.3. Organo de fiscalización Como lo describe Narvaez, la fiscalización privada tiene su origen en Inglaterra, en donde ha logrado gran éxito por el prestigio, imparcialidad y competencia de los 45 Ibid., p. 294, 296-297 auditores agrupados en el Chatered Accountants, reconocido por el Ministerio de Comercio. La revisoría fiscal como órgano de fiscalización privada tiene la misión de vigilar permanentemente a los órganos de administración, en interés de los asociados, de la sociedad, del Estado y de la comunidad en general. 3.2.3.1 Características Como órgano, el revisor fiscal tiene su origen en la ley. De donde emanan sus funciones, las cuales no pueden ser reducidas o abolidas por los estatutos o el órgano supremo de la sociedad. Por esto el revisor fiscal no está sujeto a órdenes e instrucciones de la junta directiva ni del gerente o representante legal; al contrario, los controla y puede ir en contra de la voluntad de estos órganos, inclusive en contra de la voluntad de la asamblea cuando ésta es contraria a la ley, los estatutos o excede los límites del objeto social. Debe entenderse que su fundamento más profundo es la necesidad de un mecanismo que les permita a los inversionistas y asociados velar por su inversión en el buen manejo que de ella deben hacer los administradores. Es un órgano obligatorio en las sociedades anónimas, en comanditas por acciones y sucursales de compañías extranjeras. A su vez, el artículo 13, parágrafo segundo de la Ley 43 de 199046 hace extensiva la obligatoriedad de este órgano a “todas las sociedades comerciales, de cualquier naturaleza, cuyos activos brutos al 31 de diciembre del año inmediatamente anterior sean o excedan el equivalente de cinco mil salarios mínimos y/o cuyos ingresos brutos durante el año inmediatamente anterior sean o excedan al equivalente a tres mil salarios mínimos” Es un órgano potestativo en ciertas sociedades. En sociedades cuya administración por Ley o por los estatutos, no esté a cargo de todos los socios; o cuando así lo disponga cualquier número de asociados que excluidos de la administración representen no menos del veinte por ciento del capital social pueden crearlo. Igualmente, las sociedades colectivas o de responsabilidad limitada pueden crear el órgano, previéndolo en los estatutos o por medio de acuerdos entre los socios que representen más del veinte por ciento del capital social, mientras que en las de comandita simple un acuerdo de mayoría de los socios comanditarios puede crear la fiscalización privada. Sin embargo, debe tenerse en cuenta lo establecido en el parágrafo segundo del artículo 13 de la ley 43 de 1990. El control que realiza el órgano de fiscalización es permanente. Cometido un acto irregular, este órgano debe hacerlo conocer a los interesados para que éstos obren como lo estimen conveniente rectificando o salvando su responsabilidad 46 Parágrafo segundo Ley 43 de 1990- Será obligatorio tener revisor fiscal en todas las sociedades comerciales, de cualquier naturaleza, cuyos activos brutos al 31 de diciembre del año inmediatamente anterior sean o excedan el equivalente de cinco mil salarios mínimos y/o cuyos ingresos brutos durante el año inmediatamente anterior sean o excedan al equivalente a tres mil salarios mínimos. personal, de manera que sea oportuna la intervención del revisor fiscal y se permita la instauración de las acciones de responsabilidad contra los administradores. Este órgano no tiene la facultad de intervenir en la gestión administrativa. El control debe ser coetáneo y posterior, pero nunca previo, porque de lo contrario el revisor fiscal sería así un coadministrador que quitaría independencia a los administradores y se sometería al arbitrio del censor, lo cual se encuentra expresamente prohibido en la Ley. 3.2.3.2. Funciones Las funciones de este órgano se establecen en el artículo 207 del Código de Comercio47, las cuales son enmarcadas por Narváez48 de la siguiente manera: 47 Art. 207.- Son funciones del revisor fiscal: 1. Cerciorarse de que las operaciones que se celebren o cumplan por cuenta de la sociedad se ajustan a las prescripciones de los estatutos, a las decisiones de la asamblea general y de la junta directiva; 2. Dar oportuna cuenta, por escrito, a la asamblea o junta de socios, a la junta directiva o al gerente, según los casos, de las irregularidades que ocurran en el funcionamiento de la sociedad y en el desarrollo de sus negocios; 3. Colaborar con las entidades gubernamentales que ejerzan la inspección y vigilancia de las compañías, y rendirles los informes a que haya lugar o le sean solicitados; 4. Velar por que se lleven regularmente la contabilidad de la sociedad y las actas de las reuniones de la asamblea, de la junta de socios y de la junta directiva, y porque se conserven debidamente la correspondencia de la sociedad y los comprobantes de las cuentas, impartiendo las instrucciones necesarias para tales fines; 5. Inspeccionar asiduamente los bienes de la sociedad y procurar que se tomen oportunamente las medidas de conservación o seguridad de los mismos y de los que ella tenga en custodia a cualquier otro título; 6. Impartir las instrucciones, practicar las inspecciones y solicitar los informes que sean necesarios para establecer un control permanente sobre los valores sociales; 7. Autorizar con su firma cualquier balance que se haga, con su dictamen o informe correspondiente; Para asegurar el funcionamiento regular de la sociedad. El revisor fiscal debe cerciorarse de que los negocios sociales se sujeten a las estipulaciones estatutarias, a las decisiones del órgano máximo y de la junta directiva, realizando un examen crítico de las actuaciones de los administradores. Para custodiar y conservar el patrimonio social. Inspecciona los bienes de la sociedad verificando periódicamente los activos y pasivos de la sociedad impartiendo instrucciones para establecer un control sobre éstos y exigiendo las medidas conservativas para preservar su integridad. Para que la sociedad cumpla a cabalidad los deberes propios de todo empresario. El revisor vela porque se lleve el registro mercantil, se conserve la correspondencia y documentos de las actividades mercantiles, informa a los administradores de los actos de competencia desleal y sobre el estado de cesación de pagos en que pueda incurrir la sociedad. Igualmente, exige que la contabilidad se ajuste a la ley. 8. Convocar a la asamblea o a la junta de socios a reuniones extraordinarias cuando lo juzgue necesario, y 9. Cumplir las demás atribuciones que le señalen las leyes o los estatutos y las que, siendo compatibles con las anteriores, le encomiende la asamblea o junta de socios. Parágrafo.- En las sociedades en que sea meramente potestativo el cargo del revisor fiscal, éste ejercerá las funciones que expresamente le señalen los estatutos o las juntas de socios, con el voto requerido para la creación del cargo; a falta de estipulación expresa de los estatutos y de instrucciones concretas de la junta de socios o asamblea general, ejercerá las funciones indicadas en este artículo. No obstante, si no es contador público, no podrá autorizar con su firma balances generales, ni dictaminar sobre ellos. 48 Ibid., p. 329-332. En cuanto a los estados financieros. El artículo 207 del Código de Comercio establece que debe autorizar con su firma los balances y rendir un dictamen que cumpla con lo establecido en los artículos 208 y 209 del mencionado Código49. Su firma hace presumir que los balances son fielmente tomados de los libros y que reflejan de forma fidedigna la situación financiera de la empresa siempre que se cumpla con lo establecido en los artículos primero de la Ley 43 de 199050 y 38 de la Ley 222 de 199551. 49 Art. 208.- El dictamen o informes del revisor fiscal sobre los balances generales deberá expresar, por lo menos: 1. Si ha obtenido las informaciones necesarias para cumplir sus funciones; 2. Si en el curso de la revisión se han seguido los procedimientos aconsejados por la técnica de la interventoría de cuentas; 3. Si en su concepto la contabilidad se lleva conforme a las normas legales y a la técnica contable, y si las operaciones registradas se ajustan a los estatutos y a las decisiones de la asamblea o junta directiva, en su caso; 4. Si el balance y el estado de pérdidas y ganancias han sido tomados fielmente de los libros; y si en su opinión el primero presenta en forma fidedigna, de acuerdo con las normas de contabilidad generalmente aceptadas, la respectiva situación financiera al terminar el período revisado, y el segundo refleja el resultado de las operaciones en dicho período, y 5. Las reservas o salvedades que tenga sobre la fidelidad de los estados financieros. Art. 209.- El informe del revisor fiscal a la asamblea o junta de socios deberá expresar: 1. Si los actos de los administradores de la sociedad se ajustan a los estatutos y a las órdenes o instrucciones de la asamblea o junta de socios; 2. Si la correspondencia, los comprobantes de las cuentas y los libros de actas de registro de acciones, en su caso, se llevan y se conservan debidamente, y 3. Si hay y son adecuadas las medidas de control interno, de conservación y custodia de los bienes de la sociedad o de terceros que estén en poder de la compañía. 50 Artículo primero Ley 43 de 1990.- Del contador público. Se entiende por contador público la persona natural que, mediante inscripción que acredite su competencia profesional en los términos de la presente ley, está facultada para dar fe pública de hechos propios en el ámbito de su profesión, dictaminar sobre estados financieros, y realizar las demás actividades relacionadas con la ciencia contable general. La relación de dependencia laboral inhabilita al contador para dar fe pública sobre actos que interesen a su empleador. Esta inhabilidad no se aplica a los revisores fiscales, ni a los contadores públicos que Respecto de las entidades oficiales que ejercen la vigilancia de las sociedades. El artículo 207 en su numeral tercero establece el nexo que facilita la cooperación entre la fiscalización privada y la fiscalización administrativa, consagrando que el revisor fiscal debe prestar su colaboración “y rendirles los informes a que haya lugar o le sean solicitados”. 3.3 CONTINUIDAD DE LOS ORGANOS SOCIALES EN LA LIQUIDACIÓN OBLIGATORIA En esta etapa de nuestro análisis hemos determinado la naturaleza de la liquidación obligatoria teniendo en cuenta sus antecedentes y las disposiciones legales que la originan, y de la misma manera hemos realizado una descripción concreta de los presenten servicios a sociedades que no estén obligadas, por ley o por estatutos, a tener revisor fiscal. 51 ARTICULO 38. ESTADOS FINANCIEROS DICTAMINADOS. Inexequible parcialmente Son dictaminados aquellos estados financieros certificados que se acompañen de la opinión profesional del revisor fiscal o, a falta de éste, del contador público independiente que los hubiere examinado de conformidad con las normas de auditoría generalmente aceptadas. Estos estados deben ser suscritos por dicho profesional, anteponiendo la expresión "ver la opinión adjunta" u otra similar. El sentido y alcance de su firma será el que se indique en el dictamen correspondiente, que contendrá como mínimo las manifestaciones exigidas por el reglamento. Cuando los estados financieros se presenten conjuntamente con el informe de gestión de los administradores, el revisor fiscal o contador público independiente deberá incluir en su informe su opinión sobre si entre aquellos y éstos existe la debida concordancia. Jurisprudencia : arts. 38 inciso 2°, estados financieros dictaminados, EXEQUIBLE la expresión "El sentido y alcance de su firma será el que se indique en el dictamen correspondiente", pero INEXEQUIBLE la expresión que dice "que contendrá como mínimo las manifestaciones exigidas por el reglamento", y 44, expedición de reglamentos, parcialmente INEXEQUIBLES (Corte Constitucional sentencia C-290 del 16 de junio de 1997, magistrado ponente Jorge Arango Mejía, jyd 8/97, p. 1195) : órganos sociales. Establecido lo anterior, iniciaremos en este capítulo final nuestro análisis del punto central de este trabajo de grado, respondiendo a los interrogantes esbozados en la parte introductoria. Creemos conveniente realizar un examen de la legislación comercial argentina a fin de que nos ilustre sobre lo que nos parece que son los principales argumentos que deben observarse para dilucidar la continuidad de los órganos sociales durante el trámite de la liquidación obligatoria. En primer lugar, consideramos que la legislación comercial argentina ha regulado el fenómeno de la disolución y liquidación de la sociedad de manera similar a la legislación colombiana. Sin embargo, se deben aclarar previamente algunos conceptos, puesto que dada la unificación de procedimientos realizada en la Ley 222 de 1995, hoy no se habla en Colombia del procedimiento de quiebra para los comerciantes sino que se impone un solo trámite para las sociedades comerciales, aplicable también a los comerciantes constituidos por personas naturales o personas jurídicas distintas de las sociedades comerciales. Esta unificación no se produce con el mismo sentido en la legislación argentina, ya que la Ley 19.551 que regula el fenómeno no contempla un procedimiento específico concebido en el evento de que se trate de una sociedad comercial, sino que regula bajo el mismo procedimiento a la persona natural o jurídica susceptible de quebrar. De manera que el procedimiento de quiebra se aplica indistintamente, con algunas salvedades, a los comerciantes sean o no sociedades. Las disposiciones argentinas permiten establecer una distinción respecto de los órganos sociales y los órganos denominados “de la falencia”, como lo expone acertadamente el doctrinante argentino Osvaldo J. Maffía:52 "(...) No hay equiparación ni necesidad alguna de que exista, una cosa es la sociedad disuelta a la manera, digamos, ordinaria, otra la sociedad fallida. En ambos casos se cumple una etapa que también en ambos casos se la llama 'liquidación', pero Cámara muestra en las páginas 2003/4 de su tratado que son bien distintas: 'La liquidación en la quiebra, en cambio, la desarrolla el síndicodesignado por el tribunal- en interés de los acreedores sociales, por lo cual no se admite la interferencia de los integrantes del comerciante colectivo. El órgano de la falencia no suplanta los órganos de la sociedad– asamblea, administradores y síndicos-, que disponen de menores facultades en el ámbito patrimonial, como derivación del desapoderamiento que priva a la empresa de la administración y disposición de los bienes. 52 II. Maffía Osvaldo J., Derecho Concursal, Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1988, p. 412 y 413, Tomo Otra diferencia trascendente es que el liquidador está facultado para cumplir únicamente actos necesarios para liquidar el activo y purgar el pasivo, mientras el síndico puede continuar la explotación de la empresa o de alguno de los establecimientos (Arts. 182 y ss. L.C.), donde cabe contratar los servicios de los administradores de la sociedad (art. 184, inc. 4, L. C.), continuar la explotación de servicios públicos imprescindibles sin solución de continuidad y sin necesidad de aguardar la presentación del informe del art. 183 (art. 193. L.C.), como también proseguir el funcionamiento de empresas en quiebra, cuando lo decida el Poder Ejecutivo Nacional, por razones de interés público y para asegurar la paz social (ley 18.932, modificada posteriormente), aplicable cuando el juez no disponga continuar la explotación (art. 183, 2ª parte; L.C.). Los órganos sociales de la empresa en quiebra tienen todos los derechos para defenderla– v.gr., los administradores interponen recurso de reposición contra la sentencia de falencia (art. 98, L.C), la asamblea de socios ratificando la propuesta de acuerdo resolutorio presentada por aquellos (art. 223, 2ª parte; L.C.), etc.– mostrando su vitalidad, diversa de la sociedad en liquidación, no obstante mantener su personalidad a ese efecto únicamente. Ello permite a la sociedad fallida poder llegar a un acuerdo resolutorio o avenimiento con sus acreedores, concluyendo el estado de falencia, o como dice el art. 94, dejando sin efecto la disolución'. Los interesantes argumentos planteados por Maffía y Cámara proporcionan diversas soluciones y a su vez nuevos cuestionamientos sobre la continuidad de los órganos en el proceso de liquidación obligatoria. Una interesante pregunta surge asumiendo como lo hacen los mencionados autores que los órganos sociales tienen un rol tan pasivo en la liquidación debido al fenómeno del desapoderamiento. ¿Sería esa la razón jurídica válida para que el Legislador no mencionara a los órganos sociales y les otorgara mucha más importancia a los órganos de la liquidación en la Ley 222 de 1995? Creemos que la legislación argentina encuentra en el desapoderamiento una verdadera justificación para imponerles un carácter de pasividad a las funciones de los órganos sociales, como se observa del artículo 111 de la legislación de la quiebra: "Artículo 111- (...) el fallido queda desapoderado de pleno derecho de sus bienes existentes a la fecha de la declaración de quiebra y de los que adquiera hasta su rehabilitación. El desapoderamiento impide que ejercite los derechos de disposición y administración”53. 53 Maffía Osvaldo J., Derecho Concursal, Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1988, p. 508, Tomo II. Siendo clara esta razón, Maffía realiza una importante salvedad:54 "Una cosa requiere estar bien clara, a saber: que el fallido no pierde la propiedad de sus bienes. Unicamente la pierde cuando son vendidos en la etapa de liquidación, pero en ese caso su derecho se transfiere al producido. Es cierto que ese producido lo manejará el síndico y a su respecto decidirá el juez, pero no menos cierto es que el fallido conserva la titularidad sobre los diversos bienes que componen su patrimonio. Tanto es así que si la quiebra concluye por la vía que fuere y quedan bienes sin liquidar, no se necesita providencia que devuelva esos bienes al fallido, por la sobrada razón de que en ningún momento dejaron de ser suyos". Consideramos que en la legislación colombiana puede vislumbrarse una razón semejante; basta con examinar algunos artículos de la Ley 222 de 1995: el artículo 15155 donde se establecen los efectos de la apertura de la liquidación obligatoria; 54 Ibídem. Art. 151.