Las medidas de coerción en materia penal Dra. María del Carmen Platas Pacheco 5 de mayo de 2010 Las medidas de coerción en materia penal En nuestro Derecho, se conoce como Principio de legalidad a la facultad que tiene el Estado para imponer legítimamente a una persona, alguna pena por un hecho considerado en la ley como delito. Para ejercer esta facultad se requiere de un juicio previo donde se asegure el ejercicio de todas las garantías que se derivan del derecho debido al proceso, a esto se le llama presunción de inocencia, lo cual significa que toda persona debe ser considerada inocente hasta no demostrar en juicio su culpabilidad, de esta manera, las medidas de coerción tienen carácter excepcional, porque su finalidad es asegurar la presencia del imputado en el proceso y la ejecución de la sentencia. El carácter excepcional de las medidas de coerción, se encuentra expresamente reconocido en los ordenamientos jurídicos que integran el nuevo Código Penal, actualmente están siendo materia de revisión. Atendiendo a su objeto, las medidas de coerción pueden ser: de coerción personal, es decir, aquellas que limitan o restringen el derecho a la libertad personal, y de coerción real, o sea, aquellas que limitan la libre disposición de los bienes del imputado. Entre las medidas de carácter personal, que únicamente las puede solicitar el Ministerio Público, se encuentran; a) la orden de comparecencia, b) la orden de aprehensión y c) la orden de restricción para preservación de pruebas. Entre las medidas de coerción real están; I. la presentación de una garantía económica; II. la prohibición de salir del país, de la localidad en la cual reside o del ámbito territorial que fije el juez, sin autorización; III. la obligación de someterse al cuidado o vigilancia de una persona o institución determinada, que informe regularmente al juez; IV. la obligación de presentarse periódicamente ante el juez o ante la autoridad que él designe; V. la colocación de localizadores electrónicos, sin suponer violencia o lesión a la dignidad o integridad física del imputado; VI. ll arraigo domiciliario, en su propio domicilio, en custodia de otra persona, o en centro médico o geriátrico; VII. la prohibición de concurrir a determinadas reuniones o de visitar ciertos lugares; Las medidas de coerción en materia penal Dra. María del Carmen Platas Pacheco 5 de mayo de 2010 VIII. la prohibición de convivir o comunicarse con determinadas personas, siempre y cuando no se afecte el derecho de defensa; IX. la separación inmediata del domicilio cuando se trate de agresiones o delitos sexuales en contra de mujeres y niños, si la víctima vive y convive con el imputado; X. la suspensión provisional en el ejercicio del cargo, profesión u oficio, cuando se atribuya un delito cometido con motivo de éstos, siempre y cuando aquél establezca como pena la inhabilitación, destitución o suspensión; y XI. la prisión preventiva, si el delito de que se trate, está sancionado con pena privativa de libertad. Entre las medidas de carácter real, que indistintamente puede solicitar el Ministerio Público o la víctima, se encuentra, el embargo. Para que la aplicación de cualquiera de las medidas de coerción personal proceda, se requiere que lo solicite el Ministerio Público y, además, han de concurrir los siguientes requisitos: I. la existencia de datos que acrediten el cuerpo del delito y hagan probable la responsabilidad del imputado; y II. que exista presunción razonable por apreciación de las circunstancias del caso particular: que el imputado pudiera no someterse al proceso; obstaculizar la averiguación de la verdad o que su conducta represente un riesgo para la víctima o para la sociedad. Como es natural, la resolución que imponga, como todo acto de autoridad, deberá estar fundada, motivada y contener: I. los datos personales del imputado, y los que sirvan para identificarlo; II. la enunciación del hecho o hechos que se le atribuyen y su calificación jurídica preliminar; III. la indicación de la medida y las razones por las cuales el juez estima que los presupuestos que la motivan concurren en el caso; y IV. la fecha en que vence el plazo máximo de vigencia de la medida. Debido al carácter excepcional de las medidas coercitivas, se prevé la posibilidad, aún de oficio para el juez, de que en cualquier momento del proceso se revisen, sustituyan, modifiquen o cancelen, si hubieren variado las condiciones que justificaron su imposición.