Risk Doctor Briefing ¿Qué es Erróneo respecto a la Intuición? © Mayo 2007, Dr David Hillson PMP FAPM [email protected] Los seres humanos son una mezcla compleja de lo racional y lo irracional, una combinación sutil de cabeza, corazón y coraje. Pero cuando tienen que tomar decisiones y gestionar el riesgo, parece que están a favor de pensar por encima de sus sentimientos. Creemos que la toma de decisiones y la gestión del riesgo, deberían ser procesos estructurados, considerando las opciones desapasionadamente, considerando objetivamente las irregularidades, y alcanzando un resultado que pueda justificarse y defenderse. Excluir lo irracional puede despreciar una fuente importante de información, en particular cuando se trata de la incertidumbre. ¿Hay lugar para la intuición en la toma de decisiones o en la gestión de riesgos?. ¿Qué es la intuición? Describe “el conocimiento instintivo sin el uso de procesos racionales”, una sensación o sentimiento sobre algo, que no puede explicarse o justificarse fácilmente. A veces “solo sabemos que parece que está bien”, o algunas veces consideramos “que algo está equivocado”. ¿Deberían descartarse estos sentimientos automáticamente como poco fiables e irrelevantes, o hay alguna forma en la que podemos usarlos? La intuición es a menudo el resultado de experiencia extensa, el producto de sabiduría incrustada, y la voz derivada de la experiencia. Alguien que ha trabajado en un área durante mucho tiempo tendrá probablemente un conocimiento profundo de las incidencias y complejidades implícitas, y puede formarse un juicio sin ser capaz de explicar de forma precisa cómo conseguirlo. Esta fuente rica de experiencia no debería de rechazarse a la ligera, sino que debería usarse para mejorar la toma de decisiones y la gestión del riesgo. ¿Pero cómo hacerlo? ¿Deberíamos abandonar todos los procesos estructurados, en lugar de preguntar a los expertos y decirnos lo que piensan que es lo correcto? La solución correcta no es “tampoco/o” sino “ambos/y”. Deberíamos combinar la intuición con una aproximación más racional, para obtener lo mejor de ambos partes. Esto implica lo siguiente: • Escuchar. Usar la intuición para validar los resultados de nuestra toma de decisiones y de los procesos de riesgo. • Aprender. Buscar la captura del conocimiento de los expertos, y ponerlo a disposición de otros. • Crecer. Desarrollar nuestras propias habilidades intuitivas mediante práctica y retroalimientación. Hay sin embargo un peligro potencial al utilizar la intuición como parte del riesgo o de los procesos de toma de decisiones. Porque está basado en la experiencia previa, la intuición es altamente específica del individuo, y puede por tanto ser parcial y poco representativa, dependiendo de la experiencia particular de cada persona. En consecuencia necesitamos ser conscientes de las bases utilizadas en los juicios intuitivos. Nos deberíamos enfocar en transformar el conocimiento tácito o escondido en explícito o abierto siempre que sea posible. Esto posibilita poder evaluar los juicios intuitivos, no muy altos, donde sea necesario y utilizarlos con confianza. Así pues no hay nada erróneo en la intuición, cuando se utiliza de forma prudente. Puede formar una parte valiosa del proceso de gestión de riesgos, ayudándonos a encontrar riesgos escondidos y a asegurar que nuestras evaluaciones y respuestas planificadas tienen sentido. La intuición es también un contribuidor importante para la toma de decisiones efectiva, derivando en reservas de experiencia y conocimiento previo, y asegurando que el resultado es robusto. Mientras sería imprudente depender exclusivamente de la intuición cuando se toman decisiones o se evalúan riesgos, sería igualmente imprudente ignorar esta rica fuente de experiencia. Para dar feedback sobre esta nota, o para conseguir más detalles de cómo desarrollar una gestión de riesgos efectiva, contacte al Doctor Riesgo ([email protected]), o visite su página web (www.risk-doctor.com).