- EFECTOS DE LA APERTURA. La apertura del trámite liquidatorio implica: 55 1. La separación de los administradores de la entidad deudora, en los casos previstos en la presente ley; 2. La exigibilidad de todas las obligaciones a plazo; La apertura del trámite liquidatorio del deudor solidario, no conllevará la exigibilidad de las obligaciones solidarias respecto de los otros codeudores; 3. La disolución de la persona jurídica, en tal caso para todos los efectos legales, ésta deberá anunciarse siempre con la expresión "en liquidación obligatoria", salvo que dentro del trámite se pacte su continuación, caso en el cual tal medida queda sin efecto; 4. La formación de los activos que componen el patrimonio a liquidar; 5. La remisión e incorporación al trámite de la liquidación de todos los procesos de ejecución que se sigan contra el deudor. Con tal fin se oficiará a los jueces que puedan conocer de procesos ejecutivos contra el deudor; artículos 15256 y 153 sobre la remoción e inhabilidad de los administradores; artículo 15757 sobre el contenido de la providencia de apertura; artículo 17858 sobre las 6. La preferencia del trámite liquidatorio, para lo cual se aplicarán las reglas previstas en el concordato para tal efecto. 56 Art. 152. REMOCION DE LOS ADMINISTRADORES Los administradores de la entidad deudora, serán removidos en los mismos eventos previstos para el concordato. 57 Art. 157. CONTENIDO. En la providencia de apertura del trámite de liquidación obligatoria se ordenará: 1. El embargo, secuestro y avalúo de todos los bienes embargables del deudor. Estas medidas prevalecerán sobre los embargos y secuestros que se hayan decretado y practicado en otros procesos en que se persigan bienes del deudor. 2. La aprehensión inmediata de sus libros de cuentas y demás documentos relacionados con sus negocios. 3. A la Cámara de Comercio la inscripción de la providencia en el registro mercantil o en el registro correspondiente, del domicilio principal del deudor y demás lugares donde tenga sucursales, agencias o establecimientos de comercio. A partir de la inscripción, todo pago o extinción de obligaciones que deban cobrarse en el trámite liquidatorio, se sujetará a las reglas establecidas en esta ley. 4. La prevención a los deudores del deudor de que sólo pueden pagar al liquidador, advirtiendo la inoponibilidad del pago hecho a persona distinta; 5. La prevención a todos los que tengan negocios con el deudor, inclusive procesos pendientes, de que deben entenderse exclusivamente con el liquidador, para todos los efectos legales. 6. El nombramiento y la inscripción en el registro mercantil o en el registro correspondiente, de la persona designada como liquidador. 7. El emplazamiento de los acreedores por medio de edicto que se fijará al día siguiente de proferida la providencia de apertura, por el término de diez días, en la Superintendencia de Sociedades. Durante el término de fijación del edicto, éste se publicará por el liquidador o cualquier acreedor en un diario de amplia circulación nacional y en otro del domicilio principal del deudor, si lo hubiere, y será radiodifundido en una emisora que tenga sintonía en dicho domicilio. Las publicaciones y la constancia de la emisora deberán allegarse dentro de los diez días siguientes al vencimiento del término de fijación del edicto. Parágrafo. La providencia de apertura se notificará en la forma prevista para el concordato y procederán los recursos allí establecidos. 58 Art. 178. FUNCIONES. La junta tendrá como atribución general la de asesorar y fiscalizar la gestión del liquidador, y en consecuencia se le atribuyen las siguientes funciones: 1. Disponer el avalúo de los bienes que constituyen el patrimonio a liquidar, cuantas veces ello sea necesario y nombrar los peritos que deban efectuarlo, así como su remuneración. 2. Autorizar los términos y condiciones en que deba llevarse a cabo toda enajenación de activos. funciones de la junta asesora del liquidador, y el artículo 16659 sobre las funciones del liquidador. En todos ellos se priva directa o indirectamente al deudor de la 3. Autorizar al liquidador para enajenar los bienes muebles o mercancías que se encuentren en estado de deterioro o de las cuales se tema razonablemente que lleguen a deteriorarse o perecer. 4. Requerir al liquidador para que dé cuenta de las negociaciones realizadas sobre bienes consumibles del deudor. 5. Revisar previamente las cuentas presentadas por el liquidador, para lo cual podrá hacer las observaciones y objeciones que considere pertinentes; 6. Solicitar al liquidador, cuando lo considere oportuno la presentación de los estados financieros; 7. Solicitar a la Superintendencia de Sociedades, el decreto, práctica y levantamiento de medidas cautelares. 8. Solicitar a la Superintendencia de Sociedades autorización para efectuar pago a acreedores, antes de la providencia de calificación y graduación de créditos. 9. Asesorar al liquidador, cuando éste se lo solicite, en cuestiones relacionadas con su gestión. 10. Requerir al liquidador para que presente las cuentas comprobadas de su gestión, de acuerdo con lo previsto en esta ley, o cuando lo considere necesario; 11. Solicitar la remoción del liquidador 12. Dar concepto previo favorable o desfavorable, al liquidador sobre la entrega de bienes que no forman parte de los activos patrimoniales liquidables, en atención al reclamo que hagan terceras personas. 13. Citar al liquidador por lo menos con tres días comunes de antelación, indicando los temas que se vayan a tratar. 14. Verificar el inventario que de los activos patrimoniales a liquidar, elabore el liquidador, antes de ser sometido a la aprobación de la Superintendencia de Sociedades. 15. Autorizar el castigo contable de partidas que conformen los activos, de acuerdo con la situación real de los mismos y a las disposiciones legales vigentes sobre la materia. 16. Disponer la constitución de una reserva adecuada, para atender el pago oportuno de las obligaciones condicionales o sujetas a litigio. Dicha reserva se invertirá en forma que asegure su conservación y rendimiento. 17. Todas las demás previstas en esta u otras leyes, tratados o convenios internacionales. 59 Art. 166. FUNCIONES DEL LIQUIDADOR. El liquidador tendrá la representación legal de la entidad deudora y como tal desempeñará las funciones que adelante se le asignan, y en ejercicio de ellas deberá concluir las operaciones sociales pendientes al tiempo de la apertura del trámite y en especial las siguientes: 1. Ejecutar todos los actos que tiendan a facilitar la preparación y realización de una liquidación del patrimonio rápida y progresiva. 2. Gestionar el recaudo de los dineros y la recuperación de los bienes que por cualquier circunstancia deban ingresar al activo a liquidar, incluso los que correspondan a capital suscrito y no pagado en su integridad, así como las prestaciones accesorias y las aportaciones suplementarias. Igualmente, exigir de acuerdo al tipo societario las obligaciones que correspondan a los socios. 3. Elaborar el inventario de los activos que conforman el patrimonio a liquidar, el cual deberá presentar a la Superintendencia de Sociedades, dentro de los treinta días siguientes a la aceptación del cargo. 4. Ejecutar los actos necesarios para la conservación de los activos y celebrar todos los actos y contratos requeridos para el desarrollo de la liquidación, con las limitaciones aquí establecidas, incluidos los negocios o encargos fiduciarios que faciliten la cancelación del pasivo. administración y disposición de sus bienes, configurándose un verdadero desapoderamiento, en el cual el deudor no ha perdido, por lo tanto, la propiedad de esos bienes. 3.3.1. Continuidad del órgano de dirección Examinando la Ley 222 de 1995 encontramos que la sección XII del Capítulo Tercero, prevé que puede darse un acuerdo concordatario o concordato dentro del 5. Continuar con la contabilidad del deudor en los mismos libros, siempre y cuando se encuentren debidamente registrados. En caso de no ser posible, deberá proveer a su reconstrucción e iniciar la contabilidad de la liquidación, en libros que deberá registrar en la Cámara de Comercio. 6. Enajenar a cualquier título, los bienes consumibles del deudor, de lo cual dará inmediata información a la junta asesora. 7. Enajenar, con las restricciones aquí establecidas, los bienes del deudor. 8. Atender con los recursos de la liquidación, todos los gastos que ella demande, cancelando en primer término el pasivo externo, observando el orden de prelación establecido en la providencia de graduación y calificación. 9. Exigir cuentas comprobadas de su gestión a los liquidadores anteriores, y a los secuestres designados en los juicios que se incorporen a la liquidación. 10. Rendir cuentas comprobadas de su gestión, en las oportunidades y términos previstos en esta ley. 11. Realizar, con la aprobación previa de la junta asesora, los castigos contables de activos que resulten pertinentes, caso en el cual deberá informar a la Superintendencia de Sociedades, dentro de los quince días siguientes a la adopción de tal determinación. 12. Mantener y conservar los archivos del deudor. 13. Solicitar a la Superintendencia de Sociedades, el decreto y práctica del secuestro provisional de los bienes que constituyen el patrimonio a liquidar. 14. Promover acciones de responsabilidad civil o penal, contra los asociados, administradores, revisores fiscales y funcionarios de la entidad en liquidación obligatoria, y en general contra cualquier persona a la cual pueda deducirse responsabilidad. 15. Intentar con autorización de la junta asesora, todas las acciones necesarias para la conservación y reintegración de los bienes que conforman el patrimonio a liquidar, lo mismo que atender y resolver las solicitudes de restitución de los bienes que deban separarse del mismo patrimonio. 16. Presentar a consideración de la junta asesora, un plan de pago de las obligaciones, teniendo en cuenta el inventario y la providencia de calificación y graduación de créditos. 17. Las demás previstas en esta ley. Parágrafo. El liquidador en ejercicio de sus funciones, queda investido de facultades para transigir, comprometer, novar, conciliar o desistir judicial o extrajudicialmente, siempre que no se afecte la igualdad de los acreedores de acuerdo con la ley y esté previamente facultado por la junta asesora. trámite liquidatorio frente a lo cual nos preguntamos: ¿Se debe suponer que es el órgano de dirección quien debe celebrar y suscribir un acuerdo por parte del deudor? La respuesta afirmativa a esta pregunta podría justificar la continuidad de los órganos de dirección, de manera que, la celebración de un concordato durante la liquidación obligatoria comporta para nosotros una válida razón jurídica que permite esclarecer la voluntad del Legislador frente a la continuidad del órgano de dirección, ya que no puede optarse por la celebración de un acuerdo concordatario si la voluntad del deudor y sus acreedores no se expresa por los cauces y los medios apropiados, dado que, en lo concerniente al deudor de acuerdo a lo previsto por la legislación comercial, no existe una voluntad distinta a la de los socios y medios más idóneos para originarla, que las decisiones de la asamblea y junta de socios, motivo por el cual, consideramos que es posible la continuidad de dichos órganos. De otro lado, teniendo en cuenta los argumentos anteriormente expuestos por Cámara y Maffía la sociedad en liquidación es propietaria aunque desapoderada de sus bienes, razón por la cual consideramos que el órgano de dirección de la sociedad puede ejercer las funciones relacionadas con su titularidad del derecho de propiedad sobre el activo liquidable. Todo lo anterior teniendo en cuenta otro importante argumento, como es que son los aportes y la propiedad sobre el capital lo que le da sustento a la participación de los socios en la vida de la compañía, e inclusive dichos aportes de los socios constituyen un esencial elemento del contrato mismo de sociedad, por lo que, respondiendo al interrogante planteado, concluimos que el órgano de dirección es quien encarna la voluntad de celebrar el concordato por parte de la deudora, a pesar de que el liquidador es el órgano de representación. En nuestro concepto, el liquidador no puede obligar a la sociedad fallida cuando se trata de un concordato, ya que a pesar de que la ley le confiere importantes facultades a él y a la junta asesora dentro de las que se encuentran la disposición misma del activo social, al hablarse de un acuerdo concordatario no puede ser la junta asesora del liquidador quien avale y exprese el albedrío de la sociedad si los mismos asociados no tienen la voluntad de continuar con la compañía. Así mismo, no vemos cómo el Juez del concurso y sus órganos pueden obligar al deudor de manera unilateral a que continúe su actividad mercantil, ya que al hacerlo estaría excediéndose en las facultades que le han sido otorgadas por la ley, y a la vez se encontraría vulnerando derechos del comerciante, dentro de los cuales se halla la libertad de abstenerse de realizar cualquier actividad. Si bien es cierto que la Superintendencia de Sociedades puede constreñir y convocar de oficio a la deudora para que adelante un trámite concursal, no lo es que pueda obligarla a reiniciar su actividad, razón por la cual adquiere mayor sentido la necesidad de que el órgano social se manifieste en los eventos de acuerdos concordatarios durante el trámite de la liquidación obligatoria. De otro lado, partiendo del supuesto de que el acuerdo concordatario se celebra por la deudora y los acreedores, forzosamente se concluye que el máximo órgano social debe avalar al órgano de representación para que celebre dicho acuerdo, y habida cuenta de que el liquidador es el órgano de representación durante la liquidación, es éste quien suscribe el acuerdo, pero siempre expresando la voluntad social. La Superintendencia de Sociedades se ha pronunciado respecto de la continuidad de los órganos de dirección sin esclarecer en cuáles funciones existe continuidad, pero dando por hecho que se produce la continuidad del órgano de dirección: (...) Por su parte, la asamblea o junta general de socios continuará ejerciendo sus funciones en los términos establecidos por la ley o los estatutos, sin que interfiera con el proceso liquidatorio. (...) Reuniones Ordinarias de la Asamblea o Junta de Socios. "Las reuniones ordinarias de la Asamblea o Junta de Socios se efectuarán por lo menos una vez al año, en las fechas señaladas en los estatutos o la ley, previa convocatoria del liquidador, con el fin de someter a consideración del máximo órgano rector los estados financieros de fin de ejercicio, así como el informe detallado sobre el estado y desarrollo del proceso liquidatorio. La convocatoria al máximo órgano social deberá hacerse por los medios y con la antelación prevista en los estatutos o en la ley. Los asociados frente a la sociedad conservan el derecho de información, y el de inspección, así como los previstos en el artículo 168 de la Ley 222 de 1995, atinentes a las cuentas rendidas por el liquidador sobre su gestión. (...)"60. No obstante el anterior planteamiento creemos que no se otorga completa claridad a la manera como se traduce en la práctica esa continuidad de la asamblea o junta de socios, pues no siempre sus funciones tienen plena avenencia con la naturaleza del trámite de la liquidación obligatoria, y no basta con afirmar que el órgano de dirección no interferirá en el proceso liquidatorio. De las funciones establecidas por a Ley a los órganos de dirección, se debe establecer cuáles conservan su finalidad y coherencia frente a la etapa de la vida social en que se encuentra una sociedad abocada al trámite de una liquidación obligatoria, para lo cual basaremos nuestro criterio en el principio cardinal de interpretación establecido en el artículo 5 de la Ley 153 de 1887, que a su tenor reza: "Artículo 5. Dentro de la equidad natural y la doctrina constitucional, la crítica y la hermenéutica servirán para fijar el pensamiento del 60 SUPERINTENDENCIA DE SOCIEDADES. Circular externa 011 del 22 de julio de 1997. legislador y aclarar o armonizar disposiciones legales oscuras o incongruentes". De conformidad con lo anterior, realizaremos un análisis de cada de una de las funciones del órgano de dirección, tomando como punto de partida lo enunciado por Pinzón sobre las características y funciones del máximo órgano social: La primera función de dicho órgano consiste en adoptar las reformas del contrato social que sean necesarias para facilitar su cumplimiento o adaptarlo a las circunstancias, teniendo siempre en cuenta las conveniencias o el interés común de los asociados. No encontramos sentido alguno a esta función dentro del trámite liquidatorio, pues no se ve cual reforma al contrato social beneficie y aporte mayor celeridad al trámite de la liquidación obligatoria. Sin embargo, el Legislador no ha restringido, ni prohibido dicha actividad del máximo órgano social, por lo cual consideramos que, al menos potencialmente, se conserva dicha atribución. Cabe hacerse el siguiente cuestionamiento: ¿Puede realizarse cualquier tipo de reforma estatutaria, o pueden éstas tener por objeto cualquier aspecto del contrato social? A este respecto, no puede olvidarse que la sociedad se encuentra con su objeto social restringido durante la liquidación obligatoria, lo cual es una de las consecuencias de la disolución y una previsión legal que se encuentra establecida en el artículo 222 del Código de Comercio61, la cual es plenamente compatible con la naturaleza y el objeto de la liquidación obligatoria. Por este motivo, al darse su aplicabilidad deberá examinarse la facultad de reformar el contrato social a la luz de dicho objeto social establecido legalmente, de manera que aquellas reformas que le permitan a la concursada una mejor y más pronta liquidación serían viables. No obstante, nos atrevemos a afirmar que difícilmente se presentaría un suceso como éste. Por esto, como anteriormente lo mencionamos, carece de sentido esta función dentro del trámite liquidatorio, aunque no se encuentre suprimida por las disposiciones de la Ley 222 de 1995. La segunda función del máximo órgano social consiste en examinar y aprobar los balances de fin de ejercicio con sus correspondientes anexos, como son el detalle completo de la cuenta de pérdidas y ganancias, los informes de los administradores y del revisor fiscal, etc. Quizá es respecto de esta facultad que la Superintendencia de Sociedades ha dado mayor claridad, pues no cabe duda de que las reuniones ordinarias del órgano de 61 Art. 222.