Ninguno de los anteriores casos es de accesión. En cambio, hay

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FERDINANDO CASADIEGOS CÁCERES
Ninguno de los anteriores casos es de accesión. En cambio, hay accesión cuando
en el caso de una confusión uno de los muebles unidos es accesorio respecto del
otro, que sería cosa principal. La regla de la accesión es que el dueño de la cosa
principal es también dueño de la cosa accesoria, pero los criterios de la regla
variaban según los casos. Por ejemplo:
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Si se ha tejido la prenda de Tulio con la lona de Antonio, el todo es de Tulio,
por ser la prenda “cosa principal”.
Si la cosa conserva su identidad no había accesión. Cuando se unía el anillo
y el diamante, el conjunto era la joya y no el anillo; el anillo era entonces cosa
accesoria. La regla tenía una excepción cuando un testador dejaba su anillo
con diamante a un heredero, la piedra era cosa accesoria, por interpretación
de la voluntad del testador.
En algunos casos se consideraba como dueña a la persona con la parte de
mayor valor, como quizás oro fundido en plata si se podía determinar lo
accesorio.
Pero la regla no era aplicable en el caso de escritura (cosa accesoria) sobre
pergamino (cosa principal) aún cuando la escritura era en oro.
Para el caso especial de pintura sobre una tableta se daban distintas soluciones.
Para Justiniano, la tableta era lo principal porque era de mayor valor; para Gayo
no había ninguna verdadera razón para ello, y para Paulo la tableta era cosa
principal porque la pintura no podía existir sin ella.
En todos los anteriores casos de accesión se observará que no se tuvo en cuenta
la mala fe de los dueños. En efecto, para determinar la accesión en sí no era
necesario. Pero la buena o mala fe era importante para la indemnización.
Las reglas principales eran las siguientes:
1. Si el dueño de lo accesorio unió las cosas sabiendo de quién era cada mueble,
se miraba como una donación de su parte, salvo que lo hubiera hecho como
acto de administración razonable para otro, caso en el cual era una agencia
oficiosa que permitía la actio negotiorum gestorum contraria.
2. Si el dueño de lo accesorio unió las cosas creyendo de buena fe que eran
propias, y todavía era poseedor, tenía dos posibilidades:
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