Documento descargado de http://www.elsevier.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES EL CONCEPTO DE «ESTIMULACIÓN PRECOZ» Y SU RELACIÓN CON LA INVESTIGACIÓN BÁSICA SOBRE ADQUISICIÓN DE LENGUAJE Por Emilio Ribes Iñesta Profesor de Postgrado, ENEP Iztacala. Universidad Autónoma de México concepto de «estimulación precoz» es un mal concepto... desde la perspectiva del desarrollo del comportamiento humano a partir del nacimiento. Es un mal concepto porque parece que hablar de «estimulación precoz, se refiere a que la precocidad es una propiedad de la estimulación o que existen momentos adecuados para que exista cierta estimulación y otros en que esa estimulación no es apropiada. Hablar de «estimulación precoz» implica adelantarnos al momento en que la estimulación es apropiada. Quizás el concepto de «estimulación temprana» es más adecuado, porque hace referencia al momento del desarrollo en el cual se estructuran ciertas prácticas de intervención, a fin de organizar estimulación sistemática respecto al niño. También el concepto de «estimulación temprana» es parcialmente inadecuado, porque el problema no es el momento en que se hace, sino la oportunidad con la cual se hace. Vamos a tratar de fundamentar una nueva forma de hablar de esto, que es el concepto de estimulación oportuna. Todo el comportamiento humano puede definirse como comportamiento lingüístico. Ésta es una afirmación muy radical y tiene una serie de implicaciones muy importantes para definir los criterios bajo los cuales se van a tomar medidas de intervención que están dirigidas a promover el E L desarrollo. No sólo desde la perspectiva del niño excepcional por impedimento, sino del niño «normal» cualquiera que sea el significado de la normalidad. Cuando el niño nace, sólo responde a las condiciones físico-químicas del ambiente, en términos de la reactividad incondicional del organismo a ciertos parámetros, muy generales, como la temperatura, ciertas intensidades de estimulación, etcétera. El niño, en este sentido, biológicamente, sí es un ser humano, pero conductualmente no es aún un ser humano. No se distingue de cualquier otro recién nacido de cualquier otra especie, excepto en una característica: es conductualmente más inepto que las demás especies. Es decir que está en desventaja, biológicamente, comparado con los recién nacidos de otras especies. El proceso de desarrollo consiste en un conjunto de prácticas sociales, normalmente desarrolladas a través de la madre, en una primera instancia, o quien funcione como equivalente a lo que es la madre; podría ser el padre, podría ser la nodriza, la abuela, toda una serie de personas que pueden cumplir con este papel. Hay pues un conjunto de prácticas sociales, que están estructuradas, aunque no lo parezca para el observador casual, para modular, referenciar y relacionar sistemáticamente lo que el niño hace con ciertas propiedades, objetos, eventos del ambiente y con las acciones de Correspondencia: Societat Catalana de Recerca i Teràpia del Comportament. Apartado de Correos, 11. Universidad Autónoma de Barcelona. Bellaterra (Barcelona). 154 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. los otros. Y estas acciones de desarrollo toman un proceso que va diferenciando en lo morfológico y en lo funcional, todo aquello que es posible en la biología del niño, gracias a las prácticas de una sociedad determinada. Este proceso de socialización del niño, que es lo que constituye el desarrollo, sólo se da en la medida en que la madre puede sustituir las prácticas de todos aquellos que la contextúan a través de un proceso lingüístico que estructura y reproduce las prácticas que son pertinentes. El mismo hecho de concebir al niño como un niño es un proceso lingüístico. El concepto que tenemos del hijo, de lo que el niño debe y puede hacer, de lo que se debe hacer con el hijo, del tipo de relaciones que tenemos con el hijo, es un proceso que sólo tiene lugar a través de la sustitución de contingencias que el lenguaje permite. (Es por eso, muy probablemente, por lo que los adultos con problemas de retardo severo en el desarrollo y que carecen de esta capacidad de sustituir contingencias en el ambiente y por consiguiente de ser funcionales en esa sustitución, no pueden ser padres y socialmente no se les suele dar derecho de ser padres.) El proceso de socialización es un proceso que opera lingüísticamente y, si no existen esos mediadores lingüísticos, el proceso no tiene lugar. Por eso, aunque el niño cuando