DERECHO REAL DE SUPERFICIE FORESTAL UNA

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DERECHO REAL DE SUPERFICIE FORESTAL UNA IMPLEMENTACION
NECESARIA PARA EL SECTOR FORESTAL
El Derecho Real de Superficie es una figura jurídica, casi totalmente
desconocida en Chile, aún cuanto tiene hoy una gran aplicación en el derecho
comparado y que este trabajo pretende promover para su introducción en nuestro
derecho en el ámbito forestal.
En efecto, don Andrés Bello, influido posiblemente por el Código Civil
Napoleónico, que omitió la regulación de este derecho real, tampoco lo reglamento en
nuestro derecho.
En el Derecho Romano existía esta figura, aunque al principio no se utilizó en
el ámbito privado. Con el tiempo también los particulares vinieron a conceder un
derecho semejante, aunque los romanistas dudan de que se tratara de un verdadero
derecho real, porque no aparece con claridad como derecho real en las fuentes dado
su sistema de numerus clausus. Esta figura evolucionó y ganó una mayor identidad
propia hasta que, en la época postclásica, se concedieron interdictos a los
superficiarios para la defensa de su derecho. Justiniano les concedió una acción real
semejante a la reivindicatoria. En Derecho Romano esta figura no llegó nunca a
entenderse como una propiedad separada, sino como un gravamen en suelo ajeno,
porque en el principio superficies solo cedit tuvo una vigencia absoluta.
Posteriormente en la Edad Media este derecho no consiguió autonomizarse de otras
figuras más o menos afines, v.gr. enfiteusis y arrendamiento, y quedo prácticamente
relegado al olvido en la Codificación Europea del siglo XIX. Sin embargo, en el siglo
XX
los problemas de vivienda, alimentación y la necesidad de fomentar la
construcción y cultivo de los suelos hicieron volver la vista a que este derecho, así,
avanzado el siglo XX esta figura revive por razones de política legislativa encaminada
a facilitar el acceso a la vivienda o el cultivo de fincas rústica, siendo hoy reconocido
en varios países como España, Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Japón, Austria,
Suiza, Cuba, Perú, Bolivia, Argentina y Brasil entre otros
El Derecho Real de Superficie Forestal es un derecho real autónomo,
generalmente temporario, que otorga ampliamente al superficiario el uso, goce, y
disposición jurídica de la superficie de un inmueble ajeno con la facultad de realizar
forestación o silvicultura y hacer propio lo plantado o adquirir la propiedad de
plantaciones ya existentes, pudiendo gravarlas.
Este derecho real limitado supone la separación del dominio de una cosa en
sentido horizontal. El dominio del suelo pertenece al concedente, mientras que el del
vuelo pertenece al superficiario.
En efecto, en el derecho comparado el Derecho de Superficie Forestal es real,
normalmente temporario y autónomo siendo constituido por el propietario a favor de
terceros, sobre un inmueble destinado a explotación forestal o silvicultura. Lo plantado
le pertenece en propiedad al superficiario, incluso las plantaciones que ya existían,
quien tiene todos los derechos sobre la superficie del terreno, y puede incluso imponer
sobre ella derechos reales de garantía. No divide al predio sobre el cual recae, sino
que convive conjuntamente con el dominio (cosa que suele ocurrir con otros derechos
reales, servidumbres por ejemplo), aunque se trate de un derecho autónomo y tenga
una vida limitada. Por consiguiente, su adquisición no produce modificaciones en el
status jurídico del inmueble objeto del derecho (como igualmente ocurre en la
Propiedad Horizontal), sin perjuicio que se le asigne una nomenclatura catastral para
identificarlo y diferenciarlo del titular del dominio, con notas de referencia recíprocas en
la documentación pertinente catastral.La adquisición de este derecho es por acuerdo de partes manifestado en un
contrato, que puede ser a título gratuito u oneroso, debiendo constar en escritura
pública, requiriéndose la entrega efectiva de la posesión y al igual que el dominio debe
inscribirse para tener efectos frente a terceros. Sin perjuicio de lo dicho no vemos
inconveniente para que se constituya testamentariamente.
Si se destruyera lo plantado en forma total o parcial el derecho subsiste
Termina el derecho de superficie por la renuncia expresa del superficiario (lo
que no lo exime de sus obligaciones), por vencimiento del plazo pactado, o la
ocurrencia de la condición resolutoria acordada, o por confusión (reunión en la misma
persona de las calidades de propietario y superficiario) o por no usar el terreno para
plantar por un periodo de tiempo determinado (tampoco en este caso puede no cumplir
sus obligaciones).
El propietario una vez extinguido el derecho real de superficie adquiere las
plantaciones existentes debiendo indemnizar al superficiario en todo cuanto se haya
enriquecido.
La extinción del derecho de superficie conlleva la extinción de todos los
derechos que el superficiario hubiera concedido sobre la cosa objeto de su propiedad,
lo cual no ocurriría si la extinción del derecho de superficie fuera por renuncia o
consolidación, ya que continuará existiendo el derecho de superficie por el tiempo que
falte.
Desde la perspectiva de nuestro legislación creemos que la integración del
derecho real de superficie forestal vendría a ser la herramienta de solución a diversos
problemas que están limitando o a lo menos entrabando el desarrollo del sector de las
plantaciones dada la incertidumbres que crea en el forestador no dueño el plantar en
suelo ajeno, cuestión que por lo demás ha dado lugar a más de un litigio en
tribunales, convirtiendo un proyecto productivo en un largo juicio. Asimismo, desde el
punto de vista del bosque nativo, este nuevo derecho real vendría a constituir la pieza
faltante para alcanzar de una vez los objetivos perseguidos por la Ley 20.283, en
especial su recuperación y fomento, al entregar los elementos necesarios
que
conjugan, por un lado, la certeza jurídica que permite perpetuar o a lo menos asegurar
en el mediano y largo plazo las actividades silviculturales que es menester
implementar en los bosques autóctonos para asegura su conservación y/o
recuperación; y por otro lado, borrar la visión de marginalidad económica que para
los pequeños y medianos propietarios representa hoy el bosque nativo, al permitirse
su transferencia temporal, sin afectar el dominio del suelo que lo sustenta, existiendo
de por medio un ingreso monetario que hoy no se divisa.
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