El Constitucionalismo Dominicano

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El Constitucionalismo Dominicano.Comprender el constitucionalismo dominicano implica abordar: (i) su evolución histórica;
(ii) sus caracteres esenciales; y (iii) sus mitos, para luego analizar (iv) los rasgos esenciales
de nuestra Constitución.Evolución Histórica del Constitucionalismo Dominicano.La presentación tradicional de la evolución histórica del constitucionalismo hecha por la
doctrina jurídica y la historiografía clásica, parte de una supuesta lucha entre liberales y
conservadores. Así, por solo citar un ejemplo, la intención constituyente de 1844,
originalmente liberal, quedaría desvirtuada por la incorporación, debido a la presión del
General Pedro Santana, del Artículo 210 que le otorgaba pleno poderes de excepción al
Presidente de la República. Sin ser del todo errada esta presentación no es la más adecuada
porque hubo gobiernos conservadores que propiciaron constituciones liberales y viceversa,
ya que las contradicciones entre las facciones y partidos durante gran parte de nuestra
historia han estado avivadas por las simples ambiciones personales y las rivalidades entre
caudillos y no por divisiones ideológicas. Por ello, entendemos que lo mas adecuado es
analizar la evolución histórica del constitucionalismo dominicano a partir de una serie de
hitos fundamentales que demuestran que, a la larga, hubo un triunfo en los textos de las
corrientes liberales, aunque por razones históricas y sociológicas las fuerzas mas
conservadoras se han impuesto en los hechos, llegando muchas veces a alterar, conforme a
sus conveniencias, el texto constitucional.La lucha por un Estado independiente.El constitucionalismo dominicano no puede ser entendido sino se comprende que nuestro
país es un caso único en América Latina. A poco tiempo de proclamada nuestra
independencia por José Núñez de Cáceres (1821), somos invadidos por los haitianos
(1822), siendo la única colonia española en América que no se independiza de España
como el resto de las republicas latinoamericanas sino de Haití, nuestro vecino. Que apenas
a una década de nuestra independencia somos de nuevo anexionados a España (1861) por el
General Pedro Santana y que obtenemos nuestra independencia de nuevo tras una Guerra
de Restauración (1865) a la que siguen gobiernos que repetidamente tratarían de ceder
nuestra soberanía a naciones extranjeras como Francia y Estados Unidos. Que en 1916
somos invadidos por los norteamericanos quienes no abandonan la isla hasta 1924 y que de
nuevo somos invadidos en 1965. El constitucionalismo dominicano es un
constitucionalismo atravesado por la idea de soberanía, por la idea de independencia. Por
eso, para Duarte, la independencia es “la fuente y garantía de las libertades patrias, la Ley
Suprema del pueblo dominicano es y será siempre su existencia política como nación libre
e independiente de toda dominación, protectorado, intervención e influencia extranjera”.
Por eso, todavía hoy, nuestra Constitución establece que “la soberanía de la Nación
dominicana, como Estado libre e independiente, es inviolable” y que “la Republica es y
será siempre libre e independiente de todo poder extranjero” (Artículo 3).-
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La Lucha por la limitación del poder.La República Dominicana, a pesar de dotarse desde sus inicios de una Constitución liberal,
nació bajo el ominoso sino del infame Articulo 210 que otorgaba al Presidente de la
República poderes extraordinarios, “pudiendo en consecuencia, dar todas las ordenes,
providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna”.
