El asimétrico más fácil

Anuncio
Maniobra: Espinaquer de crucero
El asimétrico más fácil
(ALFRED FARRE)
Apenas más complejo de maniobrar que un génova, el asimétrico es estupendo para el crucero con
vientos portantes. Adiós al tangón, la contra, el amantillo y a las trasluchadas de alto voltaje.
S
implificarse la vida. Esta
es la máxima de muchos
aficionados en sus cruceros estivales y el asimétrico se
adapta como un guante a estos
requerimientos. Es cierto que el
espi clásico ofrece un pequeño
plus de velocidad y aguanta mejor
en los rumbos más abiertos. Pero
de qué sirve esta consideración si
en verano no se saca el balón de
la bolsa por simple pereza o por
la falta de manos que atiendan a
sus constantes reglajes.
La facilidad de maniobra es el
gran argumento del asimétrico, un tipo de vela que vio la luz
hace unos veinte años. Hoy, los
asimétricos -en sus distintas
variantes- representan más del
80 % de las velas de portantes
para crucero que salen de las
velerías. Ya no se puede hablar
de un efecto de moda.
El asimétrico en crucero es
una vela esencialmente útil con
vientos flojos. Es en estas condiciones cuando más se echan
en falta metros unos cuadrados
de vela adicionales, sobre todo
a medida que se van abriendo
escotas. Precisamente en estos
rumbos entre el través y el largo, tan tristes con poco viento,
es donde el asimétrico se muestra más a gusto. Y si el viento
se despierta, no hay problema
en bajar el calcetín o enrollar el
asimétrico y volver a navegar con
mayor y génova. La comodidad y
simplicidad de la maniobra están por encima de unas décimas
suplementarias de velocidad.
Envergar el asimétrico
Pensando en la mayor facilidad
de maniobra, vale la pena tener
en cuenta algunas consideraciones que afectan a los tres puños
del asimétrico.
Puño de amura: La teoría es
simple: El puño de amura se ha
de trincar lo más a proa posible,
al menos lo suficiente para que la
vela minimice el riesgo de engancharse con el barco (roldanas de
fondeo, ancla, luces, etc.) en las
viradas o en las trasluchadas.
Pero de la teoría a la práctica
hay un pequeño trecho. Algunos
–muy pocos- barcos incorporan
de serie un cáncamo libre en
proa o –mejor aun- un botalón
extensible donde arraigar el asimétrico. En estos casos, el problema está resuelto.
Los demás habrán de solucionar
el tema, a menudo de forma artesanal, apañando un arraigo para
la amura que quede libre del balcón, el ancla y sus herrajes.
Una de las soluciones más recurridas es hacer un puente sobre
la roldana de fondeo. Los barcos con doble roldana también
pueden utilizar el pasador de la
roldana libre como arraigo, contando, eso sí, con que su diámetro sea suficiente para resistir el
esfuerzo.
También se puede arraigar el
asimétrico a popa del enrollador,
en los cáncamos normalmente
previstos para el génova. Este es
el caso más habitual navegando con genaquers, pero es una
ubicación que no suele resultar
práctica con asimétricos de gran
tamaño, pues al quedar tan cerca
del palo se acentúan los desventes con la mayor y los líos de escotas en las trasluchadas.
Lo ideal es poder ajustar la altura del puño de amura desde la
bañera, cazando en los traveses
para tensar el grátil y amollando a medida que el viento se va
abriendo y se buscan formas
más llenas en la vela. Al principio, y pensando en el crucero
puro, es posible prescindir de
esta sutileza y fijar directamente el reenvío del puño de amura
a una cornamusa de proa.
A falta de mejores referencias,
dejar el puño a un metro sobre
cubierta acostumbra a ser un
buen reglaje base, que luego se
irá ajustando hasta encontrar (y
marcar con rotulador) una altura
del puño que funcione de forma
aceptable en todos los rumbos.
