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monográfico 1
A cien años de Tótem y tabú
«A cien años de Tótem y tabú».
Presentación
Carlos Alberto Castillo Mendoza*
«... ayer puse fin al trabajo sobre el tótem.
[…] desde La interpretación de los sueños
[…] no he trabajado con una seguridad y un
entusiasmo iguales. La recepción tendrá un
impacto correspondiente; causará un
auténtico escándalo» (Freud a Ferenczi: 13
de mayo de 1913).
Carlos Alberto
Castillo
1913-2013. Celebramos el centenario de Tótem y tabú (Freud, 1913), la primera de
las más significativas obras socio-antropológicas de Freud; a la misma seguirán
escritos tan importantes como Psicología de las masas y análisis del yo (1921), El
porvenir de una ilusión (1927), El malestar en la cultura (1930) o Moisés y la religión
monoteísta (1939). Estas obras, entre otros aspectos de interés, permiten dar cuenta
de las condiciones que afectan a la producción socio-psíquica de la subjetividad.
Se entiende que esta, y en concreto su dimensión psíquica, no es un a priori sino
el resultado de tramas genéticas múltiples (filogénesis, sociogénesis y ontogénesis)
de las que surge el sujeto y en las que sus dimensiones internas se configuran en
virtud de una peculiar imbricación de lo social, lo psíquico y lo somático, por medio
de la relación con otro y otros, y con el propio medio (social y natural) del que forma
parte y en cuya construcción/destrucción interviene.
Los argumentos de Tótem y tabú
Pero antes de adentrarnos en algunos matices de importancia en el escrito de
Freud y presentar los contenidos básicos de los artículos que componen este
Monográfico, veamos cuáles son los argumentos centrales de la obra.
*
Sociólogo, con formación en psicoanálisis. Profesor de la Universidad Complutense. Investiga
en sociología del trabajo y en sociología clínica. Miembro Asociado del Instituto Quipu de
formación en Psicoterapia Psicoanalítica y Salud Mental. Miembro del Comité de Redacción de
la Revista Intersubjetivo. E-mail: [email protected]
intersubjetivo - vol. 13 nº 1 y 2 - época II
intersubjetivo
Roudinesco y Plon (1998: 1068) señalan que la obra objeto de este Monográfico se
presenta, a la vez, como una fantasía darwiniana sobre el origen de la humanidad,
una digresión sobre los mitos fundadores de las instituciones sociales claves de la
sociedad, así como una reflexión sobre la tragedia del poder. Estas y otras líneas
de investigación que atraviesan esta obra de Freud, y que se explicitarán más
adelante, tienen como punto axial lo que es su tesis fundamental: dar cuenta de las
implicaciones que la muerte del padre primordial tuvo tanto en relación con la creación del vínculo social, como con la instauración de la represión originaria y del
inconsciente.
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Carlos Alberto Castillo Mendoza
En el «Prologo», Freud explica que se propone aplicar puntos de vista del psicoanálisis a problemas de la psicología de los pueblos, así como establecer puentes
entre psicoanalistas y estudiosos de lo social. Tal trabajo lo realiza, indica, en
«oposición metodológica» tanto a la escuela de Wundt como a la de Jung. En
cuanto a las cuestiones específicas de su investigación, el tótem y el tabú, indica
que «el progreso social y técnico (...) ha socavado mucho menos al tabú que al
tótem» (Freud, 1913), de ahí la pervivencia del tabú y las ínfimas huellas del
totemismo en la actualidad. En cualquier caso, con la línea de investigación que
sigue, tratando de colegir su sentido originario, pondrá en evidencia «la conexión
estrecha entre tótem y tabú» (id.) a partir de argumentos psicoanalíticos construidos en el terreno de la clínica y elaborados en términos metapsicológicos.
En el capítulo 1, «El horror al incesto», se plantea la hipótesis de la analogía entre
el totemismo y el núcleo constitutivo del psiquismo neurótico. A partir de ahí da
cuenta de las características del sistema totémico (dos rasgos fundamentales: un
grupo comprometido con el tótem y con su defensa; la norma de que la violación de
tal compromiso conllevará castigo) y señala que la subordinación al tótem tendrá
como consecuencia articular las bases para el desarrollo de lo social. Sentado
esto, plantea que un elemento problemático del sistema totémico es su relación
con la exogamia (que es tanto una obligación como una prohibición). El interrogante sobre este vínculo hace aflorar, como respuesta, la cuestión del «horror al incesto». Y aquí señala Freud la semejanza con un rasgo de la constitución originaria del
psiquismo de los neuróticos: la moción incestuosa hacia los padres como complejo nuclear de su conformación.
