mundo. Desde su interior salen en sacos de tela, eti

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TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 28 de junio de 2014
RR Los cartujos son los únicos licoristas que conocen el
secreto de la coloración verde hecha sólo de plantas.
mundo. Desde su interior
salen en sacos de tela, etiquetados y con un número,
y son enviados a la destilería
ubicada en Voiron.
Ésta cuenta con un acceso
reservado a los monjes y a
los empleados autorizados.
Aquí las plantas son puestas
a macerar en alcohol de uva,
divididas en distintas familias. Después son vertidas en
los alambiques para la destilación que dura unas ocho
horas aproximadamente.
En otro sector de las destilerías se encuentran los
alambiques de cobre que
datan del siglo XIX; en la
actualidad éstos son utilizados para la experimentación de algunas series de
plantas, pero la mayor parte
de la destilación se hace en
alambiques de acero inoxidable, especialmente diseñados para los cartujos, entregándoles un control muy
preciso del desarrollo de la
destilación.
Y es más, la tecnología que
hoy poseen les permite que
desde el monasterio puedan
intervenir en este proceso
antes de su envejecimiento,
por un sistema informático
y evitar así alejarse a menudo de su vida contemplativa.
Tras varios años de envejecimiento en las barricas
de roble, el licor es analizado por los cartujos, siendo ellos los únicos que decidirán si puede ser embotellado y posteriormente
comercializado.
Hoy, como antes, la fórmula sigue siendo un misterio
que no ha podido ser revelado ni siquiera por las más
recientes investigaciones en
laboratorio.
Intrigado aún por la historia de este licor, me animo a
viajar a las inmediaciones
del monasterio. A 25 kilómetros de Voiron por la misma ruta que va hacia Chambéry, se encuentra el pequeño valle donde se construyó
el convento, un edificio del
siglo XII, justo a los pies del
espectacular macizo de
Chartreuse. El paisaje durante el viaje es de mucha
naturaleza, plagado de bosques y saltos que caen desde
las cumbres. Van pasando
diferentes y apacibles pueblos de montaña, entre ellos
Saint Étienne de Crossey y
Saint-Laurent-du-Pont. Al
llegar al final del camino,
aparece el monasterio.
No es difícil imaginar porqué los hermanos cartujos
eligieron este lugar para
construir su morada. El entorno natural cautiva con un
tupido bosque nativo, arroyos de aguas cristalinas y
enormes montañas, el lugar
conserva una paz y un silencio envidiables.
El mismo silencio que
guarda el secreto del mítico
elixir. T
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