Es importante marcar esta referencia, pues con la vela pintando,
En crucero, la comodidad de la maniobra está por delante de unas décimas más de velocidad
La proa de este Gib´Sea está pensada bien para envergar un asimétrico. Lleva un arraigo libre a proa, el balcón abierto
y atrasado y el ancla escamoteada en un nivel inferior
el cabo de amura en la cornamusa coge mucha tensión y es muy
difícil ajustarlo. Para hacerlo se
ha de bajar el calcetín o dejar
la vela casi en banda y/o con el
viento -suave- por la popa.
Puño de escota: Cada escota del
asimétrico ha de tener una longitud de unas dos veces la eslora
del barco. En un 40 pies estamos
hablando de cerca de 50 metros de cabo. Afortunadamente,
usando el asimétrico en crucero
puro podemos contentarnos con
mucho menos. Una sola escota,
entre 1 y 1,3 veces la eslora del
barco, es más que suficiente,
asumiendo -importante- que las
trasluchadas no van a entrar en
el menú.
Pensando en clave de crucero
familiar, lo único que hace falta
a nivel de herrajes es una pasteca con mosquetón para la escota. Esta pasteca se fijará en popa
y se cambiará de banda en cada
bordada. Una segunda pasteca
“comodín” agiliza las trasluchadas y permite llevar el arraigo
de la escota hacia proa para inmovilizar más la vela cuando el
viento viene más abierto.
Esta maniobra tan minimalista
es evidentemente un recurso
exclusivo para el crucero puro,
donde el asimétrico se izará en
bordos largos, con una previsión
de trasluchadas casi nula. Quienes combinen la navegación familiar con las regatas de club,
lo que pueden hacer es alternar
esta escota única con un segundo juego de escotas completo
para trasluchar entre las balizas, un intimidador metraje de
cabo que podrán esconder a la
que suba la familia a bordo.
Puño de driza: La primera y
esencial consideración a tener
en cuenta con la driza –en crucero o en regata- es vigilar que
corra libre hasta su polea a tope
de palo, sin pasar por dentro
de los guardamancebos, de las
escotas de génova ni liada con
otras drizas o el mismo enrollador de génova.
En crucero y utilizando el calcetín, un segundo consejo es enrollar el génova antes de empezar
la maniobra del asimétrico. Si
se empieza a fijar la escota, la
amura o la driza del asimétrico
con el génova desplegado, hay
muchas probabilidades de que
alguno o varios de estos cabos
acaben luego pillados con las
vueltas del génova. Otra manera
de evitar este clásico problema
es izar el asimétrico por popa de
las crucetas.
La última recomendación con la
driza es controlar que la vela –o
el calcetín- se izan hasta su tope
en la polea. Al no tener el puño
de amura fijo en el tangón, el
asimétrico es muy sensible, incluso más que el espi clásico, a
los movimientos laterales. Unos
centímetros sueltos en la driza
afectan mucho a sus prestaciones y estabilidad.
En este barco se ha añadido un pequeño botalón para el asimétrico junto a la
segunda roldana de fondeo
Un puente sobre la roldana de fondeo
es otra solución para arraigar la amura, vigilando siempre que la vela no
pueda engancharse en las maniobras
Una pasteca con mosquetón para la escota, que se cambiará de banda al trasluchar, es el único herraje que hace falta
para la maniobra básica del asimétrico en crucero
La maniobra del asimétrico de crucero cabe en la propia bolsa de
la vela. Se compone de una escota sobre 1,2 veces la eslora del
barco, un cabo de amura de 3 a 5 metros y una pasteca
En crucero o en regata vigilar siempre que la
driza corra libre hasta su polea
El puño de amura se arraigará lo más libre y a proa posible.