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En el capítulo 2, «El tabú y la ambivalencia de las mociones de sentimiento»,
Freud se adentra en la interpretación psicoanalítica del tabú situando la clave de la
misma en la ambivalencia afectiva. Con esta guía, Freud considera que el modelo
operativo para dar respuesta al interrogante sobre el origen y naturaleza del tabú
deriva necesariamente de la investigación de la neurosis obsesiva. El punto central
gira en torno a las prohibiciones y a las prescripciones: considera que la doble
exigencia del respeto al tótem y de evitar el comercio sexual con miembros del
sexo contrario del clan totémico, encuentran su paralelo en las dos claves de la
trama edípica que incide en la neurosis. Formulado esto, Freud procede al análisis
de tres tipos fundamentales de tabú (el de los enemigos, el de los gobernantes y el
de los muertos) con el objetivo de detectar la inherente ambivalencia de los sentimientos que les caracteriza.
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En el capítulo 3, «Animismo, magia y omnipotencia de los pensamientos», Freud
analiza el origen y la naturaleza del animismo considerando que este constituye la
condición preliminar de toda religión. A continuación procede al estudio de la magia, entendida como la técnica del modo de pensar animista, cuyo principio es el de
tomar una relación ideal como si fuera real, lo que implica una enorme confianza en
la virtualidad del deseo. Por esto es que Freud se centra en la cuestión de la
omnipotencia de los pensamientos: la mente se considera capaz de transformar la
realidad por efecto de su puro poder. Por último, Freud se adentra en la relación
existente entre diversas cosmovisiones y diversos estadios de la libido; al hilo de
ello plantea cómo la continua renuncia a la referida potencia marcará el progreso
intersubjetivo - vol. 13 nº 1 y 2 - época II
A cien años de Tótem y tabú
madurativo de la sociedad. Es importante resaltar que un nudo psíquico clave de lo
que Freud nos expone en este capítulo es el narcisismo y que la proyección es uno
de los mecanismos psíquicos en juego.
Llegamos al capítulo 4 que trata sobre «El retorno del totemismo en la infancia».
Estamos ante el capítulo central, y último, de Tótem y tabú. En este Freud desarrolla la hipótesis sobre la horda primitiva y el asesinato del padre primordial como
punto de partida y fundamento del vínculo social.
En la sección quinta, la central del capítulo 4 y del conjunto de la obra, Freud va a
basar su desarrollo argumental en tres claves fundamentales ya esbozadas en las
secciones anteriores: la hipótesis de la horda primitiva dominada por un macho
excluyente, la analogía entre el niño y el primitivo a partir de la interpretación
psicoanalítica de la zoofobia infantil que significa al padre y, por último, el papel
fundamental del banquete sacrificial totémico. Sobre estas bases, Freud procede a
presentar la tesis central del capítulo y del libro en su conjunto: el asesinato del
padre primordial que dará paso a la transformación de la horda en clan, con el
consiguiente surgimiento de un nuevo orden social. Los hijos oprimidos de la horda
primitiva se rebelaron contra el padre primordial que los sometía a la exclusión
sexual y, en un acto de violencia colectiva, lo matan y devoran su cadáver transformándose en clan; sin embargo, a continuación del asesinato, el clan de los hermanos se arrepiente de su acción con profundos sentimientos de culpa y, en una
especie de «obediencia de efecto retardado {nachträglich}», consecuencia de su
introyección del padre y de su identificación con él, instauraron simultáneamente la
exogamia (renuncia a la posesión de las mujeres del clan) y el totemismo (basado
en la prohibición de atentar contra el sustituto del padre: el tótem). Freud señala
que ambos tabúes fundamentales del totemismo concuerdan con los componentes
centrales del complejo de Edipo (el doble deseo de eliminar al padre y desposar a
la madre): de ahí deriva la universalidad de dicho complejo al contener las dos
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Las dos primeras secciones del capítulo 4 están dedicadas a sistematizar lo más
importante de las contribuciones que Freud recopiló sobre el totemismo y su relación con la exogamia; especialmente importante es la referencia, al final de la
segunda sección, a la hipótesis de Darwin sobre la horda primordial que establecía
con violencia la práctica de la exogamia a los varones jóvenes. En la tercera sección Freud viene a decir que el vínculo afectivo entre los niños y los animales es
semejante al de los primitivos: la clave está en la fobia, concretamente en la zoofobia,
por la que la angustia frente al padre se desplaza hacia un animal que se constituye
en el subrogado del padre odiado y temido, a la par que amado; en virtud de esto
Freud entiende que es posible identificar al animal totémico con la figura del padre
y, a partir de ahí, establecer una relación directa entre totemismo y complejo de
Edipo. En la sección cuarta Freud recurre a las contribuciones de Robertson Smith
sobre el banquete sacrificial en el contexto del sistema totémico: para Smith los
rituales sacrificiales tienen la función de asegurar la continuidad y la cohesión del
clan totémico, siendo el símbolo de la comunidad y de las obligaciones recíprocas
entre sus componentes; en este contexto, la muerte sacrificial y la posterior consumición sacramental en común del animal totémico aseguraba la identidad sustancial entre los miembros del clan y la divinidad.
