PRODUCTIVIDAD (EN RED) ) El entorno en red y la adhocracia Francisco J. Fernández Ferreras, Consultor experto en Capital Humano. Y a dicen que no hay dos sin tres. Hemos hablado en anteriores números de la productividad y del trabajador del conocimiento, ahora toca hablar del entorno en el que se mueve este último, del escenario en el que desarrolla su papel. Es un trabajador en red. Alguna vez he remarcado que no estamos hablando de la web, sino de un entorno colaborativo, multiconectado, donde más importante que saber algo es tener el teléfono de quien lo sabe. En nuestro afán de intentar objetivizar lo más posible este tipo de relación, hemos revisado el oráculo desde el punto de vista organizativo. En el libro “The structuring of organizations (A synthesis of the research)”, Henry Mintzberg en 1978 define cinco estructuras organizativas básicas basadas en la relación existente entre también cinco elementos constituyentes de las mismas: el núcleo de operaciones, el ápice estratégico, la línea media, la tecnoestructura y el staff de apoyo. Estos componentes se articulan gracias a los parámetros de diseño que se agrupan básicamente en cuatro: el diseño de puestos, el diseño de la superestructura, el diseño de los enlaces laterales y el diseño del sistema de toma de decisiones. Esta vez parece que nos hemos metido en harina demasiado pronto. Estamos en el tercer párrafo y ya nos hemos comido una serie importante de conceptos organizativos no fáciles de digerir. Parafraseando al gran Henry, veamos en qué consiste cada uno de estos cinco elementos. En el núcleo de operaciones los operarios realizan el trabajo fundamental de la organización: las tareas de input, proceso, pág 28/abril/14 output y apoyo directo relacionadas con la producción de servicios o productos. El ápice estratégico está formado por los directivos que, junto con su staff personal, forman el estrato superior de la jerarquía y que se ocupan de que la organización cumpla con su misión y de que satisfaga los intereses de las personas que controlan o tienen algún poder sobre la organización. Los que se sitúan por debajo de estos, vinculando dicho ápice con el núcleo de operaciones mediante la cadena de mando y provistos de autoridad formal, constituyen la línea media. A su lado se sitúa la tecnoestructura, donde los analistas realizan su labor de normalización del trabajo ajeno aplicando también sus técnicas analíticas a fin de facilitar la adaptación de la organización a su entorno. Y, por último, el staff de apoyo respalda el funcionamiento del núcleo de operaciones por vía indirecta, es decir, aparte del flujo fundamental del trabajo operativo a través de unidades especializadas. Con los parámetros de diseño conseguimos generar cinco (otra vez) configuraciones estructurales: la estructura simple, la burocracia maquinal, la burocracia profesional, la forma divisional y la adhocracia. Alguna de estas nos suena, o al menos una parte. Burocracia. Eso sí que parece que tenemos claro lo que es. ¿Y la adhocracia? ¡Vaya palabro! Y seguramente será la que nos ayude a tangibilizar lo que hemos dicho al principio. Ya lo dijo Murphy. Volvamos al inicio. ¿Qué significa trabajar en red? Pues estructuras planas, comunicación fluida, equipos especializados, complementariedad de conocimientos, tratamiento de temas complejos, responsabilidad compartida, liderazgo basado en el conocimiento, duración finita… Haciendo un inciso, el futuro de la consultoría, por ejemplo, va en esta línea. Equipos de trabajo que se forman a través del conocimiento y la confianza mutua para abordar un proyecto complejo durante un tiempo determinado. Todo al servicio del cliente. Después de esta cuña publicitaria volvemos al lío. Acostumbrados a la descripción mediante matrices o líneas de puntos para la dependencia funcional no jerárquica a la hora de representar las organizaciones ¿cómo encaja esto dentro del modelo definido por Mintzberg? Resulta que cada una de esas configuraciones estructurales viene marcada por un mecanismo de coordinación principal. En el caso de la adhocracia es la adaptación mutua. Adhocracia (ad hoc, que quiere decir “para un fin determinado”) es un término utilizado por Alvin Toffler, uno de los principales autores futuristas del último tiempo, en oposición a la burocracia. La burocracia se maneja con rutinas mientras que la adhocracia acorta y simplifica los procesos adaptándose a cada situación particular. Es una estructura caracterizada por su escasa complejidad, formalismo y centralismo. Ya existen términos como “estructuras organizativas orgánicas” o “redes neuronales” que intentan nombrar de manera menos académica este tipo de estructuras. Innovar significa romper con las pautas establecidas, con lo que la organización innovadora no puede contar con ninguna forma de normalización para su coordinación. Y parece que incluso en la misma definición estamos innovando porque directamente nos metemos en el jardín de estructurar algo que es intrínsecamente desestructurado. Me da en la nariz que el entorno natural para los trabajadores del conocimiento es la adhocracia. Ahora bien, ¿existen grados de adhocratización? Y ahí Mintzberg y el resto de académicos no han llegado a más. ¡Pues vaya! Nos toca darle al coco y ver si definimos un modelo que nos valore ese grado en las organizaciones. En el Grupo de Investigación de Organizaciones Sostenibles (GIOS) de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid, del que formo parte, hemos definido un cuestionario para identificar tamaña elucubración. Para ello hemos desglosado en preguntas nueve bloques de análisis basado en parámetros de diseño, su funcionamiento y los factores de contingencia. La burocracia se maneja con rutinas mientras que la adhocracia acorta y simplifica los procesos adaptándose a cada situación particular ) Y, poniéndonos ligeramente académicos, nos encontramos con que esos nueve factores se traducen en valorar el grado de adaptación mutua como mecanismo de coordinación, cómo se planifican las acciones, cuáles son los dispositivos de enlace en el diseño organizacional, el grado de descentralización estructural, el grado de especialización del puesto y de preparación para el mismo, la dimensión de los grupos de trabajo, la complejidad y dinamicidad del entorno, cómo fluyen los flujos de autoridad, comunicación y toma de decisiones y, por último, valorar el poder como factor de contingencia. Con esto tenemos 24 preguntas que nos ayudan a posicionar este tipo de organizaciones dentro de una escala adhocrática. ¿Es este tipo de estructura la mejor, la más eficiente, hacia la que tienen que evolucionar el resto para ser más productivas? En palabras de Mintzberg, no hay otra estructura mejor preparada para solucionar problemas complejos y mal estructurados que ella; en lo que a la innovación sofisticada se refiere no tiene par, pero también tiene sus costes. La adhocracia no es competente para realizar acciones ordinarias, su ineficiencia radica en su elevado coste de comunicación (Knight, 1976) y al desequilibrio entre distintas cargas de trabajo (Goodman y Goodman, 1976). De hecho, las organizaciones suelen nacer como adhocracias y las diferentes fuerzas que actúan sobre ellas las llevan a evolucionar hacia una burocracia profesional o maquinal. Curioso. Desde las Novelas de Alejandro, pasando por las leyendas de Oriente Medio de Al-Khidr, por los arahucanos y la isla de Bimini y llegando hasta Ponce de León y la fuente de la eterna juventud, nos encontramos con la misma necesidad organizativa, al menos en alguna parte de la misma: mantenernos jóvenes. Eso sí, sin botox. ) pág 29/abril/14