DESDE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA: una experiencia de articulación Julia Leymonié Sáenz* “Necesitamos una educación a lo largo de toda la vida para que nos de la libertad de elección. Pero aún la necesitamos más para salvaguardar las condiciones que hacen que esas opciones entre las qué elegir estén disponibles para nosotros y se hallen al alcance de nuestra capacidad” Zigmunt Bauman La reflexión como herramienta de cambio L a articulación entre la teoría educativa y la práctica de enseñanza es uno de los problemas que más desvelos provoca a los actores involucrados en el diseño y la implementación de las propuestas educativas. La ausencia de articulación entre los campos de la producción de conocimiento, y los campos donde el mismo se aplica también genera fuertes resistencias al cambio en aquellos que no han tenido oportunidad de reflexionar sobre las ventajas prácticas que propone la teoría. La reflexión sobre la práctica, a la luz de la teoría, proporciona herramientas conceptuales para abordar las prácticas tradicionales, desmontarlas una a una, analizando y comprendiendo las distintas facetas de la transformación que se propone. Las personas están así mejor equipadas para los cambios. La propuesta de currículos que privilegian la reflexión de los estudiantes sobre sus experiencias personales se ha generalizado en los últimos años (Schön, 1992; Zeichner & Liston, 1996; Rodgers, 2002; Moseley et al, 2005). La idea de que el conocimiento práctico es un modo válido de conocer y transformar la realidad se hace aún más evidente en la educación de adultos, en la formación permanente, a lo largo de la vida profesional. Es así que, más allá de los conocimientos teóricos aportados por los centros académicos de investigación y desarrollo, las prácticas reflexivas de las personas comprometidas en una profesión o tarea permiten producir conocimiento práctico respecto a dichas profesiones o tareas. El concepto de “profesional reflexivo” encierra la riqueza de las buenas prácticas profesionales. John Dewey, pionero en el desarrollo de esta idea, señaló una interesante distinción entre la acción reflexiva y la acción rutinaria. Según este autor, la acción rutinaria está orientada por la tradición y la autoridad. Existe un conjunto de supuestos e implicancias que no se discuten: “aquí las cosas siempre se han hecho así”. En la medida que los acontecimientos se suceden sin perturbaciones, la realidad no se ve como problemática. Las concepciones sobre la realidad constituyen una barrera que impide reconocer otras realidades y experimentar sobre ellas. Los pro- * Licenciada en Ciencias Biológicas, Facultad de Humanidades y Ciencias, Magíster en Educación, Universidad Católica del Uruguay. Directora y profesora de la Maestría en Didáctica de la Escuela Superior en el Instituto Universitario CLAEH. ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (60-78) 69 fesionales que no reflexionan sobre las tareas que están desarrollando suelen perder de vista los objetivos y los fines hacia los que dirigen su trabajo, y se convierten en meros agentes de otros que deciden por ellos. En contraposición, la acción reflexiva, dice Dewey, “supone una consideración activa, persistente y cuidadosa de toda creencia o práctica a la luz de los fundamentos que la sostienen y de las consecuencias a las que conduce”. Desde esta perspectiva la acción reflexiva no constituye un conjunto de reglas o procedimientos ya establecidos de antemano, sino que se trata de un modo de ser profesional, una manera particular de encarar y resolver los problemas que se presentan. Implica un proceso que va más allá de las soluciones lógicas y racionales, abarcando también la intuición, la imaginación y las emociones. El ser humano desarrolla en forma espontánea muchas de las acciones, reconocimientos y juicios. No se tiene conciencia de haber aprendido ciertas cosas: simplemente se hacen. La reflexión consiste en volver más consciente este conocimiento tácito que con frecuencia no se expresa a los pares, y por lo tanto no puede ser examinado y perfeccionado. En la medida que el conocimiento práctico en la ejecución de una tarea se vuelve comunicable, los principiantes pueden aprovecharse de él, de manera que puedan empezar a dominar sus aspectos más sutiles y complejos. Ésta es la base de profesional reflexivo del que habla Schön (op. cit). Johns (2004) describe la reflexión como un proceso por medio del cual la persona se vuelve conciente de sí misma, durante o después de una particular experiencia, con la capacidad de ver y enfocarse dentro del contexto donde ésta se desarrolla, con el fin de confrontar, comprender e ir hacia la resolución de la contradicción existente entre su propia visión y la práctica actual. A través de este conflicto, donde se hace responsable conciente de su propia visión y comprende por qué las cosas son como son, el práctico obtiene nuevos insights, “empoderándose” de la situación, lo cual le habilita para responder más congruentemente en nuevas situaciones futuras, dentro de un espiral reflexivo hacia el desarro70 llo de