nace es prácticamente un organismo puramente biológico, todos y cada uno de sus actos y comportamiento en el ambiente se convierten inevitablemente en actos lingüísticos, ya que la forma en que se interrelaciona el niño con el ambiente es a través de los mediadores lingüísticos que regula, y principalmente del amor. La conducta del niño separada del contexto no es lingüística. La conducta del niño analizada en el contexto es siempre lingüística. La funcionalidad de los eventos físicos, la funcionalidad que adquieren sus morfologías biológicas más simples, la diferenciación de, sus ritmos conductuales frente al ambiente, todo son formas que se van progresivamente conformando a partir de la mediación lingüística, que es de alguna manera ejercida por la madre. No importa la cantidad y la calidad de la estimulación que recibe el niño, no importa la cantidad de movimientos que es capaz de ejercitar un niño, lo que importa es la forma o la estructura de la interacción bajo la cual esa estimulación y esos movimientos se interrelacionan. En eso consiste el desarrollo. Desgraciadamente, en el área de «estimulación precoz» muchas veces se ha confundido el problema de la naturaleza cualitativa de la estimulación que se debe estructurar respecto al comportamiento del niño, con un simple problema de incrementar la estimulación tanto en su variación y su intensidad o su frecuencia física y el tipo de movimientos que el niño es capaz de hacer, descuidando quizá lo que es el problema central: la naturaleza interactiva de estos movimientos y de esta estimulación. Es decir la cualidad de la relación que es pertinente en un grupo social (porque, además, lo que es pertinente en una cultura no lo es en otras). Por eso el problema de la estimulación «precoz», «temprana» u «oportuna», no es un problema directamente relacionado con la sensoriedad o con la motricidad (incluiremos dentro de la motricidad la fonación; la fonación es un tipo de motricidad local que, además, expulsa sus efectos y tiene la propiedad de ser efectiva a distancia, a diferencia de otro tipo de motricidad, que sólo es efectiva por contacto, como la motricidad mecánica). El problema de la «estimulación oportuna» es un problema que debe ser conceptualizado como de desarrollo lingüístico (que no es idéntico a «verbal»), es decir, como parte de un proceso extremadamente complejo, en donde el niño adquiere nuevas formas de comportamiento; modula la funcionalidad de los comportamientos biológicos que se van diferenciando; reacciona diferencialmente ante los eventos en términos de los procesos lingüísticos que son omnipresentes en toda interacción. Por consiguiente no podemos olvidar que aquel que produce de alguna manera las condiciones para el desarrollo del niño debe tener los repertorios lingüísticos apropiados para que este desarrollo pueda obrarse. Es decir, el problema no es de presentar estimulación sino de estructurar interacción. Estructurar interacción implica tomar en consideración de manera muy importante la naturaleza funcional de los comportamientos de aquellos que estructuran la interacción con el niño. Por lo tanto, tenemos que tomar en cuenta el nivel de diferenciación cualitativo del comportamiento lingüístico de aquella persona que pro- 155 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES mueve el desarrollo. Ésta sería la primera observación. Segundo, el problema dado, que es la naturaleza cualitativa de las interacciones, no puede, de manera simplista, reducirse al momento en que se aplica. Es decir, el problema de la estimulación no es que sea temprana o no lo sea, sino que sea oportuna. La estimulación que se estructura como una práctica de promoción del desarrollo, debe tomar en condición fundamental tres cosas. Primero: los niveles de reactividad del niño. Segundo: las características cualitativas del comportamiento que el niño dispone en un momento determinado. Tercero: la posi- 156 bilidad de que el ambiente, en cuanto acciones de otra persona, disponga también, en el momento en que se requiere, del tipo de pautas de estimulación que son necesarias para producir los cambios que de alguna manera son necesarios para el desarrollo en una cultura determinada. Toda oportunidad implica no el tiempo absoluto sino el tiempo relativo, tanto al niño, como a aquel que promueve el desarrollo en el niño (la madre) y a las condiciones bajo las cuales el tipo de desarrollo que se promueve es funcional desde el punto de vista social. Recibido: julio de 1985.