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Carlos Alberto Castillo Mendoza
grandes prohibiciones fundantes de todas las sociedades humanas. Así pues, la
problemática edípica no se constituye sólo en el origen de la neurosis, sino que
también es el punto de partida de las instituciones sociales.
En la sexta sección del capítulo 4 Freud analiza las distintas formaciones sustitutivas
del padre hasta llegar a la idea de Dios: para ello transita el trayecto que va desde
la primera sustitución del padre primordial en la figura del tótem hasta llegar, pasando por los reyes, a la representación del Dios único judeocristiano; este recorrido lo
hace prestando atención a dos ejes: la cuestión del cambio de sentido del sacrificio
totémico con el surgimiento de los dioses y, sobre todo, la actitud de añoranza del
hijo con respecto al padre. Por último, en la sección séptima, aborda la indagación
de las huellas que el asesinato del padre primordial debe haber dejado en la historia
de la humanidad prestando atención a las siguientes cuestiones: en primer lugar,
considera que el análisis de las relaciones entre el banquete totémico y la tragedia
permite evidenciar que el héroe padece porque es el padre primordial y, en virtud de
ello, debe asumir la culpa trágica (en este análisis encuentra Freud argumentos
para afirmar que los problemas de la vida anímica de los pueblos encuentran resolución en la relación con el padre); en segundo lugar, la cuestión de la transmisión
generacional inconsciente puesta en evidencia en la pervivencia de la conciencia
de culpa en virtud de la existencia de una psique de masas que tiene una incidencia específica en la vida anímica individual y en la herencia de un conjunto de
predisposiciones psíquicas; en tercer lugar, y para concluir, el planteamiento de la
distinción entre realidad psíquica y realidad fáctica: Freud señala que la presumible
sustantividad de la realidad psíquica para producir el totemismo y el tabú contrasta
con la realidad de la transformación de la horda en clan, además establece el
contraste entre el neurótico y el primitivo para señalar que en la realidad psíquica
de los neuróticos hay un fragmento de realidad histórica mientras que en los primitivos la realidad psíquica coincide con la fáctica.
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Críticas, interrogantes y virtualidades
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Hasta aquí los argumentos centrales, sin duda conocidos, de Tótem y tabú. Pues
bien, como es sabido, esta obra ha sido objeto de fuertes criticas, desde el inicio
mismo de su andadura pública, entre otros, por diversos especialistas en historia,
etnología y antropología. Estos consideraban que los planteamientos desarrollados por Freud no se correspondían con la investigación más avanzada en dichos
campos sino a una concepción universalista, comparativa y evolucionista ya caducada, y que había sido abandonada por razones de método en beneficio de una
perspectiva centrada en los estudios diferenciales de las culturas (cf. Porte, 2007:
1327-1328). En este sentido, por ejemplo, el etnólogo Ricardo Latcham (1927) apuntaba, en concreto, que las fuentes usadas por Freud para sostener sus ideas eran
anteriores a 1912, año a partir del cual empiezan a publicarse importantes resultados de investigaciones sobre el totemismo que cuestionaban, por erróneas, anticuadas e inaceptables, las líneas de interpretación que Freud había asumido para
llevarlas a un nuevo ámbito de significación por su lectura psicoanalítica. Esto
último, además, añadía un nuevo nivel de problematicidad porque, a la postre, en
Freud no se puede encontrar un acompasamiento entre su teoría y los datos
etnológicos; en síntesis, no existe respaldo empírico que sostenga ni la historia de
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A cien años de Tótem y tabú
la horda, ni el acontecimiento del asesinato colectivo del padre (cf. Girard, 1983:
207).