una “sabiduría práctica”. Se ha señalado repetidamente (Walker, 1985; Carlino, 2005) la importancia de escribir, como parte del proceso de incorporar la reflexión como herramienta de mejora de las prácticas y como apoyo a la profundización de la reflexión misma. Desde esta perspectiva se ve la escritura como una posibilidad de capturar y compartir experiencias significativas de la vida personal y profesional. Es así que la reflexión resulta ser una excelente estrategia didáctica para colaborar y reforzar los aprendizajes, en la educación y en el desarrollo profesional. Se trata de un aspecto esencial de las buenas prácticas de enseñanza que tiene amplios escenarios de aplicación en diversos contextos educativos, especialmente en la educación de adultos. La formación profesional permanente proporciona múltiples oportunidades para que los adultos, en rol de estudiantes, exterioricen sus experiencias laborales en contextos de aprendizaje. La reflexión es la herramienta por excelencia para desarrollar en profundidad estas oportunidades. Las teorías del aprendizaje adulto plantean, entre otras cosas, que los estudiantes adultos perciben claramente que su aprendizaje está directamente vinculado con sus experiencias de vida, y que utilizan temas relacionados con tareas y problemas reales con el fin de ayudarse a comprender mejor las conceptualizaciones abstractas. Al decir de Exley & Dennick “el aprendizaje (adulto) refuerza la satisfacción con el trabajo y la autoestima; incorpora elementos de duda para promover el análisis crítico y tiene en cuenta las necesidades de la organización y de la sociedad, así como el desarrollo del individuo” (2007: 95). A menudo el aprendizaje tradicional solo está referido al conocimiento proposicional: saber qué; en cambio, el aprendizaje adulto necesariamente implica, además, el conocimiento procedimental: saber cómo. La comprensión de problemas multidimensionales tales como son los problemas reales del campo laboral y profesional requiere la integración de ambos tipos de saberes. El concepto de profesional reflexivo que se maneja en este documento favorece fuertemente dicha integración. ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (60-78) Transformando nuestro Estado Desde la teoría a la práctica. Una experiencia de articulación - Julia Leymonié El Programa de Dirección Pública de la Escuela Nacional de Administración Pública Todo proyecto educativo tiene una intencionalidad, explícita o implícita, que marca la dirección de las acciones que se desarrollan en su marco. El currículo, entendido como un proyecto global, integrado y flexible que comunica las características y los principios esenciales de una propuesta educativa, tiene un carácter específicamente intencional. Estas intenciones se manifiestan fundamentalmente en la planificación, la evaluación y la justificación del proyecto educativo. Es así que un currículo debe ofrecer: A) en la planificación, principios para: seleccionar contenidos y desarrollar métodos; establecer las secuencias de enseñanza; diagnosticar las características de los estudiantes. B) en la evaluación, principios para: evaluar el progreso de estudiantes y profesores; orientaciones para ajustar el proyecto a las particularidades de cada contexto; C) en la justificación, definiciones sobre las intenciones y aspiraciones del currículo, accesibles a la crítica pública (Stenhouse, 1975). En suma, un currículo puede ser visto como un proyecto teórico, sustentado en el estudio de la práctica, que propone principios y orientaciones flexibles sobre preguntas esenciales: para qué enseñar, qué enseñar, cómo enseñar. Se trata de una “propuesta integrada y coherente que no especifica más que principios generales para orientar la práctica escolar como un proceso de resolución de problemas” (Gimeno Sacristán, 1989: 195). Un somero análisis del currículo del Programa de Dirección Pública permite observar una preocupación especial por precisar claramente su justificación, aunque también se percibe como necesario el ajuste de los aspectos relacionados con los criterios de planificación y de evaluación. La intencionalidad se expresa, en primer lugar, a través de un Objetivo General y una cuidadosa selección de contenidos relevan- tes a la consecución del mismo. Los objetivos suponen un primer nivel de concreción de las intencionalidades educativas, es decir del “para qué enseñar”. El Objetivo General del PDP está redactado en términos de metas a alcanzar por el propio participante, lo que muestra una particular preocupación por depositar en él mismo la responsabilidad de su propio aprendizaje. Subyace a esta idea una postura psicológica que concibe a las personas como constructoras de conocimiento, y a los programas educativos como facilitadores de esta construcción. Este Objetivo propone metas que van más allá de los conocimientos conceptuales, incluyendo la necesidad de desarrollar destrezas y valores. El segundo nivel de concreción de las intencionalidades educativas está proporcionado por la determinación de los contenidos, mostrando “qué enseñar” para alcanzar el objetivo