- Disuelta la sociedad se procederá de inmediato a su liquidación. En consecuencia, no podrá iniciar nuevas operaciones en desarrollo de su objeto y conservará su capacidad jurídica únicamente para los actos necesarios a la inmediata liquidación. Cualquier operación o acto ajeno a este fin, salvo los autorizados expresamente por la Ley, hará responsables frente a la sociedad, a los asociados y a terceros, en forma ilimitada y solidaria, al liquidador, y al revisor fiscal que no se hubiere opuesto. El nombre de la sociedad disuelta deberá adicionarse siempre con la expresión "en liquidación". Los encargados de realizarla responderán de los daños y perjuicios que se deriven por dicha omisión. dirección tienen plena procedencia, ya que, a pesar de que la sociedad se encuentre bajo la liquidación obligatoria, los socios, de acuerdo con el tipo societario escogido ven comprometida su responsabilidad y conservan su interés jurídico para conocer, aunque no para aprobar los estados de la liquidación. Al parecer la Ley 222 de 1995 ha establecido una oportunidad única en virtud de la cual, como quiera que el trámite de la liquidación obligatoria goza de una naturaleza especial, se someten y se aprueban las cuentas del liquidador. En efecto, el artículo 168 de la mencionada Ley consagra que “el liquidador al término de su gestión y anualmente, a más tardar el 31 de marzo de cada año deberá rendir cuentas comprobadas de su gestión”62. Esta disposición, en concordancia con el numeral 10 del artículo 16663 de la mencionada Ley, nos haría inferir que a pesar de la calidad de administrador que 62 Art. 168. RENDICION DE CUENTAS. El liquidador, al término de su gestión y anualmente, a más tardar el 31 de marzo de cada año deberá rendir cuentas comprobadas de su gestión. Para tal efecto presentará: 1. Estados de liquidación, junto con sus notas. 2. Estados financieros básicos, junto con sus notas. 3. Memoria detallada de las actividades realizadas durante el período. Los estados mencionados en este artículo serán certificados por el liquidador, un contador público y el revisor fiscal, si lo hubiere, y se prepararán y presentarán de acuerdo con las normas reglamentarias. 63 Art. 166. FUNCIONES DEL LIQUIDADOR. El liquidador tendrá la representación legal de la entidad deudora y como tal desempeñará las funciones que adelante se le asignan, y en ejercicio de ellas deberá concluir las operaciones sociales pendientes al tiempo de la apertura del trámite y en especial las siguientes: conserva el liquidador en el trámite concursal, existen previsiones legales especiales y posteriores sobre los términos y la oportunidad en que debe presentar dicho administrador sus cuentas. En consecuencia, dada la naturaleza de la liquidación obligatoria, y pese a que, como lo expresó la Superintendencia de Sociedades, se 1. Ejecutar todos los actos que tiendan a facilitar la preparación y realización de una liquidación del patrimonio rápida y progresiva. 2. Gestionar el recaudo de los dineros y la recuperación de los bienes que por cualquier circunstancia deban ingresar al activo a liquidar, incluso los que correspondan a capital suscrito y no pagado en su integridad, así como las prestaciones accesorias y las aportaciones suplementarias. Igualmente, exigir de acuerdo al tipo societario las obligaciones que correspondan a los socios. 3. Elaborar el inventario de los activos que conforman el patrimonio a liquidar, el cual deberá presentar a la Superintendencia de Sociedades, dentro de los treinta días siguientes a la aceptación del cargo. 4. Ejecutar los actos necesarios para la conservación de los activos y celebrar todos los actos y contratos requeridos para el desarrollo de la liquidación, con las limitaciones aquí establecidas, incluidos los negocios o encargos fiduciarios que faciliten la cancelación del pasivo. 5. Continuar con la contabilidad del deudor en los mismos libros, siempre y cuando se encuentren debidamente registrados. En caso de no ser posible, deberá proveer a su reconstrucción e iniciar la contabilidad de la liquidación, en libros que deberá registrar en la Cámara de Comercio. 6. Enajenar a cualquier título, los bienes consumibles del deudor, de lo cual dará inmediata información a la junta asesora. 7. Enajenar, con las restricciones aquí establecidas, los bienes del deudor. 8. Atender con los recursos de la liquidación, todos los gastos que ella demande, cancelando en primer término el pasivo externo, observando el orden de prelación establecido en la providencia de graduación y calificación. 9. Exigir cuentas comprobadas de su gestión a los liquidadores anteriores, y a los secuestres designados en los juicios que se incorporen a la liquidación. 10. Rendir cuentas comprobadas de su gestión, en las oportunidades y términos previstos en esta ley. 11. Realizar, con la aprobación previa de la junta asesora, los castigos contables de activos que resulten pertinentes, caso en el cual deberá informar a la Superintendencia de Sociedades, dentro de los quince días siguientes a la adopción de tal determinación. 12. Mantener y conservar los archivos del deudor. 13. Solicitar a la Superintendencia de Sociedades, el decreto y práctica del secuestro provisional de los bienes que constituyen el patrimonio a liquidar. 14. Promover acciones de responsabilidad civil o penal, contra los asociados, administradores, revisores fiscales y funcionarios de la entidad en liquidación obligatoria, y en general contra cualquier persona a la cual pueda deducirse responsabilidad. 15. Intentar con autorización de la junta asesora, todas las acciones necesarias para la conservación y reintegración de los bienes que conforman el patrimonio a liquidar, lo mismo que atender y resolver las solicitudes de restitución de los bienes que deban separarse del mismo patrimonio. 16. Presentar a consideración de la junta asesora, un plan de pago de las obligaciones, teniendo en cuenta el inventario y la providencia de calificación y graduación de créditos. 17. Las demás previstas en esta ley. Parágrafo. El liquidador en ejercicio de sus funciones, queda investido de facultades para transigir, comprometer, novar, conciliar o desistir judicial o extrajudicialmente, siempre que no se afecte la igualdad de los acreedores de acuerdo con la ley y esté previamente facultado por la junta asesora. deben efectuar las reuniones de la asamblea y de la junta de socios, consideramos que no es procedente la aplicación del artículo 226 del Código de Comercio64. Ahora bien, no obstante lo anterior, consideramos que las disposiciones de los artículos 168 y 169 del Régimen de Concursos no impiden que el liquidador durante el trámite de la liquidación obligatoria presente sus cuentas ante la asamblea o la junta de socios, por cuanto las facultades de estos órganos en razón del interés jurídico que embarga a los socios -como es su derecho a conocer la suerte de su inversión -prevalecen aunque hayan perdido, como consecuencia del desapoderamiento originado por el concurso liquidatorio, la administración del activo social. Lo anterior permite que el liquidador como administrador presente sus cuentas de conformidad con lo previsto en los artículos 45 y 4665 de la Ley 222 de 1995. Sin 64 Art. 226. Los liquidadores presentarán en las reuniones ordinarias de la asamblea o de la junta de socios estados de liquidación, con un informe razonado sobre su desarrollo, un balance general y un inventario detallado. Estos documentos estarán a disposición de los asociados durante el término de la convocatoria 65 Art. 45. RENDICION DE CUENTAS. Los administradores deberán rendir cuentas comprobadas de su gestión al final de cada ejercicio, dentro del mes siguiente a la fecha en la cual se retiren de su cargo y cuando se las exija el órgano que sea competente para ello. Para tal efecto presentarán los estados financieros que fueren pertinentes, junto con un informe de gestión. La aprobación de las cuentas no exonerará de responsabilidad a los administradores, representantes legales, contadores públicos, empleados, asesores o revisores fiscales. Art. 46. RENDICION DE CUENTAS AL FIN DE EJERCICIO. embargo, no puede perderse de vista que esa obligación del administrador y facultad del máximo órgano social se encuentra concebida para examinar y no para aprobar las cuentas, debido a que de conformidad con el artículo 16966 de la aludida Ley, la aprobación e improbación de dichas cuentas es una facultad exclusiva del juez del concurso. Concluimos, entonces, que el juez del concurso asume la facultad de aprobar las cuentas del liquidador, sustituyendo así la función que tiene en tal sentido el máximo órgano social. Pero ello, a la luz de los intereses de los socios derivados de su inversión, no impide que éstos conozcan la gestión del administrador, cuya actuación puede menguar la restitución de sus aportes o aumentar su responsabilidad. Terminado cada ejercicio contable, en la oportunidad prevista en la ley o en los estatutos, los administradores deberán presentar a la asamblea o junta de socios para su aprobación o improbación, los siguientes documentos: 1. Un informe de gestión. 2. Los estados financieros de propósito general, junto con sus notas, cortados a fin del respectivo ejercicio. 3. Un proyecto de distribución de las utilidades repartibles. Así mismo presentarán los dictámenes sobre los estados financieros y los demás informes emitidos por el revisor fiscal o por contador público independiente. 66 Art. 169. TRASLADO DE LAS CUENTAS. Las cuentas rendidas por el liquidador en la forma prevista en la presente ley, junto con los documentos y comprobantes que permitan la verificación de las mismas, se pondrán a disposición de los acreedores y socios por el término de diez días, a fin de que puedan objetarlas por falsedad, inexactitud, error grave o por cualquier otra causa. Dichas objeciones se tramitarán y decidirán por la Superintendencia de Sociedades mediante el trámite incidental, el cual no suspende el curso de la liquidación. La tercera función relevante consiste en la facultad de disponer de las utilidades sociales justificadas por medio de los balances aprobados por la asamblea, hechas las reservas de orden legal y las estatutarias. En cuanto a esta función es claro que no tiene aplicabilidad pues el estado de liquidación no permitiría generar utilidades para la sociedad, y los excedentes resultantes de un superhabit en el ejercicio social liquidatorio aumentarían el activo liquidable para satisfacer los créditos del concurso. La cuarta función sustancial se refiere a la facultad para nombrar y remover libremente a las personas encargadas de la gestión de los negocios, lo mismo que a los revisores fiscales que tenga o deba tener la sociedad por ley, por el contrato social o por disposición especial de la misma asamblea. Consideramos que esta facultad se encuentra en cabeza del Juez del concurso, habida cuenta que de conformidad con la atribución a él otorgada en el primer inciso del artículo 162 de la ley 222 de 199567, el administrador durante la liquidación Sin perjuicio de la facultad oficiosa de improbarlas, la Superintendencia mediante providencia que no tiene recurso, aprobará las cuentas si no fueren objetadas, cuando advierta falsedad, inexactitud o error grave. 67 Art. 162. DESIGNACION. El liquidador será designado por la Superintendencia de Sociedades en la misma providencia que ordene la apertura del trámite liquidatorio. El liquidador será escogido de la lista que al respecto haya elaborado la Superintendencia de Sociedades con personas idóneas para ejercer dicho cargo. obligatoria es el liquidador designado y posesionado por la Superintendencia de Sociedades. De otro lado, el liquidador durante el trámite concursal tiene un procedimiento de remoción especial establecido en el artículo 171 de la ley 222 de 199568, que desvirtúa por completo la posibilidad de removerlo libremente por parte del máximo órgano social, puesto que dada la naturaleza imperativa de la liquidación obligatoria, el liquidador además de administrador, como órgano del concurso es un auxiliar de la justicia, razón por la cual, el régimen que regula su actividad ha sido completamente reglado en la Ley 222 de 1995. No obstante lo anterior, la facultad de designación del revisor fiscal se conserva por parte del máximo órgano social, lo que colegimos del análisis de un importante aspecto de la ley 222 de 1995, que se encuentra consignado en el parágrafo del articulo154 que a su tenor reza: Parágrafo. Sin perjuicio de las funciones que corresponden al liquidador, en la providencia que ordena la remoción, si lo considera Hecha la designación la Superintendencia de Sociedades la comunicará telegráficamente, a fin de que acepte el cargo, so pena de ser reemplazado. 68 Art. 171. REMOCION. Habrá lugar a la remoción del liquidador, de oficio o a petición de la junta asesora, cuando se acredite el incumplimiento grave de sus funciones. De la solicitud de remoción se dará traslado al liquidador, por el término de cinco días, vencido el cual se decidirá la misma y se designará la persona que haya de sustituirlo. Contra esta providencia procede únicamente el recurso de reposición. Si se encuentra probado el motivo de la remoción, el liquidador no tendrá derecho al pago de los honorarios definitivos. necesario, la Superintendencia convocará al órgano social encargado de efectuar la designación, para que proceda a nombrar a quien deba reemplazar al removido. En este parágrafo se plantea la posibilidad de que el Juez del Concurso convoque al órgano social correspondiente, a fin de que nombre a quien deba reemplazar al removido, que en nuestro concepto solo puede ser el revisor fiscal, puesto que en el evento en que se trate de los antiguos administradores de la deudora, como lo veremos más adelante, éstos se encuentran separados de la administración a partir de la apertura del trámite liquidatorio. Así las cosas, como quiera que carece por completo de sentido el nombramiento de un nuevo administrador distinto del liquidador designado por el juez de concurso liquidatorio, solo procedería la aplicación del parágrafo transcrito para el caso en que se remueve el revisor fiscal, razón por la cual, el órgano de dirección por disposición del legislador conserva la facultad de nombrar al órgano de fiscalización cuando lo crea conveniente o la ley lo exija. Acerca de aquellas funciones menos generales y más de tipo administrativo, encomendadas por las leyes, o atribuidas en los estatutos sostenemos lo siguiente: En cuanto a las funciones de tipo administrativo conferidas por la ley o los estatutos sociales al órgano de dirección, la ley ha colocado de manera restrictiva la totalidad de dichas funciones en cabeza del liquidador y la Junta Asesora de éste, de conformidad con los artículos 166 y 178 de la Ley 222 de 199569, todos los actos de 69 Art. 166. FUNCIONES DEL LIQUIDADOR. El liquidador tendrá la representación legal de la entidad deudora y como tal desempeñará las funciones que adelante se le asignan, y en ejercicio de ellas deberá concluir las operaciones sociales pendientes al tiempo de la apertura del trámite y en especial las siguientes: 1. Ejecutar todos los actos que tiendan a facilitar la preparación y realización de una liquidación del patrimonio rápida y progresiva. 2. Gestionar el recaudo de los dineros y la recuperación de los bienes que por cualquier circunstancia deban ingresar al activo a liquidar, incluso los que correspondan a capital suscrito y no pagado en su integridad, así como las prestaciones accesorias y las aportaciones suplementarias. Igualmente, exigir de acuerdo al tipo societario las obligaciones que correspondan a los socios. 3. Elaborar el inventario de los activos que conforman el patrimonio a liquidar, el cual deberá presentar a la Superintendencia de Sociedades, dentro de los treinta días siguientes a la aceptación del cargo. 4. Ejecutar los actos necesarios para la conservación de los activos y celebrar todos los actos y contratos requeridos para el desarrollo de la liquidación, con las limitaciones aquí establecidas, incluidos los negocios o encargos fiduciarios que faciliten la cancelación del pasivo. 5. Continuar con la contabilidad del deudor en los mismos libros, siempre y cuando se encuentren debidamente registrados. En caso de no ser posible, deberá proveer a su reconstrucción e iniciar la contabilidad de la liquidación, en libros que deberá registrar en la Cámara de Comercio. 6. Enajenar a cualquier título, los bienes consumibles del deudor, de lo cual dará inmediata información a la junta asesora. 7. Enajenar, con las restricciones aquí establecidas, los bienes del deudor. 8. Atender con los recursos de la liquidación, todos los gastos que ella demande, cancelando en primer término el pasivo externo, observando el orden de prelación establecido en la providencia de graduación y calificación. 9. Exigir cuentas comprobadas de su gestión a los liquidadores anteriores, y a los secuestres designados en los juicios que se incorporen a la liquidación. 10. Rendir cuentas comprobadas de su gestión, en las oportunidades y términos previstos en esta ley. 11. Realizar, con la aprobación previa de la junta asesora, los castigos contables de activos que resulten pertinentes, caso en el cual deberá informar a la Superintendencia de Sociedades, dentro de los quince días siguientes a la adopción de tal determinación. 12. Mantener y conservar los archivos del deudor. 13. Solicitar a la Superintendencia de Sociedades, el decreto y práctica del secuestro provisional de los bienes que constituyen el patrimonio a liquidar. 14. Promover acciones de responsabilidad civil o penal, contra los asociados, administradores, revisores fiscales y funcionarios de la entidad en liquidación obligatoria, y en general contra cualquier persona a la cual pueda deducirse responsabilidad. 15. Intentar con autorización de la junta asesora, todas las acciones necesarias para la conservación y reintegración de los bienes que conforman el patrimonio a liquidar, lo mismo que atender y resolver las solicitudes de restitución de los bienes que deban separarse del mismo patrimonio. 16. Presentar a consideración de la junta asesora, un plan de pago de las obligaciones, teniendo en cuenta el inventario y la providencia de calificación y graduación de créditos. administración son realizados por el liquidador, mientras que otros son ejecutados de consuno por la junta asesora, como son la autorización de los términos y condiciones en que deba llevarse a cabo toda enajenación de activos; la autorización de la enajenación los bienes muebles o mercancías que se encuentren en estado de 17. Las demás previstas en esta ley. Parágrafo. El liquidador en ejercicio de sus funciones, queda investido de facultades para transigir, comprometer, novar, conciliar o desistir judicial o extrajudicialmente, siempre que no se afecte la igualdad de los acreedores de acuerdo con la ley y esté previamente facultado por la junta asesora. Art. 178. FUNCIONES. La junta tendrá como atribución general la de asesorar y fiscalizar la gestión del liquidador, y en consecuencia se le atribuyen las siguientes funciones: 1. Disponer el avalúo de los bienes que constituyen el patrimonio a liquidar, cuantas veces ello sea necesario y nombrar los peritos que deban efectuarlo, así como su remuneración. 