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MICROCRÉDITOS PARA EL DESARROLLO
Los microcréditos y la igualdad de género: un
mecanismo eficaz para el empoderamiento de las
mujeres en el siglo XXI
Inez Murray (EEUU).
Vicepresidenta del
Women’s World Banking
Como vicepresidenta y Senior Manager del Women’s World Banking
(WWB), Inez Murray trabaja en la implementación de los productos
y servicios ofrecidos por esta entidad, tratando también de mejorar el conocimiento que los clientes necesitan y valoran de
los mismos. El equipo de Inez Murray utiliza técnicas cuantitativas
basadas en estudios estadísticos y técnicas cualitativas tales
como las discusiones del grupo para lograr dichos objetivos. Con
anterioridad, trabajó como coordinadora de organización de
estrategia del WWB, dedicándose a la aplicación de iniciativas
innovadoras en el sector de servicios de desarrollo empresarial.
Antes de pasar a formar parte de WWB en 1996, trabajó como
consultora de Booz, Allen, Hamilton de Nueva York. También ha
trabajado como consultora para varias ONGs. Inez posee un Master
en Relaciones Internacionales por la Universidad de Columbia,
en donde se especializó en el desarrollo económico/político, tras
haberse licenciado en estudios de Economía y Empresa en el Trinity
College de Dublín.
ASIA Y ÁFRICA
Con sede en Nueva York, aunque registrada como Organización No
Gubernamental en los Países Bajos, Women’s World Banking (WWB) es una
red de instituciones que proporcionan servicios microfinancieros en diferentes
lugares del mundo. WWB pretende ser un centro de provisión de servicios
técnicos para las instituciones que forman parte de la red. Nuestro centro de
atención son las mujeres pobres y nuestro objetivo es su empoderamiento.
De aquí que mi exposición vaya a tratar de analizar cuál puede ser el
futuro de las microfinanzas en el siglo XXI y cómo éstas pueden contribuir
potencialmente al empoderamiento de las mujeres con bajos ingresos.
Ante todo quisiera hacer un breve repaso al sector de los microcréditos.
Según un informe de Microcredit Summit Campaign, desde el año 1997
hasta finales de 2005 las microfinanzas han disfrutado de un crecimiento
en su volumen de clientes del 34% aproximadamente. El número total de
receptores de servicios llegó a los 113 millones, de los cuales 82 millones
pertenecían al grupo de los más pobres, es decir, los que sobrevivían
con menos de un dólar al día en el momento de acceder por primera
vez a un préstamo. Aunque las cifras han variado desde entonces la
tendencia sigue siendo la misma: el sector crece a un ritmo parecido
y no tiene perspectivas de revertir la tendencia. Junto al dato del
volumen total de clientes, cabría añadir que el sector se ha demostrado
especialmente útil en la provisión de servicios financieros a las mujeres.
Según el mismo informe del año 2005, un 83,5% de los clientes de las
instituciones microfinancieras son mujeres, frente al restante 16,5%
que conforman los hombres. Una combinación de estrategias puede
explicar la gran diferencia entre los dos grupos.
1. Los donantes requirieron desde el principio que la mayor parte de los
créditos fueran destinados a las mujeres.
2. La metodología de préstamos en grupo, en los cuales los prestatarios
hacen de garantes los unos de los otros, significa que no sea necesario
disponer de avales, lo cual permite a las mujeres poder acceder al servicio
y a las instituciones, ir tras ellas como destinatarias de los proyectos.
3. El mantener en cantidades modestas el montante de los créditos
atrae a las mujeres, que tienden a pedir créditos por menos valor,
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puesto que son menos partidarias del riesgo. No obstante, una
tendencia preocupante en el sector es el hecho que la entrada de
nuevos agentes privados, que tienen mayores presiones por hacer sus
inversiones rentables, quieren dar cantidades de crédito mayores. Esto
hace que el porcentaje de mujeres que piden préstamos disminuya,
aunque en valores absolutos el número de clientas siga aumentando.
