RECURSOS ENDÓGENOS Y DESARROLLO LOCAL

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COMUNICACIÓN
RECURSOS ENDÓGENOS Y DESARROLLO LOCAL. (Fundamentos
teóricos de un estudio en la comarca de Carballiño, Ourense)
Xulio Pardellas de Blas
Universidad de Vigo
El estudio sobre los recursos endógenos, planificación estratégica y desarrollo local del municipio
del Carballiño, que lleva a cabo un equipo de investigación del Departamento de Economía
Aplicada de la Universidad de Vigo, aparece enmarcado en una de las temáticas que desde los años
70 viene concentrando la atención de los conomistas preocupados por dar una salida a los
problemas de los desequilibrios regionales, y sobre todo a la crisis del paradigma del crecimiento
centrado exclusivamente en las areas urbanas, una vez que las deseconomías de la aglomeración
eran ya evidentes.
Esta nueva orientación del pensamiento económico y de las teorías del desarrollo supone ademas
una nueva perspectiva de analisis, enfocando los problemas cun una visión globalizadora que
implica necesariamente un trabajo multidisciplinar, e interrogándose metodológicamente sobre el
contenido social y cultural de la noción de territorio, al tiempo que reivindicando su uso como factor
explicativo de los procesos de desarrollo.
La proposición básica de este enfoque es que existe un grupo especial de recursos, que pueden
caracterizarse por su naturaleza pública, que determinan la renta, la productivadad y el empleo
potencial (Biehl, 1988).
El primero de estos recursos está constituído por el concepto global de situación, desde su sentido
de vecindad o alejamiento respecto a los principales centros de actividad económica a escala
provincial y nacional, así como tambien respecto a las principales vías de comunicación con el resto
de los centros de actividad y mercados mundiales.
La aglomeración y estructura de los asentamientos refleja la concentración espacial de la población,
de los productores y de los consumidores en el interior del espacio geográfico, existiendo un nivel
de aglomeración óptimo a partir del cual las deseconomías externas superan la inicial reducción de
los costes de transporte y las facilidades de comunicación intersubjetiva.
La estructura sectorial indica la relación entre las dimensiones relativas de las actividades agrícola,
industrial y de servicios, así como su grado de organización económica y enlace dependiente en su
operatividad cotidiana. Aunque el entramado sectorial sea por lo general un resultado de desarrollo
regional, puede considerarse igualmente un condicionante o incluso un determinante de ese
desarrollo.
Finalmente, Biehl utiliza el término infraestructuras para designar la parte del capital fijo de una
economía que se caracteriza mas claramente por su naturaleza de bienes públicos. Desde ese punto
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de vista considera las redes de transporte, las de abastecimiento de energía, los sistemas de
suministro de agua y alcantarillado, los equipamiento docentes y sanitarios, y las instalaciones
sociales, deportivas y culturales. En su opinión cabe formular la hipótesis general de que un mejor
equipamiento infraestructural incrementa la productividad de los investimientos privados, por
cuanto rebajan sus costes globales.
De forma paralela se puede decir que el concepto económico de infraestructuras cubre las
inversiones realizados en una vasta suerte de bienes de capital no directamente utilizados en el
proceso productivo, pero que abastecen servicios de rango simultáneo a múltiples usuarios, o al
conjunto de la sociedad, más que a personas o empresas privadas, formando parte del denominado
capital social fijo.
Desde la perspectiva del desarrollo regional y local existen dos hipótesis para explicar su efecto
sobre las actividades productivas. De acuerdo con la primera tendrian un papel relevante en la
función de producción de toda la comunidad, mientras la otra teoría defiende su importancia en la
asignación de los factores de producción privados, trabajo y capital, por influir en las decisiones de
localización. De las dos parece derivarse que los servicios que ofertan el conjunto de
infraestructuras son relevantes para determinar el nivel de desarrollo de un espacio geográfico dado
(Bosca et al, 1989).
A partir de este enfoque, cualquier política orientada a favorecer el desarrollo local supone
coordinar aquellos recursos y ponerlos al servicio de las actividades productivas dentro de un
territorio, o dicho en otros términos, implica elaborar una política de inversiones públicas que
potencie y mejore la oferta de tales recursos (Wadley, 1988).
En la misma linea y como ya dijimos al inicio, la atención dada a los modelos locales de desarrollo
no es solo el resultado de la diferenciación de situaciones económicas locales y la emergencia de
nuevas formas de industrialización, sino tambien una consecuencia de la crisis del paradigma
funcionalista del desarrollo, que consideraba el espacio como un simple lugar, donde ocurrian los
efectos de las actividades económicas.
Esta atención de los investigadores hacia la dimensión territorial del desarrollo puede considerarse
tambien como el resultado de diversas evidencias a lo largo de los años 70 y 80. Concretamente, la
sedimentación de específicos e interrelacionados factores históricos, sociales y culturales en
espacios locales, que generaron procesos signifcativamente diferenciados de desarrollo a partir de
sus propios recursos, no es una consecuencia de simples procesos de descentralización o de
relocalización industrial (Garofoli, 1992).
