Como ser Transformado por Jesús el Resucitado Hoy, tenemos total acceso a Jesús el resucitado. Cuando acogemos Su presencia, nuestras debilidades se transforman a fortalezas, nuestras lágrimas se convierten en gozo y nuestra escasez en abundancia. Cuando le contemplamos a través de la oración, el estudio de Su Palabra, por medio de las alabanzas y adoración, el Espíritu Santo nos transforma a Su semejanza. Podemos conocer el poder de Su resurrección. “Me mostrarás la senda de la vida, en tu presencia hay plenitud de gozo y delicias a tu diestra para siempre” (Salmos 16:11). Experimentamos el gozo cuando le conocemos a Él. Cuando meditamos en Su Palabra, cosechamos gozo de lo que sabemos. Aun como esclavo, José finalmente prosperó porque la presencia del Señor estaba evidente en su vida (Génesis 39:1, 2, NVI). Asimismo, cuando nos comprometemos a estar en la presencia del Señor, tenemos éxito en cada área de nuestras vidas. Reposamos en Su presencia cuando decidimos confiar en Él vez de nuestras habilidades. Hay una sed dentro de nosotros que no puede ser saciada, excepto por la presencia del Señor. Podemos experimentar la presencia de Jesús diariamente. Como experimentamos la presencia del Señor: Leyendo, estudiando y meditando en Su Palabra, Orando, Adorando y alabándole a Él. Dando gracias en vez de quejarse. Honrándole y reconociéndole primero en todos sus caminos. “Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe. A fin de conocerle y el poder de su resurrección, y la participación de su padecimiento, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3:9, 10) Podemos saber el poder de Su resurrección. Por ejemplo, Pedro cuando en la presencia de Jesús (después de Su resurrección), obtuvo suficiente fortaleza para traer una red llena de peces (Juan 21:1-11). Los llantos de María Magdalena se convirtieron en gozo (Juan 20:13-18). Los discίpulos de Jesús dejaron de ser temerosos para tener paz. (Juan 20:19-26). Jesús en Su cuerpo resucitado camino a través de una puerta (Juan 20:24-26). Hemos sido bendecidos para creer en Él, aunque no lo hemos visto (Juan 20:27-29). Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo a la Palabra de Dios, el Espíritu Santo nos cambia a la imagen que miramos (2 Corintios 3:16-18). Asimismo, cuando miramos la gracia de Cristo, el Espíritu Santo nos cambiará a esa imagen (2 Corintios 4:1-5). El evangelio de la gracia no se debe ocultar. Trae liberación a todos quienes lo oyen.