2. Autorizar los términos y condiciones en que deba llevarse a cabo toda enajenación de activos. 3. Autorizar al liquidador para enajenar los bienes muebles o mercancías que se encuentren en estado de deterioro o de las cuales se tema razonablemente que lleguen a deteriorarse o perecer. 4. Requerir al liquidador para que dé cuenta de las negociaciones realizadas sobre bienes consumibles del deudor. 5. Revisar previamente las cuentas presentadas por el liquidador, para lo cual podrá hacer las observaciones y objeciones que considere pertinentes; 6. Solicitar al liquidador, cuando lo considere oportuno la presentación de los estados financieros; 7. Solicitar a la Superintendencia de Sociedades, el decreto, práctica y levantamiento de medidas cautelares. 8. Solicitar a la Superintendencia de Sociedades autorización para efectuar pago a acreedores, antes de la providencia de calificación y graduación de créditos. 9. Asesorar al liquidador, cuando éste se lo solicite, en cuestiones relacionadas con su gestión. 10. Requerir al liquidador para que presente las cuentas comprobadas de su gestión, de acuerdo con lo previsto en esta ley, o cuando lo considere necesario; 11. Solicitar la remoción del liquidador 12. Dar concepto previo favorable o desfavorable, al liquidador sobre la entrega de bienes que no forman parte de los activos patrimoniales liquidables, en atención al reclamo que hagan terceras personas. 13. Citar al liquidador por lo menos con tres días comunes de antelación, indicando los temas que se vayan a tratar. 14. Verificar el inventario que de los activos patrimoniales a liquidar, elabore el liquidador, antes de ser sometido a la aprobación de la Superintendencia de Sociedades. 15. Autorizar el castigo contable de partidas que conformen los activos, de acuerdo con la situación real de los mismos y a las disposiciones legales vigentes sobre la materia. 16. Disponer la constitución de una reserva adecuada, para atender el pago oportuno de las obligaciones condicionales o sujetas a litigio. Dicha reserva se invertirá en forma que asegure su conservación y rendimiento. 17. Todas las demás previstas en esta u otras leyes, tratados o convenios internacionales. deterioro o que puedan llegar a perecer; y la solicitud a la Superintendencia de Sociedades de autorización para efectuar pago de acreedores, antes de la providencia de graduación y calificación de créditos. En cuanto a la función de adoptar todas las medidas que reclamen el cumplimiento de los estatutos y el interés común de los asociados, es decir, que la asamblea puede resolver todo cuanto ataña a ese interés común de los socios, siempre de acuerdo con los estatutos, mientras éstos no sean reformados por la asamblea misma y solamente sobre lo que corresponda a ese interés común, sostenemos lo siguiente: Si se tiene en cuenta que hasta tanto no se haya producido la declaratoria de terminación de que trata el artículo 199 de la Ley 222 de 199570, la sociedad en liquidación ejerce su objeto social con las obvias limitaciones establecidas por el trámite liquidatorio, y sus estatutos siguen vigentes, consideramos que la función anteriormente aludida tiene aplicación. Así, por ejemplo, el máximo órgano social 70 Art. 199. DECLARATORIA DE TERMINACION. Efectuado el pago de los pasivos externo e interno, la Superintendencia de Sociedades declarará terminada la liquidación y ordenará el levantamiento de las medidas cautelares, si las hubiere. Cumplido lo anterior, se archivará el expediente, sin perjuicio de la responsabilidad penal que proceda contra el deudor, los administradores y el liquidador. Si quedaren créditos insolutos, después de agotados los bienes que conforman el patrimonio a liquidar, incluyendo el producto de las acciones de reintegración del patrimonio, la Superintendencia de Sociedades declarará terminado el trámite y ordenará archivar el expediente. Copia de la providencia se inscribirá en el registro mercantil o en el que corresponda y conllevará la extinción de la entidad deudora. puede designar al revisor fiscal si así lo previó el contrato social, y debe dar cumplimiento a las mayorías decisorias pactadas en dicho contrato, todo esto de conformidad con el interés común de los socios. No puede entenderse resuelto el contrato de sociedad por la convocatoria a la liquidación obligatoria de la persona jurídica, razón por la cual su carácter vinculante no se afecta con el concurso. Acerca de las funciones consistentes en la constitución de reservas ocasionales, la decisión de ordenar las acciones contra los administradores y la disposición de que las emisiones de acciones ordinarias sea colocada sin sujeción al derecho de preferencia, afirmamos lo siguiente: Resulta una verdad de perogrullo que funciones atribuidas al máximo órgano social como la disposición de emisiones de acciones ordinarias sin sujeción al derecho de preferencia no tengan cabida alguna dentro del trámite liquidatorio, ya que cualquier emisión de acciones excedería los límites impuestos por la ley en el artículo 222 del Código de Comercio, amén de que no sería fácil encontrar un inversionista para una sociedad que se encuentre en un estado de crisis como un concurso liquidatorio. En cuanto a las reservas, tampoco se puede observar la procedencia de éstas por parte del máximo órgano social en el trámite liquidatorio como quiera que en éste no se producen utilidades, pero debe hacerse la salvedad de que atribuciones similares de acuerdo con el numeral 16 del artículo 178 de la Ley 222 de 199571 son asignadas a la junta asesora del liquidador, la cual puede disponer la constitución de una reserva para atender el pago oportuno de las obligaciones condicionales o sujetas a litigio, haciéndolas en este caso con cargo al activo liquidable y no con cargo a las utilidades. En cuanto a la decisión del máximo órgano social de ordenar acciones contra el administrador, es decir, ejercer la acción social de responsabilidad72, consideramos 71 Art. 178. FUNCIONES. La junta tendrá como atribución general la de asesorar y fiscalizar la gestión del liquidador, y en consecuencia se le atribuyen las siguientes funciones: (...) 16. Disponer la constitución de una reserva adecuada, para atender el pago oportuno de las obligaciones condicionales o sujetas a litigio. Dicha reserva se invertirá en forma que asegure su conservación y rendimiento. 72 Art. 25. ACCION SOCIAL DE RESPONSABILIDAD. La acción social de responsabilidad contra los administradores corresponde a la compañía, previa decisión de la asamblea general o de la junta de socios, que podrá ser adoptada aunque no conste en el orden del día. En este caso, la convocatoria podrá realizarse por un número de socios que represente por lo menos el veinte por ciento de las acciones, cuotas o partes de interés en que se halle dividido el capital social. La decisión se tomará por la mitad más una de las acciones, cuotas o partes de interés representadas en la reunión e implicará la remoción del administrador. Sin embargo, cuando adoptada la decisión por la asamblea o junta de socios, no se inicie la acción social de responsabilidad dentro de los tres meses siguientes, ésta podrá ser ejercida por cualquier administrador, el revisor fiscal o por cualquiera de los socios en interés de la sociedad. En este caso los acreedores que representen por lo menos el cincuenta por ciento del pasivo externo de la sociedad, podrán ejercer la acción social siempre y cuando el patrimonio de la sociedad no sea suficiente para satisfacer sus créditos. Lo dispuesto en este artículo se entenderá sin perjuicio de los derechos individuales que correspondan a los socios y a terceros. que no puede configurarse su ejercicio, por cuanto dicha acción ha sido concebida para arrogar responsabilidad al administrador en la actividad normal de la compañía e inclusive durante la liquidación privada, pero no durante la liquidación obligatoria, habida cuenta que el Legislador ha previsto una acción de carácter especial durante el trámite de la liquidación obligatoria. La acción especial a la que hacemos referencia se encuentra consagrada en el artículo 167 de la Ley 222 de 1995 en los siguientes términos: “ARTICULO 167. RESPONSABILIDAD. El liquidador responderá al deudor, a los asociados, acreedores y terceros, y si fuere del caso a la entidad deudora, por el patrimonio que recibe para liquidar, razón por la cual, para todos los efectos legales, los bienes inventariados y el avalúo de los mismos realizado conforme a las normas previstas, determinarán los límites de su responsabilidad. De la misma manera, responderá de los perjuicios que por violación o negligencia en el cumplimiento de sus deberes cause a las mencionadas personas. Las acciones contra el liquidador caducarán en un término de cinco años, contado a partir de la cesación de sus funciones y se promoverán ante la justicia ordinaria de conformidad con las disposiciones legales vigentes”. Como puede observarse, en la norma anterior se legitima a la entidad deudora para ejercer una acción que genere responsabilidad del administrador por el patrimonio que recibe para liquidar, y por los perjuicios que por violación o negligencia en el cumplimiento de sus deberes cause a la sociedad, razón por la cual carece de sentido que el máximo órgano social ejerza la acción social de responsabilidad, ya que se trataría de una acción con idénticas finalidades que no ha sido concebida especialmente para la naturaleza y las implicaciones del trámite de la liquidación obligatoria. Ahora bien, si se legitima a la entidad deudora para ejercer la acción establecida en el artículo 167 de la Ley 222 de 1995, se deben suponer dos eventos: primero, que se ha realizado una remoción del anterior liquidador, y segundo, que la decisión adoptada por la asamblea y la junta de socios deberá ser ejecutada por el nuevo órgano de administración y representación designado por el juez del concurso en reemplazo del removido, ya que no podría el liquidador demandado ejercer una acción contra sí mismo. De otro lado, debe realizarse la salvedad de que la acción social de responsabilidad puede proceder durante el trámite de la liquidación obligatoria por hechos anteriores a su apertura realizados por los antiguos administradores, pues nada impide que la sociedad persiga a los responsables de su estado de crisis, la cual en este caso será ejercida por el liquidador en representación de la compañía y con previa decisión del máximo órgano social, de conformidad con la facultad conferida en el numeral 14 del artículo 166 de la Ley 222 de 1995. Del análisis de la procedencia de la acción social de responsabilidad frente a la acción establecida en el artículo 167 de la ley 222 de 1995, se encuentra un argumento cardinal para sostener la continuidad del órgano de dirección de la sociedad, puesto que indirectamente el Legislador ha querido reconocer la prolongación de su actividad al legitimarlo para ejercer una acción que sólo puede tener origen y desarrollo durante el trámite de la liquidación obligatoria. 3.3.2. Continuidad de los órganos de administración y representación en la liquidación obligatoria El problema sobre la continuidad de los órganos de administración como la junta directiva y el representante legal, constituye uno de los aspectos de la liquidación obligatoria de mayor controversia. En particular, al realizarse un examen de los efectos de la apertura de dicho trámite establecidos en el numeral primero del artículo 151 de la ley 222 de 1995, se han provocado diversas elaboraciones jurídicas que buscan esclarecer en qué términos se realiza la separación de los administradores de la entidad deudora. “ARTICULO 151. EFECTOS DE LA APERTURA. La apertura del trámite liquidatorio implica: 1. La separación de los administradores de la entidad deudora, en los casos previstos en la presente ley”. En dicho artículo se consagran los efectos de la apertura del trámite liquidatorio estableciendo la separación de los administradores de la entidad deudora, pero el Legislador al consagrar dicha disposición no realiza salvedad alguna sobre la naturaleza y el alcance de la separación. En el ámbito práctico, la aplicación de la aludida norma se tradujo en peticiones de los administradores de las sociedades en liquidación, que consultaban a la Superintendencia de Sociedades sobre su situación laboral, ya que no tenían clara la continuidad de su contrato de trabajo y las prestaciones sociales durante el proceso liquidatorio, por lo cual procederemos a esclarecer la naturaleza y términos en que consideramos el Legislador estableció la separación de los administradores de la sociedad concursada. 3.3.2.1. En cuanto a la naturaleza de la separación establecida en el numeral primero del artículo 151 de la ley 222 de 1995 Para iniciar el estudio de este aspecto de nuestra investigación nos planteamos el siguiente interrogante: ¿Esta separación establecida en el numeral primero del artículo 151 es equivalente a la inhabilidad o a la remoción? Consideramos que existen importantes diferencias entre estos tres conceptos, ya que la ley regula fenómenos distintos, algunas veces de índole sancionatorio y otras veces buscando la protección de terceros. La naturaleza de la remoción es completamente sancionatoria como se puede apreciar en el texto legal del artículo 117 de la Ley 222 de 1995, al cual se remitió el artículo 152 de la misma Ley: ‘‘ARTICULO 117. CAUSALES ADMINISTRADORES. DE REMOCION DE LOS La Superintendencia de Sociedades, de oficio o por información del contralor o a petición de la junta Provisional de Acreedores, ordenará la remoción del o de los administradores en cualquiera de los siguientes eventos: 1. Cuando por su negligencia la sociedad no esté cumpliendo los deberes de comerciante. 2. Cuando estén inhabilitados para ejercer la función o el comercio. 3. Cuando sin justa causa no cumplan las obligaciones que les impone esta ley. 4. Cuando no denunciaran oportunamente la situación que impone la apertura del trámite concursal, o habiéndola hecho, no se aportaron los documentos necesarios. 5. Cuando debidamente citados, dejen de asistir a las reuniones de la junta Provisional de Acreedores, sin justa causa. 6. Cuando no cumplan las órdenes Superintendencia de Sociedades. impartidas por la 7. Cuando hagan enajenaciones, pagos, arreglos relacionados con sus obligaciones o reformas estatutarias, sin autorización de la Superintendencia de Sociedades. 8. Cuando sin justa causa no adopten las medidas que les hubiere solicitado la junta provisional de acreedores. 9. En los demás casos previstos en la ley’’. Las causales establecidas para la remoción sin duda sancionan a los administradores por el incumplimiento de sus deberes o la violación de los intereses que los procedimientos mercantiles resguardan, generando entonces una consecuencia negativa que busca castigar al administrador. Esta consecuencia sancionatoria se evidencia al observarse que, conforme a los principios establecidos en la Carta Magna, se debe garantizar el debido proceso y el derecho de defensa en cualquier procedimiento que imponga sanciones a los ciudadanos, lo cual se traduce dentro del proceso liquidatorio en un incidente que no existiría si no se estuviera implantando en el artículo 117 de la Ley 222 de 1995 una consecuencia de naturaleza sancionatoria. La Superintendencia de Sociedades avala claramente estas apreciaciones en los siguientes términos: ‘‘(...) en cualquier etapa del trámite liquidatorio esta Superintendencia, de oficio o a solicitud de cualquier acreedor o del liquidador, a título de pena y por razones distintas de las que explican la separación descrita, decretará la remoción de los antiguos administradores cuando hubiera ocurrido cualquiera de los siguientes hechos : ? Cuando por su negligencia la sociedad no hubiera cumplido los deberes de comerciante. ? Cuando sin justa causa no hubieran cumplido las obligaciones que les impone la ley. ? Cuando hubieren asumido el cargo estando inhabilitados para ello o cuando se presentará alguna inhabilidad sobreviniente. ? Cuando no hubieren denunciado oportunamente los hechos que imponían la apertura del trámite concursal, o cuando habiéndolo hecho, no hubieren aportado los documentos necesarios para el trámite correspondiente. ? Cuando debidamente citados, sin justa causa, dejaren de asistir a las reuniones de junta directiva. ? Cuando no hubieren cumplido las órdenes impartidas por la Superintendencia de Sociedades. ? Cuando hubieren hecho enajenaciones, pagos o arreglos relacionados con sus obligaciones, o reformas estatutarias, sin autorización de la Superintendencia de Sociedades. ? Cuando sin justa causa no adoptaron las medidas que les hubiere solicitado la junta directiva o la junta asesora del Liquidador según el caso. Sin perjuicio de las funciones que corresponden al liquidador, en la providencia que ordena la remoción, si lo considera necesario, la Superintendencia convocará al órgano social encargado de efectuar la designación, para que proceda a nombrar a quien deba reemplazar al removido. Recibida la solicitud se tramitará como incidente, en la forma y términos previstos en el Código de Procedimiento Civil; tal actuación no suspende el curso del trámite liquidatorio’’. 73 Frente a la inhabilidad pueden esgrimirse argumentos similares a los que determinan la naturaleza de la remoción, dentro de la cual se establecen también procedimientos que garantizan la defensa de los administradores ante una sanción, pero su naturaleza no es la misma de la remoción ni de la separación puesto que, como Pinzón lo afirma al hablar de la quiebra, se trata principalmente de proteger los intereses de terceros: ‘‘Esta inhabilidad constituye, en el fondo, una medida orientada especialmente a la protección de terceros, en general; y hasta puede afirmarse que representa una medida de protección de la vida comercial contra los riesgos de la actividad del deudor y de sus posibilidades de pago, aunque no haya culpa o fraude en el manejo de su patrimonio. No se trata de una medida de protección del comerciante mismo, a pesar de que indirectamente le impide exponerse a agravar su situación patrimonial. Tampoco se trata de una verdadera incapacidad, sino de impedir el ejercicio del comercio a esta clase de comerciantes, es decir, mientras no puedan tener seguridad los terceros de que con su actividad en el mundo de los negocios no van a constituir un peligro o riesgo grave para ellos’’.74 Las afirmaciones de Pinzón pueden ser completamente aplicadas a la naturaleza de la inhabilidad establecida en el proceso liquidatorio de la ley 222 de 1995, puesto que las causales que establecen los eventos en los cuales procedería la inhabilidad dentro del proceso de liquidación obligatoria tienen exactamente la misma finalidad de resguardar la actividad comercial, que se puede ver afectada por esas conductas o eventos originados por los administradores. 