Ante esto me atrevería a decir que sus críticos, en general, tienen razón. Freud va
a mantener, a lo largo de su obra, el «mito científico» (1921: 128) de la horda
primordial. En todos sus textos, en donde se refiere a Tótem y tabú1, pueden
constatarse novedades en matices puntuales que tienen que ver con sus desarrollos psicoanalíticos, pero nada se modifica respecto a la estructura del referido
mito. ¿Por qué? ¿Por tozudez impropia del científico que se consideraba, y que
era? No, la respuesta está en la virtualidad heurística que dicho mito, dicha ficción,
tiene para Freud en relación con los fundamentos de realidad respecto a los orígenes, conformación y desarrollo del psiquismo2.
Estas y otras cuestiones, como se puede comprobar, no sólo aparecen de manera
explícita en Tótem y tabú, sino que tienen que ver directamente con el psiquismo y
su dinámica como resulta explícito en los desarrollos específicos realizados por
Freud en diversos textos posteriores, tanto clínicos como metapsicológicos. ¿No
es evidente que sin narcisismo no hay psiquismo, y que su exceso o defecto
problematiza la constitución psíquica? ¿No está claro que sin masoquismo erógeno
el psiquismo carece de posibilidades, y que su alteración avoca por los senderos
de la perversión? ¿No es comprobable que las sucesivas fases por las que el
psiquismo atraviesa lo colocan en la tesitura del necesario trabajo del duelo para
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Me refiero a escritos como Psicología de las masas y análisis del yo (1921), El porvenir de una
ilusión (1927), El malestar en la cultura (1930) o Moisés y la religión monoteísta (1939).
Se podría considerar que «el mito de la horda primitiva (...) desempeña en la construcción de
Freud el mismo papel que cumple en la cura el juego de las ‘construcciones’, es decir, el de
operar como un expediente destinado a mantener o a restablecer la continuidad y la coherencia
de un pensamiento, allí donde la elaboración tropieza con una dificultad momentánea y antes
que el análisis esté en condiciones de aprehender de otro modo lo que el mito mantiene
imaginariamente articulado» (Roussillon, 1991: 172).
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Y esto último parece que se le ha escapado incluso a muchos psicoanalistas. La
cuestión es que Tótem y tabú tampoco ha tenido mucha fortuna en el propio ámbito
psicoanalítico donde, sobre todo, o como mucho, se ha asumido lo que tiene relación con la cuestión edípica (el lugar del padre, la instauración de la ley, la cuestión
del incesto, etc.). Pero, a mi entender, se ha dejado de lado lo que, a partir de la
producción filogenética de lo inconsciente y del inconsciente, debido a la represión
originaria operada en el tránsito de la horda al clan, se puede derivar en lo que hace
a la construcción y funcionamiento del psiquismo y que se expresa en diversas
cuestiones que aparecen en esta obra de Freud: el narcisismo primario, excluyente
y violento, del padre primordial; la posición masoquista de los hijos de la horda; la
cuestión del duelo y/o la melancolía a propósito de la tramitación de la muerte, por
asesinato, del padre primordial; el papel de lo siniestro; el contrapunto entre objeto
totémico y objeto fetiche; la ambivalencia y la identificación respecto al padre; el
funcionamiento de los mecanismos de introyección y proyección; el despliegue y
domeñamiento de lo pulsional, amén de las derivas de la libido; la conformación de
la ética y de la moral como anticipo de lo que serán el ideal del yo y el superyó; la
transmisión generacional; etc.
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Carlos Alberto Castillo Mendoza
tramitar las perdidas que hay que afrontar en dicho proceso, y que si este fracasa
el psiquismo queda marcado por los resultados del trabajo de melancolía? Estas y
otras interrogantes encuentran su punto de partida, su incitación, incluso un principio de elaboración, en Tótem y tabú.
Decía antes que la mayoría de los psicoanalistas que se remiten a esta obra de
Freud se centran en la cuestión edípica. Cuestión evidentemente central, pero no
carente de problemas al colocarla en este contexto. Pues bien, quisiera apuntar
aquí algunos interrogantes al respecto.
