Mamá, tengo miedo

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Mamá, tengo miedo
Aurora Díaz Obregón
Llevo tres meses viviendo en Oporto (Portugal) de Erasmus y al igual que en España o en
cualquier otro país, sigo teniendo miedo. Tengo miedo a lo que todas vivimos, a lo que todas
sabemos. Miedo de ir de noche sola a casa. Miedo de coger un taxi sola. Miedo a que me persigan
y a no saber reaccionar por muy feminista que sea. No es la primera vez que me persiguen por la
calle y he tenido que echar a correr. Y cuando he alzado la voz, solo me he encontrado con
respuestas agresivas y he tenido que correr otra vez.
Sin embargo, lo que me ocurrió el otro día, no fue estando sola. Y ha sido la vez que más he
tenido miedo. Tenía la visita de una amiga a la que hacía ocho meses que no veía, era mi
cumpleaños y salimos de fiesta, como cualquier persona normal y corriente que quiere celebrar un
encuentro y pasarlo bien. Pero acabamos pasando miedo. Cuando nos íbamos para casa un
hombre de unos veinticinco años, que había estado en el mismo local, nos comenzó a seguir. El
hombre vino detrás de nosotras y nos agarró del pelo a las dos. Y decía: "Quedaos aquí".
Nosotras intentamos soltarnos y él nos empezó a agarrar fuerte del brazo a las dos.
Nos hacía daño. El tío quería llevarnos a las dos a su casa. Mientras nos agarraba del brazo, el
hombre estaba disfrutando, le excitaba hacernos daño. Luego aparecieron sus amigos en frente y
se reían de nosotras, la situación les parecía graciosa mientras que a nosotras nos envolvía el
miedo. De la que me soltó a mí, me caí al suelo y tengo un golpe en el codo. Tuvimos que pegarle
una patada y un tortazo para poder escapar. Echamos a correr con miedo de que nos volviera a
seguir hasta una parada de autobús.
Después de que pasara sigo teniendo miedo. Y yo ya no encuentro una solución a este miedo. No
sé qué hacer. Porque el poder del hombre sobre la mujer, el machismo y la violencia son cada vez
más grandes y el miedo es mayor y mayor. Sobre todo lo veo en los jóvenes, esos que te
encuentras en una discoteca y no te dejan de babosear, de hablar, de cogerte de la cintura. Esos
que se piensan que porque vayas al mismo local que ellos, es porque quieres echar un polvo.
Pues no. Que os entre en la cabeza, nosotras queremos bailar solas. Queremos reír y no tener
miedo.
Mi amiga y yo pudimos echar a correr, pero ¿y si no hubiésemos podido? ¿Y si una de las dos
hubiera estado sola? Realmente me parece increíble que las mujeres jóvenes estemos tan poco
protegidas, tan poco seguras. ¿Por qué deberíamos hacer autodefensa? El miedo nos obliga. Y yo
ya no disfruto cuando estoy de fiesta. La hora de volver a casa sola para mí es un suplicio. Y no,
no quiero esto. No quiero mandar mensajes a mis amigas diciendo: "He llegado, estoy bien". No
quiero que mi abuela me siga esperando despierta por la noche. Las mujeres queremos caminar
libres, solas; pero no podemos. Y, ¿cómo le cuento a mi madre todo esto?, ¿cómo le digo "Mamá,
tengo miedo"? ¿cómo?, si ella también lo tiene. Si lleva un spray de pimienta en el bolso "por si
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acaso". ¿Tengo que llevar yo también uno? ¿Es acaso necesario? ¿Qué es lo necesario o lo
correcto en estas situaciones? Yo de verdad que ya no lo sé. ¿Qué hago? ¿Me rapo la cabeza y
me cambio el pelo de color? ¿No me pinto las labios?, ¿no me pongo vestido?, ¿no salgo de casa?
¿Qué tenemos que hacer para que nos dejen en paz? Dejadnos vivir.
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