deseado. La concreción de las intencionalidades educativas a través de los contenidos refleja una concepción culturalista de la enseñanza, que suele criticarse por su carácter fragmentario y teórico, asociada a la enseñanza expositiva y tradicional. Las críticas provienen de entender que la organización del contenido a enseñar siguiendo los patrones lógicos de las disciplinas, no siempre es adecuada para la comprensión profunda por parte de quienes aprenden. Este enfoque tampoco es adecuado para facilitar la planificación docente. Actualmente el concepto de contenido se ha flexibilizado. Se habla de “contenidos ampliados”, los que incluyen, además del campo conceptual de referencia, aspectos procedimentales, actitudinales, incluso axiológicos (Coll et al., 1994; Martín & Coll, 2003). Esta flexibilización salva, en alguna medida, las mencionadas críticas. El PDP, si bien conserva el enfoque culturalista y fragmentado en asignaturas, propio de las tradiciones educativas uruguayas, concibe los contenidos curriculares desde la perspectiva de los contenidos ampliados. El campo conceptual disciplinar se ve enriquecido por la propuesta de desarrollo de destrezas, estrategias, y la discu- ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (60-78) 71 sión e incorporación de valores y juicio crítico, tal como se expresa en el OG: tarea, con lo cual el PDP “asume el desafío” de la formación permanente. “Que el participante adquiera los conocimientos y las destrezas necesarias para el desarrollo eficiente y eficaz de las competencias requeridas para desempeñar funciones de dirección de un organismo público y simultáneamente valore la trascendencia que para la sociedad tiene, su papel de servidor público” El Objetivo General del Programa, como ya vimos, incluye en su definición el concepto de competencia para desempeñar funciones de servidor público, y muestra el valor que se le otorga a la reflexión sobre el propio desempeño. La preocupación por articular la teoría con la práctica, e incorporar aspectos actitudinales y axiológicos a la formación de un director público, presentada en el Objetivo General del Programa, antes expuesta, debe reflejarse en la selección de los contenidos curriculares y en las formas de trabajo didáctico, aspectos que analizaremos a continuación. 1. Selección de los contenidos curriculares Entendemos por contenido curricular el particular recorte de los campos disciplinares que realizan los educadores, en determinado momento histórico y social, dando respuesta a la pregunta: ¿qué cree la sociedad que hay que enseñar? Preguntas subsidiarias a la anterior, o que la completan: ¿cómo interpreta el currículo lo que la sociedad entiende que los ciudadanos deben saber y saber hacer?, ¿qué rol cumple cada asignatura que se pretende enseñar en el marco del nivel educativo, o de la carrera donde se sitúa? El contenido curricular no se limita al campo conceptual, sino que se extiende a las habilidades, procedimientos, valores, actitudes, que son propios de la disciplina en cuestión. La Fundamentación del PDP realiza un especial énfasis en “el fortalecimiento de los aspectos conceptuales e instrumentales propios de un cargo de dirección”, así como en la presencia de las “características propias de la gestión pública”. Por otra parte destaca la importancia de que esta formación desarrolla competencias básicas que permitan a sus egresados la posibilidad de acceder con autonomía a “conocimientos y habilidades de mayor complejidad”. En la Fundamentación también se explicita claramente el perfil del Director Público, y se expresa el concepto dinámico de la 72 Veamos de qué manera se evidencian estas intencionalidades del PDP en los contenidos curriculares que fueron seleccionados. Analicemos éstos a la luz de dos dimensiones: 1. Organización y secuenciación; 2. Contextualización. 1.1. Organización y secuenciación Los contenidos se presentan en formato modular y los módulos privilegian distintos aspectos relevantes para el desarrollo del Objetivo General del Programa. Tanto la organización como la secuenciación de los Módulos se realizan desde criterios disciplinares. Desde una lógica disciplinar se evidencia una secuenciación que va desde aspectos muy generales, como los tratados en el Módulo 2 (Estado y Políticas Públicas), hasta aspectos más particulares, trabajados en los Módulos 4 (Derecho Público), 5 (Gestión Financiera del Estado) y 6 (Temas de Debate Contemporáneo), pasando por el Módulo 3 (Gestión Pública), central al Programa tanto por la jerarquía de su contenido como por su carga horaria. El Módulo 1 escapa a este criterio disciplinar, ya que se trata de una asignatura de corte operativo. La concepción culturalista de la educación se ve reflejada tanto en la selección de los contenidos, ya discutida anteriormente, como en la organización y secuenciación que se advierte al interior de los módulos, en sub divisiones que denominaremos “asignaturas”. Los contenidos que aparecen en los programas de las diferentes asignaturas están organizados y secuenciados en función de la disciplina en cuestión, siguiendo un criterio claramente disciplinar. 