La preocupación actual sobre los diferentes aspectos que

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Intervención en dislexia:
Un modelo para el diseño, implementación y evaluación de programas
Paula Outón Oviedo
Universidad de Santiago de Compostela
Resumen
La preocupación básica sobre los diferentes aspectos que atañen a la dislexia no se ha
ceñido, únicamente, a la conceptualización y explicación del trastorno; sino que se ha
hecho extensiva a las intervenciones que se siguen para prevenir el fracaso en el
lenguaje escrito, evaluar la gravedad del problema y ayudar a los escolares disléxicos a
superar sus dificultades específicas. Desde este última tendencia se centra el presente
trabajo, presentando un modelo de intervención para el desarrollo de programas con
disléxicos.
INTRODUCCIÓN
Las distintas propuestas de intervención en la historia de la dislexia han estado
influenciadas por los modelos teóricos de sus autores (biomédico, psicométrico,
conductual, cognitivo…). Así, podemos encontrarnos con tratamientos farmacológicos,
terapias que intentan una reprogramación de las funciones neurológicas, entrenamientos
en algún factor asociado (percepción visual, esquema corporal, lateralidad, etc.),
utilización de gafas coloreadas… Los profesionales que han trabajado en este ámbito
han concebido la dislexia de acuerdo con los parámetros de la orientación en la que se
han movido y, por tanto, también su prevención, diagnóstico y tratamiento.
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En este trabajo se presenta un modelo de intervención para el desarrollo de
programas con disléxicos, elaborado no sólo a partir de un estudio del estado actual de
nuestros conocimientos acerca de la dislexia y de las intervenciones llevadas a cabo por
otros especialistas, sino también de la experiencia con escolares que presentan este
trastorno. Este modelo trata de recoger la multiplicidad de factores que están implicados
en este trastorno, tanto en el proceso de evaluación diagnóstica como en la
recuperación. Con ello pretendemos subsanar las actuaciones reduccionistas que a lo
largo de la historia se han venido desarrollando, y que todavía hoy siguen practicando
algunos profesionales con los escolares disléxicos. Se trata, por tanto, de un modelo con
un enfoque integrador, equilibrado, centrado en la lectura y escritura, abierto a las
diversas orientaciones teóricas existentes en la literatura de este trastorno y a las
iniciativas de la investigación futura, ya que, al igual que muchos otros problemas de la
salud y la educación, la dislexia requiere —según los casos, en mayor o menor
medida— una intervención interdisciplinaria.
El modelo conlleva también una tecnología sistemática, o en otros términos, exige
un procedimiento de actuación mediante programas. Este requisito supone seguir una
serie de pasos para diseñar, implementar y evaluar las intervenciones con los escolares
disléxicos, evitando de esta forma las actuaciones enigmáticas, que, aunque bien
intencionadas, pueden llegar a ser infructuosas o contraproducentes, si no nos permiten
saber realmente en qué consisten. En este sentido, la sistematicidad de nuestro modelo
permite conocer los puntos débiles y fuertes de los programas y mejorar en el futuro las
nuevas actuaciones en el campo de la dislexia.
Se caracteriza además por una atención personalizada al niño disléxico. Es esta
una exigencia consustancial a la heterogeneidad de la dislexia como grupo y a la
individualidad de cada uno de los escolares como persona. Así pues, lejos de
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actuaciones estereotipadas, los programas diseñados a partir de este modelo habrán de
adaptarse a las diferencias individuales de cada caso (nivel de lectura y escritura, lengua
predominante, estilo y ritmo de aprendizaje, intereses, contexto socio-comunicativo…).
Para lograr esto, es preceptiva la realización de una evaluación diagnóstica inicial que
establezca, entre otras cosas, las necesidades educativas especiales y los puntos fuertes
del escolar, así como una recuperación flexible que permita modificar y ajustar el
programa en cada momento a las peculiaridades y circunstancias del mismo. Estas y
otras características hacen que este modelo sea potencialmente útil para aquellos
profesionales que trabajan en el ámbito de la dislexia.
REPRESENTACIÓN VISUAL DEL MODELO
Con la ayuda del diagrama de la Figura 1 y con la siguiente descripción resumida,
podemos hacernos una rápida idea de la estructura y funcionamiento del modelo de
intervención con disléxicos.
En esta representación visual se puede advertir que la intervención comienza con
el estudio inicial del escolar a través de la Evaluación Diagnóstica (parte superior e
izquierda del diagrama), componente que hace referencia también a la comprobación de
la marcha del programa y de la consecución de los objetivos. Seguidamente, se procede
a la toma de decisiones, diseño, implementación y seguimientos, etapas todas ellas del
proceso de Recuperación (parte central y derecha). Por último, la Evaluación del
Programa (parte inferior) indica que todos los componentes del modelo son sometidos
a un proceso de evaluación para detectar las limitaciones de los mismos y mejorar la
práctica. No se debe interpretar este modelo como una descripción lineal de los pasos
que hay que seguir cuando afrontamos la intervención de un disléxicos. Por el contrario,
se trata de un proceso recurrente, cuyos diversos componentes se repiten y se suceden,
en función de las circunstancias particulares de cada caso.