Una vez fijos los tres puños se puede izar el calcetín. Para evitar movimientos laterales de la
vela, controlar que la vela –o el calcetín- suban
hasta su tope
Lo más sencillo en crucero es fijar el reenvío del puño de amura
a una cornamusa de proa. Así se evitan cabos por cubierta, desvíos y mordedores
Con el calcetín izado y tras un último repaso a
la disposición de la maniobra, se iza el calcetín
y la vela se va desplegando
Ideal en crucero por su facilidad de maniobra,
el asimétrico es una vela muy agradecida en los
rumbos portantes con poco viento
Nomenclatura
Cada vela de portantes tiene su propio nombre según su forma o tipo de utilización. Hace años, estos nombres eran muy sugerentes (blooper, reacher, booster, runner, floater, big boy, starcut, etc.). Luego vino la moda de las iniciales
(MP-S, MP3, etc.) y recientemente los veleros han dejado paso a los fríos Code 0,
1, 2, 3, . . .. Tras esta cambiante nomenclatura se esconde una enorme variedad
de tejidos, formas y tamaños utilizados en regata o en crucero. Resumiendo, hoy
parece asumido que la única consideración para que una vela se considere de
portantes es que no vaya relingada al estay de proa.
Ciñéndonos a los asimétricos y genaquers de crucero y al margen de la denominación comercial que les asigne cada velería, las principales diferencias conciernen al grado de solapamiento (a partir de 165% de J), al gramaje utilizado
Entre un genaquer para tiempo duro y un asimétrico para
ventolinas, hay una extensa gama de velas de portantes sin
tangón y pensadas para el crucero o la regata
(entre 0,5 y 2,4 oz.) y al corte de la vela, tres conceptos condicionados el uno con
el otro.
Los genaquers y los Code 0 están diseñados más planos de formas, con menos
“espaldas” y eventualmente con mayor gramaje que un asimétrico. De esta manera pueden remontar ventolinas hasta unos 40º de aparente y su bajo centro
vélico se convierte en un plus de estabilidad navegando al largo con vientos
sostenidos.
En el otro extremo, la progresiva utilización de los calcetines de espi ha propiciado que muchos armadores se atrevan con asimétricos de superficie prácticamente equivalente al espinaquer simétrico, mejorando el rendimiento con
ventolinas y la velocidad en rumbos más abiertos.
Los espinaquers asimétricos son ya mayoritarios entre los modernos monotipos deportivos
efectiva, pero bastante delicada
en crucero sin ayuda del tangón.
Paradójicamente, los genaquer
o asimétricos de poca “espalda”
son los más proclives a funcionar
en orejas de burro -con la mayor
o con el génova-. El menor peso
en la parte alta de estas velas
facilita esta disposición.
Vientos al largo: Entre 110º y
135º grados de viento aparente,
el asimétrico despliega sus mejores posibilidades. Es una vela
sencilla de manejar y capaz de
darle alas al barco con ventolinas. Los reglajes de la escota
son similares a los de cualquier
otra vela. No hay más que ir largando hasta que el grátil empieza a flamear, retomando entonces los últimos centímetros
de escota. En crucero es más
práctico trincar la vela algo más
cazada de lo normal, evitando
que el asimétrico se desvente al
menor desvío de rumbo.
A medida que el viento se va
abriendo, a veces es complicado discernir cuando se arruga el
asimétrico por escasa tensión de
la escota o por el propio desvente de la mayor. El trimador ha de
estar atento en estos casos.
Vientos al través: Aparentemente, el asimétrico permite
remontar el viento incluso más
allá del través, sobre todo con
ventolinas. Esta facultad induce
a errores de reglaje, pues a partir de los 90º de viento aparente,
incluso con la vela pintando sin
(J. RENEDO)
Un asimétrico tiene un rango de
utilización entre unos 90º y 150º
de viento aparente. En comparación con un espi clásico, su franja de utilización es más estrecha
y su mayor punto débil son los
30º que van desde el largo hasta la popa redonda. En crucero
o en regata, el asimétrico invita a navegar trasluchando por
popa en ángulos entre 60 y 80º.
Con vientos cercanos al través,
el asimétrico es a menudo más
estable que el espi clásico, pues
su centro vélico está más bajo y
más a proa.
Vientos por popa: Pocos barcos llevan botalón extensible, y
además orientable, que permita
desplazar el asimétrico hacia
proa y barlovento para librarlo
del desvente de la mayor. Partiendo de esta premisa, el reglaje para caer al viento con el asimétrico empieza alejándolo de
la mayor con una pasteca para la
escota instalada a media eslora.
