Hieronymus van Aeken Bosch (EL BOSCO), "El carro de heno" (1495-1500) Sala 56A Según Juan J. Luna, la obra del Bosco se caracteriza por su «...fantasía, desbordamiento imaginativo y aspectos que semejan nacidos del vértigo del pecado, inclinan a pensar en unas obsesiones personales, volcadas a la sexualidad, que reflejan un espíritu aparentemente reprimido, humorístico o al borde de la locura, matices contrapuestos, pero que pueden ser complementarios según el análisis que se haga y los razonamientos que se escojan; y no sólo es el carácter del autor el que aparece, sino el de la sociedad en la que vivió, cuyos vicios fustiga y, atacándolos, simula ensalzarlos... En su pintura el contenido es más importante que la forma, y así su estilo no supone una renovación de lo flamenco, sino más bien un arcaísmo...» (op. cit., pág. 212) Esta pretensión moral de la pintura del Bosco se debe a su pertenencia a la Cofradía de Nuestra Señora y a sus posibles relaciones con la Hermandad de la Vida en Común, asociaciones que deseaban estimular la meditación, la vida ejemplar, la caridad y la pureza de espíritu, frente a la corrupción general y la pompa vacía de los ritos eclesiásticos. La obra que aquí comentamos es un excelente ejemplo de ello. Es un tríptico. En su cara exterior (que no se puede ver, al estar abierto) representa "el camino de la Vida, plagado de peligros y tentaciones". Las caras interiores, que observamos, plantean la siguiente temática: -Izquierda: Creación del Mundo-Creación de Eva-Pecado Original-Expulsión del Paraíso. -Centro: el Hombre en el Mundo, su lucha por la riqueza y el placer, todo ello visto por Dios, con un gesto de impotencia ante la locura humana. El heno simboliza la riqueza (según un proverbio flamenco: "el mundo es un montón de heno, del que cada uno obtiene lo que puede”). El carro, tirado por los monstruos de las pasiones, representa la vida, el movimiento que no se detiene entre el nacimiento y la muerte. En torno al carro de heno, todos los hombre luchan por conseguir una porción, en este combate no hay límites, se llega al asesinato. Tras el carro la comitiva de los poderosos que ya poseen las riquezas y les rinden pleitesía, como en una procesión. En primer término, abajo a la derecha, la crítica al clero: la gruesa abadesa espera, bebiendo un vaso de vino, a que las monjas le traigan el heno. Una monja ofrece heno a un joven a cambio de sus favores, pero a éste no le interesa, pues es homosexual (lleva en la cabeza el símbolo de los hermafroditas, la gaita). Los únicos que quedan al margen son los enfermos y las madres que cuidan a sus hijos (en primer plano, abajo) Encima del carro los pocos que han llegado a conseguir lo que querían (es la apariencia idílica de la vida). La pareja cortesana y la pareja aldeana (los que han conseguido mucho y los que han conseguido suficiente), flanqueados por un ángel que invoca al cielo y por un demonio que trompetea con gozo atrayendo al pecado, seguro de su triunfo. Tras ellos, un mirón con una jarra rota sobre su cabeza, símbolo del engaño conyugal (¿el matrimonio por dinero?) Al fondo, el paisaje idílico y tranquilo (la naturaleza, la obra de Dios) contrasta con la vorágine de los hombres. -Derecha: el Infierno. La comitiva de la vida penetra en el Infierno, los demonios torturan a los condenados y construyen la torre para los que van a llegar. EL JARDÍN DE LAS DELICIAS Panel de la izquierda Panel central Panel derecho