1. El acceso a los servicios financieros está todavía seriamente limitado.
La gran mayoría de los pobres en el mundo siguen sin poder acceder
a ellos. Se calcula que hay unos 500 millones de pobres que tienen
necesidad de poder contar con acceso a los servicios microfinancieros,
frente a los 92 millones que están siendo servidos en la actualidad.
4. La simplificación del papeleo y de las explicaciones evita que haya una
barrera de entrada para muchas mujeres de bajos ingresos, que suelen
tener menor nivel educativo y menor conocimiento del sector financiero.
5. Campañas de promoción en los puntos en los que las mujeres se
reunen, como las escuelas, así como el uso del boca a boca.
Las microfinanzas, pues, han llegado desde un comienzo más a las
mujeres que a los hombres. Pero, ¿por qué motivo se ha tratado de llegar
intencionadamente a ellas? Primero se podría decir que las mujeres son
percibidas como una vía más “eficaz” para acabar con la pobreza. En
general tienden a contribuir con un mayor porcentaje de sus ingresos a
la economía familiar. Una contribución que se plasma, por ejemplo, en
el hecho que gastan más dinero en la educación de los hijos, así como
en las necesidades de ellos (ropa, alimentación, salud). Esta “inversión”
hace que estén promoviendo los beneficios para futuras generaciones, es
decir, garantizan que la salida de la pobreza sea duradera. Y, puesto que
las mujeres suelen ser las responsables de hacer frente a los ‘imprevistos’
en el ciclo de la vida (nacimientos, cuidado de los ancianos y de los
enfermos), tienden a tener más conciencia del ahorro. No hay que olvidar
que en comunidades de bajos ingresos, el ahorro es el principal activo de
los hogares. A eso podríamos añadir que, por lo general, las mujeres son
más pobres que los hombres y que, el mantener barreras de acceso a los
mercados (incluido el financiero) reduce la posibilidad de crecimiento
económico. Estos tres puntos justifican, más allá de posiciones ideológicas,
la necesidad de crear proyectos destinados a mujeres.
2. Muchas instituciones microfinancieras se centran principalmente en la
concesión de créditos y no en el ahorro voluntario o en los productos de
seguros, que parecen ser más prioritarias para algunas comunidades.
Además, los costes asociados con el préstamo son todavía muy elevados.
A eso hay que añadir que la calidad de los servicios prestados debe ser
mejorada para poder maximizar el impacto de las acciones.
3. No existe consenso sobre cómo hay que medir el impacto de las
microfinanzas y, la gran cantidad de investigaciones realizadas se han
demostrado no concluyentes. Eso no quiere decir que no creamos que
las microfinanzas no tienen un gran impacto… simplemente no hemos
sabido medirlo aún.
En la fase de crecimiento en la que se encuentra el sector, el número de
entidades que proporcionan servicios microfinancieros va en aumento.
Han entrado en el mercado nuevos competidores, incluidos bancos
comerciales. Como apuntábamos antes, esto ha significado una ligera
reducción en el porcentaje de mujeres que piden créditos, aunque
en valores absolutos son cada vez más las que tienen acceso a los
servicios bancarios. No obstante, WWB ha podido observar que hay una
tendencia a la baja en el número de mujeres que ocupan posiciones
de gestión en las principales organizaciones microfinancieras, tanto en
puestos sénior como de rango medio.
El sector microfinanciero se encuentra todavía hoy en una fase
expansiva, frente a una posible fase de saturación del mercado. De
cara al futuro será necesario hacer frente a tres grandes retos.
La cuestión parece clara: las mujeres emprendedoras son una parte
muy importante dentro de las economías tradicionales. A pesar de ello,
siguen teniendo limitaciones en la ejecución de sus negocios y en las
posibilidades de equiparar su trabajo con el de los hombres. Uno de
los grandes problemas es el de la conciliación del trabajo pagado, en
tanto que microempresarias, y las tareas del hogar. Muy a menudo,
puesto que en muchas sociedades tradicionales a las mujeres se las
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asocia principalmente con un papel reproductivo, tienden a tener
una movilidad reducida y deben desarrollar su actividad profesional
en el hogar, para poder compaginar las tareas empresariales con las
domésticas. Esto afecta también a los sectores en los que emprenden
su carrera. Suelen ser sectores de bajo valor añadido y altamente
competitivos (bollería, zapatería, costura, salones de belleza…). Su
entrada en el sector productivo no comporta una mayor implicación de
sus maridos en los trabajos del hogar. La doble carga laboral repercute
también en las hijas que, a menudo, se ven obligadas a asistir a las
madres en las tareas que se le acumulan ahora. En el sur de Asia, el 95%
de los clientes de las organizaciones de microfinanzas son mujeres. Sin
embargo el porcentaje que puede gestionar plenamente el dinero y su
utilización es muy inferior.
