CAPÍTULO VI KEPLER Una vida austera y laboriosa Johannes Kepler (1571-1630) nació en Würtemberg, Alemania, en el seno de una familia luterana. Vivió en varias naciones -Alemania, Austria, Bohemia, Hungría- muchas veces en un medio mayoritariamente católico, lo que le causó algunas molestias, por fortuna leves. Sufrió también muchas estrecheces económicas y tuvo una salud delicada. Consignó las tablas astronómicas de Tycho Brahe, el último gran astrónomo sin telescopio, en las cuales se contenían todas las mediciones de posiciones aparentes de los planetas, realizadas en la larga vida profesional de Brahe. Con ellas emprendió un largo trabajo de gabinete, para averiguar las órbitas de los planetas. Este trabajo duró más de 20 años, realizado por Kepler en solitario y sin aplausos del público ni de los científicos. 44 RAFAEL ESTARTÚS TOBELLA La Matriz Cultural Cristiana de Kepler Fueron las profundas convicciones religiosas de Kepler la fuerza que le permitió un trabajo arduo, original y largo como no hay noticia de otro similar realizado por un científico. Kepler pensaba que Dios tenía una idea del Universo desde toda la eternidad, y la puso en práctica en la Creación. La mente humana, creada a Su imagen y semejanza, era también capaz de captar esa idea observando la creación misma (Crombie, "Historia de la Ciencia", Madrid, Alianza, 1974, p. 170). Kepler estaba persuadido de que las leyes naturales pueden ser conocidas por el hombre, puesto que, como dijo: "Dios quiso que las conociéramos al crearnos según su propia imagen de manera que pudiéramos participar de sus mismos pensamientos". "...Nuestro entendimiento es del mismo tipo que el divino...", y añade que esto no supone irreverencia, puesto que los designios de Dios son impenetrables, pero no lo es su creación material (1). Un gigantesco rompecabezas Kepler era copernicano: pensaba que el Sol estaba quieto y la Tierra y demás planetas giraban a su alrededor. Copérnico creía que los planetas giraban en círculos, y esa era la opinión más común, pues ¿acaso no era el círculo una figura perfecta, como ya sabían los griegos? A la pregunta de ¿Qué órbita describen los planetas? Kepler responde de modo parecido. Dios habrá hecho lo más perfecto, luego los planetas giran en órbitas circulares. ¿Y los radios de los 6 círculos que corresponden a los 6 planetas? Kepler supuso 6 esferas que contuvieran las órbitas de los planetas. (1) Artigas, Ciencia..., p. 19 KEPLER 45 Consideró que esas esferas tenían relación con los sólidos más perfectos, los poliedros regulares, que son: el tetraedro, el cubo, el octaedro, el dodecaedro y el icosaedro, todos ellos limitados por caras iguales que son, además, polígonos regulares. Fueron conocidos desde tiempo de los griegos, que ya habían demostrado que no era posible ningún sólido perfecto más. Seis planetas, cinco sólidos perfectos. Dibújese un gran cubo cuyos vértices caigan en la esfera que contenga la órbita de Saturno, el planeta más exterior. La "esfera de Júpiter", que sea tangente a las caras de ese cubo, y por tanto más pequeña, como debe ser. Dentro de la esfera de Júpiter se coloca un tetraedro inscrito, y se considera la esfera de Marte como tangente a las caras de ese tetraedro. Y así sucesivamente, empleando el dodecaedro, icosaedro y octaedro para las esferas de la Tierra, Venus y Mercurio. Armado con este modelo geométrico, Kepler estudió la órbita de Marte. Pasó dos años haciendo cálculos y más cálculos, y los resultados no concordaban bien con las mediciones de Tycho: había 8 minutos de arco de diferencia. Tuvo que volver a empezar, varias veces, hasta que por fin dio con la solución: la órbita de Marte era una elipse, uno de cuyos focos estaba ocupado por el Sol (2). Lo perfecto para los hombres, no siempre coincidía con lo perfecto para Dios. Kepler sabía que un buen cristiano debía ser humilde, y lo fue: la realidad le forzó a cambiar su hipótesis (3). Las tres leyes de Kepler Kepler enunció tres leyes. Las dos primeras en 1609, sólo para Marte. Diez años después, las había comprobado para los 6 planetas conocidos y enunció además la tercera ley. (2) Mugica, El Mundo... (3) Jaki; The Savior... p. 88-89. 46 RAFAEL ESTARTÚS TOBELLA Primera ley de Kepler: Los planetas se mueven en órbitas que son elipses, uno de cuyos focos está ocupado por el Sol. La elipse también es una curva conocida desde antiguo. Es el conjunto de puntos cuya suma de distancias a dos puntos fijos, llamados focos, es una cantidad constante. Se la puede dibujar muy cómodamente por el "método del jardinero". Segunda ley de Kepler: El radio vector que une el planeta con el Sol barre áreas iguales en tiempos iguales. Esto significa que cuando el planeta está más cerca del sol, va más deprisa. De ahí dedujo Kepler que el Sol poseía una "anima motrix", un poder motor que emanaba de él y que empujaba a los planetas en sus órbitas. Pensó que podía tratarse de una fuerza magnética. Tercera ley de Kepler: Los cuadrados de los períodos de revolución (o años) de los planetas, son proporcionales al cubo de sus distancias al Sol. T2= k * D3 En que T es la duración del año, y D la distancia media (semieje mayor de la elipse). El lector puede comprobar la exactitud de esta ley, con los datos siguientes (en que D y T se toman como 1 para la Tierra): D T Mercurio 0.39 0.241 Venus 0.72 0.615 1 1 Marte 1.52 1.88 Júpiter 5.20 11.68 Saturno 9.54 29.50 La Tierra KEPLER 47 (De "Revolutions in Physics", Casper & Noer, Norton, New York, 1972, pp. 90 y ss.) En el caso de Venus, por ejemplo, el lector puede comprobar que el cubo de 0.72 es 0.373; y el cuadrado de 0.615 es 0.378; la diferencia es de 1.3%. Reacción de los científicos Las leyes enunciadas por Kepler, sustentadas en un gran aparato de cálculo y observaciones, fueron recibidas con frialdad por el público culto. Seguramente no fueron bien entendidas, y es porque no son nada triviales, tanto en su enunciado concreto como en tanto que "leyes" de la naturaleza. El mismo Galileo comentó en 1614 (sólo había aparecido la primera ley), que "el autor no sabe lo que está tratando" (4), y siguió pensando que los astros describen círculos y no elipses. (4) Jaki, The Savior..., p. 18