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En primer lugar hemos de preguntar si realmente hay una semejanza entre el mito
griego y el «mito primitivo»: ¿son homologables el padre y su muerte en ambos
casos? Para responder a esta pregunta sólo apunto un detalle semántico al que no
se le suele prestar atención (cf. Trapet, 2007: 131-132). Para hablar de la «muerte
del padre» a manos del hijo hay dos expresiones alemanas con sentidos
significativamente diferentes: la primera (Vatermord), denota un sentido intencional
en el acto criminal; la segunda (Vatertötung), no conlleva tal sentido. Pues bien, la
primera expresión es aplicable al asesinato premeditado perpetrado por los miembros de la horda; la segunda, en cambio, es aplicable al homicidio llevado a cabo
sin intención criminal como puede ser el caso de Edipo. Entiendo que este matiz
semántico permite dejar abierta una duda razonable sobre la pertinencia o no de la
edipización que parece buscar Freud respecto a la trama del padre primordial para
darle a la cuestión edípica un fundamento histórico originario que permita, paradójicamente, su universalización transhistórica. Duda que se ahonda cuando se constata, no sin sorpresa, que la historia específica de Edipo no se trae aquí a colación,
hay referencias a su complejo, pero ningún tratamiento del parricidio que perpetra,
a pesar del escenario idóneo para ello (cf. Girard, 1983: 214-216): ¿será porque el
acto ejecutado por Edipo es Vatertötung y no Vatermord?
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En segundo lugar se trata de plantear la cuestión de la madre. ¿Qué papel juega
ésta tanto respecto a las prácticas violentas del padre primordial como en lo tocante al acto de su asesinato realizado por los hijos de la horda, así como en la
posterior transformación de estos en clan de hermanos? En principio la madre no
parece tener un lugar central en la trama. Las referencias son escasas: la madre es
quien define la pertenencia al tótem (Freud, 1913: 15, 120, 137); su mediación
permitiría «una transición menos violenta desde la horda primordial hasta el estadio
social siguiente» (id.: 144); la madre también aparece como eventual instigadora
del crimen (1921: 129); por último, en referencia a las divinidades maternas, Freud
señala que habrían precedido a los dioses paternos (1913: 159) y que, en la serie
de los dioses, la Diosa Madre habría sido anterior a Dios Padre (1921: 130). Como
se ve, no son muchas las referencias, ni son centrales en la argumentación freudiana,
pero sin embargo no dejan de tener su enjundia pues abren la posibilidad de pensar
un lugar clave de la madre en esta historia, incluso otra historia, alternativa o complementaria, donde jugaría un papel «en la constitución de las primeras normas que
restringen los celos mortales entre padres e hijos y que garantizan la cohesión
familiar por la exogamia» (Grubrich-Simitis, 1989: 117). De hecho, inicialmente
Freud, atendiendo a la influencia de Bachofen, «no oponía el patriarcado al matriarcado, ni valorizaba uno de los sistemas en detrimento del otro. Sin embargo, (...)
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A cien años de Tótem y tabú
[en determinado momento] renunció al dualismo evolucionista [que articulaba matriarcado y patriarcado], asociando la génesis de la institución social con un principio masculino» (Roudinesco y Plon, 1998: 1070) que se establece como razón y
ley, un principio a la postre excluyente de lo femenino como conformador de lo
social y determinante psíquico3.
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Es de interés pensar la posibilidad de una madre primordial que también pudo ser objeto de
muerte violenta. En este sentido «recuérdese la demostración de [Imre] Hermann: en la lucha de
la horda primitiva, muerte no sólo del Padre, muerte también de la madre arcaica (...). Escribe
Hermann: ‘Del mismo modo que los procesos filogenéticos son admitidos en la medida que
permiten comprender ciertos fenómenos infantiles o patológicos del hombre cultivado, del mismo modo la temática de la extinción de la mujer posee un poder revelador del psiquismo’
(L’Instinct Filíal, Denoél, 1972: 313). Hermann da en su obra ejemplos contundentes de ese
poder revelador (...): ’Del mismo modo que Freud admite la sobrevivencia en la memoria de
vestigios de la muerte del padre, así como la posibilidad de su desencadenamiento en una
compulsión de repetición del acto arcaico, de la misma manera se podría suponer que la muerte
violenta de la madre primitiva dejó huellas mnémicas’ (id.: 315)» (Marchant, 1988: 203-204).
