boletín electrónico AEG – Artículos de interés LA TÉCNICA DE REGULACIÓN ECONÓMICA DEL ESTADO A LA LUZ DEL ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. Gustavo Rodríguez García * I. INTRODUCCIÓN La Modernización de la Administración Pública se encuentra íntimamente ligada a una redefinición del Rol del Estado a la luz de las necesidades de fomento de inversión y de promoción de la libre competencia. Así, un proceso de Desregulación fue necesario para eliminar trabas burocráticas que impedían una concurrencia libre entre los participantes en el mercado. Debemos precisar, además, que Desregulación no implica únicamente eliminar normas sino, especialmente, transferir el protagonismo económico a los privados, suprimiendo intervenciones administrativas ineficientes que impiden el desarrollo de la iniciativa privada. Sin embargo, la actividad reguladora del Estado se entiende como necesaria cuando se deben tutelar intereses públicos; en virtud a la existencia, por ejemplo, de un monopolio natural que, por su condición de tal, tiene incentivos altos de maximizar racionalmente sus beneficios sin tope; ante la ausencia de otro agente en el mercado que permita reducir la tarifa cobrada al costo de producción del bien o servicio prestado a los usuarios o consumidores del mismo. En efecto, “en el análisis tradicional de los mercados que realizan los economistas donde los productos se compran y se venden, la competencia empuja los precios hacia abajo al nivel de los costos de producción, incluyendo las ganancias normales. Puesto que si los precios exceden los costos las ganancias anormales que se producen como resultado de vender unidades adicionales estimularán a los competidores a bajar sus precios para atraer clientes. De este modo, la presión de la competencia sobre los precios continúa hasta que equivalen a sus respectivos costos. Esta tendencia entre precios y costos explica por qué los economistas concluyen que la competencia es eficiente”1. Cuando este panorama de competencia no existe, el Estado apela a la Técnica de Regulación Económica para simular una situación de competencia cuando ella no se genera naturalmente. Así, el Estado regula tarifas, crea condiciones de acceso al mercado y de salida, establece estándares de calidad para la prestación de los servicios. En el Perú, se han creado los denominados Organismos Reguladores, quienes tienen a su cargo la supervisión de la actividad objeto de regulación. Un primer elemento que debemos destacar, es que se ha entendido que el Organismo Regulador debe constituirse como entidad neutral y autónoma, a fin de minimizar el impacto de una Relación de Agencia entre los poderes del Estado y los reguladores, que podría derivar en una situación de “captura del regulador”. Asimismo, debemos eliminar de nuestras mentes, la idea de que el regulador debe proteger a los consumidores y usuarios. El Regulador debe actuar como árbitro (neutral e imparcial) de los agentes del mercado: Estado, Consumidores y Empresas Prestadoras 1 BECKER, Gary. “La Naturaleza de la Competencia”. Conferencia Pronunciada en ESEADE el 09 de Noviembre de 2000. Pág. 1 Asociación de Egresados y Graduados PUCP boletín electrónico AEG – Artículos de interés del Servicio. Si el rol del Organismo Regulador fuera tutelar a los consumidores, entonces no existiría imparcialidad porque el interés estaría focalizado en un agente determinado2. Como sabemos, “existe una relación de agencia, cuando se establece un vínculo entre dos sujetos o categorías de sujetos, uno denominado “Principal” y el otro “Agente”; en virtud del cual el Agente se compromete a realizar ciertas funciones, prestaciones o actividades en interés y beneficio del Principal. Si bien estas actividades son determinadas –ex ante– de manera general, la característica primordial de este tipo de vínculo radica en que el alcance, momento y contenido específico de las funciones y actividades es determinada por el propio Agente”3. No debemos, sin embargo, creer que la competencia y la regulación son sinónimos o técnicas que pueden emplearse simultáneamente en una misma actividad económica. La libre competencia