lesiones de la frustracion

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Lesiones de la frustración
Si se les aplica tal denominación a este tipo de lesiones, es por que al menos en el mundo de
la competición pelotarzale se producen en aquel pelotari que entra a vestuarios derrotado o
frustrado.
Se observa que cuanto menor es la diferencia en el marcador, mas se acusa este sentimiento
de impotencia, que induce en ocasiones al pelotari a adquirir un comportamiento infantil, y a
sufrir una especie de “rabietas” que le llevan a golpear objetos y mobiliario de las instalaciones
deportivas.
En un porcentaje casi total de los casos puertas y taquillas son los principales objetivos de los
puños del pelotari derrotado.
Este tipo de lesiones, si bien se dan con muy escasa frecuencia, son potencialmente posibles
por la tremenda violencia de los impactos que se producen.
No trataremos aquí las consecuencias que pueden acarrear el golpear con el puño una arista o
un cuerpo con poca superficie, y que produciría con toda seguridad un corte de dimensiones
considerables. Nos centraremos en lo más habitual, que es el impacto producido sobre
superficies planas y regulares.
Ante este tipo e lesiones, como en otros casos la actitud más inteligente es la prevención.
Esta se ha de lleva a cabo en el caso de deportistas jóvenes por medio de la formación como
persona y como deportista, que le llevara a admitir la derrota como algo inevitable a lo largo de
la competición. Se les informara que el sufrir una lesión de este tipo puede retrasar o modificar
su progresión en el deporte.
En el caso de pelotaris profesionales deben comprender que sus manos son una herramienta
de trabajo, su medio de vida, y que por cometer una irresponsabilidad de este tipo pueden
sufrir consecuencias deportivas y económicas podo deseables, así como decepcionar a sus
seguidores, a los que privara por un tiempo de su presencia en el frontón.
Estas lesiones son totalmente evitables.
Fractura por frustración “A”:
-
Fractura del quinto metacarpiano:
Conocida dentro del mundo del deporte como fractura de boxeador, se produce al
golpear frontalmente y con el puño cerrado una superficie lisa.
El ángulo en que se produce el golpeo no es completamente recto, es decir que la
superficie y la disposición de los nudillos no es completamente paralela, sino
ligeramente divergente, por lo que el impacto mas severo se centra sobre la
cabeza del quinto metacarpiano el cual por medio de un mecanismo indirecto
fractura el cuello o la diafisis del mismo.
Esta fractura requiere tratamiento adecuado, que en algunos casos es quirúrgico,
ya que de no ser así produciría entre otras secuelas una deformidad en la mano
que como mínimo va a dificultar la practica del deporte manista.
Si afortunadamente el impacto no ha producido ningún tipo de fractura si que se
producen contusiones en los tejidos que se han visto implicándose el golpeo y que
cursaran con unos días de dolor o molestias como mínimo.
En este tipo de actos también existe la posibilidad de que se produzca la fractura
de alguna falange proximal, que si bien no reviste especial gravedad, es
absolutamente evitable.
Fractura por frustración “B”:
-
Fractura de estiloides cubital:
Se produce esta al golpear lateralmente una superficie lisa (pared, puerta, taquilla
etc.) con la eminencia hipotecar de la mano, y en la cual se puede ver implicada la
eminencia correspondiente a la estiloides cubital, que es esa especie de “bolita”
que se observa en la parte externa de la muñeca por su parte dorsal.
Esta lesión que obligatoriamente precisa de tratamiento, bien sea medico,
ortopédico o quirúrgico, puede dejar secuelas importantes en lo que a restricción
de movimientos se refiere, con lo cual se limita bastante la habilidad del pelotari.
Afortunadamente esta fractura es bastante improbable ya que en el momento de
producirse el impacto, todas las estructuras se hallan en tensión con lo cual es una
defensa ante las lesiones de este tipo.
La mayor parte de las veces que un pelotari realiza esta negligencia no pasa de
producirse un hematoma de magnitud variable que no conlleva mayores
consecuencias, pero que no deben de producirse jamás al no formar parte de la
práctica deportiva propiamente dicha.
Pedro J. García García.
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