«Este concepto se desprende de la obra de Freud en 1908, ‘La moral sexual cultural y la
nerviosidad moderna’, y 1930, El malestar en la cultura. Se trata de una modalidad particular de
la negatividad de obligación en el pasaje de una pluralidad a un conjunto y el mantenimiento de
ese vínculo. Es indispensable la renuncia de cada uno a una cuota de placer para que el vínculo
pueda formarse y mantenerse. A cambio de este sacrificio adhiere a una comunidad basada en
el derecho que lo protege de ser víctima de la violencia del individuo, impone la necesidad y hace
posible el amor, en el límite de la adhesión al conjunto» (Ventrici, 1998: 307).
Esta noción remite a «las operaciones de represión o denegación, renegación, desmentida y
rechazo, necesariamente efectuadas por los sujetos de todo vínculo para que permanezca
inconsciente todo aquello que pueda amenazar la organización de dicho vínculo» (Jaroslavsky,
2006; cf. Ventrici, 1998).
«Aquello que entendemos como Complejo Fraterno, los deseos hostiles y amorosos que el niño
experimenta hacia sus hermanos, se muestra como complemento y desplazamiento necesario
para salir de la problemática edípica, y movimiento psíquico obligado e ineludible para reconocer
y reconocerse en el otro, para aniquilarle o para amarle» (Montejo, 2011: 177).
intersubjetivo - vol. 13 nº 1 y 2 - época II
intersubjetivo
En tercer lugar, es preciso pensar la cuestión de los hermanos. ¿Cómo surge la
fuerza de unión para ejecutar el asesinato colectivo del padre de la horda y cómo
logran, después, mantenerse unidos y proceder a su transformación en el clan
constructor de sociedad? Esta pregunta implica la existencia de tres momentos:
en primer lugar, los hermanos se agrupan para perpetrar el asesinato del padre; a
continuación se produce la pugna fratricida entre los hermanos para asumir el lugar
del padre; por último se produce el agrupamiento de los hermanos en clan. En cada
uno de éstos se observan derivas diferenciadas de lo pulsional: su despliegue
irrestricto en los dos primeros, su domeñamiento en el último. Es evidente que la
dinámica de los dos primeros ponía en claro riesgo cualquier nueva organización
de la sociedad, incluso ya en el tercero se requiere de un dispositivo que neutralice
y canalice las potencialidades pulsionales negativas en beneficio de lo social, y
ello más allá de la mayor o menor virtualidad de la prohibición del incesto y de la
libido homosexual (cf. Freud, 1913: 146). Aquí es donde entra en juego la necesaria
comunidad de renuncia pulsional4 que implica distintas modalidades de pacto
denegativo5 entre los hermanos (cf. Roussillon, 1991), así como la conformación y
activación del complejo fraterno6 (cf. Montejo, 2011) como articulador socio-psíquico. Todo esto será crucial para salir de la dinámica edípica destructiva y abrirse a
la conformación y continuidad del lazo social.
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Hasta aquí, en este segundo apartado, he presentado algunas de las críticas a
Tótem y tabú debidas a la inconsistencia histórica del mito de la horda primordial.
He señalado que la persistencia de Freud se debe a la virtualidad heurística que
dicho mito tiene para sus indagaciones psicoanalíticas, cuestión que a muchos
psicoanalistas se les escapa. Y, por último, he esbozado algunos interrogantes
que pudieran afectar a la insistencia de Freud en edipizar la historia de la horda
para darle fundamentación filogenética, y con ello universalidad, al complejo de
Edipo. Queda añadir una breve y última nota sobre un aspecto fundamental: las
huellas socio-psíquicas del trauma originario.
Para Freud «los estados afectivos están incorporados en la vida anímica como
unas sedimentaciones de antiquísimas vivencias traumáticas» (Freud, 1926: 89)
que «retornan en los individuos nuevos y los empujan a la neurosis» (1915; 85)
como «compromiso entre lo arcaico antiguo y la exigencia de lo culturalmente
nuevo» (id.: 78). Esto es consecuencia de «que ninguna generación es capaz de
ocultar a la que le sigue sus procesos anímicos de mayor sustantividad. (...) [Es
más,] por [el] camino del entendimiento inconsciente, todas las costumbres, ceremonias y estatutos que había dejado como secuela la originaria relación con el
padre primordial permitieron (...) que las generaciones posteriores recibieran aquella herencia de los sentimientos» (Freud, 1913: 160) como «precipitados de la historia de la cultura humana (...) [que pasaron a constituir] el núcleo de lo inconsciente» (Freud, 1918: 108-109)7.