exige, justamente, libertad. La técnica de regulación es una intervención. No es posible ser libre siendo intervenido, así como no es posible hablar indistintamente de Competencia y Regulación o de Agencia de Competencia y Organismo Regulador. Como bien se ha recordado, “las políticas de competencia deben evitar que se creen barreras de acceso al mercado que limiten artificialmente el número de opciones de los consumidores. No eliminar la eficiencia como barrera, que es otra cosa. Deben buscar que los agentes, y muy especialmente el Estado, no creen reglas que limiten la posibilidad de competir. Pero su acción no se dirige al resultado completo, sino a preservar el proceso (…) la regulación (en cambio) se concentr(a) mucho en el resultado antes que el proceso. Así, las regulaciones arrojan lo que se considera que ocurriría si hubiera competencia. Fijan el precio, establecen la calidad, determina las condiciones de contratación”4. (el agregado es nuestro). De todas formas, resulta cuestionable la idea de censurar toda actividad desarrollada por un monopolio; como por ejemplo, redactar términos contractuales ineficientes en perjuicio de los consumidores. En verdad, “por lo general los monopolistas no tiene un incentivo para elegir términos contractuales ineficientes. Puede que el monopolista tenga un incentivo para cobrar un precio alto, por supuesto, pero esto no significa que también tendrá un incentivo para distorsionar cualquiera de las otras cláusulas contractuales. Si los consumidores saben lo que está haciendo el monopolista (…) entonces cualquier intento del monopolista por insertar un término ineficiente será visto por los consumidores como un aumento en el “precio total” del producto. En otras palabras, el efecto sería muy parecido al caso en que el monopolista no hubiera introducido la cláusula ineficiente sino simplemente hubiera elevado el precio monetario del producto en un monto equivalente. Pero si el monopolista quiere explotar a los compradores, por lo general podría hacerlo mejor si elevara el precio monetario antes que si elevara el “precio total” usando un término contractual ineficiente. El problema de elevar indirectamente el precio total (…) es que, por definición un término contractual 2 Por eso cuando la Comisión de Defensa del Consumidor y Organismos Reguladores de los Servicios Públicos del Congreso de la República, declaran que los Organismos Reguladores no están cumpliendo con su rol de tutela de los consumidores, se está cometiendo un profundo error, pues no se le puede pedir a un árbitro de la actividad económica que tome partido por uno de los agentes: los consumidores. Si el Consumidor se siente afectado, puede interponer el reclamo pertinente ante la entidad prestadora del servicio; y eventualmente, acudir al Regulador pero solo como vía posterior. 3 MARTINEZ ORTIZ, Juan José. “Entendiendo la Reforma del Estado como Problema de Agencia”. Ponencia pronunciada en el ALACDE Latin American and Caribbean Law and Economics Association) del año 2005. Berkeley Program in Law & Economics. Paper No. 11.Pág. 6. 4 BULLARD GONZALES, Alfredo. “El Indecopi: Por qué no es un Organismo Regulador”. En: Advocatus – Nueva Época. No. 8. Lima. 2001. Asociación de Egresados y Graduados PUCP boletín electrónico AEG – Artículos de interés ineficiente daña a los compradores más de lo que beneficia al monopolista. Por el contrario, un mayor precio monetario favorece al monopolista exactamente en el mismo monto en que daña al comprador: el monto del mayor precio”5. Por tanto, en un esquema como el planteado, establecer un control de las cláusulas contractuales redactadas por una empresa monopolista puede ser un completo desperdicio de recursos administrativos, a diferencia de lo que podría ser, establecer una tarifa tope. La Técnica de Regulación, es parte de un proceso global de superación de estatismos ineficientes. En efecto, “la superación de la ideología nacionalizadora, con la liberalización de actividades y privatización de servicios que le acompañan, ha dado lugar a un importante aparato jurídico de nuevo cuño dedicado a regular la actividad de las antiguas empresas estatales, hoy privatizadas, en