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EVALUACIÓN
DIAGNÓSTICA
continua
EVALUACIÓN
FINAL
inicial
Datos de identificación
y demanda
Información contextual
RECUPERACIÓN
Familiar y comunitaria
Evolutiva y médica
Escolar
DISEÑO
Lenguaje escrito
Exactitud
Automatización/velocidad
Ruta léxica/fonológica
Comprensión
Producción
Lenguaje oral
Conciencia fonológica
Etiquetado verbal…
Objetivos
ADOPCIÓN DE
DECISIONES
BÁSICAS
Procesos cognitivos
Memoria inmediata
CI, etc.
Principios
generales
Principios para
dificultades
específicas
EVALUACIÓN
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SEGUIMIENTO
Atención a
los procesos
En relación
con la línea
base
Actuaciones
NEE, Puntos fuertes
(Diagnóstico
de dislexia)
Línea Base
Figura 1. Modelo de intervención con disléxicos
IMPLEMENTACIÓN
Registro de
observaciones
Normativa
Retirada
progresiva de la
intervención
d
i
s
e
m
i
n
a
c
i
ó
n
EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA INICIAL
La evaluación diagnóstica inicial tiene como finalidad establecer las necesidades
educativas especiales y puntos fuertes del escolar, y, en su caso, confirmar o no un
diagnóstico de dislexia. Para ello, se recoge información sobre diferentes aspectos del
escolar: evolutivos, médicos, familiares, escolares, psicopedagógicos…, utilizando en
mayor o menor medida distintos procedimientos, medios o instrumentos preferentes en
las diversas orientaciones teóricas. Esta información nos ayudará también a descartar
otras explicaciones alternativas a la dislexia auténtica de las dificultades en lenguaje
escrito del escolar.
Pero esta evaluación diagnóstica inicial no deberá reducirse a un estudio
minucioso del escolar, sino que también deberá ser una guía para determinar la
naturaleza de la recuperación y una línea base de partida que nos permita evaluar la
eficacia de la misma.
La evaluación diagnóstica inicial comienza con la demanda de un caso llevada
normalmente a cabo por el profesor, los padres o un especialista. Una vez solicitada la
intervención, lo primero que se hace es recoger una serie de datos de identificación del
escolar, familia y colegio y tomar nota del motivo de consulta. A continuación, se
procede a la recopilación de información contextual, relativa tanto al pasado como a la
situación presente del escolar, que nos ayudará a comprender mejor el problema.
Concretamente, se refiere a información del contexto familiar y comunitario, evolutivo
y médico y escolar. Orientados por esta información de carácter ecológico se lleva a
cabo una recogida de información más precisa, relacionada con el diagnóstico de
dislexia. Se trata de datos relativos al lenguaje escrito (exactitud lectora y escritora,
velocidad/automatización de la lectura oral y de la escritura, utilización de las rutas
léxica y fonológica, producción y comprensión de textos), al lenguaje oral (nivel de
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conciencia fonológica, etiquetado verbal), a los procesos cognitivos (capacidad de
memoria inmediata y de aprendizaje), al funcionamiento neurológico, a la presencia de
“indicadores generales” de dislexia, etc.
Una vez organizada, analizada e interpretada la información anterior, se procede a
explicitar por orden de prioridad las necesidades educativas especiales del escolar y sus
puntos fuertes, llegando a determinar o no el diagnóstico de dislexia. Además, se hace
alusión a las posibilidades de recuperación de las dificultades y al tiempo aproximado
que durará el proceso de recuperación.
Después de esta evaluación inicial, el proceso de diagnóstico prosigue a lo largo
de toda la intervención a través de la evaluación continua y final, como veremos en el
apartado siguiente.
RECUPERACIÓN
En contra de lo que algunos todavía piensan, la dislexia no desaparece
espontáneamente, sino que requiere una enseñanza individualizada y especializada en el
lenguaje escrito para recuperar las necesidades educativas especiales de los escolares
disléxicos en la lectura y/o escritura. En general, y aunque la recuperación es larga, los
disléxicos consiguen paliar sus dificultades y mejorar su rendimiento académico. El
éxito de la recuperación es mayor cuanto antes se intervenga. En numerosas ocasiones
es necesario ayudar al disléxico a lo largo de toda su escolaridad.
A la hora de la recuperación, una vez realizada la evaluación diagnóstica inicial,
también hay que proceder de forma sistemática para que podamos hablar de un
programa de intervención. La importancia de realizar una actuación sistemática nos va a
permitir diseñar programas en los que no tengan cabida los olvidos de aspectos
importantes y los meros consejos generales.