Cabe decir sin embargo, que no hay unanimidad en las opiniones de los autores sobre esta cuestión,
y esto siendo frecuente en la ciencia económica, resulta mucho más lógico cuando el estudio de
estos procesos lleva tan corto tiempo y las series de datos empíricos solo permiten conclusiones
cautelosas, como apunta el mismo Garofoli y otros autores (Sanchez y Velasco, 1984. Vázquez
Barquero, 1986. Furió, 1991).
En la pluralidad de caminos y trayectorias en los modelos de desarrollo local no existen estadios o
etapas prefijadas, aunque es posible identificar ciertos rasgos comunes habitualmente destacados en
los estudios específicos. Así, la capacidad de autogobierno del proceso de transformación de las
estructuras económicas locales es un rasgo claro que lleva a unha conclusión repetida: el camino de
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desarrollo elegido para tener continuidad y llegar a ser autosustentado debe basarse en las fuerzas
locales y en su capacidad para controlar las variables fundamentales.
En este sentido, cobra especial relevancia el uso adecuado de los recursos naturales del propio
espacio, la capacidad para controlar localmente el proceso de acumulación, la capacidad para
innovar y sobre todo la existencia de -y la capacidad para desarrollar- interdependencias
productivas, tanto en el mismo ámbito local, como ampliando la influencia territorial de aquel
proceso.
A partir del estudio de diversos casos empíricos en la geografía española, Vázquez Barquero
(1986,1988 y 1993), defiende que todas las comunidades locales disponen de un cierto número de
recursos que constituyen las potencialidades de desarrollo endógeno de un determinado territorio.
Los casos de existencia de una estructura productiva viva, un mercado de trabajo, una capacidad
empresarial, una estructura institucional y política, una tradición, unos rasgos culturales y unos
recursos naturales, suponen objetivamente un potencial de crecimiento y de mejora del nivel de vida
de la población.
La estrategia de aceleración del proceso puede partir de la administración o de la propia iniciativa
empresarial existente, o lo que viene siendo más frecuente, de la conjunción de ámbas desde la
creación de sociedades de promoción de desarrollo local, de las que existen ya más de 300 en
España, y que responde a una necesidad de apoyo sentida localmente para facilitar y acentuar
procesos ya iniciados o simplemente en proyectos aun sin definir.
El desarrollo endógeno así concebido integra un conjunto de experiencias empresariales con
singular interrelación sectorial, que utilizan los recursos propios del área de implantación
(principalmente los naturales, humanos y financieros), y que con apoyo de la administración
resultaría beneficiado por una mejoría en los servicios derivados de la oferta de infraestructuras,
pudiendo planificarse y orientarse en función de unos objetivos y fases de actuación que tratarían de
aprovechar las economías de escala de las tasas de crecimiento y acumulación obtenidos en cada
fase.
Vázquez Barquero (1986), destaca además dos dimensiones específicas de este proceso. De un lado
estaría la dimensión económica, derivada de la capacidad que demostrasen la empresas locales para
organizar los factores productivos con niveles de productividad suficiente para ser competitivos en
el mercado. Y por el otro lado, aparecería la dimensión sociocultural, manifiestada en el hecho de
que los valores e instituciones locales sirvan de base al proceso de desarrollo, fortaleciendo su
propia estrategia.
Con esta visión nuestro estudio intentará inscribirse en las hipótesis citadas, planteando una síntesis
de la documentación bibliográfica sobre las estrategias elaboradas hasta el momento en España y en
Europa, y atendiendo especialmente a los resultados de las iniciativas de Desarrollo Local y
Empleo, realizadas al amparo de proyectos de Naciones Unidas desde 1985.
Nuestro objetivo será pues mostrar que el planteamiento de una estrategia de desarrollo local es una
pieza clave en el proceso de reestructuración productiva del Ayuntamiento de Carballiño,
analizando la adecuación individual y conjunta a este espacio territorial de tres grandes tipo de
políticas de las que existe experiencia documentada: las dedicadas a la creación y ampliación de
empresas innovadoras y competitivas, las que procuran una mejora de calidad de los recursos
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humanos y las que tienen como objetivo fundamental la difusión de la tecnología por todo el
sistema productivo local.
Igualmente, no olvidemos el contexto económico general de las economías gallega y española,
donde observamos como elemento común una fase expansiva a lo largo del bienio 1994-95, con una
desaceleración aparentemente pasajera de la activdad, pero enfrentando el futuro con el dato
positivo de la corrección de algunos de los desequilibrios básicos de la economía, tanto en el ámbito
estatal como gallego, inflacción a la baja y déficit público controlado.
Sin embargo, de acuerdo con el último estudio anual del IDEGA (1996), el mejor comportamiento
relativo de la economía gallega en 1995 tuvo mucho que ver con factores transitorios, que una vez
desaparecidos pueden reconducir una trayectoria de menor crecimiento. Ejemplo de ello es que la
evolución de los macrosectores en ese año estuvo marcada por los mejores resultados en las
secciones primarias y en la construcción, esta última influída por la actividad generada por las obras
de las autovias de acceso a la Meseta. En contraposición, tanto el sector industrial, a pesar de una
importante recuperación, como los servicios, mostraron un ritmo de crecimiento inferior que la
media estatal.
En consecuencia, el planteamiento de objetivos y acciones de ámbito local deberá tomar en
consideración este comportamiento tendencial del contexto económico inmediato, que en su
momento condicionarán resultados o influirán en la propia estructura de las decisiones.
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