Según lo dicho, la violencia del padre primordial, la perpetración de su asesinato,
las pugnas fratricidas, etc., supusieron vivencias traumáticas. Estas vivencias no
sólo dejaron huellas mnémicas en la psique colectiva, sino que anidaron en las
psiques individuales transmitidas por vía generacional. La consecuencia de esto
es que la comprensión y explicación de sus implicaciones clínicas y
metapsicológicas requiere articular fantasía y trauma en relación con la conformación y derivas del psiquismo: esto supone, por ejemplo, considerar que las fantasías originarias son expresiones intrapsíquicas de acontecimientos traumáticos
acaecidos en ámbitos trans y/o intersubjetivos (cf. Freud, 1913 y 1915; GrubrichSimitis, 1989).
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Los contenidos del Monográfico
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Todo lo apuntado hasta aquí, especialmente lo esbozado a continuación del resumen de los argumentos centrales de Tótem y tabú, requeriría un desarrollo más
amplio, pero se desbordaría con ello el objetivo de la presentación. Es momento ya
de dar cuenta brevemente las contribuciones centrales de los artículos que forman
este Monográfico. Estos cubren distintas vertientes temáticas. Desde aquellos
que comentan diversos matices sobre la estructura, proceso de elaboración y temáticas significativas de la obra en cuestión; hasta los que se abren a relaciones
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No se puede dejar de señalar que «estas posturas de Freud fueron muy criticadas (...). [Básicamente porque] Freud recurre a la explicación filogenética cuando la comprensión de la
ontogénesis tropieza con lo inexplicable. Llena las lagunas de su construcción de la historia
individual con elementos prehistóricos» (Perron, 2007: 510).
intersubjetivo - vol. 13 nº 1 y 2 - época II
A cien años de Tótem y tabú
con otras disciplinas, materias o cuestiones como la moral, la cultura, la religión, la
polemología, el incesto o la ambivalencia, etc.
En el primero de los artículos, Agustín Genovés Candioti señala que Tótem y tabú
representa un intento por parte de Freud, desde su afán de historiador, de entender
tanto el origen de la cultura desde sus bases filogenéticas como la persistencia de
rasgos arcaicos en la cultura actual. En esa perspectiva se apunta, entre otras
cuestiones, la relación entre filogénesis y ontogénesis, el conflicto entre principio
de placer y principio de realidad o la ambivalencia de la transgresión pues puede
suponer un avance cultural o transformarse en factor adverso a todo desarrollo. Un
aspecto importante, que señala el autor, es el hilo que relaciona Tótem y tabú con
El malestar en la cultura.
En «El lugar estratégico de Tótem y tabú», Antonio García de la Hoz aborda tres
cuestiones de especial relevancia. En primer lugar, presenta el trasfondo de la
gestación de Tótem y tabú centrado básicamente en la relación problemática que
Freud y Jung mantienen por esa época. En segundo lugar, da cuenta de las líneas
maestras del trabajo de Freud enfatizando sobre todo el recurso al mito de la horda
primordial. Por último, a partir del concepto de ambivalencia, establece una distinción entre ambivalencia tópica y ambivalencia estructural que resulta fundamental
para la diferenciación entre neurosis y trastornos de personalidad.
En el artículo titulado «Entre líneas de Tótem y tabú o la lectura freudiana de
Kant», José Miguel Marinas se propone articular la herencia kantiana (especialmente el Kant de la Razón Práctica) con diversos aspectos de Tótem y Tabú. Para
ello, el autor empezará por dar cuenta del interés de Kant por lo irracional; a continuación explicará el interés de Freud por lo ético; luego desvelará la presencia en
Tótem y tabú de la universalidad del imperativo categórico kantiano como fenómeno de nuestra cultura, amén de dar cuenta de su coercitividad y de su dimensión
inconsciente; por último, establecerá la cercanía de la crítica del juicio a la experiencia psicoanalítica.