su calidad de gestoras de servicios públicos. En él, se precisan sus obligaciones de prestación, la forma de fijación de tarifas, la resolución de las quejas de los usuarios, sus relaciones con las empresas competidoras etc., todo lo cual no se consideraba necesario en tanto la empresa estaba nacionalizada”6. La nacionalización o estatización de las actividades económicas, es un absurdo económico, en tanto que impide el desarrollo de un marco de competencia, perjudica a los consumidores en tanto que tiende a la manutención de monopolios estatales con precios estancados o ficticios, dilapida los recursos del estado mediante actividades subsidiadas, y en general, genera que la prestación de las actividades sea lenta, ineficiente y burocrática. En efecto, la regulación se produce cuando nos encontramos ante “situaciones de monopolio natural (…) Como tal, en términos económicos, la regulación es concebida como la acción de los poderes públicos, a través de un sistema de agencias administrativas, en los mercados sometidos a una situación de monopolio natural, a efectos de corregir sus fallas o deficiencias, dentro de un imperativo de subsidiariedad estatal”7. Sin embargo, como veremos a continuación, la Técnica de Regulación Económica, no es tan beneficiosa como podría creerse. La regulación, por diversos factores, puede constituirse en un mecanismo de excesiva intervención en la iniciativa privada. No podemos perder de vista que, al final del día, “la regulación es siempre, por definición, un sustituto del mercados (…) los aspectos fundamentales a los que se tiene que orientar son dos: garantizar el suministro del servicio, presente y futuro, y establecer los niveles adecuados en la relación calidad-precio, según el grado de desarrollo y las prioridades que cada sociedad quiera establecer”8. Cierto es que “la regulación es un mecanismo corriente para facilitar las transacciones, pero que en la situación real, la regulación puede constituir una fuente de distorsión del propio mercado. Es por 5 CRASWELL, Richard. “Libertad de Contratación”. En: El Análisis Económico del Derecho y la Escuela de Chicago. Fondo Editorial de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas – UPC. Lima. 2002. Pág. 140 – 141. 6 DE LA CUÉTARA MARTÍNEZ, Juan Miguel. “Tres Postulados para el Nuevo Marco Regulatorio de los Servicios Públicos”. En Ariño & Asociados. Pág. 16. 7 HUAPAYA TAPÍA, Ramón. “El Proyecto de Ley de Reforma de la Constitución, la Constitución Económica y la Regulación Económica como Técnica de Reversión del Estatismo”. En: Pág. 83. ARIÑO ORTIZ, Gaspar. “Economía y Estado: Crisis y Reforma del Sector Público”. Marcial Pons Editores. Madrid. 1993. Pág. 272 – 273. 8 Asociación de Egresados y Graduados PUCP boletín electrónico AEG – Artículos de interés ello que se propone la desregulación, es decir, reducir la presencia del Estado…”9. En dicho orden de ideas, los defensores a ultranza de una política interventora deberán tener mucho cuidado de los posibles perjuicios que la conducta propuesta conlleve. Primero, porque es ampliamente conocido que, algo de regulación genera más regulación; y Segundo, porque los costos de un sistema regulatorio pueden ser cuantitativamente superiores a los costos de un monopolio actuando libremente. Las actividades económicas pueden ser a) reguladas o b) desreguladas. En el primer caso, nos encontramos antes servicios que se prestan en condiciones en las cuales no existe competencia o ella es insuficiente. En el segundo caso, el régimen aplicable es el de la Libre Competencia, que establecerá sanciones ex-post en caso una actividad determinada distorsione el desarrollo libre y eficiente del mercado. De este modo, optar entre un esquema regulatorio o uno competitivo, implica identificar el momento en que la acción del Estado podrá tener cabida (acción anticipada en el caso de la regulación, y acción posterior, en la Libre Competencia, solo en caso que exista una vulneración a la normativa de la materia). Sin embargo, es necesario comprender que la Técnica de la Regulación trae consigo importantes problemas como por ejemplo: 1) en la medida en que alcance su