Documento 47499

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El regreso de Ulises se inicia cuando la diosa Palas Atenea se compadece de las desdichas del errante Odiseo,
y trama su regreso a Ítaca con su familia.
Para comenzar la empresa, Atenea visita al hijo de Odiseo, Telémaco y le aconseja que parta hacia Esparta a
indagar sobre el paradero de su padre desaparecido tantos años, a la vez salvándole de la cruel emboscada que
los pretendientes de su madre Penélope conjuran contra él.
A continuación, Zeus a petición de Atenea, manda al mensajero de los dioses Hermes, de que ordene a la
ninfa Calipso liberar a Odiseo para que pueda retornar a Ítaca.
Cuando Odiseo parte, se encuentra en el mar una enorme tormenta enviada por el dios Posidón, que le hace
zozobrar y sumergirse en las turbias aguas. Pero gracias a la diosa Ino Leucóteca que le presta su mágico velo,
el héroe consigue llegar a la tierra de Esqueria donde agotado, prepara un lecho y se echa a dormir
profundamente.
Nausícaa, princesa de la isla se topa con Odiseo, y al despertarse este lo conduce a palacio.
Allí es bien recibido y agasajado por los feacios que le invitan a narrar su historia que así comienza:
Tras abandonar la ardiente Troya, Ulises y su tripulación emprenden el camino de regreso a su patria, cuando
unos inoportunos vientos desvían la nave a tierra de Cicones y posteriormente a territorio de Lotófagos.
Unos días después de estos percances, arriban en la morada de los Cíclopes donde el héroe y sus compañeros
quedan atrapados en la cueva de uno de ellos, que poco a poco les va devorando, hasta que le astuto Odiseo ya
harto, ciega al monstruo y escapan escondidos bajo el pelaje de los hermosos vellones.
Otro episodio de sus desventuras, relata el héroe:
A punto estuvieron de llegar a Ítaca gracias al pellejo de buey que aguardaba favorables vientos, que como
presente le regaló Eolo en su paso por Eolia, si no fuese porque la curiosidad mató al gato e hizo que los
tripulantes, en un sueño de Odiseo abriesen el pellejo y dejaran escapar todos los vientos quedando de nuevo a
la deriva.
Así fue como llegaron a la isla de la maligna Circe, que convirtió a los guerreros excepto a Ulises, en cerdos.
Tras una conversación con Ulises, Circe, dejose persuadir por éste y desencantó a los hombres.
Tal era la comodidad que Circe les brindó, que permanecieron alojados en la isla durante un año hasta que la
pena del héroe conmovió a la maga y permitió su marcha a cambio de un paso por el Hades, con motivo de
conocer el futuro del divino entre los hombres.
Ya en el Hades, Odiseo buscaba el vaticinio de Tiresias, y cuando lo encontró, inmensos males y desgracias le
auguró en su regreso.
Finalizada la condición de Circe pusieron rumbo a casa.
En el trayecto se encontraron con el mortal canto de las sirenas, pero Odiseo, precavido, untó de cera los oídos
de sus marineros y mandó que lo ataran al mástil para disfrutar de la dulce melodía sin enloquecer y tirarse
por la borda del barco.
Pasaron de largo la isla y a lo pronto entraron en un estrecho, y el miedo y el pavor anidó en sus corazones
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avisándoles de que cerca se encontraban de la cueva de Escila, monstruo horripilante de doce pies y seis
cuellos que aterrorizaba con sus tres filas de dientes por cabeza.
Ésta, hambrienta devoró a seis hombres, mientras Odiseo contemplaba a Caribdis, que al otro lado del
estrecho absorbía ruidosamente el agua.
Apremiados por Odiseo, los remeros consiguieron alejar la nave de las criaturas.
Enseguida llegaron a la isla del dios Helios donde guardaba sus hermosas vacas y ovejas.
Permanecieron en la isla más de un mes, y los marinos al acabar con todos los víveres, mientras Odiseo
dormía, sacrificaron varias vacas del dios.
Zeus furioso por el atrevimiento mandó un fuerte huracán en cuanto embarcaron en la nave de vuelta a su
origen.
Ulises consiguió salvarse del naufragio agarrándose a los maderos rotos.
Así fue como tras nueve días llegó a la isla de la ninfa Calipso.
Terminó el héroe de relatar su sufrimiento a los feacios, y estos le despidieron con gran cantidad de regalos y
le condujeron con sus naves a las costas de Ítaca.
Ya en su adorada ciudad, Atenea disfrazo al héroe de un pobre vagabundo con el fin de pasar desapercibido
ante los pretendientes de Penélope.
Durante unos días, en lo que regresaba Telémaco de Esparta se hizo pasar por forastero en casa de su porquero
Eumeo.
Con la llegada de su hijo, Odiseo se dejó reconocer ante él para urdir una trampa contra los aqueos que
asediaban a su esposa.
Penélope convocó un certamen a sus pretendientes que consistía en tensar el antiguo arco de su esposo y hacer
pasar una flecha por los aros. Quien lo consiguiese tendría el derecho de desposarla de nuevo.
Con la ayuda de su hijo, el porquero, el boyero y la esclava Euriclea, el astuto Odiseo se introduce disfrazado
aún, en la sala donde se celebra la prueba, mientras Telémaco esconde las armas de todos los participantes.
Tras varios intentos fallidos de los pretendientes por tensar el arco, el vagabundo pide que le permitan
intentarlo. Con ciertas reticencias, al fin, el héroe porta el arco y sin dificultad alguna lo tensa y hace pasar la
flecha por los aros.
Impresionados, no se esperaban el ataque que a continuación llevaron acabo padre e hijo.
Las puertas de las salas se encontrabas cerradas y custodiadas por Eumeo y el boyero que no permitían la
huida de ningún hombre.
Terminada la masacre, Euriclea trajo a las esclavas para que limpiaran el cuarto.
Después de la tarea, las criadas desleales fueron ahorcadas a las afueras de la casa sin ninguna compasión.
Odiseo mandó llamar a su querida y fiel esposa, y enseguida Euriclea bajó con una Penélope incrédula que
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contemplaba a su marido con desconfianza.
La mujer interrogó a su reaparecido esposo para comprobar que verdaderamente era su amado.
Con sus respuestas Penélope ya no tenía duda alguna y se echó en brazos de Odiseo.
Un bonito abrazo es el fin de esta serie de catastróficas desdichas.
TITULO: Odisea, La
AUTOR: Homero
TRADUCTOR: José Luis Calvo (en prosa)
EDITORIAL: Grupo Anaya S.A. COLECCIÓN: Cátedra Base, nº 14
Nº PÁGINAS: 223 ISBN: 84−376−2234−4
INTRODUCCIÓN:
Este clásico, caracterizado como una de las grandes obras de la literatura antigua, relata las desventuras de el
héroe griego, Odiseo, (el equivalente al Ulises romano) que se suceden en el camino de regreso a su tierra de
origen, la isla de Ítaca, tras el largo asedio a la ciudad de la rica Troya.
En estos cantos se retrata a Odiseo como un gran guerrero de la época micénica, astuto y rico en ardides que
consigue desembarazarse con valentía de las situaciones más comprometidas frente a terribles seres y
horribles monstruos que amenazan su vida. Los dioses también juegan un papel importante en el destino del
héroe, que le irán trazando el camino con sus ayudas y sus obstáculos.
Una trama de luchas y penurias descrita por el poeta Homero que narra desde una época cuatrocientos años
posterior a la de Odiseo.
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