73 Ibíd. Cabe aclarar que nuestro criterio también entiende la inhabilidad como una sanción, pero, a diferencia de la remoción, le atribuye unas consecuencias más generales, puesto que el administrador en virtud de la inhabilidad es limitado para todos los eventos de la actividad comercial y no simplemente limitado a ejercer su actividad con la sociedad en liquidación. Así las cosas, concluimos que la separación no puede equivaler a remoción o inhabilidad, ya que no goza de esa naturaleza sancionatoria, tratándose entonces de una institución jurídica autónoma, motivo por el cual nos preguntamos ¿Que alcance puede tener esta institución jurídica? 3.3.2.2. En cuanto al alcance de la separación establecida en el numeral primero del artículo 151 de la ley 222 de 1995 Frente al alcance que puede poseer la separación continuaremos con el planteamiento de diversos interrogantes cuyas respuestas pueden aportar mayor claridad a este aspecto: ¿Puede aplicarse la improcedencia de la acción de reintegro a la separación? 74 PINZON, Gabino. Introducción al derecho comercial. 1982. Bogotá. Temis. Vol. I. p. 358-359. Teniendo en cuenta que la separación no constituye una sanción y por lo tanto no es una remoción ni constituye un despido puesto que no es una causa justa de terminación del contrato de trabajo por parte del empleador, consideramos que no se aplica la sanción del artículo 232 -que a continuación transcribimos- al administrador separado por la apertura del trámite liquidatorio. ‘‘ARTICULO 232. REINTEGRO IMPROCEDENCIA DE LA ACCION DE En el evento de despido o remoción de administradores y revisor fiscal no procederá la acción de reintegro consagrada en la legislación laboral’’. ¿Desde qué momento opera esa separación establecida en el artículo 151 de la Ley 222 de 1995? Estimamos que, la separación produce consecuencias inmediatas, es decir, ipso facto, puesto que no impone una sanción sino que es una consecuencia de la necesidad de órganos específicos para el proceso liquidatorio, sin los cuales no pueden llevarse a cabo las tareas de la realización de activos. Como anteriormente expusimos, se busca en el nuevo régimen de concursos de la Ley 222 de 1995, una profesionalización de los órganos de la liquidación y la eliminación de formalidades, principios éstos que buscan un mayor dinamismo de la liquidación y que orientan nuestra conclusión, ya que no se quiere nada distinto de adaptar la legislación a la cambiante situación de las empresas. Concluimos entonces que la separación opera ipso facto, así como lo estableció la Superintendencia de Sociedades en los términos que siguen: ‘‘Uno de los efectos de la liquidación es la separación de los administradores de la sociedad deudora, esto es, de los representantes legales y los miembros de la junta directiva, quienes una vez decretada la liquidación y sin necesidad de aviso ni formalidad quedan - ipso facto- separados de su cargo a partir de la notificación del auto de apertura’’.75 ¿Qué ocurre con el administrador separado? Es claro que no puede realizar ninguna de sus funciones porque éstas han sido asumidas por el liquidador desde la fecha del auto de apertura de la liquidación. Lo que no está claro es lo que ocurre con la relación laboral del administrador y la sociedad en liquidación. Al respecto nuestro análisis intenta establecer si se configura alguna de las causales taxativas de terminación unilateral del contrato, fundamentándonos en la ‘‘teoría del 75 . SUPERINTENDENCIA DE SOCIEDADES. Circular Externa 011 julio 22 1997. contrato realidad’’, la cual justificaría una inejecución del contrato de trabajo puesto que no existe por parte del administrador la prestación personal del servicio a cambio de un salario. Una razón importante para justificar la inejecución del contrato de trabajo consiste en que no sería equitativo el pago de salarios sin que se haya prestado un servicio personal del administrador, ya que dicha erogación muchas veces resulta demasiado onerosa para la empresa en liquidación, y por lo tanto, tendría efectos nocivos sobre el patrimonio a liquidar que desmejorarían las condiciones con que cuentan los acreedores. Nuestro análisis inicialmente se inclinaba por la suspensión de esos contratos, puesto que considerábamos que la terminación constituía una sanción para el administrador, lo cual no comportaba la separación, que, como lo establecimos, no tienen ninguna connotación sancionatoria. Por lo tanto sólo podría sancionarse a los administradores terminando su vínculo laboral en el evento en que la autoridad competente lo sugiriera por razones distintas del concurso liquidatorio. La anterior conclusión, nos esbozó el siguiente interrogante: ¿Puede enmarcarse la suspensión de los contratos de trabajo de los administradores dentro de las causales del Código Sustantivo del Trabajo? Creemos que no, y en esto nos distanciamos de la posición que ha venido cimentándose en la Superintendencia de Sociedades, la cual enmarca la liquidación obligatoria y la separación de los administradores dentro de la causal primera del artículo 51 del Código Sustantivo del Trabajo, como puede apreciarse en el siguiente extracto del oficio 440-45824 proferido el 4 de agosto dentro del proceso liquidatorio de TEXTILES NYLON S.A.: ‘‘(...) La apertura del trámite liquidatorio conlleva la interrupción de la prestación de los servicios por parte de la sociedad, implicando que todas las actividades que se desarrollen de ese momento en adelante estarán encaminadas a la extinción de la persona jurídica. ‘Uno de los efectos propios de la apertura de la liquidación obligatoria es que la empresa ya no puede desarrollar su objeto social, y el derecho laboral no puede ser ajeno a este hecho, ya que no hay razón para que los contratos de trabajo continúen produciendo efectos y obligaciones’. La fuerza mayor o caso fortuito, tal como lo determina la Ley 95 de 1890 en su artículo primero, es ‘el imprevisto al que no es posible resistir’, y tal como la misma norma lo determina, ‘los autos de autoridad ejercida por un funcionario público’, son uno de los casos de fuerza mayor, por expresa consagración legal, es decir, es una forma típica de fuerza mayor76. (… ) 76 El derecho laboral ante las situaciones de crisis empresarial. Ponencia oficial para el XV Congreso Nacional de Derecho al Trabajo y Seguridad Social. CARLOS HERNANDO GODOY FAJARDO, Asesor Laboral. Para estos casos de fuerza mayor o caso fortuito, el artículo 44 del Decreto Reglamentario 1469 de 1978 dispone: ‘En los casos de suspensión o terminación del contrato de trabajo por fuerza mayor o caso fortuito, previstos en los artículos 51 y 446 del Código Sustantivo del Trabajo, la empresa o el trabajador debe dar aviso inmediato al inspector de trabajo del lugar, o en su defecto a la primera autoridad política, a fin de que se compruebe esa circunstancia’. Como consecuencia de lo anterior, es el liquidador, como representante legal de la empresa en liquidación, o, en su defecto, el trabajador, quienes deben comunicar a la autoridad de trabajo correspondiente la apertura del trámite liquidatorio, una vez en firme el auto, para que se compruebe la circunstancia del caso fortuito o la fuerza mayor. (...)’’ ‘El fin del período de suspensión de los contratos de trabajo es dar una oportunidad para evitar el cierre de la empresa, ya que no toda disolución de la sociedad implica necesariamente el cierre definitivo de la empresa, pues bien puede suceder que se pueda vender la unidad económica con lo cual se preserva la fuente de empleo’, o se pueda considerar viable, en aplicación del artículo 200 de la Ley 222 de 1995*. Es así que, en opinión de este despacho, como efecto de la apertura del trámite liquidatorio se configuró una causal de suspensión de su contrato de trabajo, en los términos y condiciones determinados por el * Art. 200. ACUERDO CONCORDATARIO. Ejecutoriada la providencia de calificación y graduación de créditos, el liquidador, el deudor o acreedores representantes de no menos del cincuenta por ciento (50%) de los créditos reconocidos, podrán proponer la celebración de un concordato, para lo cual la Superintendencia de Sociedades convocará inmediatamente a una audiencia. artículo 51 numeral del Código Sustantivo del Trabajo**, por las siguientes razones: El artículo 151 de la Ley 222 de 1995 dispuso como implicación de la apertura del trámite liquidatorio, la separación de los administradores de la entidad deudora. (...) Usted se desempeñaba, vinculado a través de un contrato de trabajo, como representante legal antes de la apertura al trámite de liquidación obligatoria, lo que determinó que fuera separado de su cargo por disposición expresa de la Ley 222 de 1995, como efecto de la apertura del trámite liquidatorio, quedando suspendido su contrato de trabajo por fuerza mayor, y por lo tanto no es dable efectuarle pago alguno por el período que comprenda la mencionada suspensión’’. En esta hipótesis se sostiene que se puede incluir la separación de los administradores que realiza el artículo 151 de la Ley 222 de 1995, en la causal prevista en el artículo 51 del Código Sustantivo del Trabajo, de manera que la separación se produce en virtud de un auto de autoridad ejercido por un funcionario público, lo que constituiría un típico evento de fuerza mayor, que, conforme al artículo ** Art. 51. (Reformado por el artículo 4 de la ley 50 de 1990) El artículo 51 del Código Sustantivo del Trabajo, quedará así: Art. 51. Suspensión. El contrato de trabajo se suspende: 1. Por fuerza mayor o caso fortuito que temporalmente impida su ejecución. (...) 44 del Decreto Reglamentario 1469 de 197877, debe ser comprobada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social previo aviso de la empresa o del trabajador. Sin embargo, a pesar de la conveniencia de esta doctrina, existen argumentos que la desdibujan completamente, debido a que la fuerza mayor o caso fortuito no se produce en el evento de la liquidación obligatoria. En fallos recientes acaecidos en la liquidación obligatoria de la Empresa Química Industrial y Textil S.A. (QUINTEX S.A.), se ha hecho evidente la falencia de esta doctrina, como a continuación manifiesta el Juzgado Laboral del Circuito de Envigado Se hace necesario precisar las diferencias sustanciales entre la SUSPENSIÓN y la TERMINACIÓN de los contratos de trabajo. La SUSPENSIÓN es una imposibilidad definitiva y permanente, de ahí que luego de su extinción, toda prestación posterior de servicios se tendrá como un nuevo contrato, salvo la eventualidad prevista por el artículo 6º de la ley 50 de 1990 que dispuso: ‘No habrá lugar a las indemnizaciones previstas en este artículo si las partes acuerdan restablecer el contrato de trabajo en los mismos términos y condiciones que lo regían en la fecha de su ruptura, como si no hubieran terminado’. 77 Art. 44. Decreto Reglamentario 1469 de 1978: “ En los casos de suspensión o terminación del contrato de trabajo por fuerza mayor o caso fortuito, previsto en los artículos 51 y 466 del Código Sustantivo del Trabajo la empresa o el trabajador debe dar aviso inmediato al inspector del trabajo del lugar o, en su defecto a la primera autoridad política, a fin de que se compruebe esa circunstancia”. El artículo 51 del C.S.T. enumera las formas de suspensión del contrato de trabajo, siendo la primera de ellas ‘Por fuerza mayor o caso fortuito que temporalmente impida su ejecución’. En estos casos debe el empleador solicitar al instructor del trabajo la verificación del hecho constitutivo de la fuerza mayor o el caso para que pueda posteriormente alegar con validez la suspensión del contrato. De tal manera que si este trámite no se cumple, el empleador incurre en suspensión ilegal y en consecuencia se aplica el artículo 140 del C.S.T. que dispone el pago del salario sin prestación del servicio, en los siguientes términos: ‘Durante la vigencia del contrato de trabajo, el trabajador tiene derecho a percibir el salario, aun cuando no haya prestación del servicio por disposición o culpa del patrono’. La empresa demandada en la contestación de los actos acusatorios se opuso a las pretensiones de los accionantes, sustentando la causal 1ª del artículo 51 del C.S.T., esto es, la fuerza mayor o el caso fortuito en que la SUPERINTENDENCIA DE SOCIEDADES ordenó que se adelantara el proceso de liquidación de la Empresa, lo que en sí, de ninguna manera, constituye caso fortuito o fuerza mayor. Al respecto el artículo 1º de la Ley 95 de 1890 estableció: ‘Se llama fuerza mayor o caso fortuito el imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio, un terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por funcionario público’. Acerca del mismo tema, la Corte Suprema de Justicia en sentencia de febrero 17 de 1988 dijo: ‘En materia laboral para que se configure el evento de la fuerza mayor o el caso fortuito como causa que libere al patrono de cumplir sus obligaciones contractuales o legales es menester, no sólo que el hecho constitutivo de tal fuerza sea imprevisible sino, además, que lo coloque en absoluta imposibilidad de atender tales obligaciones y, también, para que opere como causa justificativa de la suspensión de un contrato de trabajo, debe tener la característica de ser temporal o pasajera y no indefinida o definitiva, de tal manera que, cesadas las circunstancias que le dieron origen a la suspensión, pudiera reanudarse la prestación del servicio por parte del trabajo’”78. La liquidación obligatoria no configura fuerza mayor o caso fortuito, debido a que el hecho constitutivo de esa fuerza mayor no es imprevisible para el comerciante, es decir, que el deterioro patrimonial que lleva a una crisis económica de tal magnitud, que desencadena en un trámite liquidatorio, no es un hecho sorpresivo, puesto que se refleja en los asientos contables y en los balances de fin de ejercicio que toda sociedad debe presentar a los accionistas e interesados. Así las cosas, si el aleas es el que gobierna la actividad del comerciante, las facultades de control de las superintendencias no tendrían sentido alguno, ya que no se justificaría el control sobre el sector real si aquellos eventos que afectan su normal desarrollo son por completo imprevisibles. De otro lado, no nos parece válido el argumento que sostiene que la solicitud de admisión a un trámite concursal tiene un resultado imprevisible, que podría consistir en una de las dos modalidades concursales, como es el caso en que un comerciante 78 JUZGADO LABORAL DEL CIRCUITO DE ENVIGADO, Sentencia proferida dentro de la demanda interpuesta por ROBEIRO ANTONIO MONTOYA VASQUEZ Y PEDRO GUSTAVO VALCARCEL solicite la admisión a un trámite concordatario y dicha solicitud resulte en la admisión a una liquidación obligatoria. La razón que nos asiste para no tener como válido este argumento es que no puede entenderse la imprevisibilidad del hecho constitutivo de la fuerza mayor a la que hace referencia la jurisprudencia, sin el verdadero contexto en el que ha sido expresada, puesto que se trata de la imprevisibilidad del hecho constitutivo y no en el resultado de ese hecho constitutivo, que sería el trámite concursal. Adicionalmente, no se presenta la temporalidad de las causas de la suspensión del contrato de trabajo, puesto que el trámite de liquidación obligatoria tiene una finalidad clara y definitiva, consistente no sólo en la realización de los activos para pagar a los acreedores de la deudora, sino también en la conclusión de todas las operaciones sociales extinguiendo a la entidad deudora, tal y como lo establece el artículo 199 de la Ley 222 en su inciso tercero79 al referirse a la terminación: “Copia de la providencia contra QUINTEX S.A. Art. 199. DECLARATORIA DE TERMINACION. 