que vayan con las necesidades de sus ciclos vitales, se deberían
estar proporcionando. Como indicamos anteriormente muchas de las
instituciones de microfinanzas se centran en proporcionar productos
relacionados con el crédito. Las mujeres, no obstante, necesitan una
mayor variedad de productos financieros que permitan satisfacer sus
cuatro grandes prioridades: la posesión de activos (una casa, por
ejemplo), el ahorro para emergencias vitales (muertes, nacimientos,
enfermedades), la protección ante posibles riesgos y el apoyo a
los miembros de la familia (escolarización, por poner un ejemplo).
Podríamos pues agrupar en tres ámbitos las necesidades de las mujeres:
la educación, la salud y la vivienda.
Quisiera a partir de ahora hablar de cómo se puede mejorar el impacto
que tienen las microfinanzas en mujeres y niñas y de qué tipo de servicios,
Improving Impa ct: P roduct Divers ifica tion
 Most MFIs are creditcentric
 However, low income
women need a much
broader range of financial
services to meet their
needs
Lifecycle Needs for Financial Services
Starts A Business
(C)
 Save for life events &
emergencies
Housing
(C, S, I)
(I, S)
Health
(C, S, I)
Birth
Old Age
(C, S, I)
(I, S)
Education
 Protect against risks
 Support their families:
health, education
(C, S)
Death
 Key priorities for low
income women
 Build assets (e.g.
home)
Marriage
Marriage Of Children
(C, S, I)
(C, S)
C = Credit; S = Savings; I = Insurance
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Nuestras clientas, no importa el país, señalan las dificultades que tienen
para pagar las tasas de escolarización. La presión financiera sobre
las familias por esta cuestión parece ser especialmente severa en el
África subsahariana. Las investigaciones de WWB en Benín y Gambia
revelan que la estacionalidad juega un papel importante, puesto
que el pago de las tasas de escolarización suele coincidir con el final
de la temporada de bajos ingresos. En los casos de estos dos países
africanos, el comienzo de las clases en setiembre llega después de dos
o tres meses de temporada de lluvias, durante la cual no se puede
cultivar y, los ingresos generados por el turismo son bajos. Así que es
muy evidente la oportunidad para desarrollar productos de ahorro
voluntario que permitan a los clientes ahorrar en tiempos, más fáciles
o más difíciles, pero con un objetivo específico como pueden ser las
tasas de escolarización. A las tasas habría que añadir los costes de
libros, uniformes, transporte, comida… A veces las parejas se dividen
los costes de tal forma que los hombres son responsables de las tasas y
las mujeres pagan el resto. No obstante, muchas de ellas se quejan de
que, en realidad, son ellas las que acaban por tener que hacer frente a
la mayor parte de los gastos.
Cuando se le pregunta a las mujeres, ¿por qué motivo tratan de
ahorrar?, la mayoría señalan, en primer lugar, “emergencias”. Las
posibles soluciones para la financiación de la sanidad son complejas,
aunque no hay duda de que el acceso a los microseguros médicos y a
depósitos de ahorro seguros son elementos cruciales de la receta. En la
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cobertura sanitaria la dimensión de género se convierte en prominente.