1.2. Contextualización Existe una especial preocupación por presentar y jerarquizar contenidos relevantes ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (60-78) Transformando nuestro Estado Desde la teoría a la práctica. Una experiencia de articulación - Julia Leymonié al perfil que se espera desarrollar en los egresados del Programa. En este sentido el Módulo Gestión Pública está especialmente desarrollado en atención a dicho objetivo, organizándose en tres áreas de contenidos: planificar y gestionar proyectos, negociación y comunicación eficaces, y gestión de la organización. En este módulo se pondera, a través de su peso en horas de clase, el área referida a la planificación y gestión de proyectos, como herramienta indispensable para la planificación de actividades en el nivel de conducción. Dentro del Área I, la jerarquización está colocada en la Formulación y Gestión de Proyectos donde se espera que los participantes incorporen herramientas de análisis y desarrollen un lenguaje que facilite la comunicación y el aprendizaje organizacional. El Módulo Estado y Políticas Públicas brinda oportunidad para profundizar en la comprensión de la función pública y adquirir herramientas útiles para el cumplimiento de la misma. Dentro de sus objetivos puede apreciarse la preocupación por lograr que el participante comprenda la especificidad y complejidad de la función pública desde el plano de la reflexión teórica, pero también que incorpore habilidades instrumentales específicas para su labor como futuro director público. El Módulo Gestión Financiera del Estado le exige al participante reflexionar sobre su propio rol de administrador de bienes y recursos de la comunidad como funcionario público, a la vez que desarrolla habilidades para resolver problemas de tipo financiero -contables desde su área particular de trabajo-. Dentro de los objetivos específicos de este Módulo se destaca, entre otras, la preocupación por los aspectos actitudinales y reflexivos de la tarea del director público: “Tomar conciencia de la responsabilidad del Estado y la suya propia como servidor público y administrador de bienes y recursos de la comunidad”. El Módulo Debate Contemporáneo incluye tres asignaturas especialmente vinculadas a temas de relevancia en el contexto actual de la sociedad uruguaya, la corrupción, los derechos humanos y la perspectiva de género. Es especialmente interesante que un programa de formación profesional, público o privado, brinde un espacio para la reflexión sobre estas temáticas de discusión pública, sobre las cuales un director o gerente debe desarrollar una postura personal y fundamentada. Con respecto al Módulo “Metodología e instrumentos de investigación”, según lo expresan sus objetivos, además de promover la reflexión sobre las características de la comunicación científica e introducir a los estudiantes a la comprensión de las herramientas principales para investigar, presenta un objetivo fundamental que es el de apoyar la elaboración del proyecto final del PDP, trabajo práctico que se desarrolla durante el Taller de Integración a la Práctica Profesional. 2. Las formas de trabajo didáctico Las actividades o tareas constituyen el medio por el cual el estudiante puede apropiarse y construir conocimiento en torno al cual el docente se ha planteado sus objetivos. La toma de decisiones para el diseño de las mismas se basa en las ideas que el docente tiene sobre la enseñanza y el aprendizaje. Si se entiende que la enseñanza es una actividad en la que se confrontan, intercambian y contrastan ideas y experiencias de los participantes, estudiantes y docentes, las propuestas de trabajo se convierten en un medio para la construcción colectiva e individual del conocimiento. Es así que las formas de trabajo didáctico juegan un importante papel en la formación de los estudiantes. “…son las actividades planificadas por el docente, con el fin de favorecer la producción de experiencias de aprendizaje, buscando que los estudiantes alcancen los objetivos preestablecidos…deben pensarse desde los procesos de pensamiento que se desea promover en el estudiante, quiere decir que las mismas deberán mostrar el marco psicológico por el cual se ha optado” (Fiore & Leymonié, 2007: 126-127). El tipo de actividad de aprendizaje tiene gran influencia en el grado de motivación generado, y, consecuentemente, en la adquisición, retención y transferencia (Weinstein & Mayer, 1986). Las actividades deberán ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (60-78) 73 seleccionarse de manera que los estudiantes aborden el conocimiento a partir del análisis, posibilitando el desarrollo del pensamiento crítico, la reflexión y el debate. El PDP propone una forma de trabajo didáctico que se sitúa en la línea teórica antes mencionada. Se trata de una estrategia de combinación de los cursos teóricos bajo la modalidad de Taller de Integración a la Práctica Profesional (TIPP). Este Taller tiene un papel importante en el conjunto del desarrollo del Programa lo cual se aprecia ya desde el valor en créditos: aporta aproximadamente