79 Efectuado el pago de los pasivos externo e interno, la Superintendencia de Sociedades declarará terminada la liquidación y ordenará el levantamiento de las medidas cautelares, si las hubiere. Cumplido lo anterior, se archivará el expediente, sin perjuicio de la responsabilidad penal que proceda contra el deudor, los administradores y el liquidador. Si quedaren créditos insolutos, después de agotados los bienes que conforman el patrimonio a liquidar, incluyendo el producto de las acciones de reintegración del patrimonio, la Superintendencia de Sociedades declarará terminado el trámite y ordenará archivar el expediente. Copia de la providencia se inscribirá en el registro mercantil o en el que corresponda y conllevará la extinción de la entidad deudora. se inscribirá en el registro mercantil o en el que corresponda y conllevará la extinción de la entidad deudora”. La Superintendencia de Sociedades ha expuesto mediante oficio número 220-42775 del 29 de julio de 1998, con ocasión de una consulta que resuelve el interrogante sobre la aplicabilidad del artículo 104 de la Ley 222 de 199580 a la liquidación obligatoria, que los contratos de trabajo no terminan por la incursión en dicha modalidad concursal: ‘‘No obstante lo expresado, no debe perderse de vista que la apertura de la liquidación obligatoria no comporta de manera automática la terminación de los contratos de trabajo, razón por la cual en cabeza del liquidador pesa la obligación de dar cumplimiento a todas y cada una de las disposiciones que regulan la relación laboral hasta tanto se ponga fin al vínculo, razón por la cual deberá asegurarse la prestación de los servicios de seguridad social con el pago de los aportes respectivos’’. No dudamos que la continuidad del vínculo laboral del administrador pareciera ser la consecuencia obvia de la separación, pero esto deja claro que no existe certeza 80 Art. 104. PRESTACION DE SERVICIOS PUBLICOS. Las personas o sociedades que presten servicios públicos domiciliarios o industriales al deudor, admitido o convocado a concordato, no podrán suspender la prestación de aquellos por causa de tener créditos insolutos a su favor. Si la prestación estuviere suspendida, estarán obligadas a restablecerla, so pena de responder por los perjuicios que se ocasionen. El valor de los nuevos sobre si dicha continuidad realmente se traduce en una suspensión, y teniendo en cuenta que la legislación laboral establece perentoriamente que las causales de la suspensión son taxativas, jurídicamente no hay consecuencia distinta a la continuidad del vínculo laboral con la plenitud de sus efectos. Concluimos entonces que la separación es una consecuencia directa de la apertura del trámite del concurso liquidatorio, en virtud de la cual los administradores no pueden realizar ninguna de sus funciones por encontrarse éstas asignadas al liquidador, sin que lo anterior obste para que el vínculo laboral de éstos con la sociedad fallida continúe con la totalidad de sus efectos. Finalmente, consideramos pertinente plantearnos un aspecto que ha surgido en la práctica de nuestra investigación: ¿De conformidad con el artículo 197 de la Ley 222 de 1995 son gastos de administración los salarios de los administradores separados? La ley no ha sido clara en la definición de los gastos de administración, por lo que se exige un trabajo interpretativo en este punto, que muchas veces puede influir en la prelación de créditos y en la determinación del momento del pago. servicios que se presten a partir de la apertura del concordato se pagarán como obligaciones postconcordatarias. La Superintendencia de Sociedades no ha establecido dentro del proceso liquidatorio un criterio claro al respecto; sin embargo, la Corte Constitucional se ha pronunciado indirectamente en los siguientes términos: ‘‘Ahora bien, si los activos de una empresa en liquidación resultan claramente insuficientes para cancelar las distintas acreencias -pre y postconcordatarias- y, adicionalmente, se trata de una empresa que ha asumido directamente la carga prestaciones y que, en parte debido a la negligencia de la autoridad de control, ha dejado de asegurar el pago de este crédito, lo cierto es que los recursos existentes deben destinarse, de manera prioritaria y exclusiva, a garantizar el pago de las mesadas pensionales de las personas de la tercera edad. La aplicación inflexible de la par conditio creditorum, así dentro de la primera clase se encuentren los pasivos pensionales actuales y futuros, no asegura la ‘protección especial’ que debe ofrecerse a los ancianos. La Superintendencia de Sociedades ante tal eventualidad, debe promover entre los pensionados los acuerdos necesarios a fin de que los créditos se ajusten proporcionalmente en relación con las sumas materialmente disponibles. Todo lo anterior, por supuesto, con excepción del pago de los recursos que sean estrictamente necesarios para continuar y finiquitar, prontamente, el trámite de la liquidación’.81 (La negrilla es nuestra). Nuestra definición de gastos de administración se apoya en esta interpretación jurisprudencial, que en concordancia con el artículo 222 del Código de Comercio82 81 CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T 458 de 1997. 82 Art. 222. Disuelta la sociedad se procederá de inmediato a su liquidación. En consecuencia, no podrá iniciar nuevas operaciones en desarrollo de su objeto y conservará su capacidad jurídica únicamente para los actos necesarios a la inmediata liquidación. Cualquier operación o acto ajeno a nos sugiere que no toda acreencia surgida con posterioridad a la apertura del trámite liquidatorio constituye gasto de administración. Es claro que el artículo 222 del Código de Comercio establece que la sociedad disuelta no puede iniciar nuevas operaciones en desarrollo de su objeto y que conservará su capacidad jurídica únicamente para los actos necesarios a la inmediata liquidación. Por lo tanto, los gastos necesarios para la inmediata liquidación sólo serían los de aquellos trabajadores estrictamente necesarios y que estén directamente relacionados con la liquidación. La jurisprudencia constitucional, en nuestro concepto, ha entendido claramente la especial protección otorgada por la Constitución Política a las personas de la tercera edad. En tal sentido, existen unas acreencias necesarias para que se pueda garantizar el pago de las que gozan de mayor prevalencia, de tal manera que los recursos destinados para continuar y finiquitar prontamente el trámite de la liquidación deben ser descargados con primacía frente a otras acreencias, so pena de originar mayores perjuicios para todos los acreedores. este fin, salvo los autorizados expresamente por la Ley, hará responsables frente a la sociedad, a los asociados y a terceros, en forma ilimitada y solidaria, al liquidador, y al revisor fiscal que no se hubiere opuesto. El nombre de la sociedad disuelta deberá adicionarse siempre con la expresión "en liquidación". Los encargados de realizarla responderán de los daños y perjuicios que se deriven por dicha omisión. Así las cosas, el pago de los salarios de los administradores separados no puede constituir gastos de administración, pues resulta obvio que no contribuyen a continuar y finiquitar prontamente el trámite de la liquidación, pues dichos administradores se encuentran separados de su actividad por disposición del Legislador, y por lo tanto no tienen ningún desempeño durante el trámite liquidatorio. Es decir, que para efectos del pago de salarios de los administradores debe concluirse que gozan de las prerrogativas de los créditos de primera clase pero no de la de los gastos de administración. Concluido lo anterior, consideramos que frente al grave efecto que puede tener la causación de los salarios de los administradores separados respecto de la masa liquidatoria, se necesario plantear en este trabajo una solución, la cual constituye nuestro siguiente punto de estudio. 3.3.2.3. Soluciones propuestas frente a la separación establecida en el numeral primero del artículo 151 de la Ley 222 de 1995 3.3.2.3.1. Propuesta de solución en el sistema financiero para un fenómeno similar En la Ley 510 del 3 de agosto de 1999, en virtud de la cual se dictan normas en relación con el sistema financiero y asegurador, el mercado público de valores, las Superintendencias Bancaria y de Valores, se reguló ‘‘la toma de posesión’’, la cual tiene en la práctica respecto de los administradores de entidades financieras características muy similares a la separación generada por la apertura del trámite de liquidación obligatoria de una sociedad comercial, adoptando una solución clara frente a los administradores y el órgano de fiscalización, lo cual demuestra la viabilidad de la regulación que más adelante propondremos. Dicha solución se ve reflejada en el parágrafo del artículo 22 de mencionada Ley, en el que se modifica el artículo 116 del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, que a su tenor reza: ‘‘La toma de posesión conlleva: Parágrafo. La separación de los administradores y del revisor fiscal por causa de la toma de posesión, al momento de la misma o posteriormente, da lugar a la terminación del contrato de trabajo por justa causa y por ello no generará indemnización alguna’’. En nuestro concepto la razonabilidad que conllevan a la separación de los administradores de la entidad financiera es la misma que lleva a la separación de los administradores de la sociedad fallida, pues, se busca impedir que los administradores sigan ejecutando su gestión, para que sea un agente del estado en procura de la protección del orden público económico quien administre la compañía. Por eso estimamos como valioso el aporte dado por la Ley 510 de 1999, puesto que obedece a una razonabilidad según la cual frente a la crisis de una entidad se hace necesario tomar obvias medidas de conservación que eviten un aumento de su estado o lo perpetúen, de manera que una de ellas sea no solo la separación de los administradores, sino también la modificación de sus vínculos laborales para que no se agrave la situación patrimonial del ente económico. Como se aprecia en el texto citado, la toma de posesión genera una consecuencia más gravosa y radical para los administradores de la compañía como es la terminación del contrato de trabajo, aspecto que no puede inferirse de la regulación de la liquidación obligatoria, por lo cual es imprescindible un pronunciamiento por vía legal o reglamentaria respecto de la relación laboral del administrador de la sociedad mercantil en crisis, en el cual se asuma una razonabilidad similar a la de las normas financiera que evite el detrimento de los activos de la sociedad en concurso liquidatorio. 3.3.2.3.2. Solución adoptada en el derecho concursal argentino Los tratadistas Bonfanti y Garrone83 mencionan una solución adoptada en la ley 19.551 llamada “Ley de Concursos Mercantiles”, la cual es aplicable desde el 1º de julio de 1972 en la República de Argentina. El artículo 186 de esa ley consagra lo siguiente: ‘‘Art. 186- La quiebra no produce la disolución del contrato de trabajo, sino su suspensión de pleno derecho por el término de setenta días corridos. Vencido ese plazo sin que se hubiera decidido la continuación de la empresa, el contrato queda disuelto y los créditos que deriven de él se pueden verificar conforme con lo dispuesto en los artículos 265, inciso 4 y 270, inciso 1. Si dentro de ese término se decide la continuación de la explotación, el contrato de trabajo se reanuda de inmediato. Aun cuando no se reinicie efectivamente la labor, los dependientes tienen derecho a percibir sus haberes’’. Los autores realizan, a propósito de esta norma, comentarios sobre la postura de García Martínez R., adoptada en un escrito llamado Efectos de la quiebra sobre el contrato de trabajo, en el que expresa lo siguiente: ‘‘Estudiando el art. 186 L.C., el autor la considera como un caso de suspensión especial, instituto distinto al de la suspensión por falta de trabajo o por fuerza mayor. La diferencia es correcta, en cuanto trasunta la importancia de la quiebra, como ‘leit motiv’ de todo lo que ocurre en su derredor. Pero no se exagere una situación económica que la ley constata y fija judicialmente, frente a otras, también fácticas que determinan la suspensión. Hay una diferencia de intensidad, no de entidad. No se olvide que la cesación de pagos es un ‘estado’, es decir, una resultante de situaciones múltiples que desembocan en esa impotencia patrimonial del deudor que pueden llevarlo a la quiebra. 83 BONFANTI Y GARRONE, Concursos y Quiebra. Abeledo-Perrot. Tercera edición. 1983. Buenos Aires. p. 585. Está bien, a nuestro entender, el criterio adoptado por el autor en el sentido que la suspensión del contrato de trabajo, por quiebra, no es acumulable a las otras suspensiones; pero consideramos que la razón última de esa no-acumulación reside en la excepcionalidad de la continuación de la empresa, que perdería vigencia y sentido si no fuera apoyada en su verdadera dimensión de medida extrema. Tampoco estamos de acuerdo con el comentario citado cuando, luego de una objetable remisión causalista (causa inmediata: la ley, causa mediata: la falencia; pasando por alto toda esa compleja interacción entre hecho económico y las relaciones jurídicas preexistentes por una parte y la quiebra, por la otra, sobre la cual hemos insistido, quizá fatigosamente, en el curso de este libro) el autor pretende preordenar la suspensión laboral en función de la calificación de conducta del fallido. Con independencia de lo que estimamos como disminución del sentido jurídico realista del legislador nacional de 1972, en torno a esta calificación rechazamos, de plano, que la misma pueda ser utilizada como determinante de la suspensión del trabajo, por quiebra. El instituto suspensivo deriva, pura y exclusivamente, de la continuación de la empresa, y la objetividad de ésta es la que impulsa a la continuación’’. De lo anterior se colige que si bien en la legislación argentina la suspensión obedece a un modo especial distinto de la suspensión por fuerza mayor, ésta se origina en un hecho económico, en un estado. Por esto, a pesar de que la quiebra es el motivo de la suspensión en Argentina, se concluye que también otros hechos similares podrían generar la misma consecuencia en ese país, dejando entrever que se produce dicha suspensión por el acaecimiento del estado de crisis y la posibilidad de continuación de la empresa, o de lo contrario la consecuencia de los hechos económicos sería la terminación de los contratos laborales. Por lo tanto, si otros hechos similares generan la suspensión, la liquidación obligatoria regulada por la Ley 222 de 1995 también podría generar la suspensión, más aún si consideramos que aunque no se previó expresamente, sí hace parte del espíritu de la ley al consagrar la posibilidad de un acuerdo concordatario dentro de la liquidación obligatoria. 3.3.2.3.3. Nuestra propuesta de solución 3.3.2.3.3.1. Aspectos preliminares Como lo manifestamos, en la práctica el vacío legal existente sobre la separación y la relación laboral de los administradores ha generado diversos inconvenientes, los cuales, en nuestro concepto, debieron ser previstos por el Legislador, que aunque se presume sabio, en estos eventos se destacó por la ausencia de previsión. Por esto creemos que sería benéfica una reforma legislativa en este importante punto o por lo menos una reglamentación de las normas que regulan el fenómeno. Consideramos que es clara la necesidad de regulación no sólo de la situación de los administradores sino también de los trabajadores de la concursada, los cuales podrían verse envueltos en la misma problemática, inclusive con mayores consecuencias negativas, si se tiene en cuenta que el pago de sus salarios y prestaciones sin contraprestación generan un detrimento en el activo, lo cual afecta el pago de sus acreencias más importantes, que usualmente son las causadas con anterioridad al trámite concursal. Por estas razones queremos plantear en este trabajo investigativo una propuesta concreta que sirva para solucionar la discusión jurídica, aportando consecuencias que efectivamente se traduzcan en la práctica. Nuestra propuesta será de reglamentación, aunque bien podría tratarse de una reforma legislativa, la cual de conformidad con el análisis de la potestad reglamentaría que elaboraremos a continuación consideramos más conveniente. No obstante lo anterior, para lograr una mayor comprensión pedagógica realizaremos a modo de ejemplo un Decreto Reglamentario producto de nuestro análisis, a fin de que una futura regulación se oriente en ese sentido. Como lo manifestamos en el párrafo anterior encontramos de gran importancia la definición de los límites de la potestad reglamentaria para efectos de establecer como solución al problema planteado la posibilidad de reglamentación de la Ley 222 de 1995 y del Código Sustantivo del Trabajo mediante un Decreto Reglamentario conjunto entre el Ministerio de Desarrollo Económico y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, para lo cual transcribiremos algunos apartes de jurisprudencias que aclaran este tema. La sección segunda de la sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, mediante auto de febrero 27 de 1984 en algunos apartes, establece: ‘‘El decreto reglamentario, cuyo sustento y marco de validez es la ley, tiene como función exclusiva proveer la adecuada ejecución de los mandatos del Legislador, determinando aquellos aspectos o detalles que aquél no consideró necesario regular por no ser de carácter sustancial o escapar a las fórmulas sintéticas, pero conceptualmente densas y comprensivas, de una regla de derecho de esa categoría. El decreto reglamentario aporta entonces los detalles, los pormenores de la ejecución o aplicación de la ley; hace explícito lo implícito en ella, facilita su entendimiento o comprensión; es decir, convierte en reglas expresas lo que está implícito en la ley, lo que es de su esencia, de su espíritu. Pero no más. No es posible que el reglamento contenga reglas que sólo puede dictar el Legislador, o sea, regular lo que es materia propia de la potestad de él por cuanto no puede ser objeto sino de una ‘declaración de la voluntad soberana’, como se lee en el artículo 4º del Código Civil. No puede entonces el reglamento modificar la ley, ni adicionarla o ampliarla, ni restringirla o recortarla en su esencia o sustancia; en fin, no puede desbordar los límites de la potestad reglamentaria en virtud de la cual se dicta, pues estaría no sólo violando la ley sino también la Constitución Nacional que al otorgar ese poder lo limitó. En suma, el reglamento es un desarrollo de la ley y sus alcances se mantienen esencialmente dentro de los límites de ella’’. Igualmente, esa misma Sala, mediante sentencia del 23 de noviembre de 1984, define los límites de la potestad reglamentaria: ‘‘Ahora bien, el Gobierno en su labor reglamentaria puede y debe desarrollar tanto lo que está expreso en la ley como lo que va implícito en ella, en condiciones tales que el reglamento no debe acomodarse exclusivamente a la expresión literal de la norma, puesto que si esa apenas fuera su función, implicaría una simple reproducción de ella. Por consiguiente es necesario, como lo ha explicado el Consejo de Estado, que el Gobierno al hacer uso de la potestad reglamentaria desentrañe el contenido implícito, el sentido mismo, la finalidad específica de la ley que reglamenta, actuando con cierta desenvoltura y agilidad, lógicamente que teniendo siempre en cuenta la prohibición de no rebasar ni la letra, ni la intención, ni la materia intrínseca ni los mismos fines de ella. Es indudable, se ha dicho, que una simple copia literal de la ley que reglamenta, es la negación misma de la facultad reglamentaria y su utilidad práctica también sería totalmente negativa’’. El tratadista Jaime Vidal Perdomo84 expresa acerca de los límites de la potestad reglamentaria en materias judiciales, y en especial sobre la reglamentación de códigos, lo siguiente: ‘‘La jurisprudencia del Consejo de Estado de Colombia entendió la potestad reglamentaria con estas limitaciones respecto de las leyes que se dirigen hacia la órbita judicial, pero indicando, no obstante, que todas las leyes, inclusive códigos normalmente librados a la interpretación judicial, podían ser reglamentadas si envolvían la necesidad de ser desarrolladas para ser puestas en práctica por los equipos administrativos’’. De las providencias transcritas se infiere que la facultad reglamentaria constituye un instrumento otorgado al Poder Ejecutivo, que permite una adecuada ejecución de las disposiciones legales, de tal manera que hace explícito lo implícito en ellas. A su vez, los reglamentos no pueden exceder la intención, la materia ni los fines establecidos por el Legislador y al mismo tiempo no deben convertirse en una simple copia de la ley, por lo cual el efecto de la regulación que proponemos no busca nada distinto a hacer ejecutable y explícita la compatibilidad de una norma comercial como el artículo 151 de la Ley 222 de 1995, y el artículo 51 del Código Sustantivo del Trabajo. Ahora bien, como se puede observar, es más estable el planteamiento de una reforma legislativa, la cual gozaría de gran sencillez puesto que bastaría con incluir la liquidación obligatoria como causal de suspensión de los contratos de trabajo, establecida en el artículo 51 del Código Sustantivo del Trabajo. 