Disposiciones similares al Articulo 210 aparecían en la gran mayoría de nuestras
Constituciones y tanta importancia se ha dado a su presencia en el articulado constitucional
que lo que tipifica a una Constitución conservadora en contraposición con una liberal es
precisamente la presencia de estos poderes extraordinarios que hacen del Presidente de la
República lo que el historiador del Derecho Wenceslao Vega llama con acierto un
verdadero “dictador constitucional”.La lucha por las libertades publicas.Todas las Constituciones dominicanas han plasmado en mayor o menor grado los derechos
fundamentales de los individuos, pues, como bien decía Luperon, la Constitución debía “ser
sagrada en todas las épocas; en sus manos han de perpetuarse las libertades publicas;
libertad de imprenta, libertad de reunión, de asociación, garantizadas por el pacto
fundamental”. La realidad política, sin embargo, ha pesado más que el texto constitucional:
la historia dominicana es la historia del encarcelamiento, la deportación y el asesinato de
los opositores políticos por parte de los detentadores del poder. Esta vulneración de las
libertades fundamentales ha alcanzado grados inimaginables durante la Era de Trujillo y en
los 12 años de Balaguer y solo se pone fin a ella a partir de 1978 y la llegada del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD) cuyo gobierno, presidido por Antonio Guzmán, ordeno
la liberación de los presos políticos, el regreso de los políticos deportados y la cancelación
de los altos mandos militares y policiales que dirigieron el estado de terror que se instauro
en el país, con la llegada al poder en 1966, de Joaquín Balaguer. El respeto a las libertades
publicas sufre, en el régimen democrático que se instaura en el país a partir de 1978, con la
continuación de los abusos policiales, la muerte extrajudicial de supuestos delincuentes a
manos de policías, la tortura a detenidos y el mantenimiento de condiciones infrahumanas
en nuestras cárceles, como se evidencia en los reportes sobre la situación de los derechos
humanos en el país realizados por organismos internacionales. La creación del Defensor
Pueblo y la aprobación del Código Procesal Penal plasman la aspiración de toda una
colectividad que reclama respeto a los derechos fundamentales de todos.-
La lucha por el sufragio universal.Al igual que el resto de las democracias constitucionales, la historia de la democracia
dominicana ha estado marcada por la lucha por la universalización del sufragio.
Inicialmente, el derecho de sufragio solo se reconoce a una parte muy reducida del pueblo,
compuesta esencialmente por individuos del sexo masculino y propietarios.-
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La lucha por la transparencia electoral.Si la historia del siglo XIX y más de la mitad del XX es la historia de la lucha por la
celebración de elecciones populares, a partir de 1966 la lucha radica en que estas elecciones
se celebren de manera transparente. En 1979 y 1974, la oposición política fue forzada a no
participar en las elecciones a lo que se presto una parte de ella que alego bajo la égida de
Juan Bosch que acudir a éstas era acudir a un “matadero electoral”, facilitándose así la
continuación en el poder de Balaguer. En 1978, hubo el intento de desconocer la voluntad
popular que dio como ganador de las elecciones a Antonio Guzmán, pero finalmente el
PRD hubo de aceptar el “fallo histórico”, de una junta Central Electoral que regalo 4
senadores al Partido Reformista de Balaguer que logro así controlar el Senado de la
República y por tanto la designación de los jueces. En 1982, hubo elecciones libres pero en
1986 el intacto y anacrónico sistema electoral no pudo soportar el deseo de regresar al
poder de Balaguer, arrebatándose el triunfo a un Jacobo Majluta del PRD, que no le quedo
otro camino que aceptar la pìrrica victoria de Balaguer por apenas unos 20,000 votos y
habiéndose anulado y observado decena de miles de votos en donde era clara la intención
de voto por el candidato presidencial perredeista. En 1990, la victima del fraude electoral
seria un Juan Bosch cuyo partido, enamorado de la posibilidad de acceder a puestos
congresuales, y un PRD deseoso de no ver a su ex caudillo en el poder práctica e
implícitamente se unieron para aceptar el triunfo electoral de Balaguer.La lucha por un Estado Social.Republica Dominicana se suma a la corriente del constitucionalismo social con la reforma
constitucional de 1955 que anuncia que el Estado continuara con el desarrollo progresivo
de la seguridad social, de manera que toda persona llegara a gozar de la adecuada
protección contra la desocupación, la enfermedad, la incapacidad y la vejez. Los derechos
sociales y económicos alcanzan en la Constitución de 1963, su máxima expresión y,
contrario a lo que piensan los historiadores de nuestro constitucionalismo, a pesar de que la
reforma constitucional de 1966 redujo considerablemente los aportes de 1963, se
conservan, como bien ha observado Juan Jorge, los tres grandes aportes del constituyente
de 1963, como fueron la libertad sindical, el derecho a la huelga y la participación de los
trabajadores en los beneficios de la empresa. La reforma de 1963 introduce de manera
implícita la formula del Estado Social que todavía permanece en nuestra Constitución y que
es la base del orden económico constitucionalmente plasmado.-
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