12 REGLAS PARA LA DIRECCIÓN DE LA MENTE DE RENÉ DESCARTES R1.- El fin de los estudios debe ser dar al espíritu o la mente, una dirección que le permita formular juicios sólidos y verdaderos sobre todo lo que se presenta ante él. R2.- Solamente hemos de ocuparnos de aquellos objetos para cuyo conocimiento cierto e indudable parecen ser suficientes nuestras mentes. R3.- Por lo que respecta a los objetos o temas considerados, no es lo que otro piensa o lo que nosotros mismos conjeturamos lo que hay que buscar, sino lo que nosotros podemos ver por intuición con claridad y evidencia, o lo que nosotros podemos deducir con certeza: no es otra, en efecto, la manera en que se adquiere la ciencia. R4.- Para la investigación de la verdad de las cosas es necesario el Método. R5.- Todo método consiste en el orden y la disposición de los objetos sobre los cuáles hay que centrar la penetración de la inteligencia para descubrir alguna verdad. Nos mantendremos cuidadosamente fieles a él si reducimos gradualmente las proposiciones complicadas y oscuras a proposiciones más simples, y luego, si partiendo de la intuición de las que son las más simples de todas, procuramos elevarnos por los mismos escalones o grados al conocimiento de todas las demás. R6.- Para distinguir las cosas más simples de las que son complicadas y poner un orden en su investigación, es preciso, en cada serie de cosas en que hemos deducido directamente unas verdades de otras, caer en la cuenta de qué es lo más simple y de cómo todo lo demás está más o menos o igualmente alejado de ello. R7.- Para llevar a su complexión la ciencia es preciso recorrer una a una todas las cosas que pertenecen al fin que nos hemos propuesto mediante un movimiento del pensamiento continuo e ininterrumpido, y es preciso abarcarlas en una enumeración suficiente y metódica. R8.- Si en la serie de cosas que hay que buscar, se presenta alguna cosa que nuestro entendimiento no puede ver bastante bien por medio de la intuición, es preciso detenerse en ella; y no hay que examinar las cosas que siguen, sino abstenerse de un trabajo superfluo. R9.- Hay que dirigir toda la penetración de nuestro espíritu o mente a lo que es menos importante y más fácil. Y es conveniente que nos detengamos en ello durante bastante tiempo, hasta que hayamos adquirido el hábito de ver la verdad por intuición de una manera distinta y clara. R10.- Para que el espíritu se haga sagaz, es preciso ejercitarlo en buscar lo que ha sido ya hallado por otros y en recorrer de manera metódica todas las artes u oficios de los hombres, aún los menos importantes, y sobre todo aquellos que manifiestan o suponen el orden. R11.- Después de la intuición de algunas proposiciones simples, cuando sacamos de ellas otra conclusión, es útil recorrer las mismas proposiciones en un movimiento continuo y completamente ininterrumpido del pensamiento, reflexionar en sus diversas relaciones mutuas y concebir de manera distinta varias de ellas a la vez, en la medida de lo posible; de ésta manera, en efecto, nuestro conocimiento se hace mucho más cierto y se aumenta sobre toda la extensión de nuestro espíritu. R12.- Finalmente es preciso servirse de todas las ayudas del entendimiento, de la imaginación, de los sentidos y de la memoria, bien sea para tener una intuición distinta de las proposiciones simples, bien sea para establecer entre las cosas que uno busca y las que uno sabe una vinculación adecuada que permita reconocerlas, bien sea para encontrar las cosas que deben ser comparadas entre sí, sin descuidar ningún recurso del ingenio o industria humanos. Alfonso Garcés Báez