84 VIDAL, Perdomo Jaime. Derecho Administrativo. Décima Edición. Bogotá. 1994. p. 19. Por esto, como quiera que no se hace imposible una reglamentación, y que ésta puede brindar mayor ilustración en el sentido sobre el cual queremos plantear nuestra solución al problema estudiado, a realizaremos continuación dos propuestas reglamentarias, con dos artículos cada una, para finalizar con una propuesta definitiva. 3.3.2.3.3.2. Primera propuesta Frente a la separación de los administradores de las sociedades en liquidación obligatoria, estimamos que para llegar a establecer con certeza mediante un fundamento normativo la suspensión de los contratos, se hace necesario reglamentar el artículo 151 de la Ley 222 de 1995, en especial su primer numeral, puesto que la ley únicamente en este caso habló de la separación de los administradores y no previó las consecuencias de dicha separación. Artículo a reglamentar: ‘‘Art. 151- La apertura del trámite liquidatorio implica: 1. La separación de los administradores de la entidad deudora, en los casos previstos en la presente ley’’. Reglamentaciones iniciales propuestas: Artículo 1. La separación de los administradores de la entidad deudora establecida en el numeral primero del artículo 151 de la Ley 222 de 1995 constituye caso fortuito o fuerza mayor que suspende los contratos de trabajo celebrados por la deudora. Artículo 1. La separación de los administradores de la entidad deudora establecida en el numeral primero del artículo 151 de la Ley 222 de 1995 se produce con la providencia que decreta la apertura del trámite de liquidación obligatoria, la cual constituye orden de autoridad competente. 3.3.2.3.3.3. Segunda propuesta Frente a la totalidad de los trabajadores de la deudora (incluyendo a los administradores), consideramos que es el numeral primero del artículo 51 del Código Sustantivo de Trabajo la norma que se debe reglamentar para efectos de establecer claramente la suspensión de los contratos de trabajo celebrados por la deudora. Artículo a reglamentar: Art. 51- El contrato de trabajo se suspende: 1. Por fuerza mayor o caso fortuito que temporalmente impida su ejecución. Reglamentaciones iniciales propuestas: Artículo 1. La apertura del trámite de liquidación obligatoria establecida en la Ley 222 de 1995 constituye fuerza mayor o caso fortuito que suspende los contratos de trabajo celebrados por la deudora. Artículo 1. La providencia que decreta la apertura del trámite de liquidación obligatoria establecida en el Título II, Capítulo III de la Ley 222 de 1995 constituye orden de autoridad competente. 3.3.2.3.3.4. Propuesta final de decreto reglamentario EXPOSICIÓN DE MOTIVOS El objeto de la liquidación obligatoria regulada por la Ley 222 de 1995 es la realización de los bienes del deudor para atender en forma ordenada el pago de las obligaciones a su cargo. Así las cosas, la consecuencia obvia de dicho trámite es la limitación del objeto social de la concursada, la cual únicamente podrá realizar aquellas operaciones relacionadas con el objeto de la liquidación, por lo que el tratamiento que se dé a los contratos de trabajo celebrados para el normal desarrollo de su objeto social debe ser coherente con la consecuencia anterior. Es claro, entonces, que muchas relaciones laborales carecen de objeto una vez se dé inicio el trámite liquidatorio, como consecuencia de la cual cesa de hecho la prestación del servicio por parte de tales trabajadores, por lo tanto su remuneración origina un deterioro injustificado del activo, que en el ámbito práctico afecta el pago de todas las acreencias, inclusive de aquellas con prerrogativas constitucionales, como las de los pensionados. Por tal razón se hace necesaria la suspensión de los contratos de trabajo de aquellos trabajadores que no presentan ningún servicio al trámite concursal, cuya continuidad contribuye a la inseguridad jurídica de las relaciones laborales de la concursada y a un mayor costo social de la liquidación. PROYECTO DE DECRETO Por medio del cual se reglamenta el numeral primero del artículo 51 del Código Sustantivo del Trabajo. El presidente de la República de Colombia, en uso de sus facultades constitucionales y legales y en especial de las conferidas en el numeral 11 del artículo 189 de la Constitución Política, DECRETA: Artículo 1º . La apertura del trámite de liquidación obligatoria establecida en la Ley 222 de 1995 constituye fuerza mayor o caso fortuito que suspende los contratos de trabajo celebrados por la deudora, cuyo objeto no sea acorde con los fines del proceso liquidatorio, según calificación que deberá efectuar la Superintendencia de Sociedades. Parágrafo: Para los fines de esta norma, el liquidador de la empresa deudora, en su calidad de representante legal de la misma y de auxiliar de la justicia, deberá señalar cuáles relaciones laborales cumplen con los fines del proceso liquidatorio y, en consecuencia, no deben ser suspendidas. Publíquese, comuníquese y cúmplase Dado en Santa Fe de Bogotá, D.C.. ANDRÉS PASTRANA ARANGO Ministro de Trabajo y Seguridad Social, HERNANDO YEPES ARCILA 3.3.3. Continuidad del órgano de fiscalización Consideramos que este órgano conserva absolutamente la totalidad de sus funciones, lo cual también es expresado por la Superintendencia de Sociedades mediante la Circular Externa 011 del 22 de julio de 1997 en los términos que a continuación se transcriben: ‘‘En las sociedades que adelanten procesos liquidatorios y que de acuerdo con la ley o los estatutos estén obligadas a tener revisor fiscal, éste continuará con las funciones inherentes a su cargo. En el evento de que el revisor fiscal presente renuncia al cargo, previamente a la aceptación de la misma, deberá rendir informe y dictamen de acuerdo con los parámetros exigidos en el procedimiento Nº 7 del Consejo Técnico de Contaduría Pública, relacionado con la labor realizada sobre los estados financieros, cortados a un mes de anterioridad respecto de la fecha de presentación de su renuncia. El liquidador deberá convocar al órgano competente para considerar la renuncia y proceder de inmediato a designar a su reemplazo’’. Como lo manifestamos anteriormente, el parágrafo del artículo 154 de la Ley 22285 de 1995 sólo se explica desde la continuidad del órgano de fiscalización, pero las 85 Art. 154. COMPETENCIA. La Superintendencia de Sociedades en cualquier etapa del trámite liquidatorio, de oficio o a solicitud de cualquier acreedor, o del liquidador, decretará la remoción y la inhabilidad, cuando encuentre demostradas cualquiera de las causales previstas en esta ley. razones anteriores no bastan para afirmar la continuidad del órgano de fiscalización, pues al parecer la junta asesora asumiría, de conformidad con el artículo 178 de la Ley 222 de 199586, algunas funciones de fiscalización, como quiera que dicho Ejecutoriada la providencia, se inscribirá en el registro mercantil o cualquier otro que corresponda. La entidad que inscriba la inhabilidad deberá hacerla conocer de las demás oficinas de igual naturaleza, existentes en el país. Parágrafo. Sin perjuicio de las funciones que le corresponden al liquidador, y en la providencia que ordene la remoción, la Superintendencia convocará al órgano social encargado de efectuar la designación, para que proceda a nombrar a quien haya de reemplazar al removido y se aplicarán las disposiciones que al efecto se establece en el trámite del concordato. 86 Art. 178. FUNCIONES. La junta tendrá como atribución general la de asesorar y fiscalizar la gestión del liquidador, y en consecuencia se le atribuyen las siguientes funciones: 1. Disponer el avalúo de los bienes que constituyen el patrimonio a liquidar, cuantas veces ello sea necesario y nombrar los peritos que deban efectuarlo, así como su remuneración. 2. Autorizar los términos y condiciones en que deba llevarse a cabo toda enajenación de activos. 3. Autorizar al liquidador para enajenar los bienes muebles o mercancías que se encuentren en estado de deterioro o de las cuales se tema razonablemente que lleguen a deteriorarse o perecer. 4. Requerir al liquidador para que dé cuenta de las negociaciones realizadas sobre bienes consumibles del deudor. 5. Revisar previamente las cuentas presentadas por el liquidador, para lo cual podrá hacer las observaciones y objeciones que considere pertinentes; 6. Solicitar al liquidador, cuando lo considere oportuno la presentación de los estados financieros; 7. Solicitar a la Superintendencia de Sociedades, el decreto, práctica y levantamiento de medidas cautelares. 8. Solicitar a la Superintendencia de Sociedades autorización para efectuar pago a acreedores, antes de la providencia de calificación y graduación de créditos. 9. Asesorar al liquidador, cuando éste se lo solicite, en cuestiones relacionadas con su gestión. 10. Requerir al liquidador para que presente las cuentas comprobadas de su gestión, de acuerdo con lo previsto en esta ley, o cuando lo considere necesario; 11. Solicitar la remoción del liquidador 12. Dar concepto previo favorable o desfavorable, al liquidador sobre la entrega de bienes que no forman parte de los activos patrimoniales liquidables, en atención al reclamo que hagan terceras personas. 13. Citar al liquidador por lo menos con tres días comunes de antelación, indicando los temas que se vayan a tratar. 14. Verificar el inventario que de los activos patrimoniales a liquidar, elabore el liquidador, antes de ser sometido a la aprobación de la Superintendencia de Sociedades. 15. Autorizar el castigo contable de partidas que conformen los activos, de acuerdo con la situación real de los mismos y a las disposiciones legales vigentes sobre la materia. 16. Disponer la constitución de una reserva adecuada, para atender el pago oportuno de las obligaciones condicionales o sujetas a litigio. Dicha reserva se invertirá en forma que asegure su conservación y rendimiento. 17. Todas las demás previstas en esta u otras leyes, tratados o convenios internacionales. artículo establece que ”la junta tendrá como atribución general la de asesorar y fiscalizar la gestión del liquidador” (… ). Por esto se debe examinar: Si realmente la junta asesora del liquidador tiene facultades de fiscalización y si el alcance de dicha fiscalización incidiría al menos respecto de las facultades que el revisor fiscal posee frente a los administradores de la sociedad concursada. Para responder a lo anterior, consideramos, al igual que Narváez, que el concepto de administración y fiscalización no deben confundirse puesto que si se tratara de un control anterior o previo de la actividad no se estaría realizando una fiscalización sino una coadministración, lo cual ocurre con la junta asesora; por esto creemos que se le han atribuido funciones de coadministrador y no las del órgano de fiscalización. De otro lado, se presenta claramente una diferencia entre el órgano de fiscalización y la junta asesora del liquidador, pues ésta tiene la naturaleza de administrador ya que puede intervenir directamente y de manera coetánea sobre la gestión del liquidador, mientras que aquél solamente puede realizar un control posterior, haciendo conocer a los interesados los actos irregulares para que éstos obren como lo estimen conducente, rectificándolos o salvando su responsabilidad personal. Realizadas las anteriores aclaraciones, procederemos a examinar cada una de las funciones del revisor fiscal, partiendo del enfoque que de dichas funciones ha realizado Narváez, para determinar si desaparecieron o no los supuestos de hecho que llevan a imponer la fiscalización de las sociedades por medio de un órgano específico dentro del trámite de la liquidación obligatoria. En cuanto a las funciones cuya finalidad es asegurar el funcionamiento regular de la sociedad, consideramos que no han desaparecido los supuestos por los cuales el Legislador ha querido ejercer un control de fiscalización privada. Puesto que la actividad administrativa no ha desaparecido durante el trámite liquidatorio, sino que ha cambiado de titulares, se encuentran el liquidador y el órgano social supremo obligados a las normas estatutarias y legales bajo el entendido de que la sociedad está en estado de liquidación, lo cual no obsta para que la Revisoría Fiscal ejerza un control sobre ese nuevo administrador y sobre la asamblea o junta de socios en búsqueda de un funcionamiento conforme a ese estado de liquidación. Por otra parte, una de las características del órgano de fiscalización es su permanencia en virtud de la cual, cometido un acto irregular, este órgano debe hacerlo conocer a los interesados para que éstos obren como lo estimen conducente, rectificándolo o salvando su responsabilidad personal, de manera que se permita la instauración de las acciones de responsabilidad contra los administradores. Por lo anterior, claramente esta facultad debe seguirse ejecutando respecto del liquidador, ya que la entidad deudora podrá hacer uso de la acción consagrada en el artículo 167 de la Ley 222 de 199587, y tratándose de un administrador anterior podrá la 87 Art. 167. RESPONSABILIDAD sociedad ejercer la acción establecida en el artículo 2588. de la Ley ibídem, mientras que los socios en ese evento pueden ejercer la acción consagrada en el artículo 206 de la mencionada ley89. . El liquidador responderá al deudor, a los asociados, acreedores y terceros, y si fuere del caso a la entidad deudora, por el patrimonio que recibe para liquidar, razón por la cual, para todos los efectos legales, los bienes inventariados y el avalúo de los mismos realizado conforme a las normas previstas, determinarán los límites de su responsabilidad. De la misma manera, responderá de los perjuicios que por violación o negligencia en el cumplimiento de sus deberes cause a las mencionadas personas. Las acciones contra el liquidador caducarán en un término de cinco años, contados a partir de la cesación de sus funciones, y se promoverán ante la justicia ordinaria de conformidad con las disposiciones legales vigentes. 88 Art. 25. ACCION SOCIAL DE RESPONSABILIDAD. La acción social de responsabilidad contra los administradores corresponde a la compañía, previa decisión de la asamblea general o de la junta de socios, que podrá ser adoptada aunque no conste en el orden del día. En este caso, la convocatoria podrá realizarse por un número de socios que represente por lo menos el veinte por ciento de las acciones, cuotas o partes de interés en que se halle dividido el capital social. La decisión se tomará por la mitad más una de las acciones, cuotas o partes de interés representadas en la reunión e implicará la remoción del administrador. Sin embargo, cuando adoptada la decisión por la asamblea o junta de socios, no se inicie la acción social de responsabilidad dentro de los tres meses siguientes, ésta podrá ser ejercida por cualquier administrador, el revisor fiscal o por cualquiera de los socios en interés de la sociedad. En este caso los acreedores que representen por lo menos el cincuenta por ciento del pasivo externo de la sociedad, podrán ejercer la acción social siempre y cuando el patrimonio de la sociedad no sea suficiente para satisfacer sus créditos. Lo dispuesto en este artículo se entenderá sin perjuicio de los derechos individuales que correspondan a los socios y a terceros. 89 Art. 206. DE LOS ADMINISTRADORES. Cuando los bienes de la liquidación sean insuficientes para solucionar el pasivo externo, y el pago se hubiere entorpecido por las acciones u omisiones de los administradores de la entidad deudora, éstos responderán solidariamente por los daños y perjuicios que hubieren ocasionado a los socios y a terceros. En cuanto a las funciones que buscan custodiar y conservar el patrimonio social, en virtud de las cuales el revisor fiscal inspecciona los bienes de la sociedad exigiendo las medidas conservativas para preservar su integridad, consideramos que continúan en cabeza del revisor fiscal, puesto que es en el momento de la liquidación en el cual el estado y el valor de los activos son más importantes. Es así como el revisor fiscal puede denunciar ante los socios, el juez del concurso y la junta asesora la omisión por parte del administrador de actos necesarios para la conservación del activo liquidable, a fin de que se tomen las medidas necesarias. Debe tenerse en cuenta que en el evento en que los activos se tornen insuficientes para el pago del pasivo externo, podrían responder los socios con su patrimonio si se trata de una sociedad colectiva, o perderían sus aportes si se trata de otro tipo social, razón por la cual se justifica que, con base en las anteriores funciones del revisor fiscal, los socios puedan ejercer una fiscalización por medio de un órgano privado que garantice sus intereses. Acerca de las funciones cuya finalidad es que la sociedad cumpla a cabalidad los deberes propios de todo empresario -en virtud de las cuales el revisor fiscal vela por que se lleve el registro mercantil, se conserve la correspondencia y documentos de las actividades mercantiles, se informe a los administradores de los actos de competencia desleal y sobre el estado de cesación de pagos en que pueda caer la sociedad e igualmente exige que la contabilidad se ajuste a la ley-, consideramos que durante la liquidación obligatoria continúan dichas funciones radicadas en él como órgano de fiscalización, pues el trámite del concurso liquidatorio no impide que la sociedad como comerciante deba cumplir con sus principales obligaciones mercantiles. Ahora bien, cuando se trata de una liquidación, como lo hemos visto, su objeto se encuentra restringido a los actos directamente relacionados con ella, siendo éste el marco sobre el cual se deben adelantar las actividades de la concursada, por lo que se debe discernir que actos dentro de dicha restricción del objeto pueden constituir competencia desleal, ya que en muchos eventos la sociedad fallida, en búsqueda de la conclusión de su objeto y con el fin de evitar el deterioro del activo liquidable, así como de sufragar los gastos de la liquidación, realiza actos de comercio o celebra contratos de maquila que podrían configurar competencia desleal90. 90 La Superintendencia de Sociedades ha expresado claramente que la sociedad en liquidación obligatoria tiene la posibilidad jurídica de continuar desarrollando su objeto social en condiciones y para los efectos del trámite de la liquidación obligatoria: “1. Si bien uno de los efectos principales de la apertura del trámite liquidatorio consiste en la disolución de la persona jurídica concursada, esto no implica per se la inexorable muerte jurídica que la inhabilite para procurar la continuación en el desarrollo del objeto social. Es así que, atendiendo las modernas orientaciones concursales, el Legislador colombiano previó la posibilidad de enervar la causal de disolución dentro del trámite liquidatorio. 