La agalla de corona: una enfermedad destructiva en el

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La agalla de corona y la fruticultura de El Valle Alto de Cochabamba
Mario Coca Morante
Docente, Departamento de Fitotecnia y Producción Vegetal. Facultad de Ciencias Agrícolas, Pecuarias,
Forestales y Veterinarias “Dr. Martín Cárdenas”. Universidad Mayor de San Simón. Cochabamba,
Bolivia. Email: [email protected]
La agalla de corona es una enfermedad causada por
la bacteria Agrobacterium tumefaciens y es
conocida como una de las más destructivas del
duraznero (Figura 1). Esta enfermedad tiene
distribución mundial y causa perdidas severas en
una variedad de especies frutales en viveros y
plantaciones, pero, principalmente, en duraznero. En
Bolivia la producción frutícola se encuentra
localizada principalmente en los Valles interandinos
de los departamentos de La Paz, Tarija, Chuquisaca,
Potosí, Santa Cruz y Cochabamba. Estos valles
constituyen microregiones con características de
clima y suelo muy adecuadas para la producción de
frutales de pepita y caroso, pero, se estima que esta
enfermedad, se encuentra generalizada en los valles
donde se practica la fruticultura, y, seguramente, en
algunos valles con más intensidad que en otros. En
los últimos años esta enfermedad ha adquirido alta
relevancia, debido a que los daños que esta
ocasionando alcanzan dimensiones de preocupación.
En el departamento de Cochabamba, El Valle Alto,
Figura 1. Síntomas de agalla de corona a nivel
de la base del tallo y raíz de la planta. (Foto:
es una de las microregiones frutícolas por excelencia
Ing. Ramiro Portugués, SENASAG CBBA).
de Bolivia. Su clima y su localización geográfica, le
otorgan un rol particular, por esto, muchas de las
explicaciones de la agricultura occidental se encuentran en los antecedentes de la agricultura y
fruticultura de este Valle.
Contexto de la problemática de la enfermedad
En el departamento de Cochabamba, la producción frutícola es una actividad tradicional. La
microregión conocida como “El Valle Alto”, es una de las más importantes productoras de
duraznos. Esta microregión comprende a varias provincias, como, Esteban Arce, Germán Jordán
y Punata, donde los municipios de San Benito y Arbieto, destacan por su superficie de
plantaciones comerciales (al presente se estima alrededor de 1,500 has). En las comunidades de
estos municipios, el cultivo del duraznero, es la actividad económica de mayor importancia. Se
estima que el 70% de sus habitantes tienen como actividad principal el cultivo del duraznero.
Esta importancia ha repuntado en los últimos 20 años, debido a una serie de factores,
principalmente, sociales, económicos, de mercado y de la cooperación internacional traducido en
proyectos de largo alcance como el programa frutícola lechero IBTA/BID. La producción de
duraznos de estos municipios, esta principalmente destinada al mercado local y a algunas
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ciudades de departamentos de Bolivia. Esta oferta de duraznos en el mercado en los últimos años
se ha convertido en una característica regional, reconocida en toda Bolivia.
Una de las razones que explican haber alcanzado esta característica de la producción, es el uso de
tecnología (variedades, uso de injertos, practicas culturales, manejo de plagas y enfermedades,
riego, etc.). El nivel de tecnología utilizado en la actualidad, se ha convertido en una real
necesidad, porque sin ella, la producción no seria la misma. Esta ha sido desarrollada, difundida y
asimilada por los productores en un largo proceso de más de 20 años con el respaldo del estado,
la iniciativa privada y la cooperación internacional. Sin embargo, paralelo al crecimiento de la
superficie de plantaciones de durazneros, la enfermedad “Agalla de corona” gradualmente se ha
convertido en un problema que afecta drásticamente a la producción. Las plantas cuando están
infectadas por la enfermedad gradualmente van perdiendo su productividad hasta quedar
completamente muertas, esto puede ocurrir a los cuatro a ocho años de su plantación. Esta
enfermedad se encuentra prácticamente en casi todas las zonas donde se cultivan durazneros en el
Valle Alto. Los fruticultores por la presión de la enfermedad, han logrado desarrollar alternativas
de manejo, sin embargo, los resultados siempre dejan ver una drástica reducción en la
producción. Innumerables han sido y continúan siendo los esfuerzos para atenuar los efectos de
esta enfermedad, pero, al parecer la enfermedad ha rebasado toda expectativa para detener su
avance y sus efectos.