objetivo formal de colocar los precios de la empresa de servicio público sobre una base de costos más un beneficio, reducirá el incentivo de la empresa para minimizar sus costos, en tanto que frena el castigo que podría recibir el monopolista en caso de no minimizarlos (el castigo sería una reducción de sus beneficios); 2) el éxito del organismo regulador en el monitoreo de los costos de la empresa regulada será inevitablemente desigual; 3) si el costo del capital social no está tan eficazmente restringido como los costos laborales, la empresa regulada tendrá un incentivo para emplear demasiado capital en relación con la mano de obra; 4) un organismo regulador tendrá menos capacidad para controlar los beneficios de una empresa si ésta tiene filiales no reguladas; es decir, la regulación crea incentivos a una empresa para expandirse aunque dicha expansión sea ineficiente10. Con ello, queda claro que la regulación, no es necesariamente la mejor opción posible. Ello, evidencia el porqué la regulación (y la intervención estatal, en general) debe ser subsidiaria11. Sin embargo, la disposición constitucional que establece el Principio de Subsidiariedad, contamina la figura al contemplar como supuestos habilitantes de la intervención del Estado a: 1) el alto interés público o 2) manifiesta conveniencia nacional. Dichos supuestos, sin duda, serán determinados caso por caso por el propio aparato estatal sometido al Principio de Subsidiariedad, con lo cual, no existen parámetros objetivos para delimitar su actuación. Por ello, nosotros creemos que la intervención del Estado debería tender a su minimización, entendiéndose que las excepciones al principio deben aplicarse en casos sumamente especiales y previo informe técnico; ya que “de lo que se trata (…) es de restringir al máximo la actividad empresarial estatal, a fin de que sea el sector privado quien acapare la satisfacción de la demanda CÁCERES ZAPATA, Rubén. “Instituciones, Derecho y Costos de Transacción: El Análisis Económico del Derecho en una Sociedad No Estructurada”. Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico. Documento de Trabajo No. 70. Lima. 2005. Pág. 16. 9 10 POSNER, Richard A. “El Análisis Económico del Derecho”. Fondo de Cultura Económica. México. 1992. Pág. 332 – 333 Constitución Política del Perú – Artículo 60°.- Sólo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional”. 11 Asociación de Egresados y Graduados PUCP boletín electrónico AEG – Artículos de interés del mercado, restringiendo la actividad del Estado a orientar el desarrollo del país…”12. El Estado debe promover las condiciones para que la economía marche libremente y sin la necesidad de regular. Ahora bien, en dicho orden de ideas, resulta muy peligroso el creciente afán regulador del estado y de diversas personalidades que abogan por una mayor participación del Estado. En efecto, pareciera que nos encontramos ante una nueva teoría de la regulación: “La antigua teoría de la regulación consistía tomar mercados monopólicos y encontrar maneras de volverlos más competitivos. La nueva teoría, sin embargo, intenta tomar los mercados competitivos para hacerlos monopólicos. Observemos dos tendencias: Primero, ¿de dónde vienen los costos de las regulaciones? Pues, de los impuestos. Entonces, se establecen. En segundo lugar, nos adecuamos para crear una serie de carencias artificiales para subir los precios y dirigir todo en ese sentido”13; todo ello, sin olvidarnos que la Regulación, de por sí, tiene un costo administrativo que puede resulta demasiado elevado. Por otro lado, la actividad regulatoria encargada al Organismo Regulador, puede verse influenciada ante una posible captura de la entidad por parte de los agentes del mercado. Cierto es que la existencia de estos organismos pueden colaborar en la tarea de generar mayor información en el mercado, pero también es cierto que se pueden incrementar “los problemas asociados con la discreción (falta de predictibilidad, incertidumbre y personalización) en la toma de decisiones dentro del proceso regulatorio. Modelos regulatorios basados en una amplia discreción de los organismos reguladores, donde la negociación