Por su parte, en «Tótem y tabú: los orígenes de la moral y la cultura», Carmen
Acedo Manteola se adentra en los contenidos de Tótem y tabú significando dos
aspectos: los referidos al origen de la moral, en rico y sugerente diálogo con Kant;
intersubjetivo - vol. 13 nº 1 y 2 - época II
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A continuación, en «Soy todo tótem y tabú. Mito y realidad de la horda psicoanalítica»,
Javier Montejo Alonso señala que Tótem y tabú no sólo es uno de los textos
fundamentales de la teoría psicoanalítica, sino que también es un texto instituyente
de un mito fundacional sobre la religión, la cultura y la institución psicoanalítica. En
esta perspectiva se revisa la génesis del texto (por qué, para qué, contra quién y
cómo se escribió), las razones que impulsaron su escritura y los trabajos que
forman su contexto. El autor enfatiza que Tótem y tabú se ha de entender además
como una narración acerca de los acontecimientos que Freud está viviendo con
sus discípulos (Abraham, Ferenczi, Rank, Jones, etc.), con «sus» mujeres (Lou
Andreas von Salome, Sabina Spielrein, Gisela y Elma Palos, Löe Kahn o Emma
Jung) y, en especial, su enfrentamiento con quien esperaba que hubiese sido su
heredero: Jung, quien será sacrificado en beneficio de «la causa».
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Carlos Alberto Castillo Mendoza
y los que tienen que ver con el origen arcaico de la cultura, tomando como contrapunto las teorías antropológicas de Claude Lèvi-Strauss, incluyendo en este diálogo las contribuciones de Lacan en lo relativo a la forma del lenguaje como ley de la
cultura. Este diálogo le llevará a concluir que la reducción de la ilusión y la conexión con lo arcaico, van a ser dos temas importantes en la considera-ción
psicoanalítica de la cultura y de la moral.
En «Sobre el incesto», Carlos Kaplan y Aldo Melillo correlacionan algunas teorías
del psicoanálisis con conceptos propios de la biología, la sociología, la antropología, la genética de poblaciones y la etología animal y humana, para analizar el
tema del incesto. Se repasa la evolución de las especies, específicamente del
Homo Sapiens, y el tema de la inhibición del incesto en animales y en humanos
describiendo los sistemas motivacionales en el psicoanálisis y apuntando a una
acepción amplia del «tabú» del incesto. Se revisa, además, qué pasa cuando falla
la inhibición del incesto, desde los casos aberrantes, sádicos, infantiles, hasta los
que se pueden llamar incestos amorosos, interesantes para la mirada analítica.
intersubjetivo
En «Halal-Haram. Las raíces de lo prohibido-sucio y de lo sagrado-limpio. Algunas
notas sobre Tótem y Tabú después de 100 años», Manuel Martínez señala que el
totemismo sería una parte de un fenómeno más amplio que se denomina
«chamanismo», el cual podría ser un vestigio de las religiones del pasado, antes
de que estas evolucionaran en sistemas «monoteístas, monolíticos y jerarquizados».
En su origen, los sistemas religiosos no sólo se ocuparían de preservar y reconstruir la prohibición del incesto dentro del contexto de normas tabú, se ocuparían
también del vínculo de nuestro ser consciente con el inconsciente; con el devenir
social han reprimido esta función, por un rol censor y de lucha contra la sexualidad,
la libertad de sentimientos, el juego, la fiesta y la creatividad.
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Por último, en «Tabú, ambivalencia y enemigo. Reflexiones sobre la guerra y el
poder a partir de Tótem y tabú», Miguel León busca explorar una parte del potencial
heurístico de la obra Tótem y tabú a partir de su puesta en relación con investigaciones sobre la guerra. De lo que se trata es de indagar cómo dos nociones, la de
tabú y la de ambivalencia, pueden ayudarnos a dar cuenta de la guerra como fenómeno social y de su evolución desde las formas arcaicas, que son objeto del
análisis de Freud en su texto, hasta las formas que son propias de las sociedades
modernas. Se trata, también, a partir de ese ejercicio, de demarcar los límites del
planteamiento de Freud, sus contradicciones internas, sus silencios, intentando
llevar su indagación más allá de sí misma.
El conjunto de artículos no sólo da cuenta de contribuciones específicas del referido trabajo de Freud, sino de su virtualidad para seguir pensando cuestiones de
clara actualidad tanto para lo estrictamente psicoanalítico como para sus aplicaciones en ámbitos de carácter socio-antropológico.
intersubjetivo - vol. 13 nº 1 y 2 - época II
A cien años de Tótem y tabú
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