la mitad de los créditos (24) que proporciona el conjunto total de los cursos teóricos (49). El TIPP tiene, como su nombre lo expresa, la intencionalidad de promover la aplicación de los conocimientos teóricos trabajados en los cursos, a situaciones concretas de la vida de las organizaciones a las que los participantes pertenecen, a través de estudios de caso. “…dispositivos que contribuyan a un aprendizaje integral, conjugando contenidos teóricos, herramientas técnicas y realidades concretas, en un proceso que desmonte los imaginarios que fortalecen el statu quo y que reubique de manera eficiente el protagonismo del funcionario público en los cambios necesarios y posibles de realizar en su ámbito de trabajo” (Documento interno, ENAP, 2008). Una de sus principales características se refiere al papel protagónico de los estudiantes en la construcción de sus propios conocimientos y habilidades. En este sentido la concepción didáctica del Taller se sostiene en una perspectiva particular de comprender el conocimiento: el constructivismo. Este es un enfoque epistemológico que concibe el conocimiento como temporal, en desarrollo, social y culturalmente mediado y situado, de carácter no-objetivo. Desde este enfoque, el aprendizaje se percibe como un proceso auto controlado de resolución de conflictos cognitivos, internos, que se evidencia durante instancias de experiencias concretas, procesos colaborativos de tipo social, reflexión y auto conocimiento (metacognición). La concepción de aprendizaje que se promueve desde el TIPP tiene características muy cercanas a las que caracterizan el 74 aprendizaje auténtico (Newman & Wehlage, 1993; Wiggins & Mc Tighe, 2006): • Pensamiento de alto nivel, lo que implica manejo de información e ideas a través de procesos de síntesis, inferencia, generalización, explicación, interpretación, formulación de hipótesis y conclusiones. Estos procesos aseguran la posibilidad de resolver problemas, descubrir y otorgar significados, y lograr comprensiones profundas. • Profundidad del conocimiento, ligada con la capacidad de abordar ideas centrales o esenciales dentro de un tema. Los estudiantes son capaces de argumentar, construir explicaciones y trabajar cognitivamente con comprensiones complejas. Esta profundidad se desarrolla cuando se abordan pocos temas, de manera sistemática y relacionada. • Conexiones con el mundo real, las cuales se logran cuando se coloca a los estudiantes en situación de abordar problemas reales, y se les permite usar sus experiencias personales y su conocimiento práctico para realizar dicho abordaje. • Diálogo sustantivo, el que se produce cuando se privilegia la interacción de ideas, y no solo de hechos, experiencias, procedimientos o definiciones. Su característica principal es que no se desarrolla en torno a un guión pre establecido (exposición del docente), sino que se va generando a partir de la circulación de las ideas de los involucrados en la situación, sin orden jerárquico. • Apoyo social, que proviene del docente cuando deja ver grandes expectativas acerca de los logros de los estudiantes, y que proviene del grupo en su conjunto cuando todos los miembros pueden construir conocimiento y desarrollar habilidades esenciales en un clima de confianza y respeto mutuo. La modalidad de trabajo docente elegida para el desarrollo del TIPP es la tutoría, la forma de organizar los contenidos a enseñar es el caso y para llevar adelante la evaluación se privilegia una herramienta de fundamental importancia para potenciar los aprendizajes profundos y la mejora de las prácticas docentes: la retroalimentación. ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (60-78) Transformando nuestro Estado Desde la teoría a la práctica. Una experiencia de articulación - Julia Leymonié 2.1. La enseñanza basada en casos La representación de una situación de la realidad como base para la reflexión y el aprendizaje, hoy en día enriquecida por las posibilidades de la virtualidad (videoclip, simulaciones) es una potente oportunidad de aprendizaje significativo y profundo, entre otras cosas, por las posibilidades de estimular la motivación y el involucramiento en la situación. La enseñanza basada en la presentación de ”casos” promueve el desarrollo de procesos cognitivos de nivel superior, así como el pensamiento crítico y creativo, el trabajo en equipo y la toma de decisiones, además promover la disposición a la innovación y la actitud reflexiva. Por tratarse de una modalidad de enseñanza de carácter activo, implica tener en cuenta aspectos tales como el perfil del docente, la organización de los ambientes de aprendizaje, y las responsabilidades de los involucrados (docentes, estudiantes, actores contextuales). El proyecto que se promueve desde el TIPP, como trabajo final de síntesis, puede ser considerado un estudio de caso, por lo cual se puede afirmar que la modalidad de enseñanza elegida por este Taller es la enseñanza basada en casos. Sin embargo, aunque la enseñanza basada en casos permite incorporar variaciones que dependen del contexto en que se desarrolla el aula, existen algunas