Todo y así, cuesta bajar más de
150º respecto al viento. La mayor enmascara al asimétrico y al
no haber tangón es complicado
hacerle llegar viento fresco.
Un paliativo es tomar un rizo o
incluso arriar completamente la
mayor. Muerto el perro, muerta
la rabia y el asimétrico tira entonces del barco sin desventes.
Los más virtuosos hasta consiguen añadir el génova en orejas de burro, una configuración
El asimétrico es muy poco amante de la popa redonda. En crucero e incluso en regata, las trasluchadas suponen perder
30º -como mínimo- respecto al eje del viento
(ALFRED FARRE)
Reglajes
Para que la mayor no tape al asimétrico en las empopadas, una cómoda solución en crucero es tomarle rizos o incluso arriarla por
completo. El asimétrico tira entonces del barco sin desventes.
(J. RENEDO)
En crucero mejor ahorrarse el lío de trasluchar el asimétrico con doble escota. El pequeño sable
que sobresale junto al puño de amura evita que la segunda escota vaya al agua
flamear, la tensión de la escota
cierra mucho la baluma, impidiendo la correcta circulación
del aire y creando un efecto de
escora y de deriva que anulan el
pequeño plus de velocidad que
se consigue respecto al génova.
Los genaquers y los Code 0, con
un diseño menos embolsado,
mejoran sustancialmente la capacidad de remontar el viento.
Trasluchar
Hay varias maneras de trasluchar con un asimétrico y la
elección ha de tomarse antes de
envergar la vela. Sea cual sea el
método escogido, recordar que
con el asimétrico es bueno efectuar un radio de virada incluso
más amplio que con el espi clásico, dando tiempo a cazar la vela.
Antes de pensar siquiera en la
trasluchada o en cualquier otra
maniobra con el asimétrico, damos por supuesto que se habrán
eliminado o tapado con cinta todos los puntos susceptibles de
enganchar la vela. El fino nilón
de las velas portantes es mucho
más sensible a los desgarros
que el dacrón de los génovas.
Los puntos más habituales a
revisar son los herrajes de fondeo (ancla, roldanas, pasadores,
etc.), los arraigos de los guarda-
Con las escotas entre el grátil del asimétrico y el estay de proa, la trasluchada se hace sin apenas
discontinuidad. Este sistema es el preferido por los regatistas, pero requiere una tripulación rápida
y bien coordinada.
mancebos en el balcón, los portalámparas de las luces de posición o las propias cornamusas
de amarre.
Por dentro del estay: Si el puño
de amura se arraiga a popa del
estay, caso habitual con los genaquers, la trasluchada se hace
como con el génova, cazando las
escotas por dentro del barco,
entre el estay y el mástil.
Asimétrico por proa: Arraigando
el asimétrico a proa del estay,
uno de los sistemas más simples para trasluchar es largar
escota hasta que la vela quede
en bandera, cazándola por la
otra amura a medida que el bar-
El presupuesto ayuda
El asimétrico es más sencillo de utilizar y también más barato que el espi clásico. Un asimétrico para un 40 pies (125 m2
aprox.) tendrá un precio sobre los 3.500/4.000 euros. El espinaquer clásico para este mismo barco apenas subirá un 5 % más
en superficie vélica y en precio. Hasta aquí podemos hablar
de un empate técnico. Pero el espi normal necesita además
de un tangón y su maniobra de labor (contra, amantillo, juego
de escotas/brazas, poleas, etc.), que en estas esloras pueden
suponer de 1.200 a 1.800 euros suplementarios, mientras que
el asimétrico se contenta con un par de escotas, una pasteca y –opcionalmente- con un calcetín que subirá entre 500 y
700 euros. En el caso de los genaquers, los diferenciales de
presupuesto respecto al espinaquer clásico son incluso más
importantes.
co retoma su nuevo rumbo. Muy sencillo
sobre el papel, este sistema se complica
cuando el asimétrico se ensortija con el
estay, caso normal al quedar desventado
por la mayor, o cuando la escota libre cae
al agua por proa y se cuela por debajo del
barco, problema que en regata se evita cosiendo un pequeño sable a modo de colgador que evita momentáneamente que la escota vaya al agua. La trasluchada pasando
las escotas por proa permite una maniobra
sin demasiadas prisas y con pocas manos.