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La recuperación comienza con la adopción de decisiones básicas: qué actuaciones
hay que diseñar (actuaciones para recuperar la exactitud lectora y escritora, actuaciones
para aumentar la velocidad/automatismo de la lectura y escritura, actuaciones para
mejorar el etiquetado verbal…), a quién van a ir dirigidas (al escolar, a algún familiar, al
profesor…), dónde y cuándo se van a implementar (en la escuela, en una clínica
especialista, en la casa del escolar…; tiempo semanal de recuperación…), etc. Sólo
después de adoptar estas decisiones básicas pasamos al diseño de la recuperación,
explicitando por escrito los objetivos finales que queremos conseguir en la
recuperación, las actuaciones que vamos a realizar para alcanzar esos objetivos y las
orientaciones didácticas generales y específicas que seguiremos para los objetivos
propuestos. La implementación de la recuperación irá acompañada de una evaluación
continua, que nos irá orientando acerca del progreso y de posibles cambios del
programa. Cuando se considere que se han alcanzado los objetivos perseguidos en el
programa, se realizará un seguimiento programado del escolar para asegurarse que los
logros alcanzados se mantienen a largo plazo y se generalizan a situaciones distintas a
aquellas en que ha tenido lugar la recuperación. En caso de que así sea, se procederá a
realizar la evaluación final y, si se considera oportuno, la difusión del estudio mediante
un informe final.
EVALUACIÓN DEL PROGRAMA
No podemos contentarnos con presentar actuaciones más o menos interesantes sin
ningún mecanismo que nos permita acumular evidencia de que son meritorias o
valiosas. Estas actuaciones tienen que responder a las necesidades concretas de un
sujeto o grupo de sujetos, estar fundadas en una teoría solvente y actualizada sobre el
problema de estudio, ser diseñadas e implementadas siguiendo una tecnología
sistemática, y ser evaluadas. Se necesita cierto rigor metodológico para analizar y
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valorar si los programas responden a las características que le son exigibles. Este rigor
metodológico nos lo proporciona la evaluación del programa.
En el diseño del modelo de intervención con disléxicos hemos incorporado la
evaluación del programa como un elemento permanente dentro de la intervención, que
nos permita detectar las limitaciones de cada uno de sus componentes con el propósito
de asegurar su calidad y mejorar nuestra práctica. En consecuencia, no sólo nos
preocupamos de si se han alcanzado o no los objetivos del programa, sino también de si
se identifican las necesidades y puntos fuertes de los escolares, de si se diseñan
programas ajustados a esas necesidades, de si se las actividades se están desarrollando
tal y como habíamos planeado, de si se modifica el programa sobre la marcha… Esto es,
la evaluación se integra dentro del programa de intervención como si de un elemento
más se tratase.
REFLEXIONES FINALES
El modelo aquí expuesto, elaborado a partir de una reflexión teórica y una validación
práctica, puede ser una contribución interesante al campo de la dislexia. Nos parece un
modelo acertado para solventar el problema de la lectura y escritura que presentan los
disléxicos, problema con importantes repercusiones a nivel personal, escolar, familiar y
social.
Creemos también que el modelo puede ser valioso por provenir del análisis de la
literatura de la naturaleza de la dislexia y de los programas de intervención que en
nuestro país se han llevado a cabo con casos similares, unido a nuestra aportación
empírica. De esta manera, incluye no sólo el diseño del modelo de acuerdo con los
cánones de las orientaciones teóricas más influyentes, sino también el contraste de la
teoría que lo envuelve con nuestra práctica. En este sentido, los programas diseñados a
partir del modelo contribuyen a validar que la teoría integradora, interdisciplinaria,
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flexible y centrada en la lectura y escritura que proponemos es adecuada para la
intervención con los disléxicos.
Asimismo, nos parece que el carácter de sistematicidad que exige el modelo
potencia la eficacia de las intervenciones. Esto es, los procesos de diseño,
implementación y evaluación que se siguen de manera recurrente en cada uno de los
programas permiten adaptar las actuaciones en función del progreso de los escolares
respecto a los objetivos establecidos.
En ningún caso, lo consideramos un modelo cerrado, exento de necesidad de
correcciones y/o modificaciones, sino una puerta abierta a las iniciativas de la
investigación futura en la que se den respuestas a las numerosas cuestiones que siguen
aún pendientes. En este último sentido, quisiéramos recalcar que aunque estamos ante
un problema controvertido, no debemos negar su existencia, ya que la realidad de los
hechos se impone a las políticas educativas y a los intereses de la investigación, y la
dislexia sigue estando en el candelero de los problemas que ocupan y preocupan a una
parte de la sociedad.
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