condiciones de forma y estilo que deben considerarse. En primer lugar cabe decir que los casos son instrumentos educativos complejos que revisten la forma de narrativas. El “caso” debe construirse: incluye información y datos de diversa índole (psicológicos, sociológicos, científicos, antropológicos, históricos y de observación, además de datos específicamente técnicos). En situaciones habituales el caso es presentado por el profesor, pero en el TIPP se da la interesante situación de que el caso es elaborado por los propios participantes apoyados por la tutoría, a partir de una somera propuesta seleccionada según ciertos criterios. Durante la construcción del caso, las clases teóricas prosiguen su curso, ofreciéndose así la oportunidad de constituirse en fuentes de información muy importantes para los estudiantes. La enseñanza basada en casos se practica ya desde hace mucho tiempo, sobre todo en algunas especialidades como la medicina y la abogacía. Lawrence, citado por Wasserman (1994) plantea que un buen caso debería mantener la discusión centrada en alguno de los hechos “obstinados” con los que uno debe enfrentarse en ciertas situaciones de la vida real. Los criterios para seleccionar las propuestas que habrán de convertirse en casos. En segundo lugar, la forma de organización de los estudiantes es otra característica particular de la enseñanza basada en casos: pequeños grupos en torno a un “caso”. Estos grupos se constituyen en verdaderos grupos de estudio que tienen autonomía para sesionar (dentro o fuera de la institución educativa y del horario escolar). En tercer lugar se destaca el papel del docente a cargo del seguimiento. El caso genera en los estudiantes, y en el docente tutor, la necesidad de “saber”. El papel del tutor como “interrogador ” es crucial. El tutor debe preparar un conjunto de preguntas “clave”, que debe dosificar en función de la marcha del trabajo. El objetivo de estas preguntas es obligar a los estudiantes a centrarse y examinar ideas, asuntos, nociones que hacen al problema elegido. A su vez deben provocar interés en indagar en profundidad, no quedarse en la superficie del caso sino lograr tensionar al máximo el interés de los involucrados. Esto facilita la adquisición de más información pertinente. La enseñanza basada en casos permite comprobar que los estudiantes adquieren conocimientos y realizan un análisis más inteligente de los datos, adquieren mayor tolerancia a la ambigüedad y la incertidumbre y comprenden mejor las complejidades de los conceptos y problemas. Estas son razones más que suficientes para estimular esta metodología cuando se trata de aprendizaje adulto, de desarrollo profesional. 2.2. La tutoría Las instituciones educativas en general, tienen un compromiso ineludible con la so- ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (60-78) 75 ciedad y es la de incrementar en forma permanente la calidad del proceso formativo: lograr rendimientos e índices de eficiencia académica realmente satisfactorios, cumpliendo con el objetivo de responder a las demandas sociales con más y mejores egresados. Para alcanzar estos objetivos es indispensable mejorar la calidad de la oferta educativa, lo cual quiere decir, entre otras cosas, mejorar cuali y cuantitativamente la atención que se ofrece a los estudiantes. Este es un tema complejo en el que intervienen múltiples dimensiones que tienen que ver, no solo con las características de los estudiantes sino también con la organización de la institución educativa en su conjunto, sea ésta de educación formal, en cualquiera de sus niveles, o de educación no formal o informal. Factores como el nivel de formación y profesionalización de los docentes, los salarios, la organización del trabajo académico, pertinencia y actualización del curriculum, apoyos materiales y administrativos, entre otros, marcan fuertemente las posibilidades de alcanzar logros educativos de excelencia. La opción por desarrollar un programa de tutoría como estrategia de enseñanza institucionalmente validado tiene evidentes efectos positivos sobre la formación integral de los estudiantes, lo que trae consigo un manifiesto incremento de la eficiencia académica. Un programa de tutorías implica actividades de acompañamiento y apoyo docente, de carácter grupal e individual que se ofrece a los estudiantes como una actividad más de su formación. Esta atención, de carácter personalizado, permite que el docente en su carácter de tutor, comprenda mejor los problemas que los estudiantes enfrentan en la resolución de las tareas que se le proponen, y pueda colaborar en forma más eficaz en su resolución. El tutor juega un papel importante en el proyecto educativo, ya que apoya a los alumnos en actitudes como las de crear en ellos la necesidad de capacitarse, de explorar aptitudes; de mejorar su aprendizaje y tomar conciencia, de manera responsable, de su futura tarea profesional. La tarea del tutor, entonces, consiste en estimular las capacidades y procesos de pensamiento, de toma 76 de decisiones y de resolución de problemas. A su vez podrá ponderar las condiciones individuales de cada