Espi por dentro: Los barcos de regata acostumbran a pasar sus escotas entre el grátil
del asimétrico y el estay de proa. La trasluchada se hace así más rápido que poniendo
la vela en bandera y las velas tiran del barco sin apenas discontinuidad. Este sistema
requiere una tripulación rápida y una buena
coordinación entre el caña y el responsable
de la escota, sobre todo cuando el viento se
anima.
Con una sola escota: Si resulta obligado
trasluchar navegando con una sola escota –sin duda el sistema más cómodo en
crucero- siempre se está a tiempo de fijar
una segunda escota o -aun más sencillode arriar el calcetín, luego trasluchar con
toda tranquilidad el asimétrico enfundado y
su escota y a continuación volver a desplegar la vela por la otra amura. En barcos de
hasta 10/11 metros, con poco viento y con
el asimétrico desventado por la mayor, el
cambio de banda de la escota puede hacerse sin ni bajar el calcetín, llevando la escota
a proa y pasándola a mano por delante del
asimétrico.
por Toni Vernic
Ayudas en la maniobra
A partir de unos 10/11 metros de eslora, y sobre todo en navegaciones con tripulación reducida, la ayuda del calcetín o del
almacenador se hacen casi indispensables para la comodidad de las maniobras, ahorrando manos -y líos- al izar o arriar el
espinaquer (simétrico o asimétrico).
Izando, la primera ventaja del calcetín o del almacenador es que permiten controlar con tranquilidad, y con la vela ya izada, que
todas las escotas y reenvíos están claros.
Al desplegar la vela y en el caso de que el espinaquer coja vueltas o se enganche con las crucetas o el estay, el calcetín es
algo más práctico que el almacenador, pues bajándolo parcialmente se solucionan la mayoría de estos problemas. Enrollar
parcialmente el almacenador para “desfacer entuertos” a veces es más complicado de lo que parece, pues un alto porcentaje
de los problemas tienen su origen en el giratorio alto del amacenador.
La arriada del asimétrico con el calcetín es un juego de niños. Todo el esfuerzo se resume a tirar de un cabo que va enfundando
la vela. Con almacenador es igual de sencillo, pues la vela se van enrollado como el génova génova. Más fácil imposible.
Almacenador vs calcetín?
Empezar diciendo que los asimétricos y genaquers pueden utilizarse tanto
con calcetín como con enrollador, mientras que los Code 0 suelen ir de
la mano exclusiva de los almacenadores y los espis convencionales sólo
admiten calcetines.
El factor presupuesto juega a favor del calcetín. En un 40 pies, el calcetín
de espi cuesta sobre unos 600/800 euros, mientras que los almacenadores
de precio más ajustado se tarifan sobre los 1.200 euros y eventualmente
requieren añadir al presupuesto algunas modificaciones en la vela.
A nivel de maniobra, los almacenadores ganan la partida con claridad. Por
un lado permiten desplegar y enrollar la vela sin salir de la bañera. Además, la vela enrollada no interfiere con otras velas en uso cuando está
envergada, permitiendo que genaquer o asimétrico permenezcan en proa
durante toda una regata o travesía, siendo bajados con toda comodidad
una vez llegados a puerto. Ambas ventajas son muy apreciadas por solitarios y tripulaciones reducidas.
Izar la vela o guardarla en la bolsa tras su uso, es igual de sencillo con
almacenador que con el calcetín, pero este último gana la partida por el
mayor mimo que procura a la vela. El fino tejido de las velas de portantes
no es nada amante de los apretados pliegues que siempre se forman con
los almacenadores, que enrollan la vela con mucha fuerza alrededor de su
“estay”. La vida útil del gennaquer o del asimétrico se alarga pues usando
un calcetín.
El calcetín convierte la arriada del espinaquer
en un juego de niños. Todo el esfuerzo se resume
a tirar de un cabo que va enfundando la vela
Descargar