Proves d’accés a la Universitat (2002) Selectivitat (LOGSE) Llengua Castellana i Literatura Model 3 Elija una de las dos opciones propuestas. OPCIÓN A –En eso estoy conforme –dijo Andrés–. La voluntad, el deseo de vivir, es tan fuerte en el animal como en el hombre. En el hombre es mayor la comprensión. A más comprender, corresponde menos desear. Esto es lógico, y además se comprueba en la realidad. La apetencia por conocer se despierta en los individuos que aparecen al final de una evolución, cuando el instinto de vivir languidece. El hombre, cuya necesidad es conocer, es como la mariposa que rompe la crisálida para morir. El individuo sano, vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque no le conviene. Está dentro de una alucinación. Don Quijote, a quien Cervantes quiso dar un sentido negativo, es un símbolo de la afirmación de la vida. Don Quijote vive más que todas las personas cuerdas que le rodean, vive más y con más intensidad que los otros. El individuo o el pueblo que quiere vivir se envuelve en nubes como los antiguos dioses cuando se aparecían a los mortales. El instinto vital necesita de la ficción para afirmarse. La ciencia entonces, el instinto de crítica, el instinto de averiguación, debe encontrar una verdad: la cantidad de mentira que se necesita para la vida. ¿Se ríe usted? –Sí, me río, porque eso que tú expones con palabras del día está dicho nada menos que en la Biblia. –¡Bah! –Sí, en el Génesis. Tú habrás leído que en el centro del paraíso había dos árboles, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida era inmenso, frondoso y, según algunos santos padres, daba la inmortalidad. El árbol de la ciencia no se dice cómo era; probablemente sería mezquino y triste. ¿Y tú sabes lo que le dijo Dios a Adán? –No recuerdo, la verdad. Pío Baroja, El árbol de la ciencia. 1. Ponga un título al texto y escriba un breve resumen del mismo (1 punto) 2. Describa la organización de las ideas en el texto (2 puntos) 3. Comente desde el punto de vista sintáctico los sintagmas destacados en negrita (1’5 puntos) 4. Analice sintácticamente esta oración (2 puntos): “Don Quijote, a quien Cervantes quiso dar un sentido negativo, es un símbolo de la afirmación de la vida” 5. A partir de la siguiente frase, caracterice al personaje de Andrés Hurtado (2 puntos): “La ciencia entonces, el instinto de crítica, el instinto de averiguación, debe encontrar una verdad: la cantidad de mentira que se necesita para la vida” 6. Describa la imagen de la sociedad española que ofrece Baroja en El árbol de la ciencia. (1’5 puntos). OPCIÓN B ¡Ay, Carmela!, a través de las peripecias de dos “artistas” insignificantes que representan la tragedia colectiva del pueblo español, es una crónica sentimental, emotiva y entrañable, de la memoria republicana y un cálido homenaje a la dignidad artística, a la sensibilidad humana y a la calidad moral de la conciencia antifascista. ¡Ay, Carmela! es sin duda, aquí y ahora, una obra de teatro político, un concepto que en Sanchis Sinisterra nada tiene que ver con el sectarismo político ni con el panfletarismo ideológico. Porque la obra no acaba, claro, con el fusilamiento de Carmela al final del acto segundo, sino con un epílogo donde el dramaturgo nos presenta al superviviente vestido con la camisa azul de la Falange. El Paulino del epílogo es un personaje patético, un náufrago de la tragedia, un superviviente que, en realidad, es un pobre “artista” muerto que, al final del acto primero, le confiesa a Carmela su conciencia de estar “peor que muerto”. Y esta Carmela “recién muerta” del epílogo está perdida ahora por entre la niebla de su memoria. La muerte es olvido, pero el escenario vacío y oscuro del teatro Goya de Belchite es el escenario de la memoria. Por eso esta Carmela, significativamente, regresa allá para recordar aquella noche y a aquellos milicianos (“¡Van a matarlos otra vez!”), para escuchar las bombas y los cañonazos de la guerra, como si la vida y la muerte fuesen tan semejantes que la guerra invadiera también el paisaje de los muertos (“Son imaginaciones tuyas”, le dirá Paulino al final del acto primero). La misma Carmela que en el epílogo regresa para recordar, pero sobre todo para hacernos recordar a nosotros, espectadores, sin moralismos ni sermones, las implicaciones éticas de la supervivencia. En efecto, el epílogo constituye una vigorosa reivindicación por parte del dramaturgo de la memoria como atributo de la dignidad. Una vez más, la comicidad no es aquí sólo verbal, sino estructural, en la medida en que está determinada por la situación dramática. Carmela regresa ahora por propia voluntad, sin que la llame Paulino, quien, al verla, “tiene una reacción ambigua que, finalmente, se resuelve en seca hostilidad”. Por encima de diferencias políticas, de lenguas y de fronteras, el lenguaje de la humanidad es el lenguaje de la memoria, de la dignidad y de la solidaridad. Por eso Carmela, en los momentos finales de este epílogo, recuerda a los milicianos internacionalistas, quienes, al conjuro de su memoria, acaso han regresado también al escenario de la tragedia (“Pase que un vivo tenga visiones, pero... ¡Que las tenga un muerto!...”) y, con patética ternura, dice entenderse con ellos porque todos hablan un mismo idioma, el lenguaje de la dignidad. Manuel Aznar Soler, “Introducción” a ¡Ay, Carmela!, Cátedra. 1. Ponga un título y resuma brevemente el texto (1 punto) 2. Caracterice el tipo de texto atendiendo a sus rasgos lingüísticos más relevantes (2 puntos) 3. Explique el significado de los siguientes sintagmas (1 punto): “panfletarismo ideológico”, “miliciano internacionalista”, “al conjuro de su memoria”. 4. Analice sintácticamente la siguiente oración (2 puntos): “con patética ternura, dice entenderse con ellos porque todos hablan un mismo idioma” 5. Comente esta afirmación en el contexto del fragmento (2 puntos): “Hay muchas maneras de estar muerto” 6. Cuál es la función que Sanchis Sinisterra atribuye al teatro en Ay, Carmela! (2 puntos) Proves d’accés a la Universitat (2002) Selectivitat (LOGSE) Llengua Castellana i Literatura Model 3 En lo que respecta a la expresión, se considerará la presentación, la ortografía, la puntuación, la corrección morfológica, la propiedad en el uso del léxico y la capacidad de síntesis o de análisis en las respuestas y preguntas que así lo requieran. Sin embargo, la evaluación de todos estos aspectos de la expresión escrita servirá para confirmar la puntuación asignada o disminuirla, a criterio del corrector; en ningún caso se utilizará para aumentar la nota, puesto que es exigible a cualquier persona que quiera acceder a la Universidad un correcto dominio de la expresión escrita. A modo de orientación general, cabe indicar que se valorará la cohesión de las ideas, la pertinencia de cada elemento de juicio aportado, la definición del punto de vista que se adopte y la madurez del razonamiento.