Por dos días fuimos los ingleses de América

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El Clarí-n de Chile
Por dos días fuimos los ingleses de América
autor Rodrigo De Los Reyes Recabarren
2009-03-23 14:28:16
Por dos dÃ-as fuimos los ingleses de América. Nos olvidamos de la solidaridad que nos obliga con América latina,
especialmente con nuestros hermanos argentinos en su demanda por la recuperación de las Islas Malvinas. La visita
del PrÃ-ncipe Carlos de Inglaterra y su distinguida esposa la Duquesa de Cornwall, nos apartó de las preocupaciones de
comienzos de año. ¡Lejos estábamos de anticiparnos al lÃ-o que se nos venÃ-a con Perú!
Con la visita se desempolvó el Chile provinciano y agrario, que saca sus viejas prendas, la mejor vajilla y engalana la
mesa para recibir al visitante.
Es que en Chile nadie es forastero. Tal vez los cientos de inmigrantes peruanos instalados en calle catedral y Plaza de
Armas, hijos del Tahuantinsuyo, opinan distinto. Seguramente, la nación mapuche piensa algo parecido. Pero eso es
otro tema.Â
Rara la visita del prÃ-ncipe de Gales y la duquesa. Nunca quedó claro si fue una visita de Estado, de intercambio
cultural, placer y turismo (paladear las bondades del “pisco sauer―) o realmente una periplo para promocionar su
vocación ambientalista. Una especie de Al Gore europeo. Se sabe que no se reunió con las instituciones No
Gubernamentales que en Chile lideran los temas ambientales y ecológicos. Los ecologistas tampoco fueron muy claros
a la hora de opinar sobre la noble visita, uno que otro reproche, a la chilena, en voz baja. Es que al parecer Carlos se
pone con algunas lucas para proyectos especÃ-ficos y siempre algún cheque puede llegar. La crÃ-tica más feroz que se
escuchó fue que, este hombre de sangre azul, usa para sus viajes un avión privado con capacidad para 134 pasajeros
y su comitiva no supera las catorce personas. Eso fue como lo más fuerte.
Diplomático el prÃ-ncipe de Gales, también un personaje afable, casi bonachón. Imposible de asimilarlo a la investidura
de Comandante en Jefe de los Regimientos Gurkas que sirven a la Corona Británica. Sin embargo no puedo dejar de
recordar mi adolescencia liceana asombrada con las fotografÃ-as publicadas en la escasa prensa dictatorial. Fotos de los
fieros gurkas, infanterÃ-a invasora corriendo eufórica con sus tristemente célebres “kukris―, una especie de corvos
nepalÃ-es, diezmando al joven ejército argentino. Â
La visita de Carlos de Inglaterra, heredero de la Corona del Imperio colonizador, me trajo a la memoria la invasión a las
Islas Malvinas, territorio -invadido- de América Latina, y a los jóvenes argentinos que murieron, con sus manos y pies
congelados, vistiendo un uniforme, el mismo que usaron los que hicieron desaparecer a 30.000 de los suyos. Lamento
que no hubo periodistas que preguntaran “¿Qué opina del destino de Las Malvinas?―
Parece que estos recuerdos, tal vez añejos para muchos, no fueron preocupación ciudadana. Menos para los
candidatos a la Presidencia. Desde Pamela y el “jilismo―, a quien la reconozco en la izquierda, hasta Piñera.
Ya sea por la natural hospitalidad del “si vas para Chile― o la novedad de tener a la realeza entre nosotros, la gente salió
espontánea a saludar a los nobles y estos se portaron como prÃ-ncipes.  De las actividades del prÃ-ncipe en Chile, me
llamó la atención una. No fue su discurso sobre el uso eficiente de la energÃ-a. En la Patagonia sabemos de eso. Ni
menos la visita a una viña que fabrica vinos orgánicos y tampoco una visita a una planta de biocombustibles. Fue laÂ
visita a la comandancia en jefe de la Marina chilena. AhÃ- el PrÃ-ncipe de Gales rompió el protocolo y se sintió en casa,
casi en familia con tanto apellido “inglés― de nuestra oficialidad. Era como si hubiese abierto el directorio telefónico de
Londres.
¿Acaso esa misma actitud –de comprarnos todo lo que nos ofrecen, sin pasarlo siquiera por el tamiz de la historia- es la
que nos hace ser tan descuidados con nuestro paÃ-s? ¿Un paÃ-s en que la excelente relación con los EEUU se mide
por dos conversaciones telefónicas o la justificación de un viaje a Cuba no es por razones soberanas sino porque
 Obana no se enoja? ¿Tendremos vocación de “malinches― Como nación somos de una amnesia estúpida. Por eso
pasa lo que nos pasa. Recibimos a los prÃ-ncipes, cuya corona es responsable de años de colonialismo e invasiones no
sólo en América Latina sino que en remotos lugares del mundo y al dÃ-a siguiente nos vamos a la India. Es bueno
preguntarse como paÃ-s y nación ¿Qué somos? ¿Para dónde vamos? ¿Qué queremos? Si seguimos en esta actitud
de andar como turistas por el mundo de las ideologÃ-as vamos a terminar siendo el vecino que presume de tener la casa
más bonita en el barrio, pero que nadie lo quiere e invita a sus fiestas.Â
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