Técnicas de zafadura Presa a la cabeza: es la presa más habitual cuando llega el rescatador. La víctima buscará ese punto para apoyarse y ponerse a salvo. Es la más fácil de resolver, aunque para ello el rescatador debe responder de forma rápida y automática. Presa al cuello: para evitarla se coloca una mano en la muñeca y la otra mano en el antebrazo del mismo brazo. Con la mano del antebrazo se presiona hasta girar a la víctima y colocarla a la espalda para iniciar el remolque. Presa a las extremidades superiores: se giran los antebrazos para liberarse y después se controlan las muñecas o los brazos del accidentado para remolcarlo. Presa al tronco: si los brazos están liberados se colocan las manos en el cuello de la víctima, una mano sobre la otra, y se aplican por su borde al cuello. A continuación, se extienden los brazos para obligar a la víctima a soltar su presa, e inmediatamente se pasa a un control efectivo que permita el remolque. Si no es factible el control se esperará a una distancia prudencial el momento adecuado. Si los brazos no están liberados el rescatador tratará de hundirse haciendo fuerza con los brazos hacia arriba, incluso apoyando las manos en el cuerpo de la persona que le ha agarrado. Una vez hundido puede remolcar a la víctima mediante el método por el pecho, o bien colocarse a la espalda del accidentado, controlarle y remolcarle por las axilas o los brazos. Presa total o agarre con piernas y brazos: en esta situación, a la que se llega al no ser capaz el rescatador de zafarse de la presa, el rescatador está inmovilizado. Es la peor situación posible. La técnica que se debe usar se denomina zafadura universal, y consiste básicamente en hundirse y arrastrar a la víctima, que se verá obligada a liberarlo.