tallos, rollizos y esponjosos, recubiertos por corteza lustrosa, pardo-rojiza,, verde o grisácea, sin llevar más hojas que las rosetas en que se terminan las ramas; pues, a proporción que éstas crecen, se v a n cayendo las hojas y dejando una cicatriz verrucosa sobre la corteza del tallo. Todas las especies poseen, como e l cardón, gran abundancia de látex, que, salvo en la tabaiba dulce (E. balsamifera), es más o menos virulento e irritante. Alguna de estas Euphorbia, como la E. mellifera, de temperamento selvático, escapa de la zona que ahora nos ocupa; otras, como la E. obtusifolia, tienen mayor difusión por niveles más elevados; pero la generalidad se e x tienden con profusión por la zona cálida inferior, especialmente en los dominios del Crassicauletum. Muy abundante en las cuatro islas que estudiamos,; son las E. balsamifera y E. regis-Juabae; las E. aphylla, E. atro-purpurea y E. Bungeana son características del occidente tinerfeño; la E. obtusifolia,. aunque está en las cuatro islas, es la más típica y abundante en Hierro; la E. Berthelotii es endemismo de Gomera. Gon marcada fidelidad únese al cardón y las tabaibas, en el Crassicauletum, el vulgarmente llamado verode o berode, Kleinia neriifolia, verdadero Senecio arborescente, con afinidades sudafricanas y aspecto parecido al de algunas tabaibas: tallos carnosos de tonalidad verde clara y ramificación articulada, artejos napiformes, por hallarse engrosados en maza hacia su ápice, donde se insertan las hojas, más grandes y suculentas que en las. Euphorbia, pero fugaces como aquéllas, se desprenden al iniciarse el verano, llegando la planta a su floración totalmente desnuda; las flores, amarillentas y poco vistosas, se pasan en seguida, cubriéndose después por las aglomeraciones de vilanos blancos, propios de los Senecio. Otras plantas que contribuyen no poco al tipismo de estas formaciones son las Crasuláceas, del género Sempervivum, principalmente las especies arbustiformes de flores amarillas, como el 5 . holochrysum, de gran resistencia a la sequía, m u y extendido por los peñascales caldeados de la región costera en todas nuestras islas; también son de este tipo las llamadas melosas o meleras, por la viscosidad que recubre los rosetones de sus hojas crasas y vellosas (S. Lindleyi, de Tenerife y Palma, y S. viscatum, de Gomera). D e otro aspecto son las especies, de este mismo género, llamadas Bejeques, plantas fisürícolas con grandes rosetas, sentadas, de hojas carnosas,, generalmente azuladas con bordes rosados, entre las que h a y numerosos endemismos canarios de gran vistosidad y mayor interés florístico. Gran parte de estos bereques son propios de los acantilados de la región de las nieblas o de los pinares; pero no dejan de tener notable representación en los peñasCales de la región baja y costera, enclavados en el dominio del crassicauletum (S. nobile, S. hiérrense, S. ciliatum, S. Haworthii, S. decorum, etc.). Algunas-