y la personalidad del titular de la entidad reguladora son los elementos más importantes (…) están más expuestos a dichos problemas”14. En efecto, el nivel de intervención que puede ser posible ante una deficiente actuación del organismo regulador puede resultar apabullante, en especial si se recuerda que dichos organismos cuentan en nuestro país, con funciones: supervisora, reguladora, normativa, fiscalizadora y sancionadora, solución de controversias entre empresas y solución de reclamos de usuarios15. Debemos siempre recordar que la regulación debe ser la última medida ha adoptar frente a un monopolio natural. Los monopolios, debe tenerse presente, no son malos necesariamente; y por ello no se encuentran prohibidos ni son sancionables per se, sino los abusos de posición de dominio en el mercado. Es decir, la propia posición dominante no es considerada dañina, y solo se interviene ante los abusos de la misma. Como bien dice Falla, “el sentido común nos conduce a admitir la necesidad de eliminar por completo la actividad empresarial del Estado, admitiéndola de manera excepcional y restringida en aquellos supuestos en los que la actividad de los agentes privados no resulte viable por alguna circunstancia. Dadas las limitaciones fiscales existentes, resulta del todo ineficiente e injusto desperdiciar los escasos recursos con los que cuenta el Estado para el desarrollo de actividades que LAZARTE MOLINA, Jorge: “El Concepto de Servicio Público en el Perú”. Fondo Editorial de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas – UPC. Lima. 2005. Pág. 55 12 EPSTEIN, Richard A. “Buena y Mala Regulación”. Conferencia en el Seminario Internacional Reglas Simples para una Sociedad Libre. Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Septiembre 2003. 13 14 FALLA, Alejandro. “Las Nuevas Agencias Reguladoras: Ni muy muy… ni tan tan”. En: Ius Et Veritas. No. 27. Lima. 2004. Pág. 174. Para un breve pero apropiado análisis de estas funciones, recomendamos: DANÓS ORDOÑEZ, Jorge. “Los Organismos Reguladores de los Servicios Públicos en el Perú: su Régimen Jurídico, organización, funciones de resolución de controversias y de reclamos de usuarios”. En: Revista Peruana de Derecho de la Empresa. No. 57. Lima. 2004. Pág. 59 – 94. 15 Asociación de Egresados y Graduados PUCP boletín electrónico AEG – Artículos de interés bien pueden ser desarrolladas por los privados”16. Además, regular también cuesta por lo que debe estudiarse detenidamente en que casos es conveniente regular, tratando de reducirse al mínimo la intervención estatal en la economía. En conclusión, “la regulación económica sólo se justifica, en definitiva, cuando existe una buena razón para considerar que el desarrollo de un mercado competitivo es absolutamente improbable; no se justifica, en cambio cuando el nivel de las presiones competitivas no se ajusta a lo que el regulador esperaría observar en un entorno de competencia perfecta”17. Si la regulación fuera necesaria siempre que no existiese competencia perfecta, los mercados estarían indefectiblemente condenados a una regulación eterna. No le pidamos al mercado imposible, no pidamos de nuestra actividad económica el paraíso; pidamos eficiencia y para ello, es necesario que el Estado no “meta su cuchara” donde nadie lo llama, salvo cuando sea estrictamente necesario. *Gustavo Rodríguez. Egresado de la Facultad de Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú es especialista en Derecho de la Competencia, Propiedad Intelectual y Regulación Económica Actualmente es Director Ejecutivo de la Asociación de Análisis Económico del Derecho y Adjunto de Docencia de las Áreas de Derecho Constitucional y Derecho Laboral en la PUCP. FALLA, Alejandro. “Zapatero a tus Zapatos: De los costos de la actividad empresarial del Estado en el mercado y de la conveniencia del Principio Constitucional de Subsidiariedad”. En: Perú Económico. Marzo 2003. 16 HARO SEIJAS, José Juan. “Contra los Excesos de la Regulación Económica: Sobre Monopolios Naturales, Instalaciones Esenciales y otros fantasmas”. En: Themis – Revista de Derecho. No. 50. Lima. 2005. Pág. 159. 17 Asociación de Egresados y Graduados PUCP