E n cuanto al crecimiento secundario en espesor, se pone bien de manifiesto con los conocidos anillos de crecimiento anual, que permiten calcular la edad aproximada de cada árbol y que se ven en la sección transversal pulimentada de su tronco. Digo edad aproximada porque su formación obedece a las condiciones climáticas en que se desenvuelve la planta. E n nuestra Guinea continental sabemos que alternan dos épocas de lluvia, de intensa actividad vital, con dos épocas de seca de vitalidad, si no interrumpida, cuando menos ligeramente aminorada, durante el año. Por consiguiente, y en contra de lo que sucede en Europa, habrá aquí dos anillos por cada año transcurrido, y aun en aquellos años en que la seca apenas se diferencia de la época de lluvias, por tenerlas también con gran intensidad o ser m u y corta, resultará que los dos anillos se confundirán en uno solo y el cálculo sólo podrá ser aproximado. También h a y que tener m u y en cuenta que en tanto unos árboles ostentan anillos m u y marcados, otros apenas si los manifiestan. Este detalle tuve ocasión de estudiarlo detenidamente y me llamó poderosamente la atención cuando realicé mis trabajos sobre histología de las maderas ecuatoriales, que el señor Nájera, Ingeniero de Montes, trajo para su estudio en el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias, cuyo laboratorio de microxilografía estuvo bajo mi personal dirección (1931-32). Entre los árboles de crecimiento rápido y madera blanda están la ceiba, dum o árbol del mira guano (Ceiba pentandra), uno de los gigantes del bosque costero; el ecuc o Alstonia congensis, también de madera blanda y blanca, con la que hacen los niños pámues sus tablillas de escribir, similares a las pizarras de nuestros escolares, y el calaba (Pycnanthus kombo), que raja en tablas m u y regulares mediante cuñas y con las que edifican sus chozas los negros, principalmente playeros. E n cuanto a los árboles de madera dura y crecimiento lento, tenemos el odwm o Chlorophora excelsa; el adjap o Mimusops Djave, uno de los más bellos por su tronco recto y torneado, de corteza estriada m u y característico; el palo hierro o Lophira alata, y tantos otros en que los anillos de crecimiento se muestran sumamente próximos por causa de su lento desarrollo. TALLOS TREPADORES Una de las características más peculiares y conocidas de la selva virgen es su enorme riqueza, a veces inverosímil, de plantas trepadoras o escandentes, de todas las formas, consistencias y tamaños imaginables. Los indígenas de nuestro territorio llaman en español "cuerdas" a las lianas, y realmente, aparte de su parecido asombroso con grandes cordajes de un supuesto andamiaje, su utilidad para el negro es de verdadera cuerda, por la cual trepa hasta la copa de los árboles más elevados con una facilidad y soltura envidiables, gracias a la robusta consistencia de estas plantas. A mí me mostraban con mayor interés las "cuerdas" de aplicación humana como son las lianas cauchíferas y las del enié o estrofanto, de cuyas semillas obtienen el veneno para embadurnar las flechas que disparan con sus arcos.