Primero, como mujeres, esposas y “cuidadoras” de los ancianos, las
mujeres sienten mayor responsabilidad al tener que hacer frente a
posibles urgencias. No significa que los hombres no contribuyan, sino
que las mujeres notan más el peso. El ahorro para urgencias médicas
suele conducir con frecuencia a una asignación no óptima de los
recursos. En Marruecos, por ejemplo, hemos visto que las mujeres
reservan hasta un 40% de los ingresos generados por sus negocios para
las urgencias médicas de la familia. Este dinero, guardado en casa,
podría estar mejor invertido en otra parte. Sobre todo si tenemos en
cuenta que, en general, las mujeres re-invierten mucho menos que los
hombres en sus negocios. Ésta es, precisamente, una de las razones por
las cuales los negocios de las mujeres no crecen en la misma proporción
que los de los hombres. El acceso a seguros asequibles y a depósitos
seguros permitiría cambiar esta dinámica, reduciría estos ahorros “por
precaución” y, a la larga, permitiría que las mujeres generaran más
ingresos.
las autoridades. De hecho el ser una mujer divorciada ya acarrea de
por sí una cierta “vergüenza”, que incluso dificulta la apertura de un
negocio. ¿Pueden las microfinanzas ayudar a las mujeres a conseguir
que su nombre figure en las escrituras? Algunas instituciones como el
Grameen Bank en Bangladesh o SEWA Bank en India han intentado
fijar como requisito para acceder a un préstamo hipotecario que el
nombre de la mujer conste en los títulos de propiedad. La experiencia
parece interesante, aunque en el caso de SEWA, por ejemplo, los costes
relacionados con la inclusión del nombre de la mujer eran demasiado
elevados para que algunas familias pudieran pagarlos.
Tener en propiedad una vivienda es un sueño para muchas personas
pobres. Es, además, visto como un bien de gran valor para asegurarse
una vejez digna, no sólo como activo, sino también como mecanismo
asegurador. Debido a que las mujeres tienden a perder a sus maridos
más a menudo, el tener la casa como colchón de seguridad es
especialmente importante para ellas. Poder ampliar la casa con más
habitaciones y así poderlas alquilar para obtener ingresos extra es algo
que les puede beneficiar en el presente y en el futuro. Como en los dos
elementos previos, educación y salud, la cuestión de la vivienda trae
consigo una dimensión de género: la problemática de los títulos de
propiedad. En nuestra experiencia nos hemos encontrado con muchos
casos en los que el nombre del marido consta, casi por defecto en el título
de propiedad, y que las mujeres prácticamente no considerarían una
necesidad pedir que su nombre también fuera incluido en el papel. Este
hecho convierte a las mujeres especialmente vulnerables en el caso de
divorcio. En Jordania, por ejemplo, el divorcio es el acontecimiento que
más presión ejerce desde un punto de vista financiero sobre las mujeres.
Las mujeres divorciadas siempre acaban abandonando el hogar. El
pago de una pensión alimenticia no es obligado en muchos casos por
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Concluiré trazando las líneas que en WWB creemos hay que seguir para
conseguir que mejore el impacto que tienen los microcréditos en las
mujeres. En primer lugar es necesario garantizar que, a pesar de los
nuevos actores que entran en el mercado, las mujeres sigan siendo
objetivo primordial de las campañas. Para aquellas mujeres que ya
tienen acceso a los servicios financieros, el objetivo debería ser poder
tener pleno control sobre el dinero que reciben, sin tener que pasar
por la decisión de sus maridos. En todos los casos hay que pensar
en un sector microfinanciero y no simplemente de microcréditos. Los
productos necesarios para las mujeres van estrechamente relacionados
con su ciclo vital y hay que poder adecuar la oferta a sus necesidades
reales. Una mejor educación en la gestión de las finanzas del hogar será
necesaria en el futuro para garantizar la salida de la pobreza. Las mujeres
deben tener mayor información sobre cómo ahorrar, cómo gestionar los
ahorros y sobre qué hacer ante los imprevistos y cómo maniobrar ante
las deudas. Al formar a las mujeres se les dará la posibilidad de acceder
a puestos dentro de las instituciones microfinancieras, posiciones que
en los primeros años del sector ocupaban mayormente y que, con el
paso del tiempo han ido perdiendo. Pero si hay un grupo demográfico
sobre el cual haya que incidir en términos de formación es el de las
niñas. Inculcar una cultura financiera, que incluya unos buenos hábitos
de ahorro, puede terminar siendo la clave para que sus vidas cambien
significativamente a largo plazo.
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