RETRATO DE UN JOVEN ORANDO (ANVERSO) de Hans Memling Este retrato de joven, de quien se desconoce su identidad, realizado sobre tabla y en cuyo reverso se ha pintado una hornacina con un jarro y flores sobre un tapiz oriental, constituye una magnífica demostración del dominio de la técnica del óleo por parte de Memling. El joven se representa ante una ventana, de medio cuerpo y con las manos juntas delante de su pecho en gesto de orar. Se desconoce si este retrato formaba parte de un díptico conyugal, y faltaría la tabla derecha con el retrato de la esposa; o si bien constituía un díptico o tríptico devoto. En este caso, además del retrato de la esposa en el papel de comitente, faltaría también la tabla central, en la que se representa generalmente a la Virgen con el niño o una escena religiosa. Sea uno u otro caso, el fondo de paisaje y la ventana adornada con un tapiz que se advierten en este retrato de joven se continuarían como fondo en las otras tablas, siguiendo la lógica de los dípticos y trípticos. HANS MEMLING Retrato de un hombre joven orando (anverso), c.1485 Óleo sobre tabla. 29 x 22,5 cm. Museo Thyssen-Bornemisza El dominio de la técnica al óleo le permitió desarrollar una pintura minuciosa, que se pone de relieve tanto en el tratamiento escultórico de los detalles fisonómicos (párpados y ojos, labios, mejillas, nariz) como en la consideración individual de cada cabello, del pelo de su capa o del hilo de oro de su camisa. La luz cae suavemente, sin provocar grandes contrates, por todo el frente del joven y ayuda a modelar las partes visibles de su cuerpo: manos, cuello y rostro. Poco se detuvo Memling en ahondar en la psicología y estado anímico de este joven orante; en cambio, su interés se centró en individualizarlo valiéndose de su particular estilo realista analítico y en la evocación de los valores táctiles de todas las superficies y volúmenes –ya fueran de piedra (columna de la ventana), tejidos, carne–. Se comprueba que los ojos del retratado no miran al mismo punto; ésta era una característica de los retratos de Memling y por la que concedía cierta movilidad a la expresión del rostro, el cual parecerá cambiar de aspecto según a qué ojo se le mire. En el reverso de la tabla Memling ha recreado ilusoriamente una hornacina. La luz penetra en el hueco desde la esquina inferior derecha, de abajo arriba, de manera que a través de una suave gradación lumínica queda en penumbra el triángulo superior e iluminado el inferior. El grado de luminosidad también varía según los distintos planos espaciales, lo que contribuye a recrear la sensación de profundidad en el interior del nicho. El jarro de mayólica que sirve como florero cabe interpretarlo en clave simbólica, pues las flores que en él se conservan –agileñas, iris y lirios– aluden a la virginidad de María y a sus gozos y dolores provocados por el nacimiento de Cristo, cuyo anagrama (IHS) decora la panza de dicho jarro. Por su lectura iconográfica, esta imagen del reverso se adecua perfectamente al conjunto mayor del que formaba parte y donde el cuadro central estaría dedicado a la Virgen con el Niño. HANS MEMLING Florero (reverso), s.f. Óleo sobre tabla. 29 x 22,5 cm. Museo Thyssen-Bornemisza