estudiante para el logro de los objetivos académicos, con el fin de facilitar la potenciación máxima de sus posibilidades. La tutoría es una estrategia de enseñanza donde el profesor apoya a un estudiante, o a un grupo pequeño de estudiantes de una manera sistemática, por medio de la estructuración de objetivos, programas, organización de tareas, técnicas de enseñanza apropiadas e integración de grupos conforme a ciertos criterios y mecanismos de monitoreo y control, entre otros. Dada la polisemia del término “tutor”, y la variedad de perfiles elaborados en torno a esta función, es pertinente que, cuando una institución establece un programa de tutorías explicite claramente las definiciones y atribuciones correspondientes. En ese sentido el PDP expresa que se incluye la tutoría en el marco del TIPP, como modalidad de práctica docente, que no suple a la docencia directa en la clase, sino que la complementa y la enriquece. A su vez, existe un Reglamento especial para el TIPP donde se explicitan las características del trabajo del tutor, de la organización y aprobación del Taller en su conjunto, así como las pautas para desarrollar el trabajo final (propuesta de mejora). 2.3. La retroalimentación La retroalimentación se produce a dos niveles: entre docentes y estudiantes con el fin de mejorar los desempeños de los estudiantes y producir aprendizajes profundos de calidad (ateneo); y entre docentes con el fin de analizar las prácticas de aula y producir mejoras en ellas y en el currículo en general (interconsulta). 2.3. a. El ateneo En el TIPP la evaluación que se privilegia es la del proceso de aprendizaje, por lo cual la retroalimentación se constituye en una herramienta indispensable. Quien lleva a cabo la retroalimentación permanente es el tutor, con el específico rol de orientador di- ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (60-78) Transformando nuestro Estado Desde la teoría a la práctica. Una experiencia de articulación - Julia Leymonié dáctico. Su papel se configura a partir de las necesidades particulares del grupo y de la tarea. Constituye una importante figura para su grupo de estudiantes y una de las tareas más relevantes que debe llevar a cabo es la de apoyar los procesos sociales que se desarrollan a la interna del grupo. La retroalimentación (devolución o feed back) es parte esencial de un proceso de aprendizaje completo. Dice Wiggins (op. cit.) que nadie puede mejorar o aprender a mejorar a menos que sepa cómo le está yendo en su desempeño. Si adherimos a la idea de que la evaluación influye en la mejora del desempeño, y no solo de calificarlo, es necesario que la evaluación prevea la posibilidad de que se realicen auto ajustes durante la marcha, y que los mismos estén basados en buenas devoluciones. A pesar de que se ha avanzado mucho hacia el desarrollo de evaluaciones más auténticas, sobre todo en el ámbito de la formación permanente empresarial, en las instituciones educativas aún resulta revolucionaria la idea de brindar a los estudiantes devoluciones autoevidentes durante las evaluaciones formales. De la misma manera, también sigue siendo transgresora la idea de informar a los estudiantes, de antemano, los criterios y estándares con los cuales sus trabajos serán evaluados y calificados. El tutor del TIPP tiene una perspectiva privilegiada para valorar el proceso de aprendizaje grupal, pero también el de cada uno de los participantes. Asimismo tiene posibilidades de brindar retroalimentación constante sobre las tareas colectivas e individuales y acompañar el crecimiento del grupo hasta la instancia de examen final. El Reglamento del TIPP establece con claridad las atribuciones del tutor respecto a la valoración del proyecto, a lo largo del proceso y en relación al producto final. En este documento se destacan las dimensiones a valorar en cada caso, pero no se definen los descriptores ni los estándares a alcanzar. Esta ausencia produce algunos problemas a la hora de ajustar los criterios de justicia y equidad de las evaluaciones. En el taller se ha dado una instancia formal dónde hacer explícitas y compartir las devoluciones de los tutores a sus grupos y a los de sus colegas. Esta instancia se denomina “ateneo”. Vale la pena, antes de seguir adelante, destacar la lógica de organización de las actividades de los estudiantes durante el PDP: en un primer momento los estudiantes asisten a las clases del grupo de asignaturas teóricas, en un régimen bastante intenso de trabajo. Aproximadamente a la mitad del tiempo previsto para las clases teóricas, los estudiantes conforman grupos de trabajo y comienzan a reunirse con sus respectivos tutores. Toda la actividad destinada a la elaboración del proyecto se realiza en estas instancias de trabajo en grupo tutoreado, las cuales pueden ser presenciales o virtuales, donde las interacciones se realizan solamente a nivel del grupo pequeño. Llegada la instancia del ateneo, los grupos pequeños vuelven a encontrase en el grupo mayor, a los efectos de compartir las experiencias desarrolladas por cada uno. Los documentos del TIPP expresan que el ateneo tiene el