Estrategia regional para el manejo de la enfermedad
El panorama de alarma que la enfermedad ha generado en el microregión de El Valle Alto, ha
hecho que recién en los últimos años, las instituciones locales como regionales presten la debida
atención al problema. En la actualidad varias instituciones de las que se encuentran involucradas
en la búsqueda de alternativas para el manejo de esta enfermedad, han conformado una
plataforma institucional con la participación de instituciones locales y regionales, públicas y
privadas. Sin embargo, el esfuerzo parece todavía ser insuficiente, porque los avances todavía
tienen un perfil aislado. No obstante, este primer avance es positivo. Pero, en la perspectiva de
configurar una plataforma coherente con su rol y capacidades, el paso siguiente, tendría que ver
con la elaboración e implementación de una estrategia regional construida sobre la base de
programas de largo plazo. Ninguna estrategia en las actuales condiciones políticas, económicas y
técnicas podría resultar efectiva si no se consideran las roles y capacidades institucionales
publicas y privadas, asumiendo que el manejo implica el emprendimiento de medias integrales de
corto, mediano y largo plazo.
Siendo que el eje central en todo programa de manejo es la investigación y transferencia de
tecnología, la región y país, al presente solo cuentan con proyectos y actividades aisladas que
muestran un panorama de desorganización. Los programas nacionales que habían cobrado buena
organización en tanto estuvo vigente el Instituto Boliviano de Tecnología Agropecuaria (IBTA),
el caso del programa frutales de la Estación Experimental de San Benito (fortalecido con varios
proyectos de la cooperación internacional), ahora solo son remanentes de infraestructura obsoleta.
A partir de la desorganización (años 1990) de estos programas nacionales, los efectos en el
manejo técnico de la fruticultura también comenzaron a declinar, siendo que en gran medida el
actual estado fitosanitario, como la enfermedad agalla de corona, es una de sus consecuencias. Si
la investigación y transferencia de tecnología, son consideradas como los fundamentos en un
programa de manejo, pero, que en un contexto con preeminencia de instituciones de carácter
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político, como las instituciones de gobierno local y regional, tampoco podrían garantizar el
sostenimiento o durabilidad de cualquier programa técnico y científico. Por esta razón, los
municipios, así como las instituciones normativas y fiscalizadoras del estado, SENASAG y
SEDAG y las instituciones académicas universitarias como la Universidad Mayor de San Simón,
por estrategia deberían ser las instituciones convocadas a la estructuración de un programa local y
regional para la asistencia técnica a la producción de frutales en el Valle de Cochabamba.
Los programas de manejo de enfermedades, en el marco de un programa mayor de
investigaciones y asistencia técnica, son una necesidad en todo tipo de sistemas de plantaciones
intensivas o extensivas. No pensando únicamente en la exportación, sino, primero, pensando en
la sostenibilidad de la oferta en el mercado interno (soberanía alimentaria). En situaciones de
ausencia de programa, las limitaciones biológicas u otros, como es el caso de la enfermedad
agalla de corona del Valle Alto, adquieren características irreductibles y la sostenibilidad se hace
frágil y precaria, por tanto, vulnerable y fácilmente sustituible (por la dependencia, sin olvidar
que incluso en las actuales condiciones las importaciones de duraznos son de considerable valor
económico en nuestra economía). Sin embargo, el establecimiento de un programa significaría un
proceso de construcción técnica, administrativa y de gestión, con efectos positivos en el mediano
y largo plazo, para promover la sostenibilidad y mejoramiento de la producción de frutales en el
Valle Alto. Aspectos que no siempre son viables en el sistema de la institucionalidad boliviana,
pero, que si son retos del presente y mañana. Si más de 20 años fue el tiempo necesario para que
una enfermedad tomara niveles de preocupación regional, se requerirán otra buena cantidad de
años para mitigar los efectos de esta enfermedad y evitar el colapso de la producción frutícola en
el Valle Alto de Cochabamba.
Agradecimientos
El autor agradece a los Ingenieros Juan Herbas Balderrama y Freddy Espinoza Colque, docentes
del departamento de Fitotecnia y Producción Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrícolas,
Pecuarias, Forestales y Veterinarias “Martín Cárdenas” de la Universidad Mayor de San Simón,
por sus observaciones, comentarios y sugerencias realizadas el presente documento en su fase de
revisión.
Cochabamba, Diciembre de 2008
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