2. En consecuencia, la sociedad convocada a concurso liquidatorio está en la posibilidad jurídica de continuar desarrollando su objeto social en condiciones y para los efectos que demande el objeto sustancial del trámite liquidatorio, cual es la realización de los bienes para atender en forma ordenada el pago de las obligaciones a su cargo. 3. Para el caso que nos ocupa, este despacho estima que en nada se opone al trámite de la liquidación obligatoria el hecho de ejecutar el contrato de maquila proyectado entre la sociedad y el operador interesado, previo el necesario análisis de viabilidad técnica, comercial, operativa y financiera del mismo, para determinar su conveniencia, el que en nuestro concepto, se encuentra seriamente elaborado. 4. En todo caso, insistimos, no se puede perder de vista la vocación original del trámite liquidatorio hacia la realización de los bienes del deudor para proveer el pago de sus obligaciones. En el En cuanto a la facultad de informar el estado de cesación de pagos, resulta por contera que el revisor fiscal no tiene tal atribución como quiera que la sociedad, al encontrarse en un trámite concursal, se vio abocada a una crisis económica, que las más de las veces implica una cesión de pagos. Respecto a las funciones referentes a los estados financieros, en virtud de las cuales el revisor fiscal, de conformidad con el artículo 207 del Código de Comercio, debe autorizar con su firma los balances y rendir un dictamen que cumpla con lo establecido por el Legislador en los artículos 208 y 209 del mismo Código91, entendido de que resulte imperioso mantener activas las plantas para con ello prevenir su deterioro y pérdida de valor , constituye un criterio justificativo para la ejecución del mencionado contrato de maquila, pero ello no impide que, por alguna circunstancia, resulte imposible su ejecución o darlo por terminado si resultara inconveniente (Oficio 440-42471 de julio 31 de 1997). 91 Art. 207. Son funciones del revisor fiscal: 1. Cerciorarse de que las operaciones que se celebren o cumplan por cuenta de la sociedad se ajustan a las prescripciones de los estatutos, a las decisiones de la asamblea general y de la junta directiva; 2. Dar oportuna cuenta, por escrito, a la asamblea o junta de socios, a la junta directiva o al gerente, según los casos, de las irregularidades que ocurran en el funcionamiento de la sociedad y en el desarrollo de sus negocios; 3. Colaborar con las entidades gubernamentales que ejerzan la inspección y vigilancia de las compañías, y rendirles los informes a que haya lugar o le sean solicitados; 4. Velar por que se lleven regularmente la contabilidad de la sociedad y las actas de las reuniones de la asamblea, de la junta de socios y de la junta directiva, y porque se conserven debidamente la correspondencia de la sociedad y los comprobantes de las cuentas, impartiendo las instrucciones necesarias para tales fines; 5. Inspeccionar asiduamente los bienes de la sociedad y procurar que se tomen oportunamente las medidas de conservación o seguridad de los mismos y de los que ella tenga en custodia a cualquier otro título; 6. Impartir las instrucciones, practicar las inspecciones y solicitar los informes que sean necesarios para establecer un control permanente sobre los valores sociales; 7. Autorizar con su firma cualquier balance que se haga, con su dictamen o informe correspondiente; 8. Convocar a la asamblea o a la junta de socios a reuniones extraordinarias cuando lo juzgue necesario, y 9. Cumplir las demás atribuciones que le señalen las leyes o los estatutos y las que, siendo compatibles con las anteriores, le encomiende la asamblea o junta de socios. consideramos que dicha función se encuentra establecida de manera específica para la liquidación obligatoria, por cuanto se consagró por parte del Legislador en el último inciso del artículo 168 de la Ley 222 de 1995 una disposición que al referirse a la rendición de cuentas comprobadas de la gestión que debe realizar el liquidador establece: Los estados mencionados en este artículo serán certificados por el liquidador, un contador público y el revisor fiscal, si lo hubiere, y se prepararán y presentarán de acuerdo con las normas reglamentarias’’. (La negrilla es nuestra). Parágrafo.- En las sociedades en que sea meramente potestativo el cargo del revisor fiscal, éste ejercerá las funciones que expresamente le señalen los estatutos o las juntas de socios, con el voto requerido para la creación del cargo; a falta de estipulación expresa de los estatutos y de instrucciones concretas de la junta de socios o asamblea general, ejercerá las funciones indicadas en este artículo. No obstante, si no es contador público, no podrá autorizar con su firma balances generales, ni dictaminar sobre ellos. Art. 208. El dictamen o informes del revisor fiscal sobre los balances generales deberá expresar, por lo menos: 1. Si ha obtenido las informaciones necesarias para cumplir sus funciones; 2. Si en el curso de la revisión se han seguido los procedimientos aconsejados por la técnica de la interventoría de cuentas; 3. Si en su concepto la contabilidad se lleva conforme a las normas legales y a la técnica contable, y si las operaciones registradas se ajustan a los estatutos y a las decisiones de la asamblea o junta directiva, en su caso; 4. Si el balance y el estado de pérdidas y ganancias han sido tomados fielmente de los libros; y si en su opinión el primero presenta en forma fidedigna, de acuerdo con las normas de contabilidad generalmente aceptadas, la respectiva situación financiera al terminar el período revisado, y el segundo refleja el resultado de las operaciones en dicho período, y 5. Las reservas o salvedades que tenga sobre la fidelidad de los estados financieros. Art. 209. El informe del revisor fiscal a la asamblea o junta de socios deberá expresar: 1. Si los actos de los administradores de la sociedad se ajustan a los estatutos y a las órdenes o instrucciones de la asamblea o junta de socios; 2. Si la correspondencia, los comprobantes de las cuentas y los libros de actas de registro de acciones, en su caso, se llevan y se conservan debidamente, y 3. Si hay y son adecuadas las medidas de control interno, de conservación y custodia de los bienes de la sociedad o de terceros que estén en poder de la compañía. El revisor fiscal debe certificar los estados de la liquidación, así como los estados financieros, para que se entiendan rendidas las cuentas por parte del liquidador, adicionalmente certifica los estados financieros que se presentan de manera informativa al máximo órganos social, motivo por el cual el órgano de fiscalización tiene funciones específicas frente a la liquidación, que dejan entrever la continuidad de éste en la liquidación obligatoria. En lo referente a las funciones previstas en el numeral tercero del artículo 207 en virtud de las cuales se establece el nexo que facilita la cooperación entre la fiscalización privada y la fiscalización administrativa, consagrando que el revisor fiscal debe prestar su colaboración “y rendirles los informes a que haya lugar o le sean solicitados”, creemos que es clara la necesidad del ejercicio de estas funciones de colaboración durante el trámite de la liquidación obligatoria, puesto que es indudable que el órgano de fiscalización debe prestar su colaboración al juez del concurso, máxime si se tiene en cuenta que el organismo de control se encuentra dotado de jurisdicción en virtud de la cual podrá aplicar los poderes disciplinarios establecidos en el artículo 39 del Código de Procedimiento Civil. En consecuencia, el órgano de fiscalización tiene otro fundamento legal que nos permite dilucidar su continuación durante el concurso liquidatorio. Como lo hemos expuesto existen supuestos de hecho que determinan la necesidad de la existencia del órgano de fiscalización durante la liquidación obligatoria. No obstante lo anterior, es necesario determinar si dicha continuidad se presenta cuando el revisor fiscal renuncia durante el trámite liquidatorio, puesto que la renuncia no es el mismo evento que regula el parágrafo del artículo 154 de la Ley 222 de 199592, porque dicha norma habla de la remoción y no de la renuncia. Frente a la renuncia, queremos esbozar el que consideramos el argumento más contundente para establecer la continuidad del órgano de fiscalización durante el trámite de la liquidación obligatoria, consistente en que dicho órgano tiene su origen en la ley de donde emanan sus funciones, las cuales no pueden ser reducidas o abolidas por los estatutos o por el órgano supremo de la sociedad. De forma tal que siendo su control permanente y su origen legal, no puede prescindirse de él durante el trámite liquidatorio cuando el Legislador o los asociados lo exigen como imprescindible para una sociedad mercantil. Por lo anterior, en caso de renuncia del revisor fiscal durante la liquidación obligatoria, si se trata de una sociedad incluida en los supuestos de hecho regulados 92 Art. 154. COMPETENCIA. La Superintendencia de Sociedades en cualquier etapa del trámite liquidatorio, de oficio o a solicitud de cualquier acreedor, o del liquidador, decretará la remoción y la inhabilidad cuando encuentre demostradas cualquiera de las causales previstas en esta ley. Ejecutoriada la providencia, se inscribirá en el Registro Mercantil o cualquier otro que corresponda. La entidad que inscriba la inhabilidad deberá hacerla conocer de las demás oficinas de igual naturaleza, existentes en el país. por los artículos 13 de la Ley 40 de 199093 y 203 del Código de Comercio94, o de una disposición estatutaria que obliga a la sociedad a tener revisor fiscal, el liquidador deberá convocar al máximo órgano social a fin de que designe un nuevo revisor fiscal. 93 Art. 13. Parágrafo 2º (Ley 40 de 1990). Será obligatorio tener revisor fiscal en todas las sociedades comerciales de cualquier naturaleza, cuyos activos brutos al 31 de diciembre del año inmediatamente anterior sean o excedan el equivalente de cinco mil salarios mínimos y/o cuyos ingresos brutos durante el año inmediatamente anterior sean o excedan al equivalente a tres mil salarios. 94 Art. 203. Deberán tener revisor fiscal: 1. Las sociedades por acciones; 2. Las sucursales de compañías extranjeras, y 3. Las sociedades en las que, por ley o por los estatutos, la administración no corresponda a todos los socios, cuando así lo disponga cualquier número de socios excluidos de la administración que representen no menos del veinte por ciento del capital. 4. CONCLUSIONES La liquidación obligatoria como nueva institución jurídica se erige como una figura autónoma producto de la especialidad, profesionalismo y prontitud que exige la protección de los intereses públicos envueltos en la situación de crisis empresarial de nuestro país. Por tal motivo, no existen instituciones idénticas en el derecho comparado, y además conserva grandes diferencias con la liquidación privada, al igual que con el derogado proceso de quiebra. Así las cosas, se puede apreciar que la publicidad ha afectado notoriamente el derecho societario colombiano, modificando relaciones jurídicas de carácter tradicionalmente privado, como son las funciones y actividades de los distintos órganos sociales, pues las nuevas normas concursales, so pretexto de proteger el interés público económico, han atribuido al liquidador y a la junta asesora labores que tradicionalmente correspondían a los órganos societarios, estableciéndose en virtud del trámite de la liquidación obligatoria una nueva amalgama de facultades y atribuciones entre la junta asesora del liquidador y el máximo órgano de la sociedad. El órgano de dirección de la sociedad no desaparece por cuanto el estado de crisis sufrido por el ente societario no desvirtúa las razones jurídicas que lo originan, pero sí modifica sus potestades y actividad, puesto que sus decisiones deben encontrar coherencia con el trámite de la liquidación obligatoria. Siendo así, la voluntad social debe consultar los intereses claramente impuestos por las normas imperativas del proceso concursal. Aparte de lo anterior, no se puede perder de vista que el máximo órgano social puede recobrar todas sus funciones estatutarias y legales una vez entre los acreedores y el deudor se realice un acuerdo dentro del proceso liquidatorio para revertirlo y llegar a tramitar un concordato o recuperación de los negocios del empresario. Teniendo en cuenta que hasta el momento en que se produzca la terminación de la persona jurídica la sociedad sigue siendo un ente económico activo con relaciones jurídicas válidas, la Ley 222 de 1995 no modificó, por el acaecimiento de la liquidación obligatoria estatutaria ni legalmente, la totalidad de las funciones del máximo órgano social, por lo cual no se puede hablar de supresión de dicho órgano, aun cuando el objeto de la liquidación determina cambios relativos al desarrollo de la sociedad, y como quiera que los administradores no se encuentran subordinados al mismo. Por estas razones, el máximo órgano social conserva facultades como la de designar al revisor fiscal, dar cumplimiento a las normas del contrato social de acuerdo con el objeto de la liquidación, examinar las cuentas presentadas por el liquidador y avalar la celebración de un acuerdo concordatario. Los antiguos administradores de la sociedad se encuentran separados del manejo societario como una de las consecuencias esenciales de la apertura del trámite de la liquidación obligatoria, lo cual no implica por sí mismo una sanción o una remoción de su cargo, sino que constituye la cesación del ejercicio de las funciones que se encontraba desempeñando el administrador como consecuencia de la designación que del liquidador efectúa la entidad de control al convocar a la sociedad a un proceso de liquidación obligatoria. Facultad otorgada por el Legislador y que está enderezada a proteger y garantizar los intereses económicos envueltos en la crisis de la empresa, y dotar de celeridad y especialización al trámite concursal. En este orden de ideas, el liquidador es el órgano de vinculación de la empresa pero no asume por completo las atribuciones de los administradores puesto que a otros órganos de la liquidación, como la junta asesora del liquidador, les son atribuidas facultades propias de los administradores, tales como decidir sobre la disposición del activo liquidable. De esta manera, los órganos de administración de la sociedad concursada se reemplazan por dos órganos de la liquidación como son el liquidador y su junta asesora. Frente a la separación de los administradores y su relación laboral con la sociedad en liquidación, existe un vacío legal que a la postre resulta afectando seriamente el activo liquidable y que exige una tarea legislativa o reglamentaria que permita suspender o concluir su relación laboral, pues no obstante producirse la separación es indefectible la continuidad de la relación laboral. Por esto, es obligado concluir que se hace imperioso que mediante una reforma legislativa se conciba un mecanismo que permita la suspensión o la terminación del vínculo laboral de los administradores y, si es posible también, la suspensión del vínculo laboral de todos los trabajadores de la sociedad en liquidación, de manera que el tratamiento que se dé a los contratos de trabajo sea coherente con el objeto de la liquidación y se evite el deterioro injustificado del activo, que en el ámbito práctico afecta el pago de todas las acreencias, inclusive de aquellas con prerrogativas constitucionales, como las de los pensionados. De otra parte, cuando el órgano de fiscalización privada de la sociedad concursada existe en virtud de la ley o de un pacto estatutario de carácter obligatorio, tiene plena continuidad durante el proceso de la liquidación obligatoria, sin que por la apertura del mismo se vea disminuida su responsabilidad frente al ejercicio de su actividad. Además, conserva sus atribuciones, las cuales se dilucidan a nivel práctico de manera distinta frente al administrador, puesto que son diferentes las autoridades ante quien eleva sus descargos, ya que es el juez del concurso quien ordenará y sancionará al liquidador como auxiliar de la Justicia, y el organismo de inspección, vigilancia y control de las sociedades comerciales el que sancione al liquidador como administrador social. Así mismo, las facultades en virtud de las cuales custodia y conserva el patrimonio social tienen aún mayor significación durante el trámite concursal, puesto que el control sobre el activo liquidable se hace más relevante para que sea conservado y utilizado adecuadamente, y para que las operaciones ejecutadas por el liquidador alcancen con mayor efectividad los fines del trámite liquidatorio. BIBLIOGRAFIA BONFANTI y GARRONE. Concursos y Quiebra. 3 ed. Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 1983.p. 585 COLOMBIA. SUPERINTENDENCIA DE SOCIEDADES, Compilación de jurisprudencia sobre sociedades. Bogotá: Superintendencia de Sociedades,1980. V 2. p. 482-483. ISAZA UPEGUI, Alvaro. La liquidación obligatoria como sustituto del proceso. En: QUICENO Alvarez Eduardo. Reforma al Código de Comercio y otros temas. Medellín. DiKe. 1996. p.146-147-148 -149. MAFFÍA, Osvaldo J.. Derecho Concursal. Buenos Aires: Depalma. 1988. v. 2. p 412413, 508. NARVAEZ, José Ignacio y NARVAEZ BONNET, Olga Stella. Régimen legal de las sociedades. Bogotá: Legis, s.f. p. 79. NARVAEZ, José Ignacio. Teoría general de las sociedades. 7 ed. Santafé de Bogotá: Doctrina y Ley. 1996. p. 227, 229, 230, 232, 236, 238-241, 243-249, 293-294. PINZÓN, Gabino. Introducción al derecho comercial. Bogotá: Temis. 1966. p. 31. ____Sociedades comerciales: teoría general. 4ª ed. Bogotá: Temis. 1982. v. I. p. 158-161. Introducción al derecho comercial. 3ª ed. Bogotá: Temis. 1985. p. 358-359. Sociedades comerciales. 5ª edición. 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Mis padres, por sus valiosas palabras de motivación y constantes manifestaciones de aprecio. María Inés Villamil, asesora de la secretaría privada de la presidencia de la República, por su persistente estímulo en la elaboración de este trabajo, su insustituible amistad y sobresaliente optimismo. Marco Antonio Salazar Gómez, ejemplar abogado, por sus valiosas orientaciones. Todos los funcionarios de la Superintendencia de Sociedades, en especial a los del grupo de liquidación obligatoria, por sus importantes aportes. Al Todopoderoso.