POR RAFA CERVERA LIBROS The night is on fire 5 temas pachangas que pueden incendiar cualquier fiesta aburrida. Europe The Final Countdown Sobre música y mal gusto Spice Girls Wannabe Todo el mundo cree que tiene sentido del humor y buen gusto, pero quién no ha necesitado a veces un poco de pachanga y música hortera. al respecto, situándose en el epicentro de la música pop, ese abanico de estilos en el que ciertos artistas son mirados de reojo con la misma facilidad con la que, por ejemplo, los degustadores de jazz o música clásica le perdonan la vida a los consumidores de rock. "Juzgar a esas personas o a sus gustos, tanto si se decantan por Celine Dion como por una sinfonía de Schubert, dañará su relación con la cultura de forma profundamente innecesaria", advierte Nick Hornby en el prólogo del libro. Y lo cierto es que deberíamos hacerle algo de caso. O-Zone Dragostea Din Tei LA CULPA ES DE CELINE DION Tras escribir un ensayo sobre la canadiense, Wilson revisa ahora el concepto mal gusto musical (Blackie Books). Lady Gaga Poker Face Grupos de los que antes renegabas y ahora no Denostados en su momento, hoy son venerados y reivindicados por los guardianes de la modernidad. FLEETWOOD MAC Declararse fan en plena era punk suponía el ostracismo musical. Hoy Fleet Foxes reivindica su artesanía pop. ABBA Desde que Kurt Cobain diera la cara por sus melodías (casi) perfectas, el cuarteto sueco empezó a estar bien visto por las élites. DURAN DURAN La versión pop del thatcherismo resurgió en 2003 coincidiendo con la reivindicación de la música ochentera y empezaron a molar sin reparos. CHIC El rock aun no es consciente de lo mucho que le debe a Chic, perseguidos cruelmente por los talibanes rockistas a finales de los años 70. ELTON JOHN Primero fueron Scissor Sisters y luego llegaría John Grant. Unos y otro dispuestos a probar que, antes de poner el piloto automático, Elton fue el amo. R. E. M. Shiny Happy People FOTOGRAFÍA: GETTY IMAGES, D. R. N o hay que fiarse de eso que llamamos buen gusto: ¡es una trampa! John Waters lleva tiempo avisándonos. Y también David Byrne, que en su libro Diarios de bicicleta reflexionaba sobre pintoras como Alice Neel, despreciada en su momento por anticuada y apreciada tiempo después. El periodista Carl Wilson es el último en sumarse al club que sospecha de esa tendencia humana a ensalzar lo (supuestamente) exquisito y despreciar lo (supuestamente) vulgar. Lo hace en Música de mierda, un lúcido análisis de los resortes que nos llevan a posicionarnos