propósito de ser una instancia preparatoria de la presentación final que cada equipo deberá realizar frente a un Tribunal de Evaluación y contribuir a “fortalecer el aprendizaje realizado, constituyendo una instancia de: integración, intercambio de información y estrategias, confrontación de visiones, debate colectivo con fundamentos y argumentación, fertilización cruzada de conocimientos y experiencias, identificación de redes de problemáticas y actores, laboratorio de ideas para la mejora de los servicios públicos”. Se trata de un momento en el cual los grupos integran sus respectivos trabajos, y también los hacen los tutores. Estos tienen aquí una oportunidad más, además de otras generadas a lo largo del desarrollo del Taller (reuniones de interconsulta, por ejemplo), de compartir visiones, estrategias de trabajo, criterios, opciones metodológicas. El ateneo es una instancia de aprendizaje a dos puntas, por un lado para los participantes quienes ejercitan competencias comunicacionales (hablar en público, organizar y jerarquizar información, diseñar una presentación, dividir tareas, etc.), y además, reciben devoluciones que les permiten ajustar distintos aspectos del proyecto con vis- ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (60-78) 77 Desde la teoría a la práctica. Una experiencia de articulación - Julia Leymonié tas al examen final. A su vez los tutores tienen la oportunidad de “ver de lejos” el producto final de un largo proceso en el cual actuaron de acompañamiento, y así retroalimentarlo, dando explicaciones, y haciendo preguntas de aclaración. También esta es una instancia de aprendizaje para el coordinador del Taller, el que tiene la oportunidad de ver la globalidad, pudiendo proporcionar retroalimentación desde esa perspectiva. 2.3. b. La interconsulta Dentro del equipo docente existen instancias quincenales de intercambio denominadas “interconsultas” que constituyen momentos de verdadera retroalimentación entre los docentes y la coordinación académica, donde el foco está colocado en la reflexión crítica sobre las prácticas. Las instituciones educativas que brindan oportunidades a sus docentes para desarrollar pensamiento reflexivo suelen obtener aprendizajes estudiantiles de calidad, y sus currículos suelen ser dinámicos, flexibles y contextualizados. El pensamiento estratégico y reflexivo es comprometido y fundamentado en valores. Implica, no solo el manejo de información, sino la construcción de sentido para dicha información, y la producción de pensamiento creativo (Moseley et al., op.cit). Este modelo incluye procesos cognitivos de orden superior, pero también las áreas emocionales que Gardner denomina inteligencia interpersonal e inteligencia intrapersonal, siendo especialmente apropiado para interpretar los procesos de reflexión colectiva. Desarrollar este tipo de pensamiento no es fácil, ya que requiere dos procesos simultáneos: 1) concentración sostenida no solo en la disciplina que se enseña sino en la concepción de la tarea a llevar a cabo, y 2) decidir si debe haber o no cambios a la luz de la contrastación entre la nueva experiencia y la previa. El pensamiento reflexivo permite considerar las actividades bajo una perspectiva holística y, a la vez analítica. Es de gran valor cuando las tareas sobre las cuales reflexionar son de elevada complejidad, tal como los procesos de enseñanza de adultos en formación permanente. 78 Las instancias de interconsulta del PDP se perciben como momentos ideales para el desarrollo de estos procesos de pensar reflexivamente, los tutores, el coordinador, los integrantes de la UTD, quienes, desde diversas experiencias individuales pueden retroalimentar la experiencia colectiva. La evolución del diseño curricular del PDP es una muestra de los resultados de estas prácticas de retroalimentación. A modo de cierre En suma, el Programa de Dirección Pública que se realiza desde la Escuela Nacional de Administración Pública resulta un buen ejemplo de desarrollo curricular flexible, dinámico y contextualizado, producto de trabajo reflexivo y compartido. Después de varios años de implementación se pueden percibir claramente interesantes resultados que provienen de su intencionalidad por desarrollar conocimiento práctico como modo válido de conocer y transformar el entorno. El análisis de esta experiencia permite asegurar que el concepto “profesional reflexivo” puede transformarse en una realidad que encierre la riqueza de las buenas prácticas profesionales. El PDP ha tenido la capacidad de evolucionar en consonancia con los cambios que han ido demandando las necesidades de la administración pública. Esta posibilidad para adaptarse y aprender en colectivo es una característica especialmente destacable que se observa en el desarrollo de este Programa. Al decir de Schön (op. cit), el cambio es un aspecto fundamental en la sociedad actual, y es necesario que la educación permanente de los profesionales incorporen esta idea desde posturas prácticas y contextualizadas. En este sentido el PDP constituye un modelo a seguir. ISSN 1688- 2889 